Вы находитесь на странице: 1из 2

EL SOLDADO FANFARRÓN

ACTO I
PIRGOPOLINICES. Cuidaos de que el resplandor de mi escudo (para mi escudo el resplandor) sea/quede más brillante que como suelen ser los rayos del sol cuando el cielo está despejado, que,
cuando sea preciso, llegados a las manos, cierre la mirada/agudeza de los ojos en la línea de batalla contra los enemigos. (5) Pues yo quiero que se consuele esta espada mía para que no se
lamente o deponga su ánimo, porque ya hace tiempo que la llevo ociosa, que, infeliz, desea hacer picadillo/cebarse de enemigos. Pero ¿dónde está aquí Artrotogo?
ARTOTROGO. Está cerca de un varón valiente y afortunado y de regia figura, además, de guerrero –Marte no permitiría decir (10) ni igualar sus hazañas a las tuyas.
PIR. ¿(Acaso) al que yo protegí en los campos curculeños, donde era jefe supremo Bumbomáquides Clitomestoridisárquides, nieto de Neptuno? (15)
ART. Me acuerdo. Naturalmente, dices aquel con armas doradas, cuyas legiones tú dispersaste de un soplido, como el viento las hojas o las pajillas de los tejados.
PIR. Eso, ciertamente, ¡por Pólux!, no es nada. ART. Nada, ¡por Hércules!, ciertamente, es esto en comparación con otras cosas, diré –que tú nunca hiciste (20). Si alguien ha visto que haya
un tipo más mentiroso o más lleno de fanfarronería que aquel, me tendrá para él, yo me daré como (en calidad de) propiedad; solamente una cosa, la olivada (paté de aceitunas) se come de
locura. PIR. ¿Dónde estás? ART. Aquí. Por Pólux, o al elefante en la India (25), donde llegaste y de un puñetazo le rompiste un brazo. PIR. ¿El qué, un ‘brazo’?
ART. Esto quería decir, una ‘pata’. PIR. Y eso que lo herí descuidadamente. ART. Por Pólux, ciertamente, si te hubieras esforzado, tu brazo habría traspasado por la piel, por las
entrañas y por los huesos del elefante (30). PIR. No quiero esto aquí ahora.
ART. Tampoco, por Hércules, vale la pena que me narres tus hazañas, que ya las sé. El estómago crea todas estas molestias: con los oídos han de oírse para que los dientes no crezcan y ha de
aprobarse cualquier cosa que este mienta/invente (35). PIR. ¿Qué es lo que estaba diciendo? ART. ¡Ah!, ya sé lo que querías decir. Fue hecho, por hércules, me acuerdo de lo que ocurrió.
PIR. ¿Qué era? ART. Cualquier cosa. PIR. Tienes… ART. Vas a/quieres pedirme las tablillas. Las tengo, y también el punzón.
PIR. Con qué delicadeza acomodas tu pensamiento al mío. ART. Me conviene conocer con precisión tus costumbres (40) y mostrar cuidado para preolerme lo que tú quieres de mí.
PIR. ¿Acaso recuerdas algo? ART. Recuerdo que 150 en Cilicia, 100 en Escitolatronia1, 30 sardos y 60 macedonios –son los hombres a los que tú– mataste en un solo día. [45]
PIR. ¿Cuánta es la suma de hombres? ART. Siete mil. PIR. Deben ser tantos. Llevas bien la cuenta. ART. Sin embargo, no los tengo escritos. Así lo recuerdo, con todo.
PIR. Por Pólux, tu memoria es excelente. [eres de memoria excelente] ART. Los bocados me inspiran.
PIR. Mientras pongas persistentemente la misma pasión que ahora [50], siempre te haré partícipe de mi mesa.
ART. ¿Y en Capadocia, qué, donde tú habrías matado a quinientos a la vez de un solo golpe si no hubieras despuntado la espada?
PIR. Sin embargo, puesto que eran soldaduchos de infantería, dejé que vivieran.
