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14

TIORUIU

.. ,;

Walter Benjamin

Dirección única

...
i .) .
I OO<JOCIO.'OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ~~~~~~~
I TITULO ORIGINAL,
EINBAHNSTRASSE
Dirección única
I
e
1955 BY SUHRKAMP VERLAG, FRANKFURl' AM MAIN

DE ESTA EDICION:

EDICIONES
AL~ •

1987, ALTEA, l'AURUS, ALFAGÚARA, S. A.

PRINCIPE DE VERGARA. 81
280Q6 MADRID
TELEFONQ 261 97 00

LS.B.N., 84·204.2449.8
DEPOSITO LEGAL, M. 11.776-1987

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I
I
, II
.,
LA MAQUETA DE LA COLECCION
y EL D1SEflO DE LA CUllIERT A INDICE
ESTUVIERON A CARGO DE
ENRIC SATUE .,

. '

Gasolinera ........................ . 15
. Salita para desayunar. . . . . . . . . . . . . 15
'. Nr. 113 ...:'................. -. ... . 16
Para hombres ...... .- ........ . 18
Reloj regulador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
¡Vuelve! ¡Todo ha sido perdonado!. .... . 19
Piso de lujo, amueblado, de diez habitacio-
nes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
Porcelana china . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Guantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . : .. 22
Embajada mejicana . . . . . . . . . . . '.: . 23
Estas plantaciones se enco~iendan a la
. protección del- público . . . . . . . . . . . . . 23
T ~r~eno en constnlcción . . . . . . . . . . . . . 25
Ministerio del Interior. .............. . 26
Bandera ........ . 26
... A media asta .. 26
Panorama imperial . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Obras públicas ....... , . . . . . . . . . . . . 36
Peluquero para señoras quisquillosas .... . 36
¡Cuidado con los peldaños! .......... . 37
Censor jurado de libros . . . . . . . . . . . . . 37
Material didáctico .. : . . . . . . . . . . . . . . 39
¡Alemanes, bebed cerveza alemana!. . . . . ·41
¡Prohibido fijar carteles!. . . . . . . . . . . . 41
Nt. 13. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 47
Armas)' municiones. . . . . . . 48
, Primeros auxilios . . . . . . . . . 49
...
Arquitectura interior. . . . . . . . . . . . . . .. 49 ESTA CALLE SE LLAMA
Artículos de escritorio y papelería . . . . . . 50
Artículos de fantasía. . . . . . . . . . . . . . .. 51
Ampliaciones . . . . . . . . . . . ~ . . . . . . . .. 52 CALLE ASJA, LACIS,
Antigüedades. . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 57
Relojes y joyería. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 NOMBRE DE AQUELLA QUE
Lámpara de arco . • . . . . . . . . . . . . . . .. 60
Loggia .. ; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , 60 COMO INGENIERO
Oficina de objetos perdidos ......... '.. 61
Parada para no más de tres coches de
LA ABRIO EN EL AUTOR
alquiler . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. 61
Monumento a los combatientes muertos.. 62
Avisador de incendios .... : . . . . . . . . .. 64
Recuerdos de viaje. . . . . . . . . . . . . . . .. 65
Optico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 68
Juguetes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Policlínica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Se alquilan estas superficies. . . . . . . . . . . 76
Artículos de oficina. . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Paquetes postales: expedición y embalaje. . 79
iCerrado por obras!. . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Restaurante automático <<Augias» . . . .. . . 79
Tienda de sellos . . . . . . . . . . . . . . -:. . . . 80
Si parla italiano ... , . . . . . . . . . . . . . . . 84
Asistencia técnica . . . . . . . . . . . . . . . . .. 85
Quincalla . . . . . . . . . . . . . . . . . . '.' . . .. 85
Asesoramiento fiscal. . . . . . . . . . . . . . .. 86
Protección legal para indigentes. . . . . . . . 87
Timbre de noche para avisar al médico. . . 88
Madame Ariane, segundo patio a la .iz-
quierda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 89
Máscaras-guardarropa . . . . . . . . . . . . . .. 91
Oficina de Apuestas Mutuas . . . . . . . . .. 92
Cerv·ecería . . . . . . . . . . . . '. . . . . . . . . . . 93
Prohibido mendigar y vender a domicilio. 95
Hacia el planetario. . . . . . . . . . . . . . . .. 96

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GASOLINERA
La construcción de la 'vida se halla, en estos
momentos, mucho más dominada pór hechos que
por convicciones. Y por un tipo de hechos que
casi nunca, y en ningún lugar, han llegado aún a
• fundamentar convicciones. Bajo estas circunstan-
cias, una verdadera actividad .literaria. no puede
pretender desarrollarse dentro· del marco reserva-'
do a la literatura: esto es más bien la expresión
habitu:l.¡ d~ su ülfructuosidad. Para ser significati-
va, la eficacia literaria sólo puede surgir del
riguroso intercaCmbio entre acción y escritura; ha
de plasmar, á través de octavillas, folletos, ari.ícu- .•
los de revista y carteles publicitarios, las modestas
formas 9ue se corresponden mejor con su influen-

I
.1
. cia en el seno de las comunidades activas <]ue el
pretencioso gesto universal del libro. Sólo este
lenguaje rápido y directo revela una eficacia
operativa adecuada al momerito actual. Las opi-

¡
."
niones son al gigantesco aparato de la vida social
lo que el aceite es a las máquinas. Nadie se coloca
[
frente a una turbina y la inunda de lubricante. Se
l' echán unas cuantas gotas en· roblones y Junturas

l' ocultas que es preciso conocer.

SALITA PARA DESAYUNAR


Una tradición popular desaconseja contar sueños
por la mañana, en ayunas .. De hecho, quien acaba
de despertarse sigue aún,· en ese estado, bajo el
hechizo del sueño. Pues el aseo no devuelve a la
luz más que la superficie del cuerpo y sus funcio-
nes motrices visibles, mientras 'lue en las capas
más profundas, y también durante la ablución
16 17 (e i( \;-.1 ., (;.'-
matinal, la penumbra gris del sueño sigue persis- cuando hay gue tomarla por asalto y empiezan a
tiendo, e incluso se consolida, en la soledad de la caer las bombas enemigas, ¡gué de antigüedades
primera hora de vigilia. Quien rehúya el contacto descarnadas y extrañas no dejan éstas al descubier-
con el día, ya sea por temor a la gente, ya sea por to entre sus. fundamentósl ICuántas cosas no
necesidad de recogimiento; no guerrá comer y fueron allí enterradas y sacrificadas ciure conjuros
desdeñará el desayuno. De este modo evita la. y ensalmosl ¡Qué siniestro gabinete de curiosida-
ruptura entre los mundos nocturno y diurno. des aparece allí abajo, donde las zanjas más
Cautela ésta gue sólo se justifica consuiuiendo el profundas se hallan reservadas a lo más cotidianoI
sueño mediante un intenso trabajo matinal, cuan- Una noche de desesperación me ,vi,. en ~cñ~:~'~l t/L:.¿';.C')
do no a través de la oración, ya guc de otro modo renovando impetuosos lazos de amlstad y fraterO!-' .
provoca una confusión de los ritmos vitales. En dad con el primer compañero de mis tiempos de .
esta disposición anímica, contar sueños resulta colegial, a guien llevaba sin ver varios decenios y
funesto porgue el hombre, gue aún es a medias apenas había recordado en todo ese tiempo. Al
Cómplice del mundo onírico; lo traiciona con sus despertar, sin embargo, lo vi claro: aguello gue la -
palabras y ha de atenerse a su venganza. Dicho en desesperación, como una carga explosiva, había
términos más modernos: se traiciona a sí mismo.
Libre de la protección gue le ofrccía la ingenuidad ¡, sacado a la luz, era el cadáver de ese hombre gue
estaba allí emparedado y debía iinpedir gue guien
del sueño, gueda totalmente desamparado al ro- V1Vlera allí alguna vez, pudiera asemejársele en
zar, sin dominio alguno sobre ellas, sus propias algo.
visiones oníricas. Pues sólo desde la otra orilla
desde la claridad del día, es lícito apostrofar a¡ VESTIBULO •
sueño con el poder evocador del recuerdo. Este Visita a la casa de Go~h~i No recuerdo haber
más allá del sueño sólo es alcanzable mediante una visto habitaciones ;¡¡-ersU~fi'~:Era una sucesión
ablución análoga al aseo y gue,' no obstante, de pasillos enjalbegados'~6n;; los de una escuela. ~
difiere totalmente de él. Pasa por el estómago. Dos visitantes inglesas de mediana edad y un ¡
Quicn está cn ayunas habla del Sueño como si guardián son los figurantes del sueño. El guardián
hablase en sueños. nos invita a 'firmar en el libro de visitas, abierto
sobre un. pupitre, junto a la ventana, en el
extremo más. alejado de uno de los pasillos.
NA. 113 Cuando me acerco y empiezo a hojearlo, descubro
Las boras que contienen la for",o mi nombre ya anotado en él con una letra infantil,
han transcurrido en la Casa del mújo.
. . ... __
torpe y desmesurada.
.":"---_.~

SUBTERRANEO COMEDOR
Hemos olvidado hace tiempo el ritual según el Eh un sueño ine vi en el gabinete de trabajo de
cual fue edlficada la casa de nuestra vida. Pero Goeme. No se parecía en nada al de Weimar. Ante
19
1 todo era muy pequeño' y tenía sólo una ventana.
Contra la pared, situada frente a ella, adosaba e!
18
mágico él delimita en ~l fragmeflto. «El genio es
laboriosidad». ·l .
escritorio uno de sus lados angostos. Sentado a él,
el poeta, ya muy anciano, estaba escribiendo algo.
. me había puesto a un lado , cuando él se
Yo ¡VUELVE! ¡TODO HA SIDO
Interrul~pió y me obsequió con un pequeño jarro, PERDONADO!
una vasIJa antigua. La hice girar entre mis manos.
En la habitación hacía un calor espantoso. Goethe Como alguien que "en .la barra fija hace la rueua,
se levantó y se dirigió conmigo a la estancia así también, dc(adolescentc;'uno luismo hace girar
cont1g~a, donde habían dispuestO"una larga mesa la rueda de la f;~~a de' la gue tarde o temprano
para mI parentela. SIn embargo, parecía calculada saldrá e! número premiado. Pues sólo aquello gue
, ,para muchas más personas de las que ésta contaba. ya sabíamos o practicábamos a los quince años
También la habían puesto, sin duda, para mis j;'
constituirá algún uía nuestra aftrattiva. Por eso
antepasados. Tomé asiento en el extrcmo derecho ;:: hay algo que ya nunca sc podrá remediar: el no /
¡
junto a Goethe. Concluida la cena, 'él se levantÓ • r: haberse' escapado de la casa paterna. A esa edad,
~ en' cuarenta y ocho horas de estar abanuonado
con dificultad: .y yo, haciendo un gesto, le rogué !:
que me permitiera sostenerle. Al tocarle el codo a sí miS1110 toma cuerpo, como en una solución
rompí a llorar de emoción. ' alcalina, e! cristal de la felicidad de, toda la
vida.

PARA HOMBRES
PISO DE LUJO, AMUEBLADO,
Con vencer es estéril. DE DIEZ HABITACIONES
La única descripción satisfactoria --<l la vez que
RELOJ REGU LADOR análisis-'- uel estilo de! mobiliario en la segunda
mitad de! siglo XIX, la ofrece cierto tipo de
Para los grandes hombres, las pbrás' concluidas novelas policíacas e[l, cuyo centro dinámico se
, '~

tIenen menos peso que aquellos fragmentos 'en los halla el terror susCitado por la casa. La disposición
cuales trabajan a lo largo de toda su vida. Pues la de los muebles ~s al mismo tiempo el plano de las
, conclusión sólo colma de una incomparable ale- trampas mortales, y la hilera de habitaciones
gría al más débil y disperso, que se siente así prescribe a la víctima e! itinerario de su huida. El
devuelto nuevamente a 'su' vida.' Para el genio que ,este género de novela policíaca comience con
cualquier cesura, no menos que los duros revese~ Poe,' es decir, en una época en gue casi no existían
de fortuna o el dulce sueño, se integran en la .. esta clase de viviendas, no prueba nada en contra.
aSIdua laboriosidad de su taller, cuyo círculo Porque los grandes poetas, sin excepción, ejercen
20 21
su arte combinatoria en un Inundo llue vendrá
siglo XIX, Gastan Leroux contribuyó a la apoteo-
después de ellos; así, las calles parisinas de los
sis de este género.
poemas de Baudelaire, al igual que los personajes
de Dostoyevski, no empezaron a existir antes de
,
1900. El interior burgués. de los años sesenta a 1,'. ~~ ~;,n. . PORCELANA CHINA
noventa, con sus inmensos aparadores rebosantes _. . '
,-' ' ,.

de tallas de madera, sus rincones sin sol en los que


Hoy en día, nadie debe empecinarse en aquello
se alza una palmera, el mirador protegido por una
que «sabe hacem. En la improvisaci~nreside la
balaustrada y los largos pasillos con su cantarina
fuerza. Todos los golpes' deClsl:Vós habrán de
llama de gas, no .puede cobijar adecuadamente
asesüírse COlno sin querer.'-
lnás que ~ ~rt. cadá'.'cr.· «En este sofá, la "tia sólo
1

puede ser asesinada». La inánime exuberancia de!


Un port~l se abre al comienzo de un largo camino
mobiliario no se vuelve realmente cómoda sino
que, cuesta abajo, lleva hasta la casa de ... ~q,!~e?
. en presencia del cadáver. Mucho más interesante
yo solía visitar cada tarde. Desde que '~ll~...Je
que los paisajes orientales de las novelas policíacas
mudó, e! arco del portal sigue presente ante ~IS
resulta el frondoso Oriente de sus interiores: la
ojos como el pabellón de una oreja que hubIera
alfombra persa y la oromana, el candil y el noble'
perdido el oído.
puñal caucasiano. Tras los gruesos kelill/S arrega-
zados, el dueño de casa celebra sus orgías con
No hay forma de conseguir que un niño en
valores bursátiles y puede llegar a sentirse un
camisón salude a una visita que cntra. Desde lo
1l1crcader oriental O un corrupto e indolente pachá
alto de su autoridad moral, los presentes intentan
en el reino de la mohatra, hasta que ese puñal de
en vano persuadirle y vencer su recato. Pocos
vaina plateada que cuelga sobre el diván. acabe
minutos más tarde, el niño se presenta, esta vez en
cualquier tarde con él y con su siesta. Este rasgo
cueros vivos, ante la viSita. Entretanto se había
característico de la casa burguesa que tiembla al
lavado ..
pensar en el anónimo asesino C0010 una anciana
lasciva que sueña Con su galán, fue bien captado
La fuerla de una carretera varía según se la
por algunos escritores que, como «autores de'
recorra a pie'; se la sobrevuele en aeroplano. A..!!.!._
novelas policíacas» -y quizá también porque sus
también, la fuerza de un texto varía según se~
obras reflejan claramente un aspecto del pat1de-
l~íd,?(;~~piado.Qüiéñijuela, sólo v~ ~ómo la
monium burgués-, se han visto despojados de
ea"rretera va deslizándose por el paIsaJe y. se
los honores que se merecíat1. Lo que aquí se
desdevana ante sus ojos siguiendo las mismas
intenta explicar, Canan Doyle lo puso en eviden-
leyes del terreno circundante. Tan sólo quien
cia en algunas de sus obras, y la escritora A. K.
recorre a pie una carretera advierte su dominio y
Green, en su vasta producción. Con El jan/asIIJa
descubre cómo en ese mismo terreno, que para el
de la Opera, una de las grandes novelas sobre el
aviador no es más que una llanura desplegada, la
r-------------------------------------------------------------------------~------------------------------- -
1,._ ,

