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UNIDAD I

LA NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA CRISTIANA

El estudio de la doctrina cristiana es obligatorio para todo cristiano. No es algo separado


de la vida. Ni es asunto que deba tratarse con descuido, indiferencia, vana especulación u
otras actitudes negativas. La salvación personal es como el carácter sano e influencia santa,
dependen de la correcta adquisición de dogmas y doctrinas. Cada individuo es responsable
dentro de los límites de su capacidad y oportunidad, de descubrir y aceptar la doctrina cristiana.
Sin embargo, el estudio do la teología cristiana no es solo una obligación. Es también
fuente de inspiración y deleite. No es de compararse con ninguna materia al alcance del
pensamiento humano. Al estudiar las grandes verdades de la biblia, gozamos el compañerismo
de las mentes más puras de todas las edades: Pablo, Agustín, Tomás de Aquino, Juan Wesley,
para mencionar unos pocos. Pero lo mejor de todo es que entramos en compañerismo íntimo
con Jesucristo. ¿Qué estudio, pues, encierra mayor deleite o profundo interés que el de la
teología cristiana?

TERMINOLOGÍA
La doctrina cristiana se presenta comúnmente bajo el título más amplio de teología
cristiana, o en términos más técnicos como "dogmática cristiana". En nuestro estudio nos
referimos a ella como "el estudio analítico de aquella porción de la verdad que facilita el material
de la teología generalmente conocido con el nombre de fe cristiana".
A veces se hace una distinción entre doctrina y dogma. El dogma "es la forma que la
doctrina ha asumido en consecuencia de su desarrollo". La doctrina "es la enseñanza
sistematizada de las Escrituras sobre cualquier asunto teológico". Por ejemplo, la Biblia señala
ciertos hechos con respecto al bautismo con agua (doctrina). Pero a través de los siglos han
aparecido dogmas con referencia al modo, requisitos del candidato y el significado exacto del
rito. Son los dogmas los que han dado lugar a la teología dogmática, marcando así muchas
diferencias en las varias denominaciones de la iglesia cristiana (más adelante hablaremos de
las divisiones de la teología).
El término "teología" deriva de dos palabras griegas: theos = Dios y logas = discurso o
tratado. Originalmente se refería a un discurso acerca de Dios. Los antiguos griegos usaban
este término en su sentido literal, de ahí que se haya aplicado la palabra theologoi o teólogos,
a quienes escribían la historia de los dioses y sus hazañas.
Por tanto, en su sentido general, el término "teología" puede aplicarse a las
investigaciones científicas sobre personas sagradas, cosas, o relaciones, ya sean éstas reales
o imaginarias. Aunque el contenido de tales tratados sea un tanto falso, el uso permite llamarlos
teología, si la materia de estudio de que se trata se considera sagrada. Por esta elasticidad en
la definición del término teología, para nuestro estudio debemos usar la frase "teología
cristiana".

DEFINICIONES DE TEOLOGÍA
Una de las definiciones más sencillas de teología es: "La teología cristiana es la
presentación sistemática de las doctrinas de la fe cristiana". El doctor Samuel Wakefiel define
a la teología como "aquella ciencia que trata de la existencia, el carácter y los atributos de Dios;
sus leyes y gobierno; las doctrinas que hemos de creer, el cambio moral que debemos
experimentar y los debe res que tenemos que cumplir". La definición del doctor Charles Hodge
es la siguiente: "Teología es la exhibición de los hechos de la Escritura en su orden propio y
relación con los principios o verdades generales involucradas en los hechos mismos que llenan
y armonizan el todo". Pero una definición bien expuesta es la del eminente teólogo metodista
William Burton Pope, que dice: "La teología es la ciencia de Dios y de las cosas divinas,
basadas en la revelación hecha al hombre por medio de Jesucristo y sistematizada en varios
aspectos dentro de la iglesia cristiana".

NATURALEZA Y ALCANCE DE LA TEOLOGÍA


La teología es el estudio de las doctrinas de la fe cristiana. Esto nos lleva a conocer el
alcance que tiene la misma y los cinco aspectos que se incluyen en su estudio:
1. Dios: que es la materia, fuente y fin de toda teología.
2. Religión: que es el intento de relacionar la vida humana con aquello que se concibe
como divino o digno de la más alta devoción del ser humano.
3. Revelación: que es la automanifestación de Dios al ser humano. Es la fuente primara
de los hechos sobre la cual se basa la teología sistemática.
4. Jesucristo: que es el Verbo Personal y Eterno, en quien toda verdad encuentra su centro
y circunferencia.
5. La iglesia: que es el cuerpo de Cristo, en la que la verdad ha sido sistematizada y
desarrollada bajo la vigilancia y dominio del Espíritu Santo.

REQUISITOS CUALITATIVOS PARA EL ESTUDIO DE LA TEOLOGÍA


Wiley cita al doctor Henry B. Smith, quien nos comparte algunas ideas valiosas de
cualidades o requisitos que debe tener un estudiante de teología:

TENER CIERTA INCLINACIÓN ESPIRITUAL


Esto no quiere decir un mero conocimiento abstracto acerca de los asuntos espirituales,
ni siquiera un sentimiento de buena voluntad, sino una disposición o inclinación espiritual que
es, en su naturaleza más íntima, una expresión de la realidad del reino de Dios centralizada
en la persona y obra de Jesucristo. Es una inclinación espiritual que resulta de un contacto
personal y vital con Dios.

TENER UN ESPÍRITU DE HUMILDAD REVERENTE


Es lo contrario de la suficiencia propia. No puede ser verdaderamente cristiano quien no
está poseído de humildad y reverencia; quien no es un investigador humilde ante los misterios
de la encarnación y de la expiación; quien no siente y sabe que en estos grandes hechos hay
algo que lo llama a quitarse los zapatos; quien no tiene la convicción de que está en suelo
santo.

TENER UN AMOR SICERO A LA VERDAD POR LA VERDAD MISMA


Muchos aman la verdad por causa de su partido; unos, por causa de su iglesia; la mayor
parte de la humanidad, quizá, por interés personal; otros, porque no pueden hacer a un lado
lo que han aprendido; pero el ministro y todo cristiano debe amar y predicar la verdad, porque
es la verdad.

POSEER UN ESPÍRITU DE CONFIANZA


Esto es la creencia de que, bajo la iluminación del Espíritu Santo, puede encontrarse la
verdad que a su vez proporciona la substancia de la teología.

TENER UN CELO PROFESIONAL POR SU TRABAJO


Todo estudiante de la Biblia debe sentir y vivir, día tras día y semana tras semana, como
si la teología fuera su propio y más preciado trabajo, dándole lo mejor de su tiempo y facultades
y una labor paciente.

TENER UN CONOCIMIENTO ADEC HADO DE LA BIBLIA


Nada puede sustituir el conocimiento adecuado y personal de lo que la Biblia misma
enseña en relación con la doctrina

TENER UN ENTENDIMIENTO AMPLIO DE OTROS CAMPOS DEL CONOCIMIENTO


Esto es cierto particularmente en lo que se refiere a aquellas partes del saber cómo la
filosofía, la historia, la religión y la psicología que están íntimamente ligadas al estudio de la
teología.

TENER UNA “MENTE DISCIPLINADA"


El doctor A. H. Strong dice: "Sólo una mente como ésta, puede reunir pacientemente
los hechos, retener a su alcance muchos de ellos a la vez, deducir los principios que los
conectan por medio de un razonamiento continuo, y detener su juicio hasta que sus conclu-
siones sean probadas por la Escritura y la experiencia". Es una mente que no está
completamente dominada por el proceso racional, sino que posee intuición espiritual lo mismo
que entendimiento mental.

DIVISIONES PRINCIPALES DE LA TEOLOGÍA


Los eruditos han organizado y sistematizado de varias maneras los materiales de la
teología, para facilitar su aprendizaje. Mencionaremos sólo algunos de los términos principales
usados para designar las fases diversas de esta "ciencia de Dios y de las cosas divinas".

TEOLOGÍA NATURAL
Esta rama de la teología trata de la existencia, los atributos y la voluntad de Dios tal
como lo revelan los diferentes fenómenos de la naturaleza. En el grandioso "libro" de la
naturaleza hallamos evidencia con respecto a la existencia de Dios, su poder y sus propósitos.
En el universo material y en la constitución del ser humano, Dios se revela en forma un tanto
velada, pero también ciertísima. La obra de la teología natural consiste en recoger y
sistematizar esta evidencia.

TEOLOGÍA EXEGÉTICA
Esta consiste en el estudio cuidadoso y analítico de las Escrituras, clasificado de
acuerdo con las doctrinas. Comprende un extenso campo de investigación, que incluye la
época, el origen, el contenido y el carácter de los escritos sagrados; la integridad del texto
original; la autenticidad de los diferentes libros; y los principios de interpretación bíblica,
exposición y aplicación.

TEOLOGÍA HISTÓRICA
Esta parte de la teología trata del desarrollo histórico de la doctrina. Consiste de dos
divisiones principales: El estudio del desarrollo progresivo de las doctrinas, y el examen del
desarrollo histórico de la doctrina en la iglesia desde la era apostólica. Se subraya la
importancia de la historia secular, bíblica y eclesiástica debido a la contribución que éstas
rinden a la compresión del desarrollo doctrinal.

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
Ésta se encarga de que los materiales ofrecidos por la teología natural, exegética e
histórica, sean arreglados en forma lógica y metódica a fin de facilitar su compresión y
promover su aplicación práctica. Por medio de la presentación y arreglo sistemático, puede
percibirse y apreciarse la conexión vital y simétrica de toda la verdad cristiana. Es así como
puede uno ver la teología en un todo, desde un punto de vista firme y seguro. La teología
sistemática se subdivide comúnmente en ética, dogmática y polémica.

TEOLOGÍA PRÁCTICA
Esta división de la teología tiene que ver con la aplicación práctica de los resultados de
la investigación teológica, particularmente en lo que se relaciona a la obra del ministerio
cristiano. Se incluyen en este estudio, tópicos como la homilética, que trata de la composición
y presentación de los sermones; la catequística, que trata de la instrucción de los novatos en
su preparación para la membresía de la iglesia; y la liturgia, o sea el estudio de las formas de
la adoración y devoción.

MÉTODOS DE ORGANIZACIÓN Y PRESENTACIÓN DE LA TEOLOGÍA


Hay numerosos argumentos válidos en favor del arreglo sistemático de las verdades de
la Biblia. Es por medio de tal organización que las armonías ricas y hermosas de las doctrinas
cristianas revelan su evidencia. Al delinearse sus interrelaciones, las verdades adquieren
mayor significado. La presentación coherente y ordenada de la doctrina hecha de esta manera,
no solo apela a la constitución misma de la mente humana, sino que capacita al individuo a
enseñar a otros de manera efectiva. Así pues, cuando los grandes postulados de la fe cristiana
se organizan, se presentan sistemáticamente y se retienen con firmeza, el resultado es un
carácter cristiano fuerte y útil.
Con tan válidas razones en favor de la sistematización de la doctrina bíblica no es de
sorprender que se hayan utilizado numerosos método en la organización de la teología
cristiana. Algunos de ellos son:

MÉTODO TRINITARIANO
Este método era prominente en la historia primitiva de la iglesia. Se presentan las
doctrinas en su relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

MÉTODO FEDERAL
La idea de dos pactos, el de la Ley y el de la Gracia, constituye el factor central en la
organización.

MÉTODO CRISTOCÉNTRICO
Cristo y su obra redentora forman el corazón del pensamiento.

MÉTODO SINTÉTICO
Quizá es el método más comúnmente utilizado. Se comienza con el concepto más alto:
Dios; se sigue con el ser humano; luego se continúa con Cristo; la redención, y, por último, el
fin de todas las cosas. El principio básico de organización es su orden lógico de causa y efecto.
Este método ha sido usado con efectividad por notables teólogos. A pesar de su uso frecuente,
nunca ha perdido su atracción y novedad. Nuestro estudio está estrechamente relacionado
con este método de organización.

FUENTE PRIMARIA DE LA TEOLOGÍA


La teología cristiana se basa en los archivos documentales de la revelación de Dios en
Jesucristo. Así que la Biblia es la única regla divina de fe y práctica, y la única fuente primaria
de autoridad de la teología cristiana. Las Santas Escrituras constituyen la cantera de donde se
desprenden las verdades gloriosas utilizadas en la construcción del edificio de la doctrina
cristiana.

FUENTES SECUNDARIAS DE LA TEOLOGÍA CRISTIANA


LA NATURALEZA
Numerosos pasajes de las Sagradas Escrituras ensenan que la naturaleza revela algo
acerca de Dios y de las cosas divinas. Las palabras del salmista son: "Los cielos cuentan la
gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día,
y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz.
Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras" (Salmo 19:1-4). La
naturaleza habla del poder y de la gloria de Dios con un lenguaje universal. De varias
declaraciones del apóstol Pablo rescatamos que la naturaleza revela a Dios lo suficiente como
para hacer que los seres humanos lo busquen y lo adoren (Hechos 14:15-17; 17:22-34).

LA EXPERIENCIA
No hay que olvidar cuando se estudia la teología cristiana, el hecho básico de que la
verdadera experiencia cristiana, implica una relación vital, íntima y personal entre Dios y el ser
humano. Los contactos espirituales, relaciones correctas éticas y espirituales, así como la
obediencia personal a la voluntad divina, nos llevan a un verdadero conocimiento de Dios.
Puede ser que este conocimiento no sea elaborado, pero está caracterizado por la certeza y
la seguridad. De este conocimiento, prometido por el Maestro al que le obedece, se pueden
formular intelectualmente los conceptos válidos acerca de Dios, desarrollando así el
conocimiento sistemático.

