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Por ende, factores tales como la calidad, los recursos y la sostenibilidad al impartir
educación tienen la misma relevancia para esas modalidades y prácticas de
educación de adultos que se enmarcan dentro de ámbitos no institucionalizados.
Esto nos lleva a preguntarnos cuáles son esos entornos. Sería deseable que en la
política educativa del BMZ se identificaran las estructuras sociales donde se
desarrolla esa educación de adultos, una práctica que también respalde la
educación de niños y niñas. Estas estructuras sociales son asociaciones
comunitarias, clubes locales y ONG. Por tanto, las mejoras en el acceso y la calidad
de la educación también deben verificarse en dichas estructuras. Así pues, será
importante incluir una preocupación explícita por el fortalecimiento de la capacidad
de esas asociaciones comunitarias y ONG como actores indispensables en la tarea
de impartir educación en general y educación de adultos en particular.
El mundo actual es distinto del de hace dos décadas. Desde entonces hasta ahora
muchos países y ONG del Hemisferio Sur han adquirido una enorme capacidad
para diseñar e impartir programas de educación —incluida la educación de
adultos— en gran medida gracias al apoyo de varios organismos internacionales
como el BMZ. También sería positivo que en la política del BMZ se reconociera este
cambio en la realidad y se propusiera una estrategia de cooperación Sur-Sur al
momento de diseñarla. Aun cuando en esas declaraciones de política se suele hacer
referencia a la cooperación Sur-Sur, su efectiva aplicación práctica aún no se
encuentra adecuadamente desarrollada. El hecho de que el BMZ se comprometiera
a llevar a efecto la cooperación Sur-Sur sería una demostración palmaria de que
existen nuevas formas de multilateralismo mundial para el futuro.
Resulta, sin duda, digno de encomio el que la política del BMZ se comprometa a
aumentar de manera sustancial sus inversiones en África. Con todo, en el
documento prácticamente se pasan por alto las necesidades de Asia, ya que al
parecer se da por supuesto que los países de este continente se encuentran hoy en
día económicamente desarrollados y pueden valerse por sí mismos. Si bien es cierto
que en la actualidad muchos países asiáticos cuentan con los medios para financiar
su propia educación, se observan en la región algunas tendencias que requieren un
compromiso más decidido y permanente de parte de organismos internacionales
como el BMZ. En primer lugar, el BMZ podría involucrar a los gobiernos asiáticos
en la tarea de elaborar políticas de educación propias, que sean más integrales y
que en términos generales se enmarquen dentro del aprendizaje a lo largo de toda
la vi-da. En segundo lugar, el rápido crecimiento económico observado en muchos
países asiáticos ha dado lugar a situaciones de creciente desigualdad al interior de
los mismos, lo cual ha generado un clima de descontento y frustración que es fuente
de tensiones y conflictos. La mayoría de los países asiáticos están afrontando en la
época actual esas situaciones de violencia y agitación interna. En su condición de
palancas de crecimiento económico, las sociedades asiáticas están
experimentando, asimismo, la peor crisis de contaminación y degradación del medio
ambiente. Este último fenómeno se ve agravado por el hecho de que las empresas
asiáticas están compitiendo encarnizadamente con sus contrapartes europeas y
estadounidenses.