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Inicio y proceso.
La evaluación psicológica forense.
Evaluación de la simulación y el engaño.
Evaluación de la responsabilidad en el ámbito penal.
El informe pericial.
INTRODUCCIÓN
Este tema nos introduce de lleno en las relaciones entre Psicología y Derecho. La
conexión entre ambas ramas del saber siempre se ha visto como necesaria, pero no siempre
estuvieron marcadas por la colaboración.
A principios de siglo, en 1903, Alfred Binet reivindicaba la creación de una ciencia que
él denominó “Psycojudiciaire” y que tendría por objeto evidenciar el papel que la Psicología
puede tener en los procesos judiciales. Más tarde, Münsterberg, en 1908, recopiló una serie
de ensayos sobre el tema (aparecidos antes en la revista Times). En 1931 es Terman quien
habla de la Psicología y la Ley y su interrelación para abordar asuntos como la determinación
de los testimonios de testigos, la selección de jurados, la determinación de la patología
mental, etc.
A partir de 1950 los psicólogos empiezan a ser requeridos como peritos en los juicios.
En EE.UU. dicho papel comienza a generalizarse a raíz de la causa Jenkins vs. Estados
Unidos, cuando el Tribunal Supremo americano estableció que “se considerará un error
judicial rechazar la peritación de un psicólogo respecto de su área de especialización”. A
partir de los 60s el rol del psicólogo como perito se difunde por los países occidentales.
En España el pionero es Emilio Mira i López con su libro “Manual de Psicología
Jurídica” editado por Salvat en 1932. La actualización del tema psicológico forense
corresponde al libro de Luis Muñoz Sabaté, Ramón Bayés y Frederic Munné
“Introducción a la Psicología Jurídica”, editado por Trillas en 1980, a partir del cual recobra
vigor este campo de estudio: la Psicología Jurídica. Durante los 90s han proliferado los libros
sobre esta temática, los congresos científicos y se ha establecido en los Colegios Oficiales de
Psicólogos un turno de oficio para peritaciones. Así mismo, se publica la revista “Anuario de
Psicología Jurídica” del COP de Madrid y continuando en los primeros años del siglo XXI, se
realizan varios máster en Psicología Jurídica.
Ya dijimos antes que las relaciones entre Psicología y Derecho no fueron fáciles, y ello
debido a tres elementos:
1
Podríamos decir, citando a Muñoz y Col., 2011, que "La Psicología Jurídica es el
ámbito de la Psicología que desarrolla sus investigaciones y metodología para mejorar el
ejercicio del Derecho en general, y del Sistema de Justicia en particular, entendiéndose por
éste Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Administración de Justicia e Instituciones
Penitenciarias” (Muñoz y Col.,2011).
La Psicología jurídica que nos interesa en este tema es la entendida en el sentido de
Mira i López como “la Psicología aplicada al mejor ejercicio del Derecho”. Se ocuparía del
estudio de los sujetos sometidos al derecho para ayudar al juzgador a tomar la decisión más
acorde con la ley vigente. También aparecen denominaciones como las de Psicología Judicial
y Psicología Forense1. Sin embargo, estos términos sólo deben utilizarse cuando se trate de
temas relacionados con lo que ocurre en la sala de justicia (o “foro” donde se encuentran las
partes). La Psicología forense útil para la realización de los peritajes judiciales nos habla de
“una Psicología para el Derecho”, en el sentido de que auxilia (ayuda) o es auxiliar al
ejercicio del Derecho. Sin embargo, la Psicología jurídica es de un calado más profundo,
preocupándose no sólo de ayudar al mejor quehacer jurídico, sino también al estudio de la
ley, los fundamentos del Derecho, la toma de decisiones judiciales, la importancia de las
normas sobre la conducta (y viceversa), el análisis de los efectos perversos de las normas
(Fernández Dols). En concreto, la Psicología jurídica y el Derecho tienen el mismo objeto
de estudio: el comportamiento de los seres humanos; pero se plantean finalidades distintas:
desde la Psicología se pretende comprender, prever y mejorar el comportamiento, y desde el
Derecho se estudia cómo organizar y normativizar el comportamiento. Aquello que los jueces
o tribunales piden a los psicólogos es el aspecto de “comprender” al ser humano para poder
encontrar las razones de sus acciones.
EL PERITAJE PSICOLÓGICO
1
. Adela Garzón, de la Universidad de Valencia, establece estas y otras diferencias en su libro “Psicología y
Justicia”.
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2. Al emitir el dictamen, todo perito deberá manifestar, bajo juramento o promesa de decir
verdad, que ha actuado y, en su caso, actuará con la mayor objetividad posible, tomando en
consideración tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar perjuicio
a cualquiera de las partes, y que conoce las sanciones penales en las que podría incurrir si
incumpliere su deber como perito.
3. Salvo acuerdo en contrario de las partes, no se podrá solicitar dictamen a un perito que
hubiera intervenido en una mediación o arbitraje relacionados con el mismo asunto.
* La LECr, en su art. 456 afirma: “El juez acordará el informe pericial cuando, para
conocer o apreciar algún hecho o circunstancia importante en el sumario, fuesen necesarios
o convenientes conocimientos científicos o artísticos”. Y el art. 462 señala: “Nadie podrá
negarse a acudir al llamamiento del juez para desempeñar un servicio pericial si no estuviere
legítimamente impedido”.
* La LOPJ, en el art. 473.1., de modo general, proclama: “Podrán prestar servicios
en la Administración de Justicia funcionarios de otras Administraciones que, con carácter
ocasional o permanente, sean necesarios para auxiliarla en el desarrollo de actividades
concretas que no sean las propias de los cuerpos de funcionarios a que se refiere este libro y
que requieran conocimientos técnicos o especializados”. En este sentido está totalmente
regulada la figura del médico forense y en la mayoría de las Clínicas Médico-Forenses,
adscritas a las Audiencias Provinciales, también está la figura del Psicólogo forense.
