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Desarrollo de la mirada cibernética en la comunicología posible

Article · January 2008


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Roberto Aguirre
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Razón y Palabra
ISSN: 1605-4806
octavio.islas@proyectointernet.org
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey
México

Aguirre Fernández, Roberto


Desarrollo de la mirada cibernética en la Comunicología posible
Razón y Palabra, vol. 13, núm. 61, marzo-abril, 2008
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
Estado de México, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=199520720005

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Razón y Palabra
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Número 61, año 13, marzo-abril 2008
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México.

Desarrollo de la mirada cibernÉtica en la ComunicologÍa posible

Por Roberto Aguirre Fernández


Número 61

Resumen.- El objetivo de este texto es exponer una parte del desarrollo de la mirada cibernética en el
proyecto Hacia una Comunicología posible, aunque la mirada en cuestión remite al concierto del
pensamiento sistémico, constructivo y complejo en lo que tienen de complementarios y correlativos para
la Comunicología que desarrolla el grupo.

En una primera parte, el texto se divide en una exposición general de la Comunicología posible;
posteriormente, se presenta a la Cibernética dentro de la Comunicología Histórica; luego, la relación con
dos líneas de convivencia fundamentales en la misma Comunicología Histórica, a saber, la Comunicología
Sociológica y los Estudios Culturales.

En una segunda parte de la exposición, se comentan las transformaciones cognitivas que en la


Modernidad son precedentes al pensamiento sistémico y se revisan las aportaciones del pensamiento
sistémico, constructivo y complejo a la cosmología, ontología y epistemología de la Comunicología.

En los descubrimientos, el texto propone que la relación de la Cosmología, la Epistemología y la Ontología


comunicológica se puede representar en un triángulo semiótico cuyos vértices se distinguen en lo relativo
a las regiones del mundo en relación, a los tipos de pensamiento relacional involucrados, y a su ubicación
en la operación semiótica.

INTRODUCCIÓN GENERAL

El objetivo de este texto es exponer una parte del desarrollo de la mirada cibernética en el proyecto Hacia
una Comunicología posible, aunque la mirada remite al concierto del pensamiento sistémico, constructivo
y complejo en lo que tienen de complementarios para la Comunicología que desarrolla el grupo.

En una primera parte, el texto se dividirá en una exposición general de la Comunicología posible que sirva
para mostrar las dimensiones; posteriormente, se presentará a la Cibernética dentro de la Comunicología
Histórica; luego, la relación con la Comunicología Sociológica y las aportaciones posibles a los Estudios
Culturales.

En una segunda parte de la exposición, esta perspectiva temporal rebasa lo relativo a la fuente cibernética
para comentar las transformaciones cognitivas que en la Modernidad preceden al pensamiento sistémico
y para revisar las aportaciones del ambiente sistémico, el constructivo y el complejo a la cosmología,
ontología y epistemología de la Comunicología.

PRIMERA PARTE

2. LA CIBERNÉTICA EN LA COMUNICOLOGÍA POSIBLE


Razón y Palabra
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Número 61, año 13, marzo-abril 2008
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El proyecto Hacia una Comunicología posible (Galindo, 2007a) tiene como hipótesis de trabajo que
existen fuentes maestras del pensamiento comunicológico que permanecen por un criterio de recurrencia
de las mismas en obras, autores, programas de estudio y otros de la vida académica y profesional del
campo. A la vez, parte de considerar dimensiones a priori posibles de una Comunicología.

El punto de articulación en esta construcción fueron las categorías de información y comunicación, con
ellas se puso a jugar el principio constructivo sistémico, con lo cual tenemos cuatro niveles posibles de
organización: el elemental, de la información, el del sistema de información, el del sistema de
comunicación, y del sistema de sistemas de información y comunicación. Cada dimensión corresponde a
uno de los niveles de organización de la relación de la información y la comunicación.

Aunque el primer lugar de la revisión histórica de fuentes lo tendrían la filosofía y la religión, el arte y
otras áreas de las humanidades, el énfasis ha sido en la ciencia, y en particular las llamadas Ciencias
Humanas y del Comportamiento. A esto se le ha denominado Comunicología Histórica.
De manera sintética, la información ha referido a relaciones que operan en una dirección. La
comunicación representa a la interacción, a la operación donde la relación se configura con una doble
dirección, en una mutua afectación. Dada la perspectiva sistémica se agrego una tercera, la relación entre
ambos tipos de sistema en un tipo más complejo que los incluye a los dos: se tituló estructuración. Una
cuarta dimensión, la de la información en su configuración misma ha quedado remitida a la expresión. La
observación se consideró como quinta dimensión en tanto todo sistema cibernético tiene la posibilidad
de llegar a un punto de organización que le permite mirarse a sí mismo y reconfigurarse como opción. El
modelo de las dimensiones ha ayudado como un esquema de estrategia de análisis para guiar el
entendimiento (Galindo, 2007b).

La interacción (Galindo, 2007b) queda configurada por su referencia a los sistemas de comunicación, a la
relación entre sistemas de información y comunicación, y a la creación que deriva de la relación entre
observadores y observaciones. La interacción cubre tres de las cinco dimensiones, aunque se ubica en una
de ellas en principio. Y es en las tres más complejas en donde está su presencia más puntual. Todas las
dimensiones son complejas y hacen referencia a las otras, las implican, las configuran analíticamente.

Galindo (2004a) señala que las cuatro dimensiones formarían una figura de tres caras en tres dimensiones
formada por triángulos. Cada uno de los vértices es una de las cuatro dimensiones conceptuales
apuntadas. Esta figura geométrica sugiere varios asuntos y posibles relaciones entre las cuatro
dimensiones. Los vértices señalan los objetos que cierran las visiones, pero las caras del tetraedro son los
espacios conceptuales de las distintas perspectivas que construyen las miradas a los cuatro objetos. Tres
espacios conceptuales en superficie, pero que en profundidad se entrelazan bajo la configuración general
de eso que aquí se llama el proyecto de una comunicología posible.

A la vez, cada una de las dimensiones de la teoría es a su vez una dimensión de su aplicación práctica con
un catálogo de asuntos que pueden apreciarse en el sentido y pueden modificarse en lo concreto. La
Comunicometodología (Galindo, 2005) se propuso como posibilidad para recorrer la complejidad de cada
situación y participación de los involucrados con todas sus opciones, para llevar primero a los actores a la
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síntesis de la representación, y después a la búsqueda y resultado de una solución.

De principio, la Comunicología ha sido definida como el estudio de la organización y composición de la


complejidad social en particular y la complejidad cosmológica en general, desde la perspectiva
constructiva-analítica de los sistemas de información y comunicación que las configuran (Galindo, 2004b).

3. LA CIBERNÉTICA EN LA COMUNICOLOGÍA HISTÓRICA

La Cibernética ha sido descrita en la Comunicología Histórica como una disciplina cuyos orígenes
están en el trabajo del matemático Norbert Wiener1. Se le ha presentado como producto y motor
del ambiente científico que resultó de la evolución cultural, cognitiva y epistemológica de la
modernidad europea occidental, notoriamente el mundo anglosajón y germánico, si bien hay
presencia francesa y rusa relevante. Previa a la Cibernética fue la superación de la certeza y del
determinismo pleno de la mentalidad científica anclada a los ecos newtonianos (Wiener, 1950: 8)
expresa por el físico Willard Gibbs, en Estados Unidos de Norteamérica, y por Ludwig Bolzmann,
en Alemania.

El reconocimiento del carácter contingente de los sistemas físicos y la explicación de tal condición
a través de las matemáticas se mostraron como la matriz disciplinaria desde la cual Wiener y sus
colaboradores proyectan su noción de sistemas cibernéticos a distintas disciplinas e intenciones.