LOS CREDOS
Un credo es una confesión de fe, un grupo de doctrinas señaladas para su aceptación,
o artículos de fe. Los credos pueden ser individuales o colectivos, escritos o no, válidos o sin
valor. La gran generalidad acepta que las declaraciones de creencia de la Iglesia salieron de
dentro de ella. Presentan la experiencia colectiva de la iglesia probada por muchos creyentes
durante lapsos de tiempo y formulada en declaraciones concisas y claras.
Representan el crecimiento de la experiencia religiosa de la iglesia, la cual debe su
existencia a Jesucristo por medio del Espíritu Santo. Siendo así, pueden aceptarse como
fuentes secundarias de la teología. Son válidos mientras representen verdaderas convicciones
basadas en la experiencia cristiana. Toda declaración de creencia, nunca se considera como
substituto de las Escrituras. Se sobreentiende que debe basarse en la Biblia.
El credo que se ha conservado a través de los siglos por su contenido bíblico correcto
es el "Credo de los Apóstoles" que reza así: "Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido por el
Espíritu Santo, nació de la Virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado,
muerto y sepultado; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a
la diestra de Dios Padre Todopoderoso; y desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de
los pecados, la resurrección del cuerpo y la vida perdurable. Amen".

DESARROLLO HISTÓRICO DE LA TEOLOGÍA CRISTIANA


El cristianismo deriva su contenido único de la revelación especial de Dios en la historia
y en su Hijo Unigénito, tal como la registran las Sagradas Escrituras. La revisión más sumaria
del panorama presentado por la cristiandad en nuestros días, revela un confuso despliegue do
denominaciones, iglesias, sectas y cultos. Es evidente que los datos de las Escrituras deben
haber sido interpretados de distintas maneras a lo largo de los 20 siglos transcurridos desde
los tiempos bíblicos.
Debemos poner en claro que cualquier compresión contemporánea de la Biblia y su
significado, refleja necesariamente algo de las grandes tradiciones que han crecido dentro del
mundo cristiano.
En nuestro estudio, repasaremos brevemente las principales interpretaciones dadas al
mensaje de la Biblia, comenzando por las inmediatamente posteriores a la escritura del Nuevo
Testamento. Este repaso se ocupará de la historia de la iglesia y de la historia de la teología.
Solamente consideraremos los momentos más destacados.

EL PERÍODO APOSTÓLICO
Una simple ojeada del libro central de la fe, revelará que en realidad se trata de una
biblioteca de 66 libros diferentes, compuestos durante un período de aproximadamente 15
siglos, que relata brevemente el origen de la tierra y la humanidad y, con mayor detalle, la
historia de una familia y una nación a lo largo de tres mil años aproximadamente. Se divide en
dos partes, una de las cuales recibe el título de "Antiguo Testamento (o pacto)", y la comparten
cristianos y judíos; la otra, titulada el "Nuevo Testamento", fue escrita por y para cristianos, y
para aquellos a quienes deba presentarse el evangelio cristiano.

LA PREDICACIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO


Todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en la generación de los
acontecimientos que narran, aunque posiblemente ninguno de ellos haya sido escrito antes de
15 o 20 años después de la resurrección de Jesús. Los estudios eruditos recientes han
señalado el hecho de que hay dos clases de materiales contenidos en el Nuevo Testamento.
Se los denomina según sus nombres en griego. El kerígma, o sea la proclamación del
Evangelio al mundo no cristiano; y la didaché, o sea la enseñanza dirigida a aquellos que ya
son cristianos, con el propósito de instruirlos en materia de doctrina o ética. El bosquejo del
kerigma, el mensaje evangelístico de la iglesia, se percibe más claramente en los sermones
registrados de manera condensada en el libro de los Hechos de los Apóstoles: los de Pedro,
Hechos 2:14-40; 3:12-26; 4:8-12; 10:34-43; y el de Pablo, Hechos 13:16-41.
Hay diferentes maneras de resumir los temas que se dan en estos sermones
(contenidos en el Nuevo Testamento en su conjunto) pero los puntos principales son:
 Los días anunciados por los profetas do antaño por fin han llegado Las promesas de
Dios a su antiguo pueblo están siendo cumplidas, ahora, en el Mesías (Hechos 2:14-
21; 3:13,22-25; 10:34-36; 23:16-26).
 El Prometido no es otro que Jesús de Nazaret, quien fue crucificado por manos
malvadas. Sus sufrimientos y su muerte estaban previstos en el plan soberano de Dios
(Hechos 2:22- 23; 3:13-18; 4:8-10; 10:37-39; 13:27-29).
 Cristo ha sido levantado por Dios de entre los muertos, tal como las Escrituras lo habían
anunciado. La resurrección es el sello que ratifica todo lo que Cristo dijo e hizo, y es su
victoria sobre las fuerzas del mal (Hechos 2:24-32; 3:36; 10:40-41; 13:30-37).
 El Cristo resucitado ha sido exaltado a la diestra de Dios y comparte su soberanía,
porque es Señor y Cristo (Hechos 2:33, 34-36; 4:11).
 Él Cristo exaltado ha derramado sobre su iglesia el Espíritu Santo, don que constituye
una promesa del Padre, "esto que vosotros ahora veis y escucháis" (Hechos 2:33).
 Cristo volverá del cielo y juzgará a los seres humanos y las naciones, en el tiempo de
la restauración de todas las cosas “Él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y
muertos” (Hechos 3:20-21; 10:42).
 Por lo tanto, "arrepentíos, convertíos y sed bautizados, para que sean borrados vuestros
pecados, y para que vosotros también recibáis el don del Espíritu Santo. Porque no hay
ninguna otra salvación en ningún otro nombre (Hechos 2:37-40; 3:19; 4:12; 10:43;
13:38-41).

En torno a este sólido núcleo de proclamación va reuniéndose la didaché, la


enseñanza; es decir, la explicación, la interpretación, y la aplicación a la vida y la conducta
que, junto con la historia relacionada a las distintas circunstancias de la proclamación y la
enseñanza, componen el conjunto total del Nuevo Testamento.

EL PRIMER CRECIMIENTO
Durante el período de la vida de los apóstoles el Evangelio fue llevado a lo largo y a lo
ancho de todo el mundo romano, y según la tradición, mucho más allá de sus fronteras.
Algunos de los apóstoles, incluyendo a Pedro y a Pablo, perdieron sus vidas durante la amarga
persecución iniciada por el emperador romano Nerón. Una persecución que continuó
intermitentemente durante más de 250 años. Durante la mayor parte de este período era un
crimen capital simplemente confesar la fe en Jesús. Pero como ocurre siempre, la sangre de
los mártires es la semilla de la iglesia, y las persecuciones fueron como agua arrojada sobre
un incendio de petróleo, solamente sirvieron para expandir aún más la llama.

EL PERÍODO PATRÍSTICO
Durante el denominado período patrístico (de "padres", como se dieron a llamar los
primeros dirigentes cristianos), el cristianismo pasó al mismo tiempo por su persecución más
severa y por su período de crecimiento más rápido. Podría decirse que este período va desde
la muerte del apóstol Juan hasta San Agustín de Hipona, aproximadamente 300 años.

IGLESIA Y ESTADO
La primera oposición al cristianismo provino del Sanedrín judío y de los dirigentes del
judaísmo, en los centros del pensamiento hebreo fuera de Palestina. Durante los primeros 35
años el judaísmo era tolerado, y la nueva fe se tuvo por una secta del judaísmo, recibiendo así
el mismo trato. Sin embargo, antes de que hubiera terminado la era apostólica, comenzaron
las persecuciones por parte del gobierno imperial. Nerón dio comienzo a la primera de las
persecuciones romanas el año 64 d.C. Los historiadores de la iglesia enumeran 10 períodos
de persecución, por parte do las autoridades romanas, hasta el esfuerzo emprendido por Decio
para eliminar el cristianismo en todo el Imperio en el año 250 d.C. La conversión de Constantino
(312 d.C.) y su posterior definición como único soberano del Imperio (324 d.C.), hizo que el
cristianismo llegara a ser la religión del Estado. Como frecuentemente se ha señalado, esta no
fue una bendición sin más ni más. Miles de ciudadanos romanos entraron en la iglesia por
razones de prudencia o política, sin conocer el verdadero significado de una fe personal en
Jesucristo. A partir de este momento, se inicia el proceso que habrá de culminar en la
instauración del papado, con su concomitante de perpetua alianza entre los poderes religioso
y político.

LA IGLESIA Y SU ADORACIÓN
Este período también fue testigo del desarrollo de las primeras formas de gobierno y
administración de la iglesia y de los comienzos de la liturgia en el culto de adoración. Con la
muelle de los apóstoles y de aquellos padres que los habían acompañado, los ancianos
conocidos específicamente como obispos comenzaron a asumir mayor responsabilidad y
liderazgo. Los obispos de los centros más importantes, gradualmente asumieron autoridad
sobre las zonas rurales circunvecinas y desde época temprana el obispo de Roma era objeto
de mayor respeto que los otros.
La iglesia, partió de una adoración muy sencilla basada en los servicios de la sinagoga
de los judíos, que incluía la oración, la alabanza, la lectura de las Escrituras y un sermón, hasta
que comenzó a desarrollarse una liturgia más formal. La Cena del Señor y el bautismo
asumieron mayor prominencia. Se estableció el canon del Nuevo Testamento. Comenzaron a
utilizarse edificios especialmente construidos con el propósito de servir para la celebración del
culto. El ritual llegó a ser más elaborado. Espiritualmente había tanto luz como tinieblas. Junto
a una gran medida de piedad auténtica había mucha religiosidad nominal.

DESARROLLO DE LA APOLOGÉTICA
No pasaría mucho tiempo antes que el cristianismo fuera víctima del ataque de los
filósofos paganos. Los primeros cristianos, entonces, comenzaron a pensar en las
implicaciones de su fe y en las maneras de defender la verdad contra cualquiera que la dis-
putara. Estas defensas de la fe recibieron el nombre de "apologías". Los apologistas no se
limitaron a defender al cristianismo; también atacaron las creencias paganas y lo hicieron con
extraordinario vigor. Dieron gran importancia a la diferencia entre las vidas de los cristianos y
los paganos, señalando la inmoralidad atribuida a los dioses en los mitos griegos y romanos,
la sensualidad y necedad del culto politeísta.

LA FORMULACIÓN DE UNA CRISTOLOGÍA


Posiblemente el logro más importante de este período primitivo, aparte de la
propagación del Evangelio redentor, fue la formulación de la doctrina de Cristo y con ella el
desarrollo del concepto do la Trinidad. Los escritores del Nuevo Testamento habían ofrecido
un punto de partida firme en su clara afirmación de la unidad de Dios, la deidad incondicionada
de Cristo, y la personalidad y deidad del Espíritu Santo. Reunir estas afirmaciones en una
doctrina fue la gran conquista teológica del pensamiento claro y el debate que precedió a la
celebración del Concilio de Nicea (325 d.C.) y del Concilio Calcedonia (451 d.C.). En el último
se declaró una vez más que Cristo es de "la misma naturaleza del Padre como pertenece a su
Deidad, y de la misma naturaleza nuestra como pertenece a su humanidad".

AGUSTÍN Y LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA


Tantos y tan variados fueron los escritos de Agustín que de su pensamiento partirían
influencias ampliamente divergentes, entre las cuales mencionaremos algunas.

AGUSTÍN Y PELAGIO
Es su controversia con un monje inglés llamado Pelagio, Agustín defendió lo que llegaría
a conocerse como "la doctrina del pecado original". Agustín estableció profundamente en el
pensamiento cristiano la convicción de que la salvación se obtiene solamente por la gracia,
una gracia otorgada a criaturas con una predisposición al pecado heredado y, por lo tanto, con
una incapacidad para agradar a Dios por sí mismas.

PREDESTINACIÓN
La doctrina de la gracia desarrollada por Agustín lo condujo a otra posición, mucho más
debatible. Afirma que Dios, por su propia gracia y misericordia y libre elección, habría
predestinado a algunos para la salvación y a otros para la condenación y que el número de los
elegidos ya ha sido fijado y no puede modificarse.
EL CONCEPTO DE IGLESIA
La visión que Agustín tuvo de la iglesia, llegaría a convertirse en el fundamento sobre el
cual se erigiría el papado, al identificarla (como el canal a través del cual llegan a los humanos
los dones de la gracia divina), con una institución específica, la Iglesia Católica Romana. Para
Agustín ésta era el único medio de gracia y sus sacramentos eran acciones de Dios,
imprescindibles para la salvación de los seres humanos. Otras contribuciones suyas al dogma
católico romano fueron: colocar la tradición junto a las Escrituras como regla de fe; su énfasis
en la regeneración bautismal; y la doctrina de la inmaculada concepción de María, que
contribuyó a la mariología, la adoración de María.

DESARROLLO DEL CATOLICISMO ROMANO


Hacia fines del siglo segundo encontramos a Ireneo, obispo de Lyon, afirmando que el
obispo de Roma descendía en línea directa del primer obispo de esa localidad, puesto para
gobernar la iglesia por los apóstoles Pedro y Pablo. La primera ocasión en que el obispo de
Roma pretendió establecer su hegemonía sobre toda la iglesia cristiana, fue durante el Concilio
de Sárdica, en el año 343 d.C. Hacia el siglo VI, el título de "Papa", adscripto hasta entonces
a todos los obispos en Occidente, fue limitado al obispo de Roma y el papado comenzó a
desarrollarse rápidamente. Varios entre los primeros papas adquirieron gran poder político y
económico, además dieron comienzo a la íntima alianza entre la iglesia y el estado, tan típica
del período medieval. El poder papal y algunos de los dogmas típicos del catolicismo romano
fueron afirmados con tremendo ímpetu bajo el reinado del papa Gregorio Magno (540-640
d.C.). El revisó el ritual y afirmó de manera definida la doctrina del purgatorio y las misas por
los muertos, preparó el terreno para la doctrina de la transubstanciación (la presencia
substancial del cuerpo y la sangre de Cristo en la misa) y propició la veneración de las reliquias
de los apóstoles y los santos. Durante estos siglos, la Iglesia de Roma llegó a ser muy
poderosa, acumulando enormes riquezas. Hacia el año 1000 d.C. la totalidad de Europa, con
algunas excepciones, era cristiana nominalmente. La riqueza y la magnificencia condujeron a
la corrupción y la decadencia espiritual.

