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Manuela:
Llegaste de improviso, como siempre. Sonriente. Notoria. Dulce. Eras tú. Te miré. Y la noche fue
tuya. Toda. Mis palabras. Mis sonrisas. El viento que respiré y te enviaba en suspiros. El tiempo fue
cómplice por el tiempo que alargué el discurso frente al Congreso para verte frente a mí, sin
moverte, quieta, mía…
Utilicé las palabras más suaves y contundentes; sugerí espacios terrenales con problemas qué
resolver mientras mi imaginación te recorría; los generales que aplaudieron de pie no se
imaginaron que describía la noche del martes que nuestros caballos galoparon al unísono; que la
descripción de oportunidades para superar el problema de la guerra, era la descripción de tus
besos. Que los recursos que llegarían para la compra de arados y cañones, era la miel de tus ojos
que escondías para guardar mi figura cansada, como me repetías para esconder las lágrimas del
placer que te inundaba.
Y después, escuché tu voz. Era la misma. Te di la mano, y tu piel me recorrió entero. Igual… que
los minutos eternos que detuvieron las mareas, el viento del norte, la rosa de los vientos, el tintineo
de las estrellas colgadas en jardines secretos y el arco iris que se vio hasta la media noche. Fuiste
todo eso, enfundada en tu uniforme de charreteras doradas, el mismo con el que agredes la
torpeza de quienes desconocen cómo se construye la vida.
Simón Rodríguez
Era Simón Rodríguez hijo expósito, su vida activa de maestro la comenzó en mayo de 1791,
cuando el Cabildo de Caracas lo admite para ejercer el cargo en la escuela de primeras letras para
niños. Impartió clases al niño Simón Bolívar. Llegó a tener bajo su pupilaje a un grupo de niños que
para finales del año 1793 ascendía a 114.
Simón Rodríguez influye en Bolívar, ya sea con la instrucción en diversas materias y en el carácter.
En 1826, los dos amigos se pierden el rastro para no volver a toparse.
En 1853, Rodríguez emprende un viaje al Perú, acompañado por su hijo José y su amigo Camilo
Gómez, quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida en el pueblo de Amotape el 17 de
julio de 1853. Setenta años después, sus restos fueron trasladados al panteón de los Próceres en
Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a Caracas, ciudad natal,
donde reposan en el Panteón Nacional.
Este estudioso de Rousseau decía: 'no quiero -escribió- parecerme a los árboles que echan raíces
en un lugar y no se mueven, sino al viento, al agua, al sol, a todo lo que marchaba sin cesar'.
Labora sin término, descubre, innova, intuye, crea, percibe a distancia de cien años hacia el
porvenir. Pero no lo comprenden; y en ello su drama gigante: 'Hay ideas -expresa analizando su
propia problemática- que no son del tiempo presente aunque sean modernas, ni de moda aunque
sean nuevas. Por querer enseñar más de lo que todos aprenden, pocos me han entendido,
muchos me han despreciado y algunos se han tomado el trabajo de perseguirme'.
Se han de educar a todo el mundo sin distinción de razas ni colores. No nos alucinemos: sin
educación popular, no habrá verdadera sociedad.
Instruir no es educar. Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, tendrán quien haga.
En las escuelas deben estudiar juntos los niños y las niñas. Primero, porque así desde niños los
hombres aprenden a respetar a las mujeres; segundo, porque las mujeres aprenden a no tener
miedo a los hombres. Los varones deben aprender los tres oficios principales: albañilería,
carpintería, herrería, porque con tierras, maderas y metales se hacen las cosas más necesarias.
Se ha de dar instrucción y oficio a las mujeres, para que no se prostituyan por necesidad, ni hagan
del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia.
En lugar de pensar en medos, en persas, en egipcios, pensemos en los indios. Más cuenta nos
tiene entender a un indio que a Ovidio. Emprenda su escuela con indios, señor rector.
' Yo quise hacer de la tierra un paraíso para todos. La hice un infierno para mí.
Las ideas de Simón Rodríguez: 'O inventamos o estamos perdidos'.
Unos toman por prosperidad el ver sus puertos llenos de barcos... ajenos, y sus casa convertidas
en almacenes de efectos... ajenos. Cada día llega una remesa de ropa hecha, y hasta gorras para
los indios. En breve se verán paquetitos dorados, con las armas de la corona, conteniendo greda
preparada 'por un nuevo proceder' para los muchachos acostumbrados a comer tierra.
En su escuela, Simón Rodríguez tenía 114 alumnos, de los cuales 40 estudiaban gratis.
Su manera de enseñar era diferente a la tradicional: le gustaba salir con sus estudiantes por el
campo, para estar más cerca de la naturaleza.
De este gran maestro aprendió Bolívar a amar la libertad. Así se lo expresó el Libertador en 1824:
"Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso".