La LECr señala que los peritos pueden ser personas físicas o jurídicas, públicas o
privadas y pueden dividirse en peritos titulares (aquellos que tengan un título oficial de una
ciencia o arte reglamentado por la Administración) y peritos no titulares (aquellos que,
careciendo de título oficial, tengan conocimientos o prácticas especiales en alguna ciencia o
arte). En la práctica es sumamente frecuente requerir la actuación de organismos oficiales
con un alto grado de especialización e importantes medios técnicos (tal es el caso del
Instituto Nacional de Toxicología, de los Institutos de Medicina legal, de la Clínicas Médico-
Forense o de los Servicios de Policía Científica). En cuanto al número, la LECr exige que el
reconocimiento se haga por dos peritos con el objetivo de obtener al menos dos puntos de
vista y como garantía de imparcialidad.
La importancia del peritaje psicológico lo ha expuestos en numerosos escritos Jorge
Albarrán cuando señala: “El perito va a contribuir con un informe a aclarar las dudas que el
juzgador tiene en todo caso procesal, va a intervenir de forma indirecta a inclinar la balanza
de la justicia en un sentido o en otro... con la autoridad con que los humanos revisten a las
personas que nos hablan de algo que no conocemos”. La pericial psicológica es un ejemplo
de Psicología aplicada al servicio del Poder Judicial del Estado, por ende un servicio público
orientado a la aplicación de la ley. El psicólogo ha de obrar según ciencia y conciencia y de
acuerdo con el Código Deontológico.
Por último, añadir que el Tribunal Supremo con el dictamen de varias Sentencias
publicadas ha venido a ratificar creando doctrina jurisprudencial que: "Los informes periciales
no vinculan de modo absoluto al juez porque no son en sí mismo manifestaciones de verdad
incontrovertible. Su análisis corresponde al órgano sentenciador que debe proyectar su juicio
valorativo sobre el contenido del dictamen y someterlo a una revisión crítica conforme a la
naturaleza y características del dictamen, y la materia sobre la recae. Los principios rectores
de nuestro proceso penal exigen, además, que los informes periciales sean ratificados en el
juicio oral o sometidos a la correspondiente contradicción mediante el examen cruzado de las
diferentes partes para resaltar la fiabilidad y consistencia de las conclusiones vertidas. Por
otro lado, es doctrina reiterada del TS que los dictámenes periciales no vinculan con sus
conclusiones a los Tribunales salvo que se trate de pericias que respondan a conocimientos
técnicos de carácter especial y sometidos a reglas científicas inderogables o leyes mecánicas
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cuyos enunciados no se pueden alterar por el arbitrio o discrecionalidad de los jueces. Y si
son varios las periciales aportadas el juez puede optar por el que le ofrezca mayor garantía”.
1. INICIO Y PROCESO
El psicólogo perito puede ser designado por las partes o a instancia judicial, en cuyo
caso podrá ser designado “por sorteo y lista corrida” (art.: 341.1 LEC) o designado entre el
personal de la administración de justicia adscrito a los distintos órganos judiciales.
Cuando el perito es designado judicialmente puede ser objeto de recusación (art.:
219 LOPJ) y cuando es designado por las partes puede ser objeto de tacha (art.: 468
LECrim).
Podemos diferenciar en la actuación del psicólogo forense las siguientes fases:
3ª. Devolución del peritaje. Una vez realizado el informe la fase de devolución
supone dos etapas: i) informar a la persona evaluada de las conclusiones a las que se llega
en el informe, y ii) remitir al juzgado o tribunal solicitante el informe elaborado.
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5ª. Testificación. Es el momento en el que el perito responde a las cuestiones que
se le formulan en la sala de justicia tras jurar o prometer decir la verdad y ratificar el propio
informe.
Indicar que las fases 4ª y 5ª no siempre se producen puesto que muchas veces no
hay que ir al juzgado a defender el informe.
En cuando al inicio y proceso del peritaje nos vamos a centrar en la fase 1ª y 2ª
indicadas por Miguel Ángel Soria; y seguiremos para ello lo expuesto por Th. H. Blau para
el caso de peritajes penales que son los que nos conciernen más a los psicólogos de II.PP.
En esta fase de inicio, una vez que el juez estima conveniente la realización de la
pericial psicológica se procede a la “cita previa para la intervención profesional”, la cual se
convierte en un acto procesal básico que consiste en la realización en el mismo momento de
tres actos jurídicos:
a) La aceptación del cargo. Acto por el que el perito acepta el encargo de evaluar a
uno o varios sujetos.
b) El juramento del cargo. Acto por el que el perito jura o promete desempeñar
fielmente su cargo con objetividad y ética profesional.
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. Salvo en el ámbito de la Justicia de Menores donde el Fiscal asume el papel de instructor y realiza las
peticiones de peritaje directamente.
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2. PREPARACIÓN DEL EXPEDIENTE.
Se trata de ordenar los datos que se tienen sobre el asunto de la pericial.
Especialmente útil es cuando se trata de estudios periciales complejos y
multimodales. A modo orientativo se procede así:
3. HIPÓTESIS DE TRABAJO.
Una vez analizados los documentos iniciales y mantenida una primera entrevista con
el sujeto, el psicólogo forense ha de plantearse una hipótesis de su trabajo que dé
contestación a las preguntas planteadas por el juez o tribunal. Serán adoptadas en forma de
supuestos que habrán de ser verificados (deducción de enunciados verificables). Para cada
una de las hipótesis formuladas se deberá generar al menos una hipótesis alternativa rival.
4. RECOGIDA DE DATOS.
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Por otra parte, El perito deberá combinar una serie de criterios técnicos a la hora de
seleccionar las pruebas psicológicas a utilizar (Muñoz, 2003):
1. Criterio de utilidad:
- ¿Ofrece información relevante para contestar a la demanda judicial?
- ¿Podrá ser cumplimentado por el peritado?
- ¿Estoy entrenado para su administración y corrección?