ART. ¿Para qué te diré yo lo que todos los mortales saben [55], que tú, Pirgopolinices, existes/eres único en la tierra por tu valor y tu belleza y tus infatigables hazañas? Te aman todas las mujeres
y no sin razón, (por)que eres tan guapo. Por ejemplo, aquellas que ayer me sujetaban del manto. PIR. ¿Qué te dijeron ellas de mí? [60]
ART. Preguntaban insistentemente: “¿Acaso es este Aquiles?”, me dijo. “No, es su hermano”, dije. Entonces, la otra, “Pues, por Cástor, sí que es guapo”, me dijo, “y de aspecto noble. Mira qué
bien le sienta la cabellera. ¡Qué/bien afortunadas aquellas que se acuestan con ese!”. [65] PIR. ¿Así decían, pues?
ART. ¿Acaso ambas no me rogarían que hoy te llevara por allí como en procesión? PIR. Tremendamente es una tremenda desgracia que sea un hombre guapo.
ART. No es así/es lo que hay. Son pesadas: me ruegan, me rodean, me suplican que les permita verte, me ordenan que te lleve con ellas, [70] de modo que no me esté permitido poner mi trabajo
en tus negocios.
PIR. Parece que es momento de que vayamos al foro para darles la paga a los mercenarios que ayer anoté aquí en las tablillas. Pues el rey Seleuco me ha rogado con muchísimo empeño que me
ocupe [75] de reunir y alistar a unos mercenarios. Y yo me he impuesto hoy poner mi trabajo al servicio del rey. ART. ¡Ea!, vamos pues. PIR. Seguidme, escolta.

ACTO II
PALESTRIÓN. Tengo la amabilidad de contaros este argumento si vosotros tenéis la benevolencia de escucharme [80]; ahora bien, quien no quiera escucharme que se levante y se vaya, para
que haya donde se siente aquel que quiera escuchar. Ahora os sentáis en este lugar festivo por esta causa: os diré el argumento y el título de la comedia que nosotros vamos a representar [85].
Esta comedia, en griego, tiene como título Αλαζών, este, nosotros, en latín, lo llamamos ‘fanfarrón’. Esta ciudad es Éfeso; aquel soldado es mi dueño, el que ha partido de aquí al foro, un
fanfarrón, desvergonzado, una basura, lleno de perjurio y adulterio [90]. Dice que todas las mujeres, voluntariamente, lo persiguen: este es motivo de burla para todas por cualquier sitio que
marcha. Y así, aquí, a las cortesanas, de tanto lanzarle besos, verías que la mayor parte tendría los labios deformados. En cuanto a mí, no hace mucho que sirvo en casa de este como esclavo
[95]; quiero que vosotros sepáis esto, de qué modo llegué a él en condición de esclavo, desde ese al que serví antes. Poned atención, pues ahora os explicaré desde el principio el argumento. Yo
tenía como dueño en Atenas a un excelente muchacho; este amaba a una cortesana de una madre de Atenas del Ática [100] y ella también a él; amor que es el mejor para cultivar. Este fue
enviado oficialmente como legado a Naupacto por un gran asunto de estado. Entretanto, este soldado llega por casualidad a Atenas, se introduce en casa de la amiga de mi dueño [105], empieza
a engatusar a su madre con vino, adornos y opíparas viandas, y así, el soldado se hace íntimo allí, en casa de la alcahueta. Tan pronto como a este soldado se le presentó la ocasión, engaña a
aquella alcahueta, a la madre de la joven [110] que mi dueño amaba; pues este soldado mete a la hija de esta en la nave a escondidas de su madre y, a esta, la trae aquí, a Éfeso, como una mujer
secuestrada. Yo, cuando sé que la amiga de mi dueño (de la casa) ha sido sacada de Atenas, me preparo una nave cuanto puedo vivo [115], embarco hacia Naupacto para anunciar esto a mi
dueño. Cuando hubimos sido arrastrados a alta mar, ocurre lo que los dioses quieren, unos piratas capturan la nave en la que viajaba: me perdí antes de empezar a ir donde iba, hacia mi dueño.
