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Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid

Seminario de problemas colombianos

Profesor: José Guillermo Suescun Acevedo

Tema: Tres principales problemas que acosan al país

Por: María Alejandra Tamayo Cardona

1. La Educación

La falta de calidad en la educación básica y media en el país, demostrado por


los resultados en pruebas PISA, y posteriormente el poco acceso a la educación
superior no facilita en la población joven la posibilidad del ascenso social y
económico que se plantean estas nuevas generaciones desde sus proyectos de
vida. La falta de presupuesto a la educación permite que sean escasas las
oportunidades que le son ofrecidas a los jóvenes para acceder a programas
universitarios; a los estratos socioeconómicos 1 y 2 el Estado ofrece unas pocas
becas de acceso a la universidad, quitándole con este gasto presupuesto a las
universidades públicas, los estratos altos tienen la posibilidad de costear a sus
hijos la educación superior, pero para los estratos de la clase media no hay más
apoyo que el de una deuda del 300% (con el ICETEX) de lo que cuesta un
programa de pregrado en una universidad si no tiene la posibilidad de tener uno
de los pocos cupos que ofrece la universidad pública. Sumado a esto, la falta de
presupuesto conferido por el Estado para el desarrollo tecnológico y científico,
para la investigación y el deporte permite que sigamos siendo un país atrasado
(o retrasado).

No obstante, se plantea desde los currículos escolares la educación para el


emprendimiento para dejar en cada ciudadano la responsabilidad por el
desarrollo económico de sí mismos, pero no hay el suficiente conocimiento para
crear empresas ni la ambición necesaria para ir más allá de la supervivencia
diaria, y menos el apoyo de las políticas de Estado para el fomento empresarial.
Esta falta de oportunidades provoca que un país capitalista del tercer mundo no
se desarrolle económicamente como lo hace un país que piensa en la educación
de sus niños y jóvenes, que valora la creatividad y el intelectualismo.

2. La falta de conciencia política y cultura ciudadana

Del problema anterior deviene la problemática de la falta de conciencia política


en cada ciudadano; aunque la Constitución Política de Colombia de 1991 en el
artículo 3 de los Principios constitucionales dice que: “La soberanía reside
exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce
en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la
Constitución establece.” El pueblo parece desconocer esta primicia y prefiere
dejar en manos de sus representantes las decisiones sobre todas las políticas
que desarrollan sus gobernantes, existe total apatía a todo lo que tenga que ver
con participación, justamente por la necesidad de supervivencia diaria que acosa
a la población colombiana. Por tal razón se motiva la corrupción en todos los
niveles sociales. Y la cultura ciudadana parece ser un discurso que tratan de
resolver también los currículos escolares con pedagogía y enseñanza de
valores, valores que no están inscritos en la historia de la nación, historia que
según se dice está escrita con la sangre de los héroes, ahora con la sangre de
quienes luchan por los derechos, pero el pueblo olvida a manos de quién se
derrama la sangre de la gente pensante del país y les damos el poder casi
monárquico sobre el territorio nacional, la vida de las personas, su dignidad y
libertad de pensamiento y decisión. En el momento en que empecemos a pensar
en el país como nación plural y diversa, conozcamos nuestras leyes, la
reconozcamos como nuestras, tomemos conciencia de la carta constitucional
como deber y derecho y en la misma medida las defendamos como nuestras
podremos llamarnos sujetos políticos.

3. La falta de una verdadera democracia


En el país se ha entendido la democracia como la fuerza de las mayorías, pero
sin conciencia política esas mayorías se convierten en masa opresora obediente
de un sistema político tiránico y opresor que presume obedecer a los intereses
del pueblo sobre todo en los momentos de elección popular de sus dirigentes,
cuando dichas masas se dejan llevar por los discursos populistas, a todas vistas
mentirosos -si se revisa la historia refundida en los archivos de los medios de
comunicación- de los candidatos a ostentar el poder político del país no para
servir a los intereses de la nación si no a los suyos propios. Las minorías que
logran entender las verdaderas problemáticas que afligen al país y sus
moradores son tratados como insurrectos y revoltosos y condenados por
aquellas mayorías que logran unirse en contra de sí mismos y de sus
generaciones futuras.

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