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¿Cómo prevenirla?
Para disminuir la circulación de los virus y por tanto la transmisión entre
personas, se aconsejan las siguientes medidas de higiene:
Cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable cuando se tose o se
estornuda, tirando el pañuelo después de usarlo.
Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, especialmente
después de toser o estornudar.
Evitar acercarse a personas que estén enfermas.
Tratar de no tocarse los ojos, la nariz ni la boca con las manos. Ésta es la
manera como a menudo se propagan los gérmenes.
El paciente con rinofaringitis debe evitar transmitir la infección.
¿Cómo se diagnostica?
Normalmente el diagnóstico de la rinofaringitis se basa en los síntomas. La
presencia de un cuadro de fiebre, malestar general, dolor de cabeza, odinofagia
(dolor para tragar) y tos con secreción nasal, suelen ser datos suficientes.
¿Cómo se trata?
Las medidas básicas en el tratamiento de la rinofaringitis son el reposo, la toma de
abundantes líquidos, en especial infusiones y zumos naturales. Recuerde, siempre
se debe de dejar de fumar y no beber bebidas alcohólicas. Además, suelen ser de
ayuda los tratamientos sintomáticos:
Analgésicos: Alivian el malestar y el dolor muscular y de cabeza, y disminuyen la
fiebre.
Lavado nasal: Disminuyen el grosor de la mucosa de las vías nasales y reducen la
congestión.
GASTRITIS
La gastritis es una inflamación de la mucosa gástrica, que es la capa de células que
reviste el estómago por dentro protegiéndolo de la acidez de los jugos gástricos.
Aunque no es correcto, es frecuente que el término gastritis sea utilizado como
sinónimo de dispepsia (dolor o molestias en el abdomen superior, así como
síntomas de quemazón, presión o plenitud relacionados muchas veces, aunque no
necesariamente, con las comidas).
La gastritis puede estar producida por múltiples causas: alcohol, tabaco, alimentos,
fármacos (antiinflamatorios no esteroideos), cirugías importantes, o infecciones (la
bacteria Helicobacter pylori se relaciona con algunos tipos de gastritis). Desde
finales del siglo XX se ha venido relacionando al H. Pylori con la patología gástrica
de una u otra forma. Es decir, la implicación de esta bacteria en la úlcera
gastroduodenal y como precursor de algún tipo de cáncer gástrico es indudable,
pero también juega un papel importante como causa de gastritis. De hecho, cuando
se ha estudiado su prevalencia, más de la mitad de la población presenta datos que
confirman la presencia de este germen en el estómago.
Causas
Las causas que pueden provocar la inflamación del revestimiento del
estómago son:
Consumo de cocaína.
Fumar.
Trastornos autoinmunes.
Estrés excesivo.
Otras causas menos comunes que pueden causar gastritis son el hecho de haberse
sometido a una cirugía mayor o sufrir alguna enfermedad gástrica que pueda
inflamar la mucosa del estómago.
Síntomas
Aunque en algunas ocasiones esta patología no presenta síntomas, las personas
que la sufren pueden experimentar las siguientes molestias:
Dolor abdominal.
Náuseas y vómitos.
Acidez de estómago.
Aerofagia.
Ausencia de hambre o inapetencia, que en ocasiones puede producir pérdida
de peso.
Heces de color negro y vómitos con sangre, en el caso de que la gastritis
cause sangrado en el revestimiento del estómago.
Prevención
La prevención de la gastritis pasa por evitar el uso de las sustancias que pueden
inflamar la mucosa del estómago. Evitar el uso prolongado de medicamentos como
el naproxeno, el ibuprofeno o el ácido acetilsalicílico, así como reducir o suprimir la
ingesta de alcohol y de comidas que puedan irritar el revestimiento estomacal,
evitará que se desarrolle una gastritis causada por este tipo de agentes.
Tipos
La gastritis se puede clasificar según la duración de la patología y según sus
síntomas y consecuencias. Según la duración, la gastritis puede ser:
Gastritis aguda: Una gastritis es aguda cuando dura algunos días y
desaparece cuando lo hace el agente causante. La gastritis aguda suele
estar causada por el consumo prolongado de algunos fármacos, como el
ibuprofeno, la ingesta excesiva de alcohol o el estrés.
