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Introducción
Estudiar las reformas educativas debe hacerse considerándolas como una intersección entre
el saber, el poder y las prácticas educativas históricamente contextualizadas. De esta forma
iniciaremos el análisis de la propuesta educativa contenida en el Proyecto Sectorial de
Educación 2007-2012 (PSE), empleando como fundamento teórico y metodológico el
pensamiento del sociólogo Thomas Popkewitz vertida en su obra Sociología política de las
Reformas educativas (Popkewitz, 2000). Comenzaremos describiendo cada una de las tres
categorías que se mencionaron al inicio, con la finalidad de delimitar y entender las
premisas que hemos extraído del documento para estructurar un eje de análisis.
Cuando el autor habla de saber (epistemología social) se refiere a los conocimientos que se
entrelazan dentro del hecho educativo (el de los profesores, el contenido curricular, el de
los propios alumnos, etc.); en ese sentido comenta que cuando se presentan alteraciones en
cuanto a la adquisición de esos saberes las causas probables pueden ser las modificaciones
en las relaciones estructurales que se presenten en la sociedad. Es importante destacar que
la epistemología social proporciona el contexto necesario para incluir en ese saber, las
reglas y normas mediante las que se forma el conocimiento sobre el mundo, las distinciones
y categorizaciones, las formas de responder al mundo y la concepción del “yo”.
Por otro lado, define poder como una categoría estructural que “descansa en los complejos
conjuntos de relaciones prácticas mediante los cuales los individuos construyen sus
experiencias subjetivas y asumen una identidad en los asuntos sociales” (Popkewitz,
2000:26). De tal forma que en el marco de la reforma, el poder se presenta como las pautas
de la escolarización y de la formación del profesorado, es decir los procedimientos, reglas y
obligaciones organizadas que dan orden y regulación de la cosmovisión que habría de
formarse, es decir la forma en que se debe contemplar el mundo, actuar sobre él, sentirse y
hablar de él.
Tomando como referencia las categorías anteriores, el presente ensayo tiene como objetivo
esbozar brevemente los antecedentes del ejercicio del poder a través de políticas educativas
plasmadas en los diferentes proyectos que han definido la orientación de las reformas
dentro de la historia del Sistema Educativo Mexicano. De ésta forma, el documento esta
conformado por cinco apartados concluyendo en el Programa Sectorial de Educación 2007-
2012.
Para la realización del análisis que a continuación se presenta, hemos tomado dos de las
premisas que Popkewitz presenta en su obra Sociología política de las reformas educativas
(1997): Los criterios del cambio que proponen las reformas se refieren a los que se han
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presentado en las reglas y normas que subyacen al saber de la escolarización que
responden a los cambios en las prácticas sociales dentro y fuera de las instituciones. De tal
forma que las instituciones se reducen a las prácticas normalizadas y visibles sin historia ni
futuro, “la historia es el compromiso con el momento en vez de un concepto relacional
sobre las instituciones que vincula el pasado con el presente en diversos elementos de
tiempo y espacio” (p.39).
En el periodo post – revolucionario México vivió una transición de ser una economía
preponderantemente agrícola y de auto consumo, a una sociedad comercial con los Estados
Unidos y Canadá. Era entonces necesaria la formación y consolidación de una identidad
nacional así que la SEP, José Vasconcelos, atendiendo que constitucionalmente en 1917 la
educación representaba una garantía individual, promovió la idea de que la escuela era el
medio para logar consolidar un país culto y democrático, que a través de varias
campañas de alfabetización, la escuela rural mexicana vivió una época de oro.
La siguiente corriente que permeó la naciente política cardenista (1934) fue llamada de la
educación socialista, cuyo principio ideológico era formar hombres libres de prejuicios
y fanatismos religiosos, una sociedad igualitaria. Esta política fue sostenida hasta finales
del periodo presidencial de Ávila Camacho, en 1945. Durante ese periodo se consolidó el
proyecto de la educación tecnológica que estaba orientada a contribuir en el proceso
industrializador del país. Cabe mencionar que dicho proyecto fue concebido desde el
periodo presidencial de Calles a finales de los años 20’s, impulsado por Moisés Sáenz.
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Al término del gobierno camachista, Jaime Torres Bodet promovió como Secretario de la
SEP lo que se le conoce como escuela de la unidad nacional y con ella se inicia el
desarrollo de una política de modernización educativa (Martínez, 2001). En un segundo
momento, Torres Bodet volvió a dirigir la SEP durante el sexenio de López Mateos (1958-
1964) y participó en el diseño del primer plan nacional de educación conocido como el Plan
de Once Años, cuyo objetivo fue hacer frente a la explosión demográfica que se presentaba
en las escuelas, ampliando la atención en distintos turnos y abriendo más escuelas, ésta
última acción coordinada bajo el programa federal de construcción de escuelas (CAPFCE).