LA REFORMA
Cuatro movimientos religiosos participaron en la Reforma Protestante del siglo XVI.

LUTERO Y LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE


Martín Lutero, sacerdote agustino y doctor en teología, visitó Roma en el año 1511. En
esa ocasión se sintió asqueado por la evidente corrupción de la corte papal. Unas pocas
palabras de Romanos 1:17 "el justo por la fe vivirá", le otorgaron la confianza en las que había
de vivir y predicar durante los años de peligros y luchas que después vendrían. La justificación
por la fe se convirtió en la piedra angular de la Reforma.
La venta de indulgencias, que era una especie de tarjeta de crédito pagada por
anticipado, que ponía a disposición del comprador los méritos de los santos (acumulados en
un "tesoro de méritos" administrado por la iglesia), fue lo que ocasionó la reacción de Lutero.
En la creencia popular, las indulgencias podían resultar en el perdón de los pecados sin
necesidad de arrepentimiento o reparación alguna. Esto era mucho más de lo que Lutero podía
soportar y, el 31 de octubre 1517, clavó sus famosas 95 tesis en la puerta de la capilla del
castillo de Wittenberg, en las cuales atacaba vigorosamente el concepto de "indulgencias"
basadas en los méritos sobrantes de los santos, acumulados en algún supuesto "tesoro". Los
escritos de Lutero consistentemente proclamaron los principios que ha defendido el
protestantismo desde aquel entonces hasta nuestros días. Estos incluyen: la justificación
mediante la sola fe, la supremacía de las Escrituras como única fuente de la doctrina y la moral,
el sacerdocio universal de los creyentes, y el derecho y deber de cada cristiano a leer y
comprender la Biblia. Una de las obras más notables de Lutero fue la traducción de las
Escrituras al alemán de sus días.

CALVINO Y LAS IGLESIAS REFORMADAS


El más destacado de lodos los dirigentes reformados fue Juan Calvino (1509-1564). Le
impresionó mucho la doctrina de la predestinación de Agustín, y su corolario, la perseverancia
de los elegidos. A esta doctrina le otorgaría un lugar destacado en su propio pensamiento. Su
sistema era rígidamente coherente, los cual quizá da cuenta en parte de su gran influencia, y
estaba basado en la absoluta soberanía de Dios, que dispone de cada ser humano según sus
inescrutables designios eternos.

EL ANGLICANISMO
En Inglaterra surgió un tercer movimiento de reforma. Sus raíces se remontan hasta
Juan Wycliffe (1320-1384) y sus seguidores. Su ocasión histórica inmediata fue el deseo del
rey de Inglaterra, Enrique VIII, de que se anulara su matrimonio con la princesa católica
Catalina de Aragón, para que pudiera casarse legalmente con Ana Bolena. Cuantío el Papa
se negó rotundamente, Enrique hizo que el Parlamento, en 1534, separara a la Iglesia de
Inglaterra del control papal y que lo declarara a él como la cabeza suprema de la Iglesia de
Inglaterra. El desarrollo de las convicciones protestantes en Inglaterra fue lento y en ocasiones
se mezcló con motivaciones políticas. Gradualmente se fue formando una liturgia distintiva, así
como también, se fue desarrollando cierto clima teológico del cual surgieron los eventos
significativos que le dieron vida al avivamiento evangélico del siglo XVIII. Como iglesia
"establecida" o estatal, la Iglesia Anglicana o de Inglaterra (así como la Episcopal, como se
conoció en el nuevo mundo) siempre le ha dado lugar a una amplia variedad de posiciones
teológicas y litúrgicas.

LOS ANABAPTISTAS Y LA REFORMA “RADICAL”


Los anabaptistas derivaron su nombre de su insistencia sobre la conversión personal y
el rebautismo de los convertidos que habían sido bautizados de recién nacidos. Bajo este
nombre se incluyó a una amplia gama de opiniones y prácticas, pero en general los
anabaptistas enseñaban el retorno al cristianismo primitivo y rechazaban las instituciones
tradicionales de la iglesia. La mayoría de los líderes anabaptistas eran hombres sobrios y
capaces, pero el movimiento tenía "elementos fanáticos" que se inclinaban por la revolución
violenta y el establecimiento del reino de Dios por medio de la fuerza militar. Otros adoptaron
un punto de vista totalmente pacifista. La mayor contribución de los anabaptistas al desarrollo
del protestantismo consistió en proveer una alternativa para la iglesia estatal o establecida.
Esas iglesias "libres" florecieron y se multiplicaron en todos los ámbitos protestantes.

ARMINIO Y LOS PETICIONANTES


Ante la doctrina radical de los seguidores de Calvino sobre la predestinación, surgió una
reacción, particularmente en Holanda, con Jacobo Arminio (1560-1609). Él ya había entrado
en conflicto con los ultracalvinistas, en primer lugar, por su interpretación del capítulo siete de
Romanos, el cual consideraba como el cuadro de una persona despertada, convencida, pero
no regenerada, que luchaba con el poder del pecado en su vida. También cuestionó el
concepto calvinista de la soberanía de Dios, las doctrinas de la elección y la predestinación,
una expiación limitada (que Cristo sólo murió por los electos) y la perseverancia de los santos.
Estos puntos de vista, sostenía él, cuestionaban la justicia de Dios y no se podían armonizar
con el Evangelio de la gracia universal.
En el debate entre los remonstratenses (nombre tomado de una publicación de 1610, intitulada
Remonstrance, en favor de las posiciones de los seguidores de Arminio), que más tarde se
llamó el "arminianismo", y los calvinistas radicales duró varios años hasta el Sínodo de Dort de
1618, donde surgieron los famosos “Cinco Puntos”

POSICIÓN CALVINISTA POSICIÓN ARMINIANA


Elección incondicional. Elección condicionada por la fe personal.
Expiación Limitada. Expiación universal.
Depravación total del ser humano y su incapacidad de Incapacidad del Hombre de ejercer la fe salvadora de
responder favorablemente a la gracia de Dios sin un Dios.
don de fe específico.
Gracia irresistible. Suficiencia de la gracia.
Perseverancia de los santos. Posibilidad de caer de la gracia.

EL AVIVAMIENTO EVANGÉLICO: JUAN WESLEY


Juan Wesley (1703-1791) representa lo que ha dado en llamarse "el arminianismo
incendiado". Wesley se adhirió inconmoviblemente a la doctrina de la Trinidad y a la salvación
exclusivamente por la gracia. Su oposición al calvinismo se basaba en la convicción de que el
amor de Dios, manifestado en su gracia salvadora, está a disposición de todos los seres
humanos y es ofrecido gratuitamente. Rechazó con energía los puntos de vista
predestinacionistas.
Wesley desarrolló dos doctrinas de importancia vital y que son características de su
pensamiento y experiencia, ambas fundadas en el Nuevo Testamento, y en la línea de lo que
constituía una veta descuidada de la enseñanza cristiana a lo largo de muchos siglos.

LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD
Una característica extraordinaria de la experiencia personal de Wesley en su conversión
llega a constituirse en una de las columnas del movimiento evangélico. Era la seguridad y
confirmación de la salvación recibida, tal como se expresa en la frase "el testimonio del
Espíritu". Define ese testimonio como una "impresión interior sobre el alma, mediante la cual
el Espíritu de Dios da testimonio directamente a mi espíritu de que soy hijo de Dios; que Jesús
me ha amado y se ha entregado por mí; que todos mis pecados son borrados y que yo, aun
yo, estoy reconciliado con Dios". Esta fue una nota novedosa y fascinante en una época
cuando la mayoría de los cristianos no poseían tal confianza.

LA PERFECCIÓN CRISTIANA O EL AMOR PERFECTO


Aún más fundamental en el ministerio de Wesley fue la doctrina de la perfección
cristiana o, en la expresión que él prefería, del "amor perfecto". La santificación había sido un
tema descuidado en la teología protestante hasta que apareció Wesley. El insistió en que la
santificación total por la fe, era no sólo posible sino inclusive e imperativa, y no en algún tiempo
futuro, sino ahora. El término perfección, tanto en la actualidad como en aquel entonces, ha
constituido una piedra de tropiezo. Pero Wesley explicó muy claramente que no consideraba
la perfección como una libertad de la ignorancia, el error, las limitaciones de la naturaleza
humana, o la tentación. Es la perfección en el amor, que produce la libertad interior con
respecto al pecado.

DESARROLLOS POSTERIORES A WESLEY


Describir el desarrollo del cristianismo durante los siglos XIX y XX constituye una tarea
que requeriría varios libros. Kenneth Scott Latourette ha calificado a los años que van de 1815
a 1914 como "El Gran Siglo", un período de abundante vitalidad y de una expansión sin
precedentes, contrarrestado solamente por el creciente materialismo y secularismo. Surgieron
muchas nuevas denominaciones protestantes.
El movimiento de santidad, dentro del cual la Iglesia del Nazareno es la denominación
organizada que cuenta con mayor membresía, pasa a ser la principal heredera del "depósito"
metodista de la doctrina neotestamentaria de la santificación plena o total.
Después de las guerras mundiales, en los círculos evangélicos han surgido desarrollos
significativos, incluyendo el surgimiento de un avance neoevangélico y el nacimiento del
pentecostalismo y el movimiento carismático.
UNIDAD II
LO QUE CREEMOS ACERCA DE LA BIBLIA

LA BIBLIA Y LA REVELACIÓN
El punto de partida concreto de la religión bíblica es el hecho de que Dios ha tomado la
iniciativa y se ha dado a conocer a sí mismo y sus propósitos.
La revelación es la automanifestación de Dios en sus designios redentores; una
manifestación dirigida hacia personas creadas según su propia imagen.
Cuando buscamos la información correspondiente, encontraremos que Dios se ha
revelado de tres maneras principales. Dios se ha revelado a Sí mismo en la historia, una
revelación proveniente del Padre; se ha revelado en Cristo, una revelación por el Hijo y se ha
revelado en las Escrituras, una revelación por el Espíritu Santo. La unidad dentro de esta
Trinidad de la revelación es la supremacía de la revelación en Cristo; porque es hacia El que
señala la revelación en la historia, y es de Él que da testimonio el Espíritu en las Escrituras
(Juan 15:26).

LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA HISTORIA


En primer lugar, Dios se ha revelado a Sí mismo mediante sus actos poderosos en la
historia, principalmente en la historia del pueblo que desciende de un inmigrante originario de
Ur de los Caldeos, hacia la primera parte del segundo milenio antes de Cristo. Esta historia
posee raíces que datan desde la creación misma y carecería de significado separada del
registro que interpreta ese período de tiempo desconocido anterior a Abraham.

LOS HECHOS HISTÓRICOS EN CUANTO A LA REVELACIÓN


Un escritor contemporáneo señala cinco eventos históricos como aquellos que revisten
mayor importancia en el esquema del Antiguo Testamento:
 El llamado y la promesa de que fueron objeto los patriarcas.
 La liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.
 El pacto concertado en el monte Sinaí.
 La conquista de Canaán.
 El reinado de David.

Hay otros dos eventos que deberían agregarse para completar la lista:
 El juicio sobre la idolatría llevado a efecto en los exilios asirio y babilónico.
 La restauración del remanente exiliado.

INTERPRETACIÓN
Un hecho histórico llega a ser revelación de Dios cuando se lo interpreta mediante los
ojos de la fe. Los eventos del Antiguo Testamento fueron verdaderos. Pero, la historia de
salvación del Antiguo Testamento es evidentemente incompleta. Su cumplimiento habrá de
encontrarse en Cristo y en el Evangelio cristiano. Es parte integrante de las Escrituras
cristianas y solamente en este contexto puede ser entendida correcta y plenamente.

LA REVELACIÓN DE DIOS EN CRISTO


La revelación no se da solamente a través de las acciones de Dios en la historia,
interpretadas como tales por la fe; suprema automanifestación es, según la expresión de John
Baillie, "el ver dadero Dios mismo, encarnado en Jesucristo muestro Señor" (Juan 1:1,14,18;
Hebreos 1:1-3).
H. Orton Wiley dice que, en un sentido más estricto y profundo, Jesucristo mismo, como
la Palabra Personal y Eterna, es la única revelación verdadera y adecuada del Padre.
Es difícil entender cómo una Persona divina puede verdaderamente ser dada a conocer
a personas humanas si no es mediante su incorporación en la forma de nuestra carne.

LA REVELACIÓN DE DIOS EN LAS ESCRITURAS


Es la Biblia la que hace posible la fe por la cual los seres humanos entran hoy en una
relación redentora con Dios. En la predicación y los escritos de los profetas y los apóstoles,
Dios se ha revelado, y nos ha revelado su verdad.
La Biblia asume un rol muy importante, porque es el mejor testimonio a nuestra
disposición de la revelación que Dios nos ha dado de Sí mismo en la historia. Las Escrituras,
en este sentido, son una revelación última, definitiva, y nunca podrán reemplazárselas en el
pensamiento cristiano. Ellas, y solamente ellas, nos sitúan cerca de la mayor de todas las
acciones redentoras de Dios, el "evento-Cristo", es decir, la muerte y resurrección del Señor
Jesús.
Además, se reafirma la unidad de la religión bíblica, una unidad con profundas raíces
en la continuidad del proceso histórico en cuyo seno tiene lugar la revelación divina.

