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LA FORMACIÓN DEL MÉDICO CONTEMPORÁNEO

La medicina es una de las disciplinas sanitarias más importantes y conocidas, ya que se requieren
los servicios de profesionales competentes para atender a pacientes de todas las edades y en todas
las etapas de la vida con el fin de mantener la salud física y mental a lo largo de la vida.

A nivel de formación, se trata también de una de las carreras más exigentes, tanto a nivel de ingreso
(en algunos países la nota de ingreso para estudiar Medicina es como poco, una de las más altas, e
incluso en países como Suecia, solo los mejores alumnos con un record académico impecable,
pueden entrar como estudiantes de esta carrera) como a nivel de tiempo invertido antes de
convertirse en profesional.

En El Salvador, la carrera de Medicina es reconocida por ser una de las más largas y exigentes, la
carrera tiene una duración de entre siete y ocho años. Mientras que los primeros años están
dedicados a estudiar el funcionamiento del cuerpo humano, a través de asignaturas tales como
anatomía, fisiología e inmunología, el resto de la carrera tiene como cometido enseñar a los alumnos
cómo diagnosticar y tratar a los pacientes. Esta última instancia incluye la realización de una práctica
profesional, conocida por el nombre de internado, durante la cual los estudiantes aplican los
conocimientos teóricos adquiridos con la supervisión de un profesional experimentado.
Posteriormente existe el residentado, que tiene una duración de entre tres y cuatro años
dependiendo la especialidad y una subespecialización podría tomar dos o tres años de permanencia.

En Estados Unidos la formación de Medicina es especialmente larga. En primer lugar, va a ser


necesario estudiar durante cuatro años de “Bachelor’s Degree” en el que han de cursar asignaturas
de pre-medicina. Después de ello han de estudiar cinco años de medicina general, a nivel teórico,
para tras ello han de pasar dos años de residencia en hospitales. Todo ello servirá para obtener el
título de Medical Doctor, y si quisieran especializarse han de realizar una formación de alrededor de
dos años más (y aún otros dos más si quieren subespecializaciones).

En España y en la mayoría de países de la Unión Europea, la carrera de medicina es ciertamente


exigente. El grado universitario tiene una duración de seis años de duración, donde se egresa como
Licenciado en Medicina. Y ello es sólo el grado: si quieren ejercer en la red pública deben pasar al
menos un año dentro del sistema MIR (médico interno residente), para entrar al cual deberán pasar
por varias pruebas teóricas y prácticas para lograr graduarse como médico general. En caso de que
se planteen especializarse, la duración aumenta varios años más (entre cuatro y cinco dependiendo
la especialidad: La especialidad de Medicina Interna en España tiene una duración de cinco años).
En total, un médico especializado en Europa habrá pasado por una formación de alrededor de 10-
11 años (si bien durante el MIR ya empezarían a cobrar, teniendo contrato de formación).

El problema de la atención y formación médica actual es el estar manejado por personas como yo,
doctores, (la mayoría hombres) con cincuenta años o más, que aprendimos Medicina cuando era
más un arte que una ciencia y que no nos preocupaba en nada las finanzas del hospital. Fuimos
entrenados para ir al hospital antes del amanecer y permanecer en el hospital hasta que el paciente
a nuestro cargo estuviera estable, enfocando las necesidades de cada paciente personalmente sin
preocuparnos por los costos que esto conllevara. Se nos enseñó a revisar cada resultado con
nuestros propios ojos sin depender de nadie. La única vía para asegurar calidad era adoptar unos
estándares personales muy altos en conocimientos y en decisión, luego enfrentarlos y responder
personalmente por los resultados. Seguramente todos quienes llevamos ya más que algunos años
ejerciendo la Medicina, al evocar nuestro período de formación de pre y posgrado, recordamos con
cariño a alguno de nuestros maestros. Y los recordamos no tanto por lo mucho que sabían, sino
sobre todo por el tiempo que nos dedicaban, su vocación docente y las virtudes humanas que
poseían. Se constituían así en nuestros modelos y por mucho tiempo, cuando nos tocaba enfrentar
un problema médico, nos preguntábamos: ¿Cómo resolvería este caso mi maestro? La enseñanza
de la medicina se hacía en ese entonces, por modelaje, de acuerdo a la tradición y en forma bastante
intuitiva.

Mucho ha cambiado la enseñanza de Medicina desde entonces.

