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Cannabis medicinal

``El cannabis es un medicamento con un rango de seguridad alto, y no ha


mostrado algún deceso por su uso, de acuerdo a estudios´´

El mercado internacional cannabis tiene un impacto económico estimado de


20.000 millones de dólares.
Hoy día se fabrican productos para diversas áreas y se impulsa la
investigación, pero por ser un mercado emergente la aparición de nuevas
compañías parece empezar. La doctora colombiana especialista en cannabis
Sandra Carrillo indicó a Efe que la marihuana medicinal es una alternativa
terapéutica por los beneficios que tiene, pero los aprobados por entidades
sanitarias son excesivamente costosos para los pacientes. Hizo referencia a
uno que se que aprobó el año pasado por la Administración de Medicamentos y
Alimentos de los Estados Unidos (FDA) para tratar a los pacientes
estadounidenses que padecen formas raras de epilepsia.

"El Epidiólex, tamb


ién conocido como cannabidiol, tiene un costo de 32.000 anuales, algo
inasequible, por lo que muchas empresas ahora se dedican a ser extracciones
para tratar de bajar los costos y hacer medicamentos más baratos para las
personas", expresó.

La especialista comentó que las técnicas y procesos juegan un rol


también, y es que la estandarización debe ser parte para elaborar un
medicamento de calidad.

"La planta es muy compleja por sus componentes, el futuro de este producto es
que tenga métodos estandarizados, a la vez que sea recetado de una forma
personalizada para su eficacia", declaró.

"El cannabis es un medicamento con un rango de seguridad alto, y no se ha


mostrado algún deceso por su uso, de acuerdo a estudios. Además, es
necesario cultivar la relación médico-paciente para crear un acompañamiento
para aquellos que nunca han consumido y valorar los efectos que se tiene
como paliativo a un padecimiento", dijo.
En cuanto a la ilegalidad de su producción advierte que se venden
productos a base del aceite de cannabis en el mercado negro, y que su
uso podría causar daños porque no cumplen con normas sanitarias. El
consumo de medicamentos elaborados a base de cannabis es regulado en
varios países latinoamericanos, entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, México, Perú, Puerto Rico y Uruguay.

Según la organización de CannaTech, el mercado internacional del


cannabis tiene un impacto económico estimado de 20.000 millones de dólares,
cifra que podría ascender a los 100.000 millones en 2020 y es un sector que se
profesionaliza y extiende con rapidez.

Javier Goyco -representante de la empresa estadounidense Lab Society,


dedicada a tecnología de extracción, procesamiento y refinamiento de aceite
de
cannabis- manifestó a Acan-Efe que el mercado de compañías similares se
está abriendo en base a cada país que regule sus normas. Y es que alega, que
en Latinoamérica se potencia la investigación en base a las necesidades que
se determinen con la planta y las variedades que poseen, uno de ellos es
Colombia, quien apura su marcha para extraer el cannabidiol, un principio
activo de la planta del cannabis.

"Estamos en un punto donde hay una explosión de este mercado tan


emergente y rápido, sin embargo, las empresas que quieran ingresar para
promover sus innovaciones, deben revisar las legislaciones de cada país para
competir", añadió.

Entre tanto Rodrigo Marc….


.ecq, un productor dedicado a cultivos hidropónicos, mencionó que el
futuro del cultivo de la marihuana en la región debe tener adecuados marcos
jurídicos acompañados de una estrategia de mercadotecnia y educación, y así
erradicar el estigma que pesa sobre el cultivo y uso de la planta.

"La planta cuenta con propiedades importantes para la medicina, y se hace


más investigación se podrá orientar su uso, mucho más allá del recreativo",
señaló el productor panameño.

Lamentó que el cannabis aún mantenga una mala percepción a pesar de que
cada día se presentan más estudios.

Los expertos participaron en una cumbre internacional para la Aceleración de la


Innovación del Cannabis terapéutico 'CannaTech', que se realizó en la ciudad
de Panamá.

EFE
Cannabis medicinal: Colombia se vuelve potencia
Esta es una oportunidad dorada para que Colombia se convierta en uno de los
mayores proveedores del mundo. Quiénes están detrás de estas inversiones y
cómo crece el negocio.

Se trata del cannabis o marihuana legal que se siembra desde hace un par de
años, luego de la promulgación de la Ley 1787 de 2016, la cual permite el
cultivo y fabricación de insumos y productos de esta planta con propósitos
medicinales.

