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¿Sabías que...?
Radiación de fondo
Las fuentes de radiación de fondo son la radiación cósmica del espacio exterior y los elementos
radiactivos naturales.
La atmósfera terrestre bloquea la radiación cósmica en gran medida, pero esta se concentra en
los polos norte y sur por el campo magnético terrestre. Por eso, la exposición a la radiación
cósmica es mayor para las personas que viven cerca de los polos o a gran altitud, y también
para las que viajan en avión.
Los elementos radiactivos, particularmente el uranio y los productos radiactivos en los que este
se degrada (como el gas radón), se encuentran en muchas piedras y minerales. Estos elementos
terminan incluidos en distintas sustancias, entre otras, los alimentos, el agua y los materiales
de construcción. La exposición al radón supone normalmente alrededor de los dos tercios de
exposición a una radiación natural.
Radiación artificial
La exposición a las fuentes artificiales de radiación se produce, en la mayoría de personas,
cuando estas se someten a pruebas de diagnóstico por la imagen (sobre todo, tomografía
computarizada y estudios de medicina nuclear cardíaca). Quienes se someten a tratamientos de
radiación contra el cáncer pueden recibir dosis muy altas de radiación. Sin embargo, se hace
todo lo posible para suministrar la radiación solo a los tejidos enfermos y reducir al mínimo la
radiación a los tejidos sanos.
La exposición también se produce desde otras fuentes artificiales, tales como los accidentes de
radiación y las lluvias radiactivas de ensayos anteriores con armas nucleares. Sin embargo,
estas exposiciones representan una parte mínima de la exposición anual para la mayoría de la
población. Por lo general, los accidentes de radiación afectan a las personas que trabajan con
materiales radiactivos y fuentes de rayos X, como irradiadores de alimentos, fuentes
industriales de radiografía y máquinas de rayos X. Estos trabajadores pueden recibir dosis
considerables de radiación. Estas lesiones generalmente se producen por no seguir los
procedimientos de seguridad. La exposición a la radiación también se ha producido a veces por
la pérdida o el robo de elementos médicos o industriales que contenían grandes cantidades de
material radiactivo. También se han producido lesiones por radiación en pacientes que reciben
radioterapia o a los que se les ha realizado ciertos procedimientos médicos guiados por
radioscopia (fluoroscopia) que muestra una imagen de rayos X móvil en una pantalla. Algunas
de estas lesiones son el resultado de accidentes o uso inapropiado, pero a veces, en los casos
más complejos, el uso adecuado de este tipo de procedimientos puede causar complicaciones
inevitables y reacciones tisulares inducidas por la radiación.
Las armas nucleares liberan cantidades masivas de energía y radiación. Estas armas no han
sido utilizadas contra la población desde 1945. No obstante, varias naciones disponen en la
actualidad de armas nucleares y varios grupos terroristas también han intentado obtenerlas o
fabricar las suyas propias, lo cual aumenta la posibilidad de que estas armas vuelvan a
utilizarse. La inmensa mayoría de las víctimas provocadas por la detonación de un arma
nuclear lo son por la explosión y las quemaduras térmicas. A una pequeña parte de las víctimas
(aun así un gran número) les sobrevienen enfermedades relacionadas con la radiación.
Fuentes naturales
Subtotal 3,1
Subtotal 3,1
Mamografía 0,4
Enema de bario 8
*Valor promedio. La mayoría de las personas reciben dosis mucho más bajas cada año,
a partir de los exámenes, como radiografías y mamografías dentales, mientras que un
número menor de personas enfermas o heridas requieren numerosas pruebas de
diagnóstico por la imagen y por lo tanto reciben dosis mucho mayores.
Los datos del National Council on Radiation Protection and Measurement. Exposición a
la radiación ionizante por parte de la población de Estados Unidos. Informe del
National Council on Radiation Protection and Measurement nº 160 del National
Council on Radiation Protection and Measurements, Bethesda, MD, 2009.
Efectos de la radiación
Los efectos perjudiciales de la radiación (es decir, la gravedad de la reacción tisular) dependen
de varios factores:
La cantidad (dosis)
Una única dosis rápida de radiación por todo el cuerpo puede ser mortal, pero la misma dosis
total aplicada en un plazo de semanas o meses puede producir menos efectos. Los efectos de la
radiación también dependen del porcentaje del cuerpo que resulte expuesto. Por ejemplo, más
de 6 Gy pueden ser mortales si la radiación se administra a todo el cuerpo. Sin embargo,
cuando esta se limita a zonas pequeñas y se administra durante semanas o meses, como sucede
en la radioterapia contra el cáncer, puede administrarse 10 veces (o más) esta cantidad sin
provocar un daño grave.
