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CÁTEDRA DE BIOFARMACIA
SEMINARIO N°1
TEMA:
DISTRIBUCIÓN DE FÁRMACOS EN EL ORGANISMO.
CINÉTICA DE DISTRIBUCIÓN: COMPARTIMENTOS
CENTRAL, SUPERFICIAL PERIFÉRICO Y PERIFÉRICO
PROFUNDO.
SUBGRUPO 3
INTEGRANTES:
BELTRÁN UBE CARLOS JOEL
CONTRERAS PÉREZ FREDDY LEONEL
ESCOBAR PARRALES MARCELA SOFÍA
FLORES TORRES JEAN CARLOS
DOCENTE:
Q.F. GLENDA SARMIENTO TOMALÁ M.Sc.
La dinámica de esta entrega (distribución) es desde luego regulada por varios factores:
Ilustración 1 Distribución del fármaco irrigación del tejido, gradiente de concentración (entre
sangre y tejido), facultad del producto para atravesar
membranas biológicas, solubilidad en los tejidos (Rojas, 1999).
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fármaco se incorpora en el eritrocito, encontrará en el interior un pH ligeramente superior,
debido al exceso de cargas catiónicas presentes en la hemoglobina. Por ello, los aniones se fijan
más que los cationes y pueden acumularse en los eritrocitos, una vez en su interior, el fármaco
puede unirse a proteínas intracelulares, hemoglobina. Existen fármacos que se incorporan a los
hematíes como por ejemplo ciclosporina, digoxina fenitoína, propranolol, etc (Álvarez, 2014).
La unión de los fármacos con las proteínas plasmáticas se efectúa a través de enlaces
reversibles, encontrándose en equilibrio la fracción libre y la unida a proteínas plasmáticas. Las
proteínas mayoritarias que intervienen son: albúmina, alfa-1-glicoproteína ácida, globulinas y
lipoproteínas.
En este sentido, la albúmina es la proteína más importante, puesto que es la más abundante y
la que tiene mayor superficie y capacidad de fijación a sustancias exógenas. Desarrolla
interacciones con cationes y con aniones, y es capaz de interaccionar con muchos fármacos de
naturaleza ácida y con algunos de naturaleza básica. La unión de los fármacos a la albúmina
es, en general, reversible, y está favorecida por la liposolubilidad. Los ácidos débiles se unen
casi exclusivamente a la albúmina, y pueden hacerlo en dos sitios independientes. Las bases
débiles y las sustancias no ionizables liposolubles se unen principalmente a las lipoproteínas,
pero las bases débiles pueden hacerlo también a la albúmina y a la α-glucoproteína. En la unión
de los fármacos a las proteínas del plasma los mismos no producen efectos biológicos como
consecuencia de su unión a las proteínas plasmáticas, pero esta unión permite el transporte y
almacenamiento del fármaco y constituye uno de los mecanismos más importantes del
organismo para el mantenimiento de los niveles plasmáticos y de las acciones farmacológicas,
esta permanece en la sangre, no siendo metabolizada ni excretada y constituye una reserva móvil
del fármaco.
Sólo el fármaco libre difunde a los tejidos diana y a los órganos de metabolismo y
excreción, ya que la fracción unida no atraviesa el endotelio capilar con facilidad. El fármaco
unido se va liberando paulatinamente para alcanzar un equilibrio con la fracción libre a medida
que ésta va teniendo acceso a los distintos órganos. En ocasiones, la propiedad de unirse a las
proteínas del plasma favorece, además, la solubilidad de los fármacos en él.
