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México logró esquivar la amenaza de una guerra comercial con Estados Unidos con un
acuerdo de último minuto. La crisis más profunda entre ambos países de los últimos años
ha centrado los esfuerzos del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en contener el
éxodo de migrantes desde Centroamérica, concretar un despliegue sin precedentes en la
frontera sur y conseguir resultados que mitiguen los embates de Donald Trump. Pero en el
último capítulo de las tensiones bilaterales y justo cuando las exigencias desde la Casa
Blanca se agudizan, el máximo encargado de aplicar la política migratoria del país, Tonatiuh
Guillén, ha decidido hacerse a un lado y los problemas para el Ejecutivo mexicano no cesan.
"Le pedí eso [que renunciara], era lo mejor", se ha limitado a decir López Obrador en una
breve declaración a los medios a su paso por el aeropuerto de Chihuahua, en el norte del
país. El presidente ha señalado que el movimiento forma parte de la estrategia para
afrontar la amenaza con Estados Unidos y ha anunciado que Francisco Garduño, un hombre
de su confianza con amplia experiencia en gestión penitenciaria, será el nuevo titular del
Instituto Nacional de Migración (INM).
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Trump llega a un acuerdo migratorio con México y retira la
amenaza de aranceles
López Obrador cierra filas con los empresarios tras la crisis de
los aranceles
Todos los reflectores que Guillén no tuvo cayeron sobre el canciller mexicano, Marcelo
Ebrard. Fue el negociador en jefe de México, se convirtió en el bombero para responder
todas las preguntas de la prensa y las críticas de la oposición, y se afianzó como el hombre
de todas las confianzas del presidente. López Obrador se vio obligado a admitir este viernes
que el protagonismo de Ebrard "ha despertado celos y sentimientos" en el Gabinete. El
presidente explicó que los equipos para hacer frente al reto ya se habían formado y que el
coordinador era Ebrard. Guillén no estaba contemplado para ninguno de ellos.
Muchas gracias Tonatiuh Guillén por tu destacado trabajo al frente del @INAMI_mx, demostraste
tu capacidad académica y tu integridad.
Respeto tu decisión y, sin duda, seguirás aportando en la @SEGOB_mx.
Desde antes de la firma del acuerdo se empezaban a dibujar ciertas fracturas en el equipo
del presidente. Los especialistas consultados por este periódico hablaban que la Cancillería
había asumido el papel de los "halcones", quienes querían mano dura frente a la migración.
La Secretaría de Gobernación y, por extensión, el INM eran "las palomas", quienes
abanderaban el bando contrario. Guillén, un reconocido académico que dirigió por ocho
años el Colegio de la Frontera Norte, había dicho en diciembre pasado que quería quitar el
enfoque "policial" a la migración y con el paso de los meses se vio obligado a matizar su
discurso. Guillén tuvo que hacer frente al recorte de 468 millones de pesos (13 millones de
dólares) del presupuesto del INM, un 26% menos que 2018.
López Obrador ha cerrado los primeros seis meses de su Gobierno con cuatro renuncias. El
primero fue Germán Martínez, titular del Instituto Mexicano del Seguro Social, en reclamo
por la política de austeridad del Ejecutivo el pasado 22 de mayo. Josefa González Blanco, al
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frente de la Secretaría del Medio Ambiente, renunció cuatro días después tras reconocer
que había ordenado el retraso de un vuelo comercial para logar subirse al avión. El
encargado de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Jaime Rochín, dejó su puesto el
pasado 7 de junio por la falta de personal para cumplir sus tareas. A diferencia de los otros
casos, Guillén aún no ha tomado el micrófono para dar su versión de lo sucedido.
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