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FITOPATOLOGIA GENERAL ICA – PERÚ Juan L.

Tejada Hinojoza

Introducción a los Virus Vegetales, el Enemigo Invisible


Gergerich, R.C., and V. V. Dolja. 2006. Introducción a los Virus Vegetales, el Enemigo Invisible. Trans. Silvina L. Giammaría. 2008 The Plant Health Instructor. DOI:
10.1094/PHI-I-2008-0122-01

Traducción revisada por: Margarita Licha. Lead Plant Pathologist – Fruits. USDA, APHIS, PPQ, PSPI, PGPQ, Beltsville,
MD, USA

Introducción
Los virus son patógenos infecciosos demasiado pequeños para ser vistos en el microscopio de luz, pero que a pesar de
su tamaño son capaces de causar un caos. Las formas más simples de virus están compuestas por una pequeña porción
de ácido nucleico rodeado de una cubierta proteica (o envoltura proteica o cápside). Como en el caso de otros organismos,
los virus portan información genética en sus ácidos nucleicos, los cuales típicamente codifican tres o más proteínas. Todos
los virus son parásitos obligados que dependen de la maquinaria celular de sus hospedantes para reproducirse. Los virus
no son activos fuera de sus hospedantes (o huésped u hospedero), lo cual ha llevado a que muchos sugieran que no son
organismos vivos. Todos los tipos de organismos vivos incluyendo animales, plantas, hongos y bacterias son hospedantes
de virus, pero la mayoría de los virus infecta solo un tipo de hospedante. Los virus causan muchas e importantes
enfermedades vegetales y son responsables por pérdidas en el rendimiento y la calidad de los cultivos en todas partes del
mundo.

El objetivo de este capítulo es brindar una sinopsis del fascinante mundo microscópico de los virus vegetales y describir el
concepto básico de virus, la estructura de las partículas y genomas virales, los ciclos de vida de los virus, la evolución y
diversidad de los virus vegetales, así como también las más comunes presentaciones/manifestaciones de las
enfermedades virales en plantas y los principales enfoques para el manejo de las mismas. Esperamos poder transmitir al
lector nuestra frustrante admiración por estos pequeños patógenos y su éxito en la manipulación de sus hospedantes.

Historia
Los comienzos de la virología vegetal se remontan a finales del siglo XIX, cuando el microbiólogo holandés Martinus
Beijerinck y el científico ruso Dmitrii Iwanowski investigaban la causa de una misteriosa enfermedad del tabaco (Scholthof
2001). Estos investigadores, en forma independiente, describieron un agente inusual que causaba la enfermedad del
mosaico en tabaco (Zaitlin, 1998). Lo que distinguía a este agente de otros agentes causales de enfermedades era su
tamaño mucho menor al de otros microorganismos. Este agente, posteriormente denominado “virus del mosaico del
tabaco” (Tobacco mosaic virus, TMV), fue el primer virus en ser descrito. Desde entonces, un gran número de diversos
virus han sido encontrados en plantas, animales, hongos y bacterias. El número actual de virus reconocidos es cerca de
4,000, de los cuales cerca de 1,000 son virus vegetales. La principal razón por la cual estudiamos los virus vegetales es
el impacto negativo que las enfermedades virales tienen en la producción de los cultivos. Históricamente, los virus han
sido percibidos como una amenaza casi exclusiva a la sanidad humana, animal y vegetal. Sin embargo, los recientes
progresos como resultado de un mayor entendimiento de las interacciones virus-hospedante han transformado a los virus
en importantes herramientas biomédicas y biotecnológicas. Por ejemplo, los virus vegetales se usan para producir en las
plantas grandes cantidades de proteínas de interés (Pogue et al. 2002) y para desarrollar vacunas seguras y de bajo costo
contra virus humanos y animales (Walmsley and Arntzen 2000).

Biología Básica
Los virus representan no sólo otro grupo de patógenos, sino una forma de vida fundamentalmente diferente. A diferencia
de otros organismos vivos, los virus son no-celulares. En contraste a las células, que se multiplican dividiéndose en células
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hijas, los virus se organizan a partir de sus propios componentes estructurales. Las partículas virales maduras están
inactivas; se activan y replican sólo dentro de las células infectadas. En otras palabras, los virus son parásitos obligados
que no pueden ser mantenidos en los medios de cultivos apropiados para células bacterianas, fúngicas, vegetales o
animales. Todos los virus están desprovistos de las maquinarias celulares para sintetizar proteínas y producir energía.
Como regla general, las partículas virales son inmóviles fuera del hospedante infectado; necesitan de la ayuda de otros
organismos o del ambiente para su diseminación.

