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por-la-radiaci%C3%B3n/lesiones-causadas-por-la-radiaci%C3%B3n
file:///C:/Users/USUARIO/Desktop/SI/radiacio.pdf

Lesiones causadas por la


radiación
Por Jerrold T. Bushberg, PhD, DABMP, Clinical Professor, Radiology
and Radiation Oncology, and Director of Health Physics Program,
School of Medicine, University of California, Davis

NOTA: Esta es la versión para el público


general. MÉDICOS: Hacer clic aquí para la versión para
profesionales

 Lesiones causadas por la radiación


 Lesiones causadas por la radiación
La lesión por radiación es el daño producido en los tejidos a causa de
una exposición a radiación ionizante.

 La radiación ionizante a dosis grandes puede disminuir la producción de


células sanguíneas y lesionar las vías digestivas, originando una enfermedad
aguda.

 Una dosis muy grande de radiación ionizante también puede dañar el


corazón y los vasos sanguíneos (sistema cardiovascular), el cerebro y la piel.

 Las lesiones producidas por dosis grandes y muy grandes de radiación se


conocen como reacciones tisulares. La dosis necesaria para causar una
lesión tisular visible varía con el tipo de tejido.

 La radiación ionizante puede aumentar el riesgo de cáncer.

 La exposición a la radiación de los espermatozoides y los óvulos incrementa


un poco el riesgo de anomalías genéticas en la descendencia.

 Los médicos eliminan tanto material radiactivo externo e interno (material


inhalado o ingerido) como sea posible y tratan los síntomas y
complicaciones de las lesiones causadas por la radiación.
En general, la radiación ionizante se refiere a ondas electromagnéticas de alta
energía (rayos X y rayos gamma) y partículas (partículas alfa, partículas beta y
neutrones) que son capaces de arrancar electrones a los átomos (ionización). La
ionización cambia la estructura química de los átomos afectados y de las moléculas
que contengan dichos átomos. Al cambiar las moléculas de la tan ordenada
estructura celular, la radiación ionizante puede alterar y lesionar las células. La
lesión celular puede causar enfermedades, aumentar el riesgo de desarrollar
cáncer, o ambos.

La radiación ionizante la emiten sustancias radiactivas (radionúclidos) como el


uranio, el radón y el plutonio. También la producen dispositivos como los aparatos
de rayos X y de radioterapia.

Enfermedad por radiación


Otras formas de radiación electromagnética son las ondas de radio (como las de
teléfonos móviles y las de transmisores de radio AM y FM) y la luz visible. Sin
embargo, debido a su energía menor, estas formas de radiación no son ionizantes, y
por lo tanto, los niveles de exposición pública de estas fuentes comunes no lesionan
las células. Aquí, al hablar de «radiación» se hace referencia exclusivamente a las
radiaciones ionizantes.
Medición de la radiación
La cantidad de radiación se mide en varias unidades diferentes. El roentgen (R) es una medida
de la capacidad ionizante de la radiación en el aire y se utiliza normalmente para expresar la
intensidad de la exposición a la radiación. La radiación a la que se está expuesto y la cantidad
que es absorbida por el cuerpo pueden ser muy diferentes. El gray (Gy) y el sievert (Sv) son
medidas de dosis de radiación, que es la cantidad de radiación absorbida por la materia, y son
las unidades utilizadas para medir la dosis en humanos después de la exposición a la radiación.
El Gy y el Sv son similares, excepto en que el Sv tiene en cuenta el efecto perjudicial de
diferentes tipos de radiación y la sensibilidad de los diferentes tejidos del cuerpo a la radiación.
Las dosis bajas se miden en mGy (1 mGy = 1/1000 Gy) y mSv (1 mSv = 1/1000 Sv).

Contaminación frente a Irradiación


La dosis de radiación de un individuo se puede aumentar de dos maneras: por contaminación y
por irradiación. La mayoría de los accidentes radiactivos más importantes han expuesto a la
población a ambos.

La contaminación es el contacto y la retención de un material radiactivo, normalmente en


forma de polvo o líquido. La contaminación externa es la que está en la piel o en la ropa, de
donde parte puede desprenderse o ser eliminada con un cepillo, y contaminar a otras personas
y objetos. La contaminación interna es absorbida por el cuerpo por ingestión, inhalación o a
través de cortes en la piel. Una vez en el cuerpo, el material radiactivo puede ser transportado a
varios lugares, como la médula ósea, donde continua emitiendo radiación, aumentando la
dosis, hasta que se extrae o emite toda su energía (degradación). La contaminación interna es
más difícil de eliminar que la contaminación externa.