3. Criterio temporal:
- En relación al peritado: elegiremos el instrumento más sencillo y breve de administrar a
igualdad de información aportada (motivación y efecto fatiga)
- En relación al perito: tiempo disponible (tiempos procesales)
4. Criterio cultural:
- tomar en consideración las particularidades del idioma y la cultura del peritado
(adaptación transcultural)
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En el contexto forense se utilizarán preferiblemente técnicas que dispongan de
escalas de detección de posible manipulación (estilos de respuesta). Es importante también
que el perito supervise el cumplimiento de la prueba: evitamos el asesoramiento por terceras
personas, constatamos que se ha realizado en un ambiente cómodo y sin distracciones y que
la ha comprendido y realizado de forma correcta. Además podemos detectar actitudes
susceptibles de valoración junto con el resto de información recogida (e.g., exceso de
suspicacia hacia los ítems).
5. ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN.
Es el momento del peritaje en el que hay que pararse a analizar si los datos recogidos
y los instrumentos utilizados responden a las preguntas formuladas y si las hipótesis son
confirmadas o, por el contrario, hay que plantearse nuevas estrategias de obtención de
datos o variar las ideas de partida (reformular hipótesis). Tal vez sea preciso formular
nuevos objetivos de exploración o tal vez declarar lo inabordable del caso. Es el momento de
modificar la estrategia o de ampliar la recogida de datos. De un modo de otro siempre nos
llevará a realizar un informe.
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III. Ha de evitar la erudición, la farragosidad y los términos de escuelas particulares o de
definición dudosa.
IV. Debe diferenciar claramente los datos objetivos de las descripciones y las
predicciones.
V. Debe detallarse el nivel de confianza de las descripciones y predicciones.
Aunque muchas veces no hay que asistir al juicio siempre es una posibilidad el que se
cite al perito. En este caso se comienza con la identificación del profesional, quien jura o
promete desempeñar fielmente el cargo y responder de acuerdo con la verdad; luego se le
pide si se ratifica en el informe emitido en su día. Entonces el juez o el presidente del
tribunal le pedirá que conteste a las preguntas del abogado defensor y del fiscal, y de otras
figuras si existieren (acusación particular, por ejemplo). También el juez podrá formular
preguntas. Todos los psicólogos destacan la importancia del informe verbal emitido durante
el juicio, que ha de ser convincente y clarificador.
La evaluación psicológica forense se rige por los mismos principios que toda
evaluación psicológica, la cual está presente de una u otra forma en todos los contextos de
la psicología aplicada. Lo que más puede caracterizarla es la singularidad propia del
contexto de la exploración: dentro de un proceso judicial y los objetivos o finalidad de la
evaluación: responder a la demanda del ámbito judicial.
Al igual que en la evaluación psicológica penitenciara pensemos que en el contexto
judicial el sujeto no se presenta de forma voluntaria, por lo que es frecuente encontrar
ausencia de cooperación o motivación; también tenemos que valorar la alta probabilidad de
que se produzca manipulación en la información aportada, ya que ésta tiene consecuencias
importantes para su situación vital de cara a obtener un beneficio o evitar un perjuicio. Por
no hablar de los sesgos que pueden darse en la evaluación debido al asesoramiento legal
que reciben los sujetos en beneficio de una estrategia de defensa, o el efecto de aprendizaje
que se produce en el sujeto tras reiteradas evaluaciones, o la propia dificultad de la
evaluación pericial que requiere una amplia formación especializada, o la inevitable
variabilidad intrínseca de la población forense (distintas edades, contextos socioculturales,
niveles de instrucción, etc.).
Por ello, la recolección y análisis de datos es quizás la responsabilidad principal del
psicólogo forense (Ackerman), ya que en psicología forense debe priorizarse la validez
científica de la metodología empleada por encima de la adscripción teórica de la técnica que
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se emplea. El proceso de evaluación debe ser lo suficientemente explícito como para que
pueda ser reproducido y valorado.
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Para llevar a cabo esta tarea el psicólogo tiene a su disposición toda una serie de
instrumentos (test y pruebas psicológicas) y unos conocimientos específicos sobre
evaluación, lo cual le capacita para objetivar el estado mental de los individuos estudiados.
Las pruebas psicológicas son aplicables a todo tipo de proceso de evaluación para el que se
requiera de un perito psicólogo; lo que es diferente son las preguntas que hay que contestar.
1. La Entrevista Pericial
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4. Instrumentos específicos de evaluación forense. Son de uso anglosajón, sin estar
traducidos al castellano. Son el MSE (Detección y Evaluación del estado mental en el
momento del delito) y el RCRAS (Escalas de Rogers para la evaluación de la
responsabilidad criminal).
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forense (principalmente la existencia de un beneficio externo) exige al perito psicólogo
atender durante la exploración pericial psicopatológica a esta posible condición en el peritado
y, por ende, un entrenamiento específico para su detección. Junto con la valoración de la
simulación, el psicólogo forense deberá también ponderar una posible simulación, no ya del
trastorno en sí, sino de la intensidad de la sintomatología que caracteriza al cuadro clínico
(sobresimulación o exageración desíntomas).
Además, la dificultad de objetivar los desajustes psicológicos (en la mayoría de las
ocasiones el diagnóstico únicamente se basa en las descripciones vivenciales del peritado)
hace que los trastornos mentales sean propicios para el fingimiento (Esbec y Gómez-
Jarabo, 1999).
La simulación se incorpora como entidad clínica en la tercera edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales editado por la Asociación Americana de
Psiquiatría en 1980, el DSM-III; actualmente, en el DSM-V (APA, 2013), se incluye dentro
de la sección dedicada a “ Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica”. Así,
se entiende por simulación V65.2 (Z76.5):
1. Contexto médico legal de la presentación (p. ej., el individuo ha sido remitido al clínico por
un abogado para que lo examine, o el propio individuo viene por voluntad propia estando en pleno
proceso judicial o a la espera de acusación).
2. Marcada discrepancia entre las quejas o discapacidad que cita el individuo y los hallazgos y
observaciones objetivos.
3. Falta de cooperación durante el proceso diagnóstico y para cumplir la pauta de tratamiento
prescrito.
