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ÍNDICE

1. Una precisión metodológica

2. El nacimiento de la astrobiología

3. ¿Un descubrimiento revolucionario?

4. ¿Qué podemos decir en la situación actual?

5. Una evaluación estadística: la ecuación de Drake

6. ¿Una Tierra rara?

7. La Paradoja de Fermi

8. En busca de otras civilizaciones: historia y leyenda del programa SETI

9. La segunda patria del SETI: Italia

10. El Gran Silencio

11. Veinte años decisivos

12. Ingredientes para una llamada cósmica

13. Hacia una comunicación efectiva

14. ¿Por qué pensar en esto ya ahora?

15. Consecuencias sociales y culturales

16. Implicaciones religiosas


1. Una precisión metodológica

En lo que sigue, siempre y solo hablaremos de la búsqueda de la vida “como la conocemos”, es


decir, en formas parecidas a las de la Tierra, que son basadas en la química del carbono y necesitan
agua liquida para sobrevivir. Dicho enfoque muy a menudo es considerado demasiado
“antropocéntrico”, sin embargo hay muchas buenas razones para pensar que, todo al contrario, sea el
único razonable.1 De todos modos, como veremos, ya es tan difícil buscar la vida como la
conocemos, que simplemente no tendría sentido buscar formas de vida del todo diferentes, ya que,
aun cuando existieran, muy probablemente ni siquiera estaríamos en grado de reconocerlas.

2. El nacimiento de la astrobiología

Como todos sabemos, ya vivimos en la era espacial, aunque la esploración directa del cosmos se
haya desarrollado de una manera mucho menos espectacular de lo que se pensaba en los Sesenta, al
tiempo de la conquesta de la Luna. Sin embargo, por otro lado, gracias al progreso de la tecnología,
hoy estamos en grado de descubrir muchas más cosas de manera indirecta, a través de los varios
tipos de telescopios y de robotes mucho más progresados que entretanto hemos construido.
Ahora bien, entre dichas cosas que podríamos descubrir en el espacio durante los próximos años,
hay también la vida. Se trata de una posibilidad real, aunque difícil, ya que hoy, por primera vez en la
historia, tenemos los medios técnicos que se necesitan para buscarla realmente en el mundo físico, en
cambio de limitarnos a especular teóricamente acerca de su posible existencia en nuestra mente.
En efecto, se puede considerar como fecha de nacimento de la bioastronomía el año 1976, cuando
los dos robotes gemelos Viking 1 y Viking 2 llegaron a Marte para hacer los primeros experimentos
para buscar signos de posible actividad biológica, pese a que sus resultados sigan siendo muy
controversiales, porque eran experimentos muy ambigüos (por lo que personalmente creo que nunca
se podrá llegar a una conclusión cierta y universalmente compartida).
Sin embargo, el punto interrogativo en la titular del capítulo es mandatorio, porque aún no está
nada claro si la astrobiología (o bioastronomía o esobiología), como ha sido llamada la búsqueda de
la vida en el espacio, está o no destinada a tener éxito.

3. ¿Un descubrimiento revolucionario?

En cambio, lo que sí está claro para todos es que, si dicha búsqueda tendrá éxito, ésta será una
nueva revolución científica, probablemente la más profunda en toda la historia de la ciencia, aunque
mucho dependa de qué cosa se descubre y de cómo se lo descubre. Por ejemplo, es evidente que
sería muy diferente encontrar una pequeña bacteria o ET en persona.Sin embargo, no solo de esto se
trata.
En efecto (dejando por el momento de lado el SETI, un método distinto que solo sirve para la
búsqueda de la vida inteligente y del cual hablaremos desde el § 7 en adelante), hay dos posibilidades
básicas, que son muy diferentes, más bien, casi opuestas:

1) Evidencia directa: o sea, se descubren seres vivos en otro planeta durante una misión espacial
(tanto robótica como con tripulación humana).

1
Por ejemplo, la química del carbono es la única que permite generar una complejidad adecuada a los seres vivos y
para funcionar correctamente necesita agua líquida y condiciones ambientales bastante parecidas a las de la Tierra.
Además, hay cada vez más indicios de que la evolución es convergente, o sea, tende a producir las mismas soluciones
para los mismos problemas también en situaciones diferentes (por ejemplo, la evolución de los animales terrestres ha
“inventado” el ojo unas 20 veces, independientemente una de otra, de maneras parcialmente diferentes, pero siempre
basadas en los mismos principios básicos).
2) Evidencia indirecta: o sea, se descubren signos de la existencia de seres vivos en otro planeta
a través de los telescopios.

Claro está que la evidencia directa nos daría muchas informaciones, pero solo podemos esperar
conseguirla dentro del sistema solar (porque los viajes a otras estrellas son actualmente imposibles y
así seguirán ciertamente en el futuro próximo y probablemente por siempre). Además, incluso en el
interior del sistema solar se trata de una búsqueda muy difícil, pues hay muy pocos lugares en que la
vida podría existir (básicamente Marte, Europa, Titán y quizás algunos otros satélites de los planetas
gigantes) y además, al menos por el momento, no se puede ir a esos con una tripulación humana,
sino solo usando robotes, pero que tienen varios límites.2
Por fin, incluso si allá se descubriese realmente la vida, podría ser difícil estar ciertos de que tenga
realmente un origen independiente de la vida terrestre, porque hoy sabemos que las bacterias pueden
sobrevivir por largo tiempo en ambientes muy hostiles, incluso en los meteoritos. Luego, en un
mismo sistema estelar la vida podría nacer solo en un planeta, pero después difundirse también en los
otros en consecuencia de la caída de un meteorito, por la cual algunas rocas de dicho planeta podrían
ser lanzadas en el espacio, convirtiendose a su vez en meteoritos, hasta caer a otros planetas, así
llevando a esos las bacterias que estaban en su interior
, como algunos hipotetizaron que haya ocurrido en el caso del famoso meteorito marciano
ALH84001, aunque en este caso, si realmente hubo bacterias en eso (lo que todavía no está cierto),
solo eran fósiles. De todos modos, esto demuestra que un evento de este tipo es por lo menos
posible y solo se podría descartar si la biología de las bacterias marcianas fuese claramente distinta a
la de las bacterias terrestres, lo que no está por nada cierto. 3
En cambio, la evidencia indirecta es mucho más difícil de conseguir 4 y además nos daría muy
pocas informaciones, pero por otro lado, siendo afuera del sistema solar, el origen independiente de
la vida estaría prácticamente cierto.
De todos modos, si, de una manera u otra, se descubriese la evidencia de otro origen
independiente de la vida
, esto no significaría solo que la vida en la Tierra no es única
, sino, más básicamente, que la vida es un resultado normal de la evolución cósmica. ¿Por qué?
La razon es que en principio parece que hay solo dos posibilidades:
1) existe un proceso preciso que produce la vida cuando hay ciertas condiciones, y por tanto la
vida es muy común;
2) la vida es el producto del encuentro (muy improbable) de varios procesos independientes, y por
tanto la vida es muy rara.
Ahora bien, si, tarde o temprano, vamos a encontrar la vida en el espacio, esto siempre será (a la
escala cósmica) “en el jardín de nuestra casa”, debido a los límites de nuestros instrumentos en
comparación a la inmensidad del universo. Sin embargo, si la vida fuese muy rara, entonces la

2
Por ejemplo, mi gran amiga Rosalba Bonaccorsi (?-viva), una astrobióloga italiana que trabaja por la NASA y que
está estudiando desde hace años los llamados “análogos terrestres de Marte” (o sea, zonas de la Tierra, como los
desiertos del Mojave y de Atacama, el valle del Rio Tinto y la Antártica, que tienen caracteristicas parecidas a las de
Marte y donde por tanto se puede testar los robotes en condiciones parecidas a las que encontrarán en su misión real),
colaborando varias veces con la SCAP, la Sociedad Científica de Astrobiología del Perú liderada por Julio Valdivia (?-
vivo), me ha explicado que, sorpresivamente, se ha descubierto que los resultados de los experimentos hechos por los
robotes muy a menudo no son iguales a los de los mismos experimentos hechos en los mismos lugares por los
investigadores humanos. Además, los robotes pueden descubrir solo lo que están programados para buscar (lo que en
este caso podría ser un problema serio, pues no se sabe exactamente qué cosa buscar) y pueden buscar solo en la
superficie, pues están en grado de excavar agujeros profundos solo a pocos milímetros (aunque en 2020 con la misión
Exomars se debería llegar “incluso” a 2 metros). De paso, me gusta decir que Rosalba, además de ser una científica
muy valiosa, es también una de las personas más simpáticas y divertidas que conozco: las noches pasadas a conversar
(y sobre todo a reir) con ella durante los congresos en que hemos participado juntos han sido (y siguen siendo) una de
las experiencias más bellas e importantes de mi vida.
3
Véase la nota 1 acerca de la evolución convergente.
4
Básicamente esto se podría conseguir analizando la atmósfera del planeta (lo que aún no estamos en grado de hacer,
pero ya falta poco) y descubriendo sustancias químicas cuya presencia solo se puede explicar como efecto de una
actividad biológica.
probabilidad de dos origenes independientes tan cercanos sería prácticamente cero. Luego, si los
descubriesimos realmente, sería muy razonable pensar que esto ha acontecido porque la vida no es
por nada rara, sino está por todas partes en el cosmos.

4. ¿Qué podemos decir en la situación actual?

De todos modos, lo anterior se refiere al futuro.¿Qué podemos decir en la situación actual? ¿Es
posible por lo menos intentar alguna evaluación razonable de la probabilidad de que la vida
extraterrestre exista realmente?
Una opinión muy común, pero también muy simplista, es que la vida extraterrestre tiene que
existir necesariamente, en algún lugar, debido al número de las estrellas, que en efecto es realmente
enorme, pues en todo el universo visible hay alrededor de 100.000 millones de estrellas por galaxia y
alrededor de 100.000 millones de galaxias, lo que en total significa 10 22 estrellas (o sea 10 millones
de millones de millones).
Claramente sería irrazonable subestimar la fuerza del argumento, pues la inmensidad del universo
es un hecho. Sin embargo, incluso este número, por más grande que sea, puede ser balanceado
mucho más facilmente de lo que se cree, no solo en el caso de que para el nacimiento y la evolución
de la vida se necesiten algunos factores muy improbables, sino también en el caso (que generalmente
no se toma en consideración) de que se necesiten muchos factores independientes, pese a que cada
uno de esos, considerado aisladamente, tenga una probabilidad bastante alta de acontecer. En efecto,
un teorema básico del cálculo de las probabilidades dice que la probabilidad total de un conjunto de
factores independientes es igual al producto de las probabilidades de cada uno de esos: luego, si los
factores independientes son muchos, entonces la probabilidad total puede ser extremadamente baja
pese a que, considerados uno por uno, sean todos bastante probables, como veremos mejor al final
del § 6. En efecto, no es nada casual, sino, al contrario, muy significativo, que generalmente los más
optimistas con respecto a la probabilidad de la existencia de la vida extraterrestre son los astrónomos
y los físicos, que son muy impactados por la enormidad del universo, pero no conocen bien la
enormidad de la complejidad de los seres vivos, mientras que los más pesimistas son exactamente los
biólogos, que dicha complejidad conocen perfectamente.
Luego, si se quiere tratar el tema en serio, se necesita discutir todos dichos factores en detalles, lo
que no es nada fácil, porque actualmente, mientras que hemos llegado a entender bastante bien el
marco general de la cuestión, lo que nos falta es exactamente el conocimiento preciso de muchos
importantes detalles. Por lo tanto, en lo que sigue veremos qué cosa se puede razonablemente decir
en la situación actual, pero siempre intentando ser intelectualmente honestos, o sea, diciendo
claramente que no sabemos lo que no sabemos, en lugar de presentar meras hipótesis como si fueran
conocimientos reales, como en cambio, lamentablemente, muy a menudo acontece cuando se hace
este tipo de discurso.

5. Una evaluación estadística: la ecuación de Drake

Generalmente, todo análisis de este tipo se basa en la famosa ecuación de Drake, así llamada
porque fue propuesta por el astrónomo estadounidense Frank Drake (1930-vivo) en 1961:

N = R* fp ne fl fi fc L

Es decir, N (que es el número de civilizaciones inteligentes que intentan comunicar con las otras)
es igual al producto de:

R* = número de nuevas estrellas que nacen por cada año por galaxia;
fp = fracción de estrellas que tienen planetas;
ne = número de planetas por estrellas idóneos para sustentar una ecosfera;
fl = fracción de planetas idóneos en que la vida evoluciona realmente;
fi = fracción de líneas evolucionarias que llegan a la inteligencia;
fc = fracción de civilizaciones inteligentes que quieren comunicar;
L = longevidad media de una civilización tecnológica.

La ecuación de Drake tiene esta forma porque originalmente fue propuesta en el ámbito del
programa SETI (véase § 8) y por lo tanto quería evaluar el número de civilizaciones extraterrestres
que podrían intentar comunicar con nosotros. Sin embargo, si dejamos de lado este problema y
consideramos solo los primeros 4 términos, la ecuación habla de la vida en general, y si
consideramos también el cuinto habla en particular de la vida inteligente de cualquier tipo (o sea, no
solo tecnológica).
El problema básico es que aún no conocemos los valores de dichos términos
,aparte del primero, R*, que es igual, más o menos, a 20 estrellas por año por galaxia y deriva
directamente de los resultados de las observaciones
.
De todos modos, en los últimos años se han conseguido varias pruebas de que el valor de fp (o
sea la fracción de estrellas que tienen planetas) debería ser muy alto, desde 10% hasta casi 100%,
porque se han descubierto muchos planetas extrasolares5 y, sobre todo, muchos discos de acreción,
es decir, nubes de polvo cósmico de las cuales se forman tanto las estrellas como sus planetas, lo que
significa que el proceso que llega a la formación de los planetas es un hecho normal, que siempre o
por lo menos muy a menudo va de mano con el proceso de formación de las estrellas.
También el valor de ne (o sea el número de planetas por estrella que son idóneos para hospedar
una ecosfera) debería ser bastante alto o por lo menos significativo, quizás entre 1% y 10%. En
efecto, los planetas que han sido descubiertos hasta ahora son casi todos gigantes con órbitas muy
excéntricas
, que son horribles para la vida por su inestabilidad (por la cual el planeta podra caer a la estrella o
perderse en el espacio) y por los grandes saltos de temperatura que producen
. Sin embargo, ya parece cierto que esto depende básicamente de los límites actuales de nuestros
instrumentos, pues obviamente es más fácil descubrir un planeta grande que uno pequeño, sobre
todo considerando que los métodos que tenemos hoy en día para descubrirlos son todos indirectos y
se basan en la posibilidad de medir las perturbaciones producidas en el movimiento o la luminosidad
de la estrella por el planeta (que aún no podemos ver, aunque la tecnología está progresando muy
rápida y en pocos años esto debería volverse posible). Sin embargo, hay evidencias estadísticas6 de
que en realidad la mayoría deberían ser más o menos como los planetas de nuestro sistema solar y en
pocos años, cuando nuestros instrumentos seran sensibles lo suficiente, dicha hipótesis debería
convertirse en certeza.
Las grandes incógnitas son 2:
fl (o sea la fracción de planetas idóneos en que la vida evoluciona realmente);
fi (o sea la fracción de líneas evolucionarias que llegan a la inteligencia).
Actualmente acerca de dichos problemas no sabemos prácticamente nada y, si bien pueda ser
interesante plantear hipótesis, siempre tenemos que no olvidar que son, exactamente, hipótesis, y
nada más, también cuando son propuestas por científicos distinguidos. En particular, acerca del
origen de la vida en la Tierra, al fin y al cabo, pese a todos los descubrimientos hechos en los años
que han pasado desde entonces, siguen siendo básicamente válidas las palabras escritas en 1970 por
5
El primer planeta extrasolar que se ha descubierto es 51 Pegasi b, anunciado el 6 de octubre de 1995 por los
astrónomos suizos Michel Mayor (1942-vivo) y Didier Queloz (1966-vivo). Desde entonces, se han descubierto
muchísimos otros. Hoy es incluso difícil establecer cuántos son exactamente, pues el satélite Kepler, lanzado el 7 de
marzo de 2009, ha descubierto miles de posibles candidatos, muchos de los cuales aún no han sido examinados. De
todos modos, los planetas extrasolares ya oficialmente confirmados por los astrónomos son más de 2000.
6
Ya desde el 2002, sobre todo gracias al astrónomo australiano Charles Lineweaver (?-vivo). Las observaciones
sucesivas han confirmado su evaluación con gran exactitud.
el gran biólogo y ganador del Nobel francés Jacques Monod (1910-1976), el más duro, pero
también el más intelectualmente honesto de los partidarios de la interpretación materialista de la
evolución:

El problema más grave consiste en el origen del código genético y de su mecanismo de traducción. Más
exactamente, en vez de “problema” acá se debería hablar de enigma. El código no tiene sentido si no es traducido. El
mecanismo de traducción de la celula moderna implica al menos cincuenta constituentes macromoleculares, esos
también codificados en el ADN. Luego, el código genético puede ser traducido solo por los mismos productos de su
propia traducción. [...] Pero ¿cuándo y cómo este anillo se ha cerrado sobre si mismo? Es muy difícil siquiera
imaginarlo. [...] La estructura actual de la biosfera no excluye la hipótesis de que el evento decisivo haya ocurrido una
sola vez, al contrario. [...] Esta idea les repugna a la mayoría de los científicos. La ciencia no puede decir o hacer nada
de un evento único. Esa solo puede “discutir” de eventos que forman una clase. [...] Ahora bien, gracias a la misma
universalidad de sus estructuras, empezando por el código, la biosfera se revela ser el producto de un evento único.
(Monod 1970: 116-118, cursivas del autor)

Dicho esto, para completar nuestro análisis de la ecuación y para preparar el discurso acerca del
SETI, que será desarrollado en los próximos párrafos, podemos tratar brevemente de estimar
también cuál podría ser el número de civilizaciones extraterrestres con las cuales sería supuestamente
posible comunicar (obviamente si hay otras civilizaciones, lo que, como hemos recién dicho,
actualmente ninguno sabe). Por esto tenemos que considerar 2 factores más.
El primero es fc (o sea la fracción de civilizaciones inteligentes que intentan comunicar).
Personalmente creo que, si hay otras civilizaciones, el porcentaje de las que quieren comunicar
debería ser muy alto, quizás hasta cerca del 100%, porque me parece que el deseo de saber si existen
otros seres inteligentes y de comunicar con ellos es algo que va necesariamente de mano con la
inteligencia misma y, en particular, con la capacidad de desarrollar la ciencia, por la cual se necesitan
mandatoriamente curiosidad y espíritu de iniciativa. Y de hecho, como veremos mejor en lo que
sigue, nostros los seres humanos apenas hemos tenido una tecnología suficiente, pese a que era
todavía inadecuada, casi inmediatamente hemos intentado usarla para este fin. Además, toda
civilización tecnológica siempre finaliza inevitablemente con comunicar con las otras incluso si no
quiere hacerlo, porque produce ondas de radio por sus comunicaciones internas, que después se van
en el espacio hasta llegar, tarde o temprano, a otros planetas, exactamente como hacen las nuestras
desde hace varias décadas. Sin embargo, es posible que dicho porcentaje sea en realidad un poquito
menor si tomamos en cuenta la eventualidad de que existan seres inteligentes que no han
desarrollado una tecnología moderna porque viven en planetas que no lo permiten, por ejemplo
porque tienen poco de metales o porque no tienen tierra firme sino solo océanos (pues, por lo menos
al principio, para el desarrollo de la tecnología es necesario el fuego, que obviamente no se puede
encender en el agua). Pero esto no debería ser un caso muy común, porque en efecto parece que
las mismas condiciones que son necesarias para la tecnología son también necesarias para la
vida.7 De todos modos, justo para tomar en cuenta todos los posibles factores negativos, podemos
hacer una apuesta un poquito más cautelosa y decir que el porcentaje total de civilizaciones que
quieren y pueden comunicar es entre 25% y 90%.
Por fin, consideremos L (o sea la longevidad media de una civilización tecnológica).
Generalmente los científicos son muy pesimistas al respecto, porque creen que sea muy probable que
las civilizaciones tecnológicas vayan a autodestruirse en poco tiempo (unos miles de años al máximo
desde cuando tienen la capacidad de hacerlo). Sin embargo, hay que decir que los científicos tienden
a ser un poquito moralistas: en efecto, generalmente ellos no tienen mucha estima de la humanidad,
porque piensan que, si fuese una especie decente, sería feliz de ser gobernada por los científicos
mismos; y, como no es así, entonces generalmente piensan que vamos todos a acabar mal. En
cambio, yo creo que también el valor de L sea probablemente muy grande (millones de años)

7
Hasta el punto que en algunos artículos (Musso 2001a, 2001b) he incluso propuesto lo que he llamado (por analogía
con el célebre Principio Antrópico) Principio Techno-Antrópico, que dice: “El universo está hecho de manera tal como
para permitir en su interior la existencia de la vida tecnológica”.
, pues es verdad que la tecnología sí crea nuevos riesgos, pero permite también eliminar muchos
más, sobre todo los meteoritos, que, como hemos recién descubierto, son la principal amenaza para
la vida compleja (incluida la inteligente) en nuestro universo.
Sin embargo, hay que reconocer honestamente que todo nuestro análisis aún no es preciso lo
suficiente como para llegar a una evaluación razonable de la probabilidad de la existencia de vida
extraterrestre, básicamente porque aún no conocemos, ni siquiera de una forma aproximada, los
valores de los 2 términos cruciales fl y fi. Luego, en la situación actual, de hecho la ecuación de
Drake nos ayuda a evaluar más bien el alcance de nuestra ignorancia que de nuestros conocimientos.
Aunque esto tenga indudablemente cierta importancia (no solo en sí, sino también porque nos señala
cuáles son los problemas en que más necesitamos profundizar), al fin y al cabo la verdad es que para
saber si existe realmente la vida afuera de la Tierra tendremos que esperar los resultados de las
próximas investigaciones de campo.

6. ¿Una Tierra rara?


Pese a que, como hemos recién dicho, acerca de estos temas actualmente solo es posible plantear
hipótesis que aún no estamos en grado de verificar, hay que decir que en los últimos años ha sido
propuesto un importante cambio teórico, tan profundo que no puede ser ignorado ni siquiera por los
que no lo aceptan.
En efecto, la posición clásica, aceptada por la gran mayoría de los científicos (pese a que estaba
basada en sentimientos y opiniones personales más bien que en hechos reales), siempre ha sido que el
nacimiento de la vida es difícil, mientras que su evolución hacia formas cada vez más complejas,
hasta llegar a la inteligencia, es (relativamente) fácil. Sin embargo, en el 2000 el paleontólogo Peter
D. Ward (1949-vivo) y el astrónomo Donald Brownlee (1943-vivo), ambos estadounidenses,
publicaron un libro de extraordinario éxito, Rare Earth: why complex life is uncommon in the
universe (Tierra rara: porque la vida compleja no es común en el universo), en el cual sostuvieron
la posición opuesta, es decir: el origen de formas de vida simples (o sea, análogas a las bacterias) es
fácil, mientras que su evolución hasta formas complejas (o sea, análogas a los animales) es muy
difícil, porque hay por lo menos 18 factores independientes que son responsables de unas 40
características diferentes, todas necesarias para la vida compleja. Ahora bien, si dichos factores
fuesen realmente todos independientes unos de otros, entonces, por el teorema básico que hemos
visto al principio del § 4, para calcular la probabilidad total tendríamos que muliplicarlos unos con
otros. Por tanto, sería suficiente que tengan en promedio una probabilidad de poco menos del 10%
(que no es por nada una probabilidad escasa: al contrario, es una probabilidad muy alta) para obtener
una probabilidad total para la existencia de la vida compleja de 1/1022
. Y como 1022 (o sea, 10 mil millones de millones de millones) es también el número de las
estrellas que existen en todo el universo visible
, esto querría decir que solo una estrella (el Sol) en todo el universo tiene un planeta (la Tierra)
que hospeda la vida compleja.8
Concluyendo, cabe repetir que esta también no es nada más que una hipótesis: actualmente no
estamos nada ciertos ni de que estos 18 factores sean todos realmente necesarios, ni de que sean

8
El astrónomo australiano Ray Norris (1953-vivo) ha calculado que solo en base a la frequencia y a la magnitud de
las catástrofes cósmicas causadas por las supernovas y por los brotes de rayos gamma (explosiones 100.000 veces más
poderosas que las más poderosas supernovas, cuya causa queda todavía incierta) la vida en la Tierra ya habria debido
exstinguirse totalmente o casi al menos veinte veces, desde cuando apareció hasta la fecha (cfr. Norris [2000]). Si así
es, entonces significa que hemos tenido realmente mucha suerte, al punto que es incluso difícil encontrar un ejemplo
adecuado: ciertamente no lo es la clásica metáfora de Monod de la victoria a la ruleta citada en lo anterior, que es
enormemente más probable; quizás decir que es como ganar 20 veces seguidas la lotería pueda dar una idea. Por lo
tanto, está claro que o nuestras actuales teorías acerca de dichos fenómenos y sus consecuencias para la vida estáan
gravemente equivocadas o no hay muchas esperanzas de encontrar alguien ahí afuera. Y hay que recordar que los
eventos considerados por Norris solo tienen que ver con los últimos 3 de los 18 factores listados por Ward y Brownlee.
realmente todos independientes. Sin embargo, es una hipótesis interesante, porque por lo menos nos
auyda a entender mejor que el problema está todavía realmente abierto a cualquier solución.

7. La Paradoja de Fermi

Pues aún no sabemos cómo son las cosas, hay que reconocer que, en base al estado actual de
nuestros conocimientos, es por lo menos posible que existan realmente otras civilizaciones y por lo
tanto es perfectamente razonable buscarlas, como en efecto se está haciendo por medio del llamado
programa9 SETI (Search for Extra-Terrestrial Intelligence), que desde hace casi 60 años busca
posibles senales de hipotéticas civilizaciones extraterrestres, básicamente a través de los
radiotelescopios (aunque exista también un SETI óptico, cuya importancia, sin embargo, es bastante
marginal).10
Para evitar peligrosos malentendidos, cabe subrayar inmediatamente que el SETI no tiene nada
que ver con los OVNI, no solo desde el punto de vista práctico, porque se trata de una búsqueda
completamente científica, sino también desde el punto de vista teórico, porque se basa en la
hipótesis diametralmente opuesta, o sea, en la convicción de que los viajes interestelares son
imposibles o por lo menos son demasiado difíciles y costosos, incluso para las civilizaciones
tecnológicamente más avanzadas, por lo que se excluye la posibilidad de un contacto directo y solo
se puede intentar detectar indirectamente su presencia (y quizás también comunicar) via radio.
Es importante enteder que esta es mucho más que una mera opinión, ya que, además de los
problemas físicos (cf. Musso 2011a, § 4.6), en contra de la factibilidad de los viajes interestelares hay
también un argumento muy fuerte que se basa en la llamada “Paradoja de Fermi”, así nombrada
porque fue enunciada el 20 de mayo de 1950 por el gran físico italiano Enrico Fermi cuando,
mientras que estaba conversando de este tema durante el almuerzo con sus colegas Edward Teller
(1908-2003), Emil Konopinski (1911-1990) y Herbert York (1921-2009), de repente les preguntó:
«¿Donde están todos los demás?», con el cual quería decir precisamente que “los demás”, si
existieran, ya deberían haber llegado a la Tierra desde hace mucho tiempo.
Para hacer la paradoja más clara y explícita, se puede “traducir” la formulación super-sintética de
Fermi en un conjunto de 3 enunciados: a) existen otras civilizaciones; b) ninguna de esas aún ha
llegado a la Tierra; c) los viajes interestelares son posibles. Ahora bien, la Paradoja de Femi dice que,
aunque cada uno de dichos enunciados considerado aisladamente pueda ser verdad, sin embargo no
pueden ser verdad todos los 3 al mismo tiempo, ya que esto sería contradictorio: luego, si los
consideramos en su conjunto, por lo menos uno tiene necesariamente que ser falso.
La esencia de su razonamiento (que tiene muchas otras consecuencias, pero que acá no vamos a
considerar, ya que esto nos alejaría demasiado de nuestro tema) es el siguiente. Antes que nada
tenemos que considerar que, si existen realmente otras civilizaciones, serían por cierto mucho más
antiguas que la nuestra, por la simple razón que nosotros, a la escala cósmica, hemos recién nacido, y
quienquiera está más viejo que un recién nacido. Dicho de una forma más precisa, en primer lugar
hay que considerar que las primeras estrellas en grado de tener planetas adaptos para la vida han
aparecido hace 5 mil millones de años. Es verdad que entre dichas estrellas hubo también el Sol, por
lo que la Tierra podría ser uno de los primeros planetas en que la vida ha nacido, pero después para
llegar a generar a nosotros los seres humanos esta vida primordial tuvo que evolucionar por algo

9
A pesar de que el primer término del acrónimo, search (búsqueda), es femenino tano en inglés como en italiano y en
castellano, usualmente se dice “el” SETI y no “la” SETI, porque queda implícito exactamente “programa”.
10
La razón básica es que las estrellas emiten energía sobre todo en forma de luz visible, mucho menos de ondas de
radio. Luego, es mucho más dificil distinguir una hipotética señal artificial óptica de la luz de la estrella, que
distinguir una hipotetica señal de radio artificial de las emisiones de radio de la estrella (en efecto, hasta la fecha ni
siquiera estamos en grado de distinguir la luz de un entero planeta de la luz de su estrella). De hecho, esto solo se
podría hacer en el caso de una señal de laser muy fuerte, pero que es razonable esperarla solo en el caso de un mensaje
enviado intencionalmente a la Tierra, lo que es muy improbable que acontezca, por razones que explicaremos más
delante (cf. § 10). El primer programa de SETI optico fue el COSETI del inglés Stuart Kingsley (1948-vivente), que
empezó en 1993 en Bexley (Ohio) y sucesivamente se trasladó en Inglaterra, donde sigue todavía. El más grande es el
de Berkeley, empezado en 1997 en Hat Creek. Además de esos, el único otro programa de SETI óptico ha sido
desarrollado en Italia (ver § 9).
como 4000 millones de años: ahora bien, en un tiempo tan largo hasta mínimas variaciones en la
velocidad de la evolución en los varios planetas se convertirían en diferencias de decenas o incluso
cientos de millones de años con respecto al momento en que de dicha evolución ha nacido la primera
especie de seres inteligentes.11 Luego, descartando la hipótesis, claramente absurda, de que la
evolución está tan perfectamente sincronizada que todas las civilizaciones del universo han nacido
contemporaneamente, deriva que las otras son todas o mucho más jovenes o mucho más antiguas
que la nuestra. Sin embargo, como nosotros hemos recién nacido, civilizaciones más jovenes que la
nuestra quizás podrían nacer en el futuro, pero por supuesto no pueden existir ya. Luego, solo
quedan dos posibilidades: o no existen por nada otras civilizaciones, y por lo tanto nunca las vamos a
encontrar; o bien, si existen, entonces son todas mucho más antiguas que la nuestra, y por lo tanto, si
los viajes interestelares fuesen posibles, ya tendríamos que haber encontrado algunas, pues ya habrían
tenido todo el tiempo para desarrollar la tecnologia necesaria12 y colonizar toda la galaxia, incluida la
Tierra. Entonces, ¿por qué ya no estan aquí? Fermi, quien, así como casi todos en aquella era de gran
optimismo tecnológico, no tenía dudas acerca la factibilidad de los viajes interestelares, concluyo que
los ET no existen, lo que obviamente le quitaría cualquier sentido al SETI. Nosotros, que a la luz de
nuestros actuales conocimientos tenemos (lamentablemente) varias razones de ser un poquito más
escépticos con respecto a los viajes interestelares, podemos en cambio serlo un poquito menos con
respecto a los ET y pensar que sí existen, pero, exactamente al igual que nosotros, no pueden salir de
su planeta de origen, en el cual caso el SETI no solo tendría sentido, sino que sería incluso nuestra
unica posibilidad para establecer un contacto con ellos.
Para decirlo todo y ser intelectualmente honestos, hay que mencionar que hubo muchos intentos
de eliminar la contradicción que está en la base de la Paradoja de Fermi, proponendo varias hipótesis
adicionales tales que los 3 enunciados que forman dicha paradoja podrían ser todos verdad al mismo
tiempo. Sin embargo, con todo el debido respeto por sus autores, que a menudo son científicos muy
distinguidos, tras estudiar en profundiad toda la cuestion me siento de decir que ninguna de dichas
hipótesis resiste a un análisis detallado. 13 En particular, la más popular, usualmente llamada, un poco
groseramente, “hipótesis del parque zoológico” (pero que se debería más correctamente llamar
“hipótesis de la Primera Directiva de Star Trek”, pues supone que, al igual que en la célebre serie
televisiva, los ET ya podrían estar aquí, pero solo para osservarci senza interferire, data la nostra
arretratezza tecnologica e morale), que en las intenciones de sus proponentes debería expresar una
gran apertura mental, paradojicamente es muy antropocéntrica y no entiende el sentido profundo del
razonamiento de Fermi, ya que supone implícitamente que los

