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SEMINARIO TEOLOGICO CENTROAMERICANO

Análisis crítico de los documentos oficiales publicados


por Benedicto XVI

presentado en cumplimiento de los requerimientos del


curso de Catolicismo Romano

Alex Giovanni Montufar Cermeño

2 de julio del 2016


2

Introducción

El cardenal Joseph Ratzinger fue nombrado papa Benedicto XVI en el año 2005

luego del fallecimiento de su predecesor Juan Pablo II. Como fiel papa postconciliar es

un referente sobre el ecumenismo para alcanzar el desarrollo integral de los pueblos,

dialogo interreligioso y misión integral de la Iglesia. Luego del Concilio Vaticano II, la

Iglesia Católica Romana se esforzado por cambiar la imagen que el mundo se había

formado de ella, los papas subsiguientes han trabajado porque la apertura, el dialogo, e

incidencia en la sociedad. Y las tres encíclicas de Benedicto XVI tienen ese cometido.

Para todo cristiano es importante la lectura de estos documentos para enriquecer y

fortalecer su fe, aplicarla en su ministerio y entender la misión de Dios. Y aunque el tema

de misión integral en la Iglesia ha tenido cierto realce en las últimas décadas, existen

círculos evangélicos que desconocen el tema y lo que este comporta. No está demás,

mencionar que las tres encíclicas hacen cierta mención a la fe en la Virgen María, su

desarrollo no es predominante y es mínimo comparado con el resto de los documentos.

La exposición del presente trabajo desarrollará las principales doctrinas

presentadas en las tres encíclicas publicadas por el papa Benedicto XVI, Caritas en

Veritate, Deus caritas est y Spe Salvi. En este orden, se extraerán los principales

pensamientos de su autor y se analizaran críticamente su postura. Finalmente, se

presentaran algunas propuestas que pueden resultar importantes para la praxis de Iglesia

Evangélica.
3

Carta Encíclica Caritas in Veritate


La tesis de Caritas in Veritate es fundamentar que el desarrollo de la humanidad

debe ser integral. Por naturaleza el hombre siempre tiende a su propio desarrollo. En esta

encíclica escrita en quinto año del Pontificado de Benedicto XVI en el año 2009, su

santidad, rinde homenaje a Pablo VI retomando las enseñanzas de la encíclica Populurum

progressio con el propósito de actualizarlas. Benedicto XVI considera a la Populurum

progressio como la Rerum Novarum de la época contemporánea.1

Capítulo I
El Mensaje de la Populurum Progressio
Es necesario reconocer que luego de más de cuarenta años de la publicación de

Populurum Progressio, su mensaje es incidente en la doctrina social de la Iglesia, y sobre

la postura de esta sobre el problema del desarrollo humano. Su publicación fue hecha

luego del Concilio Vaticano II, concilio que introduce al catolicismo en una nueva

relación con el mundo actual, fundamentado en la misericordia y el amor hacia todas las

personas del mundo. La doctrina social postconciliar adquiere más ímpetu, en la cual

asume un papel holístico por el bienestar de la humanidad. Según el santo padre, el rol

de la Iglesia en el mundo no solamente es la evangelización sino velar por la promoción

humana,2 misión que su fundamenta en el ministerio de Jesús de Nazaret, quien por

medio de su Evangelio mostró que el Padre está interesado en el bienestar completo de

las personas. Es Cristo mismo, que impulsa la Missio Dei de su Iglesia, en la cual Dios

busca la unidad de los pueblos.

Capítulo Segundo

1
Benedicto XVI, Carta Encíclica “Caritas in Veritate”, 5.
2
Ibíd., 9.
4

El Desarrollo humano en nuestro tiempo


El desarrollo de los pueblos debe abarcar las dimensiones culturales, políticas,

económicas. Pero la ambición, corrupción e ilegalidad de unos pocos, frena esta vocación

innata de la humanidad. Mientras algunos países se enriquecen, otros se empobrecen. “La

riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades.”3

Esto es más evidente en países de América Latina y África. Pero, el hecho que hay

crecimiento económico no significa que exista desarrollo. El desarrollo supera los índices

económicos, existen muchos países económicamente bien, pero decadentes en otras

dimensiones, como algunos países de la Europa.

