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5 La Educación y el Nuevo Orden Mundial


Han transcurrido más de dos décadas desde que una coalición internacional de
actores mundiales y nacionales se reunió en Jomtien (Tailandia), donde manifestó
colectivamente su determinación de respaldar la educación como parte integral del
desarrollo socioeconómico del mundo. Desde entonces, los objetivos establecidos
en relación con la Educación para Todos (EPT) han sido sometidos a varias
revisiones, y a lo largo de este período los compromisos para alcanzarlos, asumidos
por agencias internacionales y gobiernos nacionales, han experimentado diversos
altibajos. Durante la primera década desde la Declaración de Jomtien, la atención
se concentró mayormente en las tasas de matrícula en la enseñanza primaria.
Durante la última década, el centro de interés pasó a ser la educación terciaria, en
especial los estudios postsecundarios. En alguna etapa de este proceso, la
educación de adultos, la alfabetización y el aprendizaje a lo largo de toda la vida
han quedado excluidos.

Resulta, por tanto, alentador enterarse de que el Ministerio Federal Alemán de


Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ) acaba de promulgar por primera vez su
política en materia de educación. Transformar la educación en parte integral de su
estrategia de cooperación internacional constituye, sin lugar a dudas, un importante
avance. El documento fue recientemente dado a conocer por Hans-Jurgen
Beerfeltz, Secretario de Estado de dicho Ministerio, en una mesa redonda
organizada por DVV International en Berlín el 11 de mayo de 2011. Como
participante en ese debate, formulé diversas observaciones sobre el marco de las
políticas y sus implicaciones, las que pasaré a enumerar brevemente en este
artículo.

En primer lugar, es importante reconocer que la declaración de políticas formulada


por el BMZ representa una iniciativa oportuna para el mundo del mañana. Es de
esperar que otros gobiernos de la OCDE sigan el ejemplo alemán y propongan sus
propias políticas.

En segundo lugar, la declaración de políticas del BMZ sobre educación está


integralmente vinculada a su estrategia de desarrollo mundial y a sus resultados
previstos. No ocurre con frecuencia que gobiernos nacionales u organismos
internacionales promulguen políticas de educación tan estrechamente integradas
en su estrategia de desarrollo global. Así pues, tal vez sería provechoso que el BMZ
diera a conocer dichas políticas a diversos gobiernos nacionales y organismos
internacionales de modo de alentarlos a elaborar sus propias iniciativas.
En tercer lugar, dicha política define claramente la manera en que se puede
promover, impartir y supervisar la educación en sus futuros acuerdos de
cooperación internacional. Asimismo, enumera sus compromisos financieros para
el próximo quinquenio. Se trata, en consecuencia, de una combinación de principios,
estrategias, productos finales y metas. De manera que su progreso puede ser
evaluado en función de sus propias aspiraciones.

Sin embargo, la declaración de políticas y su exposición han creado la impresión de


que la educación es un bien público perpetuo. Se da por sentado que la educación
es inocua y solo resulta beneficiosa para las personas, las comunidades y las
naciones. La verdad es que la educación también tiene sus puntos débiles. En India,
tal como lo demuestran los datos del último censo, la tendencia descendente en el
índice de masculinidad se encuentra más generalizada en zonas cuyos habitantes
poseen una mejor situación económica (Delhi, Haryana, Punjab, Gujarat, etc.). La
incidencia de muertes asociadas a la dote y del feticidio femenino es mayor en las
familias más educadas. A medida que el mundo se convulsiona frente al cambio
climático, debemos reconocer que los pueblos aborígenes analfabetos y
semianalfabetos, las comunidades que habitan en bosques, etc., están recurriendo
a prácticas para preservar el medio ambiente; son los hábitos de consumo de las
clases medias educadas de las zonas urbanas los que causan la mayor destrucción
ambiental. Por consiguiente, es menester concentrarse en métodos que permitan
minimizar las consecuencias negativas no intencionales asociadas a la educación.