Gastritis crónica: Se produce cuando la enfermedad dura meses o incluso
años. La principal causa de la gastritis crónica es la infección por la bacteria
Helicobacter pylori. También puede deberse a una alcalinización del pH del
estómago que se origina por el reflujo biliar.
Según la sintomatología y las consecuencias que pueda acarrear, la gastritis
también se puede clasificar en:
Gastritis erosiva: Se produce cuando se origina una ulceración en la
mucosa del estómago, debido a la debilidad de las mucosas que las
protegen, que dejan pasar los ácidos. Tiene una gran relación con el abuso
de tabaco y alcohol. Las erosiones pueden llegar a producir sangrado.
Gastritis atrófica: En este caso la capa protectora del estómago resulta
afectada, incrementando el riesgo de sufrir cáncer de estómago. La causa
más común de afectación de esta capa es la presencia de la bacteria
Helicobacter pylori. La gastritis atrófica presenta otro tipo de síntomas,
además de los comunes, como anemia, déficit de alguna vitamina o mala
absorción de los nutrientes durante la digestión.
Diagnóstico
La gravedad de la enfermedad y su duración dependen del agente causante, por lo
que en la mayoría de las ocasiones la gastritis se cura cuando desaparece la
sustancia, enfermedad o afección que la provoca. Las principales complicaciones
que se pueden presentar son el sangrado y el aumento del riesgo de sufrir cáncer
de estómago. En ocasiones, si la mucosa que recubre el estómago permanece
demasiado tiempo alterada, los ácidos pueden llegar a causar úlceras.
Entre las pruebas y exámenes que se pueden realizar para detectar una gastritis
está el análisis de sangre, con el objetivo de analizar el nivel de glóbulos rojos y
detectar una posible anemia que puede derivar en un debilitamiento del
revestimiento del estómago; una gastroscopia para comprobar el interior del
estómago y el estado de las mucosas; un análisis de heces para verificar si hay
sangrado, que puede ser un signo de hemorragia digestiva causada por gastritis y
también para detectar la presencia de la bacteria Helicobacter pylori.
Tratamientos
La sustancia o afección que causa la inflamación de la mucosa del estómago será
el factor del que dependa el tratamiento. Aunque lo normal es que la gastritis se
cure cuando desaparezca el agente causante, en ocasiones, dependiendo de la
incidencia de los síntomas y de la gravedad de la enfermedad, se utilizan algunos
medicamentos, como antiácidos e inhibidores de la bomba de protones, que
reducen la cantidad de ácido gástrico producido por las glándulas que cubren las
paredes del estómago, como omeprazol, pantoprazol o esomeprazol, entre otros.
En la mayoría de los casos el tratamiento con fármacos sólo es necesario cuando
hay infección bacteriana.
Adenovirus
Los adenovirus pueden causar diarrea, fiebre, conjuntivitis, cistitis y erupciones
cutáneas, pero el síntoma más frecuente es enfermedad respiratoria. Después del
rotavirus, es la principal causa de diarrea infantil.
Campylobacter
Los Campylobacter constituyen una de las causas bacterianas más comunes de
gastroenteritis en todo el mundo, y su infección es frecuente en niños de menos de
dos años. Esta puede provocar diarrea (a veces hemorrágica), cólicos, vómitos y
fiebre. Estas bacterias suelen transmitirse por los alimentos, por la ingestión de
carne cruda o poco cocinada (en especial carne de ave de corral) o de leche
contaminada.
Clostridium difficile
La infección por Clostridium difficile es la causa de hasta un 25 % de los casos de
diarrea asociada con antibióticos, generalmente contraída en hospitales o centros
de atención sanitaria3. Los ancianos y los pacientes inmunodeficientes son los
grupos de más riesgo. La reciente aparición de cepas muy toxigénicas y resistentes
de C. difficile ha dado lugar a un aumento de la frecuencia y la gravedad de los
brotes, así como a un incremento de la morbilidad y la mortalidad.