11
De nuevo Norris, en el artículo ya mencionado (cfr. § 6 nota 8), ha calculado que lo más probable es que, si existen
otras civilizaciones, sean más antiguas incluso de 1700 millones de anos en promedio y que solo una en cada mil
tenga menos de un millón de años más que la nuestra (cfr. Norris [2000]). Sin embargo, cabe decir que su análisis se
basa exclusivamente en factores de tipo astrofísico, ignorando completamente, según la (mala) costumbre de físicos y
astrónomos a este propósito, los factores de tipo propamente biológico, que si en cmabio fueran tomados en cuenta,
como se debería, por cierto llevarían a valores muchos menores de los calculados por él: pero no tan menores como
para modificar radicalmente el marco general que hemos esbozado, el cual para nuestros fines es ampliamente
suficiente.
12
Aunque sea verdad que, al contrario de lo que podría aparecer obvio a primera vista, la edad de una civilización no
es directamente proporcional a su desarrollo tecnológico, ya que es verisimle que este último no pueda crecer
indefinitamente, sino que tarde o temprano empieze a desacelerar hasta prácticamente pararse, esto no es un
argumento válido en contra de lo que hemos recién dicho, más bien, es exactamente lo contrario. En efecto, si el
desarrollo tecnológico tiene un límite intrínseco, considerando lo que hemos realizado nosotros los terrestres en solo
400 años desde la fundación de la moderna ciencia experimental por obra de Galileo Galilei (1564-1642) parece del
todo verisimle (aunque no se pueda llegar a una certeza absoluta) que dicho límite sea alcanzado por cualquier
civilización en un tiempo relativamente breve en comparación a su vida mediana, del orden de los millares o al
máximo de las decenas de millares de años, pero ciertamente no de los millones: por consiguiente, si los viajes
interestelares fuesen posibles, una civilización más antigua que la nuestra de muchos millones de años debería haber
desarrollado la tecnología necesaria ya desde hace muchos millones de años.
13
Con la excepción de un par de esos, pero que, aunque teóricamente posibiles, son realmente muy improbables. A
quienes quiere profundizar en toda la cuestión les aconsejo Musso (2012), el artículo (publicado en Acta Astronautica,
la revista más importante del mundo en el campo de las ciencias del espacio) en el cual he resumido todos los
resultados de mi investigacion al propósito y que ha recibido comentarios muy positivos por algunos de los más
distinguidos miembros de la comunidad del SETI, como Ivan Almar, David Brin y Michael Michaud.
ET hayan llegado a la Tierra cuando nuestra civilización o por lo menos nuestra especie ya existía, es
decir, solo hace unos millares o al máximo decenas de millares de años, lo que, como ya hemos visto,
es extremadamente improbable. En cambio, lo que Fermi quería decir es que si los ET existieran,
entonces ya deberían haber llegado hace millones de años, cuando en la Tierra no solo aún no existía
ninguna civilización humana que respetar, sino que aún no existía ni siquiera el Homo Sapiens y muy
probablemente tampoco sus más antiguos ancestros antropomorfos, por el cual los ET no habrían
tenido ningún motivo de renunciar a construir su propia civilización, que inevitablemente, aunque no
intencionalmente, habría impedido el nacimiento de la nuestra. Incluso aceptando la idea de que, por
alguna razón, a una cierta altura dicha civilización haya sido abandonada o se haya extinguido,
siendo tecnológicamente tan avanzada habría tenido necesariamente, de una manera u otra, que dejar
algun signo de su existencia: después de todo, los paleontólogos han descubierto restos fósiles de
criaturas terrestres que han vivido incluso alrededor de hace 4000 millones de años. Y como, por lo
contrario, de dicha hipotética colonización de la Tierra por los ET en tiempos prehistóricos no hay
ningún testimonio, parece que realmente la única manera de solucionar la paradoja sin dejar de creer
en la existencia de otras civilizaciones sea dejar de creer en los viajes interestelares.

8. En busca de otras civilizaciones: historia y leyenda del programa SETI

Fue exactamente en base a un razonamiento de este tipo que la idea del SETI (que entoces aun no
se llamaba asì) fue propuesta por primera vez el 19 de septiembre de 1959 en un célebre articulo en
la prestigiosa revista Nature por el italiano Giuseppe Cocconi (1914-2008) y el estadounidense
Philip Morrison (1915-2005), quienes propusieron usar para esta búsqueda los radiotelescopios,
que se habían construido para estudiar las emissiones de radio producidas naturalmente por las
estrellas y que justo en los Cincuenta habían progresado de manera espectacular, gracias a los
avances hechos por la tecnología, por razones militares, durante la Segunda Guerra Mundial.
Los dos físicos individuaron también la frequencia donde sería más lógico buscar: la de 1420
MHz, que corresponde a una longitud de onda de 21 cm, o sea, a la frecuencia que corresponde a la
emisión espontánea del hidrogeno, que, siendo el elemento de lejos el más común en el universo
(alrededor del 75% del total), debería ser muy bien conocido por quienquiera tenga conocimientos
científicos suficientes como para construir un radiotelescopio. Luego, exactamente como en el caso
de dos amigos que se hayan dado una cita en Paris, pero sin especificar en cual lugar, lo más lógico
para cada uno sería ir al lugar más característico de la ciudad, o sea la Torre Eiffel, esperando que al
otro también se le ocurra la idea de ir allá, asimismo dos civilizaciones que se buscan a través del
espacio, sin que cada una sepa donde esta la otra, tendrán las mayores probabilidades de tener éxito
si se buscarán transmitiendo y escuchando en el “lugar más característico” del propio universo, es
decir, precisamente la “frequencia mágica” del hidrogeno. Pese a que esta idea sigua siendo
considerada válida por la mayoría de los científicos del SETI, hoy en día, gracias al progreso
tecnológico que lo ha hecho posible, se prefiere observar contemporáneamente el mayor numero
posible de frequencias, para no descartar ninguna posibilidad. Sin embargo, no cabe duda de que una
señal “sospechosa” a la frecuencia del hidrogeno les llamaría inmediatamente la atención mucho más
que cualquier otra, así como por ejemplo aconteció en el caso del famoso Wow Signal (cf. § 10).
Asimismo, si un día se tomara la decisión de enviar una transmisión desde la Tierra de nuestra
iniciativa y no como respuesta a otra señal que se haya entretanto recibido, está casi cierto que sería
escogida dicha frecuencia. Para los pocos mensajes que se han enviado hasta ahora (cf. § 12) nunca
se ha usado, pues está prohibido, en cuanto esto interferiría con la radioastronomía normal, para la
cual, como hemos dicho, la frecuencia del hidrogeno es muy importante: sin embargo, está claro que
la prohibición ya no se aplicaría en el caso de que la decisión de transmitir fuese tomada a nivel
internacional y no solo por la iniciativa personal de pocos individuos, como siempre ha acontecido
hasta la fecha.
Para pasar del dicho al hecho solo se tardó unos meses, gracias a un joven radioastrónomo
estadounidense, el ya mencionado Frank Drake, che el día 8 de abril de 1960, completamente solo,
empezó la primera búsqueda de este tipo, el llamado Project Ozma,14 en el Observatorio de Green
Bank en West Virginia, en donde el año siguiente se celebró también el primer congreso de la historia
dedicado al SETI, al principio del cual, la mañana del día 1 de noviembre de 1961, Drake propuso su
famosa ecuación, que todavía sigue luciéndose grabada en una placa incrustada en la pared del
Observatorio. En 1966 en el ámbito de la International Academy of Astronautics (IAA), el máximo
organismo mudial en el campo de las ciencias del espacio, fue creado un grupo de investigación
sobre el tema, che sucesivamente, al principio de los Setenta, se convirtió en un organismo estable,
actualmente15 llamado SETI Permanent Committee, que sigue siendo el único organismo reconocido
oficialmente por la comunidad científica internacional. Casi todos los investigadores activos en el
campo (incluido yo) son miembros, aunque el pertenecer a eso no sea absolutamente mandatorio y
no tenga ninguna consecuencia en la investigación, aparte el hecho de facilitar el intercambio de
ideas y la colaboración recíproca (lo que, de todos modos, no es poco). En 1979 la Universidad de
Berkeley empezó el programa SERENDIP (Search for Extra-Terrestrial Radio Emissions from
Nearby Developed Intelligent Populations), todavia activo (por el cual es el mas longevo de la
historia) y basado en el análisis de los datos recogidos durante su normal actividad por los
radiotelescopios de Hat Creek y, desde 1997, también Arecibo, en Puerto Rico (hasta hace poco
tiempo el más grande del mundo,16 con sus 305 metros de diámetro). De nuevo en Berkeley, bajo la
guía de Dan Werthimer (?-vivo), en 1999 se empezó también el programa SETI@home, que
permite descargar gratuitamente de su sitio (https://setiathome.berkeley.edu) un paquete de datos de
Arecibo y un software para analizarlos, che funciona automáticamente mientas que la computadora
computer no se usa. Los resultados son enviados, siempre automáticamente, al Berkeley SETI
Research Center cada vez que la computadora se conecta a Internet. Si acaso entre estos datos hay
una señal extraterrestre, el dueño de la computadora será considerado uno de los descubridores,
recibiendo, junto al equipo de los científicos de Berkeley, todos los reconocimientos del caso,
empezando por el Nobel, que por un descubrimiento de esta magnitud estaría cierto. Hoy en día en
todo el mundo hay millones de personas que participan en el SETI@home. Su método, que fue el
primer ejemplo del llamado “cálculo distribuido”, tuvo un éxito tan extraordinario que ha sido
imitado por muchas otras instituciones científicas (entre las cuales hasta el CERN, que lo ha usado
también para la búsqueda del bosón de Higgs), casi siempre con un buen éxito, pero nunca
paragonable, ni de lejos, a el del SETI@home, que por lo tanto sigue siendo el centro de cálculo
virtual más grande del mundo.
El extraordinario éxito del SETI@home hizo crecer exponencialmente también entre la gente
común la popularidad del SETI, 17 que hoy en día tiene una influencia enorme en nuestra cultura, que
nace esencialmente de la misma existencia de la búsqueda, independientemente de su eventuale éxito,
que generalmente se da por descontado. Ahora bien, por más criticable que sea dicha postura (ya que
las cosas, como de pronto veremos, son mucho más complicadas de lo que se cree), se trata en
primer lugar de un hecho, que debemos enfrentar: por esto es importante empezar a hablar de estos
temas y de sus implicancias culturales, filosóficas y religiosas ya ahora.
Un día histórico para el SETI fue el 20 de noviembre de 1984, cuando Frank Drake, junto a sus
colegas Jill Tarter (1944-viva), Tom Pierson (1950-2014), John Billingham (1930-2013) y pocos
otros ardimentosos, fundó en Mountain View (California) el SETI Institute (www.seti.org), un

14
En honor de la homónima princesa protagonista del célebre cuento El mago de Oz, muy popolar en los Estados
Unidos.
15
En efecto, inicialmente fue llamado SETI Committee y sucesivamente SETI Permanent Study Group (SPSG). Su
primer presidente fue John Billingham, seguido por Jill Tarter y Seth Shostak, todos del SETI Institute (ver abajo en
este mismo párrafo). En 2012 fue elegido el primer presidente no estadounidense y no miembro del SETI Institute, el
físico italiano Claudio Maccone (cf. § 9).
16
Inaugurado en 1963, ha sido superado solo en 2016 por el FAST chino, con 500 metros de diámetro (cf. § 11).
Apareció (obviamente) en Contact y también en Agente 007: misión Goldeneye, en que se imagina que sea una
terrible “máquina para el fin del mundo”.
17
A este propósito, un rol muy importante es también jugado por las asociaciones amatoriales, que a menudo tienen un
sorprendente nivel de competencia técnica y científica. Entre las más notables, cabe mencionar por lo menos la
estadounidense SETI League y el SETI Italia Team “Giuseppe Cocconi”, la primera fundada por el super-entusiasta
Paul Schuch (1946-vivo) y la segunda por Bruno Moretti Turri (1953-2012), ambos amigos míos queridos.
centro dedicado exclusivamente a este tipo de investigación, que hasta hace pocos anos ha exercido
un liderazgo incontrastado en el campo y del cual Drake fue Presidente desde su fundación hasta el
inicio de 2001, cuando dejó el cargo a Seth Shostak (1943-vivo).
Otra fecha histórica habría podidio ser el 12 de octubre de 1992, que la NASA escogió
símbolicamente (siendo e quinto centenario del descubriminto de América) para lanzar un suyo gran
programa SETI, llamado HRMS (High Resolution Microwave Survey), en los radiotelescopios de
Arecibo y del Goldstone Deep Space Communications Complex en el desierto del Mojave
(California), bajo la guía de uno de sus científicos de mayor prestigio, John Rummel (?-vivo), y de
la propia Jill Tarter. Pero, lamentablemente, después de solo un año, en octubre de 1993, el Senado
de los Estados Unidos decidió cancelar el proyecto, oficialmente porque juzcado un derroche
injustificado de dinero público. Sin embargo, el hecho de que en realidad el SETI tenga costos
extremadamente pequeños, más bien, casi irrisorios, si los comparamos a los otros principales
programas de investigación en campo espacial, justifica ampliamente la sospecha de que las reales
motivaciones fuesen de tipo ideológico, probablemente relacionadas al fondamentalismo protestante
de tendencia creacionista, que en los EU, como se sabe, desgraciatamente tiene mucha influencia.
Desde entonces el SETI ha continuado, entre muchísimas dificultades, exclusivamente gracias a
financiamentos particulares, principalmente provenientes de las industrias de la cercana Silicon
Valley, el más importante de los cuales fue otorgado en 2007 por Paul Allen (1953-vivo), el co-
fundador de la Microsoft, quien prometió construir para el SETI Institute un radiotelescopio,
llamado en su honor ATA (Allen Telescope Array), para desarrollar exclusivamente este tipo de
búsqueda. Según el proyecto originario, el ATA habría tenido que ser formado por 350 pequeñas
antenas, cada una de 6 metros de diámetro, conectadas por una computadora central, 18 así que habría
sido el segundo radiotelescopio del mundo después de Arecibo, con 12.600 m2 frente a 93.000 m2.
Pero después Allen decidió lanzarse en otras empresas, una vez más en campo espacial, así que cortó
drasticamente los fondos para el ATA, que hoy en día solo puede contar con 42 antenas, lo que le
corresponde a una parabola de 39 metros de diámetro, que tiene prestaciones muy inferiores a las
que se necesitarían (cf. § 10), aunque el ATA siga siendo el único radiotelescopio dedicado
exclusivamente al SETI, lo que siempre es mejor que nada. Sin embargo, el verdadero problema es
que la búsqueda continua de fondos para asegurar el funcionamento del ATA ha finalizado con
condicionar de forma muy pesada casi toda la actividad del SETI Institute, llevando a una drástica
reducción o hasta a la cancelación de muchos de los programas de investigación precedentemente
acrtivos, as desatando una espiral descendente que en los últimos años ha causado una drastica
disminución de su prestigio e influencia, tanto al interior como al exterior de la comunidad del SETI,
lo que es muy grave no solo por su importancia histórica, sino también y sobre todo porque el SETI
Institute siempre ha sido la institución que tenía la mayor sensibilidad por la dimensión intercultural
inherente a este tipo de búsqueda, armando muchas iniciativas para promoverla y valorarla (cf. § 13),
así que con su declino arriesgamos en serio que se pierda y que el SETI un poquito a la vez se
reduzca (como en parte ya está aconteciendo) a una cuestión exclusivamente técnica, o sea, por
decirlo claramente, a un sector muy especializado de la radioastronomía, en lugar de ser una gran
aventura compartida por toda la humanidad. ¡Ojalá que así no sea y que se pueda invertir la
tendencia antes de que sea tarde!