En segundo término, en la declaración de política del BMZ se alude constantemente


a la educación que se imparte en instituciones: escuelas, colleges, universidades.
Si bien gran parte de la educación formal tiene lugar efectivamente a nivel
institucional, es importante reconocer que un porcentaje importante de la enseñanza
—y una proporción aun mayor del aprendizaje— se desarrolla en ámbitos no
institucionales, en el mero hecho de vivir y en la existencia cotidiana. Sólo cuando
en la política se admite la preponderancia de la educación en un entorno no
institucional, es posible explorar la manera de establecer una sinergia entre ambos.
Es al promover esa sinergia, y no al negar su propia existencia y legitimidad, como
podemos obtener auténticos beneficios de la educación. Lo anterior resulta
especialmente pertinente en el ámbito de la educación de adultos, gran parte de la
cual se desarrolla en ambientes no institucionales que también requieren apoyo,
recursos y vínculos.

Por ende, factores tales como la calidad, los recursos y la sostenibilidad al impartir
educación tienen la misma relevancia para esas modalidades y prácticas de
educación de adultos que se enmarcan dentro de ámbitos no institucionalizados.
Esto nos lleva a preguntarnos cuáles son esos entornos. Sería deseable que en la
política educativa del BMZ se identificaran las estructuras sociales donde se
desarrolla esa educación de adultos, una práctica que también respalde la
educación de niños y niñas. Estas estructuras sociales son asociaciones
comunitarias, clubes locales y ONG. Por tanto, las mejoras en el acceso y la calidad
de la educación también deben verificarse en dichas estructuras. Así pues, será
importante incluir una preocupación explícita por el fortalecimiento de la capacidad
de esas asociaciones comunitarias y ONG como actores indispensables en la tarea
de impartir educación en general y educación de adultos en particular.

El mundo actual es distinto del de hace dos décadas. Desde entonces hasta ahora
muchos países y ONG del Hemisferio Sur han adquirido una enorme capacidad
para diseñar e impartir programas de educación —incluida la educación de
adultos— en gran medida gracias al apoyo de varios organismos internacionales
como el BMZ. También sería positivo que en la política del BMZ se reconociera este
cambio en la realidad y se propusiera una estrategia de cooperación Sur-Sur al
momento de diseñarla. Aun cuando en esas declaraciones de política se suele hacer
referencia a la cooperación Sur-Sur, su efectiva aplicación práctica aún no se
encuentra adecuadamente desarrollada. El hecho de que el BMZ se comprometiera
a llevar a efecto la cooperación Sur-Sur sería una demostración palmaria de que
existen nuevas formas de multilateralismo mundial para el futuro.

Resulta, sin duda, digno de encomio el que la política del BMZ se comprometa a
aumentar de manera sustancial sus inversiones en África. Con todo, en el
documento prácticamente se pasan por alto las necesidades de Asia, ya que al
parecer se da por supuesto que los países de este continente se encuentran hoy en
día económicamente desarrollados y pueden valerse por sí mismos. Si bien es cierto
que en la actualidad muchos países asiáticos cuentan con los medios para financiar
su propia educación, se observan en la región algunas tendencias que requieren un
compromiso más decidido y permanente de parte de organismos internacionales
como el BMZ. En primer lugar, el BMZ podría involucrar a los gobiernos asiáticos
en la tarea de elaborar políticas de educación propias, que sean más integrales y
que en términos generales se enmarquen dentro del aprendizaje a lo largo de toda
la vi-da. En segundo lugar, el rápido crecimiento económico observado en muchos
países asiáticos ha dado lugar a situaciones de creciente desigualdad al interior de
los mismos, lo cual ha generado un clima de descontento y frustración que es fuente
de tensiones y conflictos. La mayoría de los países asiáticos están afrontando en la
época actual esas situaciones de violencia y agitación interna. En su condición de
palancas de crecimiento económico, las sociedades asiáticas están
experimentando, asimismo, la peor crisis de contaminación y degradación del medio
ambiente. Este último fenómeno se ve agravado por el hecho de que las empresas
asiáticas están compitiendo encarnizadamente con sus contrapartes europeas y
estadounidenses.

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