Un elemento trascendental para el desarrollo de los pueblos es el religioso, sin

este no existe desarrollo integral como tal. El ser humano es cuerpo y espíritu y, no es un

ser humano no es un “ente” fugaz en este mundo, sino que es un ser creado a imagen y

semejanza de Dios. Con respecto a esto, Benedicto atina al declarar:

Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo


creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo
constitutivo de “ser más”. El ser humano no es un átomo perdido en un universo
casual, sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al
que ha amado desde siempre.4

Para alcanzar la vocación que Dios ha colocado en el ser humano, y para no caer

en abismos difíciles de salir, la humanidad debe más que nuca reflexionar sobre el

camino que anda. Hoy existe poca capacidad de discernir sobre las incidencias

económicas, sociales, culturales y religiosas sobre los pueblos. Hoy más que nunca la fe y

3
Ibíd., 13.
4
Ibíd., 18.
5

la razón debe encontrarse en un dialogo interdisciplinario, para encontrar las soluciones

ante los problemas de hoy, y darle a la humanidad la dignidad que le ha sido dada por su

Creador.

Capítulo tercero
Fraternidad, desarrollo económico y sociedad civil
La globalización debe salir del campo socioeconómico, y enfocarse en el

desarrollo de una humanidad sin fronteras. Hoy más que nunca se visualiza a las

sociedades cada vez más cercanas, pero carentes de fraternidad. Dios es quien espera que

el mundo se abrace fraternalmente en el vínculo del amor. “La unidad de la raza humana

es engendrada por el amor de Dios.”5 Sin este elemento trascendental toda relación

económica, social, cultural y hasta religiosa se estancará en la búsqueda del desarrollo

integral de los pueblos. El amor provoca la confianza, solidaridad, justicia entre los

pueblos para velar por el bien común.

Benedicto XVI critica en este apartado el binomio exclusivo mercado-Estado, que

controla las dinámicas económicas subyugando a los ciudadanos, debilitando la relación

entre ellos. Cuando el Estado controla las relaciones mercantiles limita la libertad de las

personas para crecer económicamente. Además, el pontífice, se opone a que las empresas

se preocupen solamente por las ganancias de sus accionistas, en detrimento, de los

trabajadores, consumidores, proveedores y el medio ambiente. Pide, el santo padre, que

las empresas reconozcan su responsabilidad social basada en una ética que beneficie a

ambos extremos.

5
Ibíd., 22.
6

Otro elemento que sobresale en esta crítica papal, es el poco alcance de la ayuda

internacional, dice al respecto:

La ayuda internacional, precisamente dentro de un proyecto inspirado en la


solidaridad para solucionar los actuales problemas económicos, debería apoyar en
primer lugar la consolidación de los sistemas constitucionales, jurídicos y
administrativos en los países que todavía no gozan plenamente de estos bienes.6

Con buen ojo, el papa, percibe que la ayuda internacional logrará impactar

eficientemente en los pueblos solamente cuando primeramente se fortalezca las

instituciones del Estado para alcanzar una verdadera democracia. Tal es caso, de

Guatemala, este país ha recibido mucha ayuda internacional pero de carácter económico,

que se ha perdido por la corrupción imperante en los aparatos gubernamentales que

admitan las riquezas del Estado.

Capítulo cuarto
Desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente
En esta sección Benedicto critica que las sociedades se contradicen en el

establecimiento del derecho de los pueblos; “se sitúa otros derechos por encima de los

derechos más elementales como la comida, agua potable y educación ciertos derechos

que no son tan importantes como estos”7. Y es que la visión de una sociedad materialista

y nihilista está ofuscada que le impide percibir los derechos vitales para su propio

desarrollo. Por buscar el derecho se olvida el deber. El deber delimita y encausa el

derecho.

6
Ibíd., 27.
7
Ibíd., 29.
7

Un factor que impide el desarrollo de los pueblos es el olvido intencionado del

derecho a la vida. Muchos países europeos están en decadencia precisamente porque los

estados no han asumido el deber que tienen por perseverar y mantener la vida; sino que

con programas que controlan la natalidad, leyes que permiten el aborto entre otros,

inhiben el crecimiento y desarrollo de sus pueblos, lo que en muchos suscita la

decadencia de los pueblos. Para prever este deterioro social el pontífice pide defender y

promover a la familia como célula de la sociedad, fundamentada en el matrimonio de un

hombre y una mujer. Aquí, Benedicto se opone aquellos países que han legalizado el

matrimonio gay, y establece que solamente el matrimonio fundado por las directrices

divinas y no sociales, puede garantizar el crecimiento y desarrollo de las sociedades.