9. La segunda patria del SETI: Italia

De todos modos, cabe mencionar que, a pesar del claro liderazgo estadounidense y del rol central
de instituciones como el SETI Institute, el Berkeley SETI Research Center y el SETI Committee, el
SETI nunca ha sido ni una organización en sentido estricto (como por ejemplo la NASA) ni un
18
Esta técnica, llamada “array” (“formación”), ya está imponéndose en todo el mundo para la construcción de los
radiotelescopios de gran tamaño, pues es mucho más fácil de manejar con respecto a una única, enorme parabola.
Además, tiene la no pequeña ventaja que, si por algún motivo se corta el presupuesto, exactamente como ha sucedido
en el caso del ATA, una parte de array puede funcionar igualmente, aunque con una sensibilidad menor, mientras que
una parte de parabola no sirve para nada.
genérico campo de investigación (como por ejemplo la astrobiología), sino más bien algo como una
suerte de “franquicia”, es decir, un proyecto con una identidad suya y reglas muy precisas, pero que
quienquiera puede desarrollar autónomamente, aunque afuera de los Estados Unidos nunca tuvo una
gran difusión, aparte lo que se hizo en la Unión Soviética, pero donde todo se acabó después de la
caída del comunismo. En el resto del mundo hasta la fecha se ha avanzado básicamente gracias a
iniciativas personales de síngulos científicos, con poco o ningún apoyo por parte de la comunidad
científica en su conjunto y aún menos por parte de los gobiernos y de las instituciones públicas. No
obstante, pese a todas las dificultades, programas SETI de buen nivel han sido desarrollados en
Argentina, Francia, Inglaterra, Australia, Japón y, más recientemente, China y Holanda.
Pero sobre todo – se me permita decirlo con justo orgullo – el SETI ha encontrado una auténtica
“segunda patria” en Italia, gracias sobre todo a Stelio Montebugnoli (1948-vivo), por muchos años
Director de uno de los más grandes (y espectaculares) radiotelescopios del mundo, la Estación
Radioastronomica del INAF (Instituto Nacional de Astrofísica) de Medicina, un pueblo en provincia
de Bologna, con quien han colaborado ya desde el principio, entre los otros, Jader Monari (1970-
vivo), por mucho tiempo su brazo derecho y luego su sucesor a la guía del radiotelescopio, y el físico
y matemático Claudio Maccone (1948-vivo), quien, tras haber sido por mucho tiempo diseñador de
misiones espaciales en la Alenia Spazio de Torino, en 2010 ha sido nombrado Director Técnico para
la Exploración Científica del Espacio de la IAA, mientras que el 3 de octubre de 2012, durante el 63°
International Astronautical Congress (IAC), celebrado en Napoli, fue elegido Presidente del SETI
Permanent Committee, primer no estadounidense y primer no miembro del SETI Institute en asumir
este cargo, a demostración del protagonismo de Italia en el campo, también testimoniado por el
hecho de que Italia es el segundo país del mundo por numero de miembros del mismo SETI
Committee.
El SETI italiano empezó en Medicina en 1989 y, tras una larga fase de estudio y de preparación,
pasó a la fase operativa en 1998, gracias a una poderosa computadore regalada por la Universidad
de Berkeley, continuando sin interrupción hasta el 2008, lo que hace de eso uno de los programas
SETI más longevos del mundo. Lamentablemente, en los últimos años la búsqueda solo se pudo
hacer de vez en cuando y con computadoras de escasa potencia, por causa de la crónica falta de
dinero, que hasta la fecha ha impedido el reemplazo de la computadora principal, que ya no funciona
desde hace tiempo, pero se espera que el problema se pueda solucionar de pronto y de todos modos
entretanto continúa el trabajo teórico sobre los algoritmos de reconocimiento (cf. § 10), que es
igualmente y quizás hasta más importante. Entretanto, en poco tiempo debería empezar un programa
SETI también en el nuevísimo SRT (Sardinia Radio Telescope), inaugurado en 2013 en San Basilio,
en provincia de Cagliari, que con sus 64 metros de diámetro es uno de los más grandes y modernos
del mundo.
Además, desde 2014 hasta 2015 ha sido activo en el Observatorio Astronómico FOAM13 de
Tradate, en provincia de Varese, dirigido por Roberto Crippa (?-vivo), el tercer programa de SETI
óptico del mundo (y el único no anglosajona) además de los dos ya mencionados de Berkeley y del
COSETI, cuyo nivel técnico asombrò incluso a los miembros del SETI Committee cuando fue
presentado durante la reunion del 2015 en Paris, pese a que por falta de financiamentos lo habian
construido trabajando en su tiempo libre. Lamentablemente, en otomno de 2015 el Observatorio, que
funcionaba maravillosamente, fue cerrado por absurdas peleas políticas, pero hay alguna esperenza
de que en el próximo futuro se pueda solucionar el problema y retomar la actividad.
El SETI italiano puede también lucirse del único filósofo del mundo que se ocupa del tema desde
hace mucho tiempo, de una forma continuativa y profesional, es decir, yo. Mi colaboración empezó
el dia lunes 22 de diciembre de 1997, cuando me fui a Medicina junto a Valeria Ascheri,19 la novia (y
ahora esposa) de mi hermano Carlo, que tras ver Contact en el cine había decidido dedicar su tesis
de licenciatura en filosofía de la ciencia al problema del lenguaje en el SETI. Así conocí a Stelio, con
19
Por algun tiempo Valeria también siguió ocupandose del SETI, hasta participar en el congreso en las Hawaii (ver §
12) y el seminario de Tolosa (ver § 13), pero, después del nacimiento de su hijo y mi sobrino Tommaso, ha tomado
otros caminos, que le permitieran estar más con su familia. Sin embargo, cuando nos vemos siempre seguimos
hablando del tema. Y siempre le estaré agradecido por haberme brindado la oportunidad de trabajar en este campo tan
fascinador.
quien de inmediato nació una gran amistad, 20 además de una intensa relación profesional, aunuque
obviamente, considerando mis competencias, no me ocupo directamente de la investigación de
campo, sino de las implicancias culturales, filosóficas y religiosas del SETI, y, por supuesto, del
problema del lenguaje (vèase § 12-16). Sin embargo, este tipo de trabajo puede tener consecuencias
indirectas también en la búsqueda en si misma, ya que según se imagina cómo podría estar hecho el
mensaje puede cambiar, al menos en parte, también el modo de buscarlo. Es por esto que el SETI
siempre ha sido concebido como una investigación intrínsecamente interdisciplinaria y es una vez
más por esto que en 2004 fui nombrado miembro del SETI Committee.
Sin embargo, el principal aporte de Italia al SETI es sin duda el desarrollo de los algoritmos de
reconocimiento, cuya importancia crucial tendremos ahora que discutir.

10. El Gran Silencio

Hasta la fecha, el SETI aún no ha descubierto nada, lo que puede aparecer raro, ya que es activo
desde hace 57 años y al menos en los últimos 30 la búsqueda ha sido hecha por medio de algunos de
los mejores radiotelescopios del mundo. Esto es lo que ha sido llamado “el misterio del Gran
Silencio del universo”, aunque de verdad unas señales “sospechosas” han sido recibidas. La más
célebre es aquella captada el 15 de agosto de 1977 por el Ohio State University Radio Observatory
(familiarmente llamado “Big Ear”, o sea “Gran oreja”), de 72 segundos, muy fuerte y exactamente a
la famosa frecuencia del hidrogeno, conocida come “Wow! signal” porque el astrónomo Jerry
Ehman (?-vivo), que en aquel momento estaba encargado de examinar los datos recogidos por el
radiotelescopio, fue tan impactado por sus características que escribió un gran “Wow!” al costado de
los datos salidos de la impresora. No obstante, quedan muchas dudas acerca de su origen artificial y
el hecho de que nunca se haya repetido no está cierto en favor de dicha hipótesis. Luego, no hay que
asombrarse mucho por el hecho de que este estancamiento prolongado ha dado lugar a muchas
críticas en contra del concepto mismo del SETI.
Para explicar el misterio han sido propuestas las más variadas hipótesis, de la más obvia pero
también más desalentadora, o sea, que estamos solos en el universo, hasta las más fantásticas y raras,
entre las cuales la ya mencionada del “parque zoológico”, pero quizás la verdadera respuesta sea
mucho más simple. En efecto es verdad que en principio nuestros radiotelescopios están en grado de
recibir señales de cualquier tipo también desde distancias enormes, incluso desde el borde extremo
del universo, sin embargo el problema es que cualquiera señal de radio artificial que llega del cosmo
aparecería mezclada a las naturales, que son muchísimos y además a menudo mucho más fuertes.
Luego, se necesita un algoritmo que sea capaz de reconocer la hipotética señal inteligente de este
“ruido de fondo” producido por las causas naturales. Sin embargo, lo que casi ninguno nunca dice
(comprensiblemente, por miedo de desanimarles a los financiadores, que ya son pocos) es que el
algoritmo que siempre hasta la fecha se ha usado para el SETI, la FFT (Fast Fourier Transform, o
sea la “clásica” Transformada de Fourier), sí es extremadamente sensible,21 pero solo está en grado
de “ver” una señal formada por una única frecuencia (la que en lenguaje técnico se llama señal
monocromática o radio portante), que aparecería como una línea recta un poco inclinada22 sobre un

20
De verdad, Stelio es una persona muy especial: aún siendo en su campo un auténtico genio, sigue guardando una
sencillez, una humanidad y una simpatía muy raras. Si hay alguien que merece el honor de descubrir la primera
civilización extraterrestre, ciertamente es él.
21
Por ejemplo, el radiotelescopio de Medicina podía ver facilmente, hasta cuando se apagó, la señal del Pioneer 10,
que ya estaba al exterior del sistema solar y tenía una potencia apenas igual a la de una bombilla.
22
La inclinación depende del efecto Doppler y es el signo característico de que la fuente de la señal no es terrestre,
sino que está en el espacio, en movimiento con respecto a la Tierra. Por eso no es realista lo que se ve en el final de
Contact, en que algunos hipotetizan que el mensaje extraterrestre aparentemente enviado desde los alrededores de
Vega en realidad hubiese salido de un satélite artificial en órbita alrededor de la Tierra. Es verdad que errores de este
tipo de vez en cuando acontecen también en la realidad (uno muy recientemente, en 2016, cuando unos científicos
rusos han tomado por un mensaje extraterrestre la señal de un satélite militar, también ruso), pero se deben a la poca
precisión: una medida exacta del efecto Doppler siempre permite establecer con certeza donde está la fuente de la
fondo de puntitos luminosos parecidos a la “nieve” que se ve sintonizando la televisión en un canal
que en aquel momento no está transmitiendo nada. Ahora bien, es verdad que una señal de este tipo
es perfecta para una transmisión intencional, ya que permite concentrar al máximo la potencia del
transmisor y luego alcanzar la máxima distancia con el mínimo gasto, pero eso solo sirve para esto.
Sin embargo, un mensaje enviado intencionalmente a nosotros es muy improbable: en efecto, para
que esto tenga sentido los hipotéticos ET tendrían que saber que estamos en grado de recibirlo.
Ahora bien, las primeras transmisiones terrestres potentes lo suficiente como para ser vistas también
en otros planetas han empezado solo en 1934, es decir hace 83 años: 23 luego, para que podemos
recibir hoy un mensaje intencional de otra civilización se necesitaría que esta última hubiese tenido el
tiempo para detectar nuestras transmisiones, así enterandose de que hemos desarrollado una
tecnología adecuada, luego construir el mensaje y enviarlo, por lo que tendría que estar al máximo a
una distancia de 40 años luz, mientras que incluso de las hipótesis más optimistas deriva que
distancia minima entre dos civilizaciones tendría que ser al menos de 200-300 años luz. Naturalmente
en el futuro dicha esfera, cuyo diámetro medido en años luz es igual al número de años que han
pasado desde la primera transmisión del 1934 y que podemos llamar reply-sphere,24 seguirá
incrementando constantemente su volumen, pero de todos modos tendríamos que esperar al menos
un par de siglos para que alcanze un tamaño suficiente como para hacer razonable la espera de un
mensaje enviado intencionalmente hacia nosotros.
Claro está que nuestras probabilidades de éxito serian mucho mayores si estuviesimos en grado de
detectar también las transmisiones no intenczionales (el llamado radio leakage), o sea, en otras
palabras, los programas extraterrestres de radio y televisión. Sin embargo, una normal transmisión de
radio o televisión se hace o en modulación de frecuencia o en modulación digital, que ambas
producen no una radio portante radio, sino una señal con una forma compleja che la FFT no está en
grado de distinguir del ruido de fondo. Exactamente por esto en 2000 en Medicina ha sido activada
la KLT, es decir, la Transformada de Karhunen–Loève, que en principio puede hacerlo, pero en la
práctica es “sorda”, es decir, es mucho menos sensible que la FFT. Por consiguiente, para explotar
adecuadamente todo su potencial se necesitarían radiotelescopios mucho más sensibles (que en la
práctica significa mucho más grandes) de los que tenemos actualmente.
Luego, en resumen, con la tecnología de hoy estamos en grado de descubrir solo aquellas señales
que probablemente no existen, mientras que no estamos en grado de descubrir las que tienen las
mayores probabilidades de existir realmente. Si así son las cosas, no hay que asombrarse si hasta
ahora el SETI no ha tenido éxito: más bien, sería extraño el contrario. Como me dijo un día Stelio
hace años (pero que vale todavía): «En efecto, al estado actual de nuestra tecnología puede ser
incluso que todo el cielo está lleno de mensajes extraterrestres y que nunca vamos a darnos cuenta».

11. Veinte años decisivos

Si es verdad que aún no tenemos una tecnología adecuada para el SETI, sin embargo es también
verdad que la situación está destinada a cambiar profundamente en los próximos 20 años.
En primer lugar, en septiembre de 2016 ha finalmente empezado a funcionar en el condado de
Pingtang, en el suroeste de China, el FAST (Five-hundred-meter Aperture Spherical Telescope), un
radiotelescopio de hasta 500 metros de diámetro apuntado hacia el centro de la galaxia, que, además
de estudiar esta zona todavía casi desconocida y especialmente el agujero negro gigante que debería
estar en su interior, desarrollerá también un programa SETI, que podrá contar con una sensibilidad
mucho mayor de la máxima alcanzada hasta ahora, en Arecibo.
señal.
23
Generalmente se opina que la primera en absoluto fue la transmisión de la ceremonia de inauguración de las
Olimpíadas de Berlín, lo que les permitió a los autores de Contact de realizar el golpe de efecto de mostrar como
primera imagen del mensaje extraterrestre Adolf Hitler en uniforme nazi.
24
La reply-sphere tiene un diámetro que es exactamente la mitad del diámetro de la llamada Marconi-sphere (así
dicha desde el nombre del inventor de la radio), que incluye todas las estrellas que ya han sido alcanzadas por nuestras
señales hasta la fecha: en efecto, es intuitivo que solo desde las que se encuentran hasta no más que la mitad de dicha
distancia es posible que nos llegue una respuesta ahora.
Sin embargo, la auténtica gran revolución se espera sobre todo de la puesta en marcha del SKA
(Square Kilometer Array), el gigantesco radiotelescopio con una supeerficie de un millón de m2
formado por una multitud de pequeñas antenas de varios tipos y tamaños que ya se están
construyendo en una area inmensa entre Sudáfrica y Australia, 25 pero con ramificaciones que se
extienden por media África de un lado y hasta la Nueva Zelanda del otro. Si no habrá demoras (que
siempre son posibles en un proyecto de esta magnitud), su inauguración debería acontecer en 2023 y
ya está previsto que se usará también para el SETI. Ahora bien, mientras que en los radiotelescopios
como el de Medicina la KLT puede detectar transmisiones extraterrestres a una distancia máxima de
unos 10 años luz, la sensibilidad del SKA será tal que en principio debería estar en grado de captarlas
hasta una distancia entre 500 y 1000 años luz, lo que significa, en el caso más favorable, que se
podrá explorar un volumen de espacio un millón de veces más grande que ahora. Y hay más. En
efecto dicha esfera, aunque siga siendo pequeña en comparación con la galaxia en su conjunto, sin
embargo estará prácticamente toda al interior de la zona galáctica habitable, de la cual representará
una fracción respetable (de 1/100 hasta 1/50): por consiguiente, si nuestras teorías a este propósito
son correctas y si existen realmente otras civilizaciones, es muy probable que al menos alguna se
encuentre en su interior y que el SKA pueda captar sus transmisiones de radio y televisión.
Luego, aunque considerando que su puesta en marcha pueda demorarse unos años y que después
se tenga que esperar unos años más para que la búsqueda tenga éxito, en 15-20 años al máximo
deberíamos estar en grado de descubrir la primera señal de radio extraterrestre de la historia. Y si
esto aconteciera realmente, significaría no solo que no estamos solos, sino también, por el
razonamiento ya hecho anteriormente (cf. § 3), que casi ciertamente la vida inteligente es muy común
en el universo.
Y no basta. En efecto, si la búsqueda de la vida en el Sistema Solar fallase o de todos modos se
demorase mucho (como es muy probable que acontezca, si no la encontramos en Marte), el SETI
sería nuestra única oportunidad de conseguir informaciones detalladas no solo acerca de la vida
inteligente, sino de la vida en general, en el sentido de que a esa altura la única posibilidad que nos
quedaría seria pedirles noticias a los ET acerca de la vida en su planeta (claro, si, ademas de
descubrir su existencia, se puede también encontrar un modo de comunicar, problema
extremadamente difícil de que vamosa hablar en el próximo párrafo).
Si en cambio el SETI no tuviera éxito ni siquiera con el SKA, por supuesto sería una gran
decepción para todos sus inchas, pero al igual sería un gran avance para nuestros conocimientos,
porque significaría que casi ciertamente las civilizaciones extraterrestres o no existen por nada o de
todos modos son muy raras, aunque hay que reconocer que esto solo sería un (fuerte) indicio, pero
no una prueba definitiva, ya que, como lo ha bien dicho el astrónomo inglés Martin Reese (1942-
vivo), «la ausencia de la evidencia no significa la evidencia de la ausencia». No obstante esta
precisión, es importante entender que los próximos 20 años serán en todo caso decisivos, porque,
sea como sea, empezaremos finalmente a saber algo al propósito, en lugar de hipotetizar y esperar,
como hoy en día.