Morfología
Hay un simple principio estructural que se puede aplicar virtualmente a cualquier virus en su forma madura. Las partículas
virales (viriones) están compuestas por dos partes principales: el genoma compuesto de ácido nucleico, y una cubierta
proteica, la cual proteje la particula viral. Además, algunas partículas virales están recubiertas por una membrana externa
compuesta de lípidos y proteínas (o membrana lipoproteica). Las cubiertas proteicas (o cápsides) de los virus vegetales
se ensamblan siguiendo uno de dos tipos fundamentales de simetría. El primer tipo de virión es helicoidal (casi elongado).
Hay dos variantes principales de virus elongados: los “bastones” (o barra o vara) rígidos (Figura 1) y los filamentos
flexuosos (Figura 2). En ambas variantes, el ácido nucleico está altamente organizado: toma la misma conformación
helicoidal que la cápside proteica. El segundo tipo de partícula viral es icosaédrica (casi esférica, Figura 3); las variantes
de esta forma básica incluyen a los viriones baciliformes (Figura 4) y los viriones gemelos compuestos por la unión de dos
icosaedros incompletos (Figura 5). En los viriones icosaédricos, el ácido nucleico genómico forma una esfera parcialmente
organizada dentro de la cápside proteica. Tanto los viriones icosaédricos como los elongados pueden auto-ensamblarse
en un tubo de ensayo si el ácido nucleico y las subunidades proteicas se incuban bajo condiciones.

Figura 2
Figura 1

Figura 3 Figura 4

Los virus son los organismos conocidos más pequeños. El diámetro típico de un virus vegetal esférico es aproximadamente
30 nm. La partículas rígidas, en forma de bastón, del TMV miden 300 x 18 nm y consisten de un genoma de ARN de
alrededor de 6,400 nucleótidos encapsulados por 2,130 copias de la cubierta proteica del TMV. Algunos de los virus
filamentosos alcanzan una longitud cercana a los 2000 nm o 2 µm. A modo de comparación, el tamaño típico de una célula
de mesófilo foliar mide alrededor de 50 µm.

Replicación

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Como en cualquier otro organismo, la información para la replicación de los virus está contenida dentro de sus genomas
(Figura 6).

Figura 6
Aunque el material genético de la mayoría de los organismos consiste en ADN de cadena doble (ADNcd), solo una minoría
de los virus vegetales posee genomas de ADNcd. Los genomas de otros virus vegetales están compuestos de ADN de
cadena simple (ADNcs). Sin embargo, la mayoría de los virus vegetales no utilizan ADN en ningún momento. En cambio,
los genomas de casi todos los virus vegetales están constituidos de ARN. La mayoría de estos genomas están compuestos
de ARN de cadena simple (ARNcs) que tienen la misma polaridad (sentido positivo) que las moléculas de ARN mensajero
de la célula. Algunos virus de ARN utilizan ARNcs de polaridad negativa, y algunos otros tienen genomas compuestos de
ADNcd. Debido a la enorme variabilidad en la naturaleza del material genético de los virus, los ciclos replicativos de
diferentes virus son frecuentemente muy distintos entre sí.

Dado que los virus vegetales son parásitos biotróficos obligados, sus ciclos de vida comienzan con la penetración del virión
a la célula. Los virus vegetales no pueden penetrar por sí solos la cutícula y la pared celular de las plantas. Se cree que el
virión ingresa al citoplasma de la célula en forma pasiva, a través de heridas causadas por daño mecánico en la cutícula y
pared celular. El paso siguiente en la infección viral es la remoción parcial o total de la cubierta proteica del virión en el
citoplasma. Luego, la célula interviene en la expresión del genoma viral proveyendo un aparato de transcripción (para los
virus de ADN) y un aparato de traducción (para todos los virus). Los virus de ADN deben ser transportados al núcleo para
la transcripción y de esta manera tener acceso a las proteínas celulares necesarias para la producción de ARN mensajero
a partir de ADN viral. La traducción de ARN viral en el citoplasma produce proteínas virales que son necesarias para
completar el ciclo de vida del virus.

Todos los virus deben formar al menos tres tipos de proteínas: proteínas de replicación esenciales para la producción de
ácidos nucleicos, proteínas estructurales que conforman la cubierta proteica y otros componentes de los viriones, y
proteínas de movimiento que sirven de intermediarias en el transporte de los virus entre las células vegetales ( Figura 6).
Las proteínas de replicación viral se combinan con las proteínas celulares para producir un complejo de proteínas que
fabrican múltiples copias del genoma viral. Estos nuevos genomas interactúan con las proteínas estructurales para formar
nuevos viriones. El siguiente diagrama (Figura 7) ilustra los pasos que se dan dentro de la célula durante la replicación del
virus del mosaico del tabaco (TMV).

