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Dossier: El siglo XIX de Tulio Halperin Donghi

El momento José Hernández

Roy Hora
Universidad Nacional de Quilmes / conicet

José Hernández y sus mundos es un capítulo anti-Sarmiento (y al Martín Fierro como una
original dentro de la reflexión sobre la histo- respuesta al Facundo) se habían acallado o
ria de los intelectuales decimonónicos que habían perdido el favor de parte considerable
Tulio Halperin Donghi ha venido cultivando de su público, por lo que todo intento de vol-
a lo largo de más de medio siglo. Puesto en el ver sobre el significado de esta figura poseía
contexto de su producción sobre esta temática un atractivo considerablemente menor que el
–una de las tantas a las que se ha abocado este que había alcanzado durante los años de apo-
excepcional historiador– un primer dato se geo del revisionismo histórico.
impone de inmediato. Este extenso volumen Sin embargo, basta una mirada al índice y
publicado en 1985 constituye el único estudio a las abundantes notas al pie de José Hernán-
sistemático que el autor de Una nación para dez para que se ponga de relieve la primera
el desierto argentino ha consagrado a un inte- de las razones que dan cuenta del interés de
grante del mundo letrado. A primera vista, Halperin Donghi en la suerte de un personaje
esta elección resulta llamativa por cuanto la que siempre se movió en planos subalternos
relevancia de una figura que el propio Halpe- de la política y la cultura de su tiempo. Gra-
rin Donghi califica como “participante de se- cias al voluminoso archivo sobre la labor pe-
gunda fila” de la vida pública de su tiempo no riodística y la vida pública de Hernández que
guarda proporción con la que atribuye a per- Alejandro Losada generosamente puso a su
sonajes de la talla de Mitre, Sarmiento o Al- disposición, por primera vez en largo tiempo
berdi, a los que ha dedicado estudios sin duda Halperin Donghi pudo encarar una investiga-
incisivos pero siempre breves, amén de acota- ción apoyada sobre un amplio repertorio de
dos a aspectos específicos de sus ideas o su fuentes primarias. En este sentido, pues, esta
actuación. Este diagnóstico sobre la inferiori- incursión en un género que hasta entonces no
dad del creador del Martín Fierro, que un par había cultivado, y al que tampoco regresa-
de décadas antes de la aparición de José Her- ría, fue el camino a través del cual Halperin
nández podría haber sido cuestionado, no en- Donghi retomó un estilo de indagación en va-
frentaba desafíos de consideración cuando rios puntos similar al que caracterizó sus prin-
este estudio fue concebido, a fines de la dé- cipales contribuciones de la década de 1960
cada de 1970. En efecto, para entonces mu- –entre los que sobresale Revolución y guerra,
chos de los que en su momento habían imagi- publicado en 1972 pero concebido y elabo-
nado a Hernández como una suerte de rado en el decenio previo– antes de que su