4. La presencia de un trastorno de personalidad antisocial.
La simulación difiere de un trastorno facticio en que la motivación de la generación de los
síntomas de la simulación es un incentivo externo, mientras que en el trastorno facticio no hay
incentivos externos.
Los esfuerzos por operativizar el concepto de simulación por parte del DSM
contribuyeron a clarificar que la simulación no podía considerarse un trastorno mental per
se, zanjando un viejo debate nosológico (Widows y Smith, 2005).
No obstante, los criterios diagnósticos propuestos para considerar sospecha de
simulación, resultaban demasiado limitados en su definición para ser considerados
suficientemente fiables (Gerson, 2002). Según Roger (1990; en González y colb., 2008) el
uso de estos criterios puede incrementar hasta en un 80% de falsos positivos. En otras
palabras, el empleo exclusivo de los criterios DSM conllevó imprecisiones en la identificación
de simuladores potenciales en cuatro de cada cinco veces.
Como respuesta a las limitaciones de los criterios unidimensionales DSM-IV y CIE-10
en la evaluación de la simulación, se han propuesto modelos alternativos que enfatizan
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específicamente el examen detallado de los datos de las pruebas y la concurrencia de la
información antecedente disponible (Slick, Sherman y Iverson, 1999; Bianchini, Greve
y Glynn, 2005). La simulación es un fenómeno multideterminado y multidimensional por lo
que requiere de más de una estrategia unidimensional para su detección (González Ordi y
Gancedo Rojí, 1999; Hutchinson, 2001; Capilla Ramírez y González Ordi, 2009).
La determinación de la simulación exige un evaluación compleja multifacética
centrada en la selección de ámbito de la simulación (clínico, médico-legal o forense), la
administración de medidas empíricamente validadas que evalúen sistemáticamente
estrategias de detección y la investigación cuidadosa de las motivaciones subyacentes a la
simulación (Gillard y Rogers, 2010).
Un principio fundamental en la detección de simulación es que cuantas más
inconsistencias presente un paciente a lo largo de la realización de diferentes pruebas
relativamente independientes y en diferentes dimensiones, más plausible resultará pensar
que su rendimiento refleja un esfuerzo deliberado por dar una imagen falsa de sus
capacidades o sintomatología (Bianchini, Greve y Glynn, 2005). De ahí que la
convergencia de datos provenientes de diferentes fuentes de información sea crucial para
asegurar el diagnóstico de simulación.
La detección de la simulación se fundamenta en la idea central de la
convergencia de los datos que provienen de distintas fuentes de información:
entrevista, historia clínica, pruebas médicas, pruebas neuropsicológicas, pruebas
psicológicas, evaluación conductual, etc. La mejor práctica clínica implica el uso de criterios
diagnósticos múltiples en oposición a la utilización de un único test (Slick, Sherman e
Iverson, 1999), así como la utilización de enfoques evaluativos que incluyan la
combinación de test especializados e indicadores de validez (Iverson, 2003).
i. Incongruencia entre signos y síntomas presentados con el curso previsible del cuadro clínico
ii. Presencia de síntomas atípicos o inusuales con los datos epidemiológicos
iii. Exteriorización de emociones superficiales (sin resonancia afectiva) y claramente
controladas ó sobreactuación o dramatización. Como señala Ruiz (2007) “los simuladores
están haciendo una <puesta en escena> y creen que cuanta más afectación psíquica
proyecten mayores posibilidades tienen de ser creídos”. Durante la fase de exploración no
directiva con unas adecuadas habilidades periciales, el peritado se mostrará inusualmente
colaborador con el perito.
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iv. La frecuencia y/o intensidad y/o duración de los síntomas excede con mucho lo usual en la
patología diagnosticada
v. Dudas y contradicciones frente a la exploración psicopatológica directiva (preguntas
concisas en relación a la sintomatología del cuadro clínico).
Principalmente se fingen los síntomas más llamativos y conocidos de una entidad nosológica.
vi. Incongruencia entre la gravedad de la psicopatología descrita y la resonancia emocional
manifestada por el peritado (atender a las manifestaciones emocionales durante la
reexperimentación del hecho delictivo)
d. Posibilidad de sobresimulación
a. Falta de cooperación con el perito, actitud defensiva ante la evaluación con parquedad en la
información aportada, discrepancias entre los datos suministrados por el peritado y la
documentación existente (necesario vaciado de autos antes de enfrentar la exploración pericial). b.
Inexistencia documental de los trastornos aludidos (no intervenciones clínicas previas).
c. Falta de adherencia a los tratamientos psicofarmacológicos y/o psicoterapéuticos. Resulta
interesante solicitarle que describa físicamente los fármacos o que puntualice la pauta
farmacológica diaria.
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d. Utilización de términos técnicos generales para describir su estado mental (e. g., ansiedad,
depresión, etc.) advirtiéndose dificultad para explicar de una forma concisa y funcional la
sintomatología que engloba el término (conceptos vacíos de contenido).
e. Escasos o nulos avances terapéuticos (en algunos casos incluso se refiere un empeoramiento
tras la intervención sin fundamento clínico)
f. Recidivas contingentes con determinadas actuaciones judiciales en relación al proceso legal.
g. El peritado “predice” su empeoramiento o su falta de mejoría
h. En la historia clínica del paciente aparece intervención por la patología que pretende simular en
la actualidad o el peritado cuenta con formación clínico-sanitaria o en su contexto próximo se ha
padecido dicho trastorno. Una experiencia anterior facilitará una reproducción clínica más realista
de los síntomas.
i. No se aprecia urgencia en el peritado para terminar con su condición psicopatológica.
j. Conformación de base de personalidad propia de personalidades inmaduras (cluster B). Especial
capacidad de simulación por su virtuosidad en el arte del engaño tienen las personalidades
psicopáticas.
k. Es frecuente que los simuladores cedan al sesgo confirmatorio de preguntas periciales
sugestivas y/o sugerentes de dificultades o alteraciones psicopatológicas.
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discernimiento para conocer la licitud o ilicitud de sus conductas y una voluntad o libertad
suficiente como para poder elegir entre una u otra opción.
