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Tiempo para elegir, o "El Discurso"

Por Ronald Reagan


Traducido por Daniel Rodríguez Herrera

Discurso pronunciado en 1964 ante la Convención Nacional Republicana.

Voy a hablar de asuntos controvertidos. No pido perdón por ello.

Es hora de que nos preguntemos si todavía recordamos las libertades que los
Padres Fundadores quisieron para nosotros. James Madison dijo que "basamos
todos nuestros experimentos en la capacidad de la humanidad para el
autogobierno".

¿La idea? Que el gobierno se debía al pueblo, que no tenía otra fuente de poder
es todavía la más moderna y original idea en toda la larga historia de las
relaciones del hombre con el hombre. Ese es el asunto de estas elecciones: si
creemos en nuestra capacidad para el autogobierno o si abandonamos la
Revolución Americana y confesamos que una pequeña élite intelectual en una
capital distante puede planear nuestras vidas por nosotros mejor de lo que
nosotros mismos podemos hacerlo.

A ustedes y a mí nos han dicho que debemos escoger entre izquierda y derecha,
pero yo les sugiero que no existe izquierda ni derecha. Sólo existe arriba y abajo.
Arriba está el sueño antiguo del hombre de la máxima libertad individual posible
manteniendo el orden, y abajo el hormiguero del totalitarismo. Sin poner en duda
su sinceridad, sus motivos humanitarios, aquellos que sacrificarían la libertad por
la seguridad se han embarcado en ese camino descendente. Plutarco advirtió que
"el verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines,
donaciones y regalos".

Los Padres Fundadores sabían que un gobierno no puede controlar la economía


sin controlar a la gente. Y sabían que cuando un gobierno se decide a hacer, debe
usar la fuerza y la coerción para lograr su objetivo. Así ha llegado el tiempo para
elegir.

Los servidores públicos dicen, siempre con la mejor de las intenciones, "que gran
servicio podríamos prestar si tan sólo tuvieran un poco más de dinero y un poco
más de poder". Pero la verdad es que fuera de su función legítima, el gobierno no
hace nada tan bien y tan económicamente como el sector privado.

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Sin embargo, cada vez que ustedes y yo cuestionamos los esquemas de esos
bienhechores, somos denunciados como contrarios a sus objetivos humanitarios.
Parece imposible debatir legítimamente sus soluciones sin la asunción de que
todos nosotros compartimos el deseo de ayudar a los menos afortunados. Pero
nos dicen que estamos siempre en contra de, no a favor de nada.

Estamos por una provisión que asegure que el abandono no debe seguir al
desempleo por razones de edad, y por ese objetivo hemos aceptado la Seguridad
Social como un paso para enfrentarse con ese problema. Sin embargo, estamos
en contra de aquellos que confían en este programa cuando nos engañan acerca
de sus defectos fiscales y acusan de que cualquier crítica sobre el mismo significa
que queremos eliminar los pagos…

Queremos ayudar a nuestros aliados compartiendo nuestras bendiciones


matereriales con naciones que compartan nuestras creencias básicas, pero en
contra de repartir dinero de gobierno a gobierno, creando burocracia, si no
socialismo, por todo el mundo.

Necesitamos reformas impositivas que al menos marquen el comienzo de la


restauración, para nuestros hijos, del Sueño Americano de que la riqueza no se
niega a nadie, que cada individuo tiene el derecho a volar tan alto como su fuerza
y abilidad le lleven… Pero no podremos tener tales reformas mientras nuestra
política fiscal sea diseñada por gente que ven los impuestos como medios con los
que lograr cambios en nuestra estructura social....

¿Tenemos el coraje y la voluntad de encarar la inmoralidad y discriminación de los


impuestos progresivos, y demandar un regreso al tradicional impuesto
proporcional?... Hoy en nuestro país el porcentaje que el recaudador de impuestos
obtiene de cada dólar ganado es de 37 centavos. La libertad nunca ha sido tan
frágil, tan cercana a resbalar de nuestros dedos.

¿Tenéis la voluntad de ocupar vuestro tiempo estudiando estos asuntos, ser


conscientes de los problemas y luego trasmitir esta información a vuestra familia y
amigos? ¿Resistireis la tentación de recoger las migajas del gobierno para vuestra
comundad? Debeís daros cuenta de que la lucha de los médicos contra la
medicina socializada es vuestra lucha. No podemos socializar a los médicos sin
socializar a los pacientes. Debéis reconocer que la invasión del poder público es
un asalto a vuestros propios negocios. Si alguien entre vosotros teme mantenerse
firma por miedo a las represalias de los clientes o incluso del gobierno, debe
reconocer que está alimentado al cocodrilo esperando ser comido el último

Si todo esto parece demasiado, pensad en lo que está en juego. Tenemos efrente
al peor enemigo que la humanidad ha conocido en su largo camino desde los
pantanos hasta las estrellas. No puede haber seguridad en ningún lugar del
mundo libre si no hay estabilidad fiscal y económica dentro de los Estados Unidos.

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Aquellos que nos piden comerciar con nuestra libertad por la sopa de pollo del
estado del bienestar son los arquitectos de una política de acomodamiento.

Dicen que el mundo se ha vuelto demasiado complejo para tener respuestas


sencillas. Están equivocados. No hay respuestas fácules, pero hay respuestas
sencillas. Debemos tener el coraje de hacer aquello que sabemos que es
moralmente correcto. Winston Churchill dijo que "el destino del hombre no se mide
por cálculos materiales. Cuando las grandes fuerzas se mueven en el mundo, es
cuando averiguamos que somos espíritu, no animales". Y también dijo que "hay
algo sucediendo en este tiempo y espacio, y más allá del tiempo y del espacio
que, lo queramos o no, se deletrea como deber".

Tenemos un encuentro con el destino. Debemos preservar a nuestros hijos la


última gran esperanza del hombre en la tierra, o les sentenciaremos a tomar el
primer paso dentro de miles de años de oscuridad. Si fracasamos, al menos
nuestros hijos y nietos dirán de nosotros que justificamos nuestro breve paso por
este mundo. Hicimos todo lo que podía hacerse.

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