Escherichia coli
Escherichia coli, a menudo denominada E. coli, es la causa principal de la diarrea
del viajero y una de las causas más importantes de enfermedad diarreica en el
mundo en vías de desarrollo, sobre todo entre los niños. Las personas suelen
contraer E. coli por ingestión de agua contaminada con heces humanas o animales.
Escherichia coli O157:H7
Escherichia coli O157:H7 es un tipo de bacteria E. coli productora de la toxina tipo
Shiga, que causa infecciones gastrointestinales con síntomas que incluyen la
diarrea hemorrágica y los vómitos. Aunque generalmente se resuelve a los pocos
días, a veces (5 %-10 %4 de las infecciones) puede dar lugar a un síndrome urémico
hemolítico (SUH), que puede provocar insuficiencia renal si no se trata.
Helicobacter pylori
Helicobacter pylori, denominada H. pylori, causa gastritis y se ha asociado con el
desarrollo de úlceras gástricas y duodenales. Puede causar dolor estomacal o
náuseas, pero en muchos casos no tiene síntomas. Las personas infectadas tienen
un riesgo del 10 % al 20 % de desarrollar úlceras pépticas a lo largo de su vida y un
riesgo del 1 % al 2 % de cáncer de estómago5.
Rotavirus
El rotavirus es la causa más frecuente de diarrea en niños pequeños y lactantes y
es responsable de los casos más graves. Existe una vacuna contra el rotavirus, pero
en todo el planeta causa más de medio millón de muertes al año de niños menores
de cinco años.6 La mayor parte de estas se producen en países emergentes.
Salmonella y Shigella
La salmonelosis y la shigelosis son enfermedades gastrointestinales transmitidas
por los alimentos. Las bacterias Salmonella son comunes y se encuentran en carnes
crudas, carne de aves de corral, pescado y marisco y huevos, así como en leche y
productos lácteos. Entre los síntomas agudos de la infección por Salmonella están
las náuseas, vómitos, cólicos, diarrea, fiebre y dolor de cabeza. Las bacterias
Shigella suelen encontrarse en aguas contaminadas con heces humanas. Los
síntomas de la shigelosis (disentería bacilar) incluyen dolor abdominal, dolor cólico,
diarrea, fiebre, vómitos y sangre, pus o moco en las heces.
Staphylococcus aureus
Staphylococcus aureus es la causa más frecuente de intoxicación alimentaria. Ésta
se caracteriza por un comienzo repentino/violento, fuertes náuseas, dolor cólico,
vómitos y diarrea, y suele durar de 1 a 2 días. Este patógeno oportunista puede
encontrarse en humanos (piel, heridas infectadas, nariz y garganta) y se ha
relacionado con una amplia variedad de alimentos, incluidos carne y productos
cárnicos, carne de ave de corral y ovoproductos, ensaladas, productos de panadería
y productos lácteos.
Yersinia enterocolitica
La Yersinia enterocolitica, denominada Y. enterocolitica, es una causa relativamente
poco frecuente de diarrea y dolor abdominal. La mayoría de las veces la infección
se adquiere por ingestión de alimentos contaminados, en especial productos
porcinos crudos o poco cocinados, así como helado y leche. Entre los síntomas
habituales están la fiebre, el dolor abdominal y la diarrea, que a menudo es
hemorrágica.
DiagnósticoARRIBA
Cuando los síntomas apuntan a una posible infección gastrointestinal,el diagnóstico
se puede confirmar mediante pruebas de laboratorio utilizadas para el coprocultivo
o la detección de antígenos en muestras de heces. En ciertos casos (p. ej. en el
caso de E. coli, Salmonella, C. difficile …), se utilizan pruebas de sensibilidad a los
antibióticos para determinar la resistencia microbiana al tratamiento antibiótico, si
procede. Particularmente en los ámbitos hospitalarios, un diagnóstico rápido
proporciona información importante para aplicar medidas de control de infecciones.