La irradiación es la exposición a la radiación, pero no al material radiactivo, es decir, no se


trata de contaminación. Un ejemplo habitual son las radiografías, utilizadas, por ejemplo, para
evaluar una fractura ósea. La exposición a la radiación puede producirse sin contacto directo
entre las personas y la fuente de radiación (por ejemplo, con material radiactivo o con una
máquina radiográfica). Cuando la fuente de la radiación se elimina o se apaga, la irradiación
finaliza. Las personas que son irradiadas, pero no contaminadas, no son radiactivas, es decir,
no emiten radiación, y la dosis recibida desde esa fuente de radiación no va en aumento.

¿Sabías que...?

En Estados Unidos, una persona corriente recibe casi la misma dosis de


radiación natural que de radiación a partir de fuentes artificiales (que consiste
casi por completo en la radiación médica utilizada para diagnosticar o tratar una
enfermedad).

Fuentes de exposición a la radiación


Las personas están expuestas constantemente a niveles bajos de radiación de origen natural
(radiación de fondo) y de vez en cuando a la radiación procedente de fuentes artificiales. La
radiación natural de fondo varía enormemente en todo el mundo y también dentro de los
países. En Estados Unidos, por ejemplo, la población recibe una media de unos 3 mSv al año
proveniente de fuentes naturales, y el rango de exposición varía de forma aproximada entre 0,5
y 20 mSv por año en función de la región, la elevación por encima del nivel del mar y la
geología local. De media se recibe una dosis adicional de 3 mSv/año desde fuentes
manufacturadas (principalmente dispositivos médicos), por lo que el promedio total de dosis
efectiva es de aproximadamente 6 mSv/año.

Radiación de fondo
Las fuentes de radiación de fondo son la radiación cósmica del espacio exterior y los elementos
radiactivos naturales.

La atmósfera terrestre bloquea la radiación cósmica en gran medida, pero esta se concentra en
los polos norte y sur por el campo magnético terrestre. Por eso, la exposición a la radiación
cósmica es mayor para las personas que viven cerca de los polos o a gran altitud, y también
para las que viajan en avión.

Los elementos radiactivos, particularmente el uranio y los productos radiactivos en los que este
se degrada (como el gas radón), se encuentran en muchas piedras y minerales. Estos elementos
terminan incluidos en distintas sustancias, entre otras, los alimentos, el agua y los materiales
de construcción. La exposición al radón supone normalmente alrededor de los dos tercios de
exposición a una radiación natural.

Aun considerándola en su conjunto, la dosis de radiación natural de fondo es demasiado baja


como para producir lesiones radiactivas. Hasta la fecha no se han demostrado efectos sobre la
salud debidos a diferencias en el nivel de radiación de fondo, ya que los riesgos de producir
efectos sobre la salud mediante la radiación a estos niveles bajos de exposición son
inexistentes, o bien son demasiado pequeños para ser observados.

Radiación artificial
La exposición a las fuentes artificiales de radiación se produce, en la mayoría de personas,
cuando estas se someten a pruebas de diagnóstico por la imagen (sobre todo, tomografía
computarizada y estudios de medicina nuclear cardíaca). Quienes se someten a tratamientos de
radiación contra el cáncer pueden recibir dosis muy altas de radiación. Sin embargo, se hace
todo lo posible para suministrar la radiación solo a los tejidos enfermos y reducir al mínimo la
radiación a los tejidos sanos.

La exposición también se produce desde otras fuentes artificiales, tales como los accidentes de
radiación y las lluvias radiactivas de ensayos anteriores con armas nucleares. Sin embargo,
estas exposiciones representan una parte mínima de la exposición anual para la mayoría de la
población. Por lo general, los accidentes de radiación afectan a las personas que trabajan con
materiales radiactivos y fuentes de rayos X, como irradiadores de alimentos, fuentes
industriales de radiografía y máquinas de rayos X. Estos trabajadores pueden recibir dosis
considerables de radiación. Estas lesiones generalmente se producen por no seguir los
procedimientos de seguridad. La exposición a la radiación también se ha producido a veces por
la pérdida o el robo de elementos médicos o industriales que contenían grandes cantidades de
material radiactivo. También se han producido lesiones por radiación en pacientes que reciben
radioterapia o a los que se les ha realizado ciertos procedimientos médicos guiados por
radioscopia (fluoroscopia) que muestra una imagen de rayos X móvil en una pantalla. Algunas
de estas lesiones son el resultado de accidentes o uso inapropiado, pero a veces, en los casos
más complejos, el uso adecuado de este tipo de procedimientos puede causar complicaciones
inevitables y reacciones tisulares inducidas por la radiación.