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radicación en el hemisferio norte lo obligase que sus escritos no se elevan sobre “la norma
a encarar proyectos sobre la base de recursos común del periodismo del momento” como
documentales más acotados. porque este “periodista del montón” una y otra
La riqueza de este archivo, exhibida a cada vez aparece dispuesto a poner mansamente sus
paso y citada en las notas con una intensidad talentos al servicio de causas que no son las
poco frecuente en los trabajos de este histo- suyas, como el apoyo de los gobernantes co-
riador, contribuye a explicar por qué José rrentinos a la Guerra del Paraguay.
Hernández se aventura a través de más líneas Halperin Donghi no se detiene en este
de indagación de las que parecen recomenda- punto. También muestra que una compren-
bles desde el punto de vista de la elegancia sión cabal tanto de la carrera como de los
de la narración. Más importante, sin embargo, textos periodísticos de Hernández depende
es recordar que la complejidad del relato y la de la reconstrucción del universo de la prensa
diversidad de planos de análisis presentes en política, en tanto ésta ofrece las grandes coor-
esta biografía ponen de relieve uno de los as- denadas y el marco en el que ambos cobran
pectos más peculiares del modo en que Hal- sentido. El libro dedica varios capítulos a esta
perin Donghi aborda el estudio de las elites exploración, analizando las características de
letradas y sus creaciones textuales. A partir las empresas y del público lector, la relación
de una perspectiva que coloca en el foco de de los periódicos con los grupos políticos que
su atención la historia política de los letrados, los alientan y financian, los temas en debate
y que analiza en toda su complejidad las re- y los que se ubican más allá de toda disputa,
laciones de los integrantes de esta categoría las visiones que los periodistas tenían de sí
social con la esfera del poder, el autor de Una mismos y de su lugar en la vida pública. Al
nación para el desierto argentino siempre cabo de este recorrido, la retórica periodística,
orienta sus interrogantes de modo de enten- tantas veces concebida por los historiadores
der, a la vez que el pensamiento y la acción como una mera fuente de información, emerge
de estas figuras polifacéticas, el campo más desnaturalizada, esto es, restituida a su condi-
amplio en el que se despliegan las iniciativas ción de género discursivo específico, dotado
de estos actores. de ciertas reglas y producido por ciertos acto-
A la luz de esta perspectiva, que entiende a res en un contexto particular. De hecho, este
la historia intelectual como un punto privile- estudio pionero sobre la prensa política de la
giado para la observación de fenómenos socia- era de la Organización Nacional contribuyó
les más amplios antes que como un objeto de decisivamente a otorgarle vuelo intelectual y
indagación autosuficiente, es posible detectar legitimidad historiográfica a un campo de es-
dos tópicos que concitan la atención de Halpe- tudios en desarrollo desde entonces.
rin Donghi: el mundo del periodismo y el de la El otro aspecto que me interesa conside-
sociedad rural bonaerense. El primero es abor- rar en el marco de este comentario, aun más
dado a través del análisis del Hernández pe- alejado del mundo de los intelectuales, se
riodista. La minuciosa exploración de una ca- refiere al estudio de la sociedad rural bonae-
rrera en la prensa que, se afirma, no tiene nada rense y, en particular, del lugar de sus figuras
de original ni de brillante, le sirve a Halperin más encumbradas, los grandes terratenientes,
para reconstruir la compleja y zigzagueante en la vida política de la campaña y de la na-
trayectoria de Hernández dentro del universo ción toda. Halperin Donghi lo encara como
de la publicística y de la política federal. De parte de su exploración del mundo de Martín
este examen surge un Hernández ubicado en Fierro, tema que domina la segunda parte del
las antípodas del héroe revisionista, tanto por- libro. Al fundar El Río de la Plata en 1869,