LA BIBLIA Y LA INSPIRACIÓN
Por inspiración queremos decir, el proceso mediante el cual Dios, a través de su Santo
Espíritu, aseguró la existencia de un registro exacto y veraz de su acción redentora en Cristo,
y la correspondiente interpretación de ésta, puesto por escrito en la forma de documentos por
"santos hombres de Dios" (2 Pedro 1:21). Cristo, la Palabra viva, es la autorevelación perfecta
de Dios. La Biblia, la Palabra escrita, es el registro divinamente inspirado y completamente
adecuado del ministerio y la obra redentora de Cristo.
Inspirar significa literalmente "respirar hacia adentro", H. Orton Wiley afirma que la
inspiración es "la acción del Espíritu Santo sobre los escritores de los libros de la Biblia, tal que
sus escritos llegaran a ser expresiones de la voluntad de Dios" (2 Timoteo 3:16). El Dr. Wiley
encuentra en la inspiración tres factores que hacen evidente su posibilidad, en el caso que
alguien dudara que un Dios infinito pudiera encontrar maneras de dar a conocer con exactitud
su voluntad a las mentes humanas:
El primero es la "superintendencia'', mediante la cual el Espíritu Santo ofrece una
guía tal que los escritos de ciertos seres humanos escogidos queden libres de error.
El segundo es la "elevación", mediante la cual aquellas mentes escogidas para recibir
la revelación serían beneficiadas con una ampliación de su capacidad de entendimiento y la
refinación de sus concepciones.
El tercero es la "sugerencia" mediante la cual el autor recibe directamente del Espíritu
la comunicación de pensamientos y aun de palabras. En la Escritura tenemos la unión de lo
divino y lo humano. Fueron santos seres humanos de Dios los que hablaron tal como el Espíritu
Santo los inspiraba (2 Pedro 1:21; 1 Tesalonicenses 2:13).

EL MÉTODO DE LA INSPIRACIÓN
Hay dos teorías principales:

TEORÍA DEL DICTADO


Sostiene que, a los escritores originales de la Biblia, el Espíritu Santo les dictó palabra
por palabra, circunstancia en la cual los escritores habrían actuado aproximadamente como
taquígrafos, tomando al dictado los textos concebidos por sus patrones o jefes. No podría
negarse que hay porciones de la Biblia que parecen ser comunicaciones verbales directas.
Valdrían como ejemplos los pasajes que comienzan con la expresión: "Así dijo el Señor". Sin
embargo, considerar que la totalidad del texto bíblico habría sido dictado de esta manera,
merece serias objeciones.

TEORÍA DINÁMICA
Este punto de vista busca relacionar en un equilibrio correcto tanto el elemento humano
como el divino. Si la teoría del dictado puede compararse con la relación que se da entre
un ejecutivo y un taquígrafo, la teoría dinámica podría compararse por analogía con la
relación entre un ejecutivo y su secretaria, que no recibe un dictado directo, sino solamente
indicaciones sobre el contenido de la correspondencia, quedando a su criterio la elección
del estilo y las palabras.
La teoría dinámica considera a los escritores inspirados como agentes activos en la
comunicación de la verdad divina, antes que como instrumentos pasivos. Esto se adapta mejor
a los hechos que nos proporcionan las mismas Escrituras, y otorga completa autoridad a su
contenido de verdad.

EL GRADO DE LA INSPIRACIÓN
Aquí también hay dos puntos de vista opuestos:

TEORÍA DE LA INSPIRACIÓN PARCIAL


De acuerdo a la cual se sostiene que la Biblia contiene la Palabra de Dios, y algunas de
sus partes pueden llegar a convertirse en Palabra de Dios, y lo hacen, cuando el Espíritu de
Dios habla al individuo mediante la lectura o la predicación de las Escrituras. Sin embargo,
decir que la Biblia no es la Palabra de Dios, sino que la contiene, la priva inmediatamente de
su autoridad sobre la vida y el pensamiento humanos. Porque ¿quién puede decir cuáles son
las partes que son la Palabra de Dios, y cuáles no lo son?

TEORÍA DE LA INSPIRACIÓN PLENARIA


Consiste en la afirmación de que la Biblia, en su totalidad orgánica, es la Palabra de
Dios. "Plenaria" en su significado más simple, significa "llena" o "completa". Una afirmación
inequívoca de la inspiración plenaria, que al mismo tiempo fija y limita el significado de esta
doctrina, es la que encontramos en el siguiente Artículo de Fe:
Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras par las cuales entendemos los
sesenta y seis libros del Antiguo y Nuevo Testamentos, dados por inspiración divina, revelando
infaliblemente la voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvación,
de manera que ninguna cosa que no contengan ellos ha de imponerse coma artículo de fe.

LA BIBLI A Y LA SALV ACIÓN


La Biblia contiene todo lo que necesitamos saber acerca de la salvación. Nada que no
se encuentra en la Biblia se puede requerir para que uno sea salvo.
La Palabra de Dios afirma que si confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor
y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos, seremos salvos (Romanos
10:9). Para ser salvos no se requiere ser miembro de una iglesia en particular y no hay
requisitos para la salvación; sólo creer en Jesús (Juan 11:25-26; Hechos 4:12).

EL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO


El Antiguo Testamento es la primera parte general de la Biblia que se complementa con
la segunda parte que se llama Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento encontramos
aspectos importantes que se deben conocer antes de seguir el estudio:
 Los ritos de la Ley del Antiguo Testamento, que no tienen que ser cumplidos por los
cristianos de hoy.
 Los mandatos morales del Antiguo Testamento que requieren obediencia cristiana.

Cuando decimos que los cristianos no tienen que observar los ritos, nos referimos a la
ley del Antiguo Testamento. Hebreos 10:1 nos habla de la Ley del Antiguo Testamento. Los
sacrificios eran parte de los ritos, pero el autor de Hebreos dice que ellos eran solamente una
sombra de los bienes venideros, no la imagen misma.
La ley, que es solamente una sombra, se encuentra en el Antiguo Testamento y se
relaciona especialmente al tabernáculo y a los ritos del pacto de Moisés (Hebreos 8:4b-6).
Los ritos del Antiguo Testamento eran parte de la ley y ya no se requieren de los
cristianos. Cristo cumplió los ritos de la ley cuando Él vino como nuestro Salvador y murió
como nuestro sacrificio por el pecado (Colosenses 2:17).
Cuando Jesucristo murió en la cruz, cumplió una vez por todas y para siempre los ritos
de la ley del Antiguo Testamento, (Romanos 10:4, Colosenses 2:14). Cuando Jesús cumplió
los ritos de la ley del Antiguo Testamento, lo hizo perfectamente. Hebreos 10:3 nos dice que
tenían que ofrecer los sacrificios cada año porque tales ritos no eran perfectos. El sacerdote
nunca pudo sentarse en el tabernáculo, porque nunca podía llevarlos a cabo perfectamente.
Cristo vino a ser el sacrificio perfecto (Hebreos 10:12,14 y 18).
Jesucristo fue el sacerdote perfecto. Jesucristo fue el sacrificio perfecto. Él es el único
sacrificio aceptable para el perdón de los pecados. El Señor fue el sacerdote y el sacrificio
perfecto y el único medio completo de perdón de pecados. Jesucristo cumplió los ritos de la
ley del Antiguo Testamento y no se requiere nada más de los creyentes. Los requerimientos
de Levítico 1:2-9 no se requieren de los cristianos porque son parte de la Biblia que ha sido
cumplida en Cristo.
Hay personas que han creído que, por el hecho de que los ritos de la ley del Antiguo
Testamento no se requieren de los cristianos, ninguna parte del Antiguo Testamento tiene que
ver con la vida de los cristianos. Ahora vamos a ver que los mandatos morales del Antiguo
Testamento siguen vigentes para los cristianos de hoy y que debemos obedecerlos.
"Moral" significa el mayor bien o el bien esencial. Muchos de los mandatos del Antiguo
Testamento son morales, no simplemente rituales, y se requiere obediencia cristiana. El
cristiano verdadero debe guardar todos los mandamientos morales de la Biblia. El Nuevo
Testamento repite y refuerza los mandatos del Antiguo Testamento.
Jesús, en Mateo 5:27-28, refuerza el mandato moral de Éxodo 20:14. Pablo, un siervo
de Dios y escritor inspirado por el Espíritu Santo, en Efesios 4:28 refuerza el mandamiento
moral de Éxodo 20:15. Los mandatos como "no hurtarás", "no cometerás adulterio", "no
mentirás", "no codiciaras", "no tendrás dioses ajenos delante de mí", y "honrarás a tu padre y
a tu madre" son mandatos morales que requieren obediencia cristiana en todo tiempo, aunque
estén escritos en el Antiguo Testamento.

LOS DOS MAYORES MANDAMIENTOS MORALES


El Antiguo Testamento es parte de la Palabra inspirada por Dios. El Nuevo Testamento
complementa al Antiguo. En ellos encontramos los dos mandamientos morales más
importantes, que son: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con
toda tu mente" y "amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Jesús, en Mateo 22:37-38, citaba Deuteronomio 6:5 cuando dijo que el mandamiento
de amar al Señor con todo el corazón, alma y mente era el más grande de todos. Este mandato
de amar a Dios con todo el corazón, alma y mente es un mandamiento moral. El que sigue, el
de amar al prójimo como a sí mismo, también es un mandamiento moral. Jesús dijo que de
estos dos mandamientos dependía la Biblia (Mateo 22:40). El primer mandamiento dice
"amarás a Dios", el segundo dice "amarás a tu prójimo", que incluye a todo el mundo. Los
cristianos verdaderos han de amar a Dios y a los seres humanos. Este es un mandato moral
que se requiere de todos los cristianos.
Cuando Jesucristo dijo "amarás", dio por sentado que sabríamos que amar no es una
opción que los cristianos pueden escoger o rechazar, sino que es un imperativo. Nuestro
máximo amor debemos darlo a Dios, y a nuestro prójimo debemos amarlo como a nosotros
mismos. Si amamos a nuestro prójimo, como a nosotros mismos, seremos muy considerados
y compasivos con él.
El amar con todo corazón quiere decir que todo el sistema de valores del ser humano
debe estar envuelto en Dios. El amar con toda el alma quiere decir que todos los sentimientos
humanos deben estar envueltos en amor a Dios. El amar con toda la mente quiere decir que
toda la voluntad y el intelecto deben estar envueltos en amor a Dios. En definitiva, quiere decir
que toda la personalidad debe amar a Dios. El amor del ser humano a Dios ha de envolver
todo su ser.
Cuando tratamos a los demás como deseamos que ellos nos traten a nosotros,
mostramos amor al prójimo. Jesús fue el primero en enseñarnos a amar a nuestro prójimo
como es debido (1 Juan 3:16). Cuando nosotros nos entregamos al servicio para que otros
comprendan el amor de Dios, estamos amando al prójimo y entregándonos por él, tal como
Jesús lo hizo por nosotros. Tenemos que ser tan fieles en nuestra labor de brindar amor como
quisiéramos que lo fueran otros para con nosotros.

GUÍAS PARA EL ESTUDIO DE LA BIBLIA


Ahora aprenderemos cuatro guías sencillas y elementales para el estudio de la Biblia:
ORAR
Recuerde que la Biblia no es un libro ideado por el ser humano. Es el Libro de Dios para
el ser humano. Puesto que el Espíritu Santo inspiró la Biblia, necesitamos su dirección cuando
la leemos. Puesto que la Biblia es la Palabra de Dios, podemos orar con confianza que el
Espíritu Santo nos ayudará a ver, comprender y compartir con otros eficazmente. Como siervos
de Dios nosotros somos depositarios de su Palabra, y para ser fieles a tal encargo,
necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Nosotros podemos y debemos pedir al Espíritu Santo
que nos ayude por medio de la oración. La oración no es simplemente un paso para entender
la Biblia, sino que debe ser una necesidad y una parte de cada una de las otras guías también.

OBSERVAR CON CUIDADO


El próximo paso para estudiar la Biblia es observar atentamente. Hay dos fuertes
enemigos del estudio bíblico: "Demasiado cansancio", e "impaciencia". "Demasiado cansan-
cio" es ser demasiado perezoso para observar, e "impaciencia" es no querer observar con
cuidado. Si usted estudia la Biblia, tiene que observar con cuidado. Estudiar quiere decir
observar con cuidado. Se necesita de mucha paciencia para observar con cuidado y procurar
comprender. Comprender lo que dice y lo que no dice el texto bíblico demanda tiempo y
paciencia. Los que aman a Dios y desean hacer lo que Él quiere que hagan pueden errar
grandemente si no observan con cuidado al estudiar la Palabra de Dios.

PENSAR
Hay que tratar de imaginarse los escenarios de las Escrituras, oyendo y viendo la
acción. Tratar de pensar cómo era la escena histórica, cuáles son las circunstancias del pasaje,
qué precede y que sigue después de él, dónde toma lugar y durante qué período de tiempo.
¿Antiguo Testamento? ¿Nuevo Testamento? ¿En el tiempo de Moisés? ¿El tiempo de los
reyes? ¿Cuándo fue escrito? Meditar sobre las Escrituras significa también pensar en su
significado para usted mismo en el contexto donde se encuentre.

