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CHAGRA TRADICIONAL DEL PUEBLO

INDÍGENA CAMËNTŠÁ BIYÁ

Desde muchos años atrás la madre tierra ha puesto una cantidad y variedad de
plantas, bejucos, árboles y animales, recursos naturales suficientes para que el
hombre camëntšá pueda subsistir. Por ello; nuestros antepasados desde épocas
anteriores le dieron a la tierra el nombre sagrado de tsbatsanamamá que traducido
al castellano significa madre tierra o madre testiga de nuestra existencia, según los
relatos de nuestros taitas y mamás con respecto a lo anterior expresan: “ Se la
llama mamá porque ella es como aquella madre que nos alimenta y nos protege,
además nos ofrece todo para poder vivir…y si colocamos una semilla de maíz sobre
la tierra se tiene la esperanza de recibir muchos alimentos como el mote, la chicha,
la vishana (sopa de maíz o choclo con coles), arepas y envueltos… ”. En vista de la
generosidad de la tierra el hombre camëntšá lentamente fue organizado su jajañ
(chagra), sembrando en primer lugar un elemento esencial para su vida, el
šboachán o maíz, fruto de la fuerza y de la esperanza y en seguida sembraron otros
alimentos para su sostenimiento, dentro del mismo jajañ se construyó la casa y
desde allí empezó a cuidar algunos animales como los cuyes, cerdos, gallinas y
patos.
El jajañ es el conjunto de varios componentes como: las plantas los animales, el
agua, el sol, la luna y el mismo hombre; tradicionalmente el jajañ es el lugar donde
se comparte alimentos, trabajo, medicina, espacio y saberes, se considera como el
sentir y el vivir del pueblo porque allí los mayores plasmaron todo su conocimiento
y sabiduría, además de lo anterior; el jajañ se convierte en una forma de seguridad
alimentaria para la familia camëntšá y una de las mejores maneras para conservar
el medio natural aplicando una tecnología propia. Dentro del jajañ toda la familia
cumple un papel esencial en el manejo de éste sistema, por ejemplo: la mujer aparte
de las labores domésticas y la crianza de sus hijos, le toca sembrar, cuidar, cosechar
y transformar los alimentos producidos. Por su parte el hombre se dedica a
experimentar y entender la dinámica de la naturaleza desarrollando sus propias
técnicas para el cultivo y control del jajañ y los niños al igual que sus mayores hacen
parte del jajañ recibiendo consejos acerca de las fases de la luna y la forma de
producción.
Tradicionalmente dentro del jajañ se pueden encontrar una variedad de plantas
tanto alimenticias, medicinales, frutales y maderables, entre las más principales se
conoce: šboachán (maíz), tsëmbe estranjeríy (fríjol tranca), jomëšá (cuna o
barbacuano), miyá (ñame), quelbasëš (calabaza), beshá (coles), ingó (arracacha),
juatsëmbesh (chachafruto o chaporoto), sidrëshá (cidra), shajushá (chauchilla),
bëtsajëshá (palmito), tsëtšá (ají), mashacbé (lulo o naranjilla), chëmbalbé (tomate
de árbol), tëtieš (chilacuán), šëš (caña de azúcar), shëbtá (uvilla), cochmajash
(pepino), limonbé (limón), matëngajbe (granadilla), tšabebé (ciruela), nÿenentšá
(moquillo), bëbiá (achira), boendendësh (palo mote), bongó (helecho), tšenajtiy
(motilón), pacayësh (palmito), juinÿnanašebj (juco), entre otros. Todos estos
elementos y muchos más, los cuales existen dentro del jajañ, garantizan la
estabilidad y supervivencia del indígena camëntšá, por ello la mayoría de las
familias que todavía conservan su jajañ aprovechan los productos para el consumo
humano y una mínima parte se vende, en especial los tubérculos, el fríjol y el maíz.

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