Ciertas partes del cuerpo son más sensibles que otras. Los órganos y los tejidos en que las
células se multiplican rápidamente, como el intestino y la médula ósea, resultan más
perjudicados por la radiación que los tejidos cuyas células se multiplican más lentamente,
como los músculos y las células cerebrales. La glándula tiroidea es propensa al cáncer después
de ser expuesta a yodo radiactivo porque este se concentra en la glándula tiroidea.
Radiación y niños
En los niños, algunos órganos y tejidos tales como el cerebro, el cristalino y la glándula tiroides
son más sensibles a la radiación que en los adultos. Sin embargo, algunos tejidos en los niños
no son más sensibles a la radiación que en los adultos, y algunos, como los ovarios, en realidad
son menos sensibles. El motivo de estas diferencias es complicado y no se entiende por
completo, pero se cree que la mayor sensibilidad de algunos tejidos en los niños se debe, al
menos en parte, al hecho de que las células de los niños crecen y maduran más rápidamente y
serán sometidos a muchas más divisiones celulares que las de los adultos.
El feto es sensible a las lesiones producidas por la radiación porque las células fetales se
dividen muy rápidamente y también se diferencian de células inmaduras a células maduras. En
el feto, la exposición por encima de 300 mGy durante las semanas 8 a 25 después de la
concepción puede causar una disminución de la inteligencia y fracaso escolar. Los defectos
congénitos se pueden producir por la exposición del útero a dosis altas de radiación. Sin
embargo, con dosis inferiores a 100 mGy, particularmente a las dosis bajas utilizadas en las
pruebas de diagnóstico por la imagen a las que pueden someterse las mujeres embarazadas, no
existe, aparentemente, un riesgo superior al normal de que el bebé nazca con un defecto de
nacimiento.
¿Sabías que...?
Radiación y cáncer
Una exposición importante a la radiación aumenta el riesgo de cáncer porque lesiona el
material genético (ADN) de las células que sobreviven a la radiación. Sin embargo, la radiación
es una causa de cáncer menor de lo que se cree. Incluso una dosis de cuerpo entero de 500 mGy
(más de 150 veces por encima de la dosis media anual de radiación de fondo) aumenta el riesgo
de un individuo de morir a causa de un cáncer a lo largo de su vida del 22% al 24.5%, lo que
significa únicamente un 2,5% de aumento del riesgo en términos absolutos.
En un feto o en un niño, el riesgo de cáncer producido por radiación es varias veces mayor que
el de los adultos. Los niños pueden ser más propensos debido a que sus células se dividen más
frecuentemente y porque tienen una esperanza de vida más larga, durante la cual pueden
desarrollar cáncer. Se estima que el riesgo de morir a causa de un cáncer a lo largo de la vida de
un niño de 1 año de edad al que se le realiza una tomografía computarizada (TC) de abdomen
aumenta cerca de un 0,1%. Recientemente, la preocupación por los posibles riesgos debido a la
TC han dado lugar a controversia sobre si éstas pruebas se usan con demasiada frecuencia.
Debido a estas preocupaciones, los dispositivos y las técnicas de TC se están optimizando para
reducir la dosis de radiación. Los médicos también tratan de hacer una TC sólo cuando es más
precisa que otras pruebas que utilizan menos o ninguna radiación. Cuando la TC es claramente
la prueba más precisa, el riesgo resultante de no hacer un diagnóstico correcto debido a haber
empleado una prueba menos precisa es mucho mayor que el riesgo de la TC.
Síntomas
Los síntomas dependen de si la exposición a la radiación alcanza todo el cuerpo o si se limita a
una parte pequeña. A dosis altas, la exposición de todo el cuerpo causa una enfermedad por
radiación aguda, y la exposición parcial del cuerpo ocasiona una lesión local por radiación.
Síndrome hematopoyético
Síndrome gastrointestinal
Síndrome cerebrovascular
El síndrome hematopoyético está causado por los efectos de la radiación sobre la médula
ósea, el bazo y los ganglios linfáticos, que son los principales centros de producción de células
sanguíneas (hematopoyesis). La pérdida de apetito (anorexia), el letargo, las náuseas y los
vómitos comienzan entre 1 y 6 horas después de la exposición a 1 y 6 Gy de radiación. Estos
síntomas desaparecen de 24 a 48 horas después de la exposición y la persona se siente bien
durante una semana o más. Durante ese periodo sin síntomas, las células productoras de
sangre de la médula ósea, del bazo y de los ganglios linfáticos comienzan a desgastarse y no son
reemplazadas, lo cual da lugar a una insuficiencia grave de leucocitos, seguida de escasez de
plaquetas y, más adelante, de eritrocitos. La escasez de glóbulos blancos (leucocitos) puede
conducir a infecciones graves. La de plaquetas puede ocasionar una hemorragia incontrolable.
