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Armando Vegalara
Octubre 2018
Los tolimenses –lo soy por adopción– nos sentimos orgullosos de nuestra música y declaramos que Ibagué
es Ciudad Musical y, más aun, Capital Musical de Colombia. Y es cierto que tenemos mucho por aportar con
varios festivales, el Conservatorio del Tolima y su derivación, el Colegio Amina Melendro, y el legado de los
Coros del Tolima, de los músicos extranjeros, de Doña Amina y el maestro Alberto Castilla, fundador del
Conservatorio en 1906 y autor de nuestro himno.
Y es una oportunidad por el hecho que tenemos, entre otras, a un Presidente de la República mitad tolimense,
que ha establecido como uno de los ejes de su plan de desarrollo a la innovación y la Economía Naranja, que
comprende justamente a las industrias culturales. Porque ha nombrado a una Ministra de Educación 100%
de esta tierra y autentica profesional del oficio. Porque la bancada tolimense en el Congreso ha propuesto
convertir a Ibagué en Distrito Musical y Cultural. Y porque el Conservatorio en un puntal de esta gesta.
Ibagué tiene el mayor número de músicos profesionales per cápita y el Conservatorio alberga al 8% de la
población universitaria musical mientras que la ciudad participa con el 2% de la población universitaria
nacional. Esta ventaja competitiva podría capitalizarse si se convierte al Conservatorio en una institución de
excelencia, referente nacional e internacional, que atraiga talento a sus aulas. Ello requiere dotarlo de
sostenibilidad en el tiempo, incluidos recursos financieros, estabilidad jurídica, administración y dirección
profesional, y gestión de calidad.
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Esta iniciativa tiene vocación de convertirse en patrimonio cultural de Ibagué, y emular al ya conocido Festival
Internacional de Música de Cartagena, que realiza su XIII edición y atrae público nacional e internacional por
su gran calidad. Haber logrado involucrar a la Fundación Salvi es un logro importante, pero requiere de un
apoyo decidido de las autoridades, alcaldía y gobernación, pues paradójicamente el lanzamiento fue casi
exclusivamente con recursos privados. La ciudadanía y opinión deben acoger esta iniciativa y volverla una
realidad permanente en el acervo cultural de la ciudad.
Hay referentes inspiradores como Bilbao, Toronto o Guayaquil, o el propio Mompox. Una guía para este
propósito es el plan de Ciudad Sostenible y Competitiva que adelanto el BID con Findeter y la Alcaldía, con un
horizonte de inversiones a 20 años. Es un propósito de ciudad que debe ser acogido por ibaguereños y
tolimenses, para soñar por la Capital Musical de Colombia, marcando una impronta indeleble que evoque
fascinación y deleite, tarea de múltiples administraciones.
Se requiere entonces articular los planes turísticos con la oferta musical de la ciudad y el departamento,
rescatando las propuestas realizadas por la Fundación Patrimonio Ambiental y la Cámara de Comercio en las
Agendas Turismo Ibagué y Tolima 2008-2018, que tienen vigencia y merecen ser actualizadas.
Una opción interesante para la ciudad y el departamento es enfocarse en mejorar la calidad de su capital
humano haciendo planes concretos de mayor alcance para mejorar la calidad de la educación y desarrollar la
actividad universitaria, tanto pública como privada. Es indispensable colocar a la calidad de la educación como
prioridad de la agenda pública, acogida por la sociedad en su conjunto.