COMUNICAR
Esto quiere decir que hay que hablar con otros de modo que ellos puedan comprender
lo que la Biblia enseña. Comunicar quiere decir que comprendemos las Escrituras
suficientemente bien como para ayudar a otros a comprender su significado. Sólo relatar
historias no es comunicar. Si los creyentes no aprenden cosas útiles para su vida cristiana,
tampoco es comunicar. Usted está comunicando la Palabra cuando hace aplicaciones
prácticas. No trate de comunicar sin antes orar, observar con cuidado (estudiar) y pensar.
Cuando usted comunique la Palabra, busque enseñanzas que tengan valor permanente y
aplicación a la verdad. El comunicar también quiere decir practicar la verdad y compartirla con
otros.
UNIDAD III
LO QUE CREEMOS ACERCA DE DIOS Y LA TRINIDAD

LA DOCTRINA DE DIOS Y LA TRINIDAD


LA TRINIDAD
La palabra "Trinidad" habla de tres Personas de una sola naturaleza y carácter. Nadie
puede comprender cabalmente este misterio. El ser humano, con su conocimiento limitado,
nunca podrá entender totalmente a Dios. Sólo Dios puede saber todo acerca de Él. Lo que el
ser humano sabe sobre Dios es lo que Él le ha dado a conocer.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres Personas do una sola naturaleza y carácter;
ésta es la Santa Trinidad. No se trata de tres personas con tres naturalezas y tres caracteres.
La Santa Trinidad quiere decir una sola naturaleza y un sólo carácter expresado por las tres
Personas del único Dios viviente y verdadero. La naturaleza de Dios está más allá de nuestra
capacidad limitada de comprender; sin embargo, es posible creer que Dios es lo que Él dice
ser. Toda sabiduría nos dice algo acerca del carácter del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El hecho de que son de una sola naturaleza y carácter explica en parte la unidad de las tres
Personas.
De Filipenses 4:20 aprendemos que el Padre es Dios. En Tito 1:3 leemos que Jesús es
nuestro Salvador y el único que puede salvar es Dios. En Hechos 5:3 Pedro habla a Ananías
quien había mentido al Espíritu Santo, y en Hechos 5:4, Pedro identifica al Espíritu Santo como
Dios.
En Mateo 28:19 podemos ver a la Santa Trinidad, indicando el hecho de que hemos de
bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, los cuales son de una misma
naturaleza y carácter.
Puede decirse sin temor a errar que la doctrina de la Trinidad es la más profunda verdad
de la fe cristiana, la raíz de todas las demás y la más difícil de explicar. El cristianismo no
puede hablar de Dios sin recurrir a la doctrina de la Trinidad. Dios es uno, pero se ha dado a
conocer a los hombres en tres "Personas": El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. "Porque por
medio de Él (Jesucristo) los unos y los otros hemos tenido entrada por un mismo Espíritu, al
Padre" (Efesios 2:18).35
La conclusión a la que llegó la iglesia en general ha sido formulada en palabras que
provienen de Tertuliano, un padre de la Iglesia Latina del siglo III: "Dios es uno en su ser, o en
su naturaleza, y tres en personas".
Pese a la gran unanimidad, sin embargo, debe confesarse que quizás sea imposible
ofrecer una fórmula satisfactoria de esta gran doctrina. La razón de esta imposibilidad es, en
parte, el misterio del ser de Dios. Tal como se ha dicho, nuestra revelación de Dios es
verdadera, pero llegar a comprender al ser divino en su totalidad es algo que está más allá de
la capacidad finita del ser humano.
En ésta, como en muchas otras áreas de la vida, no todas en el plano religioso, subsiste
un elemento de misterio. Pero nosotros, sin embargo, no quedamos satisfechos con dejar así
el asunto, porque todos los seres humanos "por naturaleza, anhelan conocer", y nos sentimos
mucho más satisfechos cuando somos capaces de cuestionar algunos de los misterios que
nos rodean.
Las discusiones contemporáneas giran principalmente en torno a dos cuestiones. Hay
una corriente de pensamiento que pone el acento en la unidad de Dios, y busca explicar la tri-
unidad a la luz de la unidad. Estos tienden a valerse de la imagen de la persona individual
como "modelo" de la unidad en la Trinidad de Dios. Un ejemplo de esto sería el contenido de
la conciencia humana: es un mismo yo el que piensa, siente y desea al mismo tiempo. La
persona está presente y actúa en cada una de estas funciones, sin embargo, es capaz de
distinguir cada una de ellas. Esta corriente se desplaza en la dirección del modalismo, la
opinión de que Dios es uno en naturaleza y persona, aun cuando en distintos momentos pueda
manifestarse de diferentes maneras.
Una forma extrema del modalismo es el sabelianismo: otra corriente de pensamiento
que pone el acento en la tri-unidad de Dios, pretendiendo explicarla a la luz de la unidad divina.
Esta corriente recalca que cada una de las "Personas" de la Trinidad debiera considerarse por
separado, como personalidades diferentes, aun cuando la profunda unidad existente entre
ellas supere cualquier experiencia de este tipo que puedan tener los seres humanos. Esta
corriente corre el peligro de caer en el tri-teísmo, o sea la creencia en tres dioses. Sin embargo,
del mismo modo que los adherentes del modalismo tratan de evitar el error del sabelianismo,
los que se asocian al sabelianismo procuran evitar que se les acuse de tri-teísmo. Los primeros
usan la analogía individual, los segundos la analogía social. Sin embargo, ninguna de las dos
corrientes se sostiene una sin la otra, y todos reconocen que ninguna analogía puede reflejar
sino de manera imperfecta el ser de Dios. Fundamentalmente, todos estos pensadores y
autores de textos teológicos luchan con la imposibilidad de expresar de manera completa la
rica y compleja imagen de Dios tal como se nos ha revelado en Jesucristo.
Puede ayudarnos a recordar que cuanto más alto se asciende en la escala del ser, más
compleja resulta la noción de unidad. Un punto matemático es una unidad absoluta, indivisible.
Una célula, por otro lado, es también una unidad, pero su grado de complejidad es mayor. La
persona humana es más compleja de lo que somos capaces de describir, y sin embargo puede
lograr un alto grado de unidad e integración. En la Trinidad tenemos a un Dios que posee "tres
modos de existencia", o "tres maneras de ser". Cada una de éstas es, de manera plena y sin
condiciones, totalmente Dios, y puede distinguírselas, pero no separárselas.
Cuando decimos que hay un sólo Dios vivo y verdadero, estamos afirmando nuestra
primera creencia acerca de Dios. Creemos en un sólo Dios viviente, no en un dios de madera,
de piedra o de huesos sin vida. Creemos en el Dios vivo que es el Creador de la vida
(Deuteronomio 6:4). "Uno" excluye la posibilidad de otros., tal como "viviente" excluye a los
dioses sin vida. Si nuestro Dios es único y vivo, entonces es el verdadero (Jeremías 10:10).
El monoteísmo, la doctrina de que hay un sólo Dios y no muchos, es la enseñanza clara
tanto de las Escrituras como de la razón. La Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el
Nuevo Testamento urge a la aceptación de un monoteísmo ético de parte de todos los que
leen sus páginas. Lo cual quiere decir que, si Dios es el Señor y tiene un derecho absoluto
sobre las vidas de todos los seres humanos, no puede haber muchos dioses sino solamente
un Dios (Marcos 12:28-30).
Una de las descripciones más espectaculares de la Biblia es la de Dios como un ser
viviente. Hay por lo menos 28 lugares de la Biblia donde se afirma que Dios vive. Por ejemplo,
una de las razones que enardeció a David contra Goliat, fue que los filisteos habían desafiado
"a los escuadrones del Dios viviente" (Samuel 17:26, 36). En el libro de los Salmos
encontramos las más profundas aspiraciones manifestadas en expresiones tales como: "Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Salmo 42:2). En muchos lugares del Nuevo Testamento
se da testimonio de la misma verdad (Mateo 16:16; Hechos 14:15; Romanos 9:26; Hebreos
3:12; Apocalipsis 7:2).

LA NATURALEZA DE DIOS
La naturaleza de Dios describe atributos de Dios que solamente Él puede poseer.

DIOS ES ETERNO
Con esta afirmación entendemos que Dios no tuvo principio y no tendrá fin (Apocalipsis
1:8). Dios está por sobre todo tiempo, libre de toda distinción temporal de pasado o de futuro
y en cuya vida no puede haber sucesión. Esto se expresa primordial mente con el nombre
bíblico "YO SOY EL QUE SOY" (Éxodo 3:14). Otros pasajes bíblicos que apoyan la eternidad
de Dios son: Deuteronomio 33:27; Salmo 90:2, 102:27; Isaías 57:15; Miqueas 5:2; 1 Timoteo
1:17 y Apocalipsis 4:8.

DIOS ES TODOPODEROSO
Esto quiere decir que el poder de Dios no tiene límite (Jeremías 32:17). Otra palabra
para designar este atributo de Dios es "omnipotente" que significa "todo lo puede".
Dios es capaz de hacer todas las cosas que su naturaleza le sugiere (Génesis 18:14). La
doctrina de la omnipotencia de Dios no establece que Dios puede hacer absolutamente
cualquier cosa. Por ejemplo, debido a su naturaleza santa, Él no puede mentir, no puede ser
infiel, no puede actuar de manera irracional. Sin embargo, Dios puede hacer todo lo que
concuerde con su carácter y sea necesario para su gobierno del universo.

DIOS ES INMUTABLE
Dios no cambia (Malaquías 3:6). Este atributo expresa la invariabilidad de Dios, ya sea
en esencia o en atributo, en propósito o en conciencia. No obstante, esto no quiere decir una
identidad rígida. Más bien trata de demostrar que su esencia y sus atributos están siempre en
armonía con sus operaciones en la creación y en la providencia (Salmo 102:27; Santiago 1:17).

DIOS ES ESPÍRITU
Nuestro Señor Jesucristo declara que Dios es Espíritu (Juan 4:24). Siendo un Espíritu,
se sigue necesariamente, que es una Persona real, viviente, e incorpórea. Es distinto de
aquello que Él ha creado, y es consciente de sí mismo, inteligente, y agente voluntario. Es
más, se sigue de la naturaleza del Espíritu, que Dios es un ser moral a la vez que intelectual.
La espiritualidad como atributo está estrechamente relacionada al espíritu como esencia; así
que, se le da a aquélla el primer lugar en nuestra consideración de las perfecciones divinas.
(Hechos 17:24-25).

DIOS ESTA PRESENTE EN TODO LUGAR


Dios es omnipresente (Jeremías 23:24). Como Dios es espíritu, no está limitado a
barreras materiales. Sólo Dios puede estar presente en todo lugar. Nadie puede esconderse
de Dios ni hacer nada sin que Dios lo sepa (Números 32:23). Es imposible que algo exista
fuera de la presencia de Dios (Salmo 139:7).44

EL CARÁCTER DE DIOS
El carácter de Dios describe cómo es Dios en su relación con el ser humano.

DIOS TIENE TODO CONOCIMIENTO


Cuando estudiamos acerca de la naturaleza de Dios aprendemos lo que el ser humano
no puede ser ni llegar a ser. Ningún ser humano puede decir que no tuvo principio, ni que tiene
todo poder, ni que no cambia, ni que es espíritu, ni que está presente en todo lugar a la vez.
Sin embargo, mientras describimos el carácter de Dios aprendemos acerca de aquello en lo
que el ser humano sí puede participar. El ser humano puede tener conocimiento, bondad, amor
y perfección o santidad cristiana.
Es el carácter de Dios saber todo. Dios ha dado al humano la capacidad de saber
muchas cosas. Los seres humanos pueden pensar y ganar nuevo conocimiento. Pero al
aprender, los seres humanos solamente alcanzan el conocimiento que Dios ya tiene. Los seres
humanos no pueden poseer todo conocimiento como Dios lo tiene (Job 37:16). Excepto por
las auto-limitaciones que Dios puede haberse impuesto, su conocimiento no tiene límites.

DIOS TIENE TODA SABIDURÍA


"Perfecto" quiere decir "completo". El versículo de Job 37:16 dice que Dios tiene
"sabiduría perfecta" o sea, "conocimiento perfecto". Es parte del carácter de Dios saber todas
las cosas y poder usar sabiamente todo conocimiento. El primer aspecto es el conocimiento,
el segundo, es la sabiduría. Sabiduría es más que saber muchas cosas. Significa también
hacer aplicación práctica de todo. Saber o utilizar el conocimiento describe la sabiduría como
una característica de Dios (Salmo 104:24).
Conocer el carácter de Dios es importante para nosotros, sobre todo cuando oramos.
Santiago 1:5 nos dice: "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da
a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". No solamente la sabiduría forma parte
del carácter de Dios; Él quiere que la sabiduría también conforme el carácter del ser humano.

DIOS ES TODA BONDAD Y AMOR


Este es el atributo de cómo Dios trata a los seres humanos (Salmo 25:8). Porque Dios
es bueno, Él enseña a los pecadores. 1 Juan 4:8 nos habla de otro aspecto de la bondad de
Dios. El amor de Dios hacia los seres humanos es parte de su bondad.
A fin de comprender el amor de Dios tal como el Nuevo Testamento nos lo revela, es
necesario distinguir entre dos clases de amor: Eros y Ágape. El primero, el concepto clásico
de amor, tiene como marco de referencia el interés personal del que ama y busca siempre
algún valor que puede contribuir, de una u otra manera, a su propia realización como individuo.
El segundo es todo lo contrario, se trata de una buena voluntad enérgica que busca y promueve
de manera activa el bienestar de los demás, aún al costo del sacrificio. Es este amor, ágape,
el amor de Dios por los seres humanos.

DIOS POSEE PERFECCIÓN O SANTIDAD ABSOLUTA


En Mateo 5:48, Jesús nos manda ser perfectos. No podemos alcanzar perfección en
todo, como Dios, porque solamente Él puede ser perfectamente Dios. Pero podemos ser
completos hasta el grado posible para los seres humanos, y podemos depender de la bondad
de Dios para lo que está fuera de nuestro alcance.
El término "santidad de Dios" da testimonio de la perfección ética y moral, y de la justicia,
la verdad, la fidelidad y la integridad absolutas que caracterizan sólo a Dios.