Causas
La gastroenteritis bacteriana puede afectar a una persona o a un grupo de personas
que hayan ingerido el mismo alimento. Comúnmente se denomina intoxicación
alimentaria. Con frecuencia ocurre después de consumir alimentos en comidas al
aire libre, cafeterías de escuelas, grandes reuniones sociales o restaurantes.
NEURALGIA Y NEURITIS
Neuritis
Se define como la inflamación de uno o más nervios. Puede ser causada por
lesiones, infecciones o por enfermedades autoinmunes. Los síntomas más
característicos de la neuritis son: dolor, sensibilidad, alteraciones sensoriales,
entumecimiento, hipersensibilidad, falta de fuerza, falta de reflejos, alteraciones de
la circulación. Aunque hay quien emplea el término ‘neuritis’ como sinónimo de
neuropatía, lo cierto es que esta última palabra hace referencia a condiciones
(normalmente dolorosas) que guardan relación con daño, disfunción o degeneración
en el tejido nervioso, más que a inflamación aislada.
En determinadas circunstancias, la neuritis puede avanzar y alcanzar el grado de
neuropatía.
La neuritis puede afectar: A un solo nervio (mononeuritis), a un plexo o red de
nervios (plexitis), a varios nervios aislados de forma simultánea (mononeuritis
múltiple), a nervios muy separados entre sí (polineuritis). Los síntomas de la neuritis
suelen estar limitados a una parte concreta del cuerpo que es la que conectan los
nervios afectados por la inflamación. Una de las formas más frecuentes de neuritis
es la neuritis óptica. La inflamación de las neuronas sensitivas en una fibra nerviosa
causa sensaciones de cosquilleo, ardor o dolores punzantes que normalmente
empeoran por la noche y se agravan con el contacto o con los cambios de
temperatura. La inflamación de neuronas motoras provoca síntomas que van desde
la debilidad muscular hasta la parálisis completa. Los músculos del área conectada
por los nervios afectados pierden tonicidad (la tensión propia de los tejidos vivos),
se muestran sensibles y pueden mostrar atrofia. La parálisis facial o parálisis de
Bell, que provoca una distorsión característica de los músculos de un lado del rostro,
es una forma de mononeuritis provocada por la inflamación de un nervio facial (en
ocasiones, esta condición se ha descrito también como una forma de
mononeuropatía). El tratamiento se dirige a la causa de la neuritis: se pueden
prescribir analgésicos para aliviar el dolor. La recuperación suele ser rápida en los
casos menos severos.
Neuralgia
La neuralgia es un dolor agudo y espantoso que sigue la ruta de un nervio y se debe
a la irritación o daño al nervio.
Las neuralgias comunes abarcan:
Neuralgia postherpética (un dolor que continúa después de un brote de
herpes zóster)
Neuralgia del trigémino (un dolor como una puñalada o un electroshock en
parte de la cara)
Causas
Las causas de la neuralgia incluyen:
Irritación por químicos
Enfermedad renal crónica
Diabetes
Infecciones como herpes zóster (culebrilla), VIH, enfermedad de Lyme y sífilis
Medicamentos como cisplatino, paclitaxel o vincristina
Porfiria (trastorno de la sangre)
Presión sobre los nervios por huesos, ligamentos, vasos sanguíneos o
tumores cercanos
Traumatismo (incluyendo cirugía)
En muchos casos, la causa se desconoce.
La neuralgia posherpética y la neuralgia del trigémino son las dos formas más
comunes de neuralgia. Una neuralgia relacionada pero menos común afecta al
nervio glosofaríngeo, el cual suministra sensibilidad a la garganta.
La neuralgia es más común en las personas de edad avanzada, pero puede ocurrir
a cualquier edad.
ALERGIAS
Las alergias aparecen cuando el sistema inmunitario reacciona ante una sustancia
extraña (como el polen, el veneno de abejas o la caspa de las mascotas) o un
alimento que no provoca una reacción en la mayoría de las personas.
Tu sistema inmunitario produce sustancias conocidas como «anticuerpos». Cuando
tienes alergias, tu sistema inmunitario produce anticuerpos que identifican a un
alérgeno en particular como dañino, incluso si no lo es. Cuando entras en contacto
con el alérgeno, la reacción de tu sistema inmunitario puede hacer que la piel, los
senos paranasales, las vías respiratorias o el aparato digestivo se inflamen.