Esta ley fue el detonador para que entre 20 y 30 empresas grandes y medianas
construyeran la hoja de ruta científica, legal, tecnológica y comercial para que
este negocio germine.

El propósito de esta naciente agroindustria es claro: entrar en la pelea por un


mercado global de la marihuana legal que podría alcanzar US$146.000
millones para el año 2025, según un informe de Grand View Research.

Además, las grandes multinacionales de bebidas y alimentos ya fijaron su


mirada en la actividad. Un reporte de Bloomberg destaca que “la legitimación
de la marihuana se ha acelerado a una velocidad asombrosa, con empresas
tradicionales de consumo y farmacéuticas que van desde Constellation Brands
y Anheuser-Busch InBev, hasta Altria Group y Novartis que invierten o se
asocian con compañías de cannabis”.

Informaciones publicadas en medios internacionales dan cuenta de al menos


149 compañías listadas en las bolsas de valores canadienses con un valor
combinado de US$50.000 millones.
El capital
¿De dónde sale el combustible financiero que tiene ‘volando’ esta creciente
agroindustria? En el caso de Colombia, las primeras inversiones para el
desarrollo de áreas de siembra, semillas y otros insumos se hicieron –en buena
parte– con dineros en caja de grandes empresarios del sector arrocero,
floricultor, cafetero y hasta de la ingeniería civil. Ellos vieron hace unos pocos
años como Canadá,Estados Unidos y otros países de Europa daban pasos
importantes hacia la legalización de la marihuana con propósitos medicinales y
recreativos. Luego vino en Colombia la Ley Galán (1787 de 2016) que sentaba
las bases del negocio.

Sin embargo, para nadie es un secreto que el mayor ‘fertilizante’ financiero de


esta actividad proviene de la Bolsa de Valores de Toronto.

En junio de 2018 la firma colombocanadiense Khiron empezó a cotizar en el


TSX Venture Exchange de Toronto. “Fuimos los primeros en Colombia en
llegar con éxito a esa Bolsa. Desde ese momento, hemos logrado incrementar
nuestra presencia e inversiones en otros países como Chile y Uruguay”, dijo a
Dinero Álvaro Torres, cofundador y CEO de Khiron.

En agosto del año pasado, un mes más tarde de esta movida empresarial, otra
firma local, Colombian Cannabis se fusionó con Canopy Growth, la
multinacional de cannabis medicinal más grande del mundo. Según Bibiana
Rojas, fundadora de Colombian Cannabis y actual presidenta de Spectrum
Cannabis Colombia, esta transacción le permitió permutar su compañía con
acciones de Canopy; algo similar a lo que hizo en su momento el Grupo Santo
Domingo con Bavaria en su negocio cervecero.

Le puede interesar: Cerveceras le apuestan a la marihuana para abrir nuevos


mercados

“Canopy tiene hoy tres unidades: Spectrum Cannabis, que se enfoca en


productos medicinales; Tweed para cannabis con propósitos recreacionales y
Canopy Health Innovation, que hace investigación y desarrollo. La holding tiene
presencia en 15 países”, explicó Rojas.

Pero no solo con dólares canadienses se alimenta el negocio. El 15 de agosto


pasado, el gigante de las bebidas Constellation Brands (que tiene marcas como
cerveza Corona y Modelo, entre otras) anunció que estaba aumentando su
participación a US$4.000 millones en Canopy Growth.

Un mes después, Bloomberg reportó que Aurora Canopy, competencia de


Canopy, había tenido acercamientos con Coca-Cola para el desarrollo de
bebidas con infusión de CBD, un componente no psicoactivo encontrado en el
cannabis.
Esta fiebre de negocios y movidas ha aupado las acciones de estas empresas
tanto en Toronto, como en Nueva York, donde también han encontrado espacio
bursátil. En medio de este furor, algunos analistas se muestran preocupados
debido a que algunas de estas firmas presentan valores en Bolsa
aparentemente inflados. Es así como una de las más grandes multinacionales
del sector factura al año US$20 millones, pero tiene un valor en el mercado de
US$40.000 millones.

“La Bolsa de Valores es inteligente y apuesta en el equipo, el plan, el tamaño y


la capacidad, entre otros. Es como la minería, hay una proyección de una
capacidad, de cuánto puede vender, etc. Es un mercado de paciencia”, explicó
Torres de Khiron.