22' 23
carretera, en cada una de sus curvas, va ordenan- j" No le es lícito negar su parentesco bestial con la
do el despliegue de lejanías, miradores, calveros y criatura, a cuya llamada responde su repulsión: ha
perspectivas como la voz de mando de un oficial 1" ' de enseñorearse de ella.
hace salir a los soldados de sus filas. Del mismo
modo, sólo e!texto copiado puede dar órdenes al
aln)a de quieo-lo está trabajando, mientr~s que el ,) EMBA.JADA ME.JICANA
simple lector jamás conocerá, los nuevos paisajes
que, dentro de él, va convocando eL,textc\~esa Je ne passe jamais devanl un féliebe de boú l
carretera que atraviesa su cada vez más densa 1111 BOllddha doré, une ¡dole flJexieaine sons !!le
dire: e'es! peut·elre le vrai dieu.
selva interior: porque el lector obedece al movi-
miento ~esu,"y o en el libre espacio aéreo del CHARLES BAUDELAIRE
ensueño, mientras 'que el copista deja que el texto
ledé órdenes. De ahí que la costumbre china de Soñé que estaba en Méjico, participando en una
copiar libros fuera una garantía incomparable de expedición científica. Después de atravesar una
cultura literaria, y la copia, una clave para pene- selva virgen de árboles muy altos, desembocamos
trar en los enigmas de la China. en un sistema de cuevas excavado al. pie de una
montaña, donde, desde la época de los primeros
mi,sioneros, se había mantenido una orden cuyos
GUANTES hermanos proseguía'1 su labor de conversión
entre los indígenas. En una inmensa gruta central,
En la repulsión que nos inspiran los animales," la rematada por una bóveda gótica, se estaba cele-
sensación predominante es el temor a que nos brando un oficio divino según un rito antiquísi-
reconozcan al tocarlos. Lo que se aterra en las 1110. Al acercarnos, pudimos presenciar su mo-
profundidades del hombre es la oscura conciencia mento culminante: un sacerdote elevaba un feti-
de que en él vive algo que, siendo muy poco che mejicano ante un busto de madera de Dios
ajeno al animal que provoca la repulsión, pueda Padre, colocado muy alto, en una de las paredes
ser reconocido por éste. Toda repulsión es, en su de la gruta. En ese instante, la cabeza del dios se
origen, repulsión al contacto. Incluso el afán movió negando tres veces de derecha a izquierda.
dominador sólo consigue pasar por alto este
sentimiento mediante gestos bruscos y, desmesura-
dos: estrujará con violencia y devorará al objeto ESTAS PLANTACIONES SE
de la repulsión, mientras que la zona del más leve ENCOMIENDAN A LA
contacto epidérmico seguirá siendo tabú. Sólo así PROTECCION DEL PUBLICO
se puede satisfacer la paradoja del imperativo
moral que exige al ser humano la superación y, a ¿Qué ha sido «resueltm,? ¿Acaso todos los interro-
la vez, el cultivo más sutil de la sensación de asco. gantes de la vida ya vivida no han quedado atrás
i como un' boscaje que nos impedía la visión?
Apenas se nos ~ocurriria arrancarlo, ni siquiera
24 25
criticables, anida, veloz como una flecha, el ímpe-
tu amoroso del adorador.
aclararlo. Scguimos caminando, lo dejamos atrás,
)' si bicn de lejos lo abarcamos con la mirada, lo
vemos borroso, sombrío y tanto más misteriosa- TERRENO EN CONSTRUCCION
mente enmarañado. ' .1
El comcntario y 1; traducción ~e comportan con
Resulta necio devanarse pedantementc los sesos
'sobrc la fabricaciófLde. ol:>jetos -matcrial ilustra-
el texto como el estilo y la mímesis coh la
tivo, juguctcsOlibros- destinados a los niños.
naturaleza: el mismo fenomeno 'visto desde distin-
Desde la Ilustración, ésta viene siendo una de las
tas perspectivas. En el árbol del, texto sagrado, 1, especulaciones más mohosas d", los pedagogos. Su
ambos no son sino las hojas eternamente susu-
fatuo apasionamiento por la psicología les impide
rrantes; en el árbol del texto profano, los frutos
que caen a tiempo. ad vertir que la Tierra cstá repleta de los más
incompárables objetos que se ofrecen a la atención
Quien ama, no se aferra tan sólo a los «defectos» )' actividad infantiles. Y objetos concretísimos.
dc la amada, ni a los caprichos o debilidades de Pues, de hecho, los niños tienden de modo muy
una mujer; muchQ más duradera e inexorablemen- particular a frecueritar cualquier sitio donde se
te quc cualquier bellcza le atan las arrugas del trabaje, a ojos vistas con las cosa~S.e sienten
roStro y las manchas de la piel, los vestidos ;raídos irresistiblemcnte atraídos p(}~ -'-o,s,~~~0.qspr()"e­
y un andar disparejo. Esto se sabe haCe y'a tiempo. nientesd,,' la coristrucción, jardinería, labores
¿Y por qué? De ser cierta esa teoría según la cual domésticis"y'-de'-~ostura o carpintería. En los
las sensaciones no anidan en la cabeza, y sentimos productos residual~§._.recon.?_"-e.t13I, .ro~tto", 9U.", el
una ventana, una nube o un árbol no en el mundo de los objetos les vuelve p~ec,i_sa_,!l~.nte, y
cer<:k~o, sino más bien en el lugar dondc 10s sólo, a ellos. Los utilizan 'no tanto para reproducir
venl0S';'j al contemplar a la mujer amada ta~bién las obras de 'los' adultos, cdmo para relacionar
estamos fuera de nosotros misol0s. Aunqu~, :cn e;'tre sí, de manera nueva y caprichosa, materiales
cste caso, torturadamcnte tensos y embelesados. de muy diverso tipo, gracias a lo que con cllos
Deslumbrada, la senSación revolotea .como una • " elaboran en sus juegos. Los mismos niños se
bandada de aves en el resplandor de la mujer. Y construyen así. su propio, mutid(),<:J.~i~tal, un
así como los pájaros buscan rcfugio en los frondo- mundo pequeño dentro dergfaiide. Hab.ría que
sos. escondites del árbol, las sensaciones huyen tener presentes las normas de este peql1eñomun-
haCIa las arrugas umbrosas, los gestos sin gracia y do objetal si se quiere crear intencioriadamente
las manchas ii1significantes del cuerpo amado, cosas para los nií'ios, y no se prefiere dejar que sea
donde se acurrucan, seguras, C01110 en un escon- la propia actividad, con todo lo que en ella es
drijo. Y ningún paseante ocasional adivinará que instrumento y accesorio, la que encuentre por sí
precIsamente ahí, en aquellos rasgos imperfectos, Ii. sola el camino hacia ellos.
:!

I MINISTERIO DEL INTERIOR


Cuanto más hostil a la tradición sea un hombre
26
;
t' .

meses subsiguientes algo que, por mucho que


hubiéramos deseado compartir con él, sólo podía
haber cristalizado estando él ausente. Y al final lo
más inexorablemente someterá su vida privada ~ ¡: saludamos en un idioma que él ya no entiende.
las normas que desea convertir en legisladoras de
un orden soéial futuro. Es como. si éstas, que en
ninguna parte han llegado aún a ser realidad; le· PANORAMA IMPERIAL
impusieran la obligación dé prefigurarlas, al me-
nos en el ámbito de su vida personal. Sin embar- VIAJE POR LAINFLACION ALEMANA
go, e! hombre que Se sabe én consonancia con las I. En el legado de frases hechas que revelan a
más antiguas .tradiciones de su condición social o diario la forma de vida del burgués alemán -esa
de su pueblo, contrapone a veces ostentosamente ·aleación de estupi<=te~ y. co~ardía-, hay una, la de
su vida privada a las maximas que, de forma la catástrofe inminente -el «esto no puede seglllf
implacable, defiende en la vida pública, y, sin asÍn-, que resulta particularmente nleln(~rablé.
sentir la menor zozobra, venera en secreto su Ese desvalido apego a las ideas de segUridad y
propia conducta como la prueba más concluyente propiedad de los últimos decenios, impide. al
de la inquebrantable autoridad de los principios ciudadano medio percibir los mecanIsmos estabilI-
que él mismo profesa. Así se diferencian los tipos zadores, altamente novedosos y significativos,
políticos de! anarco-socialista y del conservador. ,.i sobre los que reposa Ia situación actuaL Como la
relativa estabilización ele los iños antenores a la
guerra le favorecía, se cree obligado a considerar
BANDERA ... ioestable cualquier situación que lo desposea. PCf<~
las situaciones estables no tienen por qué ser, 111
¡Cuánto más fácil resulta querer al que se despide! ahora ni nunca, situaciones agradables, y ya antes
Pues la llama destinada a quien se aleja arde con de la guerra había estratos para los que las
mayor pureza, alimentada por e! fugaz pañuelo situaciones de estabilidad no eran S1110 mIseria
que hace señas desde. e! barco o la ventanilla de! estabilizada. La de~aelencia no. es en naela menos
tren. El alejamiento penetra como un tinte en estable ni más sorprendente que el 'progreso. Sólo
aquel que desapare¡:e, impregnándole de un suave un Cálculo· que~dri1itiera reconocer en ella la única
ardor. ratio de la situación actual, podría, liberándose del
enervante asombro ante algo que se repite diaria-
mente consielerar las O1anifestaciones ele la deca-
... A MEDIA ASTA dencia' como lo establ~por·antol1omasia, Y única-
mente la salvación como algo extraordinario, casi
Cuando muere uri ser muy proxlmo a nosotros, rayano en lo portentoso e incomprensible. L(~s
nos parece advertir en las transformaciones de los pueblos de Europa central viven ~omo los halJl-
¡
\
., 28 '029
; tantes de una ciudad sitiada que empiezan a identidad de las fuerzas condicionantes. Siempre
quedarse sin alimentos ni pólvora, y para los ha sido evidente que el apego de la sociedad a una
cuales, según todo cálculo humano, apenas cabe vida consuetudinaria, pero perdida hace ya tiem-
esperar salvación. Caso éste en que la rendición po, es tan rígido que, incruso en caso de extremo
tal. vez incondicional, debería ponderarsc mu; peligro, hace fracasar el uso propiamente humano'
s_enamente. Pero el poder mudo e invisible que del intelecto: ola previsión. Y a tal punto que, en
hu ropa central siente frente a ella no se sienta a ella, la imagen de la estupidez alcanza su culmina- .
negociar. AsÍ. pues, ya sólo. queda, en la espera ción: inseguridad, e incluso perversión de los
per~anente del asalto final, dirigir la mirada hacia instintos vitales básicos, e impotencia y hasta
lo unlco que aún puede aportar salvación: lo deterioro del intelecto. Esta es la disposición
extraordinario. Pero ese estado de atención extre- anímita de la totalidad de los ciudadanos ale-
ma y resigr.ada que la situación exige, podría, ya manes.
que mantenemos un misterioso contacto 'con las
fuerzas que nos asedian, provocar realmente el nI. Todas las relaciones humanas de cierta inti-
milagro. Por el contrario, quienes aún esperan que midad son iluminadas por una penetrante y casi
las . cosa~ no sIgan así, acabarán por descu brir intolerable evidencia, ante la cual apenas logran
algun dla. que para el sufrimiento tanto del mantenerse firmes. Pues al ocupar e) dinere;> de
i~dividuo como de las comunidades, ~ólo hay un formá devastadora el centro de. todos los .intéreses
lUlllte más allá del cual ya no pueden seguir: la vitales, por un lado, y constituir justamente, por
aniquilación. el otro, la barrera ante la que fracasan casi todas
las relaciones humanas, van desapareciendo más y
n. Una extraña paradoja: al actuar, la gente sólo más tanto en el ámbito de la naturaleza como en ..'
plens.a en s~ mterés privado más mezquino, pero el d~ las costumbres, la confianza espontánea, la
al mIsmo tiempo su comportamiento está, más calma y la salud.
,r que' nunca, condicionado por los instintos de
," IV. No en vano suele hablarse de n1!s..,ria_~des_
! ~as.a. 'Y, más .que nunca, éstos vagan a la derh~a, nuda». Lo más siniestro de su exhibIción, que
~' aJ~nos a la VIda. Allí donde el oscuro instinto --~rripezó a ser <;:ostumbre bajo la ley de la necesidad
I arumal -'-(:omo relatan innumerables anécdotas- y sólo muestra, sin embargo, una milésima parte
i encuentra una :alid~ .ante el peligro inminente y
! de lo que oculta, no es la compasión, ni la
L en aparlen':la mVlslble, esta sociedad en la que conciencia -.'-igualmente terrible- de la propia
f cada cual solo tIene en mente su propio y vulgar intangibilidad que se abren paso en el observador,
f
provecho, sucumbe también 'como una masa sino su vergüenza. Resulta imposible vivir en una !
,!l cIega, con torpeza animal, pero sin ese saber torpe . gran ciudad alemana en la que el hambre obliga a
r,. de. los ~nlmales, a cualquier peligro, incluso al los más miserables a vivir de los billetes con que
I ?,as proxlmo,. y la diversidad de los objetivos los transeúntes intentan cubrir una desnudez que
¡' mdlvlduales pIerde toda su importancia ante la
les hiere.
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30 I
¡- 31
V. «Pobreza no es vileza». Perfecto. Pero ellos sí VI. Al extranjero que siga someramente la anda-
que envilecen al pobre. Lo hacen y le consuelan r
1 dura de la vida alemana e incluso haya recorrido
I
con la frasecilla de marras. Es una de aquellas que por poco tiempo el país, sus habitantes no le
en otra época pudieron tener validez, pero cuyo , parecerán menos extraños que los de una raza
plazo ha expirado hace ya tiempo. No otra cosa exótica. Un francés perspicaz dijo una vez: «Es
ocurre con aquel brutal «quien no trabaja, que no / rarísimo que un alemán tenga las ideas claras con
coma». Cuando había trabajo y se podía comer, respecto a sí mismo. Y si alguna vez las tiene, no
también había pobreza, pero' ésta no envilecía al lo dirá. Y si lo dice, no se hará entendef». La
individuo al abatirse sobre él, por una mala guerra ha aumentado esta desoladora distancia, y
cosecha o cualquier otra fatalidad. Sí envilece, en no sólo por las atrocidades, reales o legendarias,
cambio, esta indigencia en la que han nacido que solían contarse de los alemanes. Lo que más
millones y en cuyas redes van cayendo otros bien acaba de rematar el grotesco aislamiento de
, cientos de miles a medida que empobrecen. La Alemania a los ojos de los demás europeos, lo que
suciedad y la miseria crecen a su alrededor como en el fondo les hace pensar que tienen que
muros construidos por manos invisibles. Y así-' vérselas con hotentotes (como muy acertadamente
como el individuo que está solo puede soportar : se ha dicho de los alemanes), es lá ,violencia -de
muchas cosas, pero siente una justa vergüenza si todo punto incomprensible para el q~e está fuera,
su mujer ve cómo las soporta y ha de padecerlas y totalmente inconsciente para el prisionero-
ella misma,' así también a ese individuo se k con que las condiciones de vida, la miseria y la
permite aguantar mucho mientras esté solo, y estupidez someten a la gente, en este escenario, a
todo, siempre que lo oculte. Pero nadie deberá las fuerzas de la comunidad, como sólo la vida de
hacer nunca sus propias paces con la pobreza, si cualquier primitivo se halla condicionada por las
ésta, cual gigantesca. sombra, se abatiera sobre su 'leyes de su clan. El más europeo de todos los
pueblo y su casa. Tendrá entonces que mantener bienes, esa ironía más o menos conspicua con que
sus sentidos muy despiertos frente a cualquier la vida del individuo pretende seguir un curso
humillación que le toque en suerte, y someterlos a distinto del de la comunidad en que le ha tocado
una disciplina hasta que sus sufrimientos hayan recalar, es algo que los alemanes han perdido
abierto no ya el abrupto camino de la aflicción, totalmerlte.
que lIe"a 'éúesta abajo, sino el sendero ascendente /
de la rebeldía.JAunque :aquí no cabe esperar nada VII. La libertad de la conversaClon se está
mientras todos y cada uno de los destinos más perdiendo. Así como antes era obvio y natural
terribles y oscuros, discutidos cada día, e incluso interesarse por el interlocutor, ese interés se
cada hora, por la pr.cnsa, analizados en todas sus sustituye ahora por preguntas sobre el precio de
causas y consecuencias ficticias, no ayuden a nadie sus zapatos o de su paraguas. Ineluctablemente,
a descubrir las fuerzas oscuras a las que su vida ha en cada tertulia acaba insinuándose el tema de las
sido esclavizada. condiciones de vida, del dil1<:ro. Y no es que se
32 33 extravagante. Imaginemos las cadenas montaño-
hable tanto de las preocupaciones y padecimientos sas del macizo alpino recortadas no contra el cielo,
de cada cual -tema en el que quizá podrían
sino contra los 'pliegues de un paño oscuto. Sólo
ayudarse unos a otros-, como de la simación en
confusamente se dibujarían las poderosas formas.
general. Es como estar prisionero en un te;tro y
Del mis~o modo, una 'pesada cortina ha cubierto
tener que segUIr, de grado o por fuerza, la obra .C •
el cielo de Alemania y ya ni siquiera vemos el
que se está escenificando; como tener que conver-,'
perfil de los más grandes hombres.
tIria constantemente, de grado o por fuerza, en I
tema de pensamientos y conversaciones. X. El calor' se está, yendo de las cosas. Los
objetos de uso cotidiano rechazan al hombre
VIn. Quien no se resiste a percibir el deterioro suave, pero tenazmente. y al final éste se ve
acaba reivindicando, sin demora, una justificación obligado a realizar día a día una labor descomunal
espe~lal para su permanencia, actividad y partici-
para vencer las resistencias secretas -no sólo las
paclon en este' caos. ,iBay tantas consideraciones manifiestas- que le oponen esos objetos, cuya
sobre el fracaso genéral como excepciones para la frialdad tiene él que compensar con su propio
propIa esfera de aCCIón, domicilio y circunstancia. calor para no helarse al tocarlos, y coger sus púas
La ,:oluntad ciega de salvar el prestigio de la con una destreza infinita para no sangrar al
propIa eXIstenCIa, más que de liberarla al menos asirlos. Que no espere la menor ayuda de qui~nes
-.-mediante una valoración distanciada de' su
le rodean. Revisores, funcio~ariosJ artesanos Y
I1npotencia e intrincamiento- del telón de fondo vendéd¿;res, todos se sienten representantes de
de la ofuscación general, se va imponiendo casi en l.
una m~té:ria levantisca cuya peligrosidad se empe-
toda: partes. Por eso está el aire tan cargado de ñan en patentizar mediante su propia rudeza. Y
teotlas so~re la vida y concepciones del mundo, y hasta la tierra misma conspira en la degeneración
por es~ estas parecen aquí, en este', país, tan' cón que las cosas, haciéndose eco del deterioro
pretencIosas. Pues ~l fina,l casi siempre sirven para humano, castigan al hombre. Al igual que ellas, la
legwmar alguna slmaclon particular, totalmente
tierra lo con~umc, y la eternamente ausente priw
I11slgnificante. Por eso también está el, aire tan
mavera alemana no es más que una de las innu-
cargado de las quimeras y espejismos propios de
merables manifestaciones similares de la namrale-
un fumro culmral que, pese a todo, irrumpiría
za alemana, que también se va descomponiéndo.
floreCIente de la noche a la mañana: porque cada
En ella ,se vive' como si, contrariando todas las
cual se compromete con las ilusiones ópticas de su
leyes, 'la presión de esa columna de aire cu'yo peso
punto de vista aislado.
cada cual soporta, empezara, de prqnto, a hacerse
sentir por estos pagos.
IX. Los hombres que viven apriscados en el
redil de este país han perdido la visión para
Xl. Al despliegue de cualquier movimiento hu-
dlSCenllr los contornos de la pe'rsoría humana
mano, ya provenga de impulsos espirimales o
Ante ellos, cualtluier espíritu libre parece un se~
,.