La gravedad de las alergias varía según la persona y puede ir desde una irritación
menor hasta anafilaxis (una situación de emergencia potencialmente mortal). Si bien
la mayoría de las alergias no tienen cura, los tratamientos pueden ayudarte a aliviar
los síntomas de alergia.
Síntomas
Los síntomas de la alergia, que dependen de la sustancia involucrada, pueden
afectar las vías respiratorias, los senos y fosas nasales, la piel y el aparato digestivo.
Las reacciones alérgicas pueden ir de leves a graves. En algunos casos graves, las
alergias pueden desencadenar una reacción que puede poner en riesgo la vida, la
cual se conoce como «anafilaxia».
La fiebre del heno, también llamada «rinitis alérgica», puede provocar:
Estornudos
Picazón en la nariz, en los ojos o el paladar
Mocos, nariz congestionada
Ojos llorosos, irritados o hinchados (conjuntivitis)
Una alergia alimentaria puede causar:
Hormigueo en la boca
Hinchazón en los labios, lengua, rostro o garganta
Urticaria
Anafilaxia
Una alergia por una picadura de insecto puede causar:
Una zona de una gran hinchazón (edema) en el lugar de la picadura
Picazón o urticaria en todo el cuerpo
Tos, opresión en el pecho, sibilancia o falta de aire
Anafilaxia
Una alergia a un medicamento puede causar:
Urticaria
Picazón en la piel
Erupción cutánea
Hinchazón en la cara
Sibilancia
Anafilaxia
La dermatitis atópica, trastorno alérgico de la piel también llamado «eccema»,
puede provocar:
Picazón
Enrojecimiento
Hojuelas o escamas
Anafilaxia
Algunos tipos de alergias, como las alergias a alimentos y a picaduras de insectos,
pueden desencadenar una reacción grave conocida como «anafilaxia». La
anafilaxia, una emergencia médica que pone en riesgo la vida, puede hacer que
entres en estado de choque. Algunos de los signos y síntomas de la anafilaxia son
los siguientes:
Pérdida del conocimiento
Caída de la presión arterial
Grave dificultad para respirar
Erupción cutánea
Aturdimiento
Pulso rápido y débil
Náuseas y vómitos
Cuando consultar al médico
Podrías consultar con un médico si tienes síntomas que crees que son a causa de
una alergia y los medicamentos de venta libre para la alergia no brindan alivio
suficiente. Si tienes síntomas después de comenzar a tomar un medicamento
nuevo, llama de inmediato al médico que te lo recetó.
En el caso de una reacción alérgica grave (anafilaxia), llama al 911 o al número local
de emergencias o busca ayuda de emergencia médica. Si llevas contigo epinefrina
autoinyectable (Auvi-Q, EpiPen u otros), inyéctate de inmediato.
Incluso si tus síntomas mejoran después de una inyección de epinefrina, debes ir al
departamento de emergencia para asegurarte de que los síntomas no regresen
cuando se pasen los efectos de la inyección.
Si anteriormente has tenido un ataque alérgico grave o cualquier signo o síntoma
de anafilaxia, pide una consulta para ver a tu médico. La evaluación, el diagnóstico
y el control de la anafilaxia son complicados, por lo que seguramente deberás ver a
un médico especialista en alergias e inmunología.
Causas
Una alergia comienza cuando tu sistema inmunitario confunde una sustancia
normalmente inofensiva con un invasor peligroso. El sistema inmunitario produce
anticuerpos que permanecen alertas con respecto a ese alérgeno en particular.
Cuando vuelves a estar expuesto al alérgeno, estos anticuerpos pueden liberar una
cantidad de químicos del sistema inmunitario, como la histamina, que causan
síntomas de alergia.