Y puede ser cierto. Khiron vende desde diciembre pasado sus productos
cosméticos con cannabis (no psicoactivo) en la cadena Farmatodo a través de
la marca Kuida. Así mismo, llegó a un acuerdo hace un par de semanas con la
estadounidense Dixie Brands para distribuir los productos colombianos en
Colorado y California.

En contraprestación, Khiron fabricará y distribuirá los productos de Dixie


en América Latina, claro, donde la legislación lo permita. Entre esos productos
con cannabis se destacan alimentos y calmantes para mascotas y suplementos
para personas, entre otros. “Es la primera vez que una compañía colombiana
realiza este tipo de exportaciones”, dijo Torres. Esto último le ha permitido a la
empresa aumentar su valor en Bolsa; la acción pasó en una semana de 1,95 a
2,88 dólares canadienses.

Aunque bolsas como Toronto y Nueva York parecen convencidas del nuevo
negocio verde, los bancos del mundo y Colombia se mantienen aún al margen
–por el momento– de este boom. El único banco que tiene abiertas líneas de
crédito a ‘cannabicultores’ es el BBVA, siempre y cuando se cumplan rigurosos
procesos de calificación. El asunto parece ser reputacional. Los bancos locales,
algunos de ellos con títulos (ADR) en Estados Unidos, como Grupo Aval y
Bancolombia, temen aún represalias del gobierno federal de Estados Unidos
que mantiene prohibido el comercio y distribución de todo tipo de cannabis.

Para Rafael Mejía, presidente de la Bolsa Mercantil de Colombia, no se


descarta que en algún momento este tipo de productos se puedan transar allí,
“siempre y cuando la demanda lo justifique”. Mejía recordó que grandes
fortunas en Estados Unidos se forjaron con productos prohibidos como el
alcohol y el tabaco.

Lea también: Financiación: la real traba de la marihuana medicinal

El Banco Agrario de Colombia también preparaba un producto de


financiamiento para esta actividad, pero los cultivadores dicen que en los
últimos meses se ‘marchitó’ el asunto.
Nueva industria nacional
Hace 20 o 30 años la zona rural de Rionegro, Antioquia, era epicentro de la
acción extorsiva de grupos como el ELN. “Era fácil ver casas abandonadas con
huecos de bala en la fachada”, comenta uno de sus pobladores. Sin embargo,
todo cambió en un par de décadas. En ese mismo vecindario y a unos 20
minutos en vehículo del Aeropuerto Internacional de Rionegro, se construye
uno de los complejos agroindustriales más completos y modernos de Colombia
para el procesamiento de cannabis medicinal, PharmaCielo.

Dinero visitó estas instalaciones, teniendo en cuenta que esta empresa con
raíces canadienses, se listó en la bolsa de valores de Toronto (TSXV) el
pasado 18 de enero.

Es necesario decir que a pesar del buen clima de seguridad que se vive
en la región por estos días, el ingreso al complejo requiere un estricto
control de seguridad con guardas, puertas eléctricas y vallas.

Una vez adentro es posible ver las dimensiones de este negocio que crece no
solo en Antioquia sino en muchas áreas de Tolima, Quindío, Huila, Antioquia y
Cundinamarca, entre otras zonas. Es así como tardamos casi 3 horas en
recorrer invernaderos en diferentes fases de producción del cannabis, líneas de
refinación de la flor con el uso de maquinaria de alta tecnología y personal
calificado. Pocas veces se ve en la agroindustria colombiana tal nivel de
sofisticación, sobre todo en una actividad tan nueva, al menos en el lado legal.

En el primer edificio nos recibió un biotecnólogo vegetal que se dedica, en


palabras sencillas, a clonar o multiplicar una célula madre en miles de plantas
que sean resistentes a climas adversos y plagas. “Trabajamos en el desarrollo
de células de plantas sanas y vigorosas”, dice uno de los expertos, mientras
nos muestra unas pruebas de laboratorio (ver foto).

Estas células crecen en medios controlados durante dos meses, luego


pasan otros 6 meses para generar el primer tejido o planta que luego va al
invernadero. Es un proceso científico en el cual se elimina –casi por
completo– el cannabinoide THC, el cual es psicoactivo. En su lugar, se
trabaja con el compuesto CBD, el que más se utiliza en las aplicaciones
farmacéuticas y cosméticas.