El deber de cuidar la naturaleza, como don de Dios al hombre, es importante para

el desarrollo integral de la humanidad. En la actualidad el bienestar de las generaciones

futuras está comprometido por la negligencia en cuanto al cuidado del medio ambiente.

Dios le ha dado la creación al hombre para que se desarrolle, sabiendo utilizar los

recursos naturales para el bien de todos. Según la revelación bíblica, “Dios ha entregado

al hombre, como don divino, la creación para que desarrolle las fuerzas ocultas en la

naturaleza”.8 Además, concedió al hombre las herramientas de trabajo para “explotar” las

riquezas naturales, razón, inteligencia, corazón, inventiva. De modo que, el hombre, la

humanidad en general, debe responsabilizarse por el cuidado de la creación, y velar para

aspectos jurídicos, económicos y políticos distribuyan el fruto de está para el alcance a

todos, y que puedan vivir dignamente.

8
Alejandro Martínez Sierra, “Antropología Teológica Fundamental”, (Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 2002), 114.
8

El respeto por la vida y el cuidado por la creación, dones de Dios, son decisivos

para el progreso de los pueblos. Las sociedades deben comprender que violar el derecho a

nacer y crecer, así como un consiente cuidado de la naturaleza impiden el desarrollo

integral de la humanidad.

Capítulo Quinto
La colaboración de la familia humana
Para el desarrollo integral de los pueblos debe considerarse a la humanidad como

una familia, cuyos integrantes se esfuerzan por el bien del otro.9 Dios creo al hombre para

que viva en comunidad, ya que no es bueno que esté solo (Gén. 2:18). La solidaridad,

cooperación y ayuda mutua son exigencias necesarias para una verdadera humanidad. La

Trinidad como unidad sirve de paradigma para la inclusión relacional de todas las

personas, Dios mismo quiere esa realidad para la humanidad “para que sean uno, como

nosotros somos uno” (Jn. 17:22).

Benedicto XVI hace ver la necesidad de un sano ecumenismo para el desarrollo

de la humanidad. Considera que son importante las religiones y las culturas de los

diversos pueblos para el desarrollo, aunque crítica e invita a discernir aquellas

“religiones” que aunque enseñan el amor y la fraternidad, sus actitudes individualistas

frenan el desarrollo integral de las personas. El pontífice argumenta que la religión

cristiana y las otras religiones pueden contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene

lugar en la vida pública.

Por otro lado, Benedicto XVI considera que el fenómeno de la globalización y el

aumento de la interdependencia mundial y para alcanzar el soñado desarrollo integral,

9
Caritas in Veritate, 37.
9

deben ser regulados por una Autoridad política mundial, que se encargue de la economía

mundial, el desarme integral, seguridad alimenticia y mundial, el medio ambiente y

regular los flujos migratorios. El pontífice no aclara quien podría ocupar ese “cargo

mundial”, si una autoridad religiosa o política.

Capitulo Sexto
El desarrollo de los pueblos y la técnica
Un elemento importante para el desarrollo de la humanidad es la tecnología. Por

medio de la técnica el hombre puede cumplir el mando de cultivar y dominar la tierra

(Gén. 2:15), por lo tanto la técnica es una creatividad humana concedida por Dios. Esta

creatividad tecnológica ha evolucionado muchísimo en la historia del género humano, y

ha servido para su crecimiento, pero a la par del desarrollo tecnológico se necesita

hombres rectos que busquen el bien común. El desarrollo integral necesita del binomio

preparación profesional y coherencia moral.10 El argumento aquí presentado por el papa,

es corroborado por la historia. En los siglos XVIII y XIX se pensó que con el aumento de

la técnica y la ciencia se solucionarían los problemas de la humanidad. Pero

desafortunadamente no ocurrió así, tras tres siglos de crecimiento tecnológico, esos

problemas no se han solucionado sino que han aumentado. Por eso, y como lo

recomienda el pontífice, la preparación profesional necesita de una solidad moral.

