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Consumidor consumido

Tiempos de cambio. El patriarcado, antigua brújula que indicaba qué


pensar, cómo gozar, cómo reproducirse, conoce actualmente su ocaso. Esta
declinación se aceleró con la igualdad de condiciones, la intensificación del
capitalismo y el predominio de la técnica.
Siendo así, la innovación predomina sobre la tradición, la red se impone
sobre la jerarquía, el atractivo del presente prevalece sobre el peso del
pasado, lo femenino sobre lo viril y allí donde había un orden inmutable,
flujos transformacionales rebasan todo límite.
Estas modificaciones aparejan cambios en la clínica. La clínica clásica, la
del Nombre del Padre, responde a la estructura del todo. Allí, las
toxicomanías han sido el anticipo de la promoción de un goce que va más
allá de la lógica fálica, un goce que pone en cuestión la maquinaria edípica
y la castración.
Nuestra clínica contemporánea bascula hacia el lado del no-todo. Esta clínica
del no todo es aquella en la que florecen las patologías que toman como
modelo a la adicción.
Cuando nos interesamos en la clínica de las adicciones, se hacen evidentes
prácticas que se apoyan en el sin-límite de la serie, que guardan relación con
la lógica del no-todo.

Sujetos contemporáneos. Una viñeta clínica nos ilustra, de modo


paradigmático, como algunos jóvenes contemporáneos establecen lazos
adictivos con objetos de la técnica.
Juan, 15 años, pasa hasta 18 horas jugando en red, “pegado al juego y sin
parar”. En su casa, donde está gran parte del día solo, hay tres computadoras
funcionado simultáneamente: una para los juegos, otra para las redes sociales
y la tercera para sus series favoritas. Este exceso de imágenes tiene sus
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efectos: no sabe si es de noche o de día, si almorzó o desayunó, si es un día


escolar o no. En ocasiones tiene riesgos de ser atropellado en la calle por
estar “despistado”.
Pero ante todo, los juegos son “una manera de llevar la vida” en la continua
“guerra” entre sus padres. Separados a sus 3 años, viven en constantes peleas
y reclamos judiciales. Mientras sus padres sostienen esta “guerra”, Juan se
las arregla con los juegos y los tutoriales de Internet. De estos últimos obtiene
la información de lo que “no sabe” hacer. Así formula un peculiar reclamo
al padre que nunca se fija en él: “¿Cómo aprendí a afeitarme? En YouTube.
¿Cómo hice para arreglar la persiana de mi cuarto? En YouTube”.

Otra viñeta clínica nos ilustra como algunos jóvenes logran establecer un
lazo social bajo el modo sintomático de la micrototalidad. Sabemos que estas
micrototalidades ofrecen nichos de certidumbre a estos individuos
desorientados. Se trata de jóvenes en los que su ingreso a un grupo incluye
alcoholizaciones o consumos de drogas. En estos grupos encuentran cierto
alojamiento, alguna inserción pasajera y cierta identificación inestable. En
algunos de estos jóvenes, esa es la condición previa a la entrada en una
toxicomanía. El grupo puede mantenerse o caer, mientras el lazo al tóxico se
fortalece.

El divorcio de los padres de Lucas, lo deja un tanto a la deriva. El ingreso a


un grupo de jóvenes le da una cierta contención. Con ellos se inicia en el
consumo de alcohol y la marihuana a sus 11 años. A los 12 prueba la cocaína.
Relata que durante la adolescencia pasaba mucho tiempo en la calle, con su
grupo de amigos con los que salía a robar. Eran los mismos con los que solía
consumir marihuana, alcohol y pastillas a las que llamaban “corajin”, un
hipnótico, ya que proveía el coraje para llevar a cabo estas prácticas
delictivas que solían realizar. A los 16 años pasa un tiempo internado en una
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Comunidad Terapéutica, de la que se escapa. Sus consumos ya eran un


problema para sus padres, aunque no para él. También cuenta que lo
metieron preso 2 veces en el transcurso de sus 17 años. Ha cambiado su
grupo de amigos, tiene una banda musical, en algún momento armó una
pareja y tiene un hijo. Lo que se ha mantenido estable en esos años fue su
lazo a la intoxicación. El problema que trae a la consulta no es el consumo,
sino una amenaza de separación. Su esposa lo ha puesto en una disyuntiva,
o se separa de las drogas o se separa de ella. Para él, el problema es otro.
Puede separarse de la esposa, pero no de su hijo ni de las drogas.

Variaciones del goce. Mencionábamos que el ocaso del padre, de la lógica


del todo, implicaba el surgimiento de la lógica del no-todo en un movimiento
de báscula. De este modo conviven, en la actualidad, ambas modalidades
lógicas. Mientras una declina, la otra asciende. Así pues, el psicótico y la
histérica clásica llegan a consulta, pero también las psicosis ordinarias y las
histerias rígidas. Estos movimientos requieren que el psicoanalista sea más
preciso en el diagnóstico, que su agudeza clínica aloje a estos modos de
presentación contemporaneos.
No menos cierto es que a nivel de la clínica de las toxicomanías y el
alcoholismo, todavía llegan a consulta el alcohólico romántico, así como
aquellos que han roto sus bodas con el hace pipi, pero también el alcohólico
cínico, los consumidores de rendimiento y los nuevos adictos. Estos últimos
nos enseñan que, al tiempo que caen los modos tradicionales de hacer lazo
con el Otro, surgen diferentes modalidades de lazo que toman a los objetos
de producción como partenaire.
En lo social el goce ha variado, desde la época represiva victoriana hasta la
actualidad y su imperativo: el empuje al goce. Los sujetos hipermodernos
reclaman, cada uno, su derecho al goce. La contracara de ese derecho es que
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el goce se presenta con características de incitación, intrusión, provocación


o forzamiento. El derecho es la cara visible del empuje a gozar.
Finalmente, a nivel clínico comprobamos que el goce fálico deja de ser el
privilegiado. Recordemos que Lacan había identificado al goce fálico con el
goce semántico; ambos habían sido identificados como disarmónicos con el
goce del cuerpo. Así, las palabras y el goce fálico pierden su lugar
preponderante y el goce del cuerpo surge en prácticas adictivas.
Cecilia Fava, Dario Galante, Pablo Olivero y Claudio Spivak

Bibliografía
Lacan, J. Seminario 6: el deseo y su interpretación - 1º ed. – Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2014.
Miller, Jacques-Alain. “Intuiciones Milanesas”, en Cuadernos de
Psicoanálisis, 29. Ediciones Eolia, 2004.

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