En PharmaCielo se cultiva esta planta en un área de 6 hectáreas (ha), pero al


finalizar este año serán 20.

El CEO y cofundador de la compañía, Federico Cock-Correa, nos atiende


desde una de sus plantaciones para contarnos, en exclusiva, detalles del
proceso. (Ver video aquí). Según este empresario, que lleva 34 años dedicado
a la industria y exportación de rosas, pompones y crisantemos, en este
complejo de Rionegro se invierten unos US$50 millones. “Cuando mi socio
canadiense me propuso un negocio centrado en el cultivo de cannabis
medicinal, yo dije rotundamente que no por todas las implicaciones que había
tenido nuestro país, la violencia y la sangre que se había derramado.
Sin embargo, vemos hoy que esta es la mejor oportunidad para cambiarlo
todo; para que comunidades indígenas y campesinas se involucren y
tecnifiquen y para que muchos enfermos tengan un alivio”, dijo Cock-
Correa. Lo otro que convenció a este empresario fue el grave momento
económico por el que pasaba la floricultura desde hace años. “La industria
estaba casi quebrada, la tasa de cambio tan baja no daba”, cuenta.

Todo este ambiente abonó el terreno para arrancar esta empresa en lo que era
antes un cultivo de crisantemo. Hoy Cock-Correa habla de un proceso de
transición entre lo ilegal a lo legal y donde ya se ve al aceite de cannabis
medicinal como un commodity. “Esta es una industria muy joven que apenas se
está inventando”, comenta el empresario y agrega que amigos, familia, clero y
gobierno local poco a poco se vienen convenciendo de las bondades del
negocio.
La regulación
La nueva industria del cannabis medicinal de Colombia busca posicionar su
producto en la legalidad. Por eso no aceptan el término marihuana, asociado
por décadas a fenómenos de violencia, tráfico ilegal y clandestinidad. “Eso sin
contar que esa marihuana no cumple con ningún estándar de aseo o cuidado.
Es un cuento totalmente distinto”, explicó una de las personas que nos
acompañan en el recorrido por PharmaCielo.

También hay que decir que desde 1986 existe la Ley 30 que permite el
cultivo y fabricación de productos con cannabis en el país, el asunto de
fondo es que esta norma nunca fue reglamentada debido a los grandes
líos que generaba el narcotráfico en el país.

Fue en 2016 cuando el senador liberal Juan Manuel Galán impulsó la Ley
1787, con la cual se reguló no solo la fabricación sino la comercialización de
este tipo de insumos agroindustriales. Luego, con el decreto 613 de 2017,
el Ministerio de Salud fijó las condiciones para producir y vender productos con
cannabis medicinal. “Era necesario plantear una nueva política de drogas
porque el mundo nunca va a estar libre de drogas, están antes de la
humanidad. Lo que sí se puede hacer es un mundo libre del abuso de las
drogas”, dijo a Dinero el exsenador Galán.

Desde entonces unas 25 empresas locales vienen en una carrera frenética


por conseguir las licencias y permisos necesarios para cultivar, fabricar,
distribuir y vender productos derivados del cannabis medicinal.

Según información del Ministerio de Justicia, ya hay 19 permisos para uso de


semillas, 62 para el cultivo de plantas de cannabis psicoactivo (THC); 89
licencias para el cultivo de plantas de cannabis no psicoactivo (CBD), para un
total de 170. “El cuello de botella en la actualidad está en el ICA, debido a la
falta de personal y a la gran cantidad de información por procesar”, dijo una
fuente del Gobierno muy cercana a los procesos de autorización.

En la medida que se vaya resolviendo el trancón de permisos en el ICA las


empresas podrán iniciar las exportaciones de los aceites y extractos. Las flores,
materia prima de todos los productos, no se podrán comercializar en el exterior.

En el caso de PharmaCielo y otras compañías asentadas en Colombia se tiene


prevista la primera exportación de extractos y aceites a mediados de este año,
lo que representará un nuevo hito en esta industria.
En el contexto internacional también se han destrabado asuntos. Países como
Holanda permiten el consumo de cannabis desde hace décadas. Sin
embargo, solo hasta el año pasado ese país inició un programa piloto
para el cultivo de la planta. Aunque en Estados Unidos el gobierno federal
prohíbe el consumo de marihuana, en 9 estados se permite el consumo
recreacional y en 29 el uso medicinal. Así mismo, en 2018 se produjeron dos
noticias que abonaron aún más el terreno a esta actividad. En junio la
Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus
siglas en inglés) permitió su uso para el tratamiento de las convulsiones
asociadas con dos formas raras y graves de epilepsia: el síndrome de Lennox-
Gastaut y el síndrome de Dravet en pacientes mayores de dos años.

