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La capacidad federativa de lo común: los comunes de comunes en la escuela y en el aula

Adolfo Estrella
Mayo 2019
www.pedagogiadelocomun.org
aestrella@quiber.com

0. Introducción

La capacidad federativa permite a las singularidades disponer de un terreno de expansión


más allá de sus límites identitarios y funcionales.

“El sistema federativo es el opuesto al de jerarquía o centralización administrativa


y gubernamental, por el que se distinguen ex aequo las democracias imperiales, las
monarquías constitucionales y las repúblicas unitarias”. (Proudhon, 2005, p.41).

Federación, señala Proudhon, proviene

“del latín foeedus, genitivo foederis, es decir, pacto, contrato, tratado, convención,
alianza, etc., es un convenio por el cual uno o muchos jefes de familia, uno o muchos
municipios, uno o muchos grupos de pueblos o Estados, se obligan recíproca e
igualmente los unos para con los otros, con el fin de llenar uno o muchos objetos
particulares que desde entonces pesan sobre los delegados de la federación de una
manera especial y exclusiva”

Lo federal1 repele las articulaciones centralizadas, los flujos de información arriba/abajo y


las cadenas de mando verticales. Por otra parte, “el vocablo foedus es un derivado de la raíz
indoeuropea bheidh- (fiarse, persuadir) que también da en latín el verbo fidere (tener
confianza). De él proceden palabras como fiar, fianza, confianza, fiduciario, fidelidad, fiel,
etc., todas las cuales comparten en origen la raíz con el vocablo federal”. Es importante
revelar esta conexión semántica entre lo federal y la confianza.

Mutatis mutandis, el principio federativo, aunque proveniente del espacio de los diseños
políticos, se puede aplicar, aunque sea metafóricamente, a otros conjuntos de elementos
no jerarquizados, con voluntad de definir objetivos compartidos y construir alianzas para
alcanzarlos. Los pactos y alianzas se asientan en la confianza y, al mismo tiempo, la
construyen. Permiten construir totalidades no hegemónicas con muy variables geometrías,

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El concepto de federación conecta también con la idea de “red”, de tanta difusión en los actuales espacios
socio-digítales. Pero la idea de red puede prescindir del elemento en común y no considera, necesariamente,
el elemento de identidad, conciencia y autoconciencia de los actores, inherente a la idea de federación.
tamaños y estilos de articulación. La federación es la fuerza de las minorías: les permite
conectar diversidades a partir de los elementos comunes compartidos, complementar
recursos, distribuir información y definir acciones conjuntas. Y todo ello fortalece su
probable debilidad individual.

Lo común se adapta muy bien al principio federativo. Lo común es “federable”. Podemos


entender a la federación2 como un mecanismo tanto para expresar comunes como para
construirlos. Lo común y lo federativo provienen de acuerdos, pactos, contratos etc. que
implican tanto derechos como obligaciones recíprocas. Pero, como en lo común, lo federal
permite también un rango amplio para la expresión identitaria de las singularidades que,
que pese a su inclusión en un conjunto no quedan subsumidas en él. Probablemente,
cuestión por investigar, lo federal sea una de las formas de expresión organizativa del
principio de lo común. Un caso dentro de una lógica mayor de articulación de igualdades y
diferencias.

Un “común de comunes” (ver gráfico) es un concepto que describe un proceso abstracto de


ensamblaje de vínculos entre igualdades y diferencias dentro de una lógica no jerarquizada
y federativa. Los “comunes de comunes” no implican la subsunción de las partes al todo
sino relaciones conjuntivas (esto y aquello) y contingentes (pueden o no ocurrir) entre
entidades singulares que mantienen su autonomía. En su articulación máxima, en un campo
organizativo determinado, un común de comunes, se acerca al concepto de totalidad, pero:
a) es construido desde abajo; b) es tendencial, nunca se cierra definitivamente; c) puede
ser des-construido y hacer visibles sus componentes identitarios de partida.

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El concepto de federación conecta también con la idea de “red”, de tanta difusión en los actuales espacios
socio-digítales. Pero la idea de red puede prescindir del elemento en común y no considera, necesariamente,
el elemento de identidad, conciencia y autoconciencia de los actores, inherente a la idea de federación.
1. Lo común lo federativo, en la escuela y el aula

La capacidad federativa de la escuela y del sistema educativo está generalmente


infrautilizada. Los conjuntos educacionales, interna y externamente, funcionan en la
inmensa mayoría de los casos como agregados no sistémicos, invisibles unos en relación a
los otros, donde la colaboración es mínima y la federación una utopía. Las apelaciones a las
“comunidades educativas” no dejan de ser retóricas y sólo políticamente correctas. Saberes
aislados unos de otros, aulas aisladas dentro del escuela; escuelas aisladas dentro del
sistema escolar; el sistema escolar aislado dentro del conjunto de los sistemas sociales. El
aislamiento y la centralización son la norma y las comunicaciones, verticales, centro-
periferia priman sobre las comunicaciones, horizontales, periferia-periferia.

Por el contario, el despliegue federativo permite la comunicación periferia-periferia y, en


un proceso de inclusión progresiva, la creación de “comunes de comunes”, es decir,
articulaciones cada vez más complejas pero nunca universales, ni unánimes, ni totalitarias,
ni hegemónicas entre entidades conectadas en relaciones de respeto.

Un aula y una escuela pueden federarse y construir “comunes de comunes” que ensamblen
elementos organizativos, curriculares, económicos y culturales, por supuesto, pero también
éticos, cognitivos, epistemológicos, estilísticos, sensibles, estéticos etc. Las posibilidades del
vínculo federativo de lo común como recurso de un aula y una escuela “expandidas” son
infinitas, sólo requieren de voluntad y proyecto.

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