Las acciones emprendidas dieron lugar a otra necesidad que fue la formación de más
docentes en escuelas normales, por lo que también se crearon nuevas en diferentes puntos
de la República. (Martínez, 2001)
El Plan de Once Años también incluía otras acciones como “mejorar la calidad de la
enseñanza, teniendo en cuenta las necesidades de los sectores mayoritarios de la población,
formados por familias cuyas cabezas tenían baja o nula escolaridad y no contaban con los
elementos básicos para apoyar a sus hijos” (Martínez, 2001: s/p). Una de las estrategias que
se aplicaron en este Plan fue el diseño y distribución de libros de texto gratuitos para la
educación primaria. Sin embargo, y a pesar de que el Plan se extendió hasta el sexenio de
Díaz Ordaz (1964-1970) y la cobertura aumentó evidentemente, no pudo lograrse el tan
ansiado 100%. No obstante y como consecuencia del plan fue una mayor demanda de
escuelas de nivel medio superior y superior que el gobierno de Luis Echeverría (1976-
1976) implementó una política de apoyo a la creación de nievas instituciones en esos
niveles, y fue entonces que surgieron los Colegios de Bachilleres, los Colegios de Ciencias
y Humanidades (CCH) , las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales (ENEP) de la
UNAM, la Universidad Autónoma Metropolitana, y se incrementaron el número de
Universidades públicas y privadas e Institutos Tecnológicos estatales. (Martínez, 2000)
Durante ese mismo periodo se llevó a cabo una revisión y posterior reforma curricular en la
educación básica, por lo que los contenidos de los libros de texto también fueron
modificados; se aprobó la Ley Federal de Educación Superior, el Instituto Nacional de
Adultos (INEA) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
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III.La planeación institucional como política educativa
En el siguiente sexenio, liderado por José López Portillo (1976 – 1982) se puso en marcha
el Plan Nacional de Educación que a partir de un estudio diagnóstico, incluyendo aspectos
como los programas de educación básica, formación docente, zonas marginadas, educación
abierta, tecnológica, superior, cultura y deporte, entre otras, marcó un nuevo ejercicio de
regulación por parte del Estado. Sin embargo, los cambios en la dirección de la SEP
durante ese periodo, iniciando con Porfirio Muñoz Ledo y terminando con Fernando
Solana, propiciaron que el Plan no se concretara, y tal como lo refiere Martínez Rizo, se
optó por la instauración de los que fueron nombrados como Programas y Metas del sector
Educativo 1979 – 1982, que contenían algunas políticas con menor profundidad y sí más
prácticas incluyendo 5 objetivos centrales y 52 programas con metas que debían ser
alcanzadas como fecha límite hasta 1982 (Martínez, 2000).
De esta forma en el gobierno siguiente (1982 – 1988) donde Miguel de la Madrid encabezó
el poder ejecutivo, la política educativa se indicó en el Programa Nacional de Educación,
Cultura, Recreación y Deporte 1984 – 1988. Cabe destacar que el contexto que enmarcó
el Programa fue la de crisis económica iniciada en 1982, es decir una alteración en la
estructura que influyó en la orientación de las políticas definidas en el documento:
Por otro lado, la crisis económica también impactó en la definición de los presupuestos
autorizados para el sector educativo en ese sexenio.
Consideramos que si bien, el proceso modernizador desde sus inicios funge como
antecedente ideológico del Programa Sectorial de Educación 2007 – 2012 (PSE), es en la
política educativa de los siguientes sexenios donde encontramos algunas pautas continuas
(que tal vez podríamos agrupar como parte de las prácticas históricamente
contextualizadas) que se retoman especialmente dentro del PSE:
Así, por ejemplo, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) continuó la tendencia en las
políticas educativas del sexenio anterior, con la novedad que el concepto de modernización
no sólo seguiría siendo el objetivo a lograr, sino que Salinas lo convirtió en la base de su
propuesta, llegando inclusive, a visualizar la incorporación de México al grupo de países
altamente desarrollados (Martínez, 2000).
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sociedad del conocimiento, la competitividad basada en los avances científicos y
tecnológicos, y el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Por otro lado, durante el controvertido periodo salinista la situación económica da un giro
de 180° y al final del periodo es asignado a la educación el 5.7% del PIB (en 1989 fue del
3.56) (SEP, 1996: 165), cifra que representó la oportunidad se hacer fuertes inversiones y
sobre todo, recuperar los salarios de los profesores.
Posterior al sexenio salinista, continuó el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León quien,
a través del Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 dicta las políticas educativas
centradas nuevamente en la educación básica, la educación para adultos y la educación
media superior y superior, así como lo relativo su financiamiento. El programa hace énfasis
en el trabajo conjunto entre el gobierno central y los estatales para consolidar el desarrollo
educativo.
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Durante éste sexenio se amplio la cobertura y eficiencia terminal en todos los niveles
educativos; se incluyeron programas de financiamiento internacional que beneficiaron
positivamente la capacidad de respuesta a las necesidades de cobertura en los estados; se
realizó una importante reforma curricular en primaria y libros de texto gratuitos, incluyendo
por primera vez algunos en lenguas indígenas.