12. Ingredientes para una llamada cósmica

Todo lo anterior finaliza con plantear un gran problema: si, tarde o temprano, el SETI acaso
tendrá éxito, ¿será posible no conformarse con una mera señal de “¡Hey, estamos aquí!” (lo que en el
argot del SETI se llama un self-proclaiming message) y tener una auténtica conversación con seres
de los cuáles no sabríamos nada, empezando obviamente por el idioma? Ninguno podrá reivindicar
que tiene la respuesta correcta hasta el día en que lo intentaremos realmente, sin embargo ya se han

25
Al principio la idea era mucho más tradicional, o sea, construir el radiotelescopio todo en un solo sitio, aunque
usando la tecnología del array (§ 8, nota 18) en lugar de la parabola única, impossibile da gestire con dimensioni
simili. Sin embargo, no logrando decidir si escoger a Australia o a Sudáfrica, a alguien se le ocurrió la idea de
construirlo en los dos países, cada uno investigando distintas frecuencias. Luego, de hecho habrá dos “medios SKA”,
cada uno con una superficie de medio millón de m 2 en lugar de uno, pero que en conjunto estudiarán un numero de
frecuencias mucho mayor. Por una vez, las disputas políticas han favorecido el desarrollo de la ciencia en lugar de
trabarlo, como habitualmente acontece…
hecho varias investigaciones a este propósito y es muy interesante discutir brevemente sus
resultados, aunque por el momento sean exclusivamente teóricos.
Los “ingredientes” que se necesitan para realizar una “llamada cósmica” no son muy diferentes a
los que se necesitan para las llamadas normales: es solo mucho más difícil conseguirlos. Básicamente
podemos distinguir 5 factores:
1) Un “teléfono” adecuado
2) El justo “número di teléfono”
3) Un “código” para transmitir
4) Un “lenguaje” para conversar
5) Un “diccionario” para traducirlo
Ahora bien, en cuanto al punto 1), ya sabemos que el “teléfono” que se ha decidido usar son los
radiotelescopios. Y en cuanto al punto 2), cualquier “número de teléfono” está bien, ya que, como
hemos dicho, la estrategia actual es examinar todas las frecuencias contemporáneamente (cfr. § 8).
Quedan los otros 3 puntos.
Por lo que se refiere al código, pese a que de vez en cuando se han hecho propuestas distintas, se
puede decir que hasta la fecha no existe ninguna seria alternativa a el usado por Drake en 1974 para
realizar su famoso Mensaje de Arecibo, que él envió, justamente por medio del gigantesco
radiotelescopio de Arecibo, hacia el cúmulo globular M13, también llamado Cúmulo de Hércules,
distante unos 25.000 años luz. En aquella circunstancia Drake usó un simple código binario, análogo
a el de las computadoras, con la unica diferencia que, en lugar de ser una serie de 1 y 0, era una serie
de impulsos de dos distintos tipos (generados variando ligeramente la frecuencia), que, si dispuestos
en el orden correcto, formaban una “página digital” que contenía unos números (esos también
escritos en código binario) y algunas imágenes estilizadas. El truco estaba en el hecho de que el
número total de impulsos de radio era el producto de dos números primos (en este caso 23x73). En
efecto, así solo hay dos maneras de disponerlos sin dejar restos: 23 columnas por 73 líneas o 73
columnas por 23 líneas. Y naturalmente es fácil entender cuál de las dos es la correcta (en el caso del
Mensaje de Arecibo era la primera).
Este código tiene dos grandes ventajas: su universalidad y su versatilidad. Por un lado, en efecto,
es el mas simple que se pueda imaginar, por el otro por su medio se puede representar prácticamente
cualquier cosa, exactamente como lo hacen las computadoras (aunque, como veremos al final de este
párrafo, para que el método de Drake pueda funcionar también en el mundo real se necesitan unas
medidas adicionales que él no había considerado). Sin embargo, hay todavía que establecer cosa
representar y, sobre todo, cómo. O sea, en otras palabras, hay que escoger el lenguaje.
Mientras que acerca del código, como se ha dicho, hay un sustancial acuerdo, acerca del lenguaje
hay varios enfoques distintos. El más conocido, también porque se vio en películas como Contact e
Independence Day, es el que se basa en la matemática, en cuanto lenguaje universal necesariamente
conocido por cualquier especie inteligente, sobre todo si tecnológica. También el intento mas célebre
desarrollado hasta la fecha para construir un lenguaje sistemático para las comunicaciones
interestelares, el Lincos26 del matemático alemán naturalizado holandés Hans Freudenthal (1905-
1990), aun no basandose en la matematica en un sentido estricto, sin embargo era un lenguaje
exclusivamente formal, basado en la moderna lógica matemática. Y ya está cierto que en cuaquier
comunicación de tipo SETI la matemática jugará un papel importante. Sin embargo, esa es adapta
sobre todo a comunicar conceptos abstractos y, justamente, universales, mientras que si queremos
comunicar algo acerca de los aspectos más específicos de la vida en la Tierra parece inevitable usar
imágenes. A este propósito, el punto de inflexión, al cual creo haber aportado algo yo también, fue
exactamente al momento del cambio de milenio, durante el Bioastronomy 99, el primer congreso de
astrobiología en que he participado, que se celebró en 1999 en Kona, en las islas Hawaii.

26
Lincos viene dal latino Lingua Cosmica. En efecto, Freudenthal estaba convencido de que el latín fuese «el idioma
natural de los sabios» y luego que fuese el único digno de ser usado para un fin como esto (aunque de verdad él solo
usaba las primeras 3 letras de cada palabra). En todo caso no importa cuál idioma se usa, sino cómo se usa (ver abajo
en este mismo párrafo). Hoy en dia el trabajo de Freudenthal es continuaso principalmente (aunque con elementos de
novedad) por el lógico holandés Alexander Ollongren (1928-vivo).
Pero todo esto aún no basta, porque todavía tenemos que buscar un método para ayudar a
nuestros hipotéticos interlocutores a interpretar correctamente lo que decimos. Para las imágenes
todo lo que se necesita es una buena definición, lo que afortunadamente no es un problema, pues ya
con nuestra actual tecnología podemos enviar un número enorme de bites en pocos segundos. Por
los conceptos abstractos la cosa es más difícil. La matemática y la lógica pueden ser muy útiles,
porque sus conceptos son universales, o sea, son necesariamente los mismos para cada ser inteligente
en todo tiempo y lugar: por tanto, debería ser suficiente mostrar cómo usamos nuestros símbolos
porque ellos entiendan su sentido. Tampoco debería ser muy difícil comunicar conceptos científicos,
pues una comunicación de este tipo implica que nuestros interlocutores conozcan por lo menos toda
la ciencia que se necesita para construir un radiotelescopio, que es mucho más de lo que se puede
pensar: en efecto, se necesita casi toda la física que conocemos y buena parte de la química. Por
tanto tenemos que tener muchos conocimientos en común, basándose en los cuales ellos deberían ser
en grado de entender correctamente nuestras fórmulas.

13. Hacia una comunicación efectiva

En 1999 se envió en el espacio por los astrónomos canadienses Yvan Dutil (1970-vivo) y
Stephan Dumas (1970-2016), por medio del radiotelescopio de 70 metros de diámetro de Evpatoria
(Ucrania), un segundo mensaje, mucho más largo y técnicamente mucho mejor de lo de Arecibo,
hacia algunas estrellas lejanas entre 51,9 y 70,5 años luz. Por sus características técnicas y por su
destino, no demasiado lejano de la Tierra, esto fue el primer mensaje en la historia que podría
realmente ser recibido y entendido por otras civilizaciones (si hay) y comunicar informaciones reales
acerca de nosotros y de nuestro planeta.
Mucho más difícil es comunicar nuestra cultura. De todos modos, en 2001, en Tolosa (Francia),
durante el 52°IAC (International Astronautical Congress, es decir, el Congreso Internacional de
Astronáutica, organizado cada año por las Agencias Espaciales de todo el mundo)
, el SETI Institute organizó el primer International Workshop on Interstellar Message
Construction, o sea el primer seminario acerca de la construcción de un mensaje interestelar capaz de
comunicar no solo la ciencia o la matemática, sino también conceptos de nuestra cultura
. Yo también fui invitado, y propuse un método basado en la analogía, que todavía creo pueda
funcionar, por lo menos para algunos conceptos, especialmente filosóficos y religiosos. Desde
entonces, otros Workshops han estado organizados por el SETI Institute, pero después de unos años
todo se acabó sin haber progresado mucho, básicamente porque en ausencia de un contacto efectivo
ninguno quiere gastar dinero para estudiar de una manera seria y sistemática algo que podría incluso
no servir nunca.

14. ¿Por qué pensar en esto ya ahora?

En efecto, mientras que frente al real descubrimiento de una señal extraterrestre se podría
cuestionar la oportunidad de enviar una respuesta, pero ciertamente no la seriedad del problema,
parece en cambio natural tener muchas dudas acerca del empezar ya ahora a trabajar en eso. Sin
embargo, hay al menos 2 buenas razones por hacerlo.
1) Esto es el único modo de evitar el caos en el momento de un contacto. En efecto,
teóricamente la manera de actuar en el caso de que se consigua el contacto es establecida por el
SETI Post Detection Protocol, aprobado oficialmente en 1996 por la International Academy of
Astronautics (IAA) y revisado en 2010 por el SETI Post-Detection Subcommittee dirigido por Paul
Davies (1946-vivo) y del cual yo también fui miembro, pero actualmente solo se trata de un acuerdo
de caballeros sin ninguna fuerza vinculante. De todos modos, el problema es que, mientras descubrir
el mensaje es muy difícil, al contrario enviar uno, una vez que se sepa exactamente donde, es muy
fácil, ya que concentrando toda la potencia del transmisor en una unica frecuencia se pueden alcanzar
distancias enormes con un esfuerzo relativamente pequeño. Luego, con una fuerte motivación y un
objetivo bien definido esto es un resultado al alcance de cualquier gobierno y hasta de muchas
organizaciones privadas.
2) Este trabajo puede enseñarnos mucho sobre nosotros mismos, incluso si el contacto no
acontecerá nunca. En efecto, la búsqueda de un modo para comunicar por lo menos algunas ideas
culturales es un interesante experimento mental de filosofía de la ciencia y del lenguaje. Por ejemplo,
ya se descubrió una sorprendente paradoja: mientras que en la Tierra el arte es ciertamente el
producto cultural más universal, mucho más facil para comunicar que las ideas religiosas y
filosóficas, en cambio a la escala cósmica esto ya no vale, más bien, ¡vale exactamente lo contrario!
La razón es que el arte se basa en las sensaciones, la religión y la filosofía en cambio en los
conceptos. Luego, en una misma especie, que tiene el mismo aparato sensorial y las mismas
condiciones ambientales, el arte es más universal, pues no necesita el esfuerzo de la comprensión
intelectual. Al contrario, se vuelve menos universal entre dos especies distintas: en esto caso, en
efecto, es mucho más facil comunicar un producto cultural basado en conceptos abstractos,
exactamente por ser independientes del aparato sensorial. Este método parece muy efectivo
especialmente en el caso de la comunicación de conceptos de tipo metafísico, como he mostrado en
los IAC de Tolosa y Brema. En efecto, esto no es tan raro, dado que los conceptos metafísicos son
los más parecidos a los de la matemática, como ya lo dijo Platón (428-347 a.C.). No obstante, dicho
resultado es realmente muy interesante, ya que nos dice que, si bien por razones contingentes, como
los condicionamentos culturales y los prejuicios personales, la situación pueda invertirse, sin
embargo por su naturaleza la razón es más universal que la sensibilidad: y esto tiene muchas
profundas implicancias también para nuestra vida personal y nuestras relaciones con los otros seres
humanos aquí en la Tierra, independientemente del hecho de que un día u otro se consigua o no un
contacto con otra civilzación.

15. Consecuencias sociales y culturales

Sin embargo, pues, como se ha dicho, la eventualidad de que ese contacto acontezca realmente no
se puede descartar, mas bien, es incluso posible que acontezca en un tiempo relativamente breve,
vale la pena empezar a reflexionar ya ahora sobre su posibles consecuencias, aunque queda claro que
todos nuestros razonamientos al propósito serán necesariamente aproximados e incompletos, ya que
mucho dependerá de las características que tendrá el todavía hipótetico mensaje.
De todos modos, a pesar de que hay muchos que tienden a dramatizar las posibles consecuencias
del contacto, no olvidemos que no sería un contacto directo, sino solo una comunicación a
distancia. En efecto muy a distancia, no solo en el espacio, sino también en el tiempo, ya que desde
cuando un mensaje sale hasta cuando la respuesta llega pasarían cientos o incluso miles de años, 27
pues, como ya hemos recordado, incluso según las estimaciones más favorables las civilizaciones más
cercanas deberían estar lejos una de otra al menos unos 200 años luz. Luego, creo que las
consecuencias serían pocas al nivel social. A no ser que el mensaje contenga indicaciones acerca de la
construcción de alguna tecnología realmente revolucionaria (como imaginado en Contact, donde los
ET no envian las instrucciones para generar un wormhole: cf. Musso 2011a, § 4.5), es
extremadamente improbable que nuestra vida de cada día pueda cambiar mucho, aparte, claro, en los
primeros momentos después del descubrimiento, en que solo se hablaría de eso. Sin embargo,
después de algun tiempo la mayoría de la gente volvería a sus negocios dejando la cuestión a los
expertos, así que desde un punto de vista práctico todo debería seguir desarrollándose más o menos
como antes del descubrimiento.
Sin embargo, desde un punto de vista cultural tal descubrimiento sería muy importante, no solo en
sí, sino porque además, como ya hemos dicho, habría como su consecuencia que no solo hay otra
vida inteligente en el universo, sino que es muy probable que la vida inteligente sea muy común. Esto
tendría profundas implicaciones para nuestra manera de concebir el universo, su sentido último y
nuestro lugar dentro de eso. Luego, en este sentido (siempre que sea posible solucionar el problema
27
Podrían pasar hasta más, pero es improbable que, al menos en el estado actual de las cosas, estamos en grado de
detectar una señal que llegara desde tan muy lejos, a menos que tenga una potencia tremenda, lo que, según lo
anterior, es muy improbable (cf. § 10).
de la comunicación) podrian darse consecuncias más significativas, pero también en este caso no
creo que sean probables cambios dramáticos (como en cambio muchos opinan).
En efecto, en primer lugar habrá que ver si todas las bellas teorías de que hemos venido hablando
hasta ahora se revelarán también efectivas y si por lo tanto lograremos establecer con los ET una
comunicación no banal, es deecir, capaz de ir mas alla de los conocimientos lógico-matemáticos y
científicos que ya tenemos.
En segundo lugar, aun cuando por si acaso esto vaya a pasar, no creo que deberíamos esperar de
topar en concepciones éticas y religiosas tan radicalmente diferentes como para derrumbar las
nuestras, porque al menos unas categorías de fondo deberían ser comunes a cualquier ser racional.28
Por consiguiente, es verdad que los ET podrían tener valores diferentes, tanto en el campo ético
como en el religioso. Sin embargo, deberían por lo menos entender también los nuestros. En efecto,
ser inteligentes significa ser morales, pues necesariamente implica:
1) poder imaginar diferentes futuros posibles;
2) poder optar racionalmente por uno de esos.
Pero esto es todo lo que se necesita también para ser morales. En efecto, una elección moral no es
nada más que una elección racional entre diferentes futuros posibles que tiene consecuencias también
para los otros y no solo para uno mismo. Por tanto, un ser inteligente es también inevitablemente
moral (o inmoral, la immoralidad pero siendo todavía una categoría moral). Es decir, la moralidad es
una dimensión constitutiva de la razón.
Además, los ET también deberían entender nuestros valores religiosos. En efecto, la metafísica, (o
sea la discusión racional sobre Dios) se basa esencialmente en:
1) el problema de la Causa Primera del mundo;
2) el problema del fundamento último de la ética.
Luego, seres tanto científicos como morales (como los ET) serían también inevitablemente
metafísicos (o anti-metafísicos, la anti-metafísica pero siendo todavía una categoría metafísica). Es
decir, también la metafísica es una dimensión constitutiva de la razón.
Por otro lado, hay que subrayar que ser más progresados no implica ser más morales. En efecto,
cualquier dictatura moderna es mucho más avanzada de cualquier gran civilización del pasado, pero
ciertamente mucho menos moral de la gran mayoría de esas, mientras que la cooperación (necesaria
para desarrollar la ciencia) puede nacer también por razones no éticas, por ejemplo por un inteligente
y bien planificado egoísmo, o por el miedo de una catástrofe global o de la autodestrucción.
Ser más progresados tampoco implica ser más inteligentes. En primer lugar, no tendría ningún
sentido desde un punto de vista evolutivo pensar que nuestra inteligencia haya crecido
significativamente, no solo desde el tiempo de Galileo, sino incluso desde la edad de piedra hasta
hoy. Segundo, sabemos perfectamente que cualquier niño de una tribu que todavía vive
prácticamente en la edad de piedra (como algunas de Australia o de la Amazonía) si estudia en una
escuela moderna tiene la misma probabilidad de todos los otros de devenir un buen científico. En
efecto, el progreso científico es esencialmente una cuestión de acumulación: “Somos enanos a los
hombros de gigantes”.
Por tanto, no hay que tener ningún complejo de inferioridad. Las ideas morales y metafísicas de
los ET (así como sus eventuales religiones tradicionales o reveladas) deberían ser examinadas muy
atentamente, pero:
1) no deberían ser consideradas a priori “mejores” que las nuestras;
2) deberían ser sometidas a una discusión racional, exactamente como acontece para las nuestras
en la Tierra;
3) deberíamos ser libres también de hablar de nuestras ideas: serían nuestros interlocutores en un
diálogo, no nuestros maestros.

28
Por otra parte, por si acaso así no fuera, entonces no se ve cómo podría haber una comunicación cualquiera: luego,
la posibilidad de entrar en contacto con una cultura tan ajena como para ser completamente diferente a la nuestra se
auto-excluye por definición. No por nada, todos los epistemologos que sostienen la existencia de esquemas
conceptuales inconmensurables uno con otro excluyen que por su medio nunca pueda darse una discusión racional
cualquiera (cf. Musso 2011a, cap. 8).
16. Implicaciones religiosas

Por fin, nos queda examinar si (y, en este caso, hasta qué punto) el mero hecho del
descubrimiento de otros seres inteligentes, independientemente de su específicas creiencias, podria
en si mismo chocar con nuestras concepciones religiosas. Claramente el problema afecta a todas las
religiones históricas, si bien de modos y con intensidades diferentes, sin embargo ac solo hablaremos
del cristianismo, por al menos 3 buenas razones:
1) antes que nada, sería incorrecto hablar en el nombre de otras personas;
2) en segundo lugar, de hecho el SETI ha sido desarrolado principalmente en algunos países
occidentales de cultura cristiana;
1) por fin, generalmente se piensa que el Cristianismo sea la religión más antropocéntrica de
todas y luego la que tendría los mayores problemas en el caso de un contacto.
Sin embargo, antes de ir al fondo de la cuestión cabe repetir que estamos hablando solo de
hipótesis y que, diferentemente a lo que siempre se escucha, en base al estado actual de nuestros
conocimientos la idea tradicional de que estamos solos sigue siendo posible y no se puede
absolutamente descartar, y aún menos puede ser considerada absurda, anticientífica, oscurantista o
“antropocéntrica”.
Dicho esto, aclaramos de inmediato que la mera existencia de otros seres inteligentes no genera
ningún problema de compatibilidad con la religión cristiana. De su presunto geocentrismo y
antropocentrismo ya hablé ampliamente en mi libro La scienza e l’idea di ragione (cf. Musso 2011a,
§ 1.12), mostrando que dicha tesis es del todo injustificada. Acá agregaremos solo que la tesis de la
pluralidad de los mundos habitados nunca fue condenada por la Iglesia, ni siquiera en el caso de
Giordano Bruno, aunque hay muchos que todavía lo dicen. Esta tesis, que por otra parte él afirmaba
por razones esencialmente metafísicas y no científicas (cf. Musso 2011a, § 1.7), fue efectivamente
juzcada sospechosa de ser herética,29 pero a una cierta altura salió del proceso (y ciertamente no por
un gesto de benevolencia hacia Bruno, visto como finalizó la cosa), así que al final él sí fue
condenado, pero por otras razones más “tradicionales” (negaba la Trinidad, la divinidad de Jesucristo
y el valor de los sacramentos, creía en la reincarnación), que no tenían nada que ver con esa. Al
contrario, más de 3 siglos antes del proceso de Bruno el Obispo de Paris Étienne Tempier, en el
ámbito del célebre fallo del 1277 (cf. Musso 2011a, pp. 77-80), condenó como herética, entre
muchas otras, exactamente la tesis opuesta, aducida por los averroistas: “Quod Prima Causa non
posset plura munda facere”, que niegaba la omnipotencia divina. Luego, la posición de la Iglesia es y
siempre ha sido que Dios puede crear otros mundos además del nuestro, aunque no debe
necesariamente hacerlo.30
En cambio, en cuanto a la existencia de otros mundos habitados, o sea, de otros seres
inteligentes, hasta la fecha nunca hubo discusiones teológicas sistemáticas y no hay ninguna
posición oficial de la Iglesia, aparte la “no condena” de la tesis de Bruno, que de todos modos algo
vale. La mayoría de los teólogos que han debatido la cuestión está a favor de esta posibilidad, pero
hay que decir que los que se expresaron son muy pocos, luego el hecho es estadísticamente poco
significativo, aunque sea indudablemente interesante que entre los que están a favor hay los últimos 3
directores de la Specola Vaticana (que sería el Observatorio Astronómico del Vaticán): el
estadounidense George Coyne (1933-vivo), por cuya amistad me siento honrado, aunque desde
cuando se ha mudado en Arizona nos hemos perdido de vista, el argentino José Gabriel Funes
(1963-vivo) y el otro estadounidense Guy Consolmagno (1952-vivo), que ha sido nombrado en
2015 y sigue todavía en el cargo

29
Circunstancia que por otra parte hace hasta más significativa la “no condena” de la tesi en cuestión, que fue juzcada
no herética después de un largo y cuidadoso examen. Y cabe resaltar que Bruno habló de una infinidad de otros
mundos habitados, tesis mucho más problemática que la simple pluralidad por las paradojas que puede causar: sin
embargo, ni siquiera esta formulación tan extrema fue condenada.
30
Si lo entendieran ciertos cosmólogos, esto ayudaría a hacer menos ideológico todo el debate sobre la existencia del
llamado multiverso, en beneficio de su cientificidad, que en el estado actual es por lo menos muy cuestionable (cf.
Musso 2011a, § 6.7-6.9 y Musso 2015).
. Solo tres Papas han hablado sobre esta cuestión, pero solo de forma breve y no oficial: uno,
Zaccaria I (?-752), en contra, dos, Pío XII (Eugenio Pacelli, 1876-1958) y Giovanni XXIII
(Angelo Roncalli, 1881-1963), a favor, pe
ro realmente fueron poco más que alusiones. La posición más común es “wait and see”, como
dicen los ingleses, es decir, esperar y ver lo que pasa. Cabe subrayar que esta no es solo prudencia,
sino una posición auténticamente científica. Siempre es el mismo principio galileano: siendo el
mundo contingente, no tiene sentido intentar imaginar lo que Dios podría haber hecho en eso
basándonos en algún principio filosófico o teológico, solo se puede intentar descubrirlo investigando
la realidad misma.
Un poquito más complejo podría ser entender el lugar de los ET en la historia de la salvación, por
el rol único que en esa juega Jesucristo. Mucho depende de las condiciones concretas que se van a
dar (por ejemplo, si será posible entenderse y dialogar, o hasta encontrar un modo para realizar un
contacto directo, o si, en cambio, nunca podremos lograr nada de todo esto), por tanto no tiene
mucho sentido discutirlo ahora. En efecto, ninguno habría podido imaginar que Dios quisiera
responder a nuestra condición haciéndose hombre, por tanto no podemos ni siquiera imaginar cómo
podría actuar con ellos. De todos modos, hay por lo menos algo cierto que podemos decir. En
efecto, para el Cristianismo el “método” de Dios es elegir a un pequeño grupo de personas, que
actua como una semilla.
Aunque esta semilla tenga que crecer también dentro de la historia, su completo desarrollo nunca
será visible en este mundo, sino solo en el otro, al final de los tiempos. En efecto, también la mayoría
de los seres inteligentes que vivieron en la Tierra nunca oyeron hablar de Jesús, pero Él murió
también para ellos. Luego, lo mismo puede ser por los ET, también sin un contacto directo o hasta la
comunicación del Evangelio
.
Para terminar, quiero decir que personalmente no solo no me fastidiaría descubrir que Dios
decidió encarnarse en un uno de los planetas menos avanzados del universo, sino que, en un sentido,
me gustaría mucho, porque veo en esto como una especie de armonía estética: pues, en el fondo,
Jesús no nació en el más céntrico y poderoso lugar del Imperio Romano Galáctico de entonces, sino
en uno de los más pequeños y desconocidos.
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LECTURAS PARA EL EXAMEN
Sección V, Artículo 4

¿Cuán viejo es ET?


Ray R Norris
CSIRO Australia Telescope National Facility
P.O. Box 76, Epping, NSW1710, Australia
Ema il: ray.norris@atnf.csiro.au

RESUMEN

Este artículo considera los factores que determinan la edad probable de una civilización que
podría ser descubierta en una búsqueda SETI. Simples considerciones sobre la evolución estelar
sugieren una edad de unos Gyr [gigayears, o sea, miles de millones de años]. Supernovas y
brotes de rayos gamma podrían, en principio, acortar la vida de una civilización, pero el hecho de
que la vida en la Tierra ha sobrevivido durante al menos cuatro Gyr impone restricciones estrictas
sobre dichos factores. Si se descubre una civilización como resultado de una búsqueda SETI, es
probable que sea más avanzada que nosotros de algo como alrededor de un Gyr.

1. Introducción

Cuando realizamos búsquedas de inteligencia extraterrestre, a menudo hacemos suposiciones implícitas sobre
la edad de la civilización que estamos tratando de encontrar. Por ejemplo, nuestra estrategia para buscar una
forma de vida de una edad parecida a la nuestra es probable que sea diferente de la de una civilización de
miles de millones de años más avanzada que nosotros. Del mismo modo, en el caso de una detección
confirmada, la forma en que planificaremos nuestra respuesta también dependerá de lo avanzado que pueda
ser dicha civilización. En este artículo, estimo la probable edad de la civilización que es más probable que
descubriremos, si tendríamos éxito en nuestras búsquedas.
Los dos factores clave que determinan cuan veija es probable que sea una civilización detectada son: (a) el
tiempo transcurrido desde que la vida inteligente apareció por primera vez en nuestra galaxia y (b) la vida
mediana de una civilización. La segunda es más problemática, ya que el desarrollo de una civilización puede
ser interrumpido por una amplia gama de eventos, incluyendo enfermedades, guerra, mal manejo global,
asteroides, supernovas y brotes de rayos gamma. Asimismo, tendríamos que reconocer la posible existencia de
otros peligros, de los cuales aún no somos conscientes. Por ejemplo, el efecto devastador de los brotes de rayos
gamma se ha apreciado solo en los últimos dos o tres años, y probablemente hay otros fenómenos aún por
descubrir. Eventos como la enfermedad, la guerra y la mala gestión global son casi imposibles de cuantificar,
por lo que en este trabajo me concentro en los eventos que podemos cuantificar: asteroides, supernovas y
brotes de rayos gamma. En la primera sección de este artículo, considero cuál podría ser el máximo de vida de
una civilización que está vinculada a un solo planeta.
A lo largo de este trabajo, hago la suposición muy conservadora de que una civilización extraterrestre (ET) sea
parecida a nostros en la muchísimos aspectos significativos (aparte de la edad y la evolución). En otras
palabras, ET vive en un planeta en órbita alrededor de una estrella de tipo solar y ha tardado tanto tiempo
como nosotros después de la formación de su estrella para evolucionar hasta la “civilización”, que es alrededor
de 5 Gyr (o sea, 5 miles de millones de años). Por lo tanto, estimo la longevidad de ET mirando los peligros
que se enfrentan a la Tierra.

2. El tiempo de vida natural de una civilización

Supongo que estrellas como nuestro Sol han empezado a formarse desde la formación de la galaxia hace unos
10 Gyr. Los cambios observados en la metalicidad [o sea, en el porcentaje de elementos más pesados que el
hidrogeno y el helio] desde entonces no son suficientes para alterar esta simple suposición de manera
significativa. Nuestro Sol tiene ahora unos 5 Gyr de edad y tiene una vida total esperada de 10 Gyr.
Durante los primeros 5 Gyr de la vida de la galaxia, no habría habido suficiente tiempo para que una
civilización se desarrollara, y así ET no existía. Entre 5 y 10 Gyr, asumiendo una tasa constante para la
formación de nuevas estrellas, el número de civilizaciones aumentaría linealmente hasta el día de hoy.
Alrededor del tiempo presente, algunas de esas primeras estrellas de tipo solar morirán al mismo ritmo que
otras se están formando; luego, asumiendo que sus civilizaciones mueren a la misma velocidad que dichas
estrellas, el número de civilizaciones es por lo tanto siempre el mismo desde ahora en adelante. Luego, la edad
mediana de una civilización es la edad mediana de esas civilizaciones que comenzaron entre hace 5 y 0 Gyr,
que es 1.7 Gyr. Por lo tanto, en ausencia de otros factores, cualquier civilización que detectemos a través del
SETI es probable que sea 1.7 Gyr más avanzada que nosotros.

3. El efecto de las supernovas

Una supernova resulta de la explosión de una estrella de gran masa después de que sus combustibles de
hidrógeno y helio se agotan al final de su vida. Una supernova explotando en un rayo de 50 años luz de la
Tierra tendría un efecto catastrófico. Los 1040 J de energía producidos en los primeros días bañarían a la Tierra
en una cantidad total de ionización unas 300 veces mayor que la cantidad anual de ionización de los rayos
cósmicos. Sorprendentemente, poca de esta radiación llegaría a la Tierra. En su lugar, la mayor parte de ella
ionizaría el nitrógeno atmosférico, que reaccionaría con el oxígeno para formar óxido nitroso, que a su vez
reaccionaría con el ozono. El efecto sería reducir la cantidad de ozono en la atmósfera de la Tierra en un 95%,
lo que da como resultado un nivel de UV en la superficie de la Tierra de unos cuatro órdenes de magnitud
mayor que el normal, lo que se prolongaría durante un período de dos años. Esto sin duda resultaría en casi
100% de mortalidad de los organismos pequeños y de la mayoría de las plantas. El efecto sobre los mamíferos
no está claro; algunos podrían sobrevivir. Sin embargo, este período de dos años sería seguido por un período
más largo (80 años) de bombardeo por los rayos cósmicos de la supernova, que tendrían efectos similares,
aunque ligeramente reducidos. Es difícil ver cómo cualquier otra cosa aparte una civilización avanzada podría
sobrevivir a un holocausto tan prolongado.
Una supernova como esta estalla en nuestra galaxia aproximadamente cada 5 años, y esperamos una dentro de
50 años luz de la Tierra aproximadamente una vez cada 5 millones de años. Esperamos una aún más cercana
(dentro de 10 años luz) cada 200 millones de años. Toda vida tendría que ser destruida con esta frecuencia. Es
evidente que esto no ha ocurrido, ya que todavía estamos aquí, y volveré a hablar de las posibles razones en
una sección posterior.

