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La psicomotricidad es una disciplina que, basándose en una concepción integral del sujeto, se ocupa de la interacción que se
establece entre el conocimiento, la emoción, el movimiento y de su mayor validez para el desarrollo de la persona, de su
corporeidad, así como de su capacidad para expresarse y relacionarse en el mundo que "lo envuelve". Su campo de estudio se
basa en el cuerpo como construcción, y no en el organismo en relación a la especie.
El psicomotricista es la persona o especialista que se ocupa, mediante los recursos específicos derivados de su formación, de
abordar a la persona desde la mediación corporal y el movimiento. Su intervención va dirigida tanto a sujetos sanos como a
quienes padecen cualquier tipo de trastornos y así sus áreas de intervención serán tanto a nivel educativo como reeducativo o
terapéutico.
Índice
Definición
Lo que aporta la psicomotricidad a los niños: ventajas, beneficios
Algunos tipos psicomotricidad
a. Práctica psicomotriz educativa (preventiva)
b. Práctica de ayuda psicomotriz (terapéutica)
c. Psicomotricidad acuática
Orígenes
Escuelas y orientaciones en educación psicomotriz
Psicomotricidad relacional y vivenciada
Formación del psicomotricista
Actitudes de un psicomotricista: forma de estar con los niños
La sala, materiales y función
Dispositivo
Fases de una sesión psicomotriz
Ritual de entrada
Fase de la expresividad motriz
Fase de la historia o cuento
Fase de la expresividad plástica o gráfica
Ritual de salida
Intervención
Referencias
Bibliografía recomendada
Definición
El término psicomotricidad constituye en sí mismo, partiendo por su análisis lingüístico, un constructo dual que se corresponde
con la dualidad cartesiana mente-cuerpo. Refleja la ambigüedad de lo psíquico (psico) y de lo motriz (motricidad), así como de
las complejas relaciones entre estos dos polos. Una definición consensuada en el primer Congreso Europeo de Psicomotricistas en
Alemania (1996) ha llegado a la siguiente formulación:
«Basado en una visión global de la persona, el término "psicomotricidad" integra las interacciones
cognitivas, emocionales, simbólicas y sensoriomotrices en la capacidad de ser y de expresarse en un
contexto psicosocial. La psicomotricidad, así definida, desempeña un papel fundamental en el
desarrollo armónico de la personalidad. Partiendo de esta concepción se desarrollan distintas formas de
intervención psicomotriz que encuentran su aplicación, cualquiera que sea la edad, en los ámbitos
preventivo, educativo, reeducativo y terapéutico. Estas prácticas psicomotrices han de conducir a la
formación, a la titulación y al perfeccionamiento profesionales y constituir cada vez más el objeto de
investigaciones científicas.»
c. Psicomotricidad acuática
La estimulación psicomotriz acuática es útil cuando el bebé necesita vivenciar motrizmente sus capacidades de movimiento. El
agua le apoya a elaborar sensaciones y percepciones primeras de peso, volumen, distancia, esquemas e imagen corporal, y sus
necesidades, deseos y posibilidades de acción, incorporando también, sensaciones de sostén, apoyo, contención, envoltura y
equilibrio, en la constante lucha por la ley de la gravedad.
Implementación del método de estimulación psicomotriz acuática
Es el caso de un bebé con una lesión cerebral que le afectó los núcleos de base por dificultades durante el parto. Al tener una
hipotonía importante en la zona del cuello, no le permitía tener la cabeza erguida, razón por la cual no logró llegar a sentarse. A
instancias de los padres, el neurólogo aprobó la idea de comenzar la estimulación psicomotriz acuática con el bebé y ellos, como
estimuladores naturales durante la sesión. A través de ejercitadores de contacto y posiciones de equilibrio se pudo fortalecer el
tono muscular en la zona afectada, llegando a revertir favorablemente la situación. el agua actuaba como estimulador especial, ya
que el bebé estaba muy motivado por ingresar, permanecer y no salir. Este tipo de práctica es también conocida como
Matronatación y entra en auge en la década de 1960 en Estados Unidos y algunos países de Europa y América del sur.
Orígenes
A principios del siglo XX, el neurólogo Ernest Dupré puso de relieve las relaciones entre las anomalías neurológicas y psíquicas
con las motrices. Este médico fue el primero en utilizar el término psicomotricidad y en describir trastornos del desarrollo
psicomotor como la debilidad motriz. Más adelante dentro de la neuropsiquiatría infantil sus ideas se desarrollaron con gran
profusión.
El psicólogo e investigador francés Henri Wallon remarcó la psicomotricidad como la conexión entre lo psíquico y lo motriz.