La Comunicología ha atendido también a la distinción entre cibernética de primer orden y de


segundo orden. Respecto a la cibernética de segundo orden, ésta partió de la presencia de Heinz
Karl Von Foerster en el Laboratorio de Computación Biológica, en la Universidad de Illinois,
Urbana, y su influencia en el Mental Research Institute (M.R.I.), Palo Alto, California.

En suma, de principio, la Cibernética es ubicada por nosotros como una fuente de la


comunicación que se percibe a sí misma como ajena o al menos distinta a los mundos en los que
operan sus aplicaciones. Esta condición es resultado de un proceso que le ha dado el carácter de
una epistemología experimental. Culturalmente, la Cibernética emerge en el marco del mundo
anglosajón y germánico fundamentalmente; institucionalmente, y mucho en razón de efectos
migratorios de élites científicas tras la Segunda guerra mundial, la Cibernética surge en la
mentalidad del mundo académico, militar, geopolítico y gubernamental de los Estados Unidos de
Norteamérica.

Sintéticamente hablando, la Cibernética se fundamenta en las analogías que se encuentran entre


el funcionamiento de los dispositivos técnicos, la actividad vital de los organismos y el desarrollo
de las colectividades de seres vivos. Así, un sistema consta de elementos vinculados entre si y con
el entorno circundante mediante enlaces determinados que constituyen flujos de materia,
energía o información. Si existe un dispositivo que cambia el resultado del sistema para dar
cumplimiento al objetivo que lo articula y mantiene vinculados a sus elementos, hablamos de un
sistema cibernético. Este estudio del control parte de lo siguiente:
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a. La percepción del carácter contingente de un sector de las leyes del universo que encuentra en
las matemáticas el lenguaje de explicación.
b. Los sistemas físicos están sujetos a tensiones expresas en las leyes de la termodinámica y a la
homeostasis como principio válido a todo el universo.
c. La distinción entre sistema y entorno está ligada a la entropía.
d. La noción de sistema se presenta como unidad para enfatizar lo observado como un sistema
dado en el universo, en el caso de la primera cibernética; o al observador como un sistema que
organiza al universo en la segunda cibernética.
e. La descripción del sistema cibernético se funda en el carácter autorregulado del mismo y en la
ubicación de la información en el contenido de los enlaces circulares para transmitir datos sobre
los diversos estados de los componentes y vínculos del sistema.
f. Cualquier sistema controlado se puede representar mediante una parte controlada y una parte
controladora.
g. Para lograr el control ha de ocurrir un intercambio de información a través de enlaces circulares
en el que los datos acerca del estado determinan las señales de mando.
h. Respecto a los componentes, cualquier dato ocurrido dentro o fuera del sistema se denomina
mensaje.
i. Respecto a los vínculos, los procesos a los que se somete la señal en su relación con la fuente es
encodificación, y en su relación con el receptor es decodificación.
j. La retroalimentación es una operación de la información sobre todos los componentes del
sistema con datos provenientes del efector.

Por su parte, Von Foerster (Pakman, 1996) pretende una articulación entre filosofía, ciencia y
tecnología. La cibernética en torno a él parte de un movimiento que lleva a mirar a la física desde
dentro de la experiencia y hace con ello que la pregunta por las leyes de la naturaleza y la
naturaleza de las mismas esté ligada a la pregunta sobre la emergencia de las mismas,
constituyendo así un problema social.

A partir de la segunda Cibernética nuestra investigación ha reconocido dos aportaciones y


transformaciones fundamentales en la obra de Humberto Maturana y Francisco Varela, por un
lado, y Niklas Luhmann, por el otro. Respecto al primero se destacaron las nociones de
autopoiesis como autorganización en sistemas vivos.

Finalmente, se exploró el aprovechamiento que Niklas Luhmann (1991) hace de la idea de


sistemas cibernéticos a través de su teoría general de la sociedad. Se destacaron como rasgos una
visión sistémica que pretende abarcar todos los estados del fenómeno social y la comunicación
como concepto fundamental de su teoría. Finalmente, se advirtió que el trabajo de Edgar Morín
tiene puntos de contacto con la Cibernética.

Aún hoy, una guía de búsqueda y revisión es la hipótesis de que la familiarización de nuestro
campo académico con el pensamiento sistémico se ha realizado a través de la Teoría matemática
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de la información antes que la Cibernética. Muestra de ello es la enorme presencia campal de la


comprensión de la comunicación como difusión. Así, la comunicación se ha presentado, en la
visión compartida, como un esquema de explicación del transporte de mensajes de un polo
emisor a un polo receptor junto con una medición del transporte adecuado de señales propio de
la Teoría matemática de la información. Esta condición pervive como ontología en modelos y
explicaciones ideológicas opuestas.

Los conceptos y abordajes básicos de la Cibernética adoptados por la Comunicología Histórica se


presentaron en los siguientes puntos:

a. Control es comunicación.
b. Universalidad del proceso comunicativo en todo tipo de sistemas.
c. La retroalimentación tiene una organización circular.
d. De principio, el sistema cibernético de análisis es el acto de comunicación.
e. Información es organización y orden.
f. El hombre es un sistema cibernético.
g. La codificación es particularmente compleja en el humano.
h. El mensaje es visto como un organismo cibernético.
i. Los canales de comunicación organizan bienestar social.

Respecto a la manera en que la fuente Cibernética ha sido abordada en la Comunicología


Histórica se considero que:

a. El pensamiento sistémico ha tenido poca presencia explícita en los modelos y acercamiento


teóricos de nuestro campo académico a todos sus objetos, en particular los medios masivos de
comunicación que no necesariamente la comunicación de masas.

b. La Cibernética comparte esta situación como fuente histórica concreta que exige un
pensamiento abstracto y relacional.

c. La exploración de la presencia de la Cibernética y el pensamiento sistémico en nuestro campo


se propuso a través de genealogías que agruparon a los modelos teóricos.

La primera genealogía fue relativa a teorías y modelos configurados con premisas provenientes de
la Teoría matemática de la información al nivel de algunos conceptos, esquematizaciones y juicios
provenientes de tal fuente de manera explícita y primaria.

La segunda genealogía es relativa a teorías y modelos configurados con la presencia de premisas


sistémicas o un concepto de sistema y función, así estuvieran amparados por una epistemología
positivista o estructuralista.
Las tercera y cuarta genealogías agrupan a teorías y modelos que se configuran en el seguimiento
explícito y con identidad formal de la tradición sistémica y cibernética, ya sea como epistemología
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o a nivel de conceptos y juicios fundamentales de tal fuente y que adquirieron ese mismo valor en
la formalización teórica.

En la quinta y sexta genealogía se quedaron abiertas las opciones a una configuración semejante a
la descrita en la cuarta genealogía pero con las referencias autorales y generacionales de la
Cibernética que aún no anclan en las teorías y modelos de la Comunicología Histórica, a pesar de
aplicaciones temáticas de dichos autores.

Haciendo de lado al desarrollo de la tercera y la cuarta genealogía, y a la posibilidad que


crecientemente van representando la quinta y la sexta, las conclusiones que propongo sobre la
percepción campal de la cibernética son:

1. a. La comunicación es un sistema no ubicado en un entorno en todos los abordajes y modelos.


2. b. Se carece de un tratamiento sistémico2 de los conceptos y juicios cibernéticos.

De manera general, el campo académico ve y verá una creciente presencia de temas y abordajes
relativos a redes de información, de conocimiento y de organización. El contexto cultural,
tecnológico y cognitivo empujan al campo de la comunicación a lo cibernético, sin que
necesariamente esto implique una mejor comprensión de las posibilidades ontológicas,
epistemológicas y metodológicas del pensamiento sistémico y la cibernética.