Figura 7
El paso siguiente en el ciclo de reproducción viral es el movimiento del virus a las células vecinas. Dependiendo del tipo
de virus, el transporte de los genomas virales o los viriones a las células vecinas se produce a través de pequeños canales,
llamados plasmodesmos, que forman conexiones entre las células. Muchos virus producen proteínas de movimiento que
modifican los canales plasmodesmáticos y posibilitan el movimiento viral hacia las células circundantes. El siguiente
diagrama (Figura 8) ilustra el movimiento de TMV desde una célula infectada hacia una célula vecina.

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Figura 8
El proceso de movimiento de célula a célula es relativamente lento: el tiempo de multiplicación viral en una célula y su
posterior movimiento a otra varía entre una y varias horas. Para poder colonizar exitosamente toda la planta, el virus
necesita ingresar al sistema vascular. El proceso de transporte sistémico o de larga distancia normalmente se da a través
de los tubos cribosos del floema, donde los virus se mueven pasivamente con el flujo de fotosintatos. Luego de una
dispersión viral sistémica relativamente rápida (centímetros por hora) en el floema, el virus pasa del floema a las células
circundantes, donde se reproduce y disemina moviéndose de célula a célula. El tiempo entre la infección inicial de una o
pocas células y la infección sistémica del hospedante varía entre unos pocos días a pocas semanas, dependiendo del
virus, el hospedante y las condiciones ambientales. La transmisión de un virus de una planta a otra (ver sección
supervivencia y diseminación) completan el ciclo de vida del virus.

Sistemática
Idealmente, la sistemática (el estudio de las distintas clases de organismos y las relaciones entre ellos) debería reflejar la
historia evolutiva de las especies biológicas. Dicha historia puede construirse a través del análisis de antecesores fósiles
y por la comparación de los genes de organismos existentes (análisis filogenéticos). Debido a que no hay registros fósiles
virales, su evolución puede reconstruirse con cierta certeza solo a través de análisis filogenéticos. Este tipo de análisis
tiene una resolución relativamente buena a niveles taxonómicos intermedios, tales como género y familia del virus. Sin
embargo, debido a la propia naturaleza de las formas de vida virales, se vuelve más complicado o aún poco factible a
niveles inferiores (especie) o superiores. Debido a que los virus presentan altas tasas de replicación y mutación, cada ciclo
replicativo produce un número de variantes genéticamente similares pero no idénticas. La posterior selección y evolución
de estos genomas levemente diferentes da como resultado un continuo de variantes que van desde mutaciones puntuales
hasta cepas virales. A diferencia de los organismos celulares, los cuales parecen haberse originado a partir de un ancestro
común, es muy factible que los virus hayan tenido orígenes múltiples. La diversidad de orígenes de los distintos grupos de
virus permite que su clasificación evolutiva pueda hacerse solo dentro de ciertos tipos de virus, tales como los virus que
tienen genomas de ARN de sentido positivo, o los virus de genomas pequeños de ADNcs.

Al considerar la clasificación de los virus vegetales, no debemos olvidar que el primer virus vegetal fue purificado y
caracterizado a mediados de 1930. Anteriormente, la mayoría de los virólogos vegetales daban nombre a los virus en base
al hospedante en el cual el virus había sido encontrado y de acuerdo al tipo de síntoma que ese virus causaba en dicho
hospedante. Por ejemplo, el virus del tabaco del mosaico fue descrito por primera vez en plantas de tabaco, en las cuales
inducía un mosaico en las hojas (Figura 9). Los nombres de los virus son usualmente expresados como acrónimos (nota
del traductor: derivados de sus siglas en inglés); por ejemplo el “virus del tabaco del mosaico” es abreviado TMV (del
inglés Tobacco mosaic virus), y el “virus del marchitamiento moteado del tomate” es abreviado TSWV (del inglés Tomato
spotted wilt virus). Los nombres de muchos géneros y familias de virus derivan de algún virus importante dentro de la
familia. Por ejemplo, el nombre de la familia Bromoviridae deriva del Brome mosaic virus, el cual está en dicha familia.