"
-
¡i,

34 35
incluso naturales, se opone la desmedida resisten- X IlI. Cierta noble indiferencia hacia las esferas
cia del entorno. La escasez de viviendas y el de la riqueza y la' pobreza ha abandonado total- ./
encarecimiento de! transporte se están encargando mente las cosas que se fabrican. Cada una marca
de aniquilar por completo ese símbolo' elemental con un seÍlo a su propietario, quien no tiene otra
de la libertad europea que, bajo ciertas formas, le elección que presentarse como un pobre diablo o
fue dado incluso a la Edad Media: la libertad de un estraperlista. Pues mientras que el verdade-
c~mbiar de domicilio. Y si la coacción medieval ro lujo es de tal índole que el espíritu y la sO.Cla-
ataba al hombre a agrupaciones naturales, ahora se ./ ",, bil",lad logran penetrarlo y hacer que sea olVIda-
halla encadenado a una comunidad antinatural. .'
do, lo que aquí se va imponiendo como artículo
Pocas cosas fortalecerán tanto la funesta violencia . de lujo ostenta una macicez tan impúdica que
del impulso migratorio y su propagación como el 'cualquier irradiación espiritual se quiebra con- .
estrangulamiento de la libertad de cambiar de
domicilio, y nunca ha sido mayor la despropor-
~I ira ella ..
I
ción entre la libertad de movimiento· y la riqueza' XIV. "Desde los más antiguos usos de los puc-
de los medios de locomoción. . bias parece llegar hasta nosotros una especie de
. amonestación a que evitemos el gesto de la
XII. Con la ciudad ocurre lo mismo que con codicia al recibir aquello que tan pródigam.ente
todas las cosas some'tidas a un proceso irresistible / !
nqs otorga la naturaleza. Pues con nada nu~stro
de mezcla y contaminación: pieq:len su expresión podemos obsequiar a la madre tierra. De ahl que
esencial y" lo ambiguo pasa a ocupar en. ellas e! / I
~,
sea conveniente mostrar un profundo respeto al
lugar de lo auténtico. Las grandes ciudades, cuyo aceptar sus dones, restituyéndole, antes de apode-

I
poder incomparablemente apaciguador y estimu- . rarnos de aquello que nos pertenece, una part~. de
lante encierra. al creador en .un recinto de paz, y, r. todo lo que continuamente recibimos de ella. bste
'\
junto con la visión del horizonte, también logra profundo respeto se manifiesta a través de la
quitarle la conciencia de las fuerzas elementales . antigua costumbre de la libalio. Y quizá fuera esta
~
siempre en vela, aparecen penetradas e invadidas 1\ antiquísima y noble práctica la que se mantu va,
~
por el campo en todas partes. No por el paisaje, transformada, en la prohibición de rebuscar las
t
sino por aquello que la naturaleza libre tiene de espigas olvidadas y recoger las uvas caídas, ya que
1I
más amargo: la tierra laborable, las carreteras, e!
cielo nocturno no cubierto ya por el temblor de ~ éstas resultan provechosas para la tierra o los
ancestros dispensadores de abundancia. La usanza
un velo rojizo. La inseguridad, incluso de las ¡j ateniense prohibía recoger las migajas dl~rante las
zonas animadas, sume por completo al habitante ¡I" comidas, porque' pertenecían a los heroes: 51
de la ciudad en esa situación opaca y absolutamen- .'
ri]' algún día la sociedad, impulsada por la necesld~d
te aterradora en la qúe, bajo las inclemencias de la 1,
~: y la avidez, llegase a un grado tal de degeneraClon
llanura desierta, se ve obligado a enfrentarse a los
engendros de la arquitectura urbana.
¡. que no pudiera recibir los dones de la naturaleza
~ sin recurrir a la depredación, que arrancara los
;;:

l..
j,
.'
frutos aún verdes para colocarlos ventajosamente
36 37
en el mercado y tuviera gue vaciar cada fuente
¡CUIDADO CON_LOS
sólo para hartarse, ese día su tierra se empobreccrá / PELDANOS!
y el campo dará malas cosechas.
El trabajo en una buena p~osa tiene tres pcldaño~:
uno musical, donde es compuesta; Uno argultecto- i
OBRAS PUBLICAS nico , donde es construida, y, por último, Uno
donde es tejida.
En sueños vi un terreno yermo. Era la plaza del'
mercado de \Xleimar. Estaban haciendo excavacio-
nes. También yo escarbé un poco en la arena. y CENSOR JURADO DE LIBROS
entonces surgió la aguja de Un campanario. Con-
tcntíslr.no, pensé: un santuario mejicano de la Así como la época actual es, por antonomasia, la
época del preanimismo, el anaguivitzli. Me des- antítesis del Renacimiento, también se contrapo-
perté riendo. (Ana=av&:~ vi=vie; wit2=i"glesja ne, en particular, al momento histórico en gue se /
mejicana (1).) inventó el arte de la imprenta. Se trate o no de un
azar, su aparición en Alctnania ,coinci?c con una
época en gue el libro, en el sentido mas noble d:l
PELUQUERO término, el Libro de los hbros, se convlrtlo,
PARA SEÑORAS gracias a la traducción de la Biblia por Lut~ro,. en
QUISQUILLOSAS patrimonio colectivo. Ahora, todo parece 1I1dlC~r
gue el libro; en esta forma heredada de la. tradl-
!)ctencr una mañana en sus canlas, sin decir nada, ción, se encamina hacia su fin. Mallarn?e, gue
a tres mil damas y caballeros de'l Kurfürsten- desde la cristalina concepción de su obra, S1l1 duda
danlm, y tenerlos veinticuatro horas en la cárcel. tradicionalista, vio la verdadera imagen de lo gue
Distribuir a medianoche, en las celdas, un cuestio- se avecinaba, utilizó por vez primera en el COI/P. de .1
nario sobre la pena de muerte, pidiendo a sus dés las tensiones gráficas de la publicidad, apltca~- ¡~
firmantes gue indiguen el tipo de ejecución gue, do las a la disposición tipográfic.a. Los expenmen-
llegado el caso, elegirían a título personal. Quie- tos' gue los dadaístas in,tentaron luego c~n la
nes hasta entonces solían expresarse «según su leal escritura no provenían ciertamente de un afan de
entendeD> y sin gue nadie se lo pidiera, tendrían construcc'ión, sino de lás puntuales reaCClones
gue rellenar ese documento bajo estricta vigilancia nerviosas propias de los literatos, y f~eron por
y «según su leal sabeD>. Antes del amanecer, ello mucho menos consistentes gue el lntento de
sagrado desde siempre, pero consagrado en este Mallarmé" surgido de la esencia misma de su
país al verdugo, se habría esclarecido la cuestión estilo. Pero esto permite justamente--1C~ocer la
de la pena de muerte. actualidad de aguCllo ·gue. cual\!llóna~~" M~!lar­
mé, en su aposentb mas hcrmétiCb,-descubrto en
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1I
¡lo
i!'. l\
¡,
38 ;11
39
armonía preestablecida con todos los aconteci- ,
"
fichero.) Pero no cabe la menor duda de que la
mientos decisivos de esta época en los ámbitos de .
!.
;~
evolución de la escritura no quedará eternamente
la economía, la técnica y la vida pública. La ~ ligada a las pretensiones de dominio de una
escritura, que había encontrado en el libro impre- actividad caótica en la ciencia y en la economía, y
so un asilo donde llevaba su existencia autónoma, de que más bien vendrá el momento en que la
fue arrastrada inexorablemente, a la calle por los cantidad se transforme en calidad, y la escritura,
carteles publicitarios y sometida a las brutales :l que se adentra cada vez más en el ámbito gráfico
heteronomías del caos económico. Tal fue el de su nueva y excéntrica plasticidad, se apoderará
severo aprendizaje de su nueva forma: Si bace de golpe de sus contenidos objeti vos adecuados
siglos empezó a reclinarse gradualmente, pasando (Sachgehalte). En esta escritura pictográfica, los
de la inscripción vertical al manuscrito que repo- po<;tas, que como en los tiempos tnás reInotoS
saba inclinado en los atriles para terminar. recos- serán en primer término y sobre todo expertos en
tándose en la letra impresa, ahora comienza, con ¡ escritura, sólo podrán colaborar si hacen suyos .los
idéntica lentitud, a levantarse otra vez del suelo. I ámbitos en los que (sin darse demasiadaimpor-·

~
Ya el periódico es leído más vertical que horizon- tancia) ,se lleva a cabo la construcción, de esa
talmente, el cine y la publicidad someten por ! escritura:, los del diagrama estadístiCO y técnico.
completo la escritura a una verticalidad dictarorial. Con la inÚ:auración (le" una escritüra internacional
y antes de que el hombre contemporáneo consiga variable , ellos renovarán su autoridad en la vida
abrir un libro, sobre sus ojos se abate un torbelli- di: los pueblos y descubrirán un papel frente al
no tan denso de letras volubles, coloreadas, renci- cual todas las aspiraciones tendentes a rcnoyar la
llosas, que sus' posibilidades de penetrar' en la retórica resultarán triviales ensoñaciones.
arcaica quietud del libro se ven reducidas. Las
nubes de langostas de la escritura, que al habitante
de la gran ciudad le eclipsan ya hoy el sol del MATERIAL DIDACTICO
pretendido espíritu, se irán espesando más y más
cada año. Otras exigencias del mundo de los PRINCIPIOS DEL MAMOTRETO O EL
negocios llevan más lejos. Con el archivo' se . ARTE DE FABRICAR LIBROS GRUESOS
.conquista la escritura tridimensional, es decir, un 1. En toda la exposición deberán entreverarse
sorp~endente contrapunto a la tridimensionalidad continuas y prolijas referencias al plan de la obra.
de la escritura en su origen, cuando era runa o
quipo. (Y ya hoyes el libro, como enseña el modo .11. Se introducirán términos para designar con-
.actual de producción científica, una' mediación ceptos que, salvo en su definición misma, no
anticuada entre dós sistemas diferentes de fiche- vuel";ana aparecer en todo el libro.
ros. Pues todo lo esencial se encuentra en el
fichero del investigador que lo escribió, y el Il!. Las distinciones conceptuales a las que con
erudito, que estudia en él, lo asimila a su propio gran dificultad se llegue a lo largo del texto,
,;
l' 40 bIes. Y aquéllos sustitulran la escritura a mano
deberán desdibujarse de nuevo en las notas a los por la inervación de ·los dedos que da;n órdenes.
pasajes correspondientes.
I
U n período concebido métricamente, cuyo ritmo
IV. Se darán ejemplos para ilustrar conceptos sea luego perturbado en un único punto, produci-
que sólo sean tratados en su acepción general: así, rá la frase en prosa más bella que' se pueda
donde se hable de máquinas, se enumerarán todos imaginar. Así, por una pequeña brecha abierta en ("
sus tipos. el muro se filtra un rayo de luz en el gabinete del 1

alquimista, haciendo destellar cristales, esferas y


V. Todo cuanto a priori esté claro de un objeto,
triángulos.
será corroborado por una retahíla de ejemplos.

VI. Las correlaciones representables gráficamen- iALEMANES, BEBED


te serán descritas con palabras. En vez de dibujar, CERVEZA ALEMANA!
por ejemplo, un árbol genealógico, todos los
vínculos de parentesco serán pormenorizados e Frente a la vida intelectual, la plebe está poseída
ilustrados. por un odi~ frenético que ha descubierto en el
,l.
'l,'
recuento de los cuerpos la mejor garantía para
VII. Varios adversarios que defiendan la tnlS-
aniquilarla. Dondequiera que se les permita, se
1l1a argumentación, deberán ser refutados uno colocan en fila y avanzan a paso de marcha al
a uno.
encuentro del fuego de artillería y del encareci-
miento de las mercancías. Ninguno ve más allá de
La producción media del erudito actual aspira a la es palda del que le precede, y cida cual se
ser leída como un'. catálogo.' Pero ¿cuándo se
enorgullece de ser, de eSe modo, un ejemplo para
llegarán a escribir . libros 'como catálogos? Si, de el que le sigue. Esto lo descubrieron los hombres
esta suerte, la mala calidad del contenido aflora al
cxtc"rior, nacerá una excelente obra .literaria en la
hace siglos en los campos de ,batalla; pero el iI
desfile de la:miseria, el hacer cola, lo han inventa-
que el valo~ de las opiniones vendrá indicado por
lIna cifra, S1l1 qlle por ello éstas sean puestas en do las mujeres.
venta.
iPROHIBIDOFIJAR CARTELES!
La máquina de escribir convertirá la man~ del
literato en algo extrai'io al' portaplumas sólo -
LA TECNlCA DEL ESCRITOR EN TRECE
cllando la precisión de las formas tipográficas TESIS
Intervenga dIrectamente en la concepción de sus
. 1. Quien se proponga escribir una obra de gran
libros. Probablemente se necesiten entonces siste-
envergadura, que se dé buena vida y, al terminar
mas nuevos con caracteres tipográficos más varia-
'.-..
42 43
su tarea diaria, se conceda todo aquello que no vn. Nunca dejes de escribir porque ya no se te
perjudique la prosecución de la misma. I,¡'
ocurra nada. Es un imperativo del honor literariO
interrumpirse solamente cuando haya que resp~tar
H. Habla de lo ya realizado, si quieres, pero en algún plazo (una cena, una cita) o la obra este ya
el curso de tu trabajo no leas ningún pasaje a concluida.
tl
nadie. Cada satisfacción que así te proporciones, ,.'
O!,
amenguará tu ritmo. Siguiendo este régimen, el VIII. Ocupa las intermitencias de la inspiración
deseo cada vez mayor de' comunicación acabará pasando en limpio lo escrito. Al hacerlo se
siendo un estimulo para concluirlo. despertará la intuición.

JI!. Mientras estés trabajando, intenta sustraerte IX. Nulla dies sine linea -pero sí semanas.
a la medianía de la cotidianidad. Una quietud a
'¡i'
medias, acompañada de ruidos triviales, degrada. ri X. Nunca des por concluida una obra que no te
En cambio, el acompañamiento de un estudio ..t, haya retenido alguna vez desde e! atardecer hasta
musical o de un murmullo de voées puede resul- el despuntar del día siguiente.
tar tan significativo para el trabajo como el
perceptible silencio de la noche. Si éste agudiza el Xl. No escribas la conclusión de la obra en ,tu
• oído interior, aquél se convierte en la piedra de cuarto de trabajo habitual. En él no encontrarlas
toque de una dicción cuya plenitud sepulta en sí e! valor para hacerlo.
misma hasta los ruidos excéntricos.
XII. Fases de la composición: idea-estilo-escritu-
IV. Evita emplear cualquier tipo de útiles. Afe- ra. El sentido de fijar un texto pasándolo en
rrarse pedantemente a ciertos papeles, plumas, limpio es que la atención ya sólo. se. ~entra en
tintas, es provechoso. No el lujo, pero sí la la caligrafía. La idea mata la ~nsplraclon, el es-
abundancia de estos materiales es imprescindible. tilo encadena la idea, la escritura remuncra al
V. No dejes pasar de incógnito ningún pensa- estilo.
miento, y lleva tu cuaderno de notas con el
XIIl. La obra es la mascarilla funeraria de la
mismo rigor con que las autoridades llevan e!
registro de extranjeros. concepción.

VI. Que tu pluma sea reacia a la inspiración; así TRECE TESIS CONTRA LOS SNOBS
la atraerá hacia ella con la fuerza de! imán. Cuanto
más cautela pongas al anotar una ocurrencia, más (Snob en e! despacho privado de la crítica de arte.
I~
madura y plenamente se te entregará. La palabra A la izquierda, un dibujo infantil, a la derecha, un
conquista al pensamiento, pero la escritura lo fetiche. Snob: (<i\nte esto, todo Picasso es una
, auténtica birria».)
\ domina. !~ .
é
\
~l .
~ .
¡,
,"
i
i"

I 45
44
•iI 1. El artista hace una
obra.
El primitivo se ex-
presa en documen-
IX. En la obra de arte,
la ley de la forma es
En el documento,
las formas sólo es-
tos. central. tán desperdigadas.

11. La obra de arte sólo Ningún documento X. La obra de arte' es La productividad de


incidentalmente es es, en cuanto tal, sintética: centraleléc- un documento eXl-
un documento. obra de arte. trica. ge análisis.