DIOS CREÓ Y PRESERVA TODAS LAS COSAS


Un día Miguel conversaba con un amigo acerca de Dios. El amigo le dijo que él no creía
en Dios. Miguel, con sabiduría empleó el siguiente ejemplo. Le mostró a su amigo su nuevo
reloj de pulsera. El amigo mostró mucho interés en el reloj y le preguntó a Miguel donde lo
había comprado y cuánto le costó. Miguel, con una expresión bien seria dijo que no había
pagado nada: Un día miró su brazo y en él había un reloj. ¡Había aparecido por casualidad!
El amigo de Miguel se rió a carcajadas al oír la broma, y Miguel se rió también. Luego,
Miguel le dijo a su amigo que no es posible creer que un reloj aparezca por casualidad; la
existencia del reloj da evidencias de que alguien lo hizo y lo puso allí. De la misma manera, al
ver la creación de Dios nos damos cuenta de que Él la hizo y que no existe por casualidad
(Génesis 1:1). Fue ahí cuando el amigo de Miguel entendió y aceptó la existencia de Dios.
Dios es el Creador de todo cuanto existe en la tierra y en el universo (Colosenses 1:16-
17). En el principio Dios creó todas las cosas y ahora Él las preserva. Hasta hoy el mundo no
se descompone porque Dios lo sostiene. Dios también creó al ser humano y a todos los seres
vivos (Génesis 1:26-27).
Si preguntamos cómo creó Dios todas las cosas, la respuesta es que fue mediante la
palabra de su poder (Salmo 33:6-9). Dios habló y las cosas se hicieron. El mundo es el
resultado de la acción creadora de Dios, y no una extensión de la sustancia divina o entidad
eterna, independiente de Dios. El mundo está dotado de existencia real, pero depende de Dios
y se adapta a los fines cristianos.
Si preguntamos cómo Dios sostiene todas las cosas, la respuesta es que, mediante el
Logos eterno, el principio o estructura racional del universo, "todas las cosas... subsisten" o se
mantienen estructuradas en un todo (Colosenses 1:17), y Él "sustenta todas las cosas con la
palabra de su poder" (Hebreos 1:3). Muchos filósofos que se debaten con aquellos problemas
que por su naturaleza están más allá de la física, han encontrado y están encontrando
respuestas fundamentalmente acordes con las afirmaciones de la fe cristiana. El estudio de la
realidad arroja resultados coherentes. La naturaleza entrega sus secretos a la razón humana.
Si la mente es capaz de estudiar y comprender la naturaleza, ¿es acaso irracional creer que
para crear y sostener la naturaleza fue y es necesaria la existencia de una Mente Suprema?

LA DOCTRINA DE JESUCRISTO COMO PERSONA DE LA TRINIDAD

JESUCRISTO ES VERDADERO DIOS


En la Biblia hay muchos nombres para Jesús. Es llamado Emanuel, Hijo de Dios, Señor,
Dios, Cordero de Dios y Rey de reyes Además de estos, hay muchos otros. Uno de los
nombres más importantes es "Cristo" que quiere decir "el Ungido". Cristo no es un apellido o
un nombre tribal; es un título, tal como "presidente".
Jesús es el nombre que le dieron en Belén. El nombre "Cristo" fue un título muy especial.
Los judíos sabían que, si una persona aceptara ese título, a menos que fuera él en verdad el
ungido, esto sería como una maldición contra Dios. En Mateo 16:16-17, Pedro declaró "tú eres
el Cristo", y Jesús le dijo que el Padre se lo había revelado.
Otro nombre importante dado a Jesús es "el Verbo" o "la Palabra" En Juan 1:1 dice que
"en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Jesús, el Verbo, era
Dios, y Juan 1:14 dice que Él fue hecho carne y habitó entre nosotros. En Apocalipsis 19:13
dice que el nombre de Jesús cuando Él vuelva al mundo en triunfo será el "Verbo de Dios".
Jesucristo es el Verbo, el Verbo que fue hecho carne, el Verbo que es verdadero Dios.
En Colosenses 2:9 dice que en Cristo "...habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad". Esto quiere decir que Jesús es verdaderamente Dios. Jesús es verdaderamente un
ser humano y es verdaderamente Dios.
Hemos aprendido que una parte de la naturaleza de Dios es que Él no cambia. Hebreos 13:8
dice que "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos". Jesucristo, el Verbo, era
verdadero Dios antes de ser un ser humano. Jesucristo, el Verbo, era verdadero Dios mientras
era un humano en el mundo. Cuando Jesucristo, el Verbo, ascendió al cielo, todavía era
verdadero Dios; y también hoy es el verdadero Dios.

LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS


En los evangelios sinópticos, Jesús habla con autoridad divina, de manera deliberada y
cuidadosa. Enfrenta su autoridad a la del Antiguo Testamento (Mateo 5:21-48). Reclama para
sí el poder de perdonar pecados (Marcos 2:5-12; Lucas 7:47-50). Dice conocer al Padre de un
modo único (Mateo 11:27). Es sobre esta base que invita a los seres humanos a venir a Él,
para que en Él encuentren reposo espiritual (Mateo 11:28-30). Acepta la adoración de su per-
sona (Mateo 14:33) Afirma poseer el derecho de pronunciar el juicio final sobre los seres
humanos (Mateo 7:21-23; 10:32-33). Cuando Caifás le pregunta si es el Cristo, el Hijo del
Bendito, rompe su silencio y dice: "Yo Soy" (Marcos 14:61-62).

LAS EPÍSTOLAS PAULINAS


San Pablo afirma en sus escritos que Jesús es el Hijo de Dios (Romanos 1:3-4), a quien
el Padre envió al mundo (Romanos 8:3; Gálatas 4:4). Estas expresiones implican la convicción
del apóstol con respecto a la preexistencia de Jesucristo.
Hay dos pasajes que merecen destacarse de manera particular. En Colosenses 1:15-
22 se dice que Jesús es la imagen del Dios invisible, el Creador de todas las cosas visibles
e invisibles, la cabeza de la iglesia y la plenitud de Dios en carne humana, mediante cuya
muerte somos reconciliados con el Padre.
En Filipenses 2:5-8, Pablo declara que el Hijo preexistente participó plenamente en la
vida de Dios, que Él fue la manifestación de la majestad divina. El Hijo, sin embargo, no estimó
egoístamente esta gloria celestial que compartía con el Padre, sino que asumió "forma de
siervo" a fin de redimir a la humanidad. "Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (v. 8). San Pablo expresa
esta misma verdad, en otro lugar, en una sola frase, diciendo: "Ya vosotros conocéis la gracia
de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que
vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8:9). El Hijo de Dios se hizo Hijo
del Hombre, para que los hijos de los hombres, los hijos de los seres humanos, pudieran
hacerse hijos de Dios.

EL CUARTO EVANGELIO
El Cuarto Evangelio contiene el pasaje cristológico más claro y elevado de todo el Nuevo
Testamento (Juan 1:1-18). Estos versículos colocan a Cristo en la Deidad. Dios ha hablado su
Palabra desde la eternidad. A través de ella creó todas las cosas. Esa Palabra se hizo carne
en Jesucristo. El Dios invisible se ha vuelto manifiesto en Jesús de Nazaret, hasta tal punto
que puede decir: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9). La cima de toda la
cristología del Nuevo Testamento es la exclamación dramática de Tomás que encontramos en
Juan 20:28: "¡Señor mío y Dios mío!".

JESUCRISTO ES VERDADERO SER HUMANO


Lo que creemos acerca de Jesús es importante porque una creencia errónea con
respecto a El haría una diferencia en todas las otras creencias de la vida cristiana. Jesús, el
Verbo, es el "Cristo". Por eso lo llamamos Jesucristo o Cristo Jesús.
Jesús es verdaderamente Dios y verdaderamente ser humano. Juan 1:1 nos enseña
que Jesús es Dios; dice que "el Verbo era Dios". Juan 1:14 nos enseña que Jesús fue hecho
un ser humano; dice que "el Verbo fue hecho carne". Si alguna persona enseña que Jesús no
era verdaderamente un ser humano, es un engañador (2 Juan 1:7).
Usamos la palabra "encarnación" o "en la carne" para describir el hecho de que Jesús
era verdaderamente un ser humano y verdaderamente Dios. Cuando la Biblia dice que "el
Verbo fue hecho carne" y que Jesús nació de una mujer, nos dice que Jesús era un ser
humano. Mateo 4:2 nos dice que Jesús tenía hambre, y Juan 19:28 dice que también tenía
sed. Estas necesidades lo describen como verdaderamente un ser humano.
Jesús fue hecho un ser humano por el poder de Dios. Es algo que jamás había sucedido
antes y jamás volverá a suceder. Este misterio asombroso (la encarnación) era parte del plan
Dios para la salvación de los seres humanos.
Jesucristo era un ser humano en el pleno sentido psicológico, compartiendo verdadera
y totalmente las condiciones de nuestra humanidad, con la única excepción del pecado. Su
vida perfecta fue una vida verdaderamente humana. No fue un arcángel, o un semidiós que
desempeñó el papel de ser humano para edificarnos. Comió y bebió; conoció el hambre, la
sed y el cansancio; fue tentado, tal como nosotros somos tentados; su corazón conoció la
amargura del dolor y la traición. Sintió soledad.
El Nuevo Testamento nos ofrece una sola frase: "He aquí el Hombre". La verdad
esencial es que "debía ser en todo semejante a sus hermanos" (Hebreos 1:17). No necesitaba
que nadie le diese testimonio del ser humano, pues Él sabía lo que había en el ser humano
(Juan 2:25).

CARACTERISTICAS DE LA NATURALEZA HUMANA DE CRISTO


La encarnación no implicaba solamente la aceptación de un cuerpo humano; puesto
que la naturaleza humana no consiste en la posesión de un cuerpo solamente, sino de un
cuerpo y de una personalidad. Por tanto, a fin de estar de acuerdo con las enseñanzas de las
Escrituras con respecto a la naturaleza humana de Cristo, debemos sostener
consistentemente que su naturaleza humana fue completa y total.
Cristo tuvo un cuerpo humano. Esto fue negado, al principio, por los docetistas,
basándose en que la materia es esencialmente mala, y que por tanto no podía unirse con la
deidad. Consideraron el cuerpo de Cristo como una teofanía extendida o aparición, semejante
a la aparición del ángel del Señor en el Antiguo Testamento. Esta herejía fue condenada por
la iglesia y desapareció enseguida. Las Escrituras abundan en pruebas con respecto a la
naturaleza humana de Cristo.
Evidentemente el apóstol Juan trató de refutar a los opositores de la humanidad de
Cristo cuando escribió: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto
con nuestros ojos, lo que hemos mirado y palparon nuestras manos tocantes al Verbo de vida"
(1 Juan 1:1). Parece haber aquí una especie de gradación: Primero tenemos el oído; después
la vista, que es más convincente que el oído; enseguida menciona la cuestión de mirar o la
contemplación, como algo más satisfactorio que el oír o el ver; finalmente, el palpar, como para
demostrar que la prueba es completa.
Jesucristo tuvo un alma humana. Este hecho fue puesto en tela de juicio por Apolinar,
quien, en su enseñanza, sustituyó el Logos por el alma humana de Cristo, un error que ha
aparecido esporádicamente en la iglesia, pero que siempre ha sido condenado como herejía.
Como anticipación a su pasión y a su muerte, nuestro Señor Jesucristo dijo a sus discípulos,
"ahora está turbada mi alma" (Juan 12:27). Y en otra oportunidad dijo: "Mi alma está triste
hasta la muerte" (Mateo 26:38). Jesús dijo de sí mismo: "soy manso y humilde de corazón"
(Mateo 11:29); Jesús "...se regocijó en el espíritu" cuando sus discípulos volvieron de su misión
evangelizadora. El negar que los actos, atributos y experiencias naturales del alma humana
son evidencias de una humanidad completa, es poner el fundamento de la negación de la
deidad de Cristo.

EL CRISTO SIN PECADO


En la naturaleza humana de Cristo no hubo pecado original. La depravación es una
consecuencia del pecado de Adán. El pecado no pertenece a la naturaleza humana original, y
la naturaleza que Cristo adoptó no estaba manchada de pecado. Teniendo a Dios como su
Padre, el nacimiento de Cristo no fue un nacimiento derivado de una naturaleza pecaminosa.
Cristo también estuvo exento de todo pecado presente (1 Pedro 2:22). Su vida terrenal
estaba libre de toda falta o de todo pecado. Como niño, fue obediente (Lucas 2:51); como
joven, fue respetuoso y dócil (Lucas 2:52); y como adulto, "santo, inocente, limpio, apartado
de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos" (Hebreos 7:26).
El gran misterio consiste en que Cristo, habiendo de tal manera tomado nuestra
naturaleza, no perdió su identidad y habiendo sido sin pecado, llevó las consecuencias de
nuestro pecado.

JESUCRISTO, EL DIOS-SER HUMANO


Esta declaración es una paradoja. Jesús es un ser humano; Jesús es Dios. Reducir esta
paradoja equivale a desnudar el evangelio y cercenar la base de sustentación de la experiencia
cristiana. No se trata de debatir afirmaciones doctrinales; la iglesia cristiana depende
totalmente de la convicción que le dio origen, a saber, que "Dios estaba en Cristo, reconciliando
al mundo consigo" (1 Juan 4:2-3).
Jesucristo trasciende el poder de síntesis de la lógica humana, incapaz de reducir a una
única fórmula sus múltiples y divergentes cualidades. Es inexplicable porque no puede ser
clasificado. El gran mérito de los credos y confesiones de la iglesia es que reproducen la
paradoja tal como es: "Verdaderamente Dios y verdaderamente hombre".
La encarnación fue posible porque el ser humano, en la estructura esencia] de su ser,
fue creado a la imagen de Dios. Dios es personal; el ser humano también es un ser personal.
De este modo, la personalidad es una especie de "mínimo común denominador" entre Dios y
el ser humano. Dios no hubiera podido expresar su justicia y su amor personales en una piedra,
un árbol o un chimpancé. Pero porque el ser humano reproducía su imagen, pudo habitar con
plenitud en una personalidad humana.

