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Programación diaria
Filemón
Las epístolas (o cartas) del Nuevo Testamento, como ya hemos
dicho al comienzo cuando estábamos estudiando la epístola a los
Romanos, fueron una nueva forma de revelación de parte de Dios.
Antes de ellas, Dios utilizó la ley, la historia, la poesía, la profecía,
y los documentos llamados evangelios. Cuando Dios utilizó las
epístolas adoptó un método más directo y personal. Y hay
diferentes clases de epístolas. Algunas fueron dirigidas a iglesias;
otras fueron escritas a individuos y eran más íntimas.
Creemos, francamente, que cuando el Apóstol Pablo estaba
escribiendo esta carta a Filemón, no pensaba que iba a ser
incluida en el Canon de las Escrituras. Si hubiera sabido que la
iba a leer tanta gente, quizás se habría sentido cohibido. Al leer
esta carta nos imaginamos que estamos leyéndola mirando sobre
los hombros de Filemón, leyendo su correspondencia personal.
Pablo le escribió a él personalmente. Esta circunstancia no quita
ningún mérito a la inspiración y valor de esta epístola. El Espíritu
de Dios la incluyó en el Canon de las Escrituras por una razón
muy definida.
Ahora, detrás de esta carta hay, por supuesto, una historia.
Filemón, vivía en un lugar llamado Colosas. Estaba ubicado en la
zona de Frigia en la sección de Anatolia, que corresponde a la
Turquía de hoy. Sin embargo, no existe ninguna ciudad allí en la
actualidad. Solamente se encuentran ruinas. Pero en los días de
Pablo ésta era una gran ciudad. Ya sabemos que una de las
epístolas de Pablo fue escrita a los creyentes de Colosas. No ha
quedado ningún registro de que Pablo haya visitado Colosas, pero
como imaginamos que hay muchos detalles que desconocemos,
suponemos que Pablo puede haber visitado esa ciudad.
La historia de esta epístola transcurre con el trasfondo de los
oscuros antecedentes de la esclavitud. Había aproximadamente
60 millones de esclavos en el Imperio Romano, en el cual la
población total no excedía los 120 millones. Un esclavo era como
un objeto. Era tratado peor que un enemigo y estaba sujeto a los
caprichos de su amo.
En Colosas había un hombre rico que se había salvado
depositando su fe en Cristo. Aparentemente había llegado de
Efeso, donde Pablo había estado dos años enseñando, cada día,
en la escuela de Tirano, y la gente acudía a escucharle desde
todas las poblaciones de esa área. Había millones de personas en
Asia Menor, y Filemón era simplemente uno de los hombres que
vino a conocer al Señor Jesús.
Ahora, Filemón tenía esclavos, y tenía uno llamado Onésimo.
Onésimo trató de aprovechar una oportunidad un día, como
hubiera hecho cualquier otro esclavo, y huyó de la casa. Él hizo
lo que aparentemente hacía la mayoría de los esclavos fugitivos
en aquel día, se dirigió directamente a una gran ciudad. Y este
esclavo recorrió todo el camino hasta la ciudad de Roma. En
medio de una población tan numerosa, podía esconderse, pasar
desapercibido, y nunca sería reconocido.
Ahora, cierto día, este hombre Onésimo, que había sido un
esclavo, se dio cuenta de que había una esclavitud en la libertad,
y que había una libertad en la esclavitud. Cuando él era un
esclavo, no se preocupaba sobre donde iba a dormir, o sobre qué
iba a comer. Su amo tenía que ocuparse de ello. Pero una vez
libre y en Roma, tenía un verdadero problema. Podemos
imaginarle caminando por una calle un día y viendo a un grupo
de personas reunidas escuchando a un hombre. Onésimo se
infiltró en el grupo, se abrió paso hasta el frente y allí vio que ese
hombre estaba encadenado. Onésimo había huido de las cadenas
y pensó que estaba libre, pero cuando escuchó a ese hombre, que
por cierto se llamaba Pablo, seguramente pensó: "Este hombre
está libre y yo soy aun un esclavo, un esclavo del apetito; soy un
esclavo de la economía. Aun soy un esclavo, pero ese hombre,
aunque esté encadenado, está libre".