(Yépez, A. 1997)
Andrés Bello
Nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781. Sus padres fueron Bartolomé Bello y Ana Antonia
López.
Este hombre de gran formación humanista, fue el primer venezolano de su tiempo que podía leer
a la perfección los diarios ingleses que llegaban a Caracas.
(Vargas, P. 1996)
Andrés Bello ha sido uno de los humanistas e intelectuales más importantes de Venezuela y
América Latina, destacando como poeta, legislador, filósofo, educador, crítico y filólogo. El tiempo
de Bello puede ser dividido en tres partes, Colonia (1781-1810); Guerra de Independencia de
Venezuela y su viaje a Inglaterra (1810-1829); gobierno y fijación de las nacionalidades
hispanoamericanas (Chile, 1829-1865). Fueron sus padres Bartolomé Bello y Ana Antonia López.
Desde niño mostró una gran pasión por la lectura, particularmente por los clásicos del Siglo de Oro
español. En el convento de las Mercedes, aprendió el latín de la mano del padre Cristóbal de
Quesada. A partir de 1797, estudia en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, donde se gradúa
de bachiller en Artes, el 14 de junio de 1800. En enero de 1801 conoce a Alejandro Humboldt, a
quien acompaña en la ascensión del monte Ávila. Por este tiempo comienza la carrera de derecho
y luego la de medicina. Durante sus estudios dio clases particulares, entre otros a Simón Bolívar; y
comenzó a manifestarse como literato, principalmente en las tertulias realizadas en la casa de los
Uztáriz. Los versos de Bello (traducidos del latín, francés, adaptaciones de poemas clásicos, junto a
poesías originales), le hizo merecedor de un título específico: El Cisne del Anauco.
En 1802 es nombrado oficial segundo de la secretaría de la capitanía general de Venezuela, en
cuyo cargo tuvo un desempeño que le hizo merecedor del puesto de comisario de guerra,
otorgado en 1807, año en que además es nombrado secretario civil (en lo político) de la Junta de
la Vacuna. En 1808, con la introducción de la imprenta de Mateo Gallagher y James Lamb, Bello se
convierte en el redactor de la Gaceta de Caracas. En 1810 es ascendido por la Junta de Caracas, a
oficial primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El 10 de junio del mismo año, en la
corbeta inglesa General Wellington, parte de Venezuela hacia Londres acompañando a Simón
Bolívar y a Luis López Méndez, en la misión diplomática nombrada por la Junta de Gobierno de
Caracas para conseguir el apoyo financiero del gobierno británico a la Guerra de Independencia de
Venezuela. En Londres estuvo hasta 1829, con grandes períodos de penuria y dificultades
económicas. Los más importantes acontecimientos de su vida en la capital británica, desde 1810
hasta 1829, son los siguientes: encuentro con Francisco de Miranda, quien le permite el uso de la
biblioteca, en Grafton Street, que fue una auténtica revelación cultural para Bello, en los libros de
Miranda estudia griego; desempeña con acierto la Secretaría de la Misión Diplomática; en 1813,
solicita ser incluido en el proceso de amnistía que había acordado España con los patriotas
americanos; en 1814 se casa con María Ana Boyland de la que enviuda en 1821, de este
matrimonio nacieron 3 hijos; en 1815 solicita un puesto al gobierno de Cundinamarca, pero su
petición no llega a concretarse, ya que las tropas de Pablo Morillointerceptan el mensaje.
El 14 de febrero de 1829 parte de Londres, llegan a Valparaíso el 25 de junio del mismo año, a
bordo del bergantín inglés Grecian y permanecerá en Chile hasta su muerte. Reside durante la casi
la totalidad de los 36 años en Santiago, salvo cortos períodos de tiempo que pasa en Valparaíso y
en la hacienda de los Carrera, en San Miguel del Monte. Los hechos más importantes de la vida de
Bello en Chile son los siguientes: en 1829, es nombrado oficial mayor del Ministerio de Hacienda;
en 1830, se le designa rector del colegio de Santiago; el mismo año se inicia la publicación de El
Araucano, del que fue principal redactor hasta 1853; en 1831, comienza su actividad como
maestro particular; en 1832, publica la primera edición de los Principios de derecho de jentes,
transformado luego en Principios de derecho internacional; el 15 de octubre del mismo año, el
Congreso de Chile, lo declara chileno legal, con la plenitud de derechos del ciudadano chileno; en
1834, pasa a desempeñar hasta 1852, la Oficialía Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores;
en 1835, publica los Principios de ortología y métrica; en 1837, es elegido senador de la República,
cargo que desempeña hasta su muerte; en 1840, empieza los trabajos que culminarán en el
Código Civil; en 1841 publica la obra Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana
y el poema "El incendio de la Compañía", que se estima como la primera manifestación del
romanticismo en Chile; en 1842, se decreta la fundación de la Universidad de Chile, cuya
inauguración en 1843 es el acto más trascendental en la vida del maestro Bello, quien ejerce de
manera honorífica el rectorado; en abril de 1847, publica la primera edición de la Gramática
castellana destinada al uso de los americanos; en 1848; publica la Cosmografía o descripción del
universo; en 1850, su Historia de la literatura; en 1851, es designado miembro honorario de la Real
Academia Española y en 1861, miembro efectivo; en 1852, termina la preparación del Código Civil,
que es aprobado por el Congreso Chileno en 1855; en 1864 es elegido como árbitro para dirimir
una diferencia internacional entre Ecuador y Estados Unidos; en 1865, se le escoge para ser árbitro
de la controversia entre Perú y Colombia, encargo que rechaza por motivos de salud. En definitiva,
en la amplia labor desarrollada por Bello a lo largo de su vida, se puede apreciar un intento por
definir la civilización hispanoamericana, a través de los medios que tiene a su alcance: el libro, las
lecciones, el teatro, el periódico, etc. Por esta razón, para muchos estudiosos de su vida y obra,
Andrés Bello puede ser considerado como el primer humanista del continente.