4. LA CIBERNÉTICA EN LA COMUNICOLOGÍA SOCIAL

La relevancia de un abordaje cibernético de lo social puede orientarse a explicar los sistemas de


información y de comunicación anclados a cada punto de vista y modos de relación que configuran la
presencia temporal de los grupos humanos. Es decir, a observar la observación; su proceder crítico
residiría en describir la capacidad de los distintas observaciones en las que los grupos humanos se
construyen. Entre sus límites se encuentra los rasgos de socialidad humana dados genéticamente.

En términos generales, la transformación más relevante en la explicación cibernética y sociocibernética de


la Comunicación es el paso de la explicación de ésta como transmisión de la información, proveniente de
la Teoría Matemática de la Información, de Claude Shanonn (1948), a la explicación como problema de
doble contingencia presente en Luhmann.
Entre el transporte de información y la doble contingencia se encuentra la visión cibernética de la
comunicación de Manuel Martín Serrano y José Luis Piñuel Raigada. La probabilidad y la capacidad
enactiva de la comunicación pasa de estar en el transporte a cargo del lenguaje a estar en las selecciones
que en el lenguaje se producen puesto que estas selecciones determinan el transporte y sus recortes
temporales.
Dado que este apartado se aboca a la Sociocibernética en el énfasis de la Comunicología Social, las
genealogías expuestas en torno a la Comunicología Histórica fueron objeto de algunas reorganizaciones.

4.1. Teorías sociocibernéticas


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Aquí se ubicó a la teoría luhmaniana por ser la propiamente sociocibernética en tanto se construye en el
seguimiento de la tradición sociológica, y en particular de su último autor clásico: Talcott Parsons. Así, los
objetos y conceptos de la teoría luhmaniana se desarrollan a partir de fuentes diversas, provenientes más
ampliamente del mundo de la teoría de sistemas, pero teniendo en la mirada a la teoría sociológica, sus
conceptos y objetos. Dado que la comunicación es la operación que genera la autopoiesis de los sistemas
sociales, puede decirse prontamente que todos los conceptos y objetos de su teoría son comunicológicos.

4.2. Teorías cibernéticas

Aquí se agrupó a un conjunto que, primigeniamente, se ancla al pensamiento cibernético de primer


orden. En una generación posterior convive con el de segundo orden y se ancla también para la
explicación de la conducta social humana a la etología y a la conducta en especies animales; no se
construye en referencia a la tradición sociológica. Aquí encontramos a Abraham Moles, Manuel Martín
Serrano y José Luis Piñuel Raigada.

Los conceptos y objetos comunicológicos de esta genealogía son más cercanos a los reconocidos por la
Comunicología Histórica puesto que esta genealogía es la que más ha convivido con nosotros y se puede
considerar como miembro de nuestro campo.

4.3. Teorías sociobiológicas

En este rubro se apuntó la concepción sobre lo social y lo social humano proveniente de Humberto
Maturana. Aunque tiene una epistemología cibernética asociada al pensamiento de segundo orden, este
trabajo es desarrollado por el autor y etiquetado por el mismo como una elaboración hecha desde la
perspectiva biológica. De este modo, le da un sustrato biológico a su reflexión sobre lo social. El autor
desarrolla este trabajo completamente desanclado a la tradición sociológica, no parte de la etología y es
una de las líneas más ajenas a la Comunicología Histórica de México y América Latina. Carece de una
reflexión sobre la comunicación, si bien como macroconcepto3 se puede decir que lo asocia a la
autopoiesis.

4.4. Teorías de la complejidad

En este apartado hemos inscrito una reflexión de lo social desarrollada por Edgar Morín. El autor
desarrolla su trabajo ajeno a la tradición sociológica, ocupa elementos de distintas disciplinas como la
propia biología y se acerca al pensamiento cibernético; sin embargo, desarrolla una ruta propia a partir de
la noción de la complejidad, integrando elementos que le permiten un análisis y una crítica del valor,
complejidad, condiciones del conocimiento actual y del destino de las sociedades humanas.

Igual que a Maturana, lo conocemos, pero campalmente ha sido ajeno y carece de una reflexión sobre la
comunicación, si bien como macroconcepto se puede decir que lo explica como complejidad dialógica.

5. CIBERNÉTICA Y ESTUDIOS CULTURALES

La distancia entre la Cibernética y los Estudios Culturales es en el campo académico de la Comunicación


una de las más amplias, en tanto es subsidiaria de la geometría cognitiva, cultural y política del espacio
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entre las Ciencias Naturales y Exactas respecto a las Ciencias Sociales y Humanidades.

Una versión del miedo por acercarse al pensamiento complejo invita a ver al investigador social en la
figura de un experto que atienda, dice Mattelart (2004: 18), al empirismo instrumental de un poder social
determinado. Pero esta distinción no hace de lado que el análisis de las formas cognitivas y la
organización del saber producido a través de ellas se puede hacer tanto para trabajos de una orientación
crítica o de una empírica, en el sentido de que una metáfora cognitiva4 determinada no se asocian plena y
exclusivamente a una de esas opciones. Es decir, no es un rasgo de estas estructuras estar afiliadas a una
orientación en particular, pero sólo se pueden concretizar asociados a alguna, o algún sitio entre ellas.

5.2. Génesis y bordes de los Estudios Culturales

Las sociedades inglesas en las que escriben Raymond Williams, Richard Hoggart, Stuart Hall o David
Morley, como las de Alemania y Francia -los más notorios en sus expresiones y participación en el
desarrollo y aportes a lo que se ha venido convirtiendo los Estudios Culturales- tienen en los siglos de la
Modernidad europea occidental procesos de reorganización vitales compartidos y diferenciados que, en
éste como en otros temas, hicieron del marxismo y del estructuralismo observadores concurrentes como
parte de su historia de vecindad en los siglos XIX y XX.

La transformación económica, política, social y cognitiva arrancada en las postrimerías del Medioevo
europeo echa a andar un proceso de reorganización que, pasado el periodo burgués, el Iluminismo y la
conformación científica asociada a la Física newtoniana y a la distinción dentro-fuera del Colonialismo,
termina de encarar a las sociedades europeas con el avance de un resultado que ya había tenido indicios
para los pueblos reconfigurados por la expansión europea. A saber, que la cultura sería el paisaje de
ambición final posmedieval de separar lo natural de lo creado por el hombre y de la
expresión/objetivación de las disputas humanas.

En este proceso, la conquista final se remite a naturalizar la cultura en una creación humana que no está
ligada a la naturaleza, cuando no va contra ella (Martín Serrano, 1977: 17-27). Es decir, un proceso inédito
de transformación de las relaciones hombre-naturaleza que despega progresiva e inexorablemente de
cualquier descripción y vivencia premoderna de la cultura.

Las dos guerras mundiales y la crisis económica de 1929 son parte del paso de una racionalidad que
separa innovación de naturaleza y que, tras la conquista de las estructuras lógicas de pensamiento en las
ciencias duras, de la convivencia política, de la educación, del trabajo y la transformación del entorno,
busca nuevas escalas de implicación, éstas son lo que queda de la vida privada.