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Figura 9
Las mayores subdivisiones de virus vegetales están definidas por la constitución química de sus genomas (Plant Viruses
Online http://image.fs.uidaho.edu/vide/refs.htm ). En general, la mayor parte de los virus vegetales poseen genomas de
ARN de cadena simple de sentido positivo, y estos virus reciben entonces el nombre de virus de ARN de cadena positiva.
Dentro de esta categoría, existen numerosos ejemplos de familias de virus de importancia económica, tales
comoBromoviridae, Closteroviridae, Luteoviridae, y Potyviridae. Relativamente pocos virus vegetales, tales como las
familias Bunyaviridae y Rhabdoviridae poseen genomas de ARN de sentido negativo. Reoviridae es la familia más grande
de virus de ARN de doble cadena. Solamente los virus de la familia Caulimoviridae (también conocidos como para-
retrovirus), poseen genomas de ADN de doble cadena y para su replicación es necesaria la presencia de un ARN
intermediario. Los verdaderos virus vegetales de ADN están dentro de la familia Geminiviridae, la cual es muy amplia y
tiene gran importancia económica. Estos virus poseen genomas de ADNcs, y tienen un ADNcd intermediario en sus ciclos
de vida (Hull 2002). Las relaciones evolutivas entre de los virus de cadena positiva, los de cadena negativa y los virus de
ARNcd, así como en los para-retrovirus y los virus de ADNcs son extremadamente distantes y probablemente inexistentes.

Supervivencia y diseminación
La supervivencia a largo plazo (incluso por décadas) de relativamente pocos virus, tales como TMV, se da en el ambiente
o por la transmisión mecánica pasiva de una planta a otra (Ford and Evans, 2003). La mayoría de los virus vegetales son
transmitidos en forma activa de una planta infectada a otra sana por un organismo vivo, llamado vector. Los artrópodos
herbívoros, nematodos, y hongos fitófagos son los principales tipos de vectores de virus vegetales (Walkey, 1991). Entre
ellos, los áfidos y las moscas blancas (Figuras 10A, B, C) tienen la capacidad de transmitir el mayor número de especies de
virus. La mayoría de los virus se transmiten activamente por vectores a plantas sanas en cuestión de segundos, horas o
días. Además, algunos virus se transmiten a partir plantas infectadas cuando éstas son propagadas vegetativamente, por
ejemplo, como tubérculos o injertos. También, puede haber transmisión “vertical” a partir de semillas o polen de plantas
infectadas. Este tipo de transmisión es particularmente importante para la supervivencia invernal de los virus.

Figura 10
La transmisión de los virus a través de un vector es un proceso sumamente específico. Cada virus puede transmitirse
solamente por un tipo de vector (por ejemplo, áfido) y no por otro (por ejemplo, mosca blanca). Contrariamente, cada
especie de vector (por ejemplo el áfido verde del duraznoMyzus persicae) puede transmitir algunos virus (por ejemplo, el
virus amarillo de la remolacha, oBeet yellow virus) pero no otros (por ejemplo, el virus de la tristeza de los cítricos, o Citrus
tristeza virus), a pesar de que estos virus son genéticamente muy similares entre sí.

La interacción entre un virus y su vector especifico, y que da como resultado la transmisión viral, varía entre diferentes
vectores. Las relaciones que se dan entre los virus y sus vectores son complejas y de gran interés para los virólogos
vegetales ya que los vectores proveen el principal modo de dispersión de muchos de los virus que causan importantes
pérdidas económicas. Para algunas combinaciones de virus-vector, la interacción entre el virus y su vector es muy
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superficial y es el resultado de la fijación del virus a las superficies externas de las partes bucales del vector. Por ejemplo,
los virus del genero Potyvirus producen una proteína especial llamada componente ayudante (“helper component”) que
actúa como adhesivo entre los viriones y los estiletes de los áfidos. En este caso, la adquisición del virus a partir de plantas
infectadas y la inoculación del virus en plantas sanas toma de segundos a minutos (Pirone and Blanc, 1996).
Contrariamente, los virus de la familia Luteoviridae circulan en sus vectores (áfidos) moviéndose a través de la pared
intestinal (o: hemocel) hacia la cavidad corporal, y recién así pasa a la saliva del áfido ( Figura 11).

Figura 11
A estos virus, les toma cerca de 12 horas circular dentro de su vector (áfido) antes de poder ser transmitidos a otra planta
(Gray and Gildow, 2003). Para otros vectores de virus vegetales, la relación es muy “íntima” y los virus en realidad se
multiplican dentro de las células de sus insectos vectores. Por ejemplo, el virus del marchitamiento moteado del tomate
(Tomato spotted wilt virus) se multiplica en las células de su vector (thrips), y una vez que los thrips adquieren el virus lo
pueden transmitir mientras vivan (Sherwood et al. 2003). A estos virus vegetales que se multiplican en sus insectos
vectores se los consideran virus de plantas y de insectos simultáneamente. Debido a que las prácticas de manejo de
enfermedades con frecuencia están diseñadas para controlar a los vectores, entender el proceso de transmisión viral es
de suma importancia para el desarrollo de estrategias efectivas de manejo de enfermedades causadas por virus vegetales.