Onésimo esperó a que se retirara toda la gente y entonces se
acercó a Pablo. Quería saber más sobre lo que Pablo estaba
predicando, y el apóstol lo guió a Cristo; es decir, le presentó el
evangelio, le habló de cómo Jesús había muerto por él, como
había sido sepultado, pero resucitó al tercer día. Le pidió a
Onésimo que depositara su confianza en Cristo y él así lo hizo.
Onésimo fue entonces una nueva creación en Cristo Jesús.
Después Onésimo hizo lo que cualquier persona que se ha
convertido hace. Pensó en su vida pasada y en las cosas que había
hecho mal y que quería corregir. Seguramente le dijo a Pablo:
"Pablo, hay algo que debo confesarte. Soy un esclavo fugitivo".
Pablo le preguntó de dónde había llegado a Roma, y Onésimo le
respondió que era de Asia Menor, de la ciudad de Colosas. Pablo
entonces le dijo: "Allí hay una iglesia. ¿Quién era tu amo?" A lo
que Onésimo respondió: Mi amo era Filemón". Y Pablo le volvió a
preguntar: "¿estás hablando de Filemón, el que vive en la calle
principal?" "Si, el mismo" respondió Onésimo. Y Pablo dijo
entonces: "Bueno, él también es uno de mis convertidos, y me
debe mucho". Y Onésimo le preguntó: "Bueno, Pablo ¿debería yo
regresar a él?" A lo cual Pablo contestó afirmativamente y le dijo
que al regresar se encontraría en una situación diferente, y que
le enviaría a Filemón una carta por medio de él. Y esta es la carta
que tenemos ante nosotros, la carta de Pablo a Filemón.
En el corazón humano siempre ha existido un gran deseo de ser
libres. Pero en la actualidad hay millones de personas que son
esclavas del alcohol o de las drogas. Otros son esclavos del
dinero. No son libres, aunque lo parezcan. En nuestro tiempo las
personas se enorgullecen de ser libres. Piensan que están libres,
pero el Señor Jesús dijo, en Juan 8:36, Si el Hijo os liberta, seréis
verdaderamente libres. Nadie encontrará argumentos a favor o
en contra de la esclavitud en esta epístola. Lo que sí usted
aprenderá es que hay una libertad que está por encima de todas
las esclavitudes del mundo. Es la libertad que cada uno de
nosotros quiere tener. Examinemos ahora de cerca esta carta a
Filemón.
El tema de carta desarrolla la revelación del amor de Cristo por
nosotros; es una demostración de cómo debería funcionar el amor
fraternal. El propósito principal de esta carta es revelar el amor
de Cristo por nosotros en lo que hizo por nosotros al interceder a
favor nuestro ante Dios. Esta es una de las mejores ilustraciones
de la sustitución. En el v. 18 leemos lo siguiente: Si en algo te
dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Podemos escuchar a Cristo
mostrando su acuerdo con ocupar nuestro lugar y en tener todo
nuestro pecado imputado a Él. Jesús ocupó nuestro lugar en la
muerte, pero nos da Su lugar en la vida. Dice el v. 17 de esta
carta, Así que, si me tienes por compañero, recíbelo como a mí
mismo. Tenemos la posición de Cristo ante Dios, o no tenemos
ninguna posición en absoluto. Onésimo, un esclavo fugitivo poco
rentable, había de ser recibido como Pablo, el gran apóstol sería
recibido en la casa de Filemón.
El propósito práctico de esta carta es enseñar el amor fraternal.
Pablo habló de una nueva relación entre amo y siervo en las otras
Epístolas de la Prisión. Aquí demostró cómo debía funcionar dicha
relación. Estos hombres, que pertenecían a dos diferentes clases
del Imperio Romano, que se odiaban y se perjudicaban
mutuamente, eran entonces hermanos en Cristo, y tenían que
actuar como tales. Y pensando en nuestro tiempo, ésta es la única
solución para una convivencia en paz en la economía, entre los
que ejercen la autoridad y los que obedecen. Leamos entonces el
versículo uno de esta carta, que encabeza