En tiempo y forma vengo a evacuar el traslado de la demanda
impetrada por el/la Sr/a. en contra de mi mandante, solicitando su rechazo con ejemplar imposición de costas a mérito de las razones de hecho y de derecho que a continuación paso a exponer.
(…)
II. ANTECEDENTES. NEGATIVA Y RELATO DE LO SUCEDIDO
En virtud de lo dispuesto por mandato procesal, niego todos y
cada uno de los hechos y afirmaciones efectuados por la parte actora en la demanda que no sean objeto de especial reconocimiento por esta parte.
Nota: es de buena práctica realizar una negativa detallada y
específica, como así ir incluyendo algunos reconocimientos dentro de la negativa.
Niego categóricamente que el accionante haya sufrido los daños
en el contexto del recital referido, lo que deberá probar si pretende que su demanda prospere. Tales daños pueden haber sido padecidos en cualquier otra circunstancia diferente.
Niego por no constarle a mi parte la existencia de los tumultos y
corridas descriptos en la demanda.
Dejo formalmente planteada la existencia de hecho de la víctima
como eximente de responsabilidad, pues indudablemente si el daño se produjo, ello fue como consecuencia de la imprudencia del accionante al no ponerse a resguardo de los incidentes que dice haber presenciado.
Dejo formalmente planteada la existencia de hecho de un tercero
por quien mi parte no debe responder, ya que la accionante denuncia haber sido embestida por un grupo de personas que no presentan vinculación jurídica con mi parte ni son sus dependientes.
Dejo formalmente planteada la existencia de caso fortuito, ya que
mi parte no tenía posibilidad alguna de evitar este tipo de escaramuzas, a menos que pusiera tantos cuidadores como espectadores, lo que no es razonablemente posible.
Comentario: En el caso del auspiciante o patrocinador, la defensa
puede pasar asimismo por la inexistencia de posibilidades de control.
Niego que mi parte deba responder por el mero hecho de haber
obtenido algún provecho con motivo de la realización del recital.
Esto en la medida que la organización del evento recayó
exclusivamente en cabeza de la empresa ___________, sin ninguna injerencia de mi parte, que por ende no tuvo facultad alguna de control, prevención, fiscalización, coordinación u organización en el evento.
Al respecto, debe tenerse en cuenta que el mero provecho es
insuficiente para generar responsabilidad, debiendo ir acompañado de alguna posibilidad de control o fiscalización sobre la actividad o del hecho de haber introducido el riesgo.
En tal sentido, Cerutti destaca que “para realizar el juicio de
imputación es necesario que se atribuya al o a los sindicados haber introducido el riesgo de la actividad en el medio social, y sobre ellos recae el cuidado, supervisión y control de la actividad”, pues de lo contrario “se podría llegar a sostener que hay casos en los cuales alguien obtiene provecho de una actividad riesgosa, aunque no tenga nada que ver con la generación de tal actividad” (Cerutti, María del Carmen, “La responsabilidad por el hecho de las cosas y por actividades riesgosas”, en “Revista de Derecho de Daños 2012- 3 (Proyecto de Código Civil y Comercial)”, Rubinzal Culzoni, Santa Fe 2012, pág. 339).
López Herrera plantea que: “El servicio o provecho debe ser
complementado con la posibilidad de poder dirigir o controlar la actividad riesgosa. Si ese control o poder de dirección no existe, la actividad riesgosa se configura pero sólo con respecto al titular y no a quien se sirve u obtiene provecho de ella” (López Herrera, Edgardo, comentario al art. 1757 en “Código Civil y Comercial de la Nación comentado”, Directores Rivera y Medina, Coordinador Esper, Tomo IV, La Ley, Buenos Aires 2014, pág. 1127).
Sáenz señala que la responsabilidad “surge de los poderes fácticos
que dicha persona ostenta sobre la actividad, quien la ejecuta o desarrolla con un poder fáctico, autónomo e independiente de dirección sobre ella” (Luis, comentario al artículo 1757 en “Código Civil y Comercial de la Nación. Concordado, Comentado y Comparado con los Códigos Civil de Vélez Sarsfield y de Comercio”, Director Calvo Costa, Tomo II, La Ley, Buenos Aires 2015, pág. 748).