En contadas ocasiones, se han liberado cantidades considerables de material radiactivo de las


plantas de energía nuclear, como en la planta de Three Mile Island en Pensilvania (Estados
Unidos) en 1979, la de Chernobyl (Ucrania) en 1986 y la planta de Fukushima Daiichi en Japón
en 2011. El accidente de Three Mile Island no provocó una exposición radiactiva mayor; de
hecho, la población que vivía a 1,6 km de la planta recibió tan solo una dosis de radiación
adicional de aproximadamente 0,08 mSv. Sin embargo, la dosis media de las
aproximadamente 115 000 personas que fueron evacuadas de la zona próxima a la planta de
Chernobyl fue de alrededor de 30 mSv. De forma comparativa, la dosis típica de una sola
exploración de TC oscila entre 4 y 8 mSv. Las personas que trabajaban en la planta de
Chernobyl recibieron una dosis significativamente mayor. Más de treinta trabajadores y
personal de emergencias murieron durante los meses posteriores al accidente, y muchos otros
sufrieron enfermedad aguda por radiación. Hubo niveles bajos de contaminación provenientes
de Chernobyl en partes tan distantes como Europa, Asia e incluso (en menor grado) en América
del Norte. Se estimó que la dosis media de radiación acumulativa, durante un período de 20
años después del accidente, en quienes vivían en áreas con baja contaminación (varias regiones
de Bielorusia, Rusia y Ucrania) fue de aproximadamente 9 mSv. Cabe observar que la dosis
extra anual media (de 0,5 a 1,5 mSv por año) recibida en las zonas contaminadas por el escape
de Chernobyl es generalmente inferior a la radiación habitual de fondo en Estados Unidos (3
mSv). Algunos trabajadores de la planta de Fukushima Daiichi fueron expuestos a dosis
significativas de radiación; sin embargo, no hubo muertes o reacciones tisulares permanentes
inducidas por la radiación. Las personas que vivían a menos de 20 km de la central de energía
nuclear de Fukushima Daiichi fueron evacuadas a causa de la preocupación causada por la
exposición a la radiación. Sin embargo se estima que casi ningún residente en la zona recibió
más de 5 mSv. El pronóstico de la Organización Mundial de la Salud es que las muertes por
cáncer relacionadas con este accidente no serán muchas.

Las armas nucleares liberan cantidades masivas de energía y radiación. Estas armas no han
sido utilizadas contra la población desde 1945. No obstante, varias naciones disponen en la
actualidad de armas nucleares y varios grupos terroristas también han intentado obtenerlas o
fabricar las suyas propias, lo cual aumenta la posibilidad de que estas armas vuelvan a
utilizarse. La inmensa mayoría de las víctimas provocadas por la detonación de un arma
nuclear lo son por la explosión y las quemaduras térmicas. A una pequeña parte de las víctimas
(aun así un gran número) les sobrevienen enfermedades relacionadas con la radiación.

La posibilidad de exposición a la radiación provocada por actividades terroristas (ver Armas


radiológicas) incluye el uso de dispositivos para contaminar una zona mediante la dispersión
de material radiactivo (un artefacto de dispersión de la radiación que utiliza explosivos
convencionales denominado «bomba sucia»). Otras situaciones de terrorismo pueden ser el
uso de una fuente de radiación oculta para exponer a la población, que no sospecha nada, a
grandes dosis de radiación; atacar un reactor nuclear o un almacén de material radiactivo, o
detonar un arma nuclear.

Exposición anual a la radiación (valores de referencia en Estados


Unidos)

Dosis media efectiva


Fuente
(milisieverts)

Fuentes naturales

Gas radón 2,3

Otras fuentes terrestres 0,2


Dosis media efectiva
Fuente
(milisieverts)

Radiación procedente del Sol y del espacio exterior 0,3


(cósmica)

Material radiactivo natural en el cuerpo 0,3

Subtotal 3,1

Fuentes artificiales de radiación

Imágenes de diagnóstico médico* 3,0

Productos de consumo 0,1

Lluvia radiactiva por pruebas de armas Menos de 0,01

Industria nuclear Menos de 0,01

Subtotal 3,1

Exposición anual total 6,2

Otras fuentes de exposición (por incidente)

Viaje en avión de línea 0,001-0,014/hora de vuelo

Rayos X dentales 0,005

Radiografía de tórax (posteroanterior) 0,02

Radiografía de tórax (dos proyecciones: 0,1


posteroanterior y lateral)

Mamografía 0,4

tomografía computarizada de la cabeza 2


Dosis media efectiva
Fuente
(milisieverts)

Tomografía computarizada de tórax, abdomen o 6,8


pelvis

Enema de bario 8

Pruebas de medicina nuclear (por ejemplo, una 4,2


gammagrafía ósea)

*Valor promedio. La mayoría de las personas reciben dosis mucho más bajas cada año,
a partir de los exámenes, como radiografías y mamografías dentales, mientras que un
número menor de personas enfermas o heridas requieren numerosas pruebas de
diagnóstico por la imagen y por lo tanto reciben dosis mucho mayores.

