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La zona costera comprende la zona de transición entre dos ambientes: terrestre y marino.

Ahí
se llevan a cabo interacciones entre continente – océano que resultan en procesos que definen
la geomorfología de la línea de costa. Esta dinámica implica cambios en la geomorfología de
la línea de costa a través del tiempo, creando así diversos ambientes costeros que siguen en
constante evolución. Entre las diversas geoformas que resultan de los procesos costeros se
encuentran: playas arenosas y rocosas, dunas, acantilados, lagunas, esteros, arcos, cuevas,
entre otras.

Los factores que intervienen en estos cambios van desde cambios en el nivel medio del mar
o actividades tectónicas, hasta factores de menor magnitud como oleaje, mareas, y vientos.
Sin embargo, en la actualidad, actividades antropogénicas también son factores de cambio
para la línea de costa debido a las modificaciones provocadas por construcción de marinas,
zonas hoteleras, áreas de recreación, entre otras.

México cuenta con una amplia riqueza natural en sus zonas costeras y oceánicas, su posición
geográfica y fisiografía influye directamente en la forma de sus ecosistemas. Las zonas
costeras cubren 4300 000 km2 del territorio nacional, estas áreas se encuentran rodeadas de
cuatro mares: Océano Pacifico, Golfo de California, Golfo de México y Mar Caribe, que son
el principal motivo de la basta diversidad biológica y ecosistémica del lugar.

El Golfo de California posee 1 000 km de longitud y 150 km de anchura aproximadamente.


Una de las localidades colindantes con ese mar es San Carlos, en el municipio de Guaymas.
Su litoral posee ecosistemas, tales como: playas arenosas y dunas costeras, ambientes
rocosos, y manglares, que sostienen una gran variedad de especies y paisajes únicos. Estas
características dan a la zona un atractivo particular que la convierte en uno de los principales
destinos turísticos del estado.

En las geoformas que se pueden encontrar en la localidad de San Carlos, se distinguen


aquellos determinados por dos procesos: erosivos y deposicionales o de acumulación.

Las formas erosivas son producto del efecto del oleaje y el viento, estos elementos crean la
energía necesaria para erosionar las rocas a lo largo de la costa. La presión constante de las
olas sobre las superficies rocosas provoca un desgaste, eliminación, y transporte de
sedimentos. Los acantilados (Fig. 1a) se forman mediante la acción erosiva del oleaje contra
la base del terreno costero. Estas formaciones pueden ser verticales o casi verticales, y pueden
presentar plataformas de abrasión, cuevas, arcos, islotes o pilares. Las plataformas de
abrasión (Fig. 1b) son resultado del retroceso de un acantilado, formando una superficie
relativamente plana, rocosa, donde las olas continúan ejerciendo una presión y donde habitan
diferentes organismos. No todas las rocas se desgastan de la misma manera, de tal manquera
que, cuando las olas golpean la base de un acantilado donde se encuentran rocas débiles estas
se desgastaran más rápido que otras, formando así grietas y cuevas (Fig. 1c). Esta misma
presión sobre rocas débiles dan forma a los arcos rocosos (Fig. 1d) los cuales también son
producto de la “unión” de dos cuevas de lados opuestos. Los pilares o islotes (Fig. 1e) son
formaciones rocosas que se encuentran cerca de la línea de costa y están rodeados de agua,
son también evidencia de la presión del oleaje ejercida sobre zonas débiles en los acantilados
y colinas.

Figura 1.- Geoformas producto de la erosión por oleaje y viento. a) Acantilado, b) plataforma
de abrasión, c) base de un acantilado donde se observa la formación de una cueva aún
pequeña, d) arco, e) islote o pilar.
Las formas deposicionales o de acumulación se dan generalmente en costas bajas con
pendientes suaves, por pérdida de energía y efecto de la gravedad. Los sedimentos
depositados son aportados por ríos, erosión de acantilados, o por acción de organismos vivos,
animales o vegetales. Entre estas formas se encuentran las playas (Fig. 2) que se forman
debido a los sedimentos que son arrastrados principalmente por el oleaje y las corrientes.
Junto a las playas se logran formar dunas, que son una acumulación de arena, generada por
el viento y no por el agua.

Figura 2.- a) Playa y dunas arenosas; b) Playa conformada por sustrato más grueso.
Estos procesos de sedimentación forman también estructuras llamadas tómbolos (Fig. 3),
barras de arena que unen el continente con una isla pequeña. Se trata de un accidente
geográfico sedimentario, que forma una linea de sedimento entre una isla o una gran roca
alejada de la costa y tierra firme, o entre dos islas o grandes rocas.

Figura 3.- Tómbolo uniendo una pequeña isla a una playa.


Bibliografía

Gallo-Reynoso, J.P. y A. González-Martínez. 2003. Estudio previo justificativo para


proponer el establecimiento de la región “Sierra del Aguaje, Bahía de San Francisco e Isla
San Pedro Nolasco y sus aguas aledañas” como una nueva Área Natural Protegida. CIAD,
A.C.-Grupo de Estudios Ambientales, A.C. Guaymas, México. 228p.

Lara-Lara, J. R., J. A. Arreola-Lizárraga, L. E. Calderón-Aguilera, V. F. Camacho-Ibar, G.


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Reyes-Bonilla, E. Ríos-Jara, J. A. Zertuche-González. 2008a. Los ecosistemas costeros,
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S. Gutiérrez, E. Monroy, H. Puon, A. Retif, J. Sánchez y Gándara (eds.). Capital Natural
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Velasco-García, J. A. 2009. Ambientes geológicos costeros del litoral de la bahía de La Paz,


Baja California, Sur, México. Tesis (Maestría en Ciencias en Manejo de Recursos
Marinos). Baja California Sur, México. Instituto Politécnico Nacional. Centro
Interdisciplinario de Ciencias Marinas. 98 p.
Anexo:
En la figura 4 se muestras algunas formas de relieve costero identificadas en las localidades
San Carlos y Guaymas.

Figura 4.- Formas de relieve costero.

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