1Il. La obra de arte es El documento sirve XI. La contemplación U n documento sólo


una pieza de eX3111cn. de pieza didáctica. repetida potencia subyuga por sorpre-
una obra de arte. sa.
IV. En la obra de arte Ante los documen-
aprenden su oficio tos se educa a un XII. La virilidad de las Al documento su
los artistas. público. obras está en el inocencia le sirve de
ataque. cobertura.
V. Las obras de arte se En e! material se eo-
mantienen alejadas munlcan los docu- XIII. Tenor es lo que el El hombre primiti-
unas de otras por su mentos. artista intenta con- vo se atrinchera de-
perfección. quistar. trás de los materia-
les.
VI. Contenido (Inhalt) y En los documentos
forma (Form) son domina por com- LA TECNICA DEL CRITICO EN TRECE
una sola cosa en la pleto el material. TESIS
obra de arte: tenor
(Cebal!). L El crítico es un estratega en el combate
literario.
VII. Tenor es lo que ha Material es lo soña- ,1

sido sometido a do. , I


JI. Quien no pueda tomar partido, debe callar.
prueba.
. '" JII. El crítico nada tiene que ver con el exégeta
VIII. En la obra de arte, Cuanto más profun- de épocas .artísticas pasadas.
e! material es un las- damente se pierde
tre que la contem- IV. La crlt1ca debe hablar el lenguaje de los
plación desecha.
uno en un docu-
mento, . más denso
, artistas. Pues los conceptos del cénacle son consig-
se vuelve: el mate- I• nas. y sólo en las consignas resuena el grito de
. combate.
rial.
I
:!

46· 47
V. La «objetividad» deberá sacrificarse siempre NR.13
al espíritu de partido cuando la causa por la cual
se combate merezca realmente la' pena. , Trúze --/mI I/n plaisir crllel de m'arriler
sur ce nOll/bre.
VI. La crítica es una cuestión moral. Si Goethe
no comprendió a Hiilderlin ni a Kleist, nt a
Beethoven y Jean Paul, esto no atañe a su
comprensión del arte, sino a 'su Inoral. Le reploiemenl vierge du ¡¡vre, encore, p,.ele ti
un socrifice don! se(gno la Iranche rouge des
ancien! lomes; l'inl,04l/clion aune arme, 011
VII. Para el c'rítico, sus colegas son la instancia coupe.pápier, potlr élablir la priu de
suprema. No el público. y mucho' !llenos la -possusion.
posteridad.
STÉPI-lANE ·MALL"Rr-.tl~

VIII. La posteridad olvida o enaltece. Sólo el


crítico juzga en presencia del autor .. 1. Los libros y las prostitutas pueden llevarse a
la cama.
IX. Polémica. significa destruir un libro citando
unas cuantas de sus frases. Cuanto menos se .10 JI. Los libros y las prostitutas entrecruzan el
haya estudiado; mejor. Sólo quien pueda destruir, tiempo. Dominan la noche como el día y el día
podrá criticar. como 'la noche.
X. La verdadera polémica aborda un libro con IlI. Nadie nota en los libros ni en las prostitutas
la misma ternura con que un caníbal se guisa un que los minutos les son preciosos. Sólo al intimar
lactante. un poco más con ellos, se advierte cuánta pnsa
.tienen. No dejan de calcular mientras nosotros
XI. El entusiasmo artístico le es ajeno al crítico.
nos adentramos en ellos.
En sus manos, la obra de arte es el arma blanca en
el combate de los espíritus.
IV. Los libros y las prostitutas se han amado
• -'1-

XII. El arte del crítico in nllce: acuñar consignas desde siempre con un amor desgraCIado.
sin traicionar las ideas. Las co'nsignas de una
. crítica insuficiente malbaratan el pensamiento en V. -Los libros y las prostitutas tienen' cada cual
aras de la moda. su tipo de hombres que viven de ellos y los
atonnentan. A lós libros, los críticos. •
XIII. El público deberá padecer siempre injusti-
cias y, no obstante: sentirse siempre representado •• VI. Libros y prostitutas en casas públicas ... para
por el crítico. estudiantes.
48 49
VII. Libros y prostirutas: raraS veces verá su Nadie me esperaba, nadie me conocía. Deambulé
final 'luien los haya poseído. Suelen desaparecer dos horas solo por las calles. Nunca he vuelto a
antes de perecer. verla así. De cada portal brotaba una llamarada,
cada guardacantón lanzaba" chispás, cada tranvía
VIII. Qué gustosa y ,embusteramente cuentan surgía de improviso como un coche de bomberos.
los libros y las prostirutas cómo han llegado a ser Sí, bien podía ella salir 'de este portal, doblar la i
10 'lue son. En realidad, muchas veces ni ellos esquina y sentarse en el' tranvía. De los dos tenía
mismos se dan cuenta. Durante años se cede a 'lue ser yo, a toda costa, el primero en ver al otro. I I¡
todo «por amoo>, hasta 'lue un buen día aparece Pues de haberme rozado ella con la mecha de su I
en la calle; convertido en un voluminoso «corpus» mirada, yo habría volado por los aires como un
CJue se pone en venta, aquello que, «por amor a la depósito de municiones,
causa», nunca había pasado de ser un' vago pro-
yecto.
PRIMEROS AUXILIOS
IX. A los libros y a las prostirutas les gusta lucir
el lomo cuando se exhiben. De golpe p~de.~ aparcar con l ' d a un b
a mlra '
amo
totalmente lliberIntico, una red de calles que
X. Los libros y las prostirutas se multiplican durante años había yo evitado, el día en que un
mucho. ser 'luerido se mudó a éL Era como si en su
ventana' hubieran instalado un reflector 'lue recor-
Xl. Libros y prostitutas: «Vle¡a beata - ' joven tara la zona con haces luminosos.
golfa-», ¡De cuántos libros proscritos antaño no
ha de aprender hoy la juvenrud!
ARQUITECTURA INTERIOR
XII. Los libros y las prostirutas ventilan sus
discusiones en público. El' tratado es una forma árabe. Su apariencia
, externa no es, discontinua .ni demasiado llamativa,
XIII. Libros y prostirutas: las notas al pie de como corresponde a la fachada de los edificios
página son para aquéllos lo que, para éstas, los árabes, cuya articulación sólo comienza en el
billetes ocultos en la media. patio. Así, la estrucrura articulada del tratado
tampoco es perceptible desde fuera, sino 'lúe se
revela únicamente desde dentro. Si está integrado
ARMAS Y MUNICIONES por capírulos, éstos, no vienen tirulados con
palabras, sino indicados por cifras. La superficie
Había llegado a Riga para visitar 'a una amiga. Su de sus deliberaciones no está animada pintoresca-
casa, la ciudad, el idioma me eran desconocidos. !' , menté, sino más bien recubierta por los al mocar-
"
1"

'.

,1 '
,1
,I
50 51
I bes de la ornamentación, que se imbrican sin hoy en el centro de la más grande de todas las
solución de continuidad, En la densidad ornamen- plazas, Si se lo hubieran vaticinado ¡qué triunfo
! tal de esta exhibición se anula la diferencia entre para el faraón! El primer imperio culrural de
argumentaciones temáticas y digresivas, Occidente llevará un día, en su centro, el monu-
mento que conmemora su poderío. ¿Qué aspecto
I tiene, en realidad, esta gloria? Ni, una;~sola de las
ARTICULOS DE t diez mil personas que pasanpoL,aquvse detiene;
ESCRITORIO V PAPELERIA ni una sola de las diez mil personas que se
¡ detienen es capaz de leer la inscripción, Así
I < (,. - '

PLANO-PHARUS. Conozco a una mujer que es


cumple cada fama con lo prometido, y no hay


distraída, Ahí donde yo t~ng"üá~ mano los nom-
1

!
1', oráculo que la iguale en asrucia, Pues el inmortal
,
j' .
bres de mis proveedores, el ,lugar donde gua;do 'tI
I
'está allí como este obelisco: dirige un tráfico
mis documentos, las ~lirecciones de mis amigos y , espiritual que bulle a su alrededor .Y a naclie le
I

conocidos, la hora de una cita, en ella se han fijado sirve ya la inscripción en él grabada.
conceptos políticos, consignas dd partido, fórmu- ' ¡
las confesionales y órdenes. Vive en una ciudad de .(
consignas y habita 'en un ba~rio de términos ARTICULOS DE FANTASIA
conspiradores y hermanados,' en el que cada ,j'..-

callejuela toma partido y' cada palabra tiene por Lenguaje incomparable de la cala~era: la' inexpre-
ceo un grito de guerra, ' sividad total -la negrura de sús cuencas- unida
a la más salvaje de, las expresiones -la s<¡nrisa
PLIEGO DE DESEOS., ,«Una caña se yergue I sarcástica de la dentadura,
para endúlzar mundos, I ¡Ojalá de mi cálamo I
fluya, ,amoroso surco!» Estos versos siguen a Alguien que se ~ree abandonado está leyendo, y le
Dichosa nostalgia como una perla que' hubiera duele que la página que quiere pasar ya esté
rodado fuera de h madreperla abie~ta, cortada, que 'ya ni siquiera ella lo necesite,

AGENDA DE BOL'SILLO. Pocas cosas carac- Los regalos deben afectar al obsequiado hasta el
terizan tanto al hombre nórdico como ésta: cuan- extremo de asustarle,
do ama tiene que estar, antes que nada y a toda
costa, a solas consigo mismo, contemplar primero Cuando un amigo muy apreciado, culto y elegan-
su propio sentimiento y disfrutar de él, antes de ir te,\níc"C,nvió Su nuevo libro, me sorprendí a nlí
a ver a la mujer y.declarárselo. , mismo, en el momento de abrirlo, arreglándome
la corbata.
PISAPAPELES. l/dee' de ..IaJ:'ollcorde: Obelisco.
Lo que en él-se grabo' h;:Ce c~atro mil años se alza Quien cuida los modales, pero rechaza la mentira,
"
','t
1[\,

",
'?1 52 ;', 53
•tt se asemeja a alguien que, SI bien se viste a la
',:
"
Las aventuras y las palabras intercambiadas le
moda, no lleva camisa. afectan a un grado indecible, y, al levantarse, está
enteramente cubierto por. la nieve de la lectura.
Si el humo del cigarrillo, en la boquilla y la tinta
de la estilográfica fluyeran con igual ligereza, yo, NIÑO QUE LLEGA TARDE. El reloj del
como escritor, estaría en la Arcadia. ' patio del colegio parece estropeado por su culpa, '
Ser feliz significa poder percibirse a sí mismo sin Da las «demasiado tarde». Y por las puertas de las
teInor. aulas ante las que él se desliza sigilosamente, llega,
hasta el pasillo, un murmu 110 de secretos conciliá-
bulos. Allí detrás, maestros y alumnos son ami-
AMPLIACIONES gos. O bien todo guarda silencio, coma en espera
, <,' de alguien. Imperceptiblemente pone su mano en
NIÑO t:EYENDO. En la biblioteca escolar te' el pomo. El sol inunda el lugar donde él está. Y él
dan uh libro. El reparto se efectúa en los cursos profana el joven día y abre. Oye matraquear la
elementales. Sólo de vez en cuando te atreves a voz del maestro como la rueda de un molino; se
formular un deseo. A menudo. ves con envidia halla ante, la piedra de moler. El matraqueo de la
cómo libros ardientemente deseados van a parar a voz mantiene un ritmo, pero los mozos molineros
otras manos: Por fin te traían cltuyo. Durante lanzan ya toda su carga sobre el recién llegado;
una semana quedabas totalmente a merced de los diez, veinte pesados sacos vuelan hacia él, y tiene
vaivenes del texto que, suave y misterioso~ denso que cargarlos hasta el banco. Cada hilo de su
e incesante, te iba envolviendo como un torbelli· abriguito cStá cubierto de polvo blanco. Como un
no de nieve. En él entrabas ton Una confianza alma en 'pena a media noche ,,:vanza haciendo
ilimitada. ¡Silencio del libro, cuyo poder de seduc- ruido a cada paso, pero nadie le ve. Una vez en su
ción era infinito! Su contenido no era tan impor- sitio, se pone a trabajar en silencio, junto con los
tante. Pues la lectura coincidía aún con la épóca en demás, hasta que toca la campana. Mas no en-
que tú mismo inventabas en la cama tus propias cuentra dicha alguna .
historias. El niño intenta seguit sus trazas ya •

medio borradas. Se tapa los oidos al leer; su libro NIÑO GOLOSO. Por la rendija de la despensa,
descansa sobre la mesa, demasiado alta, y una de apenas entreabierta, penetra su mano como un
, las manos está siempre encima de la página. Para amante en la noche. U na vez hecha a la oscu ridad,
él, las aventuras del héroe sc han de leer todavía busca a tientas azúcar o almendras, pasas o
entre el' torbellino de las letras, como figura y confituras. Y así como el amante abraza a su
mensaje entre la agitación de los copos. Respira el amada antes de besarla, también el tacto tiene aquí
mismo aire de los acontecimientos, y todos los una cita con estas golosinas antes de que la boca
personajes le empal'ian con su aliento. Entre ellos saboree su dulzor. ¡Con qué zalamería se entregan
se pie'rde con mucha más facilidad que un adulto. la miel, los montoncillos de pasas e incluso el
54 55
arroz a esa mano! IQué encuentro tan apasionado ce la madre, ese poste tantas veces abordado, en
el de estos dos, libres al fin de la cuchara! torno al cual. el niño, al tocar tierra, enrolla la
Agradecida y fogosa, como si la hubieran raptado amarra de sus miradas.
de la casa paterna, la mermelada de fresas se rinde
sin panecillo" dejándose saborear ala iiHemperie, NIÑO DESORDENADO. Cada piedra que en-
Cama quien dice, y hasta la maiHequilla responde cuentra, cada flor arrancada y cada mariposa
con"ternura a las audacias de, ese pret,ndiente que capturada son ya, para él, el inicio de una colec-
ha irrumpido en la alcoba de la .doncella. La . ció!', y todo cuanto posee constituye una colec-
mano, joven Don Juan, no tarda en penetrar en ción sola y única. En él revela esta pasión su
todas las celdas y aposentos, dejando tras .de sí un verdadero rostro, esa severa mirada india que
reguero de frascos y montoncillos derramados: , ,":: sigue ardiendo en los anticuarios, investigadores y
virginidad que se renueva sin quejarse. bibliófilos, sólo que con unbrillo turbio y maniá-
tico. No bien ha entrado en la vida, es ya un
NIÑO MONTADO EN EL TIOVIVO. La cazador. Da- caza a los espíritus cuyo rastro·
plataforma con los solícitos animales gira casi' a . husmea en las cosas; éntre espíritus y cosas 'se le
ras del suelo. Tiene la altura ideal para soñar que van. años en los que su campo visual queda libre
se está volando. Ataca la música," y el niño se aleja, de seres humanos. Le ocurre como en los sueños:
dando tumbos, de' su madre. Al principio tiene no conoce nada duradero, todo le sucede, según
miedo de abandonarla. Pero luego advierte lo fiel él, le sobreviene, le sorprende. Sus años de
que es a sí mismo. Cual fiel soberano, gobierna v nomadismo son horas en la selva del sueño.' De
desde su trono un mundo que le pertenece. En la alli arrastra la, presa hasta su casa para limpiarla,
tangente, árboles e indígenas hacen .calle. De conservarla, 'desencantarla. Sus cajones deberán
pronto, en algún oriente, reaparece- la madre. ser arsenal y zoológico, museo del crimen' y
De la selva virgen surge luego la copa de un árbol cript.a. «l\mcr orden» significaría destruir \.10
tal como el hiño la vio hace ya milenios, tal como edificio lleno de espinosas castañas que son mal1-
acaba de verla ahora en el tiovivo. Su animal .le guales, de papeles de estaño que son tesoros de
tiene afecto: cual mudo Arión va el niño montado plata, de cubos de madera qüe son ataúdes, de cac-
en su pez mudo, un toro-Zeus de madera lo rapta táceas que son árboles totémicos y céntimos de
como a una Europa inmaculada. Hace ya tiempo cobre que son escudos. Ya hace tiempo que el
que el eterno retorno de todas las cosas se ha niño ayuda a ordenar el armario de ropa 'blanca de .
vuelto sabiduría infantil, y la vida, una antiquísi- la madre y la biblioteca 'del padre, pero en su
maembriaguez de dominio con el estruendoso propio coto de caza sigue siendo aún el huésped
organillo en el centro, cual tesoro de' la corona. Al inestable y belicoso.
tocar éste más lentanlcntc, el espacio c111pieza a
tartamudear y los árboles, a vol ver en sí. El NIÑO ESCONDIDO. Ya conoce todos los es-
tioviv~ se convierte en terreno inseguro. Y apare- condrijos del piso y vuelve a ellos como a una
.
56 ANTIGÜEDADES
casa donde se está seguro de encontrarlo todo
como antes. Siente palpitar su corazón. Contiene
la respiración. Aquí está enterrado en el mundo MEDALLON. ' Resulta paradójica la manifesta-
de la materia, que le resulta prodigiosamente claro ción de todo cuanto con 'razón se denomina bello.
y se le acerca sin palabras. Del mismo modo, sólo
entiende lo que son cuerda y madera aquel a quien MOLINILLO DE ORACIONES. Sólo la ima-
van a ahorcar. El niño, de pie tras la antepuerta, . gen representada mantiene vivo el deseo, Al
se vuelve él mismo algo flotante y blanco, un contacto con la simple palabra, éste puede, en
fantasma. La mesa del comedor bajo la cual se ha 'cambio, prender con fuerza para ,luego, seguir" '
acurrucado lo transforma en el ídolo de madera .,; 'ardiendo como fuego de brasa. No hay deseo J
del .templo cuyas columnas son las cuatro patas oÍ
,!
íntegro sin representación" figurativa exacta. No
tallaJas. Y Jetrás de una puerta será él mismo "
"
hay representación sin inervación, Y la respira-
puerta, se la pondrá como una máscara pesada y, " ción es su regulador más sutil. El rumor de las
cual sacerdote-brujo, hechizará a todos los que ,\ )<;j;~ías es un canon de ,esta resp!ración, De ahí la
~i

entren desprevenidos. No deberán encontrarlo en ,~ práctica yoga de meduar respirando sobre las
ningún caso. Cuando hace muecas le dicen que :f.,
"

sílabas sagradas. De ahí su omnipotencia,


bastaría con que el reloj diera la ho'ra para que él •
.¡ se quedara así. Lo que hay de cierto en ello lo sabe CUCHARA ANTIGUA, Una cosa les está re-