Los datos del National Council on Radiation Protection and Measurement. Exposición a
la radiación ionizante por parte de la población de Estados Unidos. Informe del
National Council on Radiation Protection and Measurement nº 160 del National
Council on Radiation Protection and Measurements, Bethesda, MD, 2009.

Efectos de la radiación
Los efectos perjudiciales de la radiación (es decir, la gravedad de la reacción tisular) dependen
de varios factores:

 La cantidad (dosis)

 Con qué rapidez se recibe la dosis

 Qué cantidad del cuerpo se expone

 La sensibilidad de determinados tejidos a la radiación

 La presencia de anomalías genéticas que alteran la reparación normal del ADN

 Edad de la persona en el momento de la exposición

 Estado general de salud de la persona antes de la exposición

Una única dosis rápida de radiación por todo el cuerpo puede ser mortal, pero la misma dosis
total aplicada en un plazo de semanas o meses puede producir menos efectos. Los efectos de la
radiación también dependen del porcentaje del cuerpo que resulte expuesto. Por ejemplo, más
de 6 Gy pueden ser mortales si la radiación se administra a todo el cuerpo. Sin embargo,
cuando esta se limita a zonas pequeñas y se administra durante semanas o meses, como sucede
en la radioterapia contra el cáncer, puede administrarse 10 veces (o más) esta cantidad sin
provocar un daño grave.

Ciertas partes del cuerpo son más sensibles que otras. Los órganos y los tejidos en que las
células se multiplican rápidamente, como el intestino y la médula ósea, resultan más
perjudicados por la radiación que los tejidos cuyas células se multiplican más lentamente,
como los músculos y las células cerebrales. La glándula tiroidea es propensa al cáncer después
de ser expuesta a yodo radiactivo porque este se concentra en la glándula tiroidea.

Radiación y niños
En los niños, algunos órganos y tejidos tales como el cerebro, el cristalino y la glándula tiroides
son más sensibles a la radiación que en los adultos. Sin embargo, algunos tejidos en los niños
no son más sensibles a la radiación que en los adultos, y algunos, como los ovarios, en realidad
son menos sensibles. El motivo de estas diferencias es complicado y no se entiende por
completo, pero se cree que la mayor sensibilidad de algunos tejidos en los niños se debe, al
menos en parte, al hecho de que las células de los niños crecen y maduran más rápidamente y
serán sometidos a muchas más divisiones celulares que las de los adultos.

El feto es sensible a las lesiones producidas por la radiación porque las células fetales se
dividen muy rápidamente y también se diferencian de células inmaduras a células maduras. En
el feto, la exposición por encima de 300 mGy durante las semanas 8 a 25 después de la
concepción puede causar una disminución de la inteligencia y fracaso escolar. Los defectos
congénitos se pueden producir por la exposición del útero a dosis altas de radiación. Sin
embargo, con dosis inferiores a 100 mGy, particularmente a las dosis bajas utilizadas en las
pruebas de diagnóstico por la imagen a las que pueden someterse las mujeres embarazadas, no
existe, aparentemente, un riesgo superior al normal de que el bebé nazca con un defecto de
nacimiento.

¿Sabías que...?

La radiación no es una causa tan importante de cáncer o de defectos


congénitos como puede pensarse.

Radiación y cáncer
Una exposición importante a la radiación aumenta el riesgo de cáncer porque lesiona el
material genético (ADN) de las células que sobreviven a la radiación. Sin embargo, la radiación
es una causa de cáncer menor de lo que se cree. Incluso una dosis de cuerpo entero de 500 mGy
(más de 150 veces por encima de la dosis media anual de radiación de fondo) aumenta el riesgo
de un individuo de morir a causa de un cáncer a lo largo de su vida del 22% al 24.5%, lo que
significa únicamente un 2,5% de aumento del riesgo en términos absolutos.

En un feto o en un niño, el riesgo de cáncer producido por radiación es varias veces mayor que
el de los adultos. Los niños pueden ser más propensos debido a que sus células se dividen más
frecuentemente y porque tienen una esperanza de vida más larga, durante la cual pueden
desarrollar cáncer. Se estima que el riesgo de morir a causa de un cáncer a lo largo de la vida de
un niño de 1 año de edad al que se le realiza una tomografía computarizada (TC) de abdomen
aumenta cerca de un 0,1%. Recientemente, la preocupación por los posibles riesgos debido a la
TC han dado lugar a controversia sobre si éstas pruebas se usan con demasiada frecuencia.
Debido a estas preocupaciones, los dispositivos y las técnicas de TC se están optimizando para
reducir la dosis de radiación. Los médicos también tratan de hacer una TC sólo cuando es más
precisa que otras pruebas que utilizan menos o ninguna radiación. Cuando la TC es claramente
la prueba más precisa, el riesgo resultante de no hacer un diagnóstico correcto debido a haber
empleado una prueba menos precisa es mucho mayor que el riesgo de la TC.

