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El orden.

El pensamiento deja de moverse dentro del elemento de la semejanza. La similitud es ocasión


de error, se dibujan las quimeras de la similitud pero se sabe que son quimeras. Saber de la
semejanza que no llegaba a ser racional.

Bacon realiza una crítica a la semejanza, desde el orden del espíritu y sus ilusiones, doctrina de
quid pro quo.

La crítica de descartes es de otro tipo. Denuncia en la semejanza una mixtura confusa que es
necesario analizar en términos de identidad y de diferencias, de medida y de orden. No hay
conocimiento verdadero más que por la intuición.

Dos formas de comparación: la comparación de la medida y del orden. Se pueden distinguir


magnitudes continuas o discontinuas, se considera primero al todo y luego se lo divide en
unidades, de convención “ficticias” o unidades de la aritmética. La medida permite analizar la
semejanza según la variable de la identidad y la diferencia.

Se sustituye la jerarquía analógica por el análisis: en el siglo xvi se admitía de antemano el


sistema global de correspondencia, desde ahora toda semejanza será sometida a la prueba de
la comparación.

Para la episteme clásica, lo fundamental no es matematizar la naturaleza, sino, una relación


con la mathesis que, hasta fines del siglo xvii permanece constante e inalterada. La relación
entre los seres se presentara bajo la forma del orden y la medida. La relación de toda mathesis
con el conocimiento se da como posibilidad de establecer entre cosas una sucesión ordenada.
El análisis va a alcanzar pronto el valor de método universal.

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