Algunos de los causantes más frecuentes de alergia son:
Alérgenos aéreos, como el polen, la caspa de mascotas, los ácaros del polvo
y el moho
Ciertos alimentos, en especial el maní, frutos secos, trigo, soja, pescado,
mariscos, huevos y leche
Picaduras de insectos, como las de abeja o de avispa
Medicamentos, en especial la penicilina o antibióticos basados en la
penicilina
Látex u otras sustancias que toques, que pueden causar reacciones
alérgicas en la piel
Factores de riesgo
Es más probable tengas una alergia si ocurre lo siguiente:
Tienes antecedentes familiares de asma o alergias, como rinitis alérgica
(fiebre del heno), urticaria o eccema
Eres un niño
Tienes asma u otra afección alérgica
Complicaciones
Tener alergia aumenta el riesgo de padecer otros problemas médicos como los
siguientes:
Anafilaxia. Si tienes alergias graves, tienes un riesgo mayor de tener esta reacción
grave inducida por la alergia. Los alimentos, los medicamentos y las picaduras de
insectos son los detonantes más comunes de la anafilaxia.
Asma. Si tienes alergia, tienes mayor probabilidad de tener asma, una reacción del
sistema inmunitario que afecta las vías respiratorias y la respiración. En muchos
casos, el asma se desencadena por la exposición a un alérgeno en el entorno (asma
inducido por la alergia).
Sinusitis e infecciones de los oídos o pulmones. El riesgo de contraer estas
afecciones es mayor si tienes fiebre del heno o asma.
Prevención
La prevención de las reacciones alérgicas depende del tipo de alergia que tengas.
Algunas medidas generales son las siguientes:
Evita los detonantes conocidos. Incluso si estás tratando tus síntomas de la
alergia, intenta evitar los detonantes. Por ejemplo, si eres alérgico al polen,
durante las épocas de mayor polinización, permanece puertas adentro, con
las puertas y las ventanas cerradas. Si eres alérgico a los ácaros del polvo,
desempolva, usa una aspiradora y lava las sábanas a menudo.
Escribe un diario. Cuando intentes identificar qué causa o empeora tus
síntomas alérgicos, registra tus actividades, lo que comes, cuándo ocurren
los síntomas y qué parece ayudar. Esto puede ayudarles a ti y a tu médico a
identificar los detonantes.
Utiliza un brazalete de alerta médica. Si has sufrido una reacción alérgica
grave, un brazalete (o un collar) de alerta médica sirve para advertir a los
demás que sufres alergia grave, en el caso de que tengas una reacción que
te impida comunicarte.
AMEBIASIS
La amebiasis es la infección por Entamoeba histolytica. En general, es asintomática,
pero sus síntomas pueden ir desde diarrea leve hasta disentería grave. Las
infecciones extraintestinales pueden manifestarse como abscesos hepáticos. El
diagnóstico consiste en la identificación de la E. histolytica en muestras de heces o
con pruebas serológicas. El tratamiento de la enfermedad sintomática es
metronidazol o tinidazol, seguido de paromomicina u otros fármacos activos contra
los quistes en la luz.
Hay 3 especies de Entamoeba morfológicamente indistinguibles, aunque con
técnicas moleculares puede demostrarse que son especies diferentes:
E. histolytica (patógena)
E. dispar (colonizadora inocua, más frecuente)
E. moshkovskii (capacidad patogénica incierta)
La amebiasis se debe a la infección por E. histolytica y tiende a producirse en
regiones con malas condiciones socioeconómicas y problemas sanitarios. La
mayoría de las infecciones se detectan en inmigrantes de América Central, la región
occidental de América del Sur, las áreas occidental y septentrional de África e India
subcontinental. En los países desarrollados (p. ej., Estados Unidos), la mayoría de
los casos se diagnostican en inmigrantes recientes y viajeros que regresan de
regiones endémicas.
Causas
La E histiolytica puede vivir en el intestino grueso (colon) sin causarle daño. En
algunos casos, invade la pared del colon y causa colitis, disentería aguda o diarrea
prolongada (crónica). La infección puede también diseminarse a través del torrente
sanguíneo al hígado. En raras ocasiones, se puede propagar a los pulmones, el
cerebro o a otros órganos.