! '
él en su escondite. Quien lO' descubra, podrá servada a los grandes autores épicos: poder ali-
Jejarlo convertido en ídolo bajo la mesa, entrete- mentar .a sus héroes.
jerlo como fantasnla en la cortina, para siempre, o
encerrarlo de por vida en la pesada puerta. Por MAPA ANTIGUO. En un amor, la mayoría
eso, cuando alguien que lo anda buscando le echa busca una patria eterna. Otros, aunque muy
mano, él deja escapar, dando un fuerte alárido, al pocos, un eterno viajar. Estos últimos son melan-
demonio que lo había transformado en todo cólicos 'que tienen que rehuir el contacto con la
aquello para que no lo encontrasen; por eso ni m~dre tierra. Buscan a quien mantenga alejada de
siquiera aguarda aquel momento, sino que se ellos la melancolía de la patria, Y le guardan
adelanta a él con un chillido de autciliberación. fidelidad. 'Los tratados medievales sobre los hu-
Por eso no se cansa de luchar con el demonio. El mores saben de ,la apetencia de viajes largos de
piso es,' a todo esto, el arsenal de las máscaras. este tipo de gente.
Pero una vez' al año hay regalos ocultos en lugares
Ill1stcrioso,s, en las vacías cuencas de sus ~jos, en ABANICO. Todo el mundo habrá tenido la
"
su boca petrificada. La experiencia mágica se experienéia siguiente: cuando se ama a una perso-
vuelve ciencia. Y, como su ingeniero, el niño na, ineluso cuando sólo se piensa intensamente en
deshace el encanto de la lóbrega c~sa paterna y ella, casi no hay libro en el que no se descubra su
busca huevos de Pascua. retrato, Y hasta se presenta como protagonista o

, ...-'..;;- -'-
• !'
l'
"
"o:

l'
! :

I 58 59
antagonista. En los relatos, novelas y cuentos RELOJES Y JOVERIA
i reaparece en metamorfosis siempre nuevas. y de
.1 i
, ,
esto se deduce: la capacidad de la fantasía es el Quien despierto y ya vestido vea ante sí salir el sol
don de interpolar dentro de lo infinitamente -durante un paseo, por ejemplo-, conservará
pequeño, de inventarle una plenitud nueva, com- ante todos los demás, y por el resto del día, la
pacta, a cada intensidad que se traduzca en exten- soberanía de alguien que ha sido coronado con
sión; en pocas palabras, de considerar cada ima- una diadema invisible, y aquel a quien el sol haya
gen como si fuera la de un' abanico cerrado que
sorprendido trabajando, tendrá la impresión, a
sólo toma a1iénto al desplegarse, y, en su nueva mediodía, de haberse puesto él mismo lá co-
dimensión, exhibe los rasgos de la persona amada
rona.
que ocultaba en su interior.

REUEVE. Se está en compañía de .la mujer Como el reloj de la vida, en el que los seg~,ndos
amada, se habla con ella. Luego; al cabo de no hacen más que huir, pende sobre los persona-
,sem~nas o de meses, mediando ya la separación, jes novelescos el número de páginas:.¿Qué lector
vuelve a la memoria aquello de lo que entonces se no le ha echado, al merías una vez, un vistazo
habló. Y el tema resulta esta vez trivial, disonante, fugaz y angustiado?
sup~rficial, y uno se da cuenta de que sólo ella, al
II1chnarse sobre él por amor, lo cubría ante En sueños me vi a mí mismo -'-profesor in'terino
nosotros con su sombra, cuidando de que la idea, (Prillaldozent) de reciente hornadá- conversando
como un n;lieve, viviera en todos los pliegues y con Roethe de colega a colega mientras recorría-
flncones. SI estamos solos, como ahora, quedará mos las espaciosas salas de un museo que él
allí plana, sin sombra ni consuelo, a la luz de , dirige. Mientras él habla con un empleado, en una
nuestro conocimiento.
sala contigua, yo me acerco a una vitrina. En ella,
junto a otros' .objetos dispersos, sin duda más
TORSO. Unicamente quien supiera contemplar pequeños, se yergue, reflejando la luz turbiamen-
su propio pasado como un producto de la coac- te, el busto metálico o esmaltado, de tamaño casi
ción y la necesidad, sería capaz de sacarle para sí el natural, de una mujer muy parecida a la llamada,
m.ayor provecho en cualquier situación presente. , Flora de Leonardo del museo de Berlin. La boca
Pues lo que uno ha vivido es, en el mejor de los de esta cabeza de oro está abierta y sobre los
casos, comparable a una bella estatua que hubiera dientes de la mandibula inferior hay dijes y
perdido todos sus mieinbros al ser transportada y adornos que, a intervalos bien calculados, cuelgan
ya sólo ofreciera ahora el valioso bloque en el que parcialmente hacia fuera. No tuve la menor duda
uno mismo habrá de cincelar la imagen de su de que era un reloj. (Motivos del sueño: el rubor
, propio futuro. de la vergüenza; la hora matinal tiene oro en la
;! 11

.
1:r;
l'
!
60 61
;1 I boca *; «La tete, avec l'arnas de sa criniere sombre
I Et de ses bijoux précieux, I Sur la table de nuit,
p;csentarse la ilusión de una vida en común,
carente de deseos, durante la vejez.
comme une renoncule, I Repose», Baudelaire,)

OFICINA DE
LAMPARA DE ARC,O OBJETOS PERDIDOS
A una persona la conoce únicamente quien la ama
OBJETOS PERDIDOS. Lo que hace tan in-
S1l1 esperanza,
comparable e irrecuperable la primera visión de
una aldea O de una ciudad en medio del paisaje es
..
LOGGIA el hecho de que, en ella, la lejanía y la proximidad
vibran estrechísimamente unidas. La costumbre
GERANIO, Dos personas que se aman se afe- aún no ha culminado su labor. No bien empeza-
, rran sobre todo a sus n;ombres. mos a orientarnos, el paisaje desaparece de golpe
~"í
como la fachada de una casa cuando entramos en ¡
CLAVEL SILVESTRE, Al que ama, el ser I
ella. Aún no ha conseguido imponerse gracias a ]a"' •!
amado le parece siempre un ser solitario, exploración constante, convertida en costumbre.
U na vez que empezamos a orientarnos en algún
r\SFÓDELO. Detrás del que es amado se cierra
el abismo del sexo como el de la familia.
lugar, aquella imagen primera no podrá reprodu-
cirse nunca más.
FLOR DE CACTUS. El que ama de veras se
;I alegra cuando, en una discusión, el ser amado no
tiene razón.
OBJETOS HALLADOS. Esa lontananza azul
que no cede a ninguna proximidad ni se dilu ye a
¡I
, !
NOlI'IEOLVIDES. El recuerdo siempre ve em-
medida que uno se le acerca, que tampoco se
extiende prolija y pretenciosa ante quien se apro-
pequeñecido al ser amado. xima, sino que sólo se yergue frente a él más
hermética y amenazadora, es la lontananza pintada
PLANTA DE HOJAS PERENNES, Si a la
de los bastidores. Esto confiere a los decorados
unión se opone algún impedimento, no tarda en
teatrales su carácter incomparable.
*" El refrán al:má~ «Morgenstunde har Gold ¡m Munde», que
.
hemos traducido IJteralrncnte para orientar al lector, equivale
en castell.ano a ¡¡Al que madruga, Dios lo ayud3.», El juego PARADA PARA NO MAS DE
homofónlco ~ntre S(ha~riile (rubor producido por la vergüen- TRES COCHES DE ALQUILER
za) }'.eI apelhdo del amIgo de Benjamín, Roe/he, podria quizá
ampharse a la palabra alemana MorgenTiile , que significa alba,
aurora, y enlazaría con la lHorgulJlunde (hora matinal) del Llevaba diez minutos en una parada esperando un
refrán citado. (N. dt lo! T.) . autobús .. «L'Intran ... Paris Soir ... La Libertb>,
62' 63
voceaba a mis espaldas, ininterrumpidamente, sin alemana. El, que es sólo «uno de los epígonos que
alterar la cadencia, una vendedora de periódicos. habitan la antigua mansión del lenguaje», se ha
«L'lntran ... Paris Soir ... La Liberté» ... , una celda con vertido en el guardián de su tumba. Ante ella
de prisión de planta triangular. ¡Qué vacías se monta la guardia día y noche. Nunca puesto
ofrecían a mi vista las esquinas! alguno ha sido más celosamente guardado, y
ninguno ha estado nunca más perdido. En él se
Vi en sueños «una casa de mala fama». «Un hotel mantiene firme aquel que, como una Danaide, no
donde miman un animal. Casi todos beben sólo para de alimentarse del mar de lágrimas de sus
agua de animal mimadQ». Estaba soñando con contemporáneos y, al igual que Sísifo, ve cómo la
estas palabras cuando me desperté sobresaltado. roca destinada a sepultar a sus enemigos se le
De puro cansancio me había tumbado en la cama escapa rodando de las manos. ¿Qué hay más
sin desvestirme y con la habitación iluminada, desvalido que su conversión? ¿Qué más impoten-
iI I durmiéndome enseguida por espacio de algunos ':' te que su humanitarismo? ¿Qué más desesperanza-
!; segundos. do que su lucha contra la prensa? ¿Qué,sabe él de '
las potencias que le son realmente aliadas? Y, no
Hay en las grandes casas de vecindad una música obstante, ¿qué dones proféticos de los nuevos
de un alborozo tan mortalmente triste que uno se magos puede compararse con la fineza auditiva de
resiste a creer que esté destinada a quien la este sacerdote-brujo, al que hasta una lengua
interpreta: es música para esas habitaciones amue- remota le inspira palabras? ¿Quién ha conjurado
bladas en las que uno se sienta los domingos, nunca un espíritu como lo ha hecho Kraus en Los
absorto en pensamientos que no tardan en ador- abandonados, como si Dicbosa nostalgia jamás hu-
narse con aquellas notas como una fuente de fruta biera sido escrito previamente? Con el mismo
excesivamente madura con hojas marchitas. desamparo con que sólo dejan oír su voz los
espíritus le llep:o l'i vaticinio, como en un murmu-
llo, desde las I,,·':"'undidades ctónicas de la lengua.
MONUMENTO A LOS Por separado, 'cada sonido es incomparablemente
COMBATIENTES MUERTOS auténtico, pero todos juntos producen perpleji-
dad, como un mensaje espectral. Ciego como los
KARL KRAUS. Nada más desconsolador que Manes, limitado como los espíritus que sólo
sus adeptos, nada más desamparado que sus conocen la voz de la sangre y a quienes no les
adversarios. Ningún nombre podría ser más deco- importa lo que puedan provocar en el reino de los
rosamente honrado por el silencio. Esgrimiendo vivos, el lenguaje lo exhorta a la venganza. Pero
una rabiosa sonrisa Bentro 'de una vicjisima arma- él no puede equivocarse. Infalibles son los manda-
dura, cual ídolo chino que blande en sus dos tos del idioma. Quien cae en brazos de Kraus, ya
manos sendas espadas desenvainadas, baila la está juzgado: su propio nombre se vuelve conde-
danza guerrera ante el mausoleo de la lengua , na en esa boca. Cuando él la abre, la incolora

, '
,i·
fj:
ji
. 64 65
llama de la ironía aletea en sus labios. Y que nadie
RECUERDOS DE VIAJE
tropiece con él por los caminos de la vida. En un
arcaico campo del honor -gigantesco campo de
A TRANI. La escalera barroca arqueada que
batalla de un sangriento trabajo-'-, sigue rabiando
sube en suave pendiente hacia la iglesia. La verja
frente a' un monumento funerario abandonado. .,.'
detrás de la iglesia. Las letanías de las viejas
Sus honras fúnebres serán inconmensurables, las
durante el A ve María: iniciación al primer curso
últimas que se celebren.
de la muerte.' Si uno se gira, la iglesia, como el
propio Dios, colinda con el mar. Cada mat1ana, la
era cristiana irrumpe en la roca, pero entre las
AVISADOR
murallas de abajo la noche sigue disgregándose en
DE INCENDIOS los 'cuatro antiguos. barrios romanos, Callejuelas
como pozos de ventilación. En la plaza del
La iJea de la lucha Je clases puede inJucir a error.
mercado , una fuente. A última hora de la. tarde,
No se trata de una prueba de fuerza en la que se
mujeres a su alrededor. Luego, solitaria: chapaleo
decide la cuestión de quién vence o quién sucun;·
teo arcaico.
be, ni de un combate a cuyo término le irá bien al
vencedor y mal al vencido. Pensar así es diSimular
MARINA. La belleza de los grandes veleros es
los hethos bajo un tinte romántico. Pues, ya salga
única en su género. Pues nO'~9lo han conservado
vencedora.o sucumba en el combate, la'burguesía
invariable su perfil durante siglbs, sino que apare·
está condenada a p~recer por las contradicciones
cen en el más inmu table de todos los paisajes: en
internas que, en el curso de su evolución, habrán
el mar, realzados contra el horizonte.
de resultarle fatales, La pregunta es únicamente si
perecerá por sí misma o a manos del proletariado.
VERSALLES, FACHADA. Es como si hubie·
Su respuesta decidirá sobre la pervivencia o el
ran 01 vidado este castillo allí donde, hace cientos
final de una evolución cultural de tres milenios. la
de años, lo erigieron Par Ordre Du Ro; -.-y sólo
historia nada sabe de la mala infinitud contenida
en la imagen' de esos dos luchaJores eternamente por dos horas- como el decorado móvil de una
féerie. De su esplendor no se reserva nada para sí,
en pugna. El verdadero político sólo calcula a
lo entrega todo entero a ese paraje real que se
plazos. Y si la abolición de la burguesía no llega a
. consumarse antes de un momento casi calculable cierra con él. Anteese telón de fondo, el paraje se
transforma en el escenario donde la monarquía
de la evolución técnica y económica (señalado por
absoluta era representada, en clave trágica, como
la inflación y la guerra química), todo estará
ballet alegórico. Hoy, no obstante, es sólo la pared
perdido. Es preciso cortar la mecha encendida
cuya sombra ·se busca para gozar de la perspectiva
antes de que la chispa llegue a la dinamita. La
hacia el azul creada por Le Nótre.
intervención, el riesgo y el ritmo del político son
cuestiones técnicas ... no caballerescas.
CAS'llLLO DE HEIDELBERG. Las construc·
66 67
ferrocarriles. Extractos del reglamento de tráfico
dones cuyas ruinas se elevan hacia el cielo resul-
tan a veces doblemente hermosas los días claros, ferroviario cuelgan de las paredes como cartas
cuando la mirada se cruza, a través de sus venta- pastorales; se consultan tarifas de indulgencia para
nas o en sus partes más altas, con nubes que efectuar excursiones en el tren de lujo de Satanás,
pasan. ~a destrucción reafirma, gracias al efímero y, a modo de confesionarios, hay ascos preparados
espectáculo que abre en el cielo, la eternidad de donde el que acaba de llegar de un largo viaje
aquellas ruinas. puede lavarse discretamente. Esta es la estación de
,. la religión de Marsella. De ella parten, a la hora de
SEVILLA, ALCAZAR. Una arquitectura que las misas, convoyes de coches-cama con destino a
sigue el primer impulso de la fantasía .. No es la eternidad.
interrumpida por consideraciones prácticas. Sólo
sueños y fiestas, y Su realización, están previstas CATEDRAL DE FRIBURGO. Al más íntimo
en los ,altos salones. En ellos, baile y silencio se ,sentimiento de pertenencia a una ciudad se hallan
vuelven leitmotiv, porque todo movimiento hu- unidos, para sus habitantes -y también, en el
"
mano es absorl:íido por el silencioso tumulto de la recuerdo, para el viajero que se haya detenido un
1
ornamentación. tiempo en ella- el timbre y los intervalos con
que los relojes de sus torres dan las primeras
MARSELLA, CATEDRAL. En la plaza más campanadas.
desierta y soleada se alza la catedral. Todo aquí
está muerto, aunque al Sur, a sus pies, colinde con MOSCU, CATEDRAL DE SAN BASILIO.' Lo
La Joliette, el puerto, y al Norte; con un barrio que la «madonna) bizantina sostiene en brazos no
ji
'1
prolet~rio. Lugar de transbordo de impalpables e
es rnás que un muñeco de madera de tamaño natu-
1,'1 ral. Su expresión de dolor ante un Cristo cuya
inescrutables mercancías, el yermo edificio se
eleva entre el malecón y los almacenes. Invirtie- condición de nii'ío queda sólo evocada, sugerida,

¡
11
- ron en él unos cuarenta años. Pero cuando todo· es más intensa que la que sería capaz de exteriori-
estuvo listo, en 1893, lugar y tiempo" se conjura- zar ante la imagen real de un niño.
ron victoriosamente contra arquitectos y contra-.
i BO~COTRECASE. Elegancia de los pinares: su
tista, y de las riquezas del clero surgió una
i gigantesca estación ferroviaria que jamás pudo ser techo está construido sin entrelazamientos.
"
entregada al tráfico. En la fachada se distinguen
las salas de espera del interior, donde los viajeros NAPOLES, MUSEO NAZIONALE. En Su
I de primera a cuart~ clase.(aunque ante Dios todos sonrisa, las estatUas arcaicas ofrecen a quien las
,'. sean iguales), apretujados entre sus bienes cspiri- contempla la conciencia de su cuerpo como un
,.l·, tuales como entre maletas, leen, sentados, libros niiio nos tiende las flores recién cortadas, mezcla-
das y sin atar, mientras que el arte posterior anuda
1
de cánticos muy similares; con sus concordancias
" con mayor severidad la expresión de los rostros,
I, '
y correspondencias, a las guías internacionales de

I
I
68 69
semejante a un adulto que con hierbas cortantes La mirada es el poso del hombre.
entrelaza el ramo que ha de durar.

