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de tierra ancestral y favoreciendo programas de bienestar que conciernen edu-

cación y vivienda (Vergara et al., 2005; Sznajder, 2003). Desde una perspectiva
diferente, las asociaciones de derechos humanos y los activistas indígenas han
acusado a la Ley Indígena de 1993 de ser poco efectiva en sus respuestas a
las demandas de restitución de tierra ancestral. De acuerdo a esta ley, la tierra
puede ser transferida a los demandantes sólo si los propietarios están dispues-
tos a vender sus propiedades para ser compradas por el Estado. En la mayoría
de los casos, las compensaciones son establecidas mediante la asignación de
predios alternativos. Desde 1993, sólo una minoría de comunidades indígenas
ha conseguido la restitución de la tierra demandada, ya que la mayoría de ellas
han sido divididas y relocalizadas. Otra crítica de peso concierne a los procesos
burocráticos extremadamente intrincados de las demandas de tierras. Muchas
comunidades se niegan a entrar en negociaciones de tierras, temiendo que sus
esfuerzos, que incluyen largas reuniones con funcionarios y apoyo económico
para el consejo, pueden ser perdidos. Aun cuando las demandas de tierras pa-
recen ir bien encaminadas, varias dificultades, incluyendo la traspapelación de
documentos clave, puede detener el proceso.
A pesar del limitado margen de acción dado a los demandantes mapuche,
los miembros de la comunidad perciben las demandas de tierras como parte
del proceso más amplio de “reconstrucción territorial”. De una manera signifi-
cativa, esta opinión no es compartida por los funcionarios de la Conadi, para
quienes el promana de tierra no garantiza restitución, sino que en cambio ofrece
tierras como compensación económica. La “reconstrucción territorial” refiere
a un fenómeno heterogéneo que se despliega a diferentes escalas. Concierne
a las demandas localizadas de comunidades indígenas sobre terrenos despoja-
dos que pertenecían a los ancestros de los actuales habitantes.3 También puede
extenderse a dominios regionales, como en el caso de mapeo participativo de
tierras indígenas (Chapin et al., 2005) destinado a la restauración de alianzas
interrumpidas entre comunidades debido a la institución de la reducción (Hirt,
2009). Finalmente, la “reconstrucción territorial” puede estar asociada a las de-
mandas etno-nacionalistas de soberanía política para la totalidad de la “nación
mapuche” o Wallmapu.
Las tres formas de “reconstrucción territorial” comparten un problema cen-
tral, la inquietud en relación a la disrupción del vínculo entre identidad y territo-
rio causado por el despojo histórico de tierras. En sociedades caracterizadas por
la emergencia de grandes movimientos étnicos, el término “territorio” ha emergi-

3
Dada la preferencia tradicional por la virilocalidad, el tuwün tiende a identificarse con el territorio
asociado al patrilinaje de cada persona.

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PIERGIORGIO DI GIMINIANI

tecnología de los márgenes.indb 156 12/06/15 12:13

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