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Planteamiento del problema

Las Emociones involucran procesos psicológicos coordinados, en particular el


cognitivo, el fisiológico, la motivación, y los componentes expresivos, por otro lado
los estados de ánimo son menos intensos, son momentáneos y carecen de un objeto
específico de referencia, pueden ser considerados como emociones de baja intensidad
y por último, El Afecto abarca las emociones y los estados de ánimo y se utiliza en un
sentido más amplio para referirse a la evaluación de sentimientos cognitivos. Ahora,
Imaginemos a nuestro alumno frente a un examen: Se siente nervioso (afectivo);
preocupado por el fracaso (cognitivo); experimenta un aumento de la activación
cardiovascular (fisiológica); manifiesta impulsos para escapar de la situación
(motivación); y en su rostro se dibuja una expresión facial ansiosa (expresivo).

Muchos estudiosos establecen diferencias entre las Emociones se que pueden


experimentar en el aprendizaje como son: las Epistémicas, si considera aspectos del
conocimiento en la generación de actividades de aprendizaje y cognitivas, De
logro, si están vinculadas a las actividades de rendimiento (éxito y fracaso),
las Sociales, si contemplan la dinámica de relaciones interpersonales donde se puede
vivenciar la ira o gratitud dirigida hacia los compañeros o profesores y por último
las del Tema, provocadas por el contenido del material de aprendizaje y su
compromiso, interés y motivación en un dominio académico.

La adolescencia constituye una etapa de la vida donde ocurren cambios


trascendentales en el desarrollo del ser humano; particularmente el desarrollo
emocional arriba a un nivel culminante respecto a etapas anteriores, por lo que las
personas adolescentes son capaces de comprender sus emociones y las de otras, así
como regularlas. También se plantea que es un período intenso en vivencias
emocionales y de gran inestabilidad en este sentido (Espín, 2013). Según establece
Bisquerra et al. (2012), las mismas emociones pueden tornarse impulsivas y
descontroladas, si el sujeto adolescente no posee un adecuado asesoramiento que
contribuya a su educación emocional. Estos grupos pueden ser muy vulnerables a
presentar comportamientos de riesgo y diversas problemáticas de gran incidencia y
prevalencia a nivel mundial. Ejemplos de ello son: la predisposición a la
delincuencia, la propensión a la impulsividad, las adicciones, las ITS, el aborto, los
trastornos emocionales y la tendencia suicida (Organización Mundial de la Salud,
2013).

Las emociones influyen de una forma clave en el desempeño académico, actuando


directamente sobre el aprendizaje. Cualquier intervención dentro del ámbito
educativo debe fundamentarse en la regularidad y la predictibilidad, sin embargo, no
se pueden eliminar los estados emocionales que acompañan a este proceso. el ámbito
emocional al conjunto de todas aquellas dimensiones que intervienen en dicho
proceso. Al considerar el concepto de emoción, se toman como partida teorías
centradas en tres componentes cruciales: componente experiencial cognitivo,
componente fisiológico y reacción conductual, de carácter adaptativo. Dentro de estas
emociones, este trabajo se centra en como influyen las emociones en las
competencias cognitivas considerado claro como una emoción con un claro contenido
de carácter negativo o desagradable. Es aquí donde tiene sentido el concepto de IE,
entendida como un conjunto de habilidades para manejar el propio repertorio
emocional (no de forma percibida) Es importante considerar las consecuencias
desfavorables que pueden ir asociadas a este tipo de estados emocionales de carácter
negativo, que se relacionan con la evitación de muchas situaciones o la exposición a
ellas sufriendo un intenso malestar, especialmente durante la adolescencia. Es por ello
que este periodo se puede considerar como etapa de riesgo La edad es uno de los
elementos que influyen de forma clara sobre la prevalencia de este tipo de problemas
emocionales (Franco, Pérez, & de Dios, 2014 y Soriano & González, 2013). Los
resultados (ver tabla 1) obtenidos por Pulido y Herrera (2015) reflejan que la edad
tiene una clara influencia, siendo éstos inversamente proporcionales; a medida que el
sujeto se va desarrollando emocionalmente. La razón es que cuando la enseñanza
incorpora las emociones, los resultados son muy superiores a aquellos que se
obtienen de aquel proceso impersonal y desprovisto de todo lo afectivo. Es por ello
que una de las líneas de investigación que más interés ha generado dentro del
contexto educativo se relaciona con el papel que juegan las emociones para el
aprendizaje del estudiantado. Diversos estudios han profundizado, específicamente,
en la influencia de la variable inteligencia emocional en el éxito académico del
alumnado y su adaptación escolar, aun cuando esta misma repercuta en prácticamente
todos los ámbitos del proceso enseñanza aprendizaje.