El que me capturó me da como regalo a este soldado [120]. Cuando este me condujo a su morada, a su casa, veo a la amiga de mi dueño, la que lo fue en Atenas. Cuando ella, a su vez, me ve,
me hace una señal con los ojos para que no me dirigiera a ella por su nombre; luego, cuando tiene ocasión, la mujer lamenta conmigo su suerte [125]: dice que desea fugarse de esta casa a Atenas,
que ella ama a mi dueño, el que lo fue en Atenas, y que a nadie odia de peor manera que a ese soldado. Yo, después que conocí el pensamiento de la mujer, cogí unas tablillas, las sellé, a
escondidas [130] se lo di a un mercader para que se las llevara a mi dueño, el que lo había sido en Atenas, el que había amado a esta, para que este viniera aquí. Él no despreció el mensaje, pues
viene y, además, este se aloja al lado de aquí, en casa de un huésped de su padre, un viejo encantador [135]; y así, complace a su huésped enamorado y nos anima con su obra y consejo, nos
ayuda. Y así, yo he preparado aquí dentro unas grandes máquinas para que los enamorados puedan reunirse (haré a los amantes encontrables a la vez). Pues en la (única) habitación que el soldado
dio a la concubina [140], en donde nadie excepto ella misma pone el pie, en esa habitación, yo perforé la pared por donde, a escondidas, hubiera un paso para la mujer de aquí allí; y lo hice
sabiéndolo el viejo: este me dio el consejo. Pues mi consiervo es un tipo de no mucho valor [145] a quien el soldado puso como guarda de su concubina. A él, nosotros, con graciosas artimañas
y hábiles engaños, le colocaremos una venda sobre sus ojos y así haremos que lo que ha visto no lo haya visto. Y, luego, para que no os equivoquéis, esta mujer, hoy, hará el papel de dos, llevará
el aspecto de [150] la de aquí y la de allí, y será la misma, pero simulará que es otra. Así, engañaremos al guarda de la mujer. Pero ha sonado desde aquí la puerta del viejo, nuestro vecino; sale
él: este es el viejo encantador que os dije. [155]

Escena II
PERIPLICTÓMENO. Por hércules, si no le rompéis en adelante las tabas2 a cualquier extraño que veáis en el tejado, yo haré tiras vuestros costados. Sin duda, los vecinos ya son testigos de lo
que ocurre en mi casa, así, a través del impluvio, miran dentro. Ahora, además, os señalo a todos: a cualquier tipo del soldado este que veáis en nuestro tejado [160], excepto únicamente
Palestrion, arrojadlo aquí, a la vía. Aunque aquel diga que persigue una gallina, una paloma o una mona, pereceréis si no lo golpeáis a conciencia hasta la muerte. Y, además, para que no eluda
la ley del juego, cuidaos de que, sin tabas, en su casa, disfruten los banquetes. [165]
PALESTRION. No sé qué mala acción ha hecho nuestra servidumbre, por lo que oigo: así, este viejo ha mandado triturar las tabas de mis compañeros, pero me exceptúa a mí: no me importa
nada lo que haga a los demás. Me acercaré a él. PE. ¿Este de enfrente que viene no es Palestrión? PA. ¿Qué haces, Periplictómeno?
PE. No muchos hombres [170], si tuviera que elegir, querría ver y encontrar ahora antes que a ti. PA. ¿Qué pasa? ¿Qué estrépitos haces con nuestra servidumbre? PE. Estamos perdidos.
PA. ¿Qué ocurre? PE. El asunto está descubierto. PA. ¿Qué asunto está descubierto?
PE. Hace un instante, desde el tejado, no sé quién de vuestra servidumbre ha visto por nuestro impluvio dentro de nuestra casa a Filocomasia y a mi huésped [175] besándose.