Para la génesis de los Estudios Culturales, las guerras mundiales muestran el alcance de las
contradicciones y ajustes de este proceso de transformación del mundo, implicando en ello a la cultura y
a su descripción. Terminan de traslucir una emergencia del poder como fenómeno organizador de la
cultura, de su descripción como modo de vida, significación y expresión de la intersubjetividad, que se
venía configurando con la creación económica, primero, y política, después, de los estados nacionales.
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Respecto a los temas, estos han cabalgado unos tras otros, con otros y contra otros; según las disciplinas
con las que se hacen las explicaciones, sus métodos, sus modos de explicar y de falsificar hipótesis; según
el recelo de éstas para horizontes de interdisciplina que les resultasen inéditos; según los acontecimientos
sociales que adquieren relevancia en los ánimos de las poblaciones y procesos que en muchos involucran
a la Europa entera.

Hay una coincidencia temática en los Estudios Culturales de los distintos momentos, tradiciones, autores,
temáticas. A saber, (a) la atención al fenómeno del poder (hacer-hacer: acción) y (b) lo simbólico
(representar-hacer: lenguaje). Lo cognitivo aparece, por mediación de lo simbólico, como las tierras a
conquistar.

Una tendencia insoslayable de los Estudios Culturales, y de la mayor relevancia a este texto, es la
presencia de lo múltiple en sus temáticas y abordajes. En ello, parece posible señalar que los Estudios
Culturales siguen la lógica de organización de los modos de vida dominantes. A saber: diversificar, es
decir, aumentar las distinciones, y con ello, aumentar las capas de observación. La dialéctica, como figura
lógica, es para todos; no todos la juegan igual y a lo mismo.

Siguiendo dicha averiguación, este jugar a lo múltiple –en tanto forma de atender a la distinción- permite
preguntar si se juega con conciencia de lo que se juega. Cualquiera que sea la respuesta, hay quien ya lo
juega y sabe que lo juega, de allí que organiza lo múltiple en lo complejo; éste es el pensamiento
complejo, claro, juega a la configuración, no a los temas ni a la perspectiva ideológica presente en los
Estudios Culturales.

¿Será el pensamiento complejo y el segundo orden una posibilidad para la configuración de los Estudios
Culturales? Una discusión sobre la forma cognitiva de ambos puede sugerir que sí y sus límites; una
reflexión sobre las temáticas y las resistencias de las disciplinas, los paradigmas e ideologías que
alimentan los Estudios Culturales pueden encontrar desde respuestas más ambiguas a rotundos ¡no!

Bien sugiere Mattelart (2004: 18) que vale la pena comprender la metamorfosis de la noción de cultura en
el último medio siglo; replantear tanto los modos de funcionamiento de la cultura y evitar los riesgos de
una observación desde la cual la sociedad sea reducida a un caleidoscopio de flujos culturales hasta
olvidar que nuestras sociedades también se rigen mediante relaciones económicas y políticas.

Para reflexionar sobre lo anterior, este trabajo atiende solo a una capa primigenia de los Estudios
Culturales representados en las maneras en que en la versión inglesa de Birmingham como en la francesa,
se construyeron modos de observar anclados a la tradición de los estudios literarios y filológicos
anglosajones o a la lingüística continental y la semiología, por un lado; y a los neomarxistas, Gramsci o
Althusser fundamentalmente.

5.4. Hermenéutica y dialéctica en la mirada de los Estudios Culturales


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Como generalización, la epistemología subyacente en los Estudios Culturales se puede describir en


estructuras y metáforas cognitivas resultantes de la combinación de la hermenéutica con la dialéctica
para organizar una manera de observar, primigeniamente, y una segunda combinación menos
desarrollada con la fenomenología alemana.

Vista desde la teoría del conocimiento, la Hermenéutica remite al saber como comprensión. Es decir, un
proceso de interpretación desarrollado por la conciencia humana ante y mediante un signo o conjunto de
ellos. Así, la comprensión remite a dar cuenta del sentido de las aseveraciones sobre la experiencia
subjetiva e intersubjetiva, en tanto la conciencia, que comprende, es formalmente semejante en los
sujetos. Lo anterior explica su emparentamiento con la Fenomenología filosófica, para la cual la
comprensión de los fenómenos por parte de la corriente de conciencia resulta un fenómeno de atención
que remite a la construcción de un mundo gracias a las competencias de un Yo solitario.

Si bien en un sentido moderno, la descripción de la Hermenéutica remite al trabajo del filósofo alemán
Hans George Gadamer, diversos autores de las Humanidades y las Ciencias Sociales que aceptan o dan
lugar preponderante a la noción de subjetividad como de intersubjetividad, en el sentido moderno, así
como a las nociones de acción y sentido, plantean también hermenéuticas al ver al conocimiento y al
“estar en el mundo” como asunto de atribución de sentido y apropiación simbólica de los fenómenos que
circundan el espacio cotidiano de la experiencia o las estructuras que le enmarcan. Así, Weber, Garfinkel,
Schütz, Foucault, Habermas, Ricoeur, y otros comparten la condición referencial en determinados
trabajos de los Estudios Culturales.

La Hermenéutica moderna muestra en expresiones como los Estudios Culturales las cercanías entre el
estructuralismo lingüístico, la lógica y la semántica extensional, la lógica modal, la inducción y la
probabilidad, sobre todo en la aportación de teoría, metodologías y técnicas de recolección y análisis de
corpus e información.

La conexión con el pensamiento neomarxista y la dialéctica como método es ver a la orientación de lo


dicho como expresión y/o producto (producto y productor) de los criterios de negatividad expresos en las
relaciones sociales; en las maneras de negociarlas; y en ver a la cultura como dominio de la disputa,
abarcando así el ámbito de la realidad extramental de la condición social de los sujetos. Estos últimos,
sometidos doblemente: por una infraestructura producto de la acción humana que les rebasa y por un
lenguaje –superestructura- que también les rebasa, a pesar de que aquel se viva subjetivamente. Es decir,
hay una visión objetiva de la cultura en el sentido logocéntrico de objetos en torno a los cuales la
intersubjetividad es posible.

Como ella se entiende, la dialéctica es un estilo de pensamiento y es crítica en el sentido de cuestionar los
presupuestos que el científico empírico no cuestiona. A saber, la condición racional-irracional de la
sociedad; el carácter holístico de cada hecho social; la dependencia entre el objeto conocido y la manera
de ser conocido; la necesidad de un esclarecimiento hermenéutico de los puntos anteriores para validar la
prueba y el saber científico en general (Mardones, 1991).
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Queda el implícito averiguar si ¿la dialéctica sí sigue estas condiciones en la producción de conocimiento?
o si esto es suficiente para relativizar la capacidad de observación en razón de la naturaleza material del
observador y no sólo de una correlacción con otras corrientes de estudio.

El materialismo no ubica a las ideas como entidades de un universo de la conciencia, sino como parte de
un mundo extramental, e incluso termina ubicando a la misma mente como materia. La dialéctica, por su
parte, que es previa en Hegel y posterior en Marx, remite al conocimiento como un ente creado por la
relación de contradicción entre dos proposiciones; el resultado, la síntesis, se puede entender como una
nueva distinción donde la proposición resultante adquiere un valor de verdad que en la distinción previa
no alcanzaba. Sin embargo, la dialéctica se ha inscrito a una relación diádica sujeto-objeto. Una propuesta
es incluir en la relación de contradicción a la síntesis, hablaríamos de una dialéctica tríadica: una
trialéctica.

Sugiere Mardones (1991: 317) que al reducir las relaciones de producción al desarrollo de las fuerzas
productivas, el marxismo se fundamenta en las Ciencias Naturales, lo que implica la ausencia de una
perspectiva hermenéutica en el pensamiento marxista, de principio. El lenguaje queda en el pensamiento
marxista como un ámbito que objetiva a las relaciones de dominio expresas como parte de la tradición y
la cultura. Este punto es consistente con la hermenéutica de Gadamer, para la cual el entendimiento
intersubjetivo es posible por lenguaje y no por los sujetos. Un límite importante del pensamiento
dialéctico respecto al pensamiento complejo es que, al menos explícitamente, aquel parece nunca haber
reflexionado sobre su propio pensamiento.
A través de la convivencia entre marxismo y Hermenéutica, los Estudios Culturales han hecho convivir la
preocupación por el objeto con una preocupación por la comprensión en tanto el lenguaje es un objeto
construido intersubjetivamente como evidencia y rebase de los intérpretes y el estado de sus relaciones y
creaciones: La cultura.