Radiación y alteraciones hereditarias


En animales, la irradiación a dosis altas de los ovarios o los testículos ha demostrado tener
como resultado descendientes con anomalías (alteraciones hereditarias). Sin embargo, no se ha
observado ningún aumento en el porcentaje de alteraciones de nacimiento en los hijos de los
supervivientes de las explosiones nucleares en Japón. Puede ser que la exposición a la
radiación no fuera lo suficientemente alta como para causar un aumento mensurable. No hay
un aumento en el riesgo de defectos de nacimiento en los niños concebidos después de que sus
padres recibiesen radioterapia para el cáncer, si la dosis media de los ovarios fue de
aproximadamente 0,5 Gy y la de los testículos de alrededor de 1,2 Gy (exposición típica de los
tejidos próximos pero no del área que recibió directamente el tratamiento mediante
radioterapia).

Síntomas
Los síntomas dependen de si la exposición a la radiación alcanza todo el cuerpo o si se limita a
una parte pequeña. A dosis altas, la exposición de todo el cuerpo causa una enfermedad por
radiación aguda, y la exposición parcial del cuerpo ocasiona una lesión local por radiación.

Enfermedad por radiación aguda


La enfermedad por radiación aguda suele producirse en personas en las que todo el cuerpo ha
estado expuesto a dosis altas de radiación a la vez o en poco tiempo. Los médicos dividen la
enfermedad por radiación aguda en tres grupos (síndromes), en función del sistema de órganos
afectado, aunque algunos se solapan:

 Síndrome hematopoyético

 Síndrome gastrointestinal

 Síndrome cerebrovascular

El síndrome de radiación aguda evoluciona normalmente en tres fases:

 Primeros síntomas tales como náuseas, pérdida de apetito, vómitos, cansancio y,


cuando se reciben dosis muy altas de radiación, diarrea (llamados en conjunto
«pródromos»)

 Un periodo sin síntomas (fase latente)

 Varios patrones de síntomas (síndromes) en función de la cantidad de radiación que se


haya recibido

El tipo de síndrome que aparece, su gravedad y su velocidad de progresión, dependerá de la


dosis de radiación. A medida que aumenta la dosis, los síntomas aparecen antes, progresan
más rápidamente (por ejemplo, de síntomas prodrómicos a síndromes de varios sistemas de
órganos) y se vuelven más graves.
La gravedad y la evolución de los primeros síntomas son bastante consistentes de una persona
a otra para una cantidad de radiación determinada. Por eso, a menudo el médico puede
calcular la exposición a la radiación de una persona en función del momento de aparición, la
naturaleza y la gravedad de los primeros síntomas. Sin embargo, la presencia de lesiones,
quemaduras o ansiedad severa puede complicar esta estimación.

El síndrome hematopoyético está causado por los efectos de la radiación sobre la médula
ósea, el bazo y los ganglios linfáticos, que son los principales centros de producción de células
sanguíneas (hematopoyesis). La pérdida de apetito (anorexia), el letargo, las náuseas y los
vómitos comienzan entre 1 y 6 horas después de la exposición a 1 y 6 Gy de radiación. Estos
síntomas desaparecen de 24 a 48 horas después de la exposición y la persona se siente bien
durante una semana o más. Durante ese periodo sin síntomas, las células productoras de
sangre de la médula ósea, del bazo y de los ganglios linfáticos comienzan a desgastarse y no son
reemplazadas, lo cual da lugar a una insuficiencia grave de leucocitos, seguida de escasez de
plaquetas y, más adelante, de eritrocitos. La escasez de glóbulos blancos (leucocitos) puede
conducir a infecciones graves. La de plaquetas puede ocasionar una hemorragia incontrolable.
La escasez de glóbulos rojos (anemia) causa fatiga, debilidad, palidez y dificultad respiratoria
durante el ejercicio físico. Si la persona sobrevive, al cabo de 4 o 5 semanas los glóbulos
sanguíneos empiezan a producirse de nuevo, pero la persona se siente débil y cansada durante
meses, y presentan un aumento del riesgo de sufrir cáncer.

El síndrome gastrointestinal se debe a los efectos de la radiación sobre las células que
revisten el aparato digestivo. Las náuseas graves, los vómitos y la diarrea pueden aparecer en
menos de 1 hora, tras una exposición a 4-6 Gy o más de radiación. Los síntomas pueden llevar a
una deshidratación grave, pero se resuelven al cabo de 2 días. En los siguientes 4 o 5 días
(periodo de latencia), la persona se siente bien, pero las células que revisten el aparato
digestivo, que normalmente actúan como una barrera protectora, mueren y son excretadas.
Tras este periodo vuelve a producirse diarrea grave, a menudo sanguinolenta, lo cual tiene
como consecuencia, una vez más, la deshidratación. Las bacterias del aparato digestivo pueden
invadir el organismo y causar infecciones graves. Quienes han recibido dicha cantidad de
radiación también sufren el síndrome hematopoyético, que provoca hemorragia e infección y
aumenta el riesgo de muerte. Tras la exposición a una radiación de 6 Gy o más, la persona
habitualmente muere. Sin embargo, con un tratamiento médico avanzado, el 50% de la
población puede sobrevivir.