Tres meses más tarde, la Agencia contra las Drogas, DEA sacaba este
medicamento de su lista negra: “La DEA continuará apoyando la
investigación científica y sólida que promueva los usos terapéuticos
legítimos de los componentes del cannabis aprobados por la FDA, de
conformidad con la ley federal”, dijo en ese entonces el administrador
interino de la DEA Uttam Dhillon, en un comunicado de prensa.

En el Ministerio de Salud está pendiente una resolución donde se determinará


qué sustancias y medicamentos que contengan cannabis serán susceptibles de
control por parte del Fondo Nacional de Estupefacientes. Se espera que en las
próximas semanas se publique para comentarios un primer borrador de la
norma.

Por último, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (ONU) es


la entidad encargada de aprobar los cupos de producción de cannabis legal en
cada país. Los cannabicultores deben tramitar y justificar cada año estas
producciones.
Rentabilidad
Al ser un negocio muy nuevo todavía es difícil saber qué tan rentable será tanto
para los pioneros como para los inversionistas que quieren entrar al juego. “La
rentabilidad es muy alta hoy pero eso puede variar con el tiempo. Es muy
distinto si eres solo un productor o si cuentas con la capacidad industrial –a la
que llamó refinería– la cual permite fabricar fármacos”, dijo Cock-Correa, quien
además tiene listo un acuerdo con una firma de México para distribuir
productos en ese país.

En números gruesos, producir un gramo de flor en Colombia puede costar


5 centavos de dólar, mientras que en Canadá o Estados Unidos la cifra es
de US$1,30 a US$2. La explicación es lógica: clima tropical que favorece
el crecimiento de la planta, una mano de obra más barata y disponibilidad
de grandes áreas de cultivo. Un invernadero puede requerir inversiones en
Norteamérica por US$1,5 millones, mientras en Colombia puede ubicarse entre
US$100.000 y US$200.000.

Otra opción que se está presentando en el mercado colombiano es el cultivo


indoor o en interiores. Es el caso de la firma Pideka, que está a punto de
terminar una serie de bodegas en Tocancipá para el cultivo controlado de
cannabis medicinal.

Lea también:Mincomercio e Innpulsa destinan recursos para la productividad


agrícola de los desplazados

Según el gerente de la compañía, el español Borja Sanz de Madrid, en cada


bodega se pueden cultivar unas 3.000 plantas de “altísima calidad”. Este
año Pideka planea producir unos 180 litros de extracto de cannabis y para
2020 de 1.200 a 1.600 litros. Cada litro se puede vender en el mercado
internacional a unos US$30.000, teniendo en cuenta que se trata de
plantas a los que se les hace un control riguroso de temperatura,
humedad y plagas.

Sin embargo, el verdadero punto de inflexión en el negocio está en los


consultorios médicos de Colombia y el mundo. En la medida que los
profesionales de la salud empiecen a formular medicamentos a pacientes es
que el negocio se consolidará.

Khiron dio pasos importantes en ese frente al comprar el año pasado una IPS,
el Instituto Latinoamericano de Neurología y Ciencia, que según el CEO de la
compañía atiende a unos 100.000 pacientes al año. Otro de los planes de la
empresa es construir Zerenia, una clínica para el tratamiento del dolor,
epilepsia, esclerosis y otras patologías. La idea con estas apuestas
empresariales es recabar el mayor volumen de estudios científicos y, una vez
cuenten con esas bases, abordar a las EPS en el año 2020 con una oferta
sólida de productos, al menos esos son los planes.
Empresarios como Bibiana Rojas, Federico Cock- Correa y Álvaro Torres, entre
muchos otros, están convencidos que esta es una oportunidad fantástica
para convertir una tragedia que tuvo al país de rodillas, en un próspero
negocio tan grande como las flores o el propio café.