Interacciones Planta-Virus
En teoría, los virus pueden infectar todas las especies de plantas cultivadas y silvestres. Sin embargo, los rangos de
hospedantes de cada virus son variables, pudiendo ser muy reducidos o muy amplios. Por ejemplo, el virus de la tristeza
de los cítricos (Citrus tristeza virus) infecta solamente a pocas especies del género Citrus, mientras que el virus del mosaico
del pepino (Cucumber mosaic virus) afecta a más de 1000 especies en 85 familias de plantas. La susceptibilidad o
resistencia de las especies y cultivares vegetales a los virus está determinada principalmente por el genotipo del
hospedante. Las plantas poseen mecanismos activos y pasivos para prevenir la infección viral. Las defensas pasivas se
dan cuando la planta no produce uno o más de los factores requeridos para la reproducción del virus y su dispersión en el
hospedante. Las defensas activas incluyen la detección y destrucción de células infectadas con el virus, y son producidas
por genes de resistencia específicos en la planta. Normalmente, los genes de resistencia son efectivos solamente contra
un virus en particular. Además, las plantas poseen un sistema general de defensa comparable con el sistema inmune
animal. La principal diferencia entre ambos es que el sistema inmune animal actúa sobre las proteínas del patógeno,
mientras que el sistema de defensa vegetal, conocido como silenciamiento por ARN (“RNA silencing”), detecta y degrada
las moléculas de ARN viral (Wassenegger and Pélissier 1998).

Dependiendo de la combinación especial de virus y hospedante, y de las condiciones ambientales, la respuesta vegetal a
una infección puede ser desde asintomática hasta enfermedad severa y muerte de la planta. En algunos casos, en el lugar
de infección se desarrollan lesiones localizadas (pequeños puntos cloróticos y necróticos) ( Figura 12) En la mayoría de los
casos, los virus se dispersan a través de toda la planta causando una infección sistémica.

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Figura 12
Los síntomas foliares típicos de enfermedades virales incluyen patrones de mosaico (Figura 9), lesiones cloróticas o
necróticas (Figura 13), amarillamiento, estrías o franjas (Figura 14 y 15), descoloración y formación de bandas en las
nervaduras (Figura 16)y enrollamiento y curvatura foliar (Figura 17). Los síntomas florales incluyen deformación y cambio en
el color de las flores, con posible mosaico, llamado “corrimiento” o “quebrado” del color ( Figura 18 y 19). Los síntomas en
frutos y otros órganos vegetales incluyen patrones de mosaico (Figura 20), achaparramiento, descoloración o malformación
(Figura 21), y anillados cloróticos (Figura 22 y 23). Los tallos de las plantas pueden desarrollar quebraduras, hundimientos y
tumores en respuesta a la infección viral (Figura 24).

Figura 13

Figura 14

Figura 16

Figura 15

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Figura 17
Figura 18

Figura 20
Figura 19

Figura 21 Figura 22

Figura 23 Figura 24

Los síntomas inducidos por los virus vegetales conllevan a una reducción de la calidad y rendimiento de los cultivos. La
importancia de estas pérdidas queda demostrada por los tres siguientes ejemplos. En África, el virus del hinchamiento de
los brotes del cacao (Cacao swollen shoot virus) (Bowers et al. 2001) causa, aproximadamente, pérdidas anuales de
50,000 toneladas de granos de cacao lo cual representa un valor estimado de $28 millones de dólares. En el sudeste
asiático, la infección del arroz con el virus del tungro del arroz (Rice tungro virus) provoca una pérdida anual estimada de
$1.5 billones de dólares (Hull 2002). El virus del marchitamiento manchado del tomate (Tomato spotted wilt virus) infecta

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a una amplia variedad de plantas, incluyendo tomate, maní y tabaco (Sherwood et al. 2003), y las pérdidas anuales
mundiales estimadas debido a la infección por este virus rondan el $1 billón de dólares (Hull 2002).

El resultado final de la infección viral es una reducción en el crecimiento vegetal, disminución del rendimiento, menor
calidad y pérdidas económicas para aquellos que trabajan en la producción vegetal. La mayoría de los síntomas inducidos
por los virus pueden darse también debido a condiciones ambientales adversas y a enfermedades causadas por otros
agentes fitopatógenos. Por esta razón, el correcto diagnóstico de enfermedades virales normalmente requiere de pruebas
específicas de laboratorio.