PA. ¿Qué tío lo ha visto? PE. Tu consiervo. PA. ¿Qué tío es este? PE. No lo sé. Se escapó así, de repente, imprevistamente. PA. Sospecho que estoy perdido.
PE. Cuando se aleja, grito: “¡Eh! ¿Qué haces tú en mi tejado?”. Y aquel, alejándose, me responde así, que perseguía una mona.
PA. ¡Ay, pobre de mí, que voy a morir por una bestia de nada! [180] ¿Pero Filocomasia todavía está aquí? PE. Cuando salía, estaba aquí.
PA. Ve, por favor, manda que pase en cuanto pueda para que la vean en casa los esclavos, a no ser que quiera que nosotros, que somos esclavos, por culpa de su amor, camaradas todos, seamos
entregados a las cruces. PE. Eso le dije yo; si no quieres otra cosa…
PA. Quiero. Dile esto [185]: que en absoluto se aleje a ninguna parte (de ninguna manera) de su natural femenino y que no deje de practicar el arte y la disciplina de esto. PE. ¿De qué modo?
PA. De modo que al que la vio aquí le convenza con sus palabras de que no la ha visto. Aunque que haya sido vista 100 veces, sin embargo, que lo desmienta. Tiene boca, lengua, perfidia,
malicia y audacia, confianza, obstinación, mala fe. Que al que la acuse, con su respuesta, lo convenza con su juramento [190]: en su casa tiene un ánimo mentiroso, falsificador, falsario, en casa,
engaños, en casa, acciones lisonjeras, en casa, mentiras. Pues la mujer, si alguna es (la que es) mala, nunca le pide al hortelano: en casa, tiene el huerto y los condimentos para todas sus prácticas
maléficas. PE. Yo le anunciaré esas cosas si está aquí. Pero ¿qué pasa, Palestrión, [195] qué reflexionas tú contigo en tu corazón?
PA. Calla un momento, mientras yo para mí convoco una asamblea en mi ánimo y mientras consulto qué haré, qué engaño prepararé contra mi engañoso compañero de servidumbre, que la vio
aquí besándose, para que, lo que haya visto, no lo haya visto.

1
Lugar inventado por Plauto: patria de los escitas mercenarios.
2
Juego de palabras entre talón y dados en latín.
PE. Busca: yo me alejaré de ti, de aquí hacia allí, entretanto. Mira, por favor, allí, [200] de qué modo se irgue, mostrando preocupación con el ceño fruncido, pensando. Se golpea el pecho con
los dedos, va a hacer saltar, creo, fuera su corazón; he aquí que se gira: apoyándose en su muslo izquierdo tiene su mano izquierda, con la diestra, con los dedos, hace cuentas, golpeándose el
muslo derecho. Así, fuertemente, se golpea: a duras penas se le ofrece lo que hacer [205]. Ha chasqueado los dedos; se esfuerza; frecuentemente cambia la postura. Pero he aquí que asiente y
niega con la cabeza: no le gusta lo que encuentra. Sea lo que sea, no lo sacará sin cocer, sino que lo dará bien cocido. Pero, mira, ahora es constructor: sostiene una columna con su mentón.
Fuera, en absoluto me gusta esta construcción [210]; pues he oído que la cabeza apoyada en una columna es para el poeta bárbaro3 (el poeta bárbaro tiene la cabeza apoyada en una columna),
junto a quien dos guardianes, por turnos, siempre a todas horas montan guardia. ¡Bravo! Elegantemente, por hércules, está plantado y a la manera de un esclavo y como un actor de comedia; hoy
no descansará hasta que haya hecho lo que busca. Lo tiene, creo. Hazlo si algo haces, vigila, no te entregues al sueño [215] a no ser que, ciertamente, prefieras pasar la noche en vela, coloreado
por las varas. Te digo yo. *…* ay, te hablo, Palestrión. Despierta, digo, estate atento, digo, es de día, digo. PA. Escucho.