“Ser empresario de cannabis medicinal es el deporte extremo de un


empresario, es el mayor reto que he tenido en mi vida empresarial en
comparación a mis otras ocho empresas. Estamos abriendo camino con
machete, este es un producto estratégico y es necesario que tenga todo el
respaldo”, puntualiza Rojas.

Los desafíos
Sebastián Londoño-Ochoa, gerente general de Medpharm (socia de la
colombiana Green Equity SA), destaca que entre los desafíos del sector está
integrar al pequeño cultivador a la cadena global de cannabis médico,
“facilitando técnicas de cultivo y gestión del negocio, financiamiento para el
ciclo de producción, protección al precio y acceso al sistema de cumplimento y
administración de riesgo”, dijo. El empresario también aseguró es un reto
exportar extracto puro o producto terminado de cannabis este mismo año
a países como Canadá y Alemania, así como lograr el primer registro ante
el Invima de un producto farmacéutico local. Por su parte, Andrés Fajardo,
presidente de Cleaver Leaves, aseguró que parte de su éxito como compañía
especializada en cannabis medicinal es que también cuenta con integración
vertical.“Tenemos 5 hectáreas de cultivos activas y operando, un programa de
expansión a 15, con lo que completaremos más de 25 a finales de 2019. La
meta a 2023 es contar con más de 100 hectáreas y pensamos ampliar la meta”,
explicó.

Clevaer Leaves cuenta con un laboratorio que tiene una de las capacidades
instaladas más grandes del mundo, cerca de 30 millones de mililitros. A la
fecha, la compañía está invirtiendo más de US$10 millones en infraestructura
y cultivos.
La oportunidad perdida del cannabis
Mientras en Colombia seguimos estigmatizando la marihuana en el debate
público, una compañía nacional que exporta cannabis medicinal empezó a
cotizar en la bolsa de valores de Canadá. ¿Vamos a perder una enorme
oportunidad comercial por seguir criminalizando los distintos usos del
cannabis?

Blueberries Medical Corp. (BBM), que surgió como un cultivo de


arándanos, se especializó en el uso medicinal de la marihuana. A partir de
este año, sus acciones se están cotizando en la Canadian Securities
Exchange, bolsa de ese país y una de las más importantes del continente.
Como le dijo a El Espectador Christian Toro, CEO de la empresa, “nuestra
lista pública en Canadá marca un hito importante para la industria
colombiana que nos permitirá ser líderes internacionales en la producción
de cannabis medicinal de alta calidad”.

La comercialización del cannabis medicinal, que está reglamentada en el país


desde el 2015, abrió una nueva y lucrativa oportunidad de negocios; además
de ser un triunfo para los pacientes de ciertas aflicciones. Ahora que el mundo
empieza a flexibilizar sus regulaciones en este tema, también surge la
oportunidad de hacer exportaciones.

La oportunidad económica es tan grande que, como explica Toro, “los


cultivadores de cannabis en Colombia pueden lograr la producción por un costo
muy inferior al que se necesita en Canadá o EE. UU., donde las empresas
deben utilizar almacenes, lámparas solares de alta potencia y maquinaria para
controlar el clima”. ¿Vamos a desperdiciar esa ventaja competitiva?

No se trata, por cierto, de promover la comercialización de un producto que


afecta la salud de las personas o que genera efectos perversos en la población.

Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le recomendó


al Comité de Estupefacientes eliminar el cannabis de la lista de
sustancias peligrosas que deben ser controladas. Eso, en medio de un
creciente consenso global sobre cómo la marihuana, en su uso medicinal
y también en el recreativo, no representa la misma amenaza que otras
drogas duras sí causan.
Las empresas colombianas ya han empezado a desarrollar productos con base
en el cannabis para fines medicinales. ¿No valdría la pena, viendo la creciente
demanda internacional, considerar impulsar ese mercado con recursos
públicos? ¿Se imaginan que los emprendimientos nacionales empiecen a ser
reconocidos a nivel mundial por estar a la vanguardia en este tema?