FLORENCIA, BAPTISTERIO. En el portal, la JUGUETES


Spes de Andrea Pisano. Sentada, alza los brazos
con gesto desvalido hacia un fruto que le resulta PLIEGOS DE FIGURAS RECORTABLES.
Inalcanzable. y sin embargo es alada. Nada más Como grandes embarcaciones' oscilantes, los ba-
verdadero. rracones de feria han atracado a ambos lados del
muelle de piedra sobre el que se agolpa la gente.
CIELO. En sueños salí de una casa y alcé la Hay veleros provistos de altos tnástiles,de los que
mirada al cielo nocturno. Un violento resplandor ci.lelgan gallardetes; vapores de cuyas chimeneas
emanaba de él. Pues, al estar constelado, las sube humo; gabarras que mantienen largo tiempo
figuras según las cuales se agrupa a las estrellas se su carga estibada. Entre ellos, hay barcos en cuyo
hallaban ahí, físicamente presentes. Un León, una vientre uno desaparece; sólo dejan bajar hombres,
Virgen, una Balanza y muchas otras, compactos pero a través de las escotillas ~e ven -brazos
cúmulos de estrellas, miraban fijamente hacia la femeninos, velos y plumas de pavo real. En otros
'~ierra. De la Luna, ni trazas. sitios pueden verse, en cubierta, forasteros que
parecen dispuestos a ahuyentar al público con una
música extravagante. Sin embargo, ¡con qué indi-
OPTICO ferencia es éste recibido! Uno sube titubeando, a
grandes pasos y contoneándose como por las
En verano llama la atención. la gente gorda, en escalerillas de un barco, y, una vez arriba, se
in vierno, la delgada. queda a la espera de ver todo aquello alejarse de la
-orilla. Los que luego reaparecen, silenciosos y
En primavera, con tiempo claro y soleado, se ligeramente aturdidos, han visto su propio matri-
notan los brotes del follaje; bajo la lI~via fría, las monio surgir y desvanecerse en rojas escalas por
falnas aún sin hojas. ' las que sube y baja espíritu de vino coloreado; el
hombre amarillo que, enJa parte inferior, empeza-
CÓ';10 ha transcurrido una velada con invitados es ba a'conquisrar a la mujer azul, la abandona en el
algo que, quien se quede hasta el final, podrá extremo superior de aquella escala. Han mirado el
apreciar de una ojeada por la posición de los espejo donde el suelo acuoso. se les escurría bajo
.
platos y tazas, de las copas y las fuentes.
. . -
los pies y,a trompicones, salen.al aire libre por las
escaleras mecánicas. Revuelo es lo que la flota trae
Principio fundamental de la publicidad y del al 'barrio': hay mujeres y chicas casquivanas allí
galanteo: colocarse siete veces, septuplicado, en dentro, y todo lo comestible fue cargado en el
IOr~o a quienes se desea conquistar. mismísimo país de Jauja. Uno está tan totalmente
70 71
y avanza una plataforma de madera en la que se
aislado por el océano que, aquí, se encuentra con
ve al delincuente entre dos esbirros. Este se coloca
todo como por vez primera y última al mismo
automáticamente bajo la guillotina y le cortan la
tIempo. Leones marinos~ enanos y,". perros son
cabeza. Lo mismo: Les dé/ices dJl 11Iariage. Un
guardados como en un arca. Hasta e! ferroc"arril ha
mísero interior se ofrece al espectador. Se ve al
sido instal~do ~quí de una vez para siempre, y en
padre en el centro de la habitación; en sus rodillas
su ~ov1111lento CIrcular atraviesa todo el tiempo
sostiene a un niño, y con la mano libre t11CCe una
un runel. Por unos días e! barrio se ha convertido
cuna en la que hay otro, echado. L' enfer: cuando
en la ciudad port:uaria de una isla del Mar del Sur
se abren sus puertas, se ve un diablo que tortura a
y sus habitantes en salvajes que, ahítos de esrupo;
un alma en pena. A su lado, otro empuja a un
y deseo, se d~svanecen ante todo lo que Europa
fraile en un caldero donde los condenados debe-
arroja a sus ples. .
rán cocerse a fuego lento. Le bagne: un portón, y
I,
I ,
BLANCOS. Habría que describir, reuniéndolos
en un corpus, los paisajes de las barracas de tiro al
ante él, un carcelero que tira de una campana
cuando se ha dado en el blanco. Esta suena y se
abre el portón. Se ve a dos presidiarios moviendo
I blanco. V cíase un desierto de hicio del cual
una gran rueda; parecen tener que girarla. Y de
emergían, en muchos sitios, cabezas de pipas de
nuevo otra constelación: un violinista con su oso
I barro blancas, puntos de mira dispuestos como
bailarín. Uno dispara y el arco del violín se
haces de rayos. Detrás, ante una franja inarticulada
mueve. El oso golpea e! bombo con una" zarpa y
~e bosque, había dos guardabosques pintados al
levanta una pata. Imposible .no pensar en el
,¡ : oleo, y en pnmer plano, como,piezas de quita y
cuento del sastrecillo valiente; también cabría
pon, dos sirenas de provocadores pechos. En otro imaginarse a la Bella Durmiente despertada por
lado se erizan pipas en el pelo de mujeres que
un tiro, a Blanca Nieves liberada de la manzana
raras veces van plntadas con faldas y más bien
por un disparo y a Caperucita Roja salvada por
llevan mallas. O bien surgen de algún abanico que otro. Como en un cuento de hadas, e! disparo
ellas abren en la mano. Hay pipas móviles que
irrumpe en la existencia de 105 muñecos con esa
glran lentamente al fondo de los Tirs al/x Pigeom.
violencia redentora que arranca a los monstruos la
Otros barracones ofrecen . teatros en' los que el
cabeza del tronco y revela su condición de prince-
" espectador dirige la representación con la escope-
sas. Como en aquel gran portal sin letrero: si se ha
ta. S, da en el blanco, empieza la función. Una vez
apuntado bien, el portón se abre y, ante cortinas
había treinta y seis cajas, y sobre el marco del
de pana roja, un moro parece esbozar una ligera
escenario estaba escrito lo que se esperaba que
reverencia. Sostiene una fuente de oro. En ella
h~biera detrás: Jea/1I1e d'Arc en prison, L'hosPitali-
hay tres frutas. Se abre la primera, y en su interior
te, Les rl/es de Pans. Rri otro barracón: ExécJltion
se inclina una figurilla minúscula. En la segunda,
capita/e. Ante el portón cerrado, una guillotina,
dos muñecos igualmente minúsculos bailan giran-
un Juez en toga negra y un sacerdote sosteniendo
do sobre sí mismos. (La tercera no se abrió.)
un crucifijo. Si el tiro es válido, se abre el portón

I
I
,I
1

72 73 I
11
Debajo, frente a la mesa sobre la cual se alza el' paredes de las casas. En su pared de ladrillos sin
resto del decorado, un pequeño jinete de madera enlucir, una tienda de la ciudad ofrece maletas y
con la inscripción:, ROl/le mil/ée. Si se da en el correas de tamaño superior al natutal. Otra, de
blanco, se oye un ~stallido y el jinete da una corsetería y sombreros de -mujer, situada en una
"
voltereta con su caballo, quedando, por supuesto, casa baja, que hace esquina, ha pintado, sobre un
sentado encima de él. fondo amarillo' ocre, acicalados rostros femeninos
y rígidos corpiños. En la esquina de enfrente se
ESTEREOSCOPIO. Riga. El mercado diari~, la alza una farola 'que muestra algo parecido en sus
apretujada ciudad de casuchas de madera bajas se cristales. El conjunto parece la fachada de un
extiende por el malecón, un dique de piedra ancho burdel de fantasía. En otra casa, que tampoco está
y sucio, sin almacenes, siguiendo e! curso del lejos del puerto, se ven sacos de azúcar y carbón
Duina. Pequeños vapores, cuya chimenea apenas de color gris y óegro sobre una pared gris. En
sobrepasa el muro del muelle, han atracado en la otro lugar ha y representadas cornucopias de las
liliputiense y negruzca ciudad (los barcos más que llueven zapatos. Varios artículos de ferretería
grandes están fondeados Duina abajo). Sucios -martillos, ruedas dentadas, alicates y tornillos
tablones constituyen el fondo arcilloso sobre el diminutos- han sido pintados con todo detalle
cual, brillando en el aire frío, se difuminan unos en un letrero que parece un modelo de esos
Cuantos colorc~. En algunas esquinas pueden antiguos álbumes infantiles para colorear. La
verse todo el año, junto a puestos de pescado, ciudad está llena de imágenes similares, como
carne, botas y ropa, mujeres de la pequeña bur- extraídas de cajones. Pero en medio se alza un _
guesía con esas varillas de papel coloreado que gran número de, edificios altos y trist~sitnos, con
sólo por Navidad suelen llegar hasta Occidente. aspecto de fortificaciones, que evocan todos los
, Ser reñido por la voz que más se ama: así son esas , horrores del zarismo.
varillas. Por pocos céntimos, azotes multicolores.
Al final del malecón, entre barreras de madera y a I
" •
EXCLUIDO DE LA VENTA. Gabinete mecá-
l'
sólo treinta pasos de! agua, se alza el mercado de ¡ nico en la feria de Lucca. Una tienda de campaña
manzanas con sus montañas rojiblancas. Las man- i
I alargada y simétricamente distribuida alberga la
zanas por vender se esconden entre la paja, y las I! exposición. Varios escalones conducen a ella. U na
,1.
ya vendidas, sin paja, en las cestas de las amas de :1 mesa y algunos' ,muñecos inmóviles sirven de
casa. Al fondo se eleva Una iglesia de color rojo cartel anunciador. Por la abertura derecha se!!ntra
oscuro que, en el aire fresco de noviembre no en la tienda, y 'se vuelve a salir por la izquierda.,
puede competir con las mejillas de 'las manz;nas. ,
En e! interior iluminado, dos mesas avanzan,hacia
:.
Varias tiendas de ,accesorios náuticos en casitas el fondo. Se tocan por el borde longitudinal
diminutas, no lejos del malecón. En ella~ ban interno, de suerte que sólo queda un, espacio
pintado amarras. Por todas partes se ven mercan- estrecho para circular. Ambas mesas son bajas y
cías pintadas en letreros o pintarrajeadas en las están recubiertas de cristaL Encima se ven los

, ;
74 75
muñecos (de una media de veinte a veintIcInco estuviera lleno, lo retira.-La otra mesa n1ueSl'ra
centímetros de altura), mientras que de la parte cuadros de cosrumbres. Gargantúa ante un plato
inferior, oculta, llega el tictac del mecanismo de de albóndig;'s. Se las lleva a la boca con ambas
relojería que acciona a los autómatas. Una peque- manos alzando alternativamente ora el brazo
ña pasarela para niños bordea las dos mesas. De dcrech~, ora el izquierdo. Las dos manoS sostie-
las paredes cuelgan espejos deformantes. Cerca de nen sendos tenedores en los que hay una albóndi-
la "entrada se ven personajes principescos. Cada ga ensartada.-Una joven hilandera alpiña.-Dos
uno hace algún movimiento: 'éste un amplio gesto monos tocando,el violín.-,-Uná mago tiene delante
de invitación con el brazo derecho o izquierdo, dos recipientes, en forma de tonel. Se abre el de la
aquéllos desvían sus miradas de cristal, otros derecha y de él surge el busto de una dama. Pero
revuelven los ojos al tiempo que mueven los se esconde enseguida. Se abre el de la izquierda:
brazos. Allí están Francisco José, Pío IX en su de él emerge hasta la mitad el cuerpo de un
trono, flanqueado por dos cardenales, la reina hombre, Se vuelve a abrir el recipiente de la
Elena de ltalia, la sultana, Guillermo I a caballo, derecha y. esta vez aparece un cr~neo 'de macho
Napoleón In en pequeño y, en más pequeño aún, cabrío con el rostro de la dama entre sus cuer,nos .
.!
Vitrorio Emmanuele de príncipe heredero. Siguen Acto ~eg,¡jdo se abre el de la izquierda: surge un
figurillas bíblicas; luego, la Pasión. Herodes orde- mono en vez del hOlTIbre. Luego todo vuelve a
'na ]a matanza de los inocentes con variados • empezar desde el principio.-Dtro mago: tiene ante
movimientos de cabeza. Abre mucho la boca e sí una mesa y en cada nlano sostlene una copa
inclina la cabeza; estira el brazo' y lo deja caer invertida. Cuando las levanta' alternativamente,
nuevamente. Delante de él hay dos verdugos: uno aparecen debajo tan pronto un panecillo o una
de ellos haciendo girar en el vacío su cortante manzana, como una flor o un odado.-~a fuente
espada, wn un niño decapitado bajo el brazo, el mágica: de pie ante una ,fuente, un joven campesi-
otro, a punto de asestar el golpe, permanece no sacude la cabeza. U na muchacha tira de la
inmóvil y se limita a girar los ojos. Y al lado, dos o palanca y un grueso y continuo chorro de cris-
madres: una moviendo suavemente y sin parar la tal !luye por el caii.o ele la fucnte.-Los <llnan-
cabeza como una desconsolada, ,la otra alzando tes embrujados: un zarzal O una llama; dorodos
lentamente los' brazos en gesto implorante.-La se abren en dos 11litades. En su interior se ven
Crucifixión. La cruz está en el suelo. Los verdu- dos muñecos: Giran la cabeza el uno hacia el
gos fijan los clavos. Cristo mueve la cabeza. Cristo otro y luego la aparta;' coma si se miraran en'-
crucificado prueba la esponja embebida en .vinagre tre asombrados y perplejos. Debajo de cada
que un soldado le tiende lentamente, a intervalos, figura, un papelito. con el, título. Todo fechaclo
y luego retira de golpe. El Salvador levanta en 1862.
ligeramente la barbilla. Desde, atrás, un ángel se
inclina sobre la cruz con el cáliz destinado a
recibir la sangre, lo acerca y luego, como si
76 77
POLlCLlNICA La nlirada hoy por hoy más esencial, la' mirada
mercantil, que llega al corazón de las cosas, se
El autor coloca la idea sobre la mesa de mármol llama publicidad. Aniquila. e! margen de libertad
.'
del café. Larga reflexión: pues aprovecha el tiem- reservado 'a la contemplación y acerca tan peligro-
po en que aún no tiene delante el vaso, esa lente samente las cosas a nuestros ojos como el coche
con la cual examina al paciente. Luego saca poco a que, desde la pantalla del cine, se agiganta al
poco su instrumental: estilográfica, lápiz y pipa. avanzar, trepidante, hacia nosotros. Y así como e!
La masa de clientes, dispuesta como en un anfitea- cine no ofrece a la observación crítica los muebles
;! tro, constituye el público de sU hospitaL El café, y fachadas en su integridad, sino que sólo su firme
servido y degustado previsoramente, sumerge la y caprichosa inmediatez es fuente de sensaclO~es,
idea en cloroformo. Aquello que tiene en mente también la verdadera publicidad acerca vertigIno-
tiene tan poco que ver con el asuhto 111ismo como samente las cosas y tiene un ritmo que se correS-
el sueño de un anestesiado con la intervención ponde con. e! de! buen cine. De ,este modo la i,,
quirúrgica. En los' cautelosos lineahlientos de la "objetividad» ha sido dada de?n~tlvament~ de
letra manuscrita se practican cortes; ya en el
interior, el cirujano desplaza acentos, cauteriza las "1
baja, y frente a las descomunales Imagenes VISIbles
en las paredes de las casas, donde el "Chlorodont»
I
excrecencias verbales e intercala algún extranjeris-
i mo cOI11o una costilla de plata. Por último, la
y el "Sleipnin) para gigantes se hallan al alcance de
la mano la sentiinentalidad recuperada se libera a
11
1,
o
puntuación le cose todo con finas suturas y él la ameri::'na, como esas personas a las que riada
remunera al camarero, su asistente, en metálico. mueve ni conmueve aprenden a llorar nuevamen- ¡..
te en el cine ....Al, hombre de la calle, sin embar- !

go, es el:dinerojo' que le aproxima de este modo


SE ALQUILAN .
o

las cosas y establece el contacto decisivo con ellas,


ESTAS SUPERFICIES y el crítico remunerado\que trafica con cuadros
l.