Planteó la importancia del movimiento para el desarrollo del psiquismo infantil y por tanto para la construcción de su esquema e
imagen corporal. Según Wallon, el psiquismo y la motricidad representan la expresión de las relaciones del sujeto con el entorno,
y llega a decir:
H. Wallon, Obra
Julián de Ajuriaguerra y la escuela de psicomotricidad desarrollada en el hospital Henri Rouselle plantean un enfoque que pone el
acento en la relación del tono muscular con la motricidad. Según sus estudios, el análisis de los procesos de interacción en la
familia, la escuela y la sociedad permitiría comprender que la enfermedad mental, a pesar de los condicionantes biológicos, es un
proceso que encuentra su sentido en el contexto de las relaciones. 1
Los autores que definen la educación psicomotriz como una técnica que se asemeja a la psicoterapia, donde el
educador psicomotricista tiene una actitud más bien pasiva, encaminada a facilitar que sea el sujeto mismo el
que movilice los recursos para salir de la situación en que se encuentra.
Los autores que definen la educación psicomotriz como una técnica activa en la que se plantean situaciones de
aprendizaje por medio de las actividades psicomotrices.
Ballesteros distingue dentro de esta segunda tendencia «activa» dos nuevas subagrupaciones o tendencias:
escuela normativa
escuela dinámica
La tendencia normativa es definida como correspondiente al modelo médico fisiologista (esencialmente la escuela de
Ajuriaguerra, Picq y Vayer, Soubiran, Defontaine y otros autores de la escuela fundada en los marcos del trabajo del hospital
Henri Rouselle). El trabajo de educación psicomotriz se propone como meta reeducar o reconstruir las funciones que debieron ser
adquiridas en ciertas etapas del desarrollo psicomotor del niño. Supone, por tanto, un diagnóstico preciso de ese desarrollo y una
definición de las etapas.
La escuela dinámica, por el contrario, pondrá el acento en lo psíquico y no solamente en los aspectos de pensamiento o
cognitivos, sino también en los aspectos inconscientes y pulsionales. Para esta escuela la significación afectiva del movimiento
constituye un aspecto central. Los exponentes más destacados de esta tendencia son Andrè Lapierre y Bernard Aucouturier 3
El material a utilizar en el espacio sensoriomotor incluye: espalderas, quitamiedos, colchonetas, bloques de goma-espuma,
toboganes, plataforma de salto (ya sea construida o formada por una mesa), etc. Nuestra intención es que con la disposición
espacial de este material favorezcamos las caídas, los saltos, los desequilibrios/equilibrios, los deslizamientos, las carreras,... En
el tiempo de lo simbólico el material utilizado se compone de: Bloques de goma espuma, telas, cuerdas, muñecos, aros, palos
(madera-plástico-goma espuma), pañuelos, pelotas, etc. Nuestro propósito es que juegue a “como si…”, que invista el material.
Por último, dentro del espacio representacional les ofreceremos el siguiente material: pinturas, folios, plastilina, lápices de
colores, rotuladores, pizarra y tizas, bloques de madera, y demás material con el que puedan dedicarse a dibujar, construir y
modelar.
Al material se le podría clasificar en dos grandes bandos por su cualidad y simbología. Blando (les acoge, les envuelve y les da
placer): bloques de espuma, pelotas de espuma, cojines, telas,… y duro (el niño tiene que enfrentarse al reto, al principio de
realidad): espalderas, maderas de construcción, cubos de plástico, palos, banquetas.
Dispositivo
El dispositivo de la sesión se divide en dos espacios y tres tiempos con materiales distintos. En el espacio para la expresividad
motriz los niños pueden vivenciar el placer del movimiento a través de actividades espontáneas con la utilización de su cuerpo, el
espacio y los materiales. Esta fase es imprescindible para la formación de una buena imagen corporal. El otro espacio es el de la
expresividad plástica y el lenguaje. Aquí se para el cuerpo y sus acciones por las representaciones en forma de dibujos,
construcciones, etc. Esto se complementa con la organización temporal de la sesión. Hay tres tiempos centrales a las que se
añaden el ritual de entrada y el de salida. El primer tiempo es el dedicado a la expresividad motriz y en él se da rienda suelta al
cuerpo y al imaginario infantil. Al principio se lanzan al frenesí corporal y emocional para después aparecer el juego simbólico a
través de los materiales que les proponemos. El segundo tiempo es el del cuento, con la intencionalidad clara de movilizar
imágenes con el cuerpo parado. Esto nos ayuda a la descentración (la capacidad del niño de poner distancia de sus emociones y
poder ponerse en el lugar del otro).
Por último, el tercer tiempo es el de la expresividad plástica, el dibujar, construir o trabajar con plastilina. Su sentido es el de
permitir a los niños alejarse de las intensas emociones vividas y representar con lo cognitivo.
Ritual de entrada
El ritual de entrada sirve como preparatorio en el que los niños reconocen un cambio de ambiente, permitiéndoles un espacio
nuevo en el que pueden hacer cosas distintas del aula. Además, este ritual de entrada sirve como recibimiento en el que el
educador reconoce personalmente a cada niño pues le saluda dirigiéndose a él con su nombre y dándole la mano para acogerle.
