Tema: Tres principales problemas que acosan al país
Por: María Alejandra Tamayo Cardona
1. La Educación
La falta de calidad en la educación básica y media en el país, demostrado por
los resultados en pruebas PISA, y posteriormente el poco acceso a la educación superior no facilita en la población joven la posibilidad del ascenso social y económico que se plantean estas nuevas generaciones desde sus proyectos de vida. La falta de presupuesto a la educación permite que sean escasas las oportunidades que le son ofrecidas a los jóvenes para acceder a programas universitarios; a los estratos socioeconómicos 1 y 2 el Estado ofrece unas pocas becas de acceso a la universidad, quitándole con este gasto presupuesto a las universidades públicas, los estratos altos tienen la posibilidad de costear a sus hijos la educación superior, pero para los estratos de la clase media no hay más apoyo que el de una deuda del 300% (con el ICETEX) de lo que cuesta un programa de pregrado en una universidad si no tiene la posibilidad de tener uno de los pocos cupos que ofrece la universidad pública. Sumado a esto, la falta de presupuesto conferido por el Estado para el desarrollo tecnológico y científico, para la investigación y el deporte permite que sigamos siendo un país atrasado (o retrasado).
No obstante, se plantea desde los currículos escolares la educación para el
emprendimiento para dejar en cada ciudadano la responsabilidad por el desarrollo económico de sí mismos, pero no hay el suficiente conocimiento para crear empresas ni la ambición necesaria para ir más allá de la supervivencia diaria, y menos el apoyo de las políticas de Estado para el fomento empresarial. Esta falta de oportunidades provoca que un país capitalista del tercer mundo no se desarrolle económicamente como lo hace un país que piensa en la educación de sus niños y jóvenes, que valora la creatividad y el intelectualismo.
2. La falta de conciencia política y cultura ciudadana
Del problema anterior deviene la problemática de la falta de conciencia política
en cada ciudadano; aunque la Constitución Política de Colombia de 1991 en el artículo 3 de los Principios constitucionales dice que: “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece.” El pueblo parece desconocer esta primicia y prefiere dejar en manos de sus representantes las decisiones sobre todas las políticas que desarrollan sus gobernantes, existe total apatía a todo lo que tenga que ver con participación, justamente por la necesidad de supervivencia diaria que acosa a la población colombiana. Por tal razón se motiva la corrupción en todos los niveles sociales. Y la cultura ciudadana parece ser un discurso que tratan de resolver también los currículos escolares con pedagogía y enseñanza de valores, valores que no están inscritos en la historia de la nación, historia que según se dice está escrita con la sangre de los héroes, ahora con la sangre de quienes luchan por los derechos, pero el pueblo olvida a manos de quién se derrama la sangre de la gente pensante del país y les damos el poder casi monárquico sobre el territorio nacional, la vida de las personas, su dignidad y libertad de pensamiento y decisión. En el momento en que empecemos a pensar en el país como nación plural y diversa, conozcamos nuestras leyes, la reconozcamos como nuestras, tomemos conciencia de la carta constitucional como deber y derecho y en la misma medida las defendamos como nuestras podremos llamarnos sujetos políticos.
3. La falta de una verdadera democracia
En el país se ha entendido la democracia como la fuerza de las mayorías, pero sin conciencia política esas mayorías se convierten en masa opresora obediente de un sistema político tiránico y opresor que presume obedecer a los intereses del pueblo sobre todo en los momentos de elección popular de sus dirigentes, cuando dichas masas se dejan llevar por los discursos populistas, a todas vistas mentirosos -si se revisa la historia refundida en los archivos de los medios de comunicación- de los candidatos a ostentar el poder político del país no para servir a los intereses de la nación si no a los suyos propios. Las minorías que logran entender las verdaderas problemáticas que afligen al país y sus moradores son tratados como insurrectos y revoltosos y condenados por aquellas mayorías que logran unirse en contra de sí mismos y de sus generaciones futuras.