5.5. Pensamiento complejo y segundo orden

El pensamiento cibernético, el constructivo y el complejo, si bien no son lo mismo, son claves de las
consecuencias epistemológicas de descubrimientos científicos que pueden dialogar o llegan a ser
convergentes con afirmaciones y descripciones que la tradición filosófica en buena parte ha adelantado.
Interesa destacar que hay entre aquellos un perfil de colaboración analítica que permite encadenar partes
de su descripción del conocimiento y una cosmología. A fin de evitar una explicación logocéntrica, me
permito sugerir que el análisis de Mardones (1991) sobre la transformación de la ciencia apunta a un giro
de la ciencia en general a favor de ser analizada desde la semiosis que en ella opera.

Desde esta perspectiva relativa al problema del conocimiento, propongo ubicar al pensamiento
cibernético, al pensamiento complejo y al constructivo en una triada semiótica que atienda al problema
de la observación, como base de posibilidad para la producción de conocimiento, en una topología
espacio-temporal de tres puntos: lo observado, el protocolo de observación y el observador.

Al pensamiento cibernético corresponde el sitio de lo observado en tanto los entes a conocer cumplen los
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rasgos de los sistemas cibernéticos y ocupan el sitio del objeto en la relación indicial; al pensamiento
complejo corresponde el sitio del protocolo de observación en tanto la complejidad remite a un modo de
observar las relaciones causales, su emergencia y las trayectorias que describen, ocupando el sitio del
signo estipulable en cuanto forma simbólica especifica y determinadora del interpretante; este último
sitio lo propongo para el constructivo, dada la descripción según la cual el valor de lo conocido reside en
la manera de observar, ocupando el sitio del interpretante con una relación indicial respecto al
pensamiento complejo como protocolo de observación y con una relación de representación respecto al
pensamiento cibernético o al carácter ontológicamente cibernético de los entes de estudio.

Una mirada semiótica ve el valor relacional de cada mundo y no pretendería subsumir una cosmología
general a una ontología de cada uno de ellos y sus órdenes; cada mundo adquiere el valor de objeto,
signo estipulable o interpretante de manera heurística, según cuál sea el plano de la semiosis que se está
observando.

El juego de relación entre pensamiento complejo, constructivo y cibernético desde la perspectiva de la


acción de los signos puede ayudar a los Estudios Culturales a desanclarse de la preocupación por el logos
propio de los límites de la ciencia moderna. A ello puede ayudar ver una cosmología propuesta por
Chapman desde las distinciones de Deely (1995) sobre semiosis especies-específicas.

Chapman (1985: 357-365) propone un cosmos dividido en tres mundos: el primero, relativo a los objetos
físicos, ubicando en él a los seres inanimados, las máquinas y artefactos creados por el hombre (que
adquieren las propiedades energéticas y físicas de este mundo, pero no las informativas del mundo dos) y
las fuerzas generales que organizan el mundo físico; el segundo mundo está constituido por los
pensamientos, el mundo mental; y el tercero, los productos de la mente humana creados en la relación
con el mundo uno (que no adquieren las características materiales y energéticas del mundo uno y sí las
informativas del mundo dos).

Se plantea un eje vertical sobre los entes existentes en cada mundo, cuyos polos son la distinción macro-
micro, y se postula un eje horizontal entre estos mundos que va de una configuración de menor
probabilidad a mayor probabilidad, interpretable en términos de una expectativa de necesidad causal
como secuencia de configuración de los entes de cada mundo. El primer eje es del observador, el segundo
eje es del ente observado.

Perteneciente al mundo dos y tres, el autor ubica a la Complexification como observación de un


fenómeno en la capacidad de éste para saber que crea otro quantum (otro ente unitario con forma
similar), que recrea su forma, que la puede modificar y que puede ser observado. Los temas de los
Estudios Culturales son observables de manera cibernética en el sentido fenoménico del término, si es
que se les quiere comprender en su condición de entes de dicho mundo y en su condición dialéctica con
los de los otros mundos, pues así vista la dialéctica implica una ecología5.

5.4. La complejidad de lo lógico ante la complejidad de lo simbólico


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Los Estudios Culturales pueden servirse del pensamiento complejo para desarrollar una topografía
dialéctica del mundo uno respecto al dos y al tres, pues los rasgos de aquella como estilo de pensamiento
parecen serles amigables. Los esfuerzos de comprensión serían relativos a ver al mundo tres como signo
estipulable determinado por el uno y al mundo dos como interpretante determinado por el signo
estipulable. En la circunstancia de las transformaciones físico-químicas y biológico-artefactos del mundo
uno contemporáneo y el alcance de las emergencias de sus transformaciones posibles (cambio climático,
inseminación artificial, nuevas interfases corporales con las tecnologías, etc.) parece relevante la
explicación de la condición humana como problema comunicológico.
El estudio de la acción de los signos y la epistemología genética son quienes, por su abstracción la
primera, y por su ancla biológica la segunda, parecen poder desarrollar tal tarea. El valor del ancla
biológica es en el sentido cognitivo de fondo para el contraste que va implícito en la acción de
representar. En una cosmología temporalizada (si el término es posible), el mundo físico y el biológico son
el fondo.

Sin ser exhaustivo, la complejidad reside en transformaciones de las que han emergido, como
configuradores de la cultura, de la subjetividad y del poder, sistemas de información y de comunicación
cuyos patrones de relación entre las dimensiones de la comunicación reubican su finitud intensional y
extensional respecto a los desarrollados en el mundo moderno. Aquí se ha atendido al ámbito semiótico,
cosmológico-ontológico y epistémico-lógico de los Estudios Culturales.

SEGUNDA PARTE

6. ANTECEDENTES DE LA MIRADA CIBERNÉTICA

La noción de sistema es hoy una presencia cognitiva central en la producción de conocimiento de


Occidente, transversal a paradigmas epistemológicos, ontológicos e ideológicos de diversas disciplinas de
estudio tanto en las Ciencias Sociales como las Exactas y las Naturales, pero la trayectoria cognitiva que
hoy nos lleva a tal noción encuentra en la filosofía moderna occidental un índice mayor del punto de
partida del recorte de época que explica y justifica a la metáfora sistémica. El evento particular es la
transformación que en autores como Rene Descartes y John Locke abandonan la visión aristotélica del
universo que les fue heredada del medioevo europeo.

El propósito inicial de este texto es sostener que la tradición filosófica occidental desde el racionalismo
hasta el existencialismo ha colaborado en la construcción contemporánea de la noción de sistema y
aportan a su legitimidad cultural y epistemológica.

