Вы находитесь на странице: 1из 2

CUANDO LOS BORREGOS NO PUEDEN DORMIR

Esta noche, hay un Borrego llamado Madejo que no puede dormir.

“Voy a ir a dar un paseo”, se dijo, y sale a caminar sin rumbo fijo por la pradera.

En el camino se puso a perseguir a una mariposa hasta que esta desaparece tras de un árbol alto y
verde.

Sobre el tronco de ese árbol hay dos mariquitas que están media dormidas. “Y yo sigo aquí
completamente espabilado y sin sueño”, caviló Madejo.

“¡Hu, hu, hu!”, gritan los búhos, “Es hora retirarse” “Y nuestra hora de salir”, dijo una familia de
murciélagos revoloteando sobre el borrego.

En el transcurso del camino se encuentra con otro árbol, “Que bien, manzanas”, dijo Madejo.
“Sabía que era el momento de tomar algo. Pero están demasiado altas para mí”.

“Intenta trepar”, dijeron las ardillas.

“No sé”, dijo Madejo.

“Ahí hay una escalera”, dijeron las ardillas.

Tenían razón.

Madejo apoya la escalera contra el manzano y sube, peldaño a peldaño, hasta que pudo alcanzar
aquellas manzanas dulces y coloradas.

Es una noche preciosa y serena, y Madejo no tiene ni una pizca de sueño. Las luciérnagas bailan
por el aire y los saltamontes cantan entre la hierba alta.

Madejo sube hasta la cima de una colina para contemplar el panorama. De pronto, unos destellos
luminosos y zumbantes cruzan el cielo. Madejo se queda aterrorizado.

Madejo echa a correr lo más rápido que pudo para esconderse entre los árboles, y a su paso fue
saltando sobre matas de tulipanes rojos.

“¡Que susto tan tremendo!”, jadeó.

“¿Dónde estaré?”, delante de él hay una casa con muchísimas ventanas.

La puerta principal está abierta, de modo que Madejo entra. Dentro de la casa también hay
muchas puertas. En una de las habitaciones encuentra lápices de colores. “Qué bien”, se dijo
Madejo. “Dibujaré algo”.

Le gusta tanto sus dibujos que los cuelga en la pared. “Otra vez tengo hambre”, dijo Madejo. Se va
a la cocina y se prepara unos riquísimos guisantes. Se los toma en el comedor. “Estoy cenando con
algo de retraso”, pensó.

“Y ahora un buen baño”, dijo Madejo.


En el cuarto de al lado hay una cama pequeña, y sobre ella hay un pijama doblado
cuidadosamente.

“Ya han salido las estrellas”, pensó Madejo. “Será mejor que me acueste… por si acaso me entra el
sueño”.

Madejo se acuesta en la cama y comienza a pensar. Piensa en su madre y en su padre y en sus


hermanas y hermanos y tíos y tías. ¿Qué estarían haciendo? ¿Se habrían dormido ya? Toda su
familia y sus amigos le rondan por la cabeza. Sus ojos poco a poco empezaron a cerrarse. Y de
tanta aventura Madejo no tarda en quedarse completamente dormido.

FIN

Вам также может понравиться