en la galería de arte de! marchante sabe sobre ellos


Insensatos quienes lamentan la decadencia de la cosas, si no mejores, aL menos más importantes
crítica. Porque su hora sonó hace ya tiempo. La que el aficionado que los ve en e! escapa~ate, La
I! crítica es una cuestión de justa dis\'ln.cja. Se halla calidez del tema se le revela y lo pone sentimentaL
; :
en casa en un mundo donde lo importante son las ¿Qué es, en definitiva, lo que sitúa a la publicidad /
perspectivas y visiones de conjunto y en el que tan por encima de la crítica? No lo que dIcen los
antes aún era posible adoptar un punto de vista. huidizos caracteres rojos del letrero luminoso,
Entretanto, las' COsas' hah arrenletido con excesi-_.. sino e! charco de fuego que Jos refleja en e!
va virulencia contra la Sociedad humana, La' "im- asfalto.
parcialidacb), la "mirada objetiva» Se han conver-
tido en mentiras, cuando no en la expresión, total-
mente ingenua, de la pura y simple incompetencia.
,

78 79
ARTICULOS DE OFICINA PAQUETES POSTALES:
-,.- -_._.....- .__ -.".----
.' ..
EXPEDICION y EMBALAJE
"

El d~spach~· del jefe rebosa dear:~. Lo que bajo


una apariencia de confort' seduce 'ál que entra es, Muy de mañana atravesaba Marsella en coche,
en realidad, un arsenal camuflado. Sobre el escri- rumbo a la estación, y a medida que en el trayecto
torio, un teléfono suena a cada instant~. Le corta a me salían al paso sitios conocidos, o nuevos,
uno la palabra en el momento crucial, dando desconocidos, o bien otros de los que sólo guarda-
tiempo al que tiene enfrente de preparar su ba un yago recuerdo, la ciudad sé transformó en
respuesta. Entretanto, fragmentos de la conversa- un lib'ro qile tenía entre mis manos y al que aún
ción permiten ver cuántos asuntos son allí' trata- eché un par de ojeadas rápidas antes de ,~ue
dos, todos más importantes que el que, está desapareciera de, mi vista en el baúl del desvan,
esperando turno. Uno se dice esto y empieza a por quién sabe cuánto tiempo.
desistir de su propio punto de vista. Comienza a
preguntarse de quién estarán hablando, escucha
con terror que el interlocuto~ viaja aBrasil al día ¡CERRADO POR OBRAS!
siguiente 'y muy pronto se solidariza a tal punto
con la empresa que la jaqueca de la que el otro se Soñé que me quitaba la vida con un fusiL Cuand~
queja por teléfono es calificada de lamentable salió el disparo, no me desperté, sino que me vI
contratiempo para el negocio (~n vez de como yacer, u n rato , como un cada' ver. Sólo entonces
una suerte). La hayan llamado o no, entra la me desperté. "
secretaria. Es ml'Y guapa. Y, ya esté su patrón
inmuáizado cóntra sus encantos, ya sepa hace
tiempo, como admirador, a qué atenerse con ella, RESTAURANTE
el recién llegado la mirará más de una vez y ella AUTO MATICO AUGIAS" 11

sabrá cómo agenciarse el agradecimiento de su


jefe. El personal está en acción, sirviéndole fiche- Esta eS la objeción más fuerte' contra el modo de
ros en los que el invitado se sabe inscrito bajo las vida de un solterón: que hace sus comidas solo.
más di versas tú bricas. Comienza a cansarse. Pero Comer a solas vuelve fácilmente hosca y dura a la
el otro, que tiene la luz a sus espaldas, lee satis- gente. Quien tenga por costumbre hacerlo, ha de
fecho ese cansancio en los rasgos de,];i, cara cegada vivir espartana mente para no degenerar. Aunque
por la fuerte iluminación. También el sillón surte sólo fuera por eso, los ermitaños se altmentaban
su efecto; uno se ha retrepado profundamente en con frugalidad. Pues sólo en comunidad s~ hace
él como en el del dentista y acaba considerando justicia a la comida, que para probar bIen eXIge ~er
el penoso procedimiento como el curso normal compartida y repartida. No importa con qUlel:,:
y ordinario de las cosas.' Una liquidación s~gui­ antiguanlente, un mendigo a la Olesa ennguecla
rá talnbién, tarde o teo1prano, a este tratamiento. cualquier comida. Lo que importa eS ~l dar y el
80 81
compartir, no la conversación mundana de los dos por matasellos a lo ancho y largo de SU.

comensales. Es asombroso comprobar, IJar otra superficie.


. parte, cómo la sociabilidad se toma crítica sin
alimemos. La hospitalidad nivela y une. El co de Hay, como .se sabe, coteccionist~~ que sólo se
de Salnt-Germain se mantenía sobrio ante las interesan por ·los sellos usados~ y uno cteería
mesas llenas y de esta forma dominaba la ca", ~r­ fácilmente que son los únicos que han logrado
. sación. Pero allí donde cada cual se va ca'. el penetrar el secreto. Se aferran a la parte oculta del
estómago vacío, surgen las rivalidades y su se';ue- sello: el matasellos. Porque el matasellos es su
la de riñas. lado nocturno. Los hay solemnes, que dibujan una
¡
aureola sobre la cabeza de la reina Victoria, y
proféticos, que ciñ~n a Humberto* la corona del
TIENDA DE SELLOS martirio. Pero ninguna fantasía sádica se aproxima
al negro procedimiento que cubre d¿ estrías los
A qu,ien.-,:e:-isa atados de correspondencia vieja, rostros y, como un terremoto, abre grietas en la
un sello rebrado. de la circulación hace ya tiempo superficie de continentes enteros. y el placer
y pegado en algun sobre frágil, le dirá a menudo perverso que produce el contraste entre el cuerpo
más que docenas de páginas leídas. A veces ultrajado· del sello·y su blanco vestido de tul,
aparecen pegados en postales y-uno no sabe si guarnecido de encajes: el dentado. Quien ande tras
despegarlos. o guardar tal cual la tarjeta postal, los matasellos deberá poseer, como detective, la
como la hOJa de algún antiguo gran maestro que filiación de las oficinas de correos más sospecho-
tuvIera en la cara y al dorso dos dibujos distintos sas, como arqueólogo, el arte de completar el
e Igualmente valiosos. Hay también, en las vitri- torso de los nlás ignotos topónimos, y, como
nas de ciertos cafés, cartas que tienen la conciencia cabalista, el inventario de las fechas de todo un
t- I sucia y se hallan expuestas, en la picota a las siglo.
¡
miradas de todo el mundo~ ¿O acaso I~s han
1;
¡ !
d~portado_ y deben languidecer en aquella vitrina Los sellos abundan en numeritos, letras diminu-
¡I ·1':. ano tras ano, sobre un Salas y Gómez * de cristal? tas, hojas y ocelos minúsculos. Son tejidos celula-
t I Las cartas que llevan mucho tiempo sin abrir res gráficos. Y todo ese hormigueante entrevero
q adqui~ren cierto aire bmtal; son desheredadas que sigue viviendo; como los animales inferiores,
incluso despedazado. Por eso se forman imágenes
I mahgnament: y en silencio, traman venganza 1'01
i' i1:~ sus largos dlas de sufrimiento. Muchas de ella' tan vivas y sugeremes al pegar juntos trocitos de
.,~' i. serán nlás tarde, en los escaparates de las tienda~ sellos. En éstos, sin embargo, la vida conserva
de sellos, los sobres con sello impreso estigmatiza- siempre un rasgo de putrefacción, como signo de
¡ , .
f1
¡ *NAlusión
J I
al islote desieno de un poema de A , o
T v
n
eh amlSSO
. • Humberto 1 (1844-1900), hijo de Víctor Enmanuel 11
( . al 10J .). asesinado por ~n disparo anar.Guista en Monza. (N. de los T.)

i
"'

"

82 83
que resurge a partir de trozos muertos. Sus números de taxímetros embrujados. No sería nada
retratos y grupos obscenos aparecen repletos de extraño ver, una noche, la luz de una vela brillar
osamentas y amasijos de gusanos. detrás de ellos. Pero también hay pequeños sellos
sin dentado, ni mención de moneda o de pais. En
¿Se quiebra tal vez en la gama cromática de las la tupida telaraña llevan tan sólo un número. Son
series largas la luz de algún sol exótico? ¿Captura- quizá los verdaderos «parias».
ríari acaso en los correos centrales de los Estados
Pontificios o de Ecuador rayos que nosotros no Los rasgos de escritura en los sellos de piastra
conocemos? ¿Y por qué no se nos muestran los turcos son como el alfiler demasiado lIamati \'0 y
sellos de planetas más felices? ¿Los mil matices de destellante que adorna oblicuamente la corbata de
rojo encendido que circulan en Venus? ¿Y los un tain1ado comerciante de Constantinopla, euro-
cuatro grandes valores grises de Marte? ¿Y peizado sólo a medias. Son de la raza de los
los sellos sin cifras de Saturno? . advenedizos postales, aquellos formatos grandes y
chillones, de dentado imperfecto, de Nicaragua o
En los sellos, países y mares son sólo las provin- de Colombia, que con su atuendo pretenden
cias, los reyes son simples mercenarios de las dárselas de billetes de banco.
cifras que, a discreción, derraman sobre ellos sus
colores. Los álbumes de sellos son obras de Los sellos de sobretasa son los espíritus entre los
/
consulta mágicas, en las que se registran los sellos postales. No se modifican. El cambio de
números de los monarcas y palacios, de los ani- monarcas y de formas de gobierno pasa sin
males, alegorías y Estados. El tráfico' postal rozarlos como si fueran espectros, y no dejan
reposa en la armonía de esos números como el huellas.
movimiento de los planetas, en las armonías de
los números celestes. El niño mira hacia la remota Liberia a través de
unos gC'melos de teatro (lue sostiene al revés: allí
Viejos sellos de diez céntimos que en su óvalo está, tras su franjita de lnar, con sus palmeras, tal
muestran sólo una o dos grapdes cifras. Se aseme- como la muestran los sellos. Navega con Vasco de
jan a esas primeras ',fotos/desde las cuales nos Gama alrededor de un triángulo que es isósceles
miran, en sus marcos harí:.izados de negro, ante- como la esperanza y cuyos colores cambi1n según
I pasados a los que nunca conocimos: tías abuclas o el tiempo. Prospecto de viaje del cabo de Buena
bisabuelos cifrados. También Thurn und Taxis * Esperanza. El eisne que se ve en los sellos austra-
I tiene grandes cifras en sus sellos, que parecen lianos será siempre, incluso en los valores azules,
verdes y marrones, el cisne negro que sólo existe
en Australia y aquí se desliza sobre las aguas de un
* Sello de la familia de 'nlUm. und Taxis que desde 1495 hasta
estanque como sobre el más pacífico de los
. 1866 estuvo al frente Jc la organización postal del imperio

I
!
alemán. (N. d, /0' T.) océanos.
,.
84 85
Los sellos son las tarjetas de visita que los grandes y, por muy alto que hubieran hablado, yo Íl0
Estados dejan en la habitación de los niños. habría entendido su italiano. Pero el caso es que," '
frente a ese bisbiseo inmotivado en una lengua
Como Gulliver recorre el niño países y pueblos de para mí inaccesible, nó pude librarme de la
. sus sellos postales. La geografía e historia de los sensación de que me estaban aplicando un vendaje
liliputienses, la ciencia entera del diminuto pueblo fresco en la zona dolorida.
Con todos sus nombres y números le es explicada
en sueños. Participa en sus asuntos, asiste a sus
purpúreas asambleas, presencia la botadura de sus ASISTENCIA TECNICA
barquitos y celebra jubileos con sus testas ~orona­
das cJue, detrás de setos vi vos, reiúan solctnne- Nada hay más p;bre que un~ G~)presada tal
1l1cntc en sus tronos. como" se pensó. En un caso__ as,f, ponerla por
,eScrito ro equivale ni siquiera a un~ma¡a fotogra-
I la)', como se sabe, un lenguaje de los sellos 'I"e 'ría. Además, la verdad (C0I110 un(ni¡'iq, tomo una
es al lenguaje de las flores lo que el alfabeto Morse rriujer que' no nos ama) se niega a quedarse
al escrito. Pero ¿cuánto t.iCfl1pO vivirá aún la tranquila y sonreír ante el objetivo de la escritura
florescencia entre los postes telegráficos? ¿No son cuando nosotros nos acomodamos bajo el paño
ya los .grandes sellos artísticos de la posguerra, negro. Bruscamente, como ge golpe quiere ser
con sus intensos colores, los ásters y las dalias arrancada de su ensimismamiento y sobresaltada
otofiale.s de esta flora? Stcphan *, un aJenlán ----<1 ue por alborotos, música o gritos de auxilio. ¿Quién
no por azar fue contemporáneo de Jean Paul-, querría contar las señales de alarma con las que
plantó aquella simiente en la estival mitad del 'está equipado el interior del verdadero escritor? Y
siglo XIX. No sobrevivirá al XX. «esc;ibin) no significa otra cosa que ponerlas en
funcionamiento. Entonces 'la du lee odalisca pega
un salto, agarra lo primero que cae en sus l11anos
SI PARLA ITALIANO en el desorden de su alcoba, nuestra caja craneana,
s~ envuelve en ello, y huye así de' nosotros; casi
U na noche estaba sentado en un banco, presa de irreconocible, hacia 'la gente. Pero ¡qué bien
violentos dolores. En otro, enfrente del mío, constituida ha de estar, y qué salud tan sólida la
tOll1aron asiento dos muchachas. Parecían 'lucrer suya para presentarse entre ellos así, disfrazada,
decirse cosas Íntirnas y cjnpezaron a cuchichear. acosada, aunque victoriosa y adorable!
¡"uera de mí no había nadie. en las inmediaciones,

'" I-Icinrich von Stcphan (1831-1897), dirigió a partir de 1870 QUINCALLA


la administración postal prusiano-alemana reformándola "
modernizándola por cnmplcw, (N. d, ¡fI.f T.) . En l11i trabajo, I~(citas ~on como salteadores de
.'
86 87
caminos que irrumpen armados y despojan de su El dinero y la Hu via . van juntos. El tiempo
convicción al ocioso paseante. meteorológico es un índice del estado de este
mundo. La beatitud no tiene nubes ni sabe de
climas. También llegará el imperio sin nubes de
El asesinato de un critninal puede ser llloral..., su los bienes perfectos, sobre los que no lloverá
legitimación, jamás.
dinero alguno.

Dios cuida de la nutrición de todos los hombres, y Debería hacerse un análisis descriptivo de los,
el Estado, de su desnutrición. billetes de banco. Un libro cuya ilimitada fuer"
satírica sólo tuviera su igual en la fuerza de su
La expresión de quienes se pasean en las pinacote- objetividad. Pues en sitio alguno adopta el capita-
cas revela una mal disimulada decepción por el Hsmo, dentro de su sacrosanta seriedad, un aire
hecho de que en ellas sólo haya cuadros colgados. más ingenuo que en estos documentos. Esos
niños inocentcs que juguetean alrededor de las
cifras, aquellas diosas que sostienen las Tablas de
ASESORAMIENTO FISCAL la Ley o esos héroes maduros que envainan su
espada ante las unidades monetadas constituyen
No hay duda: existe una cqrrelación secreta entre un mundo de por sí:. ~rquitectura para la fachada
la medida de los bienes/y la medida de la vida del infierno. De habér -visto Lichtenberg difundi-
quiero decir, entr~' di,nero' y tiemp6. Cuanto nlá~ do el papel moneda, el plan de' esta obra no se le
futilmente esté ocupado el tiempo de una vida, habría escapado.
tanto más frágiles, proteicos y heterogéneos serán
sus momentos, mientras que el gran período
caracteriza la existencia del hombre superior. Muy
PROTECCION LEGAL
justamente propone Lichtenberg hablar de «empe- PARA INDIGENTES
queñecimiento», en lugar de «acortamiento» del
tiempo, y observa que: «Un par de docenas de EDITOR: Mis expectativas se han visto seriamen-
millones de minutos hacen una vida de cuarenta y te defraudadas. Sus cosas no tienen ningún impac-
cinco años y algo más». Allí donde una docena de to en el público; no atraen lo más mínimo. Yeso
millones de unidades de la moneda en curso no que no he escatimado en la presentación. Me he
valga absolutamente nada, la vida, para parecer arruinado con los gastos de publicidad.-Ya sabe
respctable como suma, tendrá que ser medida en cuánto le aprecio, ahora igual que antes. Pero no
segundos, en vez de en all0S. Y de acuerdo con podrá tomarme a mal que mi conciencia comercial
eso, será despilfarrada. como un fajo de billetes: también empiece a alarmarse. Si hay alguien que
Austria no logra perder la costumbre de calcular hace lo que puede por sus autores soy yo. Pero en
en coronas. fin ele cuentas también tengo mujer e hijos que
l I
88 89
mantener. No quiero decir, desde luego, que le perdido el secreto. De este modo vuelve a na-
guarde rencor por las pérdidas de los últimos cer, y así como la amada lo libera del hechizo de
aliaS. Pero sí me quedará un amargo sentimiento la madre, la mujer lo desliga más literalmente
de desilusión. Latnentablemente, por ahora me es de la madre tierra; es -la comadrona que corta
imposible seguir ayudándole. ese cordón umbilical entretejido con el secreto de
la natu raleza.
AUTOR: jPero oiga! ¿Y usted por qué se hizo
editor? Lo avetiguarcrnos de' inmediato. Pero
antes permítame decirle una cosa: yo figuro en su MADAME ARIANE,
archivo con el número 27. Usted ha editado Cinco SEGUNDO PATIO A LA
libros míos; es decir, ha apostado cinco veces por IZQUIERDA
el 27. Lamento que el 27 no saliera. Por lo demás,
sólo me ha apostado eh,val. Simplemente porque Quien interroga adivinas para conocer el futuro
estoy junto a su número de la súerte, el 28.-'-Por revela, sjn saberlo, un conocimiento íntimo de lo
qué se hizo usted editor, pues ya lo sabe. Igual venidero mil veces más preciso que todo cuanto
hubiera podido abrazar una profesión honesta, pueda escuchar de boca de ellas. Lo guía más la
cotno su señor padre. Pero eso de vivir al día ... , inercia que la curiosidad; y nada se parece menoS a
así es la juventud. Siga con sus costumbres de la resignada torpeza con la que asiste a la revela-
siempre. Pero 'evite hacerse pasar por tin honrado ción de su destino, que la maniobra veloz y
cotnerciahte. Y no ponga cara de inocente si lo peligrosa con que el valiente afronta el futuro.
pierde todo jugando; no me venga ahora con su Pues la presencia de ánimo es la quintaesencia de '
jornada laboral de ocho horas ni las noches en que este futuro; captar exactamente lo que está suce-
apenas logra descansar. «Sobre todo un. cosa, hijo diendo en el lapso de un segundo es l11ás decisivo
mío: isé fiel y, sincero!» jY 'rlO le monte escenas a que conocer con antelación futuros, r~motísimos, .'
sus números! ¡O acabarán echándole! Presagios, presentimientos y señales atraviesan día
y noche nuestro organismo como series de ondas.
Interpretarlas o utilizarlas, esta es la cuestión.
TIMBRE DE NOCHE Ambas cosas son incompatibles. La cobardía y la
PARA AVISAR AL MEDICO pereza aconsejan lo primero, la lucidez y la
¡ .
, I
libertad, lo segundo. Pues antes de que una
¡ La satisfacción sexual desliga al hombre de su profecía o advertencia semejante s~ convierta en
," secreto, que no reside en la sexualidad, pero que algo mediatizable, palabra o imagen, ya se habrá
el! su satisfacción, y quizá sólo en ella, es trunca~ extinguido lo mejor de su fuerza, esa fuerza con la
do, no resuelto. Hay'que compararlo al lazo que que da de lleno en nuestro centro, obligándonos
lo liga a la vida. La mujer lo corta, y el hombre --apenas sabemos cómo- a actuar en función de
queda libre para la muerte porque su vida ha ella. Si la desatendemos, entonces -y sólo enton-