Un problema constante en el país es que los gobiernos han sido ambivalentes


sobre el tema. Aunque el Ministerio de Salud durante la administración de Juan
Manuel Santos fue el que por fin reglamentó el cannabis medicinal, el Gobierno
de Iván Duque tiene una posición más hostil hacia la marihuana en general. Es
momento de cambiar esos debates e incluir un factor para nada despreciable:
los incentivos económicos seguirán creciendo. ¿Nos quedaremos atrasados?
El cannabis en Colombia: la oportunidad que nunca existió
El cannabis en nuestro país país comienza su historia en el marco de la
legalidad, como la de la caña de azúcar, el café o las flores: grandes
capitales privados se dedican a producir la materia prima sin mucho
procesamiento (en el caso del cannabis es solo cultivar la planta,
cosechar las flores y elaborar los extractos base con ellas) para
exportarlo a los países que llevan realizando investigación en el tema
durante décadas y ya han desarrollado la tecnología para transformar
esos extractos en productos de altísimo valor agregado que tendremos
que importar a precios elevados, prácticamente prohibitivos para la gran
mayoría de la población.

En este orden de ideas, ¿de qué oportunidad estamos hablando? ¿De la de


seguir explotando la mano de obra barata, calificada o no, del país? ¿Esa es la
promesa de desarrollo detrás de la “oportunidad del cannabis”?

Las razones por las que se defiende hoy el incipiente negocio del cannabis son
las mismas con las que se defendió el de la caña de azúcar en su momento:
que Colombia es un país que no tiene estaciones.

¿En serio esa es la mejor defensa que se puede hacer de un proyecto


productivo? ¿Eso es a lo que tenemos que seguir aspirando los colombianos?
¿A seguir produciendo materias primas “baratas” para que, en el extranjero,
como siempre, sean otros los capitales privados que se multipliquen al mejor
estilo colonialista?

¿De nada sirvieron las lecciones aprendidas desde comienzos del siglo
XIX con la quina, el caucho, el cacao y más recientemente con otros
productos agrícolas que en su agonía ahora dan a luz el negocio del
cannabis?
El precio de la marihuana aumentó con la legalización
en Canadá

El incremento en los precios ha causado que las ventas del mercado negro
dupliquen a las de la industria legal.

Los precios de la marihuana aumentaron un 17,4% en Canadá desde que se


legalizó a mediados de octubre, con un valor promedio de 8,02 dólares
canadienses (19.000 pesos) por gramo, según Statistics Canada, que registró
grandes diferencias de precios entre el mercado legal y el negro.

“Antes de la legalización, el precio promedio no ponderado por gramo de


marihuana en 2018 era de 6,83 dólares” y desde la legalización, el 17 de
octubre, “el precio promedio por gramo se estableció en 8,02
dólares”, indicó el instituto oficial en un informe basado en las declaraciones
de cientos de consumidores.

“Entre el 17 de octubre y el 31 de diciembre, el precio promedio pagado por el


cannabis seco de proveedores legales (9,70 dólares) fue más alto que el precio
pagado por el cannabis seco comprado a proveedores ilegales (6,51)”, dice
Statistics Canada en el informe.

La gran escasez de cannabis legal que siguió a la entrada en vigor de esta


medida emblemática del gobierno de Justin Trudeau, pero también el
impuesto que se le aplica a este producto, podría explicar en parte el
aumento de los precios, estiman los observadores.

Antes de que se permitiera consumir marihuana, unos 4,9 millones de


canadienses, o el 13% de la población, ya lo habían hecho en 2018, de
acuerdo con Statistics Canada.

Aunque uno de los objetivos declarados de la legalización era acabar con el


mercado negro, ningún experto esperaba que desapareciera de la noche a la
mañana. Desde mediados de octubre, “aproximadamente la mitad de las
personas han comprado cannabis a un proveedor legal”, dijo el instituto.
En promedio, los usuarios canadienses de marihuana han comprado 8,3
gramos a algún vendedor autorizado y el doble en el mercado negro (17,2
gramos).

Los hombres tienden más que las mujeres a comprar cannabis a un proveedor
legal, en una relación de 49,8% de ellos contra el 41,6% de ellas, agregó el
instituto.

Statistics Canada señaló que este primer estudio sobre la legalización se


basa en observaciones de los precios informados por 300 personas y
luego ajustados estadísticamente, por lo que exige “precaución al
interpretar los datos” debido al tamaño limitado de la muestra.

El 17 de octubre del año pasado Canadá se convirtió, cinco años después de


Uruguay, en el segundo país del mundo en legalizar la marihuana con fines
recreativos.

El gobierno federal dejó que cada provincia organizara el comercio. Algunas


como Quebec optaron por imponer un monopolio público sobre la planta
mientras otros como Alberta optaron por una privatización completa.

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