Argumentaré a favor de una etapa de pensamiento filosófico precontingente que en términos generales
acepta la visión del universo como mecanismo, conformada por la construcción del pensamiento
racionalista, empirista e idealista a través de la referencia a la obra de Rene Descartes, John Locke, David
Hume, Wilhelm Leibnitz e Immanuel Kant. Esta referencia es mínima, no exhaustiva. La relevancia de esta
etapa reside en la construcción de una visión del universo como mecanismo, la distinción sujeto-objeto, el
desarrollo de las bases para la invención de la ciencia, la presencia y abandono hasta entonces sostenido
de la figura de dios como principio lógico y ecológico para el pensamiento.
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6.2. La filosofía como índice de la evolución cognitiva occidental

En los comentarios que aquí se expongan sobre las doctrinas filosóficas se usará la noción de “universo”,
remitiendo con ello a la totalidad de lo existente. Dejaremos la noción de “mundo” para el discurso sobre
la percepción, la discursividad o segmentos del universo.
Si bien el aumento de presencia del lenguaje y la abstracción matemática, particularmente la estadística,
la probabilidad, la lógica matemática y la teoría de conjuntos, expresan el abandono de la certeza
newtoniana sobre las leyes que gobiernan los sistemas físicos y la aceptación de la contingencia como
rasgo del universo, el pensamiento racionalista, el empirista y el idealista ya habían supuesto y pugnado
de manera diferenciada un incremento de tales presencias respecto al mundo premoderno.

Es bien cierto que los autores de las doctrinas filosóficas corresponden a una etapa en la que la
comprensión del universo como mecanismo está anclada aún a lo que podríamos llamar una contingencia
menor o nula y que la figura de dios tiene relevancia en tal consideración, por lo que no es posible
establecer para su visión del universo como mecanismo todos los elementos del pensamiento sistémico y
la metáfora del universo como sistema, dado que dicha epistemología parte de ver al universo como
entidad contingente.

Sin embargo, sí parece posible establecer que en dicho periodo del pensamiento filosófico occidental se
da un paso capital para permitir el pensamiento sistémico y a la Cibernética en el siglo XX. A saber, la
comprensión del mundo como un todo organizado, que funciona por leyes y el desgaste de la idea de dios
como principio explicador del universo, lo que abre la puerta a la contingencia en buena parte de las leyes
que le configuran.

Expondré una serie de reflexiones, indicativas tan sólo, de las consideraciones de las tres doctrinas
filosóficas. El supuesto de tal presentación remite a que la distinción sujeto-objeto, el universo organizado
por leyes mecánicas, la distinción en tipos de entidades en el universo y sus patrones de relación, la
consideración del mundo físico como algo explicable matemáticamente, la relevancia de las preguntas
sobre las respuestas en la ciencia, la visión unitaria de las entidades del mundo, la consideración sobre
modos probables sobre el funcionamiento del universo, sobre modos de relación entre tipos de saber,
son un antecedente sobre el cual ha sido posible construir y significar las nociones de observación,
complejidad, entorno y sistema propias del vocabulario cibernético.

Es compartida la percepción de que Rene Descartes inaugura el problema del conocimiento como tema
central y junto a ello la relación sujeto-objeto, lo que se puede leer como la construcción de la presencia
de un observador fijo e invariante. Esta visión de Descartes comparte con autores como John Locke y
Thomas Hobbes la idea del universo como una máquina colosal dividida entre materia y mentes.

Ambos filósofos forman parte de un movimiento del siglo XVII que se opuso a la concepción del mundo
predominante hasta entonces, la visión aristotélica. Estos filósofos buscaron elaboraron una visión que
partía de la idea de que el mundo material era una gran máquina formada por máquinas menores sujetas
a las mismas leyes de la física, a la necesidad mecánica.
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Bryan Magee señala que entre 1629 a 1649 Descartes escribió obras de gran profundidad en las que la
distinción entre verdad y certeza es capital para la observación. Descartes, señala Williams (1990, 87),
sabía que para buscar la verdad la forma más adecuada era la búsqueda de la certeza. Si bien desde un
punto fijo, esto implica ya la primacía de la observación en la producción de conocimiento y la distinción
sujeto-objeto.

En la visión cartesiana, esta distinción es el mismo movimiento que distingue a la máquina llamada
universo compuesto por dos clases de entidades diferentes. Un mundo externo, dado por dios, en el cual
puedo confiar, y yo, que observo el mundo. La relación entre estas dos clases de entidades está
encarnada en el humano a través del cuerpo y es un rasgo mecánico fundamental del universo.

Conviene señalar que para Descartes las verdades de la física se debían descubrir empíricamente de
modo que su racionalismo no se reduce a creer que la pura reflexión conoce todo, sino que ésta conoce
las propiedades fundamentales del mundo y de la mente. De hecho, de algún modo sugiere que la
experimentación haga las preguntas adecuadas porque tenemos todo para hacer las preguntas correctas.
La metáfora del universo como sistema debe al pensamiento cartesiano la distinción conocedor-conocido,
aunque la idea de que el mundo es independiente del conocedor y del proceso de conocer ha tenido
transformaciones sustanciales y el carácter puro del dualismo se ha desdibujado en el pensamiento
sistémico más actual.

Leibnitz comprendía la matemática y la física de su época representada por las luces de los
descubrimientos de Galileo y los físicos del siglo XVII y pensaba que era necesario integrarlas en una
concepción coherente del mundo. Así, afirma que el mundo es en realidad mucho más de lo que la
religión dice de él y tiene mucho más de espiritual de lo que la ciencia le atribuye: podemos apoyar toda
la concepción científica de los fenómenos en una comprensión del mundo como realización de un espíritu
infinitamente inteligente. Lo anterior parece seguir la idea de dios al valor de un principio lógico,
organizador de la máquina llamada universo.

La Principia de Newton, publicado algunos años antes del Ensayo del entendimiento humano de Locke,
representó para este último una demostración del funcionamiento del mundo mediante leyes y que
probablemente todo el universo operaba así. Pero también le representaba un hecho en bruto no
inteligible intrínsecamente que explica cómo se comportan las cosas y no su naturaleza interna. Tales
consideraciones nos remiten al problema de la observación y a la naturaleza mecánica del universo.

La ciencia le resulta descriptiva, resultando una de las visiones de la ciencia que hasta nuestros días se
mantiene y que ha resultado un sustento en el pensamiento sistémico y cibernético. La explicación de
Locke acerca de las posibilidades de la ciencia matemática y la geometría son distintas a las de Descartes.
Mientras para el primero la geometría es una ciencia del espacio, para Locke es una ciencia abstracta
creada por nosotros que nos permite extraer las propiedades geométricas de las cosas y a recrearlas más
allá de los límites de nuestra experiencia, es decir, estudiamos nuestras propias ideas.
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Locke señala que aunque el universo esté dividido en materias y mentes tampoco podemos estar seguros
de eso porque no conocemos la naturaleza de las cosas y ni siquiera de ello podemos estar seguros,
(Ayers, 1990: 142) Así, debemos estar dispuestos a la posibilidad de que el materialismo sea cierto y que
nosotros seamos en realidad máquinas sutiles y complejas, aunque no sepamos cómo funcionan.
Igualmente, debemos estar dispuestos a que no exista ningún alma inmortal como Descartes sugiere.

Visto el mundo como un gran sistema mecánico compuesto por sistemas más específicos, no hay
entonces una naturaleza fundamental específica. En su opinión, hay diferencias de estructura pero en el
fondo la naturaleza es la misma. Así no hay divisiones naturales en tipos, las semejanzas son también en
los niveles de observación que crean los tipos como rasgo de la observación. Estas consideraciones son de
relevancia para el argumento del funcionamiento de la metáfora cognitiva del sistema.

Al trabajo de David Hume valdría la pena entrarle por el lado de la observación. El concepto de causalidad
de Hume, su concepto del yo y la cuestión de poder fundamentar inductivamente las leyes científicas no
han sido aún superadas en opinión de Magee (1990, 180) y al parecer resultarían sumamente coherentes
con determinadas orientaciones del pensamiento constructivista de la segunda cibernética. Hume estaba
convencido de haber demostrado que había algo en el modo de funcionar de nuestras mentes que nos
obliga a creer que unas cosas están relacionadas con otras necesariamente, a pesar de que las
experiencias que tenemos son de percepciones independientes.