El síndrome cerebrovascular se produce cuando la dosis total de radiación supera los 20-
30 Gy. La persona manifiesta rápidamente confusión, náuseas, vómitos, diarrea sanguinolenta,
temblores y choque. La fase de latencia es breve o no aparece. En unas horas se produce un
descenso de la presión arterial, acompañado de convulsiones y coma. El síndrome
cerebrovascular es siempre mortal en unas horas o en 1 o 2 días.

Lesión local por radiación


La radioterapia contra el cáncer es una de las causas más frecuentes de lesiones producidas por
radiación local. Los síntomas dependen de la cantidad de radiación, la velocidad a la que se
administra y el área del cuerpo tratada.

Pueden sobrevenir náuseas, vómitos y pérdida de apetito durante, o justo después, de una
irradiación del cerebro o el abdomen. Una cantidad importante de radiación sobre una zona
limitada del cuerpo a menudo lesiona la piel que recubre esa zona. Las alteraciones cutáneas
comprenden caída del cabello, enrojecimiento, descamación, úlceras y, posiblemente,
adelgazamiento de la piel y dilatación de los vasos sanguíneos justo debajo de la superficie de la
piel (venas en forma de araña). La radiación de la boca y la mandíbula puede causar sequedad
permanente en la boca, lo cual tiene como resultado un mayor número de caries dentales y
lesiones de la mandíbula. La radiación en los pulmones puede causar inflamación (neumonitis
por radiación). A grandes dosis puede causar graves cicatrizaciones (fibrosis) del tejido
pulmonar, lo cual puede producir dificultades respiratorias y posteriormente la muerte. El
corazón y su envoltura protectora (pericardio) pueden inflamarse tras una radiación extensa
sobre el tórax, produciendo síntomas como dolor torácico y dificultad respiratoria. Dosis
elevadas de radiación acumuladas en la médula espinal pueden causar una lesión muy grave
que provoca parálisis, incontinencia y pérdida de sensibilidad. La radiación extensa sobre el
abdomen (administrada contra el cáncer de ganglios linfáticos, testículos u ovarios) puede
causar úlceras crónicas, cicatrización y estrechamiento o perforación intestinal, provocando
síntomas como dolor abdominal, vómitos, que pueden ser sanguinolentos, y heces oscuras y
con aspecto de alquitrán.

En ocasiones aparecen lesiones graves mucho después de haber finalizado la radioterapia.


Puede haber una disminución de la función renal entre 6 meses y un año después de que la
persona haya recibido cantidades extremadamente elevadas de radiación, provocando anemia y
presión arterial alta. La acumulación de grandes dosis de radiación en los músculos puede
causar una enfermedad dolorosa que incluye debilitamiento muscular (atrofia) y formación de
depósitos de calcio en el músculo irradiado. Ocasionalmente el tratamiento radiactivo puede
provocar un tumor canceroso nuevo (maligno). Estos cánceres provocados por la radiación
aparecen normalmente a los 10 años o más después de la exposición.

Diagnóstico
La exposición a la radiación puede ser obvia a partir del historial clínico. Se considera que
puede haber una lesión por radiación cuando una persona desarrolla síntomas de enfermedad
o enrojecimiento de la piel o úlceras tras haber sido sometida a radioterapia o después de haber
estado expuesta a una radiación accidental. El tiempo transcurrido hasta que aparecen los
síntomas ayudan a calcular la cantidad de radiación. No se dispone de pruebas específicas para
diagnosticar la exposición a la radiación, aunque pueden emplearse ciertas pruebas clínicas
estándar para detectar infecciones, un hemograma con valores bajos o la disfunción de un
órgano. Para ayudar a determinar la gravedad de una exposición a radiación, se mide el
número de linfocitos (un tipo de glóbulos blancos) en sangre. Normalmente, cuanto menor sea
el número de linfocitos a las 48 horas de la exposición, peor habrá sido la exposición a la
radiación.

La contaminación radiactiva, a diferencia de la irradiación, a menudo puede determinarse


mediante una inspección del cuerpo de la persona afectada con un contador Geiger-Müller, un
aparato que detecta la radiación. También se efectúa un control de radiactividad mediante el
examen de las torundas aplicadas a la nariz, la garganta y de cualquier herida.