Ahora los que fuimos instruidos en estas enseñanzas somos los encargados de una práctica médica
que ha cambiado por completo; esa práctica médica necesita un abordaje completamente distinto
y se necesita de nuevos y diferentes tipos de líderes. En los días presentes, el cuidado del paciente
no es individual y de persona a persona como era antes: es multi-personal y colectivo. En la
Postmodernidad al enfermo lo atiende no sólo el médico, sino un sinnúmero de profesionales que
pueden ser médicos o no serlo. Al paciente de hoy lo atiende el técnico que maneja los equipos de
resonancia magnética, el técnico que maneja el equipo para la tomografía axial computarizada
(TAC), los profesionales paramédicos, fonoaudiólogos, terapistas respiratorios, dietistas,
fisioterapeutas, laboratoristas clínicos y por lo menos 10 o 20 diferentes tipos de profesionales no
médicos.

Desde hace algunas décadas, la educación médica se ha ido profesionalizando cada vez más
convirtiéndose en una verdadera especialidad. Casi todas las Facultades y Escuelas de Medicina
tienen hoy unidades que velan por la calidad en los componentes educativos de esta carrera, a
través de la revisión permanente de los currículos y de la formación y perfeccionamiento de sus
académicos.

La enseñanza centrada en el profesor, está siendo reemplazada por nuevas formas de docencia
centradas en el estudiante. El objetivo es el aprendizaje y el docente hace de facilitador de éste. El
estudiante abandona su rol pasivo y se constituye en verdadero artífice de su propio saber. Para ello
el profesor debe estar entrenado en las nuevas y diversas metodologías de la enseñanza, como el
aprendizaje basado en problemas o en casos clínicos, la técnica del rol playing, la realización de
entrevistas reales o simuladas y la utilización de simuladores de distinto tipo.

Los currículos basados en resultados de aprendizaje y no en contenidos fragmentados, nos han


obligado a replantear nuestros programas de formación. La explosión del conocimiento y su
accesibilidad inmediata, nos hace ver la responsabilidad de las Facultades de Medicina en formar a
nuestros médicos con sólidos conocimientos en su quehacer profesional, pero sobre todo
enseñarles a aprender y a autoevaluarse permanentemente. En este sentido el rol de las
evaluaciones objetivas, con múltiples instrumentos y principalmente formativas, que dirijan el
aprendizaje y fomenten la reflexión sobre el propio desempeño es crucial para asegurar que el
futuro médico sea realmente competente.

Hay situaciones que han cambiado con los tiempos y entre ellas, el rol del estudiante de Medicina:
La enseñanza a la cabecera del paciente se hace más difícil por aspectos legales y administrativos:
El alumno de quinto y sexto año de Medicina ya había atendido partos, suturado heridas profundas,
podía dar manejo de rehidratación oral, tomaba citologías y en dados casos ayudaba a los internos
de su área en la consulta de la emergencia.

Hoy cobra especial interés el aprendizaje en base a la simulación, como una etapa previa al
enfrentamiento con el enfermo. Pero, además, esta metodología de enseñanza va en beneficio de
la seguridad del mismo, ya que permite que el estudiante y también el médico practiquen técnicas
de examen o procedimientos en un ambiente seguro, en que puedan cometer errores y corregirlos,
para llegar luego a ponerlos en práctica con seguridad. Pero algo más impactante es que el examen
físico pasó a un segundo lugar: ya no se palpa al paciente, no se le toca, no se le ausculta, se le
ordena una serie de exámenes y de análisis de química sanguínea, gases arteriales, de lo que se
excreta por la orina; se utilizan los métodos no invasivos de los rayos X, la endoscopia, etc. Las
pulsaciones y los latidos cardiacos se registran gráficamente, lo mismo que la presión arterial, la
oxigenación y la respiración. Todo esto de indudable valor, es cierto, pero son estos procedimientos
precisamente lo que hace diferente la Medicina contemporánea de las anteriores.

Lastimosamente vivimos en un país sin mayores recursos tecnológicos, en donde todavía


dependemos mucho de los aspectos clínicos. Si no aprendemos a evaluar de manera correcta a uno
de nuestros pacientes, con los pocos recursos que tenemos a la mano en el sistema público de salud,
difícilmente lleguemos a un diagnóstico adecuado.

Con algunas variantes propias de cada país y cultura, se pretende que todos los médicos del mundo
tengan una formación igualitaria que les permita el día de mañana trabajar en cualquier lugar donde
se les necesite.

En resumen, estamos viviendo una enseñanza de la medicina globalizada, estandarizada y evaluada,


tanto por parte del docente como del estudiante, que es hoy el centro del proceso.

Alguien podría preguntarse, ¿es esta enseñanza mejor que la de antaño? Me parece que la
respuesta es: cada metodología con su tiempo. Asumiendo hoy, la formación de un médico que
tiene nuevos roles: comunicador, gestor del conocimiento y de los recursos sanitarios, experto,
profesional, gerente-directivo y agente principal del sistema de salud.

Sin embargo, los elementos básicos de una buena enseñanza siguen siendo los mismos: docentes
con vocación y tiempo para dedicarle a sus estudiantes, estudiantes interesados por aprender y los
medios necesarios para hacer posible el proceso.

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