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Entre la multitud de tesoros que se encuentran en la vasta obra de Platón (Atenas, 427-
347 a.C), se encuentran maravillosas lecciones que hoy podrían ser objeto de estudio
en cualquier escuela de negocio del mundo.
Para Platón, el buen líder no ha de pedir serlo, ni rogar a los demás que se sometan a
su liderazgo. Al contrario, son los demás los que voluntariamente piden al líder que lo
sea, que les guíe.
Para ello es preciso que el líder tenga las cualidades precisas para gobernar y dirigir el
grupo hacia el objetivo común, y que los miembros de ese grupo reconozcan esas
cualidades en el líder.
“No es natural que el piloto ruegue a los marineros que se dejen gobernar por él, ni que
los sabios acudan a las puertas de los ricos. Al contrario, lo que es verdad por
naturaleza es que quien está enfermo se vea obligado a acudir a las puertas de los
médicos y que todo el que necesite ser gobernado acuda a las puertas de quien tiene
capacidad para gobernar, no que el gobernante pida a los gobernados que se dejen
gobernar si verdaderamente les es de algún provecho.”
Los líderes tienen que estar adaptados a su tiempo, tal vez más que los
demás, por la responsabilidad que tienen de dar respuesta a las nuevas
situaciones. Pero, también es cierto que las características fundamentales que se
reconocen a los líderes apenas han variado a lo largo de la historia, desde los
autores clásicos que ya hablaban sobre el liderazgo hasta nuestros gurús
actuales, es curioso observar que la esencia es la misma.
Reflexión, responsabilidad y diálogo con otros. Esas son las claves de los líderes
inspiradores de hoy en día. El líder tiene que escuchar y compartir, buscar
soluciones con los demás.
Paulo Freire, aporta una noción muy interesante a la idea de liderazgo: ve a
un líder que asume al otro como sujeto en proyección que sueña, que anhela,
que desea trascender su propia realidad, pero llevándola a la acción cotidiana.
En realidad el líder que hace crecer a los demás y los conduce a su desarrollo, en
realidad está asumiendo los sueños de otros y haciéndolos suyos para poder
convertirlos en realidad. En esto consiste el verdadero desarrollo del talento, de
otra forma, son palabras vacías.
Y es que…
Creo que todos estaríamos de acuerdo en señalar que con este cocktail de
características y de preparación tendríamos un gran líder.
No sé si podríamos llegar al líder ideal de Platón, el filósofo Rey, hablamos de
un liderazgo puro, de aquél que no gobierna para sí mismo, sino sólo para los
demás. Pero sí podemos acercarnos a un tipo de liderazgo filosófico, que
reflexione, un liderazgo dialógico, que se forme en el diálogo con otros, y un
liderazgo emponderador, que lidere con el ejemplo y haga crecer a los demás.