Los primeros síntomas de enfermedad por radiación aguda (náuseas, vómitos y temblores)
también pueden ser debidos a la ansiedad. Dado que la ansiedad es común después de ataques
terroristas o incidentes nucleares, no debe cundir el pánico si aparecen estos síntomas, sobre
todo si se desconoce la cantidad de exposición a la radiación, ya que esta puede haber sido
pequeña.

Prevención
Tras una gran contaminación generalizada del medio ambiente por accidente en una central
nuclear o por la liberación intencionada de material radiactivo, se deberán seguir los consejos
de las autoridades de salud pública. Esa información suele ser difundida por televisión y radio.
El consejo puede ser evacuar la zona contaminada o refugiarse en el lugar donde se encuentren.
La recomendación de evacuación o de refugio dependerá de muchos factores, como el tiempo
transcurrido desde el escape inicial, si el escape ha cesado, las condiciones climáticas, la
disponibilidad de refugios adecuados y las condiciones del tráfico y las carreteras. Si se
recomienda refugiarse, es mejor hacerlo en una estructura de hormigón o metálica, sobre todo
bajo tierra (por ejemplo, en un sótano). Si no existe esa posibilidad o no hay un refugio
subterráneo disponible, el mejor lugar será a mitad de camino entre la parte superior e inferior
de un edificio alto, cerca del centro, y lejos de las ventanas.

Se recomienda cambiarse de ropa y ducharse si se sospecha que puede haber habido


contaminación con material radiactivo. Se pueden obtener comprimidos de yoduro de potasio
(KI) en las farmacias locales y algunos centros de salud pública. Sin embargo, el yoduro
potásico solo es útil si se libera yodo radiactivo. No protege frente a otros materiales
radiactivos. Las personas con sensibilidad conocida al yodo y ciertos trastornos del tiroides
deben evitar el yoduro de potasio. Se debe consultar a un médico si se cree que se tiene
sensibilidad al yodo. Se ha demostrado que ciertos fármacos experimentales administrados
durante o inmediatamente después de la irradiación aumentan las tasas de supervivencia en los
animales. Sin embargo, estos fármacos pueden ser muy tóxicos y no se recomienda su
administración a seres humanos en la actualidad.

Durante las pruebas de diagnóstico por la imagen que implican el uso de radiaciones
ionizantes, sobre todo durante la radioterapia para el cáncer, que supone dosis altas, las partes
más susceptibles del cuerpo, como el cristalino de los ojos, los senos de las mujeres, los ovarios
o los testículos y la glándula tiroidea, deben protegerse cuando sea posible (por ejemplo,
mediante el uso de protectores con plomo).

¿Sabías que...?

Las personas que viven a menos de 16 km de una central de energía


nuclear deben tener fácil acceso a pastillas de yoduro potásico.

Cambiarse de ropa y ducharse con agua templada y un champú de uso


habitual son medidas muy eficaces para eliminar la mayor parte de la
contaminación externa.

Pronóstico
El pronóstico depende de la dosis de radiación, la velocidad de la dosis (la rapidez a la que se
produce la exposición) y las partes del cuerpo afectadas. Otros factores son el estado de salud
de las personas y si se recibe atención médica. En general, sin cuidados médicos, la mitad de las
personas que reciben más de 3 Gy de radiación en todo el cuerpo en una sola dosis fallecen.
Casi todas las personas que reciben más de 8 Gy fallecen. Casi todos los que reciben menos de 2
Gy se recuperan completamente en un mes, aunque pueden aparecer complicaciones a largo
plazo, como el cáncer. Con atención médica, alrededor de la mitad de la población sobrevive a 6
Gy de radiación en todo el cuerpo. Algunas personas han sobrevivido a dosis de hasta 10 Gy.

Puesto que es improbable que los médicos conozcan la cantidad de radiación que una persona
ha recibido, por lo general lo deducen por los síntomas que se presenten. El síndrome
cerebrovascular es mortal en un periodo de tiempo que oscila entre horas y pocos días. El
síndrome gastrointestinal es generalmente mortal en un lapso de 3 a 10 días, aunque algunas
personas sobreviven durante unas semanas. Muchas personas que reciben la asistencia médica
adecuada sobreviven al síndrome hematopoyético, según la cantidad de radiación y su estado
de salud. Los que no sobreviven, por lo general, mueren en 4 u 8 semanas tras la exposición.

Tratamiento
Se procede antes al tratamiento de las lesiones físicas graves que al de la radiación, porque
pueden suponer un riesgo para la vida en un periodo más breve. La irradiación no tiene un
tratamiento de urgencia, pero se puede controlar cuidadosamente a la persona en busca de los
diversos síndromes para tratarlos a medida que surgen.