PE. ¿Acaso no ves que están encima de ti tus enemigos y acecha tu espalda la emboscada? Toma medidas, apodérate de recursos y ayuda para esta situación: esto conviene hacerlo rápidamente,
no sosegadamente. [220] Adelántate de alguna manera, lleva tu ejército alrededor de algún desfiladero, lleva a los enemigos a una emboscada, prepara para los nuestros la defensa; intercepta las
provisiones de los enemigos, fortifica un camino por el cual los alimentos y las provisiones puedan llegar seguro a ti y a tus legiones: de este asunto ocúpate, el asunto es urgente [225]. Encuentra,
imagina, dame rápido un plan caliente para que lo que ha sido visto no haya sido visto, lo ocurrido no haya ocurrido. El tío aquel empieza un gran asunto, edifica una gran fortificación. Si tú
solo dices que tú asumes esto, es seguro que podemos derrotar a nuestros enemigos. PA. Digo y lo asumo para mí [230]. PE. Y yo digo que conseguirás esto que buscas.
PA. ¡Qué Júpiter te quiera bien! PE. ¿Acaso no te atreves a hacerme partícipe de lo que has imaginado?
PA. Calla mientras te llevo a la región de mis astucias. Para que sepas juntamente conmigo mis planes. PE. Te los llevarás sanos y salvos del mismo sitio.
PA. Mi dueño está envuelto en una piel de elefante, no suya [235], y no tiene más inteligencia que una piedra. PE. Yo ya sé esto.
PA. Ahora así empiezo el plan, dispondré esta astucia, de forma que le diré que ha venido de Atenas con un amante suyo esta otra hermana gemela carnal de Filocomasia, tan parecida como la
leche es a la leche; diré que estos se hospedan [240] por un vínculo de hospitalidad aquí, en tu casa. PE. ¡Bravo, bravo, ingeniosamente, alabo tu imaginación!
PA. De forma que, si mi consiervo la acusara allí ante el soldado de que la ha visto besarse con otro, yo probaré contra mi consiervo que ha visto a esta en tu casa abrazándose y besándose con
su amante. PE. ¡Absolutamente excelente! [245] Lo mismo diré yo si el soldado me interroga.
PA. Pero dirás que son muy parecidas, también Filocomasia debe ser prevenida de esto para que lo sepa y no titubee si el soldado la interroga sobre esto.
PE. ¡Extremadamente hábil es el engaño! Pero, si quiere ver a ambas en una reunión, ¿qué hacemos?
PA. Resulta fácil: pueden reunirse trescientos pretextos [250]: «No está en casa, ha salido a pasear, está dormida, está arreglándose, está lavándose, está almorzando, está bebiendo: está ocupada,
no está libre, no puede», cuantas dilaciones quieras, de modo que desde el primer momento le induzcamos a creer que es verdad lo que se finja. PE. Me gusta lo que dices.
PA. Vete dentro, pues, y, si está ahí la mujer, mándale [255] que pase rápido a casa y dile esto, indícaselo, prevenla para que tenga nuestro plan tal como hemos urdido lo de la hermana gemela.
PE. Te la daré instruidamente instruida. ¿Algo más? PA. Que vayas dentro. PE. Voy.
PA. Sin duda, yo también iré a casa y me esforzaré en esto, en investigar disimuladamente al tío [260] que está entre mis consiervos que hoy estuvo persiguiendo a la mona. Pues aquel no ha
podido dejar de no hacer partícipe de su rumor a alguno de la servidumbre sobre la amiga de mi dueño, que la había visto aquí, en la casa contigua besándose con otro jovencito. Yo conozco la
costumbre: «No puedo callar lo que solo yo sé» [265]. Si encuentro a quien la vio, avanzaré hacia él los manteletes y los parapetos: la estrategia está preparado, es cosa cierta coger al hombre
con violencia y luchando. y, si así no lo encuentro, iré olfateando como un perro de caza hasta que alcance a la zorra por las huellas. Pero han sonado nuestras puertas, yo moderaré mi voz [270];
pues es el guarda de Filocomasia, mi consiervo, aquel que sale fuera.

