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Poder en transición, ¿hacia las minorías o privados?

La región de Tarapacá, que históricamente ha configurado una


posibilidad de destino para concretar proyectos migratorios de corto y
largo ánimo, suma nuevos grupos proliferantes de origen centro
americano; con ello, la necesidad de políticas públicas humanizadoras
para todo proceso tanto burocrático como de desarrollo social y
económico. Chile, al contar con una legislación decadente, nacida en
dictadura y desactualizada referente a la migración, ha obligado a los
mismos grupos migrantes y movimientos sociales pro derechos
humanos sin excepciones, al empuje de la generación de nuevas
formas de convivencia, sean o no parte del rol público. Las causas son
evidentes: el feroz sistema económico que adhiere y aplica nuestro
país en la actualidad, que invade cada espacio y cuerpo que
pertenecen a las clases no dominantes.
Desde el lugar de la educación en la que me encuentro como profesor
de educación media de esta región, la radiografía es inapelable;
aumento del racismo en sus distintas manifestaciones; inestabilidad y
precarización de programas públicos en establecimientos
educacionales en beneficio de la población migrante, indígena y
minorías regularmente de bajos recursos; un forzado espíritu
intercultural en cada recinto educacional que se funda por encima de
cada plan de convivencia, por lo que no borra los proyectos de
convivencia históricos que instalaron la supremacía de los sujetos(as)
blancos(as) por sobre la otredad; todo esto y mucho más es parte de
las problemáticas públicas en esta área (y que se traslada a otras de
carácter básico social) que padece nuestra región.
Si bien lo que caracteriza a esta zona del norte de nuestro país es la
lucha latente e inacaba por los derechos y bienestar de población
donde se han conseguido frutos importantes a través los
representantes de los movimientos sociales y su accionar en el
consejo comunal, ¿están los aparatos del gobierno sumados a una
visión intercultural de aquí en adelante, que resuelva las problemáticas
históricas al no reconocernos como un estado plurinacional y de
población cambiante? Lamentablemente no. Y desde mi posición, creo
fuertemente en que para favorecer la autonomía y derechos de estas
minorías nombradas debemos seguir siendo parte de la construcción
de una oposición social y política al rostro de la expansión del
neoliberalismo en Chile que hoy y desde la dictadura (incluyendo toda
la etapa de la llamada “transición’’) ocupa el gobierno; avanzar en
validarse cada uno (a) como pedagogo de la igualdad, educando,
visibilizando y denunciado cada acto discriminatorio que se presente
en nuestras narices (lugares de trabajo, hogar doméstico, barrio,
partido político, etc…) cada espacio que se cataloga como ‘’cotidiano’’;
ser consciente, responsable y cuestionador responsable de todo
material -especialmente digital y televisivo- de divulgación que
represente limitaciones en los derechos humanos de la población
migrante e indígena, sobre todo en tiempos de noticias falsas,
gobiernos populistas y crisis migratoria internacional.

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