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Achikë
Las brujas, cuando había terremoto, se alegraban: “Que sea así todos los días para andar
bailando”.
Cuando había granizo de fuego, andaban con piedras delgadas con sombreros, sin tener
miedo.
Un día, un anciano estaba tejiendo con su telar, con su cara untada con manteca.
Tsëmanshi brujaqa chärin y nin auquintaqa: “Tiu, ima laya wirataq canqui!
Micucurcullaqman”.
Llega allí una bruja y dice al viejo: “Tío, ¡qué gordo eres! Me gustaría comerte”.
Pero te voy a decir una cosa: Todas ustedes brujas vengan y alisten la leña y aticen la
candela para comerme, para que me coman asado en un cuarto seguro.
Tsë cuartuchö ama ni mëpa uchcu catsuntsu.
Cuando hayan atizado muy bien la leña y tendido el carbón, voy a caer del segundo piso,
para que todas ustedes, brujas, me coman”.