Escena III
ESDELEDRO. Sin duda, a menos que deambulara en sueños por el tejado, estoy seguro, por Pólux, de haber visto en la casa contigua a Filocomasia, la amiga de mi dueño, buscarse un asunto
perjudicial para ella. PALESTRION. Este la vio besándose, por lo que he oído decir aquí. [275] ES. ¿Quién está ahí? PA. Tu consiervo. ¿Qué haces, Esceledro?
ES. Es un gusto, Palestrion, encontrarte. PA. ¿Y ahora qué? ¿Qué ocurre? Haz que lo sepa. ES. Tengo miedo. PA. ¿De qué tienes miedo?
ES. Por Hércules, de que hoy cuanta servidumbre hay aquí saltaremos a la mayor desgracia y tormento. [280] PA. Salta tú solo, pues yo no me detengo en esos saltos y bajadas.
ES. Quizás tú no sabes el hecho que se ha producido en nuestra casa. PA. ¿Cuál es ese hecho? ES. Impúdico. PA. Sábelo tú solo, no me digas nada, no quiero saberlo.
ES. En efecto, no dejaré que no lo sepas. Hoy he perseguido a nuestra simia por el tejado de ellos. PA. Por Pólux, Esceledro, tú, un tío de nada, has perseguido una fútil bestia. [285]
ES. ¡Los dioses te maldigan! PA. A ti ahí igualmente –después que empezaste, habla.
ES. Por casualidad miré desde arriba ahí, a la casa contigua, a través del impluvio, y yo vi a Filocomasia besándose con aquel otro desconocido jovencito (no sé quién que es jovencito).
PA. ¿Qué calamidad, Esceledro, oigo de ti? ES. Ciertamente lo vi. PA. ¿Tú? ES. Yo, con estos dos ojos míos. [290] PA. Vete por ahí, no dices nada verosímil y no lo viste.
ES. ¿Acaso te parezco legañoso?
PA. Es mejor que le preguntes eso a un médico. Ciertamente, en efecto, tú, si los dioses te aman, no levantes esa historia a la ligera: ahora, por ello, creas para tus piernas y tu cabeza un perjuicio
mortal. Pues para ti está dispuesto que mueras doblemente a menos que detengas [295] tu estupidez. ES. ¿Cómo que doblemente?
PA. Te lo diré. En primer lugar, si acusas falsamente a Filocomasia, morirás por esto; en segundo lugar, si esto es verdad, tú, agregado como guarda para ella, morirás.
ES. No sé que será de mí: ciertamente, yo sé que la he visto. PA. ¿Sigues, infeliz?
ES. ¿Qué quieres que te diga sino lo que he visto? [300] Es más, todavía ahora está aquí dentro, en la casa contigua. PA. ¡Ah!, ¿acaso no está en casa?
ES. Míralo, ve tú dentro, pues yo ya no pido ser creído en nada. PA. Está decidido hacerlo.
ES. Aquí te esperaré; asimismo, le pondré una emboscada por aquí mismo, tan pronto como la ternerita se vuelva de aquí, del pasto, al establo. ¿Qué haré yo ahora? Aquel soldado me ha
agregado como guarda para ella [305]; ahora, si la delato, estoy muerto; si callo, con todo, estoy perdido si esto quedara al descubierto. ¿Qué es peor o más atrevido que una mujer? Mientras yo
estoy en el tejado, ella sale fuera del alojamiento; por Pólux, se hizo una acción atrevida. Si el soldado sabe esto, creo, por Hércules, elevará a la cruz toda esta casa y a este mismo [310]. Por
Hércules, sea esto lo que sea, murmuraré antes que morir malamente; yo no puedo proteger a la misma que se vende a sí misma.