LA DOCTRINA DEL ESPÍRITU SANTO COMO PERSONA DE LA TRINIDAD

EL ESPÍRITU SANTO ES UNA PERSONA DE LA TRINIDAD


Creemos que el Espíritu Santo es una Persona de la Santísima Trinidad. Tal como el
Padre es Dios, y el Hijo es Dios, así también el Espíritu Santo es Dios. Pero, el Padre, el Hijo
y el Espíritu Santo juntos son Dios. No hay separación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
(Hechos 5:3-4). El Espíritu Santo es una persona. Las acciones pecaminosas de los seres
humanos entristecen al Espíritu Santo (Efesios 4:30).
No es correcto referirse al Espíritu Santo como si fuera una cosa. Siempre debe
mencionárselo como persona, haciendo uso de los pronombres personales. Del mismo modo
como Dios, el Padre, la suprema Personalidad, es Espíritu, y por lo tanto carece de forma física
o de cuerpo material, la Tercera Persona de la Trinidad es una Persona divina y como tal,
incorpórea. El hecho efe que las personas humanas posean un cuerpo no significa que la
posesión de un cuerpo sea una condición indispensable de la existencia personal, porque los
animales también poseen cuerpos, y los objetos inanimados son de sustancia material, pero
ni en uno ni en otro caso puede decirse que exista una "persona". Las características
esenciales de la personalidad son el pensamiento, el sentimiento, la capacidad de elegir, la
actuación y la capacidad de optar en el plano moral.

ACCIONES PERSONALES
En todo el Nuevo Testamento se atribuyen al Espíritu Santo muchas acciones
personales:
 El Espíritu Santo enseña (Lucas 12:12; 2:26; Juan 14:26).
 El Espíritu Santo habla (Mateo 10:20; Marcos 13:11; Hechos 8:29, 10:19; Apocalipsis
2:7).
 El Espíritu Santo lleva, guía y conduce (Mateo 4:1, Lucas 4:1; Juan 16:13; Hechos 16:6-
7; Romanos 8 14).
 El Espíritu Santo da testimonio (Juan 15:26; Hechos 5:32; Romanos 8:16; Hebreos
10:15; 1 Pedro 1:1 1; 1 Juan 5:7).
 El Espíritu Santo intercede (Romanos 8:26-27).

Además, puede agregarse que el Espíritu:


 Envía (Hechos 13:4); sella (Efesios 1:13; 4:30).
 Mueve a los seres mediante la inspiración (2 Pedro 1:21).
 Convence de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:7-8).
 Glorifica a Cristo (Juan 16:14-15)
 Unge (1 Juan 1:20,27).

CUALIDADES DE PENSAMIENTO Y VOLUNTAD


Todas las acciones personales que se han descrito anteriormente, requieren para su
realización que quien las lleve a cabo este dotado de inteligencia y voluntad. En las siguientes
referencias bíblicas, estas cualidades se atribuyen explícitamente al Espíritu Santo:
 Considera que ciertos cursos de acción son mejores que otros (Hechos 15:28).
 Conoce la mente de Dios (1 Corintios 2:11,16).
 Elige los dirigentes de la iglesia (Hechos 20:28).
 Ama (Romanos 15:30).
 Escoge (1 Corintios 12:11).

Tal como en el caso de las acciones personales, elegir, conocer, amar y escoger son
términos que sólo pueden aplicarse a personas.

EL ESPÍRITU SANTO ES TRATADO COMO UNA PERSONA


En las siguientes referencias bíblicas, se describen acciones y actitudes con respecto
al Espíritu Santo que habitualmente sólo se aplican a personas.
 Tal como se puede blasfemar contra el Padre y el Hijo, es posible blasfemar contra el
Espíritu Santo (Mateo 12:31; Marcos 3:29; Lucas 12:10).
 Es posible mentirle (Hechos 5:3).
 Se le puede resistir (Hechos 7:51).
 Puede ser tratado despreciativamente, ser afrentado (Hebreos 10:29).
 Puede ser apenado o entristecido (Efesios 4:30).

EL TESTIMONIO DE JUAN
En el evangelio de Juan, encontramos un testimonio único e inequívoco con respecto a
la personalidad del Espíritu. Se lo encuentra en los cinco grandes pasajes claves sobre el
Espíritu que van sucediéndose a lo largo del relato de la última cena: Juan 14:16- 17; 14:26;
15:26; 16:7-8 y 16:13-15. El sustantivo griego que designa al Espíritu es neuma, éste es de
género neutro, y por lo tanto, el uso gramatical correcto exige que lo acompañe un artículo
neutro. Desatendiendo deliberadamente las reglas gramaticales del idioma griego, Juan usa
los pronombres personales "él" y "su", cuando se refiere al Espíritu.

LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO


Íntimamente relacionadas con las evidencias acerca de la naturaleza personal del
Espíritu, también están las evidencias de su deidad. Una revisión rápida de los versículos que
se han citado nos revelará cuántos de ellos ofrecen una buena base para la afirmación de que
el Espíritu Santo es Dios. Además, podemos recordar todas las oportunidades en las cuales el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo aparecen nombrados juntos, en una forma coordinada. Por
ejemplo, en la fórmula bautismal que se encuentra en la Gran Comisión, “en el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19).
En 1 Corintios 6:11 leemos: "Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el
Espíritu de nuestro Dios". De manera similar, la bendición de 2 Corintios 13:14, que dice: "La
gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos
vosotros". La salutación de Pedro, menciona a las tres personas de la Trinidad en forma
conjunta, aunque en un orden diferente: "...elegidos según la presciencia de Dios Padre en
santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo" (1 Pedro
1:2).
Esteban afirma que la resistencia a Dios de los corazones endurecidos, tanto en el
Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, equivale a resistir al Espíritu Santo
(Hechos 7:51). Pablo, en 1 Corintios 3:16-17 y 6:19, equipara al Espíritu Santo con Dios, que
habita en el templo de la persona humana.

EL ESPÍRITU SANTO Y LA IGLESIA


Tanto individualmente como en su dimensión colectiva, el cristianismo es la creación
del Espíritu de Dios que enfrenta al ser humano con Dios en Cristo. Desde el día de
Pentecostés hasta la aparición final de Cristo en su segunda venida, la iglesia posee su ser en
la obra del Espíritu. Tal como lo ha resumido de manera notable Taylor:
No es excesivo afirmar que la iglesia del Nuevo Testamento es la comunidad del Espíritu. El Espíritu
entra en relaciones profundamente íntimas con los creyentes, morando en ellos, enseñándoles,
guiándolos, inspirándolos, constriñéndolos, intercediendo por ellos, dándoles poder. Es la vida y la
luz de Dios en la mente y el alma de los hombres, tanto individualmente como en la iglesia. No hay
aspecto de la fe o de la práctica cristiana que no esté asociada de algún modo con su presencia y
poder. Las capacidades del hombre son expandidas, se agregan nuevos dones, se imparten
flamantes inspiraciones, se posibilitan nuevos y más altos planos de vida, cuando los hombres son
conducidos, guiados e inspirados por el poder del Espíritu de Dios. Es particularmente notable que
los frutos del Espíritu son de naturaleza ética... La corriente principal de la enseñanza del Nuevo
Testamento con respecto a los que han sido "llenados con el Espíritu" se relaciona con el
comportamiento, los deberes, los servicios, la percepción espiritual y la santidad. El Espíritu es
"Santo" y su poder se dirige hacia la santificación y el enriquecimiento de la vida.

LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO


Entre muchas obras que el Espíritu Santo realiza, hay cuatro que tienen que ver con la
salvación del ser humano: Convencer, limpiar, guiar, y dar poder para testificar. El Espíritu
Santo no solamente obra en los creyentes; obra también en el corazón del pecador. En primer
lugar, convence del pecado. Después que el pecado es confesado, el Espíritu Santo limpia.
Cuando uno es creyente, desea decírselo a otros y desea vivir una vida verdaderamente cris-
tiana. El Espíritu Santo guía la vida y da poder para testificar.
El Espíritu Santo convence a una persona de pecado para que sienta pesar y se
arrepienta. Cuando uno confiesa, el Espíritu Santo limpia. Juan 16:8 dice que el Espíritu Santo
convence al mundo "de pecado, de justicia y de juicio" para que los seres humanos puedan
ser verdaderamente cristianos. Hebreos 10:29 dice que es muy peligroso no hacer caso a las
convicciones del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo limpia. Es por medio del sacrificio de Jesús que nuestros pecados son
perdonados, y por la obra del Espíritu Santo que recibimos limpieza. En 1 Pedro 1:2, Pedro
dirige su carta a los que son creyentes, "...elegidos en santificación del Espíritu, para obedecer
y ser rociados con la sangre de Jesucristo ..." El Espíritu Santo limpiará las conciencias de
obras muertas para servir a Dios (Hebreos 9:14).
Solamente cuando uno es creyente, el Espíritu Santo puede guiar y dar poder para
testificar. No puede guiar a los pecadores ni darles poder para ser testigos. Jesucristo prometió
la presencia del Espíritu Santo a sus discípulos (Juan 14:16-17). El Espíritu de Verdad es el
Espíritu Santo que ha venido para estar con los cristianos.
Juan 16:13 dice que el Espíritu Santo nos guiará a toda verdad. La obra del Espíritu
comienza con la convicción de pecado. Empezamos a seguirle cuando confesamos nuestros
pecados y Él nos limpia. Pero debemos perseverar siguiendo su dirección a lo largo de toda la
vida. El Espíritu Santo no nos dirigirá si no le pertenecemos a Él o si optamos por apartarnos
de su liderazgo (1 Juan 4:13).
El Espíritu Santo nos guiará si le permitimos hacerlo, pero Él no nos obligará a seguir
su dirección. Si seguimos la dirección del Espíritu Santo, Él nos dará poder para ser testigos
efectivos de Jesús. Hechos 1:8 dice que recibiremos poder para ser testigos cuando el Espíritu
Santo venga sobre nosotros. Esta es la obra del Espíritu Santo: dar poder a los cristianos. Si
nos falta el poder del Espíritu Santo, debemos orar para recibir este poder que Dios tiene para
nosotros, tal como los discípulos lo recibieron en el Pentecostés. El propósito del poder del
Espíritu Santo es fortalecernos como testigos y para poder vencer y ser limpiados de todo
pecado.
Desde el punto de vista teológico arminiano-wesleyano, los actos o funciones
administrativas del Espíritu Santo que pertenecen especialmente a la obra de salvación,
pueden clasificarse en dos grupos generales: El Espíritu Santo como "el Dador de la vida"; y
el Espíritu Santo como "una presencia santificadora".

EL ESPÍRITU SANTO COMO EL DADOR DE LA VIDA


Este aspecto se relaciona con el nacimiento del Espíritu o la experiencia inicial de
salvación. El nacimiento del Espíritu es la impartición de vida divina al alma. No es meramente
una reconstrucción o remodelación de la vida antigua; es nacer de nuevo; es la implantación
dentro del alma, de la nueva vida del Espíritu. Es por tanto "un nacimiento de arriba". El Espíritu
Santo infunde vida dentro de las personas muertas en sus delitos y pecados, y por este medio
las hace distintas en el nivel espiritual. Estas personas son los hijos de Dios, A ellos se les da
el Espíritu de adopción por el cual se constituyen en herederos de Dios y coherederos con
Cristo (Romanos 8:15-17).

EL ESPÍRITU SANTO COMO UNA PRESENCIA SANTIFICADORA


Este aspecto se relaciona al bautismo con el Espíritu, una obra sub-secuente por la cual
el alma se purifica. Esto so conoce como entera santificación que es efectuada por el bautismo
con el Espíritu Santo, una experiencia con Dios que incluye la limpieza del corazón de todo
pecado y la presencia permanente del Espíritu Santo capacitando al creyente para la vida del
servicio.
Mientras que el hijo de Dios posee vida en Cristo, existe también en él "la mente carnal"
o el pecado original, y esto evita que goce plenamente de los privilegios de Cristo en el Nuevo
Testamento. Jesús, como el Cordero vino a llevar sobre sí "el pecado" del mundo. Por lo tanto,
debe haber una purificación del pecado. Al analizar esta experiencia posterior de entera
santificación, desde el punto de vista del Agente más bien que de la obra efectuada, notaremos
una operación triple del Espíritu: El "bautismo", que en su sentido restringido se refiere al acto
de purificar, o de hacer santo; la "unción", o el Espíritu activo en su obra de capacitación para
el servicio y para la vida; y el "sello", a sea, la presencia permanente del Espíritu en su oficio
de dar testimonio. Es Cristo el que vivifica las almas muertas por medio del Espíritu; es Cristo
el que bautiza a los hombres y las mujeres con el Espíritu Santo; y es Cristo, también, quien
sella y unge a su pueblo con el Espíritu.
LA REVELACIÓN PROGRESIVA DEL ESPÍRTU SANTO
El Espíritu Santo no podía venir como el Administrador de la obra expiatoria de Cristo
hasta tanto el ministerio terrenal del Maestro no fuera consumado. No podía revelarse
plenamente hasta después de la muerte, resurrección y glorificación de Cristo. Fue a partir de
Pentecostés que el Espíritu Santo pudo revelarse en su plenitud.

El Espíritu Santo en su régimen preparatorio. Aunque la manifestación plena del Espíritu


Santo no comenzó hasta Pentecostés, el Espíritu estaba operando desde el principio en la
creación y en la providencia. Era el Espíritu el que se movía sobre la faz de las aguas, el que
trajo orden y belleza a la creación (Génesis 1:2); y fue el Espíritu el que dio al ser humano el
aliento de vida para hacer de él un ser viviente (Génesis 2:7; Job 33:4). Él es el Señor y Dador
de la vida.