Constructos como “anomalía”, “alteración” o “trastorno mental transitorio” no son
conceptos psicológicos. Como señalan Carrasco y Maza (2005) anomalía y alteración
suelen utilizarse indistintamente, suponiendo una ampliación del anterior concepto legal de
“enajenación”. Con esta nueva conceptualización se consideran causas de exención no sólo a
los trastornos o enfermedades mentales, sino también a otras situaciones en las cuales el
trasfondo patológico, puede no llegar a tener la consideración de tal trastorno, como son los
rasgos de personalidad, las disposiciones anímicas y caracteriales anormales y otras
anomalías en general (Carrasco y Maza, 2005).
Conceptos como trastorno mental transitorio, arrebato u obcecación harían referencia
en el terreno psicopatológico, principalmente al trastorno de las emociones (reacciones
vivenciales anómalas), diferenciándose en la intensidad con la que se presentan las
perturbaciones. Estos estados emocionales cuando tienen la entidad suficiente restringen la
capacidad de juicio del sujeto, entendiéndose ésta como la capacidad para evaluar una
situación y actuar de forma adecuada.
Para Carrasco y Maza (2005) la verdadera situación de trastorno mental transitorio
surge en personas sanas, sin fondo patológico, que, ocasionalmente, tienen una respuesta
exagerada o inadecuada frente a situaciones especiales y excepcionales determinadas, o tras
el consumo de sustancias psicoactivas.
Jurisprudencialmente el “arrebato” corresponde a los estados emocionales súbitos y
de corta duración, que en el caso de ser de aparición más lenta y originar una ofuscación
tenaz y persistente constituiría la “obcecación”. Además el “arrebato” se vincula
especialmente con los aspectos volitivos de la conducta, mientras que la “obcecación” se
refiere al ámbito intelectivo (Carrasco y Maza, 2005).
• Brusca aparición
• Irrupción en la mente del sujeto con pérdida de facultades intelectivas y/o volitivas
• Breve aparición
• Curación sin secuelas
• Que no sea autoprovocado para delinquir
Otra cuestión relaciona con este tema y sobre la que solo desarrollaremos un breve
apunte es La valoración forense de los Trastornos Psicopatológicos, la cual resulta
difícil, porque no se lleva a cabo una meticulosa evaluación longitudinal y transituacional y
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porque los sujetos cuando están sometidos a un proceso judicial, muestran una escasa
colaboración, cuando no una directa manipulación o fenómenos de simulación-disimulación.
Una correcta evaluación de los Trastornos Psicopatológicos debe implicar un entrevista
semiestructurada completa (e.g., IPDE); el examen meticuloso de la historia clínica del
paciente; el análisis de los autos y antecedentes penales; y el estudio de la historia vital
(familia, escuela, trabajo, relaciones de pareja, etc.), apoyándose en informardores externos
y en algún test de personalidad (e.g. , MMPI-II-RF, MCMI-III, 16 PF-5, TCI o NEO-PI-R)
(Ecbec y Echeburúa, 2010); así como, también pueden utilizarse guías estructuradas de
exploración psicopatológica, pruebas de screening –e-g- GHQ-28, SCL-90_R y pruebas
específicas, con el objetivo de establecer una delimitación precisa de los desajustes, la
intensidad de la sintomatologías y un diagnóstico diferencial.
Por su parte, Delgado y Colb., 2006; nos recuerda que las etiquetas diagnosticas
por si solas no sirven a efectos periciales. Lo que interesa a los Jueces y Tribunales, tal y
como así lo ha declarado la jurisprudencia del Tribunal Supremo en repetidas ocasiones es
las repercusiones de la psicopatología en el actuar humano, es decir, si la conducta que se
enjuicia deriva, es fruto o está relacionada con el estado mental del sujeto.
Para Echeburúa y Colb., 2011; el uso de etiquetas diagnósticas ni es necesario ni
imprescindible en psicopatología forense. El abordaje de los fenómenos psicopatológicos en
psicología forense debe ser descriptivo y funcional antes que categorial.
5. EL INFORME PERICIAL
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recomendaciones tratamentales más adecuadas para paliar, en su caso, las deficiencias
apreciadas.
Mediante el informe pericial el técnico comunica los resultados de su evaluación. El
informe psicológico forense reúne dos características esenciales:
a. Descripción de la persona o cosa que sea objeto del mismo, en el estado o del
modo en que se halle.
b. Relación detallada de todas las operaciones practicadas por los peritos y de su
resultado.
c. Las conclusiones que en vista de tales datos formulen los peritos, conforme a
los principios y reglas de su ciencia o arte.
• El/la Psicólogo/a debe rechazar llevar a cabo la prestación de sus servicios cuando haya certeza de
que puedan ser mal utilizados o utilizados en contra de los legítimos intereses de las personas, los
grupos, las instituciones y las comunidades. (Art. 24º C.D.)
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• Los informes psicológicos habrán de ser claros, precisos, rigurosos e inteligibles para su destinatario.
Deberán expresar su alcance y limitaciones, el grado de certidumbre que acerca de sus varios
contenidos posea el informante, su carácter actual o temporal. (Art.48º C.D.)
• Habrá de ser sumamente cauto, prudente y crítico, frente a nociones que fácilmente degeneran en
etiquetas devaluadoras y discriminatorias, del género de normal/anormal, adaptado/inadaptado, o
inteligente/deficiente. (Art.12, C.D.)
• Sin perjuicio de la crítica científica que estime oportuna, en el ejercicio de la profesión, el/la
Psicólogo/a no desacreditará a colegas u otros profesionales que trabajan con sus mismos o
diferentes métodos, y tratará con respeto a las escuelas y tipos de intervención que gozan de
credibilidad científica y profesional. (Art. 22º C.D.)