l'

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ces- se descifrará por sí misma. La leemos. Pero terra africalla! Lo que pudo haber sido signo
ya es demasiado tarde. De ahí que cuando un funesto, imagen de la desgracia, él lo ata corporal-
incendio estalla de improviso o de un cid .Olcnte al instante y se convierte a sí tniSnl0 en
despejado llega la noticia de una muerte, surja, e j factótum de su cuerpo. Y es precisamente en esto
el primer momento de terror mudo, un sen ti donde las antiguas prácticas ascéticas del ayuno, la
miento de culpa unido al vago reproche: ¿Acaf ) continencia y la vigilia han celebrado, desde
no lo sabías ya, en el fondo? La última vez que siempre, sus mayores triunfos. El día yace cada
hablaste del muerto, ¿no tenia ya su nombre una mañana sobre nuestra cama como una canlisa
sonoridad distinta en tus labios? Ese ayer-noche recién lavada; el tejido incomparablemente delica-
cuyo lenguaje sólo ahora entiendes ¿no te hacía do, incomparablemente denso de un vaticinio
acaso señas desde las llamas? Y si se pierde un limpio, nos sienta como de molde. La dicha de las
objeto al que querías ¿no había ya en torno a él próximas veinticuatro horas dependerá de que
-horas, días antes- un halo fatídico de burla, o sepamos hacerlo nuestro al despertarnos.
de tristeza? Como los rayos ultravioleta, el recuer-
do muestra a cada cual, en el libro d~ la vida, una
escritura que, invisible, iba ya glosando el texto a MASCARAS-GUARDARROPA
modo de profecía. Pero no se intercambian impu-
nemente las intenciones ni se confía la vida aú'" Quien translnite la noticia de una muerte se ve a
no vivida a cartas, espíritus y estrellas que la sí mismo muy importante. Su sensación le con-
disipan y malgastan en un instante para devolvér- vierte -en contra incluso dé cualquier lógica-
nosla profanada; no se le escamotea impunemente en mensajero del reino de los muertos. Pues la
al cuerpo su poder para medirse con los hados en comunidad de los muertos es tan gigantesca que
su propio terreno y salir victorioso. El instante hasta quien sólo anuncia una nluertc, ad vierte su
equivale a las Horcas Caudinas bajo las cuales el presencia. Ad plllres ire significaba, para los
destino se doblega ante él. Transformar la amena- antiguos romanos, morir.
za del futuro en un ahora pleno, este milagro
telepático -el único deseable-, es obra de una En Bellinzona me puse a observar a tres religiosos
presencia de ánimo corpórea. Los tiempos primi- en la sala de. espera de la estación. Estaban
tivos, en los que un comportamiento semejante sentados en un banco colocado casi enfrente de mi
formaba parte de la economía doméstica del asiento. Me fijé, fascinado, en los gestos del que
hombre día a día, le ofrecían en el cuerpo desnudo estaba en medio. y se distinguía de sus hermanos
el instrumento más fiable para la adivinación. La por una capucha roja. Les hablaba manteniendo
Antigüedad conocía aún la verdadera praxis, y es las manos juntas en el regazo y sólo de vez en
así como Escipión, al pisar suelo de Carrago, da cuando alzaba y movía muy poco una u otra.
un traspiés y exclama, abriendo desmesuradamen- Pensé: la mano derecha debe saber siempre lo que
te los brazos, la fórmula de la victoria: Temo te, hace la izquierda.

J

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¿Quién no se ha sorprendido alguna vez al salir en consecuencias sea un tipo de conducta" tanto
del Inctro al aire libre y verse canlinando, arriba 1 a más lo eximirá aquélla de todo control. Profesión
plena luz de! sol? Y, sin embargo, e! sol brillaba . de fe política, situación financiera, religión ... , todo
con la misma claridad unos minutos antes, cuando . esto quiere ocultarse, y la íamilia es la madriguera
él bajó. Así de rápido ha olvidado qué tiempo tenebrosa y pútrida en cuyos escondrijos y rinco-
hacía en el mundo de arriba. Y éste, a su vez, lo nes han arraigado los instintos más mezquinos. El
olvidará con igual rapidez. Pues, ¿quién puede filisteismo proclama la privatización total de la
decir de su existencia algo más que esto: que ha vida amorosa. De ahí que cortejar se haya conver-
pasauo por la vida de uos o tres personas con la tido, para él, en un proceso mudo y obstinado que
misma dulzura y proximidad con que va cambian- se lool;za sin testigos, y este galanteo totalmente
do el tiempo? pri·. ,exento de cualquier responsabilidad, es
lo realmente nuevo en el «flirteo». En cambio, e!
En Shakespeare y en Calderón, las batallas ocupan tipo proletario y el feudal se asemejan en que el /
continuamente el último acto, y los reyes, prínci- galanteo es para ellos mucho menos una victoria
pes, escuderos y séquitos «entran en escena huycn- sobre la mujer que sobre sus rivales. Pero esto
Uo». El instante en que se vuelven visibles a los significa 'respetar a la mujer mucho más profunda-
espectadores los hace detenerse. El escenario da la mente que en su «libertad», significa acatar su.
voz de alto a la huida de los personajes del urama. voluntad sin pedirle explicaciones. Feudal y prole- .
Su ingreso en el campo visual de quienes no tario es e! desplazamiento de los acentos eróticos a --
participan en la acción y están realmente por la esfera pública. Dejarse ver con una mujer en tal
encima de ellos, permite tomar aliento a esos o cual ocasión puede significar más que acostarse
abandonados a su suerte y los envuelve en una con ella. Así también, el valor del matrimonio no
atolósfera nueva. Por eso la entrada en escena de radica en la estéril «armonía» de los cónyuges: al
los que llegan «huyendo» tiene su significado igual que el hijo, la fuerza espiritual del matrimo-
oculto. En la lectura de esta indicación entra en nio se manifiesta asimismo corno repercusión
juego la espcranza de un lugar, de una luz o de excéntrica de sus luchas y rivalidades.
unaS candilejas en las que nuestra huida por la
vida también 'luede a salvo de observadores
extraños. CERVECERIA

Los marineros bajan raramente a tierra; el servicio


OFICINA DE en alta mar es un permiso dominical comparado
APUESTAS MUTUAS con el trabajo en los puertos, donde a menudo hay
que cargar y descargar día y noche. Luego,
La existencia burguesa es el reglmen de los cuando a un grupo le llega el permiso para
asuntos privados. Cuanto más importante y rico desembarcar por unas horas, ya ha oscurecido. En

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e! mejor de los casos, la catedral se yergue como en e! detalle que, en medio del océano, las rutas en
una mole oscura camino de la taberna. La cervece- las que se cruza con otros barcos (y saluda con
ría es la llave de cualquier ciudad; saber dónde se , señales de sirena a los de su propia compañía) se
puede beber cerveza alemana es, como conoci- vuelven para él ruidosas carreteras en las que es
miento de geografía y etnología, más que suficienc preciso ceder el paso. Vive en alta mar en una
te. La taberna de los marineros alemanes despliega ciudad donde, en la Cannebicre de Marsella, un
e! plano nocturno de 'la ciudad: desde ella no es bar de Port Said queda casi enfrente de una casa
difícil dar con e! camino alburdeJ o a los otros de citas de Hamburgo, y el Castel del Ovo
bares. Su nombre suena hace días en las conversa- napolitano se encuentra en la Plaza de Cataluña de
ciones a la hora de comer. Pues cuando han Barcelona. Entre los oficiales, la ciudad natal aún
dejado atrás un puerto, todos van enarbolando, tiene la primacía. Pero para el grumete o el
uno tras otró y como si fueran minúsculos gallar- fogonero, para la gente cuya fuerza, de trabajo
detes, los motes de los locales y salas de baile, de transportada está siempre en contacto con la
las mujeres guapas y los platos nacionales de la mercancía en el casco del barco, los puertos más
escala siguiente. Pero' quién sabe 'si esta vez distantes ya ni siquiera son una patria, sino, una
bajarán a tierra. Por eso, no bien el barco ha cuna. Y al escucharlos uno se percata de lo
efectuado su declaración y echado las amarras, engafioso que es viajar.
suben a bordo vendedores de recuerdos: éollares y
postales, cuadros al óleo, cuchillos yestatuillas de
mármol. La ciudad no sevisita, secOtllpra. En la PROHIBIDO MENDIGAR Y
maleta de! marinero' ~ohabitan e! cinturón de VENDER A DOMICILIO
cuero de Hong' Kong, la vista panorámica de
Palermo y la foto de una chica de Stettin. Exacta- Todas las religiones han honrado al mendigo.'
meóte así es su verdadero hogar: Nada sabe de csa Pues él demuestra que el espíritu y los postulados,
1:
I nebulosa lejanía que, para el burgués, encierra las consecuencias y los principios fracasan ignomi-
inundas desconocidos. Lo primero que se impone niosamente en un asunto tan prosaico y. trivial
I en cada ciudad es el servicio a bordo; luego como sagrado y vivificante, cual era el dar li-
I
vienen la cerveza alemana, el jabÓn de afeitar mosna.
I inglés y el tabaco holandés. Tienen presente hasta
eri la médula la norma internacional de la indus- Nos quejamos de los mendigos del Sur y olvida-
tria; no son víctimas de las palmeras ni de los mos que la insistencia con que se nos plantan en
icebergs. El tllarinero ha «engullido» la cercanía y las narices se halla' tan justificada como la obstina-
sólo le dicen algo los matices más exactos. Sabe ción del erudito frente a textos difíciles. No hay
distinguir mejor los países según su forma de sombra de vacilación ni indicio de aquiescencia o
preparar el pescado que según la arquitectura o la deliberación, por mínimo que sea, que ellos no
decoración del paisaje. A tal punto se halla a gusto adviertan en nuestros gestos. La telepatía del
.i

96 97
cochero que sólo con sus gritos nos hace ver embriaguez, el hombre sólo puede comunicar con'
claranlente que no somos reacios a viajar en su el cosmos en comunidad. La temible aberración
coche, o la del chamarilero que extrae de su ba- de los modernos consiste en considerar irrelevante
ratillo el único collar o camafeo capaz de seducir- y conjurable esta experienéia, y dejarla en manos
nos, son de la misma especie. del individuo para que delire y se extasíe al
.contemplar hermosas noches consteladas.· Pero lo
cierto es que se impone cada vez de nuevo, y los
HACIA EL PLANETARIO pueblos y razas apenas logran escapar a ella, tal
como lo ha demostrado, y del modo más terrible,
Si hubiera que enunciar, como lo hizo l-lillel* con la última guerra, que fue un intento por celebrar.
la doctrina judía, la doctrina de la Antigüedad en nuevos e inauditos desposorios con las potencias
pocas palabras concentrándola toda' en una sola cósmicas. Masas humanas, gases, fuerzas eléctricas
frase, ésta debería rezar: «Sólo poseerán la ,Tie- fueron arrojadas a campo raso, corrientes de alta
rra quienes vivan de las fuerzas del cosmos». Nada frecuencia atravesaron el paisaje, nuevos astros se
distingue tanto al hombre antiguo del moderno elevaron al cielo, el espacio aéreo y las profundi-
corno su entrega a una experiencia cósmica que dades marinas resonaron con el estruendo de las
,
este último apen'as conoce. El ocaso de esa entrega hélices y en todas partes se excavaron fosas de
II
se anuncia -ya en el florecimiento de la astronomía, sacrificio en la madre tierra. Este gran galanteo
a principios de la Edad Moderna. Kepler, Copér- con el cosmos se re~lizó por primera vez a escala-
nito y Tycho Brahe no actuaron, sin duda, planetaria, es decir, en el espíritu de la: técnica;:..,
movidos únicament~ por impulsos científicos. Sin Pero como el afán de lucro de la clase dorriinan!e
embargo, en la importancia exclusiva otorgada a pensaba satisfacer su deseo en ella, la técnica /
una vinculación óptica con el universo -.-resulta- traicionó a la humanidad y convirtió el lecho -
do al que muy pronto condujo la astronomía- nupcial en un mar de sangre. Dominar la natura-'-.!
aparece un signo precursor de lo que habría de leza, enseñan los imperialistas, es el sentido de 1,
venir. La relación del mundo antiguo con el toda técnica. Pero ¿quién confiaría en un maestro
cosmos se desarrollaba en otro plano: el de la que, recurriendo al palmetazo, viera el sentido de
embriaguez> Y, de hecho, la embriaguez es la úni- la educación en el dominio de los niños por los
ca experiencia en la que nos aseguramos de lo más adultos? ¿No es la educación, ante todo, la organi-
próximo y de lo más remoto, y nunca de lo uno zación indispensable de la relación entre las gene-
sin lo otro. Pero esto significa que, desde la raciones y, 'por tanto, si se quiere hablar de
dominio, el .dominio de la relación entre las
generaciones y no de los niños? Lo mismo ocurre
,. Hilld el Viejo (70 a. de C.-lO d. de C,), uno de' los grandes
doctores de la I.ey judaica, fue autor de las útle reglas, método
con la técnica: no es dominio de la naturaleza,
de interpretación de los libros sagrados que sentó las bases de sino dominio de la relación entre naturaleza y
la hermchcútica ,hebrea. (N. dt los T J humanidad. Si bien los hombres, como especie,
. 00000000000000000000000000
. 98 ESTE LIBRO
SE TERMINO DE IMPRIMIR
llegaron hace decenas de miles de años al término EN LOS TALLERES GRAFICOS
de su evolución, la humanidad como especie está DE ROGAR. S. A.
POLIG. COBO·CALLEJA. FUENLABRADA (MADRID)
aún al principio de la .suya. La técnica le está EN EL MES DE JUNIO DE 1987
organizando una physis en la que su contacto con
el cosmos adoptará una forma nueva y diferente
de la. que se daba en los pueblos y familias. Baste
con recordar la experiení:ía de velocidades gracias
a las cuales la humanidad se está equipando para
realizar vertiginosos viajes hacia el interior del
tiempo y toparse allí con ritmos que permitirán a
los enfermos recuperarse como antes Jo hacían en
la alta montaña o los mares merid'onllies. Los
parques de .atraccionesprefiguran los futuros sana-
torios. El estremecimiento que acompaña una
verdadera. experiencia cósmica no está ligado a ese
minúsculo fragmento de la naturaleza que·. sole-
mos llamar <<naturaleza». En las noches de extermi-
nio de la última guerra, una sensación similar a la
felicidad de los epilépticos sacudía, los ;"iembros
de la humanidad. Y las rebeliones que siguieron
luego constituyeron la' primera tentativa por ha-
cerse con' el control del nuevo cuerpo. El poder
del proletariado es la escala que mide su con vales-
cencia. Si la disciplina de éste no logra penetrarlo
hasta la médula, no lo salvará ningún razonamien-
to pacifista. Sólo en el delirio de la procreación
supera el ser vivo el vértigo del aniquilamiento.

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