Carta Encíclica Deus Caritas Est

Puntos doctrinales fundamentales

10
Ibíd., 48.
10

“Dios es amor” es la primera encíclica del pontificado de Benedicto XVI

publicada el 25 de diciembre del año 2005. En ella el papa presenta el corazón de la fe

cristiana: al amor de Dios. Y es que se comienza a ser cristiano cuando se tiene un

encuentro personal con un Dios que ha dado por amor a su Unigénito para salvar a la

humanidad. El amor también debía ser el centro de la fe de Israel: “Escucha, Israel: El

Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el

alma y con todas las fuerzas” (Deu. 6:4-5). Jesucristo sintetizó el fundamento de su fe

mediante el amor a Dios y el amor al prójimo (Marc. 12:29:31).

El amor de Dios como centro de la fe cristiana debe ser fundamental en un mundo

que asocia a Dios con la venganza, violencia y el odio. Incluso, en la actualidad el

término “amor” está difuminado y carente de significado.

En el mundo antiguo se usaban dos términos esenciales para definir el amor, eros

y agapé. Este último había sido dejado de lado por los antiguos griegos, y preferido por

los escritores del Nuevo Testamento. Esto fue motivo de crítica por pensadores del siglo

XVIII que argumentaban que al “amor eros” había sido deformado para la religión

cristiana, siendo esté una expresión natural y hermosa de la vida. Pero, ¿es válido este

cuestionamiento que el racionalismo hace al cristianismo? ¿El cristianismo ha destruido

al eros? De manera, magistral el pontífice aclara y re direcciona la discrepancia y el

dualismo que el imaginario cristiano ha tenido del eros y el agapé.

En primer lugar, los antiguos griegos consideraban al eros como un “arrebato” o

impulso, una locura divina que prevalece sobre la razón.11 El cual se plasma en los cultos

11
Deus caritas est, 3.
11

de la fertilidad, en donde las prostitutas culticas celebran el eros como una comunión con

la divinidad. Esto fue condenado y rechazado por la Ley y los profetas, ya que atentaban

contra la dignidad divina y humana. En realidad las prostitutas no eran diosas sino seres

humanos que se les violentaba sexualmente.

En segundo lugar, no existe dualismo entre eros y agapé. Si bien, tienen sus

diferencias estás no deben ser excluyentes. El hombre es alma y espíritu, pero unificados

en una persona, con respecto a esto Benedicto XVI dice:

“La carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que es como criatura, de


la cual forman parte el cuerpo y el alma. Solo cuando ambos se funden
verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. Únicamente
de este modo el amor eros puede madurar hasta su verdadera grandeza.”12

El eros no es un arrebato o éxtasis, sino un camino permanente, un salir al

encuentro hacia la otra persona que se entrega.13 El eros debe evolucionar y sanearse para

convertirse en renuncia y sacrificio. Esta realidad puede observarse en el libro el Cantar

de los Cantares, en cuyo contexto se utilizan dos términos diferentes para indicar el

amor, “dodim”, que comporta un estado inseguro y de búsqueda; y “ahabá” (traducido al

griego como agapé). El dodim primario evoluciona a ahabá, en donde el conyugue no

busca al otro de manera indeterminada o egoísta sino de manera sacrificial.

Es interesante observar que en la revelación bíblica, los profetas presentan el

amor de Dios hacia su pueblo con imágenes eróticas (cf. Isa. 62:5; Sof. 3:17). La relación

entre Dios y su pueblo es ilustrada con el noviazgo y el matrimonio. Este eros de Dios es

12
Ibíd., 4.
13
Ibíd., 5.
12

también agapé, porque es un amor que perdona, se sacrifica y que se ha encarnado en

Jesucristo que se ha entregado a la humanidad por amor.

Análisis crítico de las doctrinas fundamentales

El pontífice atina luego de definir el amor que este es la tarea primordial de la

iglesia. El amor a Dios expresado en el amor al prójimo es la exigencia para cada fiel.

