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Javier Iguifiiz DESARROLLO NACIONAL, AGRO CAMPESINO Y AJUSTE EN EL PERU* I camino al desarrollo econémico, y en particular el de la agricultu- E ra, pero sobre todo la andina, esta en grave riesgo en el Peri. Y ello ocurre justo cuando los problemas de inestabilidad econémica y de violencia politica estén siendo superados. El riesgo durante los préximos afios consiste en avanzar por un proceso de desindustrializacién y, a la vez, de desagrarizacién confiando, una vez ms, en que los recursos naturales explotados en gran escala, incluido el ya mitico gas de Camisea, resolverdn los problemas econémicos del pais. Un factor importante en ese riesgo esta, pues, en el contexto en el que tendrd que operar Ia agricultura. Pero ese contexto puede ser cambiado en cierta medida, pues depende en parte de la estrategia antiinflacionaria y de desarrollo que se aplique desde ahora. El pais y el agro tienen que prepararse para recibir lo mas constructiva- mente posible los efectos de una expansi6n de exportaciones primarias que son la base de la estrategia de largo plazo del actual gobierno y quizé de los que sigan. Sabemos bien, por supuesto, que el camino hacia esa estrategia de desarrollo esta todavia sembrado de incoherencias y, ojalé nos equivo- quemos, de crisis. La raz6n de este prondstico es que todavia esté en el futuro la necesidad de pasar de una politica macroeconémica en la que lo mas barato es el délar, esto es, basada en el retraso cambiario y en la apertura total de mercados, en altas tasas de interés y altas tarifas publicas, a otra que permita el aumento de Ia produccién de transables y reduzca el costo de la mano de obra en délares sin reducir la capacidad adquisitiva del asalariado. En otros términos, los ajustes estructurales no han quedado totalmente en el pasado. Tampoco los cambios institucionales necesarios en el Estado y en el agro. El transito hacia una estrategia de crecimiento * Este trabajo ha sido financiado por cepEs. Ademés, las sugerencias de los investi- gadores agrarios de dicha institucién han sido fundamentales para orientarlo, DEBATE AGRARIO / 20 12 Javier Iauiniz. todo lo viable que sea posible todavia no acaba, y la politica actual no lo hace més facil. Aun asf, en este trabajo queremos mirar a algunos de los factores que inciden en la evoluci6n a largo plazo del agro peruano. ‘Aqui no podemos presentar ni una investigacién personal sobre el agro que afiada nueva informacién a la existente o que ratifique la anterior, ni una revisién exhaustiva de literatura sobre e! desarrollo de la agricultura nacional que hasta los setenta ya fue, en buena medida, hecha!. En las pa- ginas que siguen analizaremos algunos de los estudios mas recientes sobre temas del largo plazo para sacar de ellos tanto las novedades sobre el desarrollo rural como los efectos de la crisis y de los ajustes en ese desarrollo. Varios trabajos en este mismo volumen tratan del asunto con distintos acentos. Las crisis afectan el ingreso de personas, familias, empresas; también rendimientos y productividades individuales y colectivas. Pero las crisis afectan igualmente procesos en marcha, relaciones entre agentes econémi- cos. Para entender esto ultimo, es necesarid introducirse en el mundo de las estructuras y los procesos en el mercado. La mayor parte de los evaluado- res sigue el orden que hemos indicado pari determinar los efectos de corto plazo de las politicas econémicas. El estudio del impacto de la crisis sobre el desarrollo campesino supone darle un peso mayor a las relaciones econémicas entre productores que compiten entre sf en diversos contextos de mercado. Pretendemos, pues, recoger materiales que son evidencias empiricas para los objetivos de los estudios revisados pero que, para nuestros propios objetivos, son principalmente indicios conducentes a una agenda de investigacion sobre desarrollo. De ahi lo preliminar del camino que proponemos para los estudios sobre el agro. Ademis, es necesario evaluar el impacto de la crisis y los ajustes en contraste con dos aspectos imprescindibles para encarar el futuro: el proce- so agrario