PA. Esceledro, Esceledro, ¿qué otro tío hay en la tierra más atrevido que tú? ¿Quién ha nacido con los dioses más hostil e indignado que tú? ES. ¿Qué pasa?
ES. ¿Por qué no mandas que te arranquen los ojos con los que ves lo que nunca fue? [315] PA. ¿Qué, nunca? ES. Yo no daría por tu vida ni una nuez podrida. PA. ¿Qué ocurre?
ES. ¿Qué ocurre, preguntas? PA. ¿Por qué no lo preguntaría? ES. ¿Por qué no mandas que te corten esta lengua habladora tuya? PA. ¿A causa de qué lo mandaría?
ES. Filocomasia está en casa, la que tú afirmabas que habías visto en la casa contigua besándose y abrazándose con otro. [320]
PA. Es asombroso que te alimentes con cizaña siendo el trigo tan barato. ES. ¿Por qué? PA. Porque estás miope.
ES. Canalla, por Pólux, ciertamente, tú eres ciego, no miope. Pues aquella, ciertamente, está en aquella casa. PA. ¿Qué, en casa? ES. En casa, por Hércules, sin duda.
PA. Vete por ahí, estás jugando, Palestrion. ES. Entonces tengo las manos manchadas. PA. ¿Por qué? ES. Porque juego con lodo. [325]
ES. ¡Ay de tu cabeza! PA. La tuya, Esceledro la enviaré ahí fuera a menos que te cambies tus ojos y tus discursos. Pero ha sonado nuestra puerta.
ES. Con todo, yo vigilo las puertas. Pues no hay nada por donde esta pueda pasar de aquí allí a no ser por esta puerta. PA. Pero está aquí. No sé, Esceledro, qué calamidad te anima. [330]
ES. Yo veo para mí, yo sé para mí, yo creo para mí muchísimo: a mí nadie me apartará de que ella está en esta casa. Aquí la esperaré para que ella no se me deslice por debajo desde allí a mí,
imprudente. PA. Este tipo ya es mío, yo ya lo derribaré de su fortaleza. ¿Acaso quieres ya que te haga confesar tu estupidez? ES. ¡Ea!, hazlo. [335]
PA. ¿Que no sabes nada en tu corazón ni utilizar tus ojos? ES. Quiero. PA. ¿No es verdad que tú dices que la amante de nuestro dueño está aquí?
ES. Y reafirmo que la vi besándose aquí dentro con otro hombre. PA. ¿Acaso no sabes que no hay ningún pasaje de aquí a nuestra casa? ES. Lo sé.
PA. ¿Que (no hay) ningún solárium ni huerto a no ser (que pase) por el impluvio? [340] ES. Lo sé.
PA. ¿Y ahora qué? Si ella está en casa, si hago que la veas salir de aquí, ¿eres digno de muchos latigazos? ES. Soy digno. PA. Observa la puerta para que no se te sustraiga aquí
a escondidas y pase aquí. ES. Está decidido hacerlo así. PA. Ya te la pondré yo aquí de pie en el camino.
ES. Bien, así pues, hazlo. Quiero saber si yo he visto lo que he visto o si este hará [345] lo que dice que hará, que ella esté en casa. Pues yo, ciertamente, tengo mis ojos y no los pido para
utilizarlos fuera. Pero este parasita aquí siempre, este es el más cercano ella; es llamado el primero a la comida, se le da viandas el primero; pues está en nuestra familia desde hace más o menos
tres meses [350] y a ningún esclavo en nuestra servidumbre le va mejor que a él. Pero yo, esto que hago, conviene que lo haga, observar esta puerta. Así la observaré. Sin duda, por Pólux,
ciertamente, nunca me confundirán con estas palabras.

3
El poeta Nevio. Bárbaro porque escribe en griego, ya que el teatro se basaba en el de Grecia.

Вам также может понравиться