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sustancias liposolubles, o por filtración, si se trata de sustancias hidrosolubles. La
concentración que se alcanza en el líquido intersticial depende de la unión del fármaco a las
proteínas del plasma, pues habitualmente difunde sólo la fracción plasmática libre. Las
membranas endoteliales son, en principio, muy permeables, pero la morfología de la pared
capilar condiciona también la resistencia al paso. Esta resistencia es mínima en las sinusoides
hepáticas; en cambio, es máxima en los capilares del SNC, y es intermedia en los capilares del
territorio muscular. En realidad, el acceso de los fármacos al SNC, el ojo, la circulación fetal y
las secreciones exocrinas (lágrimas, saliva, bilis, leche, líquido prostático, etc.) presenta
características peculiares, pues la filtración a través de hendiduras intercelulares en estas áreas
está muy limitada. El flujo sanguíneo regional condiciona también en buena medida el acceso
de los fármacos a los diferentes órganos. En ocasiones, la especial afinidad de algunos fármacos
por determinados tejidos condiciona la presencia de concentraciones elevadas en áreas poco
vascularizadas. En presencia de inflamación hay vasodilatación y aumento de la permeabilidad
capilar y puede, por ello, existir una concentración más elevada del fármaco en el tejido
inflamado que en el sano.
BARRERAS
El paso a algunos lugares de nuestro organismo está limitado al no existir en algunas
áreas la posibilidad de filtración por las hendiduras intracelulares. Esto ocurre en el sistema
nervioso central, el ojo, la placenta y el acceso a secreciones exocrinas (lágrimas, saliva, leche
y líquido prostático), (Baños, 2002).
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BARRERA HEMATOENCEFÁLICA
Para que los fármacos lleguen hasta las neuronas se requiere que puedan vencer la
llamada barrera hematoencefálica o hematomeníngea. En efecto, los capilares cerebrales a
diferencia del resto de capilares, no comunican directamente con el intersticio, ya que entre el
endotelio y el espacio extracelular se interpone largas prolongaciones de los astrocitos que
prácticamente envuelven al capilar cerebral (Rojas, 1999).
Esta barrera confiere cierta impermeabilidad al SNC y constituye para éste un factor de
protección frente a los efectos nocivos de las sustancias que ingresan en el organismo. Diversas
desviaciones del estado fisiológico pueden, además, alterar la estructura capilar cerebral,
aumentando su permeabilidad y ocasionando lo que se conoce como rotura de la barrera
hematoencefálica. La rotura de esta barrera en condiciones patológicas puede resultar
provechosa. La misma penicilina, que es un ácido orgánico muy ionizado, puede en casos de
meningitis mejorar su paso al SNC y alcanzar en éste concentraciones terapéuticas. Sin
embargo, a medida que se produce la recuperación y se restaura la anatomía normal, deja de
acceder al SNC, lo cual entraña el riesgo de una cura incompleta (Fernández, 2008).
BARRERA PLACENTARIA
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La placenta es una barrera celular muy compleja, derivada embriológicamente de
tejidos fetales y maternos. La mayoría de los fármacos administrados a la madre son también
capaces de atravesar esta barrera y entrar en la circulación fetal. Se alcanza un equilibrio muy
rápido entre ambas circulaciones, y la concentración de los fármacos y de sus metabolitos en
la circulación fetal es equiparable a la concentración en la sangre materna. Los fármacos
pueden, de hecho, afectar al feto cuando se utilizan a lo largo de la gestación, y también cuando
se emplean en el momento del parto (Fernández, 2008).
Las drogas atraviesan la placenta por difusión simple, por transporte activo, por
pinocitosis, por fagocitosis y algunas sustancias endógenas como los esteroides sexuales lo que
hacen por un proceso muy propio de la placenta que se llama migración sincitial esto es,
pequeños brotes de vellosidades coriales de la placenta se desprenden y caen en las lagunas
sanguíneas maternas para avanzar por la circulación venosa de la madre hasta los pulmones, y
en cuyo sitio son desintegrados y liberan las hormonas. La placenta no es simplemente una
membrana de transferencia de sustancias, sino que es capaz de activar o inhibir a muchas de
ellas gracias al arsenal enzimático que posee (Rojas, 1999).