Diagnóstico de enfermedades causadas por virus vegetales


Debido a que diferentes virus pueden producir síntomas similares, el fenotipo de la enfermedad puede proveer solamente
información limitada, aunque útil, para el diagnóstico de la enfermedad. Los métodos de identificación viral más específicos
y confiables se basan en diferentes propiedades de los virus. Estas características y sus correspondientes aplicaciones
incluyen:

1. Patogenicidad.Bioensayos que usan plantas indicadoras. Algunos géneros vegetales, tales


como Nicotiana (tabaco) y Chenopodium (quinoa) son hospedantes de un gran número de virus. Debido a que
estas plantas tienen respuestas consistentes y distintivas a las infecciones virales en condiciones de invernáculo,
es común usarlas como plantas indicadoras (Walkey 1991). Los dos tipos principales de respuesta son lesiones
localizadas (Figura 12), que están confinadas a las hojas inoculadas (hospedantes de lesiones localizadas), y
las infecciones sistémicas que producen síntomas en hojas distantes del sitio de inoculación (hospedantes
sistémicos). Muchos de los virus vegetales son transmisibles a plantas indicadoras por medio de transmisión
mecánica (Figura 25) o por injertos.

Figura 25

2. Transmisibilidad. Ensayos de transmisión por vectores. Debido a la especificidad del vector, la identificación
del organismo que transmite al virus provee información importante para la identificación del virus.
3. Arquitectura de las partículas virales. Microscopía electrónica. La forma y tamaño de los viriones diferencia
partículas en forma de barra, filamentosas, icosaédricas o partículas grandes con envoltorios ( Figuras 1-5). Por el
contrario, es difícil distinguir a los virus que tienen la misma forma y tamaño. Por ejemplo, es difícil distinguir
entre pequeños virus esféricos, y entre estos y los ribosomas vegetales.
4. Presencia de estructuras especificas del virus en células infectadas Microscopía electrónica. Debido a su
íntima asociación con los componentes celulares, frecuentemente los virus producen, como resultado de la
infección, estructuras inusuales dentro de las células vegetales. Por ejemplo, los virus de la
familia Potyviridae producen inclusiones en forma de “rueda de molino” (Figura 26) características de los virus de
esa familia pero que no se encuentran ni en células sanas ni en células infectadas con otros virus. Las inclusiones
específicas de los virus han sido caracterizadas en un gran número de familias y géneros de virus, y la detección
de estas inclusiones indica la presencia de un virus perteneciente a dicho grupo.

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Figura 26

5. Propiedades de la cubierta proteica. Técnicas inmunológicas. Estos experimentos se basan en la identificación


de un virus (el antígeno) a través de la reacción con susanticuerpos específicos. Los anticuerpos específicos
son producidos por un animal cuando proteínas foráneas son introducidas en éste. Para obtener anticuerpos que
reaccionen específicamente con un virus vegetal en particular, los investigadores inyectan una preparación
purificada del virus vegetal en el animal (generalmente un ratón o conejo). Varias semanas después de la
inyección, se colecta la sangre del animal y los anticuerpos se separan de ella. Estos anticuerpos reaccionan
específicamente con las proteínas virales que fueron inyectadas en el animal, y los investigadores usan la ventaja
de esta interacción específica para diseñar técnicas de laboratorio para la detección de estos virus vegetales.
Uno de los métodos más utilizados para el diagnóstico de virus vegetales está basado en el uso de anticuerpos.
Este método es el ensayo de inmunoabsorción de enzima ligada, o ELISA (nota del traductor: del inglés:
“Enzyme-linked immunoabsorbent assay”). Un ejemplo de uno de los tipos del método de ELISA se ilustra en la
Figura 27. En este ensayo, un extracto de tejido vegetal en evaluación para la presencia de virus se incuba en
uno de los orificios o pocitos (“wells”) de una placa plástica microtitulada, y los viriones presentes en el extracto
se unen a la superficie del orificio. Luego, el anticuerpo del virus es agregado al pocito y el anticuerpo se une a
las partículas virales. Un segundo anticuerpo que ha sido conjugado, o ligado, a una enzima es agregado al
pocito donde se une al primer anticuerpo. Después de un lavado para remover el conjugado no ligado de enzima-
anticuerpo, se agrega un sustrato incoloro para la enzima. La enzima procesa el sustrato produciendo un
compuesto coloreado (por ejemplo, amarillo). La presencia del color indica la presencia del virus, y la intensidad
del color puede usarse para estimar la concentración viral. El método ELISA es, por lejos, la técnica inmunológica
más utilizada en agricultura para la identificación de virus.