Para lograr este cometido el amor debe acompañarse de la justicia, porque muchas veces

los pobres no necesidad de obras de caridad sino de justicia. Sin justicia, las obras de

caridad solo servirían para acallar la conciencia del que tiene sobre el que no tiene. Pero,

para el actuar de un orden justo debe ser propio de cada fiel.

Es interesante observar que Benedicto XVI considera el amor como una realidad

única. Eros y agapé si bien son diferentes no son excluyentes una de la otra. Esto es

revolucionario para el imaginario evangélico, ya que siempre se ha enseñado la dicotomía

entre eros y agapé. Y en cierta medida, se ha considerado el eros como tabú dentro de la

iglesia. Y menos, se ha hablado del eros de Dios. Pero, analizando la revelación bíblica,

el papa ha logrado definir y situar el amor bíblico. Esto es importante porque tanto el

mundo ha distorsionado el eros, como la religión ha ofuscado el agapé. Las dos

expresiones son la cara de una misma moneda, aunque diferentes pero conciliables.

Carta Encíclica Spe Salvi

Puntos doctrinales fundamentales

El tema central de está encíclica es la esperanza y a la vez de la fe bíblica en cuya

revelación fe y esperanza aparecen como intercambiables. La esperanza es una virtud

que distingue a los cristianos de los incrédulos. Las personas que viven sin Dios viven sin
13

esperanza mencionó el apóstol Pablo a los creyentes de Éfeso (Ef. 2:12), ellos tenían a

otros dioses que no les ofrecían esperanza alguna. La fe cristiana ofrece esperanza a una

humanidad que camina en un mundo oscuro hacia un futuro incierto. El mundo de la

actualidad ha colocado su esperanza en la economía, la política, la tecnología, etc., pero

ha fracasado. Por ejemplo, Karl Marx creyó que solucionada la economía todo quedaría

solucionado, pero el hombre no es el producto de condiciones económicas, y no puede

curarse desde afuera. El mundo necesita conocer la esperanza que puede fundamentar su

existencia. La humanidad necesita comprender que la esperanza verdadera es el

fundamento de sus esperanzas grandes o pequeñas, sin la gran esperanza las demás no

bastan.

Esta esperanza se obtiene cuando se conoce al Dios verdadero revelado en la

persona de Jesucristo. Ese encuentro entre el hombre y Jesucristo le provee al primero

una vida con sentido, no solamente le da información para poder vivir bien sino que da el

poder para hacerlo. Y es que el evangelio no solo es “informativo” sino “preformativo”

del ser. Pero, ¿que ofrece la esperanza?, a esto responde el santo padre: la vida eterna,

que es la relación con quien es la fuente de la vida (cf. Jn.17:3).

Análisis crítico de las doctrinas fundamentales

Siguiendo la pauta de las Caritas in vertitate y Deus caritas est, la esperanza y la

vida eterna no son realidades personales sino comunitarias e integrales.

Desafortunadamente, indica el pontífice, en la actualidad se habla solo de “la salvación

del alma” en detrimento de todas las cosas en conjunto. La esperanza cristiana no es

solipsista sino que se abre en busca del otro. Estar en comunión con Dios invita a estar en

comunión con otros, compromete en favor de los demás.


14

En la segunda parte de está encíclica, Benedicto XVI presenta varios campos para

el desarrollo de la esperanza. En primer lugar, la oración. En la oración el hombre se

acerca a Dios como un hijo, aprende a pedir lo que es digno de Dios y no en cosas

banales y sin sentido. Otro campo para la esperanza es el actuar en el sufrimiento. Las

obras de caridad son vitales para dar a conocer al mundo la esperanza verdadera. Aquí, es

interesante que el pontífice menciona que el creyente “no merece” el cielo no sus obras,

sino que es resultado del don divino. El creyente debe obrar caritativamente para paliar el

sufrimiento de su prójimo. Y aunque hay que reconocer que se puede luchar contra el

sufrimiento, no puede suprimírsele. Ante esta realidad, se debe aceptar la tribulación,

madurar y encontrar en ella la ayuda que Cristo ofrece y la esperanza que da. El

sufrimiento ofrece la oportunidad de acercarse al que sufre, consolidarse con él y

manifestar el amor y la esperanza de Dios.