VOLUMEN DE DISTRIBUCIÓN
El pasaje a líquido intersticial se hace a través de la pared de los capilares por difusión
y filtración, la velocidad de esta distribución es rápida, y comienza entre 15 y 20 segundos
luego del arribo a la sangre, y se alcanza el equilibrio entre concentraciones plasmáticas de la
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droga y concentración plasmática aproximadamente en unos 10 minutos. Los medicamentos
liposolubles pasan a través de la pared capilar casi instantáneamente y los hidrosolubles lo
hacen más lentamente en función tanto de gradiente de concentración cuánto del tamaño
molecular (Rojas, 1999).
El volumen de los líquidos en el cual debe distribuirse la droga para alcanzar una
concentración semejante a la de la sangre, se designa como el nombre de volumen de
distribución y se calcula aplicando la siguiente fórmula:
CINÉTICA DE DISTRIBUCIÓN
En el organismo, los fármacos se encuentran en una situación dinámica permanente.
Van alcanzando un equilibrio tisular y, al mismo tiempo, se van metabolizando y excretando.
A veces, sin embargo, es necesario considerar estáticamente el proceso de distribución. Para
ello, se realizan estudios en modelos compartiméntales más o menos complejos, que se adaptan
al comportamiento cinético de los fármacos.
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Ilustración 5 Modelo Tricompartimental
MODELOS COMPARTIMÉNTALES
La naturaleza y evolución en el tiempo del efecto de un fármaco, son procesos
complejos y para poder identificar los factores que caracterizan el comportamiento del fármaco
se necesita su simplificación: La representación se realiza mediante modelos que son
herramientas (basadas en ecuaciones que contienen variables y parámetros) que permiten
describir y predecir las relaciones concentración-efecto a partir de una información limitada
como son las observaciones cínicas. El objetivo de su diseño es el de intentar simplificar la
Farmacocinética de los fármacos, para ello se considera al organismo dividido en una serie de
compartimentos que representan espacios teóricos con unos volúmenes calculados pero que no
se ajustan a ningún espacio anatómico exclusivo, sino que pueden englobar más de uno
(Aguilera, 2013).
Compartimento Central: Integrado por el plasma y los tejidos mejor irrigados, tales como el
corazón, cerebro, riñones, pulmones e hígado. También incluye al Sistema Nervioso Central
(si el fármaco atraviesa bien la Barrera Hematoencefálica).
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Este compartimento recibe el 75% del gasto cardíaco representa exclusivamente el 10% de toda
la masa corporal y es donde inicialmente se distribuye el fármaco para hacerlo posteriormente
a los otros compartimentos indicando que el fármaco presente en el plasma alcanza un
equilibrio instantáneo con los tejidos en los que penetra. Es precisamente en el compartimento
central donde tiene lugar exclusivamente el aclaramiento del fármaco.
Está formado por el agua intracelular poco accesible; es decir, la de los tejidos menos irrigados,
como piel, grasa, músculo o médula ósea, así como los depósitos celulares (proteínas y lípidos)
a los que los fármacos se unen laxamente.
Incluye los depósitos tisulares a los que el fármaco se une más fuertemente y de los que, por
tanto, se libera con mayor lentitud.
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concentraciones iniciales altas en el compartimiento central, seguidas de una fase de equilibrio
con el compartimiento periférico superficial. Sin embargo, en este caso, existe una fase de
distribución aún más lenta, y el fármaco continúa acumulándose después en algunos tejidos
específicos que poseen mayor capacidad de retención y que constituyen el compartimiento
periférico profundo. Si el efecto farmacológico se produce en este compartimiento, el efecto
máximo tardará más en aparecer y desaparecerá también más tarde de lo que indican las
concentraciones plasmáticas.
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BIBLIOGRAFÍA
Armijo, J. A., & Mediavilla, Á. (2014). Absorción, distribución y eliminación de los fármacos. En J. A.
Armijo, & Á. Mediavilla, Farmacología Humana (págs. 60-62). Barcelona: Elsevier Masson.
Josep Baños Díez, M. F. (2002). Principios de farmacología clínica. Barcelona : Elsevier España.
Rojas, E. S. (1999). Fundamentos de Farmacología Médica. Quito: Universidad Central del Ecuador,
Editorial universitaria, 1999.
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