La escasez de glóbulos rojos (anemia) causa fatiga, debilidad, palidez y dificultad respiratoria
durante el ejercicio físico. Si la persona sobrevive, al cabo de 4 o 5 semanas los glóbulos
sanguíneos empiezan a producirse de nuevo, pero la persona se siente débil y cansada durante
meses, y presentan un aumento del riesgo de sufrir cáncer.
El síndrome gastrointestinal se debe a los efectos de la radiación sobre las células que
revisten el aparato digestivo. Las náuseas graves, los vómitos y la diarrea pueden aparecer en
menos de 1 hora, tras una exposición a 4-6 Gy o más de radiación. Los síntomas pueden llevar a
una deshidratación grave, pero se resuelven al cabo de 2 días. En los siguientes 4 o 5 días
(periodo de latencia), la persona se siente bien, pero las células que revisten el aparato
digestivo, que normalmente actúan como una barrera protectora, mueren y son excretadas.
Tras este periodo vuelve a producirse diarrea grave, a menudo sanguinolenta, lo cual tiene
como consecuencia, una vez más, la deshidratación. Las bacterias del aparato digestivo pueden
invadir el organismo y causar infecciones graves. Quienes han recibido dicha cantidad de
radiación también sufren el síndrome hematopoyético, que provoca hemorragia e infección y
aumenta el riesgo de muerte. Tras la exposición a una radiación de 6 Gy o más, la persona
habitualmente muere. Sin embargo, con un tratamiento médico avanzado, el 50% de la
población puede sobrevivir.
El síndrome cerebrovascular se produce cuando la dosis total de radiación supera los 20-
30 Gy. La persona manifiesta rápidamente confusión, náuseas, vómitos, diarrea sanguinolenta,
temblores y choque. La fase de latencia es breve o no aparece. En unas horas se produce un
descenso de la presión arterial, acompañado de convulsiones y coma. El síndrome
cerebrovascular es siempre mortal en unas horas o en 1 o 2 días.
Pueden sobrevenir náuseas, vómitos y pérdida de apetito durante, o justo después, de una
irradiación del cerebro o el abdomen. Una cantidad importante de radiación sobre una zona
limitada del cuerpo a menudo lesiona la piel que recubre esa zona. Las alteraciones cutáneas
comprenden caída del cabello, enrojecimiento, descamación, úlceras y, posiblemente,
adelgazamiento de la piel y dilatación de los vasos sanguíneos justo debajo de la superficie de la
piel (venas en forma de araña). La radiación de la boca y la mandíbula puede causar sequedad
permanente en la boca, lo cual tiene como resultado un mayor número de caries dentales y
lesiones de la mandíbula. La radiación en los pulmones puede causar inflamación (neumonitis
por radiación). A grandes dosis puede causar graves cicatrizaciones (fibrosis) del tejido
pulmonar, lo cual puede producir dificultades respiratorias y posteriormente la muerte. El
corazón y su envoltura protectora (pericardio) pueden inflamarse tras una radiación extensa
sobre el tórax, produciendo síntomas como dolor torácico y dificultad respiratoria. Dosis
elevadas de radiación acumuladas en la médula espinal pueden causar una lesión muy grave
que provoca parálisis, incontinencia y pérdida de sensibilidad. La radiación extensa sobre el
abdomen (administrada contra el cáncer de ganglios linfáticos, testículos u ovarios) puede
causar úlceras crónicas, cicatrización y estrechamiento o perforación intestinal, provocando
síntomas como dolor abdominal, vómitos, que pueden ser sanguinolentos, y heces oscuras y
con aspecto de alquitrán.
Diagnóstico
La exposición a la radiación puede ser obvia a partir del historial clínico. Se considera que
puede haber una lesión por radiación cuando una persona desarrolla síntomas de enfermedad
o enrojecimiento de la piel o úlceras tras haber sido sometida a radioterapia o después de haber
estado expuesta a una radiación accidental. El tiempo transcurrido hasta que aparecen los
síntomas ayudan a calcular la cantidad de radiación. No se dispone de pruebas específicas para
diagnosticar la exposición a la radiación, aunque pueden emplearse ciertas pruebas clínicas
estándar para detectar infecciones, un hemograma con valores bajos o la disfunción de un
órgano. Para ayudar a determinar la gravedad de una exposición a radiación, se mide el
número de linfocitos (un tipo de glóbulos blancos) en sangre. Normalmente, cuanto menor sea
el número de linfocitos a las 48 horas de la exposición, peor habrá sido la exposición a la
radiación.