En el último sexenio anterior al presente, presidido por Vicente Fox Quezada (2001-2006)
la política educativa se reflejó en el Programa Nacional de Educación 2001 – 2006, en el
que se da continuidad a las estrategias de los sexenios anteriores, como ya se había
mencionado, sin embargo se acentúa la atención al bachillerato y la formación técnica
equivalente, propiciando un crecimiento notable con la finalidad de que atendiera las
tendencias demográficas y el incremento de la demanda a ese nivel por los estudiantes de
educación básica. Por otro lado, dentro de la filosofía “la educación para la vida y el
trabajo” se consolida la Educación y capacitación para adultos.
Por otro lado, se da continuidad en educación superior del PROMEP, y con la participación
de la ANUIES se realiza un estudio que arroja la tendencia de demanda de ese nivel en los
próximos 10 años, por lo que se plantean diferentes estrategias que satisfagan dicha
demanda, en consonancia con la satisfacción de las necesidades de profesionistas dentro de
los sectores productivos y de la sociedad en general. Las estrategias giran en torno a la
pertinencia y calidad en los programas de licenciatura y posgrado.
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Una característica del documento es que se incluye una estructuración enfocada al logro de
metas, con objetivos descritos para su medición cuantitativa (medible y observable), que se
establecieron a partir de un diagnóstico de la situación educativa en 2001.
La estructuración del documento está enfocado hacia seis objetivos principales que
permean cada uno de los niveles educativos, incluyendo de forma transversal algunos temas
transversales como la evaluación, la infraestructura, sistema de información, marco jurídico
y mejora de la gestión institucional:
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pedagógica que se implementará en el SEM, basado en el enfoque de aprendizaje
por competencias, empleando las TIC’s como medio fundamental en la distribución
de los servicios educativos, todo ello con miras a la atención del modelo económico
que se destaca dentro de la sociedad del conocimiento.
5. Ofrecer servicios educativos de calidad para formar personas con alto sentido de
responsabilidad social, que participen de manera productiva y competitiva en el
mercado laboral. Se trata de un objetivo que cumple con la categoría empleada por
Popkewitz (2003) prácticas históricamente contextualizadas, ya que si dedicáramos
un análisis contextual del presente sexenio, encontraremos que la tendencia social es
atender las necesidades de los sectores productivos bajo la visión de que promoverá
el desarrollo del país.
Ahora bien, a diferencia del Programa del sexenio anterior, si bien en el PSE se estructura
por objetivos, las metas no están expuestas de forma clara. Además, la definición de dichos
objetivos no parte de un diagnóstico del sistema educativo como lo realizaron en sexenios
anteriores.
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Entonces, si recordamos las prácticas políticas que mencionamos en el apartado anterior,
encontramos continuidad en:
c) Vinculación con el sector empresarial. Las propuestas del PSE se orientan a adecuar
los sistemas de formación a las necesidades productivas. Este tipo de propuestas
parten del supuesto de que la formación que brinda el sistema educativo es
deficiente o poco adecuada a los requerimientos del sector productivo y, por ello, a
los egresados no les resulta fácil conseguir un empleo.
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Conclusiones
El trabajo aquí presentado no pretendió hacer una lectura crítica del PSE, pues retomando
el trabajo de Popkewitz, solo nos concretamos en una primera etapa a describir el trayecto
histórico de la conformación de planes y proyectos de Estado en materia educativa, para de
esta forma comprender cómo las categorías de análisis poder, saber y prácticas educativa
históricamente contextualizadas se entretejen en el tiempo en función al contexto y, a su
vez determinando el contexto.
Sin embargo, en este último apartado de reflexión quisiéramos expresar algunas dudas y
opiniones:
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Referencias
Courard, Hernán (1993), Políticas comparadas de educación superior en América Latina,
FLACSO, Santiago, 87 - 127.
Martínez Rizo, Felipe (2001) Reformas educativas: mitos y realidades / Reformas
educativas: mitos e realidades. Revista Iberoamericana de Educación. Septiembre –
diciembre 2007, (27). Disponible en: http://www.rieoei.org/rie27a02.htm
(Consultado 21/marzo/2008)
Ornelas, Carlos (1995) El sistema educativo mexicano. La transición de fin de siglo. Fondo
de cultura económica, Nafinsa y CIDE, México, p.p. 56-126
Popkewitz, Th. S (1997) Sociología política de las reformas educativas. Ed. Morata,
Madrid. p.p. 25-57, 119-152.
Popkewitz, Th. S (2003) Historia cultural y educación. Ensayos críticos sobre conocimiento
y escolarización. Ed. Pomares, España.p.p. 61-101, 297-330
Secretaría de Educación Pública (1996): Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000.
México, SEP.
Secretaría de Educación Pública (2001): Programa Nacional de Educación 2001-2006.
México, SEP.
Secretaría de Educación Pública (2007): Programa Sectorial de Educación 2007-2012.
México, SEP.
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