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Hernández buscó convertir a su periódico social y productiva. En segundo lugar, Hal-
porteño en la voz de la campaña bonaerense. perin Donghi enfatiza la debilidad política de
El análisis de la manera en que concibió esta la elite rural, un grupo al que atribuye escasa
tarea conduce a Halperin Donghi a analizar capacidad para acotar el margen de acción de
en qué puntos la visión de Hernández sobre las fuerzas partidarias que competían por el
los problemas de la sociedad rural era deu- control de un Estado dotado de un considera-
dora de la que habían articulado los voceros ble grado de autonomía respecto de los gru-
del interés terrateniente y, más relevante, a pos económica y socialmente predominantes.
evaluar la pertinencia misma de este conjunto En este relato, pues, el actor que solía pre-
de ideas para entender los rasgos básicos del sentarse como el principal arquitecto de la
orden existente en el distrito que constituía el sociedad decimonónica ha sido desalojado
motor de la economía argentina. Si el análi- de su papel protagónico en el desarrollo his-
sis de la prensa ofrecido por José Hernández tórico argentino. El abandono de esta mirada
ayudó a construir una nueva problemática de fuerte impronta clasista no supuso sólo ni
para los estudios sobre la prensa, al encarar centralmente un reconocimiento de la especi-
estas cuestiones Halperin Donghi se internó ficidad de lo político, toda vez que Halperin
en un terreno bien transitado por la historio- Donghi siempre se había mostrado sensible a
grafía, y en el que él mismo ya había ofrecido la complejidad de las mediaciones entre Es-
importantes contribuciones, entre las que se tado y sociedad. Más importante, ella signi-
destaca el ya mencionado Revolución y gue- ficó una notoria revalorización del papel del
rra. Allí Halperin Donghi concluyó que los Estado como actor político y agente de cam-
cambios aportados por la independencia y bio, un desplazamiento que constituye quizás
la apertura al comercio atlántico habían re- la principal inflexión interpretativa en la obra
sultado decisivos para la constitución de un de este singular historiador. Este giro, que co-
nuevo orden social y productivo, pero tam- menzó a abrirse camino a fines de la década
bién político, erigido en torno a la gran pro- de 1970, en el curso de unos pocos años dio
piedad y a la elite terrateniente. lugar a un notable conjunto de estudios estre-
En José Hernández, Halperin Donghi no chamente relacionados si no por su objeto, sí
se limita a retomar esos argumentos de inspi- por su problemática. En efecto, Una nación
ración sarmientina con el propósito de fijar un para el desierto argentino (1980), Guerra y
marco contextual a la trayectoria de Hernán- finanzas en los orígenes del estado argen-
dez y de su alter ego Martín Fierro. Más bien, tino (1982) y José Hernández y sus mundos
esta nueva incursión en el análisis del mundo (1985) –las tres obras mayores de uno de los
rural pampeano le ofrece la ocasión para períodos más productivos de toda su trayec-
avanzar de manera decidida en la revisión de toria– exploran distintas dimensiones de la
esa gran narrativa que él mismo había contri- construcción, las características y la trayec-
buido a establecer. Sus argumentos críticos se toria del Estado, o tienen a estos fenómenos
despliegan en dos direcciones. Por una parte, entre sus supuestos.
José Hernández toma distancia de la visión Habiendo situado a José Hernández en el
que concibe a la gran propiedad terrateniente marco de esta nueva problemática, vale la
como el eje fundamental del orden social y pena preguntarse cuál es la principal contri-
productivo pampeano, por cuanto afirma que bución de este libro al estudio del papel del
la estancia debió coexistir con numerosas em- Estado en el desarrollo histórico argentino.
presas pequeñas y medianas, cuyos titulares Sin duda, su mayor aporte se refiere al modo
poseían un considerable grado de autonomía en que aborda el estudio de la relación entre