Los primeros síntomas de enfermedad por radiación aguda (náuseas, vómitos y temblores)
también pueden ser debidos a la ansiedad. Dado que la ansiedad es común después de ataques
terroristas o incidentes nucleares, no debe cundir el pánico si aparecen estos síntomas, sobre
todo si se desconoce la cantidad de exposición a la radiación, ya que esta puede haber sido
pequeña.
Prevención
Tras una gran contaminación generalizada del medio ambiente por accidente en una central
nuclear o por la liberación intencionada de material radiactivo, se deberán seguir los consejos
de las autoridades de salud pública. Esa información suele ser difundida por televisión y radio.
El consejo puede ser evacuar la zona contaminada o refugiarse en el lugar donde se encuentren.
La recomendación de evacuación o de refugio dependerá de muchos factores, como el tiempo
transcurrido desde el escape inicial, si el escape ha cesado, las condiciones climáticas, la
disponibilidad de refugios adecuados y las condiciones del tráfico y las carreteras. Si se
recomienda refugiarse, es mejor hacerlo en una estructura de hormigón o metálica, sobre todo
bajo tierra (por ejemplo, en un sótano). Si no existe esa posibilidad o no hay un refugio
subterráneo disponible, el mejor lugar será a mitad de camino entre la parte superior e inferior
de un edificio alto, cerca del centro, y lejos de las ventanas.
Durante las pruebas de diagnóstico por la imagen que implican el uso de radiaciones
ionizantes, sobre todo durante la radioterapia para el cáncer, que supone dosis altas, las partes
más susceptibles del cuerpo, como el cristalino de los ojos, los senos de las mujeres, los ovarios
o los testículos y la glándula tiroidea, deben protegerse cuando sea posible (por ejemplo,
mediante el uso de protectores con plomo).
¿Sabías que...?
Pronóstico
El pronóstico depende de la dosis de radiación, la velocidad de la dosis (la rapidez a la que se
produce la exposición) y las partes del cuerpo afectadas. Otros factores son el estado de salud
de las personas y si se recibe atención médica. En general, sin cuidados médicos, la mitad de las
personas que reciben más de 3 Gy de radiación en todo el cuerpo en una sola dosis fallecen.
Casi todas las personas que reciben más de 8 Gy fallecen. Casi todos los que reciben menos de 2
Gy se recuperan completamente en un mes, aunque pueden aparecer complicaciones a largo
plazo, como el cáncer. Con atención médica, alrededor de la mitad de la población sobrevive a 6
Gy de radiación en todo el cuerpo. Algunas personas han sobrevivido a dosis de hasta 10 Gy.
Puesto que es improbable que los médicos conozcan la cantidad de radiación que una persona
ha recibido, por lo general lo deducen por los síntomas que se presenten. El síndrome
cerebrovascular es mortal en un periodo de tiempo que oscila entre horas y pocos días. El
síndrome gastrointestinal es generalmente mortal en un lapso de 3 a 10 días, aunque algunas
personas sobreviven durante unas semanas. Muchas personas que reciben la asistencia médica
adecuada sobreviven al síndrome hematopoyético, según la cantidad de radiación y su estado
de salud. Los que no sobreviven, por lo general, mueren en 4 u 8 semanas tras la exposición.
Tratamiento
Se procede antes al tratamiento de las lesiones físicas graves que al de la radiación, porque
pueden suponer un riesgo para la vida en un periodo más breve. La irradiación no tiene un
tratamiento de urgencia, pero se puede controlar cuidadosamente a la persona en busca de los
diversos síndromes para tratarlos a medida que surgen.
Se pueden reducir las náuseas y los vómitos mediante la administración de fármacos para
prevenir el vómito (antieméticos). Estos fármacos se administran de forma sistemática a las
personas sometidas a radioterapia o quimioterapia. La deshidratación se trata con sueros
administrados por vía intravenosa.
El dolor causado por las llagas o úlceras provocadas por la radiación se trata con analgésicos. Si
estas heridas no cicatrizan satisfactoriamente, con el tiempo se pueden reparar
quirúrgicamente con injertos de piel u otros procedimientos.
Las personas que sobreviven pueden necesitar un seguimiento periódico de las cataratas y de
los trastornos del tiroides, pero no es necesario otro seguimiento regular.
Última revisión completa febrero 2014 por Jerrold T. Bushberg, PhD, DABMP