La contaminación se debe eliminar inmediatamente para evitar que el material radiactivo


continúe irradiando al individuo y evitar que sea absorbido por el cuerpo. Las heridas
contaminadas se tratan antes que la piel contaminada. Las heridas se descontaminan
lavándolas con solución salina y limpiándolas con una esponja quirúrgica. Después de la
descontaminación, las heridas se cubren para evitar la recontaminación mientras se lavan otras
zonas. Se debe frotar suavemente la piel contaminada con grandes cantidades de agua tibia (no
caliente) y jabón. Los pliegues de la piel y las uñas necesitan una atención especial. Deben
evitarse los productos químicos agresivos, cepillos o frotados que puedan romper la superficie
de la piel. Si no se puede descontaminar el pelo con agua y jabón, es mejor cortarlo con tijeras
antes que afeitarlo. Afeitarlo puede producir pequeños cortes en la piel y permitir que la
contaminación entre en el cuerpo. Se debe continuar con la descontaminación de la piel y las
heridas hasta que un contador Geiger-Muller muestre que la radiactividad ha desparecido o
casi, hasta que el lavado no reduzca sustancialmente la cantidad de radiactividad medida, o
hasta que la insistencia en el lavado suponga un riesgo de lesionar la piel. Las quemaduras se
deben lavar suavemente, sin frotarlas.

La adopción de algunas medidas puede disminuir la contaminación interna. Si se ha ingerido


recientemente una gran cantidad de material radiactivo, se puede inducir el vómito. Algunos
materiales radiactivos tienen tratamientos químicos específicos que pueden reducir su
absorción después de haberlos ingerido o ayudar a acelerar su eliminación del organismo. Si se
administra poco antes o poco después de la contaminación interna con yodo radiactivo, el
yoduro potásico impide de manera muy eficaz que la glándula tiroidea absorba el yodo
radiactivo, lo que reduce el riesgo de padecer cáncer y lesiones de tiroides. El yoduro potásico
es efectivo solo para el yodo radiactivo, no para otros elementos radiactivos. Otros fármacos se
pueden administrar por vía intravenosa o por vía oral para eliminar una fracción de algunos de
los radionúclidos que hayan podido penetrar en el organismo. Dichos fármacos incluyen el
dietilentriamino pentaacético de calcio o de cinc (DTPA) que son efectivos contra el plutonio, el
itrio, el californio y el americio; las soluciones de fosfato de aluminio o de calcio (usados contra
el estroncio radiactivo); y el azul de Prusia (contra el cesio radiactivo, el rubidio y el talio). Sin
embargo, a excepción del yoduro potásico, que es muy eficaz, los fármacos administrados para
reducir la contaminación interna reducen la exposición en solo un 25 a 75%.

Se pueden reducir las náuseas y los vómitos mediante la administración de fármacos para
prevenir el vómito (antieméticos). Estos fármacos se administran de forma sistemática a las
personas sometidas a radioterapia o quimioterapia. La deshidratación se trata con sueros
administrados por vía intravenosa.

Las personas con síndrome gastrointestinal o hematopoyético se mantienen aisladas para


reducir su contacto con microorganismos infecciosos. Se administran transfusiones de sangre e
inyecciones de factores de crecimiento que estimulan la producción de los glóbulos sanguíneos
(como la eritropoyetina y el factor estimulador de colonias) para aumentar su número. Este
tratamiento ayuda a disminuir la hemorragia y la anemia y es útil en la lucha contra las
infecciones. Si la médula ósea está gravemente dañada, estos factores de crecimiento son
ineficaces, y a veces se practica un trasplante de hemocitoblastos (células progenitoras),
aunque la experiencia con el trasplante de células madre para el tratamiento del síndrome
gastrointestinal o hematopoyético es limitada y el índice de éxito es bajo.

Las personas con síndrome gastrointestinal necesitan antieméticos, administración de líquidos


por vía intravenosa y sedantes. Algunas personas pueden ser capaces de comer una dieta suave.
Se administran antibióticos por vía oral para matar las bacterias del intestino que pueden
invadir el organismo. Cuando sea necesario, también se pueden administrar por vía
intravenosa antibióticos, al igual que antimicóticos y fármacos antivíricos.

El tratamiento para el síndrome cerebrovascular está dirigido a proporcionar bienestar


aliviando el dolor, la ansiedad y los ahogos. Para controlar las convulsiones se administran
fármacos.

El dolor causado por las llagas o úlceras provocadas por la radiación se trata con analgésicos. Si
estas heridas no cicatrizan satisfactoriamente, con el tiempo se pueden reparar
quirúrgicamente con injertos de piel u otros procedimientos.

Las personas que sobreviven pueden necesitar un seguimiento periódico de las cataratas y de
los trastornos del tiroides, pero no es necesario otro seguimiento regular.

Última revisión completa febrero 2014 por Jerrold T. Bushberg, PhD, DABMP

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