Esta afección se presenta en todo el mundo. Es más común en áreas tropicales
donde hay condiciones de hacinamiento y salubridad deficiente. África, México,
partes de Suramérica e India tienen problemas de salud significativos debido a esta
afección.
El parásito se puede propagar:
A través del agua o los alimentos contaminados con heces
A través del fertilizado hecho con desechos humanos
De persona a persona, particularmente por el contacto con la boca o la zona
rectal de una persona infectada
Los factores de riesgo para la amebiasis grave incluyen:
Alcoholismo
Cáncer
Desnutrición
Edad avanzada o temprana
Embarazo
Viaje reciente a una región tropical
Uso de corticoesteroides para inhibir el sistema inmunitario
INFECCIÓN DE LAS VÍAS URINARIAS
Una infección de las vías urinarias es una infección que se produce en cualquier
parte del aparato urinario: los riñones, los uréteres, la vejiga y la uretra. La mayoría
de las infecciones ocurren en las vías urinarias inferiores (la vejiga y la uretra).
Las mujeres son más propensas a contraer una infección urinaria que los hombres.
La infección que se limita a la vejiga puede ser dolorosa y molesta. Sin embargo,
puedes tener consecuencias graves si la infección urinaria se extiende a los riñones.
Por lo general, los médicos tratan las infecciones de las vías urinarias con
antibióticos. Pero puedes tomar medidas para reducir las probabilidades de contraer
una infección urinaria en primer lugar.
Síntomas
Las infecciones de las vías urinarias no siempre causan signos y síntomas, pero
cuando lo hacen, estos pueden comprender:
Necesidad imperiosa y constante de orinar
Sensación de ardor al orinar
Orinar frecuentemente en pequeñas cantidades
Orina de aspecto turbio
Orina de color rojo, rosa brillante o amarronado (un signo de sangre en la
orina)
Orina con olor fuerte
Dolor pélvico en las mujeres, especialmente en el centro de la pelvis y
alrededor de la zona del hueso púbico
En los adultos mayores, puede que las infecciones urinarias se pasen por
alto o se confundan con otras afecciones.
Tipos de infecciones de las vías urinarias
Cada tipo de infección urinaria puede provocar signos y síntomas más específicos
según la parte de las vías urinarias que esté infectada.
Causas
Las infecciones urinarias suelen ocurrir cuando ingresan bacterias en las vías
urinarias a través de la uretra y comienzan a multiplicarse en la vejiga. Aunque el
aparato urinario está preparado para impedir el ingreso de estos invasores
microscópicos, estas defensas a veces fallan. Cuando esto ocurre, las bacterias
pueden proliferar hasta convertirse en una infección totalmente desarrollada en las
vías urinarias.
Las infecciones urinarias más frecuentes se presentan principalmente en las
mujeres y afectan la vejiga y la uretra.
Infección de la vejiga (cistitis). Por lo general, este tipo de infección urinaria es
causado por la Escherichia coli (E. coli), un tipo de bacteria que se encuentra
frecuentemente en el tubo gastrointestinal. Sin embargo, algunas veces son
responsables otras bacterias.
Las relaciones sexuales pueden ocasionar cistitis, pero no hace falta ser
sexualmente activo para padecerla. Todas las mujeres están en riesgo de padecer
cistitis debido a su anatomía; específicamente, por la corta distancia desde la uretra
hasta el ano y del orificio uretral a la vejiga.
Infección de la uretra (uretritis). Este tipo de infección urinaria puede ocurrir cuando
las bacterias en el tubo gastrointestinal se propagan desde el ano hacia la uretra.
Asimismo, debido a que la uretra femenina está cerca de la vagina, las infecciones
de transmisión sexual —tales como herpes, gonorrea, clamidiosis y micoplasma—
pueden causar uretritis.
Factores de riesgo
Las infecciones urinarias son frecuentes en las mujeres y muchas tienen más
de una infección durante sus vidas. Entre los factores de riesgo de infección
urinaria específicos de las mujeres se encuentran:
Anatomía femenina. Las mujeres tienen la uretra más corta que los hombres,
lo que acorta la distancia que las bacterias deben atravesar para alcanzar la
vejiga.