Desde la Psicología tampoco existe consenso sobre la estructura del informe pericial
psicológico. La Coordinadora Estatal de Psicología Jurídica del Consejo General de
Colegios de Psicólogos de España ha propuesto un MODELO TIPO de informe
psicológico en el contexto forense. Tomado éste como base se propone el siguiente formato:
Presentación
Incluirá datos identificativos del psicólogo/a, su número de colegiado, datos del
procedimiento y juzgado para el que se aporta
METODOLOGIA
Se explicitará la metodología empleada para la evaluación (entrevistas, pruebas y técnicas
psicológicas aplicadas). Se consignará a las personas evaluadas junto a las técnicas
concretas, expresándose las fechas de las evaluaciones.
Es aconsejable realizar una breve descripción de la técnica recogiendo las reseñas científicas
que avalen su uso como método para evaluar los factores o variables solicitados en el
informe, así como su utilización en el contexto forense. Igualmente se aconseja hacer
referencia a sus índices de fiabilidad y validez, así como a la inclusión de escalas para
detectar el estilo de respuesta del evaluado.
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En la parte descriptiva deberán aparecer aquellos datos que servirán de base para la
discusión técnica posterior. Respecto al resultado de las pruebas aplicadas deberán
recogerse en el informe los valores numéricos de las pruebas y no únicamente la
interpretación de dichos resultados para posibilitar un análisis técnico contrario.
CONCLUSIONES
Se expondrán numeradas, de forma comprensible, breve y concisa. Las conclusiones deben
derivarse de forma natural de la lectura del informe. No deben incluir datos que antes no
hayan sido presentados y analizados.
Se aconseja dirigir nuestras conclusiones a la Instancia Judicial con el trato pertinente.
Pueden utilizarse fórmulas del tipo:
El perito firmante ha redactado el contenido del presente informe con imparcialidad y con
arreglo a su leal saber y entender. Con todos los respetos a SSª emite las siguientes
conclusiones:
Lo que tengo el honor de informar a V.I.,
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1. Lenguaje claro, sencillo, preciso y sin ambigüedades, tanto en el informe escrito como en la
ratificación
2. Evitar nombrar un constructo psicológico, psicopatológico o psicodiagnóstico de formas diferentes,
lo cual puede restar credibilidad al informe, además de añadir confusión al mismo
3. Evitar las frases muy largas, complejas o muy elaboradas conceptualmente, pueden resultar
difíciles de entender para los egos en la materia psicojurídica.
4. Exposición directa, objetiva, sin paráfrasis ni subjetividades
5. Redacción del informe sin uso de palabras generales, estereotipadas, o tipo “Barnum” que pueda
aplicarse a cualquier sujeto
6. No hacer del informe un pretexto para exhibir el conocimiento de la materia o para hacer alarde de
la riqueza de vocabulario
7. Centrarse en los datos a la hora de concluir el informe o proponer algunas interpretaciones
Simoes concluye como características del informe psicológico pericial las siguientes:
Responsabilidad:
1.- Los psicólogos forenses deberán prestar sus servicios de modo que aspiren a la excelencia por su
máxima responsabilidad y franqueza en el trabajo.
Competencia:
2.- Los psicólogos forenses prestarán sus servicios profesionales en las áreas de la psicología en las
que posean conocimiento, práctica y competencia.
3.- Deberán comprender el marco legal de su actuación ante los juzgados y los derechos de las
personas evaluadas, cuidando no vulnerar tales derechos.
4.- Valorarán si deben intervenir en aquellos casos que por su naturaleza entren en contradicción con
sus valores personales o creencias morales, y en los que tal circunstancia pueda interferir en su
habilidad y competencia.
Relaciones con clientes y otros profesionales:
5.- Los psicólogos forenses deberán informar a los clientes de las características básicas de la relación
establecida, presentando al menos: sus competencias, el objetivo de la evaluación, la metodología
básica a emplear, y quien será el destinatario de la información recabada. Para poder trabajar libre e
independientemente, cuando proceda, solicitarán provisión de fondos, evitando que su remuneración
sea contingente a los resultados de su tarea.
22
6.- Evitarán las relaciones duales, recordando las causas de recusación que establece la Ley, y
rechazando aquellos trabajos incompatibles, como circunstancias previas de amistad o enemistad,
parentesco o relación profesional preexistente.
Confidencialidad:
7.- Los psicólogos forenses informarán de las limitaciones de la confidencialidad que concurran en el
caso, de todos modos evitarán revelar informaciones que estén fuera del objetivo de la evaluación
forense.
Metodología y procedimientos:
8.- Los psicólogos forenses tienen el deber de actualizar sus conocimientos científicos en aquellas
áreas en las que se reputan competentes, utilizando la metodología avalada por los estándares
científicos y profesionales de la psicología.
9.- Serán especialmente minuciosos en el registro de los datos recabados, toda vez que deben poder
ser aportados ante la Autoridad Judicial en el momento en que se les solicite.
10.- Tendrán especial cuidado en evitar en sus métodos y procedimientos influencias no pertinentes,
como las que puedan recibir de las partes, valorando los datos desde todas las perspectivas
razonables e hipótesis alternativas.
11.- Se abstendrán de hacer valoraciones sobre personas no evaluadas directamente, intentando
llevar a cabo dichas evaluaciones cuando se considere necesario, con el acuerdo de los legítimamente
afectados o solicitándolo al Juez competente, en particular cuando se trate de menores. Si pese al
esfuerzo resultase inviable, reflejarán en susresultados las posibles limitaciones de su estudio.