4. El efecto de los brotes de rayos gamma

Los brotes de rayos gamma (BRG) son un fenómeno descubierto recientemente, en el que unos 10 45 J de
energía son emetidos en pocos segundos. Los que se han observado en la Tierra parecen estar distribuidos
uniformemente en todo el universo observable. Su poder es tal que somos capaces de detectar GRB hasta el
borde del universo observable. El mecanismo todavía no se conoce, pero es probable que involucre la fusión de
dos estrellas de neutrones, posiblemente dando lugar a la formación de un agujero negro.
Un GRB es unos 5 órdenes de magnitud más enérgico que una supernova, y podría ocurrir incluso en el centro
galáctico, a 25.000 años luz de distancia de nosotros, y tener un efecto parecido a el de una supernova dentro
de 50 años luz. Sin embargo, en este caso habría un efecto aún más mortífero, ya que, si un GRB estalla en el
centro galáctico, la explosión inmediata de radiación ionizante será seguida por una intensa emisión de rayos
cósmicos que durará quizás algunas semanas. Los rayos cosmicos generarán una lluvia de muones relativistas
en la atmósfera de la Tierra, causando un nivel de radiaciones en la superficie de la Tierra unas 100 veces
mayor que la dosis letal para un ser humano. Los muones son tan enérgicos que incluso penetrarían en
refugios nucleares a una profundidad de quizás cientos de metros.
Se ha calculado que un tal GRB debería acontecer aproximadamente una vez cada 200 millones de años, y que
casi con seguridad daría lugar a la extinción de toda la vida en la Tierra aparte la que está en el fondo de los
océanos. Una vez más, claramente esto no ha pasado, ya que estamos aquí.

5. Extinciones masivas en la Tierra

El registro geológico y biológico muestra una serie de extinciones masivas de la vida en la Tierra. La más
famosa es la en el límite Cretáceo-Terciario (KT), que fue causada casi ciertamente por un asteroide que
golpeó la tierra hace cerca de 65 millones de años. La extinción en masa del KT eliminó a los dinosaurios y
allanó el camino para el surgimiento de los mamíferos como especie dominante en la Tierra.
Menos conocidas son una serie de extinciones en masa similares, y en algunos casos incluso más extremas,
acontecidas cada pocas decenas de millones de años, y muchas extinciones más pequeñas, la última de las
cuales fue hace solo 11.000 años. La causa de la mayoría es desconocida. Es probable que una serie de
causas, incluidos los asteroides, las supernovas distantes y los cambios climáticos, sean responsables de ellas.
Todas dichas extinciones masivas son de una magnitud mucho menor que los eventos catastróficos que
esperamos de una supernova cercana o un brote de rayos gamma en el centro galáctico. En cada uno de estos
casos se extinguió un cierto número de especies (a veces hasta el 50%), pero se mantuvo una biodiversidad
suficiente como para que la biosfera se recuperara en un tiempo relativamente corto.

6. ¿Por qué estamos aquí?

He identificado dos causas que deberían borrar prácticamente toda la vida en la Tierra aproximadamente cada
200 millones de años, y sin embargo estamos aquí. Dos posibles explicaciones son: (1) el cálculo de las
escalas de tiempo o de la gravedad de los efectos es erróneo, o (2) hemos tenido mucha suerte!
En el primer caso, la simple multiplicación de la escala de tiempo por un pequeño factor es insuficiente.
Hemos estado evolucionando por lo menos por 4 Gyr, luego el intervalo entre las catástrofes debe ser al menos
4 Gyr para sobrevivir hasta ahora. Presumiblemente el intervalo exacto varia al azar alrededor de este valor,
así que cualquier civilización que ha sobrevivido puede mirar adelante a una vida de entre cero y algunos Gyr.
En este caso, si detectamos ET, entonces ET tendrá una edad mediana de quizás uno o dos Gyr, que es similar
al 1.7 Gyr derivado de simples argumentos sobre la evolución estelar. Luego, si así son las cosas, significa que
supernovas y GRB no han cambiado significativamente la edad mediana de ET.
En el segundo caso, ya hemos sobrevivido por unas 20 veces el intervalo medio entre las catástrofes, lo cual es
realmente muy afortunado. Si bien no es posible cuantificar esto sin un conocimiento más detallado de la
distribución estadística de la frecuencia de supernovas y GRB, es probable que la probabilidad sea tan baja
que estamos solos en la galaxia. Además de proporcionar una solución a la paradoja de Fermi, esto implica
que el cálculo de la vida media de ET no tiene sentido, ya que nunca detectaremos ET!

7. Conclusión

Los modelos convencionales implican que las supernovas y los brotes de rayos gamma extinguirán la vida en
los planetas a intervalos de aproximadamente 200 millones de años. Ya que esto no ha ocurrido en la Tierra, o
bien estos modelos convencionales están equivocados, o bien la vida en la Tierra es probablemente única en la
galaxia. El primer caso predice una edad mediana de ET como siendo del orden de mil millones de años. El
segundo caso predice que nunca vamos a detectar ET. Así, si detectamos ET, la edad mediana es del orden de
mil millones de años. Obsérvese que en este caso la probabilidad de que ET sea menos de un millón de años
mayor que nosotros es menor de una parte en mil.
Por lo tanto, cualquier búsqueda SETI exitosa detectará una civilización que será casi ciertamente por lo
menos un millón de años más vieja que la nuestra, y más probablemente más vieja de algo como alrededor de
mil millones de años.
Extraterrestre, Vida

Año de publicación: 2002


Giuseppe Tanzella-Nitti
I. La pregunta sobre la vida extraterrestre: un enfoque interdisciplinario II. La busqueda de la
vida extraterrestre en el contexto de las cienciase III. El debate en ámbito religioso y teológico
IV. Teología cristiana e Inteligencias Extraterrestres: algunos itinerarios de comprensión

[…]

III. El debate en ámbito religioso y teológico

El tema de la presencia de la vida, sobre todo de otras criaturas inteligentes, en ambientes distintos a la Tierra,
nunca ha constituido un ámbito especial de especulación teológica, ni existen enseñanzas del Magisterio de la
Iglesia sobre el tema. Las Sagradas Escrituras, aunque presentando la acción de Dios y sus relaciones con la
humanidad en un contexto indudablemente cósmico, no lo menciona. Una página del Evangelio de Juan, que
algunos autores les gusta citar como una posible excepción: <<y tengo otras ovejas que no son de este redil;
aquéllas también debo traer; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor>> (Jn 10,16), es
ciertamente sugestiva, pero en realidad no ofrece ninguna base seria para una discusión exegética al propósito.
Las referencias a algunos antecedentes, históricos o tomados del debate teológico, por lo tanto no pueden ser
más que fragmentarias. Los resúmenes de las principales posiciones pueden estar en Grasso (1952), Perego
(1958), Dick (1996), Crowe (1997) y en los ensayos de Coyne y Dick recogidos en el volumen colectivo
editado por Steven Dick (2000).
1. Referencias históricas a las relaciones con el pensamiento cristiano. Uno de los primeros datos
disponibles data de una carta del Papa Zacarías (741-752), en que se menciona que un cierto cura Virgilio
estaba enseñando una doctrina sobre la pluralidad de los mundos habitados. Zacarías rechaza la idea de que
hay gente en los antípodas, en la luna o en el sol (quod alius mundus et alii homines sub terra sint, seu sol er
luna: cf. Epístola XI ad Bonifacium, PL: 89, 946-947). La razón doctrinal que subyace a dicho rechazo es
simplemente no introducir elementos de novedad que, al poner en tela de juicio la unidad de la raza humana,
harían mís complicado entender en qué relaciones con Dios y con el pecado original se encontrarían aquellos
hombres que no fuesen descendientes de Adán.
Con el fin de proteger la libertad y la omnipotencia del Creador, el obispo de París Étienne Tempier en 1277
condenó la proposición de la tradición aristotélica según la cual la Primera Causa [o sea, Dios] no podría
haber creado muchos mundos, aunque no diciendo nada acerca de sus posibles habitantes. Algunos años antes,
la cuestión de si existirían otros mundos, había sido contestada por Tomás de Aquino (1224-1274) en la Suma
Teológica, diciendo que solo existía uno (cf. I, q. 47, a. 3). Sin embargo, el debate medieval sobre la
multiplicidad de los mundos no era directamente utilizable para saber cuál era la posición de la teología a
cerca de la vida extraterrestre. En efecto, el concepto de “muchos mundos” no era equivalente a lo que
entendemos hoy en día cuando hablamos de diferentes planetas, posiblemente habitados. La unidad del mundo
se refería más bien a la unidad del universo. En el pensamiento de Tomás y de otros medievales, ese derivaba
de la unidad del Creador y de la unidad de su causalidad final ejercida por Él sobre todo lo que existe. En la
quaestio anteriormente citada, en efecto, Santo Tomás asocia la idea de una pluralidad de mundos a los
partidarios del azar que, como Demócrito, negaban la existencia de una sabiduría ordenadora. El fallo de
Tempier, en el cual el concepto de mundus no coincidía totalmente con la manera en que Santo Tomás usaba
dicho término, tenía la intención de ser solo una corrección de carácter académico, en lugar de una acción
eclesial en el sentido estricto, con el fin de mantener inalterados las características del Creador, y esto no tanto
en la esfera de la realidad, sino sobretodo en la del posible.
El debate en torno al sistema heliocéntrico no tuvo repercusiones oficiales sobre nuestro tema. Algunos
clérigos, manifestando una opinión subjetiva suya, dijeron que bajar la tierra al mismo nivel de los otros
planetas podría conducir algunos espíritus innovadores a ir aún más lejos, hasta admitir también en esos la
existencia de habitantes, con las consecuencias ya vislumbradas por Papa Zacarías en el siglo VIII. Así lo
expresan una carta enviada por el abad Giovanni Ciampoli a Galileo el 28 de febrero de 1615 (cf. Galileo,
Obras, Firenze 1968, vol. XII, p. 146) y una carta enviada a Pierre Gassendi (1592-1655) por el abad Le
Cazre (cf. Gassendi, Obras, Lyon 1658, vol. VI, p. 451). Todo el siglo XVII se caracteriza por una actitud
general de cautela, como lo demuestra también el hecho de que el libro de Fontenelle, Ensayo sobre la
pluralidad des los mundos, inicialmente, en 1687, fue incluido en el Índice de los libros prohibidos.
En el siglo XVIII el clima teológico parece cambiar. No se ofrecen soluciones para resolver o por lo menos
enmarcar los problemas dogmáticos que la vida extraterrestre podría representar para el cristianismo, pero el
tema es visto con una mayor apertura y sin notables temores, destacando sobre todo la grandeza del Creador y
la insondabledad de sus planes acerca de todo el universo. La apologética inglés de tradición anglicana
representerá a este propósito un punto de conección, insertando la posibilidad de la vida extraterrestre en su
teología natural (W. Derham, Astroteología, Londres 1714). Sin embargo, más significativa será la reacción
que muchos autores cristianos tendrán con respecto a un trabajo de Thomas Paine (1737-1809), La edad de la
razón (1793), la cual propondrá por primera vez, y de forma directa, una incompatibilidad radical entre la
religión cristiana y la existencia de vida inteligente extraterrestre, cuyo descubrimiento, según Paine,
conduciría inevitablemente a rechazarla. <<Quizás tendríamos que admitir - dijo irónicamente - que en una
creación ilimitada cada mundo tendría una Eva, una manzana, una serpiente y un redentor? En ese caso, la
persona que sería irreverentemente llamada Hijo de Dios, y en ocasiones el propio Dios, no podría hacer otra
cosa que viajar de un mundo a otro repitiendo una continua sucesión de muertes, con apenas unos cortos
lapsos de vida>> (La edad de la razón, New York 1961, p. 283). No solo la crítica de Paine no será
compartida por astrónomos sinceramente creyentes que estaban en favor de la hipótesis de la pluralidad de los
mundos, como lo fueron T. Wright, J. Lambert y el propio William Herschel, sino que generará obras de varios
teólogos que tenían la intención de refutar el argumento, como en Escocia T Chalmers. (Discursos
astronómico, 1817) y los Estados Unidos Dwight T. (Teología explican y argumentan en una serie de sermones
de 1818). Ellos también asocian el escocés erudito T. Dick (El filósofo cristiano, 1823).
En favor de la hipótesis de una pluralidad de mundos habitados en el siglo XIX se alineará abiertamente la
obra teológica de Joseph Pohle Los mundos estelares y sus habitantes (Köln 1884), reeditada varias veces
durante unos veinte años. Siendo el universo físico tan extenso y siendo el fin de la creación dar gloria a Dios,
se puede deducir que dicha gloria es para ser otorgada por muchos seres inteligentes repartidos por todo el
cosmos, y que, a diferencia de los ángeles que solo son espirituales, tienen una relación con el universo
material, como podrían ser exactamente los habitantes de otros planetas. Un eco de esta conclusión se
encontrará también en el manual de teología más popular en mediados del siglo XX (cf. M. Schmaus,
Katolische Dogmatik, München 1957, vol. II, n. 109). La posición de Pohle será compartida por varios
científicos contemporáneos suyos, entre los cualles los italianos Angelo Secchi y Francesco Denza, sacerdotes
y astrónomos.
2. Algunas posiciones teológicas. La literatura teológica de hoy en día, como ya se ha señalado, no dedica
especial atención a nuestro tema. Los manuales solo hacen fugaces referencias, por lo general en la línea de
una apertura prudente a una posibilidad que, después de todo, sigue siendo un evento de hecho y no una
deducción teórica. En la segunda parte del siglo XX, además de los ya citados artículos de Grasso (1952) y
Perego (1958), tenemos que mencionar las posiciones de Davis (1960) y Zubek (1961). Prestan atención al
tema en sus obras E. Milne (La cosmología moderna y la idea cristiana de Dios, Oxford 1952), E. Mascall
(La teología cristiana y la ciencia natural, Londres 1956) y sobre todo Kenneth Delano (Muchos mundos, un
solo Dios, New York 1977). Paul Tillich se quejará de la ausencia de una reflexión a tal propósito en la
teología (cf. Teología Sistemática, vol. II, Chicago 1957, pp. 95-96). El propio Teilhard de Chardin, por lo
que sabemos, solo le dedicará un breve ensayo (La multiplicidad de los mundos habitados, 1953), al cual
añadirá un breve, pero interesante posdata. Hoy en día el tema de las implicancias teológicas de la vida en el
cosmos sigue siendo objeto de conferencias y debates, especialmente en los círculos intelectuales interesados
en las relaciones entre ciencia y fe, con unas consecuencias en la opinión pública, pero hasta la fceha aún no
ha generado trabajos de particular madurez científica.
El punto de partida de la mayoría de las reflexiones teológicas básicamente sigue siendo siempre el de Pohle:
la grandeza y la gloria del Creador son compatibles con el don de la vida y también de la vida inteligente en el
cosmos, incluso en muchos entornos diferentes de la Tierra, aunque no sabemos cuáles son los planes de Dios
para estas criaturas. Inmediatamente después se ofrece una aclaración, ya detectable en todas las obras de los
autores que respondieron a la crítica de Paine: la redención del pecado original se refiere a la raza humana y
no puede ser transferida a la vida de otras criaturas. La misma reflexión ya había sido avanzada siglos antes
por el franciscano Guillermo Vorilong (1390-1463), y representa solo una primera aproximación al problema
(cf. G. McColley, W. Miller, San Buenaventura, Francis Mayron, William Vorilong la doctrina de la
pluralidad de los mundos, “Speculum” 12 (1937), pp. 386-389).
Sin embargo, algunos autores van más allá. Según Mascall no habría ninguna dificultad en admitir la
posibilidad de varias uniones hipostáticas si esto fuera considerado apropiado por la voluntad salvífica
universal de Dios. Milne sugiere que la singularidad de la Encarnación podría ser compatible con el hecho de
que las comunicaciones de radio entre las civilizaciones sean el medio para enviar a otras criaturas inteligentes
informaciones acerca de la historia de la salvación realizada por Dios en favor de nosotros los terrestres, as
extendiendo tamibén a ellos una suerte de “información redemptiva” capaz de mover a la gratitud o incluso a
la fe en Dios. La posición de Kenneth Delano, que nace de una perspectiva católica, destaca por una notable
flexibilidad. Tras recordar la conveniencia de asociar a la grandeza de Dios una creación mucho más rica de lo
que se pueda imaginar en un primer momento, señala la necesidad de una genuina humildad con respecto a la
trascendencia de los planes divinos, que debería llevarnos a evitar actitudes antropocéntricas o geocéntricas,
respetando el silencio de las Sagradas Escrituras sobre el tema de la pluralidad de las criaturas inteligentes en
el universo. Además, agrega que cada una de las tres Personas divinas podría encarnarse en cualquier planeta,
sin poner ninguna limitación a cualquier posible historia de la revelación y de la salvación. Según este autor,
dicha posición sería de preferir a una suerte de teoría de un “Adán cósmico”, para la cual el único acto
redentor de Cristo en la tierra sería aplicable a todo el universo, aunque este pluralismo de redención no
impide, según nuestro autor, que se pueda comunicar a otros seres inteligentes el mensaje evangélico y el amor
mostrado por Dios hacia nosotros. Sin embargo, creo que las posiciones de Mascall y Delano sobre la posible
multiplicidad de la encarnación del Hijo o de las otras Personas divinas terminan, como veremos más adelante,
con alejarse de una comprensión cristiana de la Revelación.
Si las consideraciones anteriores subrayan la flexibilidad que se necesita usar hablando de un tema como esto,
la posición de Charles Davis (1960) parece más definida. Basándose en el hecho bíblico de la centralidad
cósmica de Cristo en relación a todo el universo material y de su primacía sobre todas las criaturas,
incluyendo las angélicas, concluye que la posición teológicamente más correcta debería ser mantener el
carácter único de la unión hipostática (asunción de la naturaleza humana por la persona divina del Hijo),
acontecida solo una vez y solo en el contexto de la historia de la salvación terrestre. El privilegio que por esto
se otorgaría a la naturaleza humana no sería una expresión de antropocentrismo, sino la consecuencia de un
coherente cristocentrismo. Si la centralidad de Cristo, Hijo de Dios hecho hombre, en el cosmos y en la
historia fuese un mero efecto de la horizonte geocéntrica que se encuentra en los modos de expresión de las
Sagrdas Escrituras, la mayoría de nuestra comprensión teológica de la creación y de nuestras relaciones con
Dios en Cristo se vería inevitablemente distorsionado. Dejar inalterada la comprensión de la primacía de
Cristo, el Dios-hombre, en “sentido fuerte” significa más bien seguir creyendo que la encarnación de la Verbo
es la suprema comunicación de Dio a la creación, seguir considerándola tal también en el contexto de todas las
otras posibles criaturas y asumirse las responsabilidades correspondientes. Un universo en el que, por el
contrario, fuesen posibles muchas encarnaciones de la Verbo, ya no sería un universo cristocéntrico. Si esto
aconteciera como un hecho aciertado, se debería llegar a la conclusión de que nuestra comprensión de la
Revelación ha sido hasta ahora bastante imprecisa y ambigua. El pensamiento de Teilhard de Chardin
comparte la comprensión de la centralidad de Cristo en el sentido fuerte, sino que también pone de relieve la
acción de una tercera naturaleza “cósmica” dejando a esta, y no a la naturaleza humana de la Verbo, la tarea
de recapitular en Él toda la creación y todos los seres que participan en esa (cfr. La multiplicidad de los
mundos habitados, en Obras, París 1969, vol. X, p. 282). Teilhard puede así superar el obstáculo del
antropocentrismo, pero introduce un elemento extraño al dogma cristológico, que enseña en cambio la
presencia de sólo dos naturalezas, humana y divina, en la persona increada de la Verbo (cf. DH 300-303).