Actividad sexual. Las mujeres sexualmente activas son proclives a tener más
infecciones urinarias que las que no lo están. Tener una nueva pareja sexual
también incrementa el riesgo.
Ciertos tipos de anticonceptivos. Las mujeres que usan diafragmas como
método anticonceptivo pueden tener un riesgo más elevado, al igual que las
mujeres que usan espermicidas.
Menopausia. Después de la menopausia, la disminución del estrógeno
circulante produce cambios en las vías urinarias que te vuelven más
vulnerable a la infección.
Otros factores de riesgo de infección urinaria comprenden:
Anormalidades en las vías urinarias. Los bebés que nacen con
anormalidades en las vías urinarias que no permiten que la orina salga del
cuerpo con normalidad o que provocan que la orina retroceda a la uretra
tienen riesgo elevado de infecciones urinarias.
Obstrucciones en las vías urinarias. Los cálculos renales o una próstata
agrandada pueden provocar que la orina quede atrapada en la vejiga y
aumentar el riesgo de infecciones urinarias.
Sistema inmunitario deprimido. La diabetes y otras enfermedades que
deterioran el sistema inmunitario (las defensas del organismo contra los
gérmenes) pueden aumentar el riesgo de infecciones urinarias.
Uso de catéter. Las personas que no pueden orinar por sí solas y usan un
tubo (catéter) para hacerlo tienen riesgo elevado de infecciones urinarias.
Esto puede comprender a las personas que están hospitalizadas, las que
tienen problemas neurológicos que hacen difícil controlar su habilidad para
orinar y las personas que están paralizadas.
Procedimiento urinario reciente. La cirugía urinaria, como también un
examen de las vías urinarias que comprenda el uso de instrumental médico,
puede aumentar el riesgo de padecer una infección urinaria.
Complicaciones
Cuando se tratan rápida y adecuadamente, es poco común que las infecciones de
las vías urinarias inferiores tengan complicaciones. Pero si una infección urinaria se
deja sin tratar, puede tener consecuencias graves.
Las complicaciones de una infección urinaria pueden comprender:
Infecciones recurrentes, en especial, en mujeres que sufren dos o más
infecciones de las vías urinarias en un período de seis meses, o cuatro o más
en un año.
Daño renal permanente debido a una infección renal aguda o crónica
(pielonefritis) provocada por una infección urinaria sin tratar.
Riesgo elevado para las mujeres embarazadas de tener un bebé de bajo
peso al nacer o prematuro.
Estrechamiento (constricción) de la uretra en hombres con uretritis recurrente
que anteriormente tuvieron uretritis gonocócica.
Septicemia, una complicación de las infecciones que puede poner en riesgo
la vida, especialmente si la infección se extiende hacia arriba, más allá de las
vías urinarias, hasta los riñones.
Prevención
Puedes adoptar las siguientes medidas para reducir el riesgo de infección de las
vías urinarias:
Bebe mucho líquido, especialmente agua. Beber agua ayuda a diluir la orina
y garantiza que orinarás con mayor frecuencia, lo que permite expulsar las
bacterias de las vías urinarias antes de que pueda comenzar la infección.
Bebe jugo de arándanos rojos. Si bien los estudios no son concluyentes
sobre las propiedades del jugo de arándanos rojos para evitar las infecciones
urinarias, probablemente no sea dañino.
Límpiate desde adelante hacia atrás. Hacerlo de esta forma después de
orinar y evacuar los intestinos ayuda a evitar que las bacterias de la región
anal se propaguen a la vagina y la uretra.
Vacía la vejiga poco después de tener relaciones sexuales. También bebe
un vaso lleno de agua para ayudar a expulsar las bacterias.
Evita utilizar productos femeninos potencialmente irritantes. El uso de
desodorantes en aerosol u otros productos femeninos (como las duchas y los
talcos) en la zona genital puede irritar la uretra.
Cambia tu método anticonceptivo. Los diafragmas o los preservativos sin
lubricante o con espermicida pueden contribuir al crecimiento de bacterias.