En opinión de Warnock (1990, 148), Kant trabaja con la idea de que todo sucede determinado por sucesos
anteriores, por leyes en base a las cuales dadas las condiciones lo que ocurre es lo único que puede
suceder. Sin embargo, en el caso de las situaciones morales creemos que tenemos diferentes maneras de
actuar y por ello debemos asumir la responsabilidad de las consecuencias. Como podrá advertirse, el
pensamiento kantiano pone, de principio, la consideración de leyes que no se cumplen de una manera
única y necesaria en algún segmento del universo.

Para Kant, lo anterior contradecía el supuesto básico de la ciencia física. Siguiendo una preocupación
clásica en el empirismo como en el racionalismo, le preocupaba el papel de dios en un universo
determinado física y mecánicamente. Si las explicaciones físicas son completas y exhaustivas la idea de
dios queda fuera.

Kant construye la distinción entre el mundo de las cosas en sí mismas y el de las apariencias. En el tema
del mundo como lo experimentamos, en cuanto el modo como se nos presenta el autor señala que hay
determinadas condiciones que cualquier mundo debe satisfacer si es que de verdad es posible como
objeto de experiencia, señala Warnock (1990, 189). Si eso es así, las apariencias deben satisfacer a priori
esas condiciones.

El trabajo de Kant busca averiguar los límites del conocimiento humano y en ello establece la
imposibilidad de conocer las cosas en sí mismas sino mediatizadas por la forma de la sensibilidad como
del entendimiento.
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Para Kant, hablar sobre dios y el alma no tiene significado en el sentido de que su existencia no es objeto
de conocimiento ni susceptible de demostración. Así, la idea de dios ha dejado de ser el centro y el punto
motor del mecanismo llamado mundo. La respuesta kantiana a la dicotomía entre el aparente conflicto
entre la ética y la física newtoniana es contestada con el concepto de razón.

Ahora la averiguación sobre el sujeto y sus capacidades de comprensión de esa máquina llamada universo
queda desligada de la figura lógica y ecológica de dios a favor de respuestas que, conservando la
pretensión y la visión holística del mundo, cambian el eje de relación sujeto-objeto.

6.3. Prospectiva

El tratamiento aquí presente suguiere la distinción de la presencia de las doctrinas filosóficas modernas a
partir de Descartes en bloques que de manera específica atiendan a cada principio constructivo del
pensamiento cibernético.

El principio constructivo aquí sugerido remite al universo como mecanismo y a la figura del observador.
Implícito a estas consideraciones, queda la necesidad de esclarecer más que el punto de abordaje se ubica
no en un tratamiento filosófico de las doctrinas filosóficas sino desde el interés por los modos de
procesamiento y representación mental, de la cognición humana, entre ellos la metáfora cognitiva.

Este apartado se ha abocada a plantear algunos puntos de referencia sobre una primera etapa de la
tradición filosófica que se puede caracterizar fundamentalmente por una comprensión del universo
donde lo contingente no es todavía uno de sus rasgos en mucho por la presencia organizadora de la idea
de dios en las doctrinas filosóficas consideradas.

7. COMUNICOLOGÍA GENERAL: COSMOLOGÍA, EPISTEMOLOGÍA Y ONTOLOGÍA COMUNICOLÓGICAS

La hipótesis de este apartado es que el perfil cibernético del universo en la cosmología, el perfil semiótico
del ser de los entes del universo en la ontología, y el perfil genético del conocimiento humano sobre el ser
de los entes del universo en la epistemología son quienes parecen configurar a la Comunicología general y
la relación entre sus dimensiones. En el fondo de las relaciones entre el universo, los entes que le habitan
y el conocimiento humano están el tiempo-espacio como operador matricial del estado relacional de lo
existente.

7.1. La problematización comunicológica del tiempo-espacio

La Comunicología General remite a un proyecto que está elaborándose y desarrollando su


epistemología. En ese esfuerzo, la Cibernética de segundo orden, la Semiótica anclada a Pierce y
la epistemología genética de Piaget aparecen como fuentes articuladoras.
El tiempo es el estado de flujo del universo y el espacio es la unidad de repetición de dicho estado
que configura el observador. Cosmológicamente, hay comunicación si la forma de un ente es
configurada desde la asimilación y reorganización de la forma de otro ente, y la forma emergente
realiza la misma operación respecto a la forma de un tercer ente. La relación es heterónoma6.
Fenomenológicamente, el tiempo-espacio, en tanto operador matricial, puede operar informativa o
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comunicativamente. A ello puede asimilarse la distinción y relaciones entre sistemas de


comunicación y de información, respectivamente. El conocimiento es una operación formalizada
de manera diferenciada en distintos entes.

El conocimiento humano es una operación configurada (subjetividad) y configuradora


(objetividad) mediante la metáfora del sistema o la del campo. La distinción operaciones-en
general/operación de observación está temporalizada y puede remitir al tiempo como entidad en
cuanto estructura de su configuración interna (perfil informativo) y a la relación con otra
configuración de tiempo (perfil comunicativo) que le sea entorno.
La averiguación en Comunicología es compleja porque se configura con la premisa de que no
todos los elementos –espacialidad- están al mismo tiempo en relación con todos. Los párrafos
anteriores de este subtítulo se orientan a proponer al conocimiento humano, y entonces al
comunicológico, al amparo del espacio-tiempo como relaciones matriciales de lo existente.
Entonces, la observación que corresponde a esta averiguación comunicológica del universo y los
mundos que le configuran se desarrolla desde una condición antropocéntrica como posibilidad
cuya génesis es una ecología cosmológica.

7.2. Cosmología Comunicológica

El universo puede ser entendido desde la forma de una operación de corrección de si mismo que, de
manera diferenciada, se presenta en los entes, órdenes y mundos a los que da forma y le dan forma. Esa
operación, que se organiza en un gradiente de menor a máxima probabilidad, se puede denominar
cibernésis. El cosmos es cibernético en tanto a través de distintas operaciones mantiene su forma. Los
humanos pueden conocer esa forma en tanto es ésta quien los constituye. Hay un gradiente de
isomorfismo.

La Cosmología Comunicológica puede servirse del pensamiento cibernético para desarrollar una
topografía dialéctica del mundo uno respecto al dos y al tres que propusimos a partir de la referencia a
Chapman.

7.3. Epistemología Comunicológica

Como Epistemología, la Comunicología General averigua los patrones que organizan y permiten conocer
la emergencia de las escalas de observación, asimilación y equilibración que, primeramente, dan forma a
la capacidad humana de conocer, y después, al conocimiento y a la ciencia como isomórficos a esa
capacidad evolutivamente formada.
La hipótesis es que el isomorfismo que permite al humano aprehender tanto la cibernésis del universo
(Cosmología) como la semiosis entre los entes que le habitan (Ontología) emerge en razón de y en las
estructuras que los rasgos genéticos de los individuos humanos le han dado a estos como horizonte
evolutivo (Epistemología). Son esas relaciones y las estructuras generadas las que en la interacción a
escalas especie-específicas permiten las configuraciones de los sistemas de información y de los de
comunicación en las formas temporales de la comunicación en el universo.

La Epistemología Comunicológica puede servirse del pensamiento complejo para desarrollar una
topografía evolutiva del conocimiento humano posible de los entes del universo. Por evolutiva se
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entiende un horizonte que abarque tanto la hominización como la humanización en la descripción del
ente cognoscente y en los productos culturales de su actividad cognoscitiva (ciencias, métodos, técnicas,
disciplinas, profesiones, oficios). Ello implica, también, la distinción y complementariedad entre
explicación y comprensión.