El Espíritu Santo y la encarnación. La encarnación de Jesucristo fue consumada por el


Espíritu Santo. Como el vínculo de unión entre el Padre y el Hijo, nada más apropiado que Él
para efectuar la unión elevada y singular entre lo no creado y lo creado en la persona única de
Cristo. El mensaje angelical a la virgen María fue: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será
llamado Hijo de Dios".

El Espíritu Santo y el ministerio terrenal de Jesús. Durante su ministerio terrenal, no fue


sólo Jesús el que obró a través de su humanidad. Esta humanidad fue también el templo del
Espíritu Santo, que Dios le dio sin medida (Juan 3:34). Todo lo que pertenece al Hijo como
representante del ser humano estaba bajo la dirección inmediata del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo como el Agente futuro del ministerio de Cristo, fue objeto de la profecía
durante la vida terrenal de Jesús. Esto aparece primero en las palabras: "... ¿cuánto más
vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13).
La segunda predicción sucedió al fin del gran día de la fiesta, cuando Jesús, puesto en
pie, exclamó diciendo: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37). En un comentario
entre paréntesis, Juan explica que Cristo se refería al Espíritu Santo: "Esto dijo del Espíritu
Santo que habían de recibir los que creyesen en ÉI pues aún no había venido el Espíritu Santo,
porque Jesús no había sido aún glorificado" (Juan 7:39).
El primer anuncio precursor, completo y pleno, se encuentra en el discurso de
despedida de Jesús en Juan 14:16, 17, 26. Aquí se declara que el Consolador, el Espíritu
Santo, habitará en los cristianos, de igual manera que habitó con Jesús. Este Consolador es
el Espíritu de verdad, y como tal, es el Revelador de la Persona de Cristo. No hablará de sí
mismo durante la edad pentecostal, sino que glorificará al Hijo, tomando las cosas de Cristo y
haciéndolas saber a la iglesia. Como el Hijo vino a revelar al Padre, así el Espíritu Santo viene
a revelar al Hijo.

El Espíritu Santo y el Pentecostés. El Pentecostés marca una nueva era de gracia, la del
Espíritu Santo. Esta nueva era no debe entenderse como anteponiéndose a la obra de Cristo,
sino como ministrándola y complementándola. Pablo dice en 1 Corintios 12:3: "... nadie puede
llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo". La obra del Espíritu Santo como la tercera
Persona de la Trinidad está en conexión con sus oficios como el Representante del Salvador.
Él es el Agente de Cristo, representándolo en la salvación del alma individual, en la formación
de la iglesia; y en el poder testimonial de la iglesia en el mundo. Pero Él no es un representante
de un Salvador ausente. Es el otro Yo de nuestro Señor siempre presente. Es a través del
Espíritu que Cristo entra en su ministerio más elevado del Espíritu. Por esta razón declaró:
"Pero os digo en verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador
no vendrá a vosotros; más si me fuere, os lo enviare" (Juan 16:7).
Así como la venida de Cristo fue acompañada con señales milagrosas, la inauguración
del Espíritu Santo fue acompañada por señales indicativas de su Persona y obra (Hechos 2:1-
4).
La primera señal inaugural fue la de un viento recio y fuerte que llenó toda la casa donde
estaban reunidos. El sonido vino de repente y parece haber alcanzado su punto culminante
inmediatamente. El sonido vino también del cielo y fue oído no sólo por los discípulos, sino
también por toda la ciudad. Esta señal es indicativa del poder interno, misterioso y espiritual
del Espíritu Santo que iba a caracterizar su administración en la iglesia y en el mundo. Sugiere
también un deseo intenso de parte del Espíritu para llevar a efecto la salvación grandiosa
comprada por la sangre de Cristo.
La segunda señal introductoria fue la aparición de lenguas repartidas como de fuego,
que descansaron sobre cada uno de los que se encontraban en el lugar. Estas lenguas
repartidas eran brillantes que resplandecían como una aureola por sobre las cabezas de los
discípulos. El significado de este símbolo debe encontrarse en el efecto purificador, penetrante,
enérgico, y transformador de la administración del Espíritu Santo. Las lenguas repartidas
significan los dones variados comunicados por el Espíritu a los diferentes miembros del cuerpo
místico de Cristo.
La tercera señal inaugural ocupa una posición única en los eventos del día. Se describe
que "fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les daba que hablasen (Hechos 2:4). Esta señal no sólo significa la venida del Espíritu, sino
también el principio actual de sus operaciones. Por medio de una operación milagrosa,
capacitó a los discípulos a declarar las obras maravillosas de Dios, de tal manera que los
representantes de las naciones los oyeron en su propio idioma. Las palabras que han sido
traducidas por "otras lenguas" se usan solamente en este caso en todo el Nuevo Testamento,
y connotan la idea de una expresión racional o un idioma inteligible. Es probable que revelen
una expresión de éxtasis, pero nunca un mero sonido de palabras que no se entienden y que
no tienen coherencia. Este fenómeno del Pentecostés fue en realidad un don milagroso de
lenguajes entendibles o idiomas.

EL DON DEL ESPÍRITU SANTO


¿Cuál es el don más importante del Espíritu Santo? Es el Espíritu Santo mismo. El
Espíritu Santo se da a sí mismo. Alguna vez nosotros hemos dado un regalo especial o nos
han dado un regalo especial, pero nadie se da a sí mismo como regalo. Dios, en la persona
del Espíritu Santo, se da a sí mismo por nosotros. Jesucristo dijo: "Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenos dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará
el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13). Dios quiere 1 darnos el Espíritu Santo
si se lo pedimos.
Un regalo se da a una persona querida, no a cualquiera. En el pasaje citado, Jesús está
hablando a sus discípulos, no a todo el mundo. Jesús dijo en Juan 14:17: "El Espíritu de verdad,
al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis,
porque mora en vosotros, y estará en vosotros". El don del Espíritu Santo es solamente para
los cristianos verdaderos. Juan 7:39 habla del "Espíritu que habían de recibir los que creyesen
en Él..." El Espíritu Santo puede ser nuestra dádiva, dada gratuitamente por el amor de Dios,
si somos sus hijos.
En Hechos 8:14-17 se relata cuando los samaritanos recibieron la Palabra de Dios con
gozo y fueron salvos. Hasta un hechicero llamado Simón creyó en Jesús y fue bautizado.
Cuando Pedro y Juan oraron por los samaritanos, éstos recibieron el don del Espíritu Santo.
Simón (el que había sido hechicero) cometió un gran error. Era tan bueno el don del Espíritu
Santo que él deseaba pagar dinero a fin de tener la capacidad de poner las manos sobre otros
para que reciban este don. Pedro lo reprendió y le dijo que se arrepintiera, porque no se puede
comprar el don del Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo es dado a los creyentes, Él es nuestro don, nuestro regalo,
algo que no se puede comprar. Hay muchos dones que el Espíritu Santo da a la iglesia, tanto
dones de ministerio como de servicio. Pero el don más importante que el Espíritu Santo nos
da es Él mismo, para llenarnos del amor de Dios, purificando nuestro ser y dándonos poder
para testificar y para servirle.
En la iglesia primitiva, algunos cristianos judíos no estaban seguros si los gentiles
pudiesen ser salvos o no. Pero Pedro les dijo que él sabía que era posible que los gentiles
fuesen salvos, y les dio una prueba en Hechos 15:8 que dice: "Y Dios, que conoce los
corazones, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros". Pedro sabía
que el don del Espíritu Santo era solamente para cristianos verdaderos. El hecho de que estos
gentiles sí recibieron el Espíritu Santo fue prueba suficiente.
Hoy, deberíamos preguntarnos: ¿Somos verdaderos cristianos como para poder pedir
con libertad y seguridad el don del Espíritu Santo? Si no es así, debemos examinarnos y
alcanzar el oportuno socorro de Dios para experimentar el don purificador del Espíritu Santo
para testificar con poder de la obra que Jesucristo ha hecho en nuestras vidas.

EL ESPÍRITU SANTO Y EL INICIO DE LA IGLESIA


El Pentecostés marcó el nacimiento de la iglesia cristiana. De la misma manera en que
Israel, rescatado de Egipto, formó un nuevo estado por medio de la promulgación de la ley en
el monte Sinaí, el Espíritu Santo formó la iglesia en Pentecostés, con los individuos redimidos
por Cristo. Esto fue efectuado por la promulgación de una nueva ley escrita en dos corazones
y en las mentes de los redimidos.

EL ESPÍRITU SANTO Y EL MUNDO


El Espíritu representa a Cristo para el mundo. Pero, en vista de que el mundo no conoce
al Espíritu Santo y no puede recibirle, Cristo está limitado en sus operaciones a los estados
preliminares de la gracia. La naturaleza de la obra del Espíritu ante el mundo se describe por
nuestro Señor en las siguientes palabras: "Y cuando El venga, convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8).
UNIDAD IV
LO QUE CREEMOS ACERCA DEL SER HUMANO

EL ORIGEN DEL SER HUMANO


La explicación más sencilla, más profunda y más satisfactoria que jamás se haya
ofrecido sobre el origen del ser humano, es la que encontramos en el libro del Génesis, en el
"Gran Poema del Amanecer" del capítulo 1, y en el capítulo siguiente. En Génesis 1:26-28
leemos:
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo
animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que
se mueven sobre la tierra.

En Génesis 2:7 se ofrece un relato paralelo: "Entonces Jehová Dios formó al hombre
del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente". Uno
de los aspectos más significativos en el relato bíblico sobre los orígenes del ser humano, es
su insistencia en el carácter de criatura del ser humano. No se lo representa como un "dios
caído", como en algunas de las mitologías antiguas; tampoco es el producto del proceso
impersonal de una "naturaleza eterna". Se lo reconoce como la corona de una serie de actos
creadores. Lo vemos confrontado por Dios, como una criatura ante su creador. Solamente el
ser humano, entre todas las obras de la mano divina merece el pronombre personal "tú".
La creación del ser humano fue el resultado de la voluntad divina. Cuando Dios creó al
ser humano dijo "hagamos". No dijo "hágase", como en el caso de las otras creaciones. El
plural "hagamos" da a entender el poder de la palabra creadora de Dios, involucrando a las
tres personas de la Trinidad, como la culminación de todos los actos creadores anteriores y
superior a éstos.
Se han mencionado relatos paralelos de la creación del ser humano, que aparecen en
los capítulos 1 y 2 de Génesis. En estos dos relatos no hay choque ni contradicciones. En el
segundo se ve al ser humano, relacionado con el universo material, con un cuerpo que ha sido
formado del polvo de la tierra. En el primero, el principal énfasis recae sobre la responsabilidad
moral del ser humano.
En Génesis 2:21-23, encontramos un relato del proceso por el cual el ser humano fue
creado en dos sexos:
Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de
sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo
una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne, ésta será llamada varona, porque del varón fue tomada.

Esta declaración ha sido una fuente de perplejidad para muchos comentaristas, y se


han sugerido muchas teorías en su afán de interpretarla. San Pablo nos dice en 1 Timoteo
2:13: "Porque Adán fue formado primero, después Eva". Con esto quiso decir que el hombre
fue perfeccionado primero, y de él, Dios tomó aquello con lo que hizo a la mujer, y Adán lo
reconoció.

LA NATURALEZA DEL SER HUMANO


Implícito en lo que se ha dicho está el concepto bíblico de la dualidad de la naturaleza
humana, que es al mismo tiempo material y espiritual. Mediante su cuerpo, el ser humano está
relacionado con la tierra. Se lo describe como carne. No aparece en las Escrituras el concepto
de que la materia sea mala, como sostenían los gnósticos y muchos otros filósofos griegos. El
punto de vista cristiano incluye la totalidad del ser humano incluyendo necesariamente su
cuerpo.
Por otro lado, el ser humano es espiritual. Mediante su naturaleza superior está
relacionado con otro mundo. Se han sostenido dos conceptos del aspecto inmaterial de la
especie humana. Uno de éstos afirma que la naturaleza humana es dicótoma. Es decir, que
posee una doble naturaleza, con el cuerpo y el alma como sus elementos constitutivos. Según
esta concepción, el alma y él espíritu serían una misma entidad, pero vistas en diferentes rela-
ciones. En la relación con Dios, actúa el espíritu del ser humano. En la relación con el cuerpo
en que habita y el mundo que lo rodea, el hombre es alma. Tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento se encontrará el uso intercambiable de los dos términos: "espíritu" y "alma".
La otra perspectiva de la naturaleza humana es tricótoma. Esta teoría sostiene que el ser
humano está compuesto de tres partes constitutivas: cuerpo, alma y espíritu, y que el alma y
el espíritu pueden diferenciarse entre sí, tanto como se diferencian el alma y el cuerpo. El
espíritu, declaran los que tienen esta opinión, es el órgano de la vida divina y de la comunión
con Dios, el asiento de la presencia divina en el ser humano. El alma, entienden, es el asiento
de la vida natural del ser humano, donde residen las facultades de la conciencia humana. Es
la intermediaria entre el espíritu y el cuerpo, la sede de la personalidad. Pueden encontrarse
algunas referencias bíblicas que prestan apoyo a esta teoría.
Conviene recordar que el cuerpo, el alma y el espíritu están unidos entre sí de tal manera
que constituyen una personalidad integrada que no se divide.

LA IMAGEN DE DIOS EN EL SER HUMANO


Génesis 5:1 dice: "...El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.
Varón y hembra los creó; y los bendijo."
Cuando el ser humano fue creado y puesto en la tierra, era un alma eterna y viviente.
Cuando Dios creó al ser humano, lo creó como un ser espiritual que viviría para siempre. El
ser humano podía hablar con Dios y tener comunión con Él porque fue hecho a imagen y
semejanza de Dios.

LA IMAGEN NATURAL
La imagen natural de Dios en el ