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12 NOV 1984

La preocupación por la conservación de la naturaleza es patente ya en la mayoría de


las sociedades tanto en el ámbito político como social. Tal vez haya hecho falta que
se manifiesten toda una serie de señales de alerta como son la degradación de ríos y
mares, la enfermedad de miles de hectáreas de bosques, los cambios climáticos, la
desertización de amplias zonas y la amenaza de una penuria alimenticia, para que la
humanidad empiece a tomar conciencia de los riesgos que conlleva romper el
equilibrio ecológico. Resta, además, la última amenaza, la guerra nuclear, exponente
de que, por primera vez en la historia, el hombre tiene en sus manos la fuerza
suficiente para destruir todo rastro de vida en el planeta. La búsqueda de un nuevo
equilibrio que garantice a las generaciones venideras una Tierra fértil y habitable es
la tarea a la que se dedican organizaciones como la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza, (UICN), que celebra estos días en Madrid su 16ª
reunión tribunal. La UICN, originariamente, fue creada por 23 Gobiernos y 126
organizaciones nacionales. Hoy está. formada por 57 Estados, 123 agencias
gubernamentales y 321 organizaciones no gubernamentales de 114 países. Puede
decirse que representa a la inmensa mayoría de la humanidad.

La conservación de la naturaleza en sus distintas formas ha sido practicada por el


hombre desde hace milenios. Las primeras comunidades agrícolas guardaban las
semillas para sembrarlas ulteriormente. Los señores feudales se ocuparon de
conservar sus bosques para asegurarse la buena caza. Y nadie tiene que decir a un
agricultor que no debe cortar los árboles frutales para hacer leña. Estas tres primeras
actitudes sobre cómo conservar los recursos son del tipo de lo más normal. La
población humana se comportaba así cuando aún no había sobrepasado una cierta
dimensión y cuando todavía las riquezas de la Tierra parecían inagotables.En
contraste con lo anterior, las técnicas de conservación de los re cursos naturales y su
ciencia son de tiempos recientes. Han surgido de los cambios tecnológicos que
aceleraron el crecimiento de la población con sus consecuencias inevitables de cada
vez mayor presión sobre el medio natural. Hemos tenido que llegar a la hora actual
para percatarnos de las consecuencias de la pérdida de tantos recursos, algo que está
convirtiéndonos a nosotros mismos en una especie amenazada.

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Sin embargo, la ciencia y la tecnología, que tanto han contribuido a la degradación


ambiental, también pueden facilitarnos la supervivencia. Han nacido nuevas
instituciones con una perspectiva global sobre la herencia natural del hombre y ha
surgido la cooperación internacional para salvaguardarla para las generaciones
venideras.

El primer parque nacional de mundo fue creado en Yellowstone, en Estados Unidos,


hace algo más de un siglo. Los ministros sobre temas ambientales aparecieron hace
unas pocas décadas. Aunque desde 1913 se hicieron intentos para crear organismos
que coordinasen los propósitos conservacionistas a nivel internacional, la primera
organización de este tipo se formó en 1948. Así nació la Unión Internacional para la
Protección de la Naturaleza, creada en Fontainebleau bajo los auspicios de la
Unesco, el Gobierno francés y las asociaciones conservacionistas de Suiza. La
entidad cambió de nombre en 1957 para convertirse en Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales (UICN).

Originariamente, la formaron 23 Gobiernos y 126 organizaciones nacionales. Tal


mezcla de entidades gubernamentales y privadas supuso una originalidad única,
puesto que muy pocas veces se reúnen los responsables de la legislación, de los
presupuestos nacionales y de la política con las organizaciones no gubernamentales
para establecer prioridades comunes.

La UICN está formada hoy por 57 Estados, 123 agencias gubernamentales y 321
organizaciones no gubernamentales de 114 países diferentes. Puede decirse que
representa a la inmensa mayoría de la humanidad.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente celebrada en
Estocolmo en 1972, hizo especial hincapié en que la mayoría de las cuestiones sobre
el estado de la naturaleza han de ser aprobadas internacionalmente, pues toque
afectan a toda la humanidad. Después, cuando se creó el Programa de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA), la UICN se convirtió en un firme
apoyo de éste para el desarrollo de los más variados proyectos de conservación,
ofreciendo su extensa red de medios científicos. Por tanto, si bien la UICN no es una
agencia de las Naciones Unidas, sí colabora estrechamente con el sistema de la
ONU.

Seis comisionesLa UICN consta de seis comisiones. La Comisión de Supervivencia


de las Especies comprende 56 subgrupos, cada uno de ellos dedicado a una especie o
un grupo de especies. La Comisión de Parques Nacionales y Áreas Protegidas
cuenta con un sistema de clasificación de las reservas naturales y asesora a la
Unesco en lo relativo a los espacios a ser incluidos en la Convención del Patrimonio
Mundial de la Naturaleza. La Comisión de Legislación, Política y Administración
tuvo a su cargo la responsabilidad de la elaboración de la Carta Mundial de la
Naturaleza, que se adoptó por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1982.
Las otras comisiones son de Ecología, Planificación Ambiental y Educación.

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En las citadas seis comisiones trabajan más de 3.000 especialistas, como voluntarios,
para formular políticas, preparar proyectos, representar a la UICN en reuniones
internacionales y promover la conservación de la naturaleza en sus propios países.
El trabajo de las comisiones se refuerza con el de los tres centros de la UICN: el
Centro de Conservación de Kew y Cambridge, en el Reino Unido, recoge
información sobre las especies en peligro, desarrolla un banco de datos
informatizado y publica libros rojos en los que se denuncian los problemas; el
Centro de Legislación Ambiental de Bonn, en la República Federal de Alemania,
mantiene un registro informatizado de la legislación sobre la conservación de la
naturaleza en los distintos países y ayuda a los Gobiernos a redactar proyectos de
leyes, y el Centro de Conservación para el Desarrollo, en la sede central de la UICN,
en Gland (Suiza), trabaja con toda clase de instituciones de desarrollo para que
tomen en consideración los factores ambientales en sus proyectos y, asimismo,
presta asistencia a los Gobiernos en la preparación de estrategias nacionales de
conservación.

La UICN también desempeña un importante papel en la preparación de acuerdos


internacionales. Así, sucedió con la Convención sobre Comercio Internacional de
Especies Amenazadas de la Flora Silvestre y de la Fauna; la Convención de Ramsar,
sobre humedales de importancia internacional, y la Convención de Bonn, sobre
especies migrantes. Pero la contribución sin duda más notable hecha por la UICN en
los últimos años es la preparación y promoción de la Estrategia Mundial de
Conservación de la Naturaleza (EMCN).

Virtualmente, todas las cuestiones nacionales e internacionales que hoy preocupan a


la humanidad se relacionan con la conservación de los recursos naturales. Y la tarea
de la UICN consiste en que tales temas sean objeto de atención cada vez mayor por
parte de la opinión pública mundial.

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