7.4 Ontología Comunicológica

Dado que la problematización comunicológica del universo reside en atender a las relaciones como lo
existente en el mismo, y al espacio-tiempo como las operaciones matriciales del mismo, la Ontología
Comunicológica no puede ser logocéntrica, sino semiocéntrica, es decir, busca describir y definir a los
entes del universo desde la semiosis especie-específica posibles y probables.

La Ontología Comunicológica puede servirse del pensamiento constructivista para desarrollar una
topografía semiótica de los entes del universo. Los esfuerzos de comprensión serían relativos a ver al
mundo tres como signo estipulable determinado por el uno y al mundo dos como interpretante
determinado por el signo estipulable. Dado que es este vértice el punto de cierre sistémico de la triada
semiótica y el paso de la misma a otro nivel de observación, serán desde aquí las siguientes descripciones.

7.5. Síntesis

En síntesis, la relación de la Cosmología, la Epistemología y la Ontología comunicológica, antes expuesta


se puede representar en un triángulo semiótico cuyos vértices se distinguen en lo relativo a las regiones
del mundo en relación, a los tipos de pensamiento relacional involucrados, y a su ubicación en la
operación semiótica. En cada vértice, se hacen presentes la Cosmología, la Epistemología y la Ontología.
Es decir, cada vértice es a la vez otro triángulo con su propio cierre sistémico en los límites lógicos de cada
fase de la semiosis. Sólo el último, la relación simbólica operada en el vértice de la Ontología corresponde
a un cambio en la operación de observación.

El triángulo queda organizado de modo que el vértice (B), correspondiente al objeto de referencia, ubica a
una Cosmología articulada desde el pensamiento cibernético y delimitada al mundo uno; el vértice (A),
correspondiente al signo estipulable, ubica a una Epistemología articulada desde el pensamiento
complejo delimitada al mundo tres, y el vértice (C), correspondiente al interpretante, ubica una Ontología
Comunicológica articulada desde el pensamiento constructivo y delimitada al mundo dos.
Queda pendiente describir la operación semiótica y las clausuras cibernéticas de la Comunicología
General. Su explicación abarca: a) Exposición de la relación semiósica entre las dimensiones de la
Comunicación en el ente observador y en el ente observado; b) desarrollo de las caras semióticas del
triángulo de base en la perspectiva del observador y posteriormente en la perspectiva del observado; c)
exposición de la doble pirámide y de la esfera de la observación en la plataforma de relación de las
pirámides.

Bibliografía:
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Notas:

1. Incluso, Wiener plantea en la incompletud orgánica del universo propuesta por Agustín de Hipona (350-
430) una genealogía de contacto entre la forma de pensar de Gibbs y Lebesgue con la de Sigmund Freud.
Para la propia cibernética, hace referencia al pensamiento de Gottfried Wilhelm Leibnitz (1646-1716)
sobre las ideas de simbolismo universal y cálculo del razonamiento, base de la lógica y el razonamiento
matemático en el siglo XX (1948: 12).
Por su parte, Piñuel (1997: 52) señala que los cibernéticos miran a Raimundo Lulio como su predecesor
histórico más lejano; para ellos fue el creador perdido de una ciencia general del procesamiento de la
información porque construyó un artefacto que representaba un modelo general del intercambio de
datos. Según Delpech (Martín Serrano, 1978: 191), este artefacto fue el primer modelo dialéctico de la
actividad mental. La cibernética se ha constituido un método general de estudio del cambio y la
reproducción de sistemas informados. Desde Wiener, opina Piñuel, los cibernéticos explican la
transmisión de datos y la transmisión de impulsos con los mismos principios. MARTÍN SERRANO, Manuel
(1978) Métodos actuales de investigación social. Madrid: Akal. 1978. PIÑUEL RAIGADA, José Luis (1997)
Teoría de la comunicación y gestión de las organizaciones. Madrid: Síntesis.

2 Tratamiento sistémico. Para Piñuel (1987: 46), la aplicación estricta de la Teoría de la Información a la
comunicación humana y entre los seres vivos resulta inviable dado que los intercambios expresivos no se
basan exclusivamente en la estricta probabilidad de las señales físicas, sino en múltiples órdenes
superpuestos de probabilidad. El funcionamiento de las estructuras biológicas, el de las perceptivas, y el
de las cognitivas, debe ser tomado en cuenta por el estudioso de la comunicación si se quiere integrar el
estudio de cada uno de estos sistemas generales de probabilidad en el marco de otro sistema que
también determina los intercambios de expresiones y los usos de las señales.
Ahora bien, si el modelo y la métrica de la Teoría de la Información no son instrumentos totalmente
adecuados para explicar, predecir y verificar los fenómenos de la comunicación, cuando ésta la llevan a
cabo actores humanos en vez de máquinas el concepto de información resulta imprescindible. Este
concepto permite comprender proceso de complejidad creciente en las interacciones y, sin él, la
transmisión de señales no se puede explicar como reducción de aleatoriedad. En otros términos, la
regulación de la interacción entre los seres humanos es posible porque cuando actúan
comunicativamente son capaces de reducir la mayor complejidad en sus interacciones a través del orden
de las señales.
Razón y Palabra
ISSN Impreso: 1605-4806
Número 61, año 13, marzo-abril 2008
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, México.

3 Macroconcepto. Como esta noción me refiero a conceptos claves, a nivel de postulado, en los
enunciados descriptivo de una teoría. En tanto tales, constituyen paraguas, nodos desde donde se teje la
red conceptual de una teoría y sólo a través de las relaciones entre conceptos más puntuales de dicha
teoría la observación que ésta hace puede hacer emergente dicho macroconcepto.

4 Metáfora cognitiva. Esta noción refiere, en el universo de la lingüística cognitiva, a las formas de las
representaciones mentales que subyacen como esqueletos de las formas enunciativas y discursivas
específicas. Las metáforas cognitivas son mapas de descripción de la forma de nuestras representaciones
acerca de los entes del mundo. Puede verse el trabajo de Ronald Langacker, Leonard Talmy, George
Lakoff y Mark Johnson, entre otros. Como tipo de conocimiento, la teoría científica tiende a privilegiar
determinadas formas mentales expresas en determinadas formas discursivas. Véase, AGUIRRE
FERNÁNDEZ DE LARA, Roberto Metáforas cognitivas en dos textos de Ciencias Sociales: “Biología del
fenómeno social”, de Humberto Maturana, y “El sentido práctico”, de Pierre Bordieu. Portal Hacia una
Comunicología posible. Disponible en:
http://www.geocities.com/comunicologiaposible3/tbroberto02.htm (12 enero de 2008).

5 Ecología. Desde la perspectiva de la observación y la cosmología aquí presentada, la explicación puede


postularse como una prueba hecha en el propio mundo u orden del ente observado; por su parte, la
comprensión, remitiría a una prueba que se hace en otro mundo u orden al que cosmológicamente
pertenece el ente observado. Ambos modos de observar son tensionales, trialécticos. Semióticamente, en
la primera opera una relación de determinación; en la segunda, de representación.

6 Heteronomía. Esta noción es tomada del trabajo de Martín Serrano para referirse a operaciones de un
ente cuya teleología y su cierre cibernético involucra las operaciones de otro ente más. El uso que aquí
hago de la noción es una adaptación propia.

Roberto Aguirre Fernández de Lara.


Mexicano. Doctorando en Psicología de la Percepción por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Miembro de Gucom desde 2006. Investigación remite a la Cibernética en la configuración epistemológica
de la Comunicología general y un proyecto sobre la descripción de un lenguaje televisual.

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