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el Estado y los sectores social y económica- bro.1 La adhesión franca a una comunidad po-
mente predominantes, en particular los de lítica a la que Hernández se mostró dispuesto
base rural. Una exploración cuidadosa de a acompañar incluso en su momento de ocaso
esta temática reclama más espacio del que y desgracia, aun si ello conllevaba un elevado
este breve comentario puede asignarle. Con costo personal, tal vez nos diga algo sobre el
todo, vale la pena enfatizar un aspecto de la federalismo y, más en general, sobre el poder
cuestión, referida al punto de vista (y en defi- movilizador de las ideologías políticas deci-
nitiva también a las motivaciones) a partir de monónicas (un tema que este libro no aborda,
los cuales Halperin Donghi encara aquí este y que sigue reclamando atención). Compren-
proyecto. Así como en Una nación para el siblemente, éste no es el camino elegido por
desierto argentino el ascenso del Estado cen- un historiador más inclinado a la ironía que
tral era concebido como el elemento que otor- a la empatía. Empero, la amarga decepción
gaba inteligibilidad a la historia política del de Halperin Donghi ante las limitaciones de
período que corre entre Caseros y el Ochenta, Hernández para comprender las claves de su
en José Hernández este proceso es visto propio tiempo no le impidió reconocerle una
desde la perspectiva de su impacto sobre la “misteriosa grandeza”. Y este juicio no puede
vida de un individuo. En Una nación, Halpe- desligarse del hecho de que, en su momento
rin Donghi había descripto a Hernández como de mayor sufrimiento y derrota, cuando “el
uno de los contemporáneos que más tempra- nuevo Leviatán” lo colocó entre sus víctimas
namente y con mayor perspicacia había ad- y lo obligó a ver el mundo desde la perspec-
vertido que las formas de la disputa política tiva de los parias de la tierra, Hernández tuvo
se estaban transformando como consecuencia la entereza y la energía suficientes como para
de la concentración de recursos de poder en dar vida a ese monumento de nuestra cultura
el Estado. En José Hernández, ese elogio ya que es el Martín Fierro.
no volverá a prodigarse. En cambio, Halperin Hay, sin embargo, algo más. Reflexio-
Donghi señala una larga lista de deficiencias nando sobre las razones que lo llevaron a
en la comprensión de Hernández “del proceso interesarse en Hernández, Halperin Donghi
en marcha”, entre las cuales subraya, precisa- señaló que en el origen de su inquietud está
mente, su ignorancia ante “nada menos que “el descubrimiento del aspecto horrendo de
el elemento esencial: ese avance hacia la pri- la historia argentina, lo dura que puede ser la
macía del Estado central”, convertido en esos vida argentina con los que se ponen en disi-
años en “el más importante de la ecuación po- dencia total”.2 Se advierte aquí una íntima co-
lítica argentina”. Esta ceguera es, a su juicio, nexión entre la suerte de Hernández y el tem-
la que lanza a Hernández a esa aventura in- ple con el que, durante los años de la última
sensata que es seguir a Ricardo López Jordán dictadura militar –una etapa que en el prólogo
en su levantamiento contra el Estado central. a este libro excepcional califica como “el mo-
Se ha advertido que su identificación con mento más cruel de nuestra breve experien-
esta causa sin futuro tal vez permita ver en
Hernández, si no al héroe del federalismo
popular querido por el revisionismo, sí en 1
María Teresa Gramuglio e Hilda Sabato, “De la biogra-
cambio algo distinto de esa figura reacia a fía como forma de la historia”, Punto de Vista, Año ix,
asumir riesgos, y sólo movida por el deseo de Nº 26, 1987, p. 20.
2
ganarse un modesto reconocimiento entre sus Entrevista a Tulio Halperin Donghi, en Roy Hora y
Javier Trímboli, Pensar la Argentina. Los historiadores
contemporáneos, que nos describe Halperin hablan de historia y política, Buenos Aires, El Cielo por
Donghi a lo largo de las páginas de este li- Asalto, 1994, p. 50.

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cia histórica”–, Halperin Donghi concibió el comienzo de este comentario) lo lanzó tras su
proyecto de recrear la trayectoria del autor del huella. En este punto, pues, José Hernández
Martín Fierro. A la luz de este paralelismo, es algo más que una prueba concluyente de la
podría decirse que si, como argumenta Hal- enorme productividad de la nueva perspectiva
perin Donghi, las desdichas de Hernández centrada en el Estado para pensar la Argentina
ofrecen la cifra de las de Fierro, el horror ante que Halperin Donghi hizo suya en tiempos del
el espectáculo ofrecido por el nuevo Leviatán terrorismo estatal. También se erige como el
de terror y violencia que se erigió sobre los homenaje, no por indirecto menos conmove-
argentinos en la segunda mitad de la década dor, de un gran historiador a los que, a veces
de 1970 ofrece la cifra de la mirada de Halpe- incluso sin comprender del todo los motivos
rin Donghi sobre Hernández, y nos sugiere el de sus desgracias, sufrieron en carne propia
segundo motivo que (sumado al señalado al los rigores de esos años terribles. †

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