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ANEXO - 1 -
MODELO DE ESTRUCTURA DE INFORME PERICIAL PSICOLÓGICO EN EL ÁMBITO PENAL
a) Entrevistas y observaciones:
-Dos entrevistas semiestructuradas con D. X (12/3/06 y 13/3/06)
-Entrevista semiestructurada con Dña. X, madre del peritado (14/3/06)
b) Pruebas aplicadas:
23
-Inventario Clínico Multiaxial de Millon-III (MCMI-III), de T. Millon (1997). Adaptado en población
española por TEA Ed. (2002)
c) Análisis de la información obrante en el expediente
5.-EXPLORACIÓN PSICOPATOLÓGICA
7.-CONSIDEREACIONES PERICIALES
7.1.-Sobre si el peritado padece algún tipo de trastorno mental que afecte a sus capacidad intelictiva y
volitiva
7-2.-Sobre si el peritado al momento de los hechos se encontraba en plenas facultades mentales o
bajo algún tipo de trastorno mental
8.-CONCLUSIONES
PRIMERA: Al momento de la exploración y con los datos manejados en la misma se advierten rasgos
desajustados en la personalidad de base del D. X compatibles con el diagnóstico de Trastorno
Antisocial de la Personalidad
SEGUNDA: Los Trastornos de Personalidad se inician en la adolescencia o primeros años de la edad
adulta con lo cual puede inferirse que al momento de los hechos dicho trastorno estaba presente en
D. X
TERCERA: Dicho trastorno no impide al peritado comprender la ilicitud de su conducta ni actuar
conforme a dicha comprensión Lo que tengo el honor de informar a V.I.,
Nota- El presente informe es el resultado de una evaluación psicológica referida sólo a las circunstancias concretas del
contexto en que fue solicitado, por tanto no debe utilizarse en casos ni momentos diferentes a ese contexto. Si se produjese
una modificación sustancial en alguna de las circunstancias consideradas procedería una nueva evaluación.
[***]
24
ANEXO-2-
V. Discusión y resumen.
VI. Conclusiones.
2. Metodología aplicada.
Reflejamos las pruebas aplicadas así como los métodos de trabajo que hayamos
utilizado, entrevista, observación, etc. Es un apartado resumido en el que sólo
identificamos las pruebas aplicadas y las entrevistas realizadas.
32
3. Datos familiares, personales y laborales.
Además se hace un pequeño resumen de la historia del sujeto, infancia con los
datos sobre escolarización; adolescencia y grupo de amigos; inicio de la actividad
laboral, si existe estabilidad o hay muchos cambios en el trabajo, si consideramos
que tiene hábitos laborales adquiridos, inicio de la actividad delictiva, desarrollo
de la misma y posibles causas que estén conectadas con esta actividad.
Uno de los elementos más importantes a valorar en este apartado es si existe una
vinculación familiar estable en estos momentos y como vivencia el interno el
apoyo familiar.
A continuación pasamos a reflejar los datos obtenidos en las pruebas, así como
en las entrevistas y la interpretación, desde un punto de vista psicológico, que
hacemos sobre estos datos. Está en función del interno y el tipo de delito
cometido, la insistencia que se haga sobre una u otra área psicológica, por
ejemplo, en el caso de un violador es básico estudiar y valorar el área sexual
precisando si existen alteraciones o no en esta área, mientras que en el caso de
un estafador no incidimos en ella.
. Impulsividad elevada.
Por tanto, recogeremos en este apartado aquellos datos que nos reflejen las
pruebas aplicadas y que nos permitan determinar si existen alteraciones
psíquicas o no, pudiendo pronosticar, en base a ellas, si el comportamiento en
libertad se presume o prevé que va a ser correcto.
5. Discusión y resumen.
6. Conclusiones.
34
V Caso Práctico
Varón 37 años, familia de origen normalizada, padres jubilados por edad, la familia de
origen no mantiene contacto con él. Tiene familia adquirida, una hija de 17 años. Estudios
hasta 8º de EGB, alterna estudios y trabajo hasta COU. Ningún miembro de la familia ha
estado en prisión. Profesión Mecánico.
Trayectoria Laboral
No consumidor de drogas.
Trayectoria penitenciaria
Pena: 30/00/00
Evaluación Psicológica
35
ELABORACION Y PRESENTACION DEL INFORME
PERICIAL PARA EL JUEZ DE VIGILANCIA PENITENCIARIA
Una vez que mediante providencia el Psicólogo recibe la petición del Informe
sobre un interno concreto, se lleva a cabo el siguiente procedimiento
Es necesario conocer:
Si es reincidente o no.
23
2. Recopilación de datos a través de contactos con otros profesionales que
han tratado al interno.
7. Seguimientos.
5) Entrevistas con otros profesionales que estén o hayan estado conectados con
el interno.
2. Observación comportamental.
En estos momentos las tres escalas que más estamos utilizando para predecir el
comportamiento violento son:
27
6. Entrevista con otros profesionales que estén o haya estado en contacto
con el interno.
No es habitual. Pero existen casos donde se requiere, por las circunstancias del
interno, recopilar datos para conocer, sobre la base de la opinión de otros
profesionales cual ha sido la evolución del interno a lo largo del tiempo. Por ello
se acudirá a entrevistas telefónicas o personales con Psicólogos de centros
penitenciarios donde haya estado en algún momento de su trayectoria
penitenciaria, Psicólogos de asociaciones de voluntarios y colaboración con
presos, Psicólogos u otros profesionales de centros de salud u hospitales donde
hayan sido tratados, Psicólogos de programas del tratamiento para la
deshabituación... etc.
V. Discusión y resumen.
VI. Conclusiones.
32
1
2
TABLA 2
FACTORES DE RIESGO DEL IMPUTADO (cont.)