IV. Teología cristiana e Inteligencias Extraterrestres: algunos itinerarios de comprensión

Creo que abordar la cuestión de la posibilidad de vida inteligente de origen extraterrestre, es decir, fuera de
aquella experiencia de la unidad de la raza humana que es común a todo el mensaje bíblico, representa para la
teología cristiana uno de los máximos esfuerzos especulativos en absoluto. Por lo tanto, no es sorprendente
que muchas cuestiones son, quizás, destinadas a permanecer abiertas. La única analogía disponible es el
estudio de las relaciones entre el cristianismo y las otras religiones de la Tierra, una disciplina relativamente
joven, cada vez más importante en una era de globalización. El estudio de dichas relaciones proporciona sin
duda unas pautas útiles para nuestro problema, como la universalidad salvífica de la Encarnación de la Verbo,
la unicidad de la unión hipostática, la necesidad de no separar la riqueza (y de alguna manera la
imprevisibilidad) de la acción creadora y salvífica del Espíritu Santo de la misión y el papel del Hijo, al cual el
Espíritu debe necesariamente llevar. Las relaciones con las otras religiones es entonces usualmente enmarcado,
no sin un comprensible esfuerzo, en lo que los teólogos llaman “cristocentrismo inclusivista”, es decir, el
intento de reinterpretar las otras religiones a la luz del misterio de Cristo (se puede ver a este respecto el
documento de la CTI, El cristianismo y las religiones, “La Civiltà Cattolica” n. 148 (1997), I, pp. 146-183).
Sin embargo, solo se trata de una primera aproximación, pues el tema de la vida en el cosmos pasaría por alto
la unidad de la raza humana, creada y redimida en Cristo, planteando un problema completamente nuevo con
respecto, por ejemplo, al descubrimiento de los indios de América, a proposito de que el Papa Pablo III (1534-
1549) no tuvo ninguna dificultad en reconocer su pertenencia a la descendencia de Adán (cf .. DH 1495). Solo
queda, por lo tanto, abordar el problema paso a paso.
1.Ausencia de argumentos preliminares contra la hipótesis pluralista y razonabilidad de la posición
clásica. Un primer punto fijo es que no hay, ni por las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, ni por la
reflexión teológica, argumentos perjudiciales en contra de la admisión de dicha posibilidad. La voluntad
todopoderosa y la libertad insondable de Dios creador siguen siendo un argumento válido a este propósito, así
como el reconocimiento del valor intrínseco de la vida, especialmente de la dignidad de la vida inteligente,
donde quiera que sea, que siempre es participación y reflejo de aquella Vida con la letra capital que los
creyentes saben que existe en Dios mismo. A esto hay que añadir lo que la tradición judeocristiana profesa
acerca de la existencia de los ángeles. Esta fe muestra que el significado de la creación no está todo en la
relación entre el hombre y Dios, sino que “está abierto a otras criaturas”, que, aunque dependan ellas también
de Dios, sin embargo tienen una historia y una economía de la salvación distinta a la de la humanidad. Tomás
de Aquino, por ejemplo, propuso razones de conveniencia para creer que el número de los ángeles sería
enorme, superior a cualquier multiplicidad material (cf. Suma Teológica, I, q. 50, a. 3).
No obstante, la singularidad de la raza humana como única forma de vida inteligente en el cosmos sería para
la teología una solución “clásica”, que no la obligaría a reinterpretar toda una serie de aspectos de la
Revelación. Tal solución, hay que señalar, también es razonable, y no se puede calificar a priori como anti-
científica. Hoy sabemos que la inmensa magnitud del universo físico no es una especie de “redundancia”, sino
que depende de una necesidad de tipo antrópico: es decir, al largo tiempo necesario para producir en el interior
de las estrellas los elementos químicos necesarios para la vida le corresponde inevitablemente un espacio
enorme. Por consiguiente, se debilita tanto el argumento probabilístico basado en la constatación de la
grandeza del cosmos como el argumento teológico de la conveniencia de que muchos seres inteligentes sean
creados para dar gloria a Dios en lugares en los que no podeía hacerlo el hombre. En un universo en expansión
– el único que puede conducir a la formación de estructuras y ambientes adecuados para la vida – el largo
tiempo requerido por la evolución biológica se traduce necesariamente en un gran espacio y una gran cantidad
de material formado o en formación. En un universo de este tipo es tan razonable admitir la aparición
simultánea de muchas civilizaciones casi contemporáneas, como la de una sola. La teleología vislumbrada por
el principio antrópico no brinda conclusiones sobre la multiplicidad o la singularidad de la vida inteligente,
sino solo sobre el tiempo necesario para su aparición y su conexión no accidental con la estructura del
universo en su conjunto. No conociendo las “razones últimas” del origen de la vida, la ciencia no puede saber
si esa es un imperativo categórico o un evento altamente improbable: por lo tanto, incluso ecuaciones como la
de Drake por su naturaleza solo sirven para calcular las condiciones “necesarias”, pero no “necesarias y
suficientes” para la existencia de vida inteligente. En ausencia de otros datos que requieran nuevas soluciones
en un marco de interpretación más amplio, una teología que quiere preservar su solución “clásica” no podría
por esto ser acusada de irracionalidad.
2.Universalidad de la imagen del Dios uno y trino en un contexto cósmico. Como segundo punto fijo cabe
señalar que la imagen de Dios propuesta por la tradición judeocristiana no es geocéntrica o antropocéntrica: se
revela universal y trascendente, sujeto de una omnipotencia creativa cuyo alcance es sin duda cósmico y
ciertamente no local. Sin embargo, en el contexto de la vida libre y consciente también la imagen trinitaria
muestra las características de la universalidad: estas son la existencia de una paternidad y una filiación, cuya
inteligibilidad está vinculada precisamente al proceso generativo común a todos los seres vivos, y la existencia
de un Amor-Don, el Espíritu Santo, cuyo entendimiento nos lleva a las ideas de comunión, altruismo y
sacrificio, que ciertamente no son ajenas a la dinámica de una vida conscienteEsto ya sería suficiente para
descartar la opinión de que la teología cristiana, para abrirse a la posibilidad de la vida inteligente en el
cosmos, tendría inevitablemente que rechazar su imagen de Dios, así preparándose a una suerte de nueva
“revolución copernicana” que empuje a todas las civilizaciones del universo a dejar de girar alrededor de su
propio Dios, para comenzar a girar alrededor de un Dios común, pero desconocido (análogamente a lo que
algunos, como por ejemplo John Hick, querrían que hagan hoy en día las diferentes religiones de la Tierra).
Cada creyente en Dios percibiría un eventual encuentro con una civilización no terrestre como una experiencia
ciertamente extraordinaria: se inclinaría a manifestar un sentido de respeto y a reconocer en eso un origen
común, así como una nueva oportunidad de comprender mejor la relación de Dios con toda la creación. Un
encuentro de este tipo, y el eventual diálogo sucesivo, no podrían no tener una dimensión “religiosa”, en el
sentido más natural del término. Al mismo tiempo, parece importante señalar que un creyente respetuoso de las
exigencias de la razón científica no estaría obligado a renunciar a su fe en Dios solo en base a nuevas
informaciones de carácter religioso enviadas por civilizaciones extraterrestres. La razón la empujaría en
primer lugar a sumetir su contenido a un análisis acerca de su razonabilidad (análogamente a lo que solíamos
hacer en la tierra); tras haber comprobado de alguna manera su fiabilidad, debería esforzarse para harmonizar
dichas nuevas informaciones con las verdades que él ya conoce y cree en base a la revelación del Dios uno y
trino, haciendo una lectura integradora de los nuevos datos, análoga a la que se aplicaría en un normal diálogo
interreligioso.
En un snetido más general, dicho contacto no se podría considerar una suerte de verificación de la validez de la
conciencia religiosa de la humanidad. Por su parte, los seres humanos no han dado ningún tipo de información
religioso en los “mensajes en botella” que han enviado más allá del sistema solar, pese a que la gran mayoría
de las terrestres cree en la existencia de un Creador del cielo y de la tierra. En una perspectiva materialista, la
idea de que nuestra entrada en el Club de las Galaxias liberará al hombre de una fase religiosa infantil,
volvendonos definitivamente conscientes de nuestro auténtico lugar en el universo, puede ser atractiva, pero en
realidad es muy ingenua. La mayoría de los grandes temas existenciales, y por lo tanto religiosos, de la vida
humana en la Tierra no serían solucionados por los amigos de este Club.
3. Una primacía cósmica, y por lo tanto criatural, del misterio de Cristo. Si el misterio de la Encarnación se
refiere a una primacía cristocéntrica y no geocéntrica, entonces se puede investigar y expresar por medio de
categorías cósmicas y universales, no antropológicas. Luego, el tercer punto fijo debería ser, en nuestra
opinión, el valor revelador y salvífico universal, y no solo local, de la Encarnación. La primacía de Cristo, el
Dios-hombre, sobre las criaturas angélicas (cf. Hb 1,3-14 y 2,5-18) debería ser interpretado como indicadora
de su primacía sobre todas las criaturas posibles (cf. Ef 1,10; Col 1, 20). La magnitud de algún modo infinita
de la unión hipostática hace que también el sacrificio vicario de Cristo tiene un valor meritorio infinito. Cómo
esto pueda aplicarse a todo el universo seguiría siendo un misterio para la teología cristiana, pero no es
multiplicandolo que se aumenta su eficacia. La celebración de la Santa Misa, por ejemplo, aplica a diferentes
momentos y diferentes lugares el fruto de aquel mismo evento histórico, sin multiplicarlo. Contrariamente a lo
que se sugiere por otros autores, creo que dicha participación de la eficacia de la salvación al nivel cósmico –
si fuera necesaria para otros seres inteligentes y libres – no podría depender de un celo misionero
interplanetario, ni de una comunicación mediada (aunque estos factores puedan y quizás deban operar). Solo
podría depender de una economía salvífica guiada por el Espíritu Santo, que actuaría esa también en formas
desconocidas para nosotros, pero sin duda sería la única capaz de garantizar su universalidad y su
internalización. Análogamente a lo que pasa en la economía de la salvación terrenal, el Espíritu conduciría una
vez más al Hijo, y de alguna manera lo haría presente. Todo esto, según la lógica convicción de que el Creador
tenga en todo lugar sus formas de darse a conocer, y tal vez incluso a hacerse presente para sus criaturas.
Acerca de la historia personal de eventuales otros seres inteligentes, responsables de su libertad antes del único
Dios, Padre y Creador de todo (cfr. Ef 4,6), no podemos decir nada. Sin embargo, podemos decir que, como
criaturas, el misterio de Cristo, Verbo encarnado, no es ajeno a ellos. Dios en Cristo asumió una naturaleza
creada, una voluntad y una libertad finitas, vivendo la experiencia del límite y de la criaturalidad, lo que tiene
un valor que sin duda se extiende más allá de la criatura “humana” como tal. Sin embargo, Cristo tomó sobre
sí también la realidad de la muerte y reveló su no definitividad, prefigurando en su cuerpo resucitado un
destino que pertenece a todo el universo y no solo al hombre. Pero qué resonancia tendría esto para otras
criaturas cuyas relaciones originarias con Dios no conocemos? En una perspectiva según la cual la muerte
biológica fuese una consecuencia que depende directa, completa y exclusivamente del pecado original de Adán,
ya no tendríamos nada que decir y quedaríamos a la espera de una aclaración teológica que pueda mejorar
nuestra comprensión de las cosas. En cambio, en una perspectiva menos literal, el fin del ciclo de vida de una
criatura que sea, no necesariamente relacionado con un pecado original, podría ser visto como el lugar de la
aceptación consciente de su criaturalidad y finitud, el lugar de una experiencia suprema, a la cual entonces la
muerte de la verdadera humanidad de Cristo en la cruz todavía tendría mucho que decir, así como su
resurrección.
Acerca del gran problema de la relación entre el pecado y la libertad, si se involucra la historia personal de
otros seres no es posible, como ya hemos dicho, formular hipótesis deductivas. En los únicos dos casos que la
teología conoce por experiencia, la humanidad y las criaturas angélicas, esta asociación siempre ha
acontecido. Si el pecado ciertamente no pertenece a la perfección de la libertad, en cambio la posibilidad de
caer en eso parece ser al menos una condición de su existencia, lo que también contribuiría en hacer la
redención cristiana menos ajena a eventuales criaturas libres que no descendieran del primer hombre.
No creo que el debate sobre la vida extraterrestre constituya para la teología cristiana el lugar decisivo de su
verificación crítica se produce, aunque representa un estímulo extraordinario para aumentar la inteligibilidad
de algunas de sus formulaciones. Hay, como ya se señaló, algunos puntos fijos y algunos itinerarios de
reflexión. Y hay una solución “clásica”, la unicidad de la humanidad, que, en ausencia de pruebas
convincentes en contra, parecería incorrecto considerar obsoleta simplemente basándose en la apertura de
nuevos horizontes causada por la cosmología contemporánea. Una solución diferente requeriría un trabajo de
reinterpretación que, analogamente a lo que ha ocurrido en la física con las soluciones cuánticas o relativistas,
fuese capaz de preservar muchas de las verdades contenidas en la solución clásica, revelandoque tienen un
campo de aplicación más restringido, o insertandolas en un contexto más amplio. La última palabra sobre la
cuestión de la vida extraterrestre no le corresponde a la teología, sino a la ciencia. La existencia de vida
inteligente en otros planetas diferentes a la Tierra no es ni exigida ni excluida por ningún argumento teológico:
a la teología, al igual que a toda la humanidad, solo le toca esperar.

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