en curso y el proyecto de desarrollo nacional dentro del cual se ubica la agricultura. La agricultura recibira atencién en funcién de las oportunidades que ofrezca a las nuevas generaciones de peruanos; y esas oportunidades, en parte, dependerdn de 1a importancia que se le asigne al sector en una estrategia de largo plazo de la economia nacional. Para su estabilidad como estrategia, debera ser suficientemente consensual como para guiar las decisiones de gobierno con cierta independencia de los vaivenes politicos. Resumanos algunos rasgos de la propuesta que guia nuestra mirada al agro en este trabajo. En primer lugar, vamos a esbozar una propuesta de desarrollo produc- tivo y del lugar de la agricultura en ella. En segundo lugar, vamos a recoger el estado actual de la cuestién de la productividad en el agro andino. 1. Una evaluaci6n importame es la realizada pot CABALLERO, Jusé Marfa: «Agricul tura peruana: Economia politica y campesinado, Balance de investigacién reciente y patron de evolucién, en Javier Iguffiz, editor: La cuestién rural en el Pert. Lima: PUCP-Fondo Editorial, 1983. En ese libro se pueden encontrar otras valiosas evaluaciones de economis- tas, socidlogos y antropélogos. DESARROLLO NACIONAL, AGRO CAMPESINO Y AJUSTE EN EL PERU 13 jQUE DESARROLLO PERUANO? Enestas Ifneas vamos a presentar un breve esbozo dirigido a ilustrar lo que podrfa ser una estrategia de desarrollo que, de paso, pretende «hacerle» un sitio a partes de nuestra agricultura que muchos consideran irremediable- mente sin futuro al acometer el problema de la viabilidad campesina en términos globales. Para ello vamos a indicar los que consideramos son algunos de los retos principales, los rasgos més relevantes de nuestra realidad nacional a tomar en cuenta y la orientacién general del desarrollo econémico nacional que nos servird de referencia para evaluar los impactos del ajuste econdmico y la crisis en general. Tres problemas nos parecen particularmente criticos cuando pensamos tanto en el corto como en el largo plazo. El primero es el empleo, el segundo es el centralismo y el tercero es el desamparo en el que viven de manera aparentemente irremediable grandes sectores de nuestra sociedad. Respecto del primero, debemos recordar algunas cifras comparativas. Como ha indicado Wicht: «En Norteamérica el nimero de nifios pasa de 59.654.000 en 1975 a 62.450.000 en 1995, con un aumento de 2.796.000 nifios; mientras que en el Perti... estamos pasando de 6.520.000 en 1975 a 9.472.000 en 1995, con un aumento absoluto de 2.952.000 nifios en estos veinte afios.»? La dificultad del reto se hace mas evidente atin si es que recordamos que, entre 1960 y 1987, Francia registré un aumento de 168% en su pro- duccién pero su empleo disminuyé 9%; que Alemania registré un aumento del producto de 122% pero una declinacién del empleo de 15%, y que el Reino Unido lo hizo 83% y -6% respectivamente. Otros paises como Es- tados Unidos y Japén han logrado elevar el empleo ademas de hacer lo mismo con la poblacién empleada, pero el ritmo del empleo es mucho me- nor que el de la produccién. Estamos en la época del «crecimiento sin empleo»; los tres primeros paises sefialados constituyen casos extremos pero ilustrativos de un problema general. Los paises de Europa y de otros continentes tienen dificultades para enfrentar dicha situaci6n?. El reto de la descentralizacién es también importante en el Peri. Nuestro pafs esté sumamente centralizado y ello constituye un desperdicio de recursos naturales, un gran desarraigo personal, una expropiacién del derecho a participar en igualdad de condiciones en la economia, en 1a politica y en la cultura en general. Las tendencias principales del proceso centralista son, ademés de la concentracién en Lima, la concentracién en la costa norte del pafs de creciente proporcién de la produccién y poblacién 2. WICHT, Juan Julio: «Realidad demogréfica y crisis de la sociedad peruana», en Roger Guerra Garcia, editor: Problemas poblacionales peruanos II. Lima: AMIDEP, 1985. 3. PNUD: Informe sobre desarrollo humano 1993. Madrid: CIDEAL, 1993, p. 42.

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