Seminario
Ética en el coaching
Quiero comenzar este capítulo con un relato. Es uno de mis relatos
Preferidos. No tengo referencias de su autor ya que ha sido transmitido
Por tradición oral, probablemente a través de los siglos y así
Ha llegado a mis manos.
EL ABAD, EL MBINO Y EL MESIAS
Erase un monasterio que a criterio de sus habitantes se
Encontraba en graves dificultades. La orden, muy poderosa
En otros tiempos, había perdlido sus abadias y a sus miembros,
Quedando reducida a una casa matriz con cinco monjes: el
abad y cuatro hermanos. Estaba al borde de la extinción.
En el bosque que rodeaba al monasterio había tina ermita, que el
mbino de trn pueblo vecino solía utilizar como retiro espiritual.
En cierta ocasión, mientras meditaba desesperanzado sobre e1
guitarro de su orden, el abad tuvo la idea de visitar la choza y
pedirle al rabino algún consejo que permitiera sakoar el monasterio.
El rabino recibió al abad con alegría. Había entre ambos un
mutuo reconocimiento. Pero cuando el abad le comento el motivo
de si1 visita, el rabino solo pudo ofrecerle su comprensión.
-Conozco el problema -dijo-. La gente ha perdido su
espiritualidad. Lo mismo sucede en la ciudad. Son también
muy pocos los que vienen a la sinagoga.
Los dos sabios ancianos lloraron juntos. Luego leyeron pasajes
de la Biblia y conversaron sobre cuestiones profundas y lo
maravilloso de haberse conocido. Finalmente, el abad, a punto
‘de partir pregunto:
hay nada que pueda decirme, ningún consejo que pueda
187
Leonardo Wolk
•áSe arrodillo el discípulo para ser iniciado en el camino del
conocimiento. Se acercó el maestro y le st~surroa1 oído u n mantra
sagrado con la advertencia de que no se lo revelara a nadie.
que ocurrirá si lo hago?', pregunto el discípulo. 'Aquel a quien
lo reveles quedara libre de ignorancia -contesto el maestro-; en
cambio tu queclnris excluido de esie seminario.'
Apenas escucho estas palabras, el discípulo salió corriendo a
la plaza del mercado y congregando a una nznltitud en torno
n el, repitió a viva voz el mantra sagrado para que lo
escucharan todos.
con el otro a que asuma el poder que está en él. No son herramienta
para la manipulación del otro, no son elementos para tener pod
sobre otro, ni para decirle que debe hacer o como debe ser. Desde
ética del coaching, el sentido de aprenderlas no es para ocultarlas
otros como ventaja competitiva, sino para ensenarlas y compartirlas
Habiéndolo visto, sus compañeros discípulos regresaron
rápidamente ante el maestro a quien contaron lo sucedido,
pidiendo además que fuese expulsado del monasterio por
Desobediente .
El maestro sonrió compasivamente y dijo: 'Ese muchacho no
necesita nada de cuanto yo pueda ensenarle. Con su acción ha
demostrado ser un un maestro con todas las de la ley'.),
El conocimiento que intentamos transmitir a lo largo de esta
obra, más que en las herramientas, hace hincapii. en su usuario.
En su propio aprendizaje, en el desarrollo de competencias y en el
vivir acorde con sus valores. Como en el cuento del abad y el rabino,
nos referimos al Yo, al Tu y a ese Nosotros que significa y
dignifica el encuentro.
El proceso de coaching hace referencia no solo a los temas que
abarca y a las conversaciones que mantienen coach y coachee; el
concepto de proceso habla también de la interacción y la relación
interpersonal entre ambos. Su naturaleza pertenece a la dimensión
de la ética