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Prólogo Antigona

El prólogo de Antígona está a cargo de Antígona e Ismena, una particularidad de Sófocles de colocar personajes
principales en el prólogo y comenzar ya la acción, mientras que otros trágicos ubican personajes menos
importantes allí, a modo de presentación.

La ubicación: el palacio de Tebas al despuntar el alba, recordando las unidades veremos que la acción se
desarrollará allí durante el transcurso de ese día.

En su primer discurso, Antígona se dirige a Ismena usando vocativos (hermana) que apelan a resaltar la
procedencia de la misma sangre, y la afectividad; el objetivo se verá claramente luego que es persuadirla.
También sus palabras se dirigen al público, quien ya conoce el mito de la familia, y sabe lo importantes que son
los lazos familiares, comprometer así emocionalmente al espectador es fundamental para llevarlo a la catarsis.
Por eso también Antígona realiza tantas preguntas retóricas, para que su hermana se cuestione, pero también el
público lo haga.

A su vez el prólogo debía ubicar al espectador en la parte del mito de Antígona que se va a desarrollar, así como
relacionar el presente con los hechos pasados, cosa que también hace Antígona en su discurso.

Hay mucha carga emotiva en Antígona, destinada a comprometer emocionalmente a Ismena, por eso también
está la mención al pasado y las horribles calamidades compartidas. El sufrimiento se destaca y remarca con la
repetición de la negación "no hay dolor, ni plaga, ni vergüenza ni deshonra"

Todo esto viene a anunciar una nueva calamidad. El presente se suma al pasado, el edicto de Creón también es
presentado de manera interrogativa. Las palabras del personaje tienen una triple función: informar que en la polis
hay nuevo jefe, que emitió un edicto, y que hay bandos enfrentados, por lo que nuevos males podrían acecharlas.
También cumplen la función de indagar qué conocimiento tiene Ismena de los hechos recientes, y por último
acusan a Ismena de una posible omisión o indiferencia hacia lo ocurrido.

Ismena por su parte, simplemente aporta información de la muerte de sus hermanos la noche anterior, diciendo
nada del edicto y lamentando la ausencia de amigos y gente cercana.

Antígona menciona en su siguiente parlamento el conflicto de la tragedia, Etéocles fue sepultado con justicia,
mientras que el cadáver de Polínices yace insepulto por orden de Creón. Antígona afirma que esa medida va en
contra específicamente de ellas dos, pues como hermanas, es su responsabilidad procurar que el cuerpo tenga las
honras fúnebres correspondientes, con lo que compromete a su hermana a ayudarla, sugiriendo que si no lo hace
sería innoble.

En cuanto a las honras fúnebres, son un ritual muy arraigado en la cultura griega, se consideraba que aliviaban a
los muertos, los hacían bienvenidos entre sus compañeros del más allá. Privar de honras fúnebres a un muerto es
un crimen horrendo, pudiendo acarrear maldiciones sobre los culpables. Las almas de los muertos no sepultados
no encuentran descanso en el más allá. Era inconcebible dejar los cuerpos pudriéndose al aire libre. Quienes
sobreviven al muerto tienen el deber de realizar el sepelio, y de venerarlo, rindiéndole culto permanentemente.

Al parlamento de Antígona continúa un diálogo estíquico, es decir, un diálogo en que los personajes se responden
verso a verso, se acelera el ritmo dramático y la tensión crece. Este diálogo está revelando el desacuerdo entre los
personajes. Viene aquí a cambiar el ritmo de los parlamentos extensos, y nos muestra rasgos de las
personalidades de ambas. Antígona afirma que no será tenida por traidora de su familia, con lo que sugiere que
Ismena sí lo es.

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