Figura 27

Propiedades de los ácidos nucleicos virales. Amplificación por PCR. La reacción en cadena de la polimerasa (nota
del traductor: PCR, del inglés: Polymerase Chain Reaction) es una técnica muy sensible y específica para la detección
de virus. Está basada en la presencia de secuencias únicas en el ácido nucleico del genoma de cada virus (Bartlett 2003).
La secuencia del ADN viral que un investigador quiere amplificar es sometida a alrededor de 30 ciclos de copiado en un
pequeño tubo de ensayo. Un ejemplo de un tipo de prueba de PCR se ilustra en la Figura 28. En la prueba de PCR,
pedazos cortos de ADN (cebadores, o “primers”) complementarios a porciones específicas del ácido nucleico viral se
hibridan (adhieren) al ácido nucleico viral. Una enzima polimerasa termoestable es usada para sintetizar múltiples copias

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de una hebra de ADN (cADN) que es complementaria a la porción de la secuencia del ácido nucleico viral comprendida
entre los dos cebadores. Durante la reacción de PCR, el número de moléculas de la secuencia de interés se duplica con
cada ciclo, y después de 30 ciclos el resultado es más de 10 billones de copias de dicha secuencia. El producto de la
PCR puede detectarse usando electroforesis en gel, proceso en el cual una corriente eléctrica se utiliza para separar en
un gel a las moléculas de diferente tamaño. Luego de la separación, los fragmentos de ADN en el gel se tiñen con un
pigmento específico para ácidos nucleicos, y la presencia de una banda del tamaño apropiado indica la presencia del
virus para el cual los cebadores de ADN fueron diseñados. Para los virus de ARN, la hebra de ARN es “retro”-transcripta
a su ADN complementario, seguido de una amplificación del ADN resultante usando la técnica de PCR.
Figura 28

Manejo de enfermedades virales vegetales


A pesar de que prácticamente no existen compuestos antivirales capaces de curar las enfermedades virales en las plantas,
las medidas de control eficientes pueden mitigar o prevenir sustancialmente su ocurrencia. El primer paso requerido para
el manejo de enfermedades virales es la identificación del virus. La estrategia de manejo subsiguiente dependerá de la
forma por la cual un determinado virus ingresa al cultivo, de cómo el virus es transmitido entre las plantas de un mismo
cultivo, y de cómo el virus sobrevive en ausencia del cultivo (Haddidi et al. 1998). Medidas preventivas incluyen el uso de
semillas u órganos vegetativos certificados libres de virus, la eliminación de los posibles reservorios del virus en la
vegetación silvestre circundante, y la modificación de prácticas de siembra y cosecha. Si el virus tiene un vector de
transmisión conocido, el control o exclusión del vector es sumamente importante. Por ejemplo, los nematodos, insectos y
hongos vectores pueden controlarse con nematicidas, insecticidas y fungicidas, respectivamente.

Una estrategia alternativa para el control de virus es la utilización de resistencia a la infección viral, sea natural o modificada
por ingeniería genética. Si existen, los genes naturales de resistencia viral pueden introducirse a las variedades de un
cultivo por técnicas de mejoramiento convencional. Frecuentemente, estos genes naturales de resistencia se encuentran
en los distintos cultivares disponibles de un cultivo determinado. También, los genes de resistencia se encuentran en
plantas silvestres identificadas cerca del centro de origen del cultivo en cuestión. La ingeniería genética -la transferencia
de genes entre organismos específicos usando enzimas y técnicas de laboratorio y no la hibridación biológica- permite la
introducción de dichos genes en especies no emparentadas entre sí. Más aún, la resistencia viral puede diseñarse
modificando el sistema de defensa de silenciamiento de ARN en la planta. Esto se consigue introduciendo fragmentos del
ácido nucleico viral en los cromosomas vegetales. Tal resistencia transgénica confiere inmunidad a la infección del virus a
partir del cual dicho ácido nucleico fue originado. La efectividad de este tipo de resistencia transgénica se pone de
manifiesto por el manejo exitoso del virus del anillado de la papaya (Papaya ringspot virus) en Hawaii (Gonsalves et al.
2004). A pesar de que la ingeniería genética ofrece oportunidades ilimitadas para la obtención de cultivos vegetales
resistentes a virus, su aplicación en gran escala ha enfrentado cierta resistencia por parte de los investigadores, agencias
de control y el público en general. Para poder estimar si las plantas genéticamente modificadas para resistencia a virus
son seguras, se necesita primero entender en profundidad los riesgos potenciales asociados con la liberación de plantas
genéticamente modificadas al ambiente.

Viroides: Ácidos nucleicos infecciosos


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Arrabales s/n altura km 299 panamericana sur, Ica – Perú. Telefax 257444
Los viroides son ARNs infecciosos capaces de producir numerosas enfermedades vegetales de importancia económica
(Hull 2002). Estos patógenos son similares a algunos virus vegetales ya que su genoma contiene ARN, pero difieren de
los virus de ARN en dos aspectos fundamentales. Primero, los viroides están compuestos de ARNs ”desnudos”, es decir,
no poseen cubierta proteica. Segundo, los viroides no producen ningún tipo de proteínas cuando infectan a una célula
vegetal, más allá de que estén formados por ARN. El genoma de los viroides es una molécula de ARN pequeña y circular
que contiene entre 246 y 375 nucleótidos. Aunque los viroides no producen sus propias proteínas, son capaces de usar la
maquinaria celular del hospedante para reproducir su propio ARN y moverse dentro de otras células para luego infectar a
toda la planta.