F. del proceso de socialización:
15. Socialización en cultura sexista (estereotipos de género)
16. Establecimiento de relaciones de apego inseguro con sus figuras significativas
17. Exposición a episodios de violencia paterna contra la madre
18. Socialización en entornos legitimadores de la violencia como forma de resolución de conflictos
F. del funcionamiento psicológico:
Esfera cognitiva:
19. Sesgos cognitivos respecto a los roles de género
20. Locus de control externo
21. Incapacidad para establecer relación entre su comportamiento y la respuesta defensiva y de pro-
tección de la víctima
22. Percepción hostil y amenazante de las conductas realizadas por la pareja
23. Rumiación del pensamiento con aumento de emocionalidad negativa (ira)
24. Distorsiones cognitivas para justificar la violencia contra la pareja (negación/minimiza-
ción)
Esfera afectiva:
25. Dificultad para la expresión emocional
26. Pobre autoconcepto, baja autoestima e inseguridad
27. Inadecuado control de la ira y baja tolerancia a la frustración
28. Experimentación de celos exagerados e incontrolados
Esfera interpersonal:
29. Estilo de apego ansioso en la relación de pareja
30. Conductas de control sobre la pareja
31. Déficit de estrategias adecuadas de resolución de conflictos
32. Falta de asertividad
F. precipitantes:
33. Consumo de alcohol/drogas
34. Estado de ánimo disfórico
35. Ausencia de apoyos sociales
36. Oportunidad delictiva (conductas de riesgo de la mujer)
37. Presencia de estresores psicosociales
Presencia de psicopatología:
38. Trastorno por ideas delirantes celotípicas
39. Esquizofrenia paranoide
40. Trastorno bipolar
41. Abuso/dependencia de sustancias
42. Depresión
43. Ideación suicida/homicida
44. Trastornos de personalidad:
44.1. T. paranoide
44.2. T. narcisista
44.3. T. límite
44.4. T. antisocial
44.5. T. psicopático
44.6. T. dependiente
FACTORES DE RIESGO DE LA DENUNCIANTE
45. Grado de dependencia con el agresor (económica, social o emocional)
46. Actitudes que disculpan/justifican la conducta del denunciado
47. Falta de apoyo social
48. Situación de inmigración
49. Pertenencia a minorías étnicas
50. Embarazo
51. Anteriores reconciliaciones y/o retirada de denuncias
52. Discrepancias entre su percepción de riesgo y la valoración técnica
53. Discapacidad física/psíquica/sensorial
54. Lesiones físicas graves
55. Lesiones psíquicas graves
ANEXO
A D E N D A
RESUMEN. En este estudio teórico se hace una revisión sobre los nuevos desarrollos
para el uso efectivo de la evaluación psicológica en la práctica forense, adaptando la
terminología psicológica al lenguaje jurídico, a la vez que se resaltan las diferencias más
notables entre la evaluación clínica y la evaluación pericial. Se analizan algunos instru-
mentos específicos de evaluación surgidos en el contexto forense, como las escalas de
predicción del riesgo de violencia y el procedimiento de validez del testimonio en los
casos de abuso sexual infantil. Asimismo se aborda el problema del control de la
simulación y de la detección del engaño, uno de los principales obstáculos a los que
se ha de hacer frente en el ámbito forense. Se presta una atención específica a los
problemas técnicos planteados por los dictámenes periciales, así como a los aspectos
éticos referidos a ellos. Por último, se señalan propuestas prácticas de aplicación y se
comentan las implicaciones de este estudio para investigaciones futuras.
ABSTRACT. The main aims of this theoretical study were to review and identify
some developments that have a bearing on the effective use of psychological assessment
in the court intervention, to adapt psychological terminology to the legal language, and
to highlight the most relevant differences between the psychological clinical assessment
and the forensic evaluation. The article deals with some assessment methods specific
1
Correspondencia: Facultad de Psicología. Universidad del País Vasco. Avda. de Tolosa 70. 20018
San Sebastián (España). E-mail: enrique.echeburua@ehu.es
142 ECHEBURÚA et al. Evaluación psicológica forense frente a evaluación clínica
of the legal framework, such as the assessment of violence risk prediction or the
evaluation of witness’ credibility in the area of sexual abuse in children. It also
addresses the problem of malingering control and detection of deception, which is an
overriding issue in any type of forensic assessment. The scope and the limitations of
forensic psychological reports are discussed, as well as the ethical issues involved in
forensic assessment. Finally practical guidelines are suggested and implications of this
study for future research in this field are commented upon.
periciales sobre las posibles alteraciones mentales de los autores de delitos graves
(violencia contra la pareja, agresiones sexuales, homicidios, etc.), sobre la predicción del
riesgo de violencia futura en personas que han cometido un delito violento, sobre la
credibilidad del testimonio en víctimas de abuso sexual infantil o sobre el daño psico-
lógico en las víctimas de delitos violentos (Andrés-Pueyo y Echeburúa, 2010; Arce,
Fariña, Carballal y Novo, 2009). Y a nivel práctico, lo que es sumamente importante, los
dictámenes periciales, a diferencia de las evaluaciones clínicas, se van a caracterizar por
la enorme influencia que pueden tener en el futuro de los sujetos evaluados. En el
sistema penal, por ejemplo, la imputabilidad de un acusado, así como la apreciación de
eximentes o atenuantes, dependerá en gran medida de la evaluación forense (Aguilera
y Zaldívar, 2003).
Hay una diversidad de criterios en la evaluación forense y en el contenido de los
dictámenes periciales. El objetivo de este estudio teórico (Fernández-Ríos y Buela-Casal,
2009; Montero y León, 2007) es establecer las diferencias entre la evaluación clínica y
la evaluación forense, y proponer unos estándares globales de actuación a nivel cien-
tífico y deontológico, sin menoscabo de las características específicas de las periciales
psicológicas en cada ámbito jurisdiccional (Juzgados de Familia, Incapacidades, Vigilan-
cia Penitenciaria, etc.).
Diferencias fundamentales
El contexto y el objeto de la exploración psicológica delimitan las diferencias entre
la evaluación clínica y la evaluación forense (Tabla 1). El marco mismo de la intervención
(en un caso un consultorio clínico, un ambulatorio o un hospital; en el otro, un calabozo,
un juzgado o una prisión) marca pautas relacionales distintas entre el profesional y el
sujeto evaluado (relación empática en el contexto clínico; relación escéptica en el
contexto forense) (Ackerman, 2010).
La evaluación forense presenta diferencias notables respecto a la evaluación clí-
nica. Al margen de que en uno y otro caso el objetivo pueda ser la exploración del
estado mental del sujeto evaluado, el proceso psicopatológico en la evaluación forense
sólo tiene interés desde la perspectiva de las repercusiones forenses de los trastornos
mentales, a diferencia del contexto clínico, en donde se convierte en el eje central de
la intervención (Archer, 2006).
2
«Lo que en verdad interesa al Derecho no son tanto las calificaciones clínicas como su reflejo
en el actuar».