El último espacio para aprender sobre la esperanza, dice el pontífice, es el juicio:

“Ya desde los primeros tiempos, la perspectiva del juicio ha influenciado a los
cristianos, también en su vida diaria, como criterio para ordenar la vida presente,
como llamada a la conciencia y al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de
Dios.”14

El creyente tiene esperanza en la justicia que establecerá Dios en el futuro. Esta

perspectiva es fundamental contra la protesta en contra de Dios por las injusticias que se

viven diariamente. Y es que solo Dios puede crear justicia. Por lo tanto, invita a velar por

una correcta conducta en favor de los demás, ayudar al necesitado y practicar la justicia

en favor de los inocentes.

14
Spe Salvi, 25.
15

Propuesta para la Iglesia Evangélica

Las anteriores encíclicas presentadas por Benedicto XVI están referidas “a las

personas consagradas y a todos los fieles laicos”. De tal invitación no está exenta la

Iglesia Evangélica. De los documentos anteriormente analizados se pueden rescatar las

siguientes ideas:

1. La idea de salvación de almas debe reemplazarse por la salvación total de la

persona. El ser humano es cuerpo y alma, y cualquier teología que excluya a

alguna o se fundamente en una sola cae en el riesgo de no poder cumplir la

Misión de Dios. El Evangelio comporta no solo las necesidades espirituales de

las personas sino también las materiales.

2. La caridad y amor por el prójimo es un elemento exigente para la conducta de

todo creyente, sin ella no puede haber un cristianismo verdadero. Esta

demanda es precisa en el momento actual de la iglesia, ya que se habla mucho

de evangelizar pero solamente con palabras y no con hechos.

3. Vida en comunidad. Desafortunadamente la iglesia evangélica pasa por un

individualismo propio del contexto que le ha tocado vivir. Muchos creyentes

practican una fe personal e individual. Asisten los domingos a sus iglesias

pero se desconectan el resto de la semana de sus hermanos en la fe.

4. El diálogo interreligioso para el bienestar de los pueblos. La iglesia evangélica

ha mostrado cierta “alergia” cuando se habla de ecumenismo. En algunos

círculos evangélicos se cree que cuando la ICR habla sobre el ecumenismo lo

que se está diciendo es la sumisión de las religiones a la autoridad papal y de

la Iglesia. Pero, esta mentalidad debe sanearse para lograr un dialogo con otras
16

confesiones religiones, y poder unir fuerzas para ayudar a los pueblos y sus

necesidades. Debe cesar la larga enemistad entre católicos y evangélicos para

poder cumplir la misión de Dios.

Conclusiones

El Concilio Vaticano II dejo la tarea a la Iglesia Católica de ser una Iglesia de

todos y para todos, que debía abrir y recibir con brazos de amor y misericordia a todas las

personas. Benedicto XVI en sus tres encíclicas publicadas, Caritas in Veritate, Deus

caritas est y Spe Salvi, trata de orientar y dirigir a la Iglesia en la búsqueda de un

ecumenismo en favor del desarrollo integral de la humanidad. Para lograr ese cometido

todas las religiones y culturas deben trabajar juntamente, pero colocando a Dios como

fundamento. Un humanismo cristiano es el garante del desarrollo de los pueblos,

cristianos que busquen a Dios y testifiquen no solo con palabras sino con obras.

La humanidad necesita conocer la esperanza verdadera que se obtiene solamente

cuando se encuentra al verdadero Dios quien le ofrece vida eterna, ante este ofrecimiento

todas las esperanzas humanas adquieren sentido y dirección. Necesita conocer y entender

que Dios es la fuente del amor puro y sin macula, que invita a relacionarse con Él y con

el prójimo.

Estas encíclicas aunque presentan algunos escoyos marianos, son de vital

importancia para el cumplimiento de la misión de la Iglesia. Cada persona que diga

llamarse cristiano haría bien en leerlas, reflexionar y adoptarlas para enriquecer su praxis

cristiana.

Bibliografía
17

Alejandro Martínez Sierra, “Antropología Teológica Fundamental”, Biblioteca


de Autores Cristianos, Madrid, 2002, 114
Benedicto XVI, Caritas in Veritate, La Santa Sede, 2009.

____________, Deus caritas est, La Santa Sede, 2005.

____________, Spe Salvi, La Santa Sede, 2007.

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