Muchos años antes de que se descubriera que los viroides son patógenos especiales y diferentes a los virus vegetales,
las enfermedades causadas por viroides eran clasificadas como enfermedades virales. Una razón para esta confusión es
que los tipos de síntomas inducidos por viroides en las plantas son similares a aquellos inducidos por virus vegetales.
Estos síntomas pueden verse listando los nombres imaginarios otorgados a ciertos viroides (cabe mencionar que los
viroides se nombran de manera similar a los virus vegetales, con la diferencia de que el nombre terminar en “d”): el viroide
del tubérculo ahusado de la papa (Potato spindle tuber viroid, PSTVd), el viroide de la piel cicatrizada de la manzana (Apple
scar skin viroid, ASSVd) (Figura 29), el viroide de la quemadura de sol del aguacate (o palto) (Avocado sunblotch viroid,
ASBVd), y el viroide del cancro pustuloso de la pera (Pear blister canker viroid, PBCVd) A pesar de ser muy pequeños, la
importancia económica de los viroides puede resultar devastadora. Se estima que más de 30 millones de palmas cocoteras
en las Filipinas han muerto como resultado de la enfermedad causada por el viroide cadang-cadang del cocotero (Coconut
cadang-cadang viroid, CCCVd) (Figura 30 ).

Figura 29 Figura 30

Los viroides se clasifican en dos grandes familias, Pospoviroidae y Avsunviroidae, dependiendo del lugar de la célula en
el cual se replica el viroide (Tabler and Tsagris, 2004). Los viroides de la familiaPospoviroidae se replican en el núcleo
mientras que los viroides de la familia Avsunviroidae se replican el cloroplasto. Debido a que los viroides no producen
ninguna de sus propias proteínas, dependen de alguna de las ARN polimerasas de la planta y de otras proteínas vegetales
para su replicación.

Las pruebas de diagnóstico que se utilizan para la detección de viroides no están basadas en ensayos inmunológicos
debido a que los viroides no producen ninguna proteína durante la infección. Los protocolos de diagnóstico para los viroides
se basan en ensayos biológicos, tales como la transmisión mecánica a plantas indicadoras que producen síntomas de
utilidad diagnóstica, y en técnicas de detección basadas en el ARN del viroide. Las pruebas basadas en los ácidos
nucleicos incluyen la electroforesis en gel para detectar el ARN del viroide, pruebas de hibridación de ácidos nucleicos y
pruebas por la reacción en cadena de la polimerasa (PCR).

Los viroides se diseminan de una planta a otra a través de propagación vegetativa, contaminación mecánica, por polen o
por semilla. Las estrategias de manejo de enfermedades causadas por viroides son similares a aquellas usadas para las

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enfermedades virales, e incluyen el uso de material de propagación y semilla libre de viroide, la prevención de
contaminación mecánica y el uso de plantas resistentes a la infección de viroides.

Conclusiones
Los virus vegetales y los viroides son grupos de agentes fitopatógenos diversos e inusuales que infectan y causan
enfermedades en muchos cultivos vegetales. Debido a que estos patógenos dependen de la maquinaria celular normal de
sus hospedantes para poder reproducirse, es difícil eliminarlos sin dañar al hospedante. Por lo tanto, la mayor parte de
estrategias de manejo para las enfermedades causadas por virus vegetales y viroides están apuntadas a prevenir la
infección de la planta.

Referencias
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Tabla 1. Sitios web de interés con información de virus fitopatógenos (en inglés)

Nomenclatura Virus vegetales “online”, http://image.fs.uidaho.edu/vide/refs.htm


Viral descripciones y listas de la base de
datos VIDE

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Familias y Géneros of Virus http://www.ncbi.nlm.nih.gov/ICTVdb/Ictv/
fr-fst-g.htm

Virología Toda la virología en Internet http://www.virology.net/dvnreg.html


Vegetal
Gemininet –Información de http://www.danforthcenter.org/iltab/
Geminivirus geminiviridae/about.htm

Colección americana de cultivos http://www.atcc.org/common/catalog/


tipos (American Type Culture plantVirology/plantVirologyIndex.cfm
Collection)– Virus vegetales

Descripciones de virus vegetales http://www.dpvweb.net

Programa de certificación de virus http://plant-


para árboles frutales disease.ippc.orst.edu/articles.cfm?article_id=23

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