En este momento los niños se quitarán los zapatos y pasarán unos minutos hablando con el psicomotricista antes de pasar a la
acción. Esto les servirá para compartir las novedades que han sucedido en su vida e intercambiar un momento de diálogo con sus
compañeros. También puede ser adecuado que el psicomotricista recuerde las normas del aula de psicomotricidad para que
después, en el momento que se inicie la sesión en los diferentes espacios, todo se desarrolle bajo un nivel correcto de seguridad.
Juegos puramente motrices. Saltos, desequilibrios/equilibrios, caídas, balanceos, giros, rodar, destruir,
esconderse, golpear, llenar/vaciar, reunir/separar, arrastrarse, hacer puntería o encestar, etc. Por ejemplo:
“Asier” se deja caer sobre la colchoneta, “Jon” salta de bloque en bloque poniendo a prueba su equilibrio y
pericia, “Aitziber” lanza y empuja bloques por la sala.
Juegos con carga simbólica. Un perro y su dueño, tiendas, comiditas, papás y mamás, médicos, casitas,
superhéroes, etc. Ejemplos: “Luis” se ha puesto una tela a modo de capa y lleva en la mano un palo a modo de
espada, representa a todo un caballero. “Igor” en cambio utiliza un bloque como si fuera un caballo mientras
“Sonia”, “Judith” y “Antonio” entran y salen de una casa hecha con colchonetas.
Ritual de salida
Este ritual de salida les prepara para el abandono de la sala y sus resonancias tónico-emocionales disponiéndoles adecuadamente
en el camino de regreso al aula normal. Hemos de tener en cuenta que el aula de psicomotricidad es un aula especial y distinta a
las demás aulas del colegio por eso la entrada y la salida deben estar enmarcadas en un contexto que ayude a los niños al tránsito.
Este último momento de la sesión se usará para cerrar la sesión y despedir a los niños. Al igual que en el ritual, de entrada se dará
pie al lenguaje, permitiendo así que los niños pongan palabras a todas las emociones que han vivido a lo largo de la sesión. Una
buena práctica, incluiría en esta fase la recogida del material por los propios niños. Además de despedir a los niños con un saludo,
para cerrar esta fase también se podría utilizar una canción de despedida.
Intervención
En educación preescolar, donde se definen tres etapas:
de 0 a 2 años;
de 2 a 3 años;
de 4 a 6 años.
También es posible la intervención en adolescentes, adultos y 3ª edad con necesidades educativas especiales o como técnica de
apoyo en contextos de rehabilitación y salud mental.
Referencias
1. «Psicomotricidad vivenciada» (http://www.efdeportes.com/efd49/psicom.htm). Consultado el 28 de septiembre de
2008.
2. Ballesteros, Soledad (1982). El esquema corporal. Madrid: Tea.
3. Campos Solano, Silvia (1985). «Educación psicomotriz». en: Diccionario enciclopédico de educación especial II.
México: Trillas. pp. 763-767. ISBN 84-2942325-3 |isbn= incorrecto (ayuda).
4. Ibid, p. 765
Bibliografía recomendada
Jacques Richard (2004). Patología psicomotriz. Dossat 2000. ISBN 84-89656-37-1.
Pilar Arnáiz Sánchez (2001). La psicomotricidad en la escuela: una práctica preventiva y educativa. Ediciones
Aljibe. ISBN 84-9700-016-1.
Aucouturier, Darrault, Empinet (1985). La práctica psicomotriz. Reeducación y terapia. Científico Médica. ISBN 84-
224-0810-4.
Aucouturier, Lapierre (1980). El cuerpo y el inconsciente en educación y terapia. Científico Médica. ISBN 84-224-
0756-6.
Lina Rubio, Carolina Zori (2008). La psicomotricidad en la escuela. Dossat 2000. ISBN 978-84-96437-43-2.
Rodolfo Rodríguez (2005). Terapia psicomotriz. Casos de los 3 a los 11 años. CIE Dossat 2000. ISBN 84-89656-67-
3.
Lapierre, Aucouturier (1977). Simbología del movimiento. Científico Médica. ISBN 84-224-0686-1.
Aucouturier, Lapierre (1978). La educación psicomotriz como terapia "Bruno". Médica y Técnica, S.A. ISBN.
Lapierre (1977). Educación psicomotriz en la escuela maternal. Científico Médica. ISBN 84-224-0687-X.
Aucouturier. Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz. Graó. ISBN 978-84-7827-351-5.
Josefina Sánchez Rodríguez y Miguel Llorca Llinares (2008). Recursos y estrategias en psicomotricidad.
Ediciones Aljibe. ISBN 978-84-9700-442-8.
Rigal Robert (2006). Educación motriz y educación psicomotriz en preescolar y primaria. ISBN 84-9729-071-2.
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