El rendimiento académico, de acuerdo con Fernández-Castillo y Gutiérrez (2009), es


la principal manifestación de la actividad docente, que actúa como un indicador del
nivel de aprendizaje alcanzado. Este “permite conocer la reacción de los estudiantes
frente a las motivaciones escolares y conocer el resultado de logros alcanzados en
forma medible luego de un proceso de formación y construcción del aprendizaje”
(Jiménez y López, 2013, p. 78). Para estos autores, un bajo rendimiento significa que
no se han adquirido de manera adecuada y completa los conocimientos, además de
que no se poseen las herramientas y habilidades necesarias para la solución de
problemas referentes al material de estudio. El rendimiento académico es un
constructo psicológico complejo, multidimensional y multi determinado, cuyo estudio
no está exento de dificultad, aunque tradicionalmente se haya asociado a la capacidad
intelectual, en la actualidad también se considera para su estudio la influencia de los
factores emocionales y de la personalidad. Algunas investigaciones en la temática. Al
establecer la influencia de IE en el rendimiento definen la idea principal de la variable
medidora entre es el ajuste emocional. Según este planteamiento la manera en cómo
influyen las emociones en el rendimiento escolar de los niños y jóvenes es definitivo.
Lo que éstos sienten y experimentan emocionalmente durante el proceso
de aprendizaje en el entorno educativo es un factor elemental en su éxito o su
fracaso académico, es por ello que, en este contexto, debe privilegiarse el desarrollo
de la inteligencia emocional. Expertos en temas pedagógicos y emocionales tenemos
claro que, cuando se incorpora una atención al factor emocional, los resultados
escolares de niños y jóvenes son superiores a los que se dan en procesos donde el un
punto de vista es impersonal y carente de una visión afectiva. Cuando los estudiantes
experimentan emociones llamadas positivas, como satisfacción, orgullo,
reconocimiento, son más capaces de desarrollar mejor sus tareas, solucionar
problemas y favorecer la autorregulación. Por el contrario, las emociones negativas,
como la frustración, el enojo y el rechazo, interfieren en el rendimiento académico, la
resolución de exámenes, e incluso puede darse la deserción escolar. También lograron
demostrar en sus investigaciones la existencia de correlaciones significativas entre
bienestar e IE, así como entre rendimiento académico y bienestar, lo cual es indicio
de la importancia de estos constructos psicológicos para el logro académico. De tal
modo, la mayoría de las personas actuamos dependiendo de la situación, pero
también del humor que poseemos en ese momento; lo que explica la influencia de las
emociones en el proceso de atención-memoria-motivación-aprendizaje, propios del
éxito o fracaso escolar. Las emociones influyen en la capacidad de atención; cuando
algo le preocupa, se siente ansioso o excitado por algún acontecimiento de relevancia
para el niño o joven estudiante, se verá afectada su capacidad de atender a la materia
de clase. Al verse afectada la atención, también se ve afectada la memoria. Asimismo,
el estado de ánimo puede interferir en la recuperación de información en
determinados momentos; por ejemplo, en los casos del estrés que genera tener que
presentar un examen y que puede producir un “bloqueo”. Por otra parte, las
emociones facilitan el uso de estrategias de aprendizaje para la elaboración y
organización del material y el pensamiento crítico que requiera un mayor nivel de
análisis de parte del niño o joven en etapa escolar. También las emociones pueden
influir en la autorregulación, el seguimiento, la implementación de estrategias de
aprendizaje, y la motivación del estudiante.
La duración, la frecuencia y la intensidad con que ocurre la conducta disruptiva son
algunos de los elementos que permiten concluir que el alumno presenta un problema.
Cada estudiante presenta características cognitivo-afectivas y conductuales distintas,
y las escuelas, en general, otorgan una enseñanza destinada a niños “normales” o “pro
medio” que prácticamente no presentan diferencias entre sí y que no muestran
alteración, desviación, déficit o lentitud en ningún aspecto de su desarrollo. Esto
provoca que todos los niños que por alguna razón se desvían o alejan de este
“promedio” están en riesgo de bajo rendimiento y de fracaso escolar. Un estudiante
en riesgo no significa que sea retrasado o que tenga alguna incapacidad. La
designación “en riesgo” se refiere a características personales o a circunstancias del
medio escolar, familiar o social que lo predisponen a experiencias negativas tales
como deserción, bajo rendimiento, trastornos emocionales, alteraciones de la
conducta, drogadicción, etc. Los factores de riesgo del estudiante incluyen déficits
cognitivos, del lenguaje, atención lábil, escasas habilidades sociales y problemas
emocionales y de la conducta. Los factores de riesgo de la escuela se refieren a
aquellas características y circunstancias específicas ligadas a los docentes y
administrativos como los prejuicios y las bajas expectativas de rendimiento, la
inhabilidad para modificar el currículo, la falta de recursos y la carencia de estrategias
de enseñanza adecuadas, la estructura, el clima organizacional y los valores del
sistema escolar

En los países de América Latina existe un creciente consenso de que la baja calidad
de la educación es la principal causa de nuestros problemas y fracasos personales,
familiares y sociales en sus diferentes aspectos, los cuales condicionan el desarrollo
en nuestra región. En Latinoamérica, están comenzando a desarrollarse algunas
iniciativas particulares, Si nos detenemos en el tipo de educación implantada hace
unos años en muchos países en Latinoamérica, podremos observar cómo los
profesores preferían a los niños conformistas, que conseguían buenas notas y exigían
poco, Pero hemos evolucionado, y para seguir haciéndolo tendremos que asumir que
la escuela es uno de los medios más importantes a través del cual el niño "aprenderá"
y se verá influenciado Existen estadísticas las cuales muestran un aumento de
delincuencia infantil y juvenil, principalmente en los Estados Unidos que bien se
puede considerar como la punta de lanza de una tendencia mundial, así como en
países de Latino América

Por esta razón Mayer y Salovey (1997: 10),nos indica “la inteligencia emocional
incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la
habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la
habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad
para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”. Es
evidente que la enseñanza colectiva, orientada exclusivamente al conocimiento, y que
tradicionalmente ha venido aplicándose desde el siglo XIX ha resuelto con
cierto éxito la necesidad humana de desarrollo intelectual, pero no ha encontrado
muchas soluciones a los problemas personales que el desarrollo intelectual que esta
conlleva, y ésta es la carencia en la que se enfoca la Inteligencia Emocional, que a la
vez puede aportar otros principios desde el mundo de las emociones y los
sentimientos para mejorar el aprendizaje.

Entonces Rescatamos, la propuesta de la comisión de Jacques Delor para la UNESCO


sobre la Educación hacia el siglo XXI, en la que proponen 4 pilares en los que debe
fundamentarse la educación y asumimos como filosofía de nuestro Proyecto:
APRENDER A CONOCER, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión de
nuestro entorno. APRENDER A HACER, para poder influir eficiente y efectivamente
sobre nuestro propio entorno. APRENDER A VIVIR JUNTOS, para participar y
cooperar con los demás en todas las actividades humanas. APRENDER A SER,
proceso fundamental que recoge todos los elementos de los anteriores y los
interioriza, profundizándolos significativamente para asumirlos de manera consciente
en la vida diaria.
También nos indica Goleman, 1995, ha llamado a esta educación de las
emociones alfabetización emocional, lo que se pretende con ésta es enseñar a los
alumnos a modular su emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional. Por lo
cual nos hacemos la interrogante ¿Cómo influye la Inteligencia Emocional y su
Influencia en el Rendimiento en el Escolar en estudiantes de 4to y 5to año educación
media de la Institución Privada Félix Román Duque?

¿Qué les da confianza en si mismos y en sus capacidades intelectuales a los alumnos


de 4to y 5to año educación media de la Institución Privada Félix Román Duque?

¿Puede influir las emociones sobre las competencias académicas de los estudiantes de
4to y 5to año educación media de la Institución Privada Félix Román Duque?

¿Qué desarrolla la resiliencia emocional en esos estudiantes?

Objetivo general

Determinar la influencia emocional sobre el rendimiento académico en alumnos de


4to y 5to año educación media de la Institución Privada Félix Román Duque

Objetivos específicos

 Diagnosticar el manejo de las emociones en los alumnos de 4to y 5to año


educación media de la Institución Privada Félix Román Duque
 Evaluar los factores que influyen en el rendimiento académico de los alumnos
de 4to y 5to año educación media de la Institución Privada Félix Román
Duque
 Conocer la relación existente entre inteligencia emocional y rendimiento
academico
 Identificar la influencia de la inteligencia emocional en situaciones limites.
Justificación

La inteligencia emocional es una capacidad involucrada en los contextos más


próximos al ser humano, como son la familia, la escuela, el trabajo y otros lugares en
general. Nosotros nos centraremos únicamente en los ambientes familiar y escolar
porque son las dos realidades que fundamentalmente comparten la responsabilidad de
hacer crecer al adolescente en la inteligencia emocional.

El desarrollo de las habilidades implicadas en la inteligencia emocional, al igual que


otras muchas comienzan en el hogar, principalmente a través de interacciones
adecuadas entre padres, hijos y hermanos. Los miembros de la familia ayudan a los
niños a identificar y etiquetar las diferentes emociones y conectarlas con las
situaciones sociales más próximas. Esta transcendental tarea, con frecuencia, no se
realiza de una manera. Este rol de los padres en el proceso de evaluación inicial del
niño debe continuar a lo largo de todos los años de la educación. Escuela y familia
deben funcionar especialmente de manera conjunta en los primeros años de
escolarización. La evaluación no sólo afectará al resultado exclusivo de las
actividades de observación y análisis de los profesores, sino también producirá un
diálogo continuado entre éstos y los padres. Dialogo que generará nuevas propuestas
educativas coherentes y eficaces para enriquecer el proceso de desarrollo global del
adolescente, meta última de educadores y padres.

El contexto escolar ofrece múltiples situaciones en las que es necesario tener en


cuenta la relevancia de los factores cognitivos emocionales, tales como el papel del
maestro, el diseño curricular y las actividades concretas dentro del aula.

La interacción entre padres e hijos, se comienza la educación, es transferida, en parte,


a la relación que se genera entre profesor y alumno. El profesor asume el rol de los
padres y pasa a ser el modelo casi absoluto de la inteligencia emocional, de ahí la
importancia de vigilar y regular, por parte del profesor, el tono afectivo que rodea
su comunicación con los alumnos. La fuerza de la interacción entre profesor-
adolescente adquiere tal relevancia que sin ella le resultaría difícil crecer en la
inteligencia emocional por carecer de experiencias mediadas de aprendizaje afectivo.

El educador, además de ser un especialista en todo lo que se refiere a la estimulación


del aprendizaje, a la organización del currículo y a la creación de un ambiente de
desarrollo de capacidades, será un mediador esencial de las habilidades emocionales
en el niño. Debe seleccionar, programar y presentar aquellos estímulos que
modifiquen su trayectoria emocional, le hagan sentirse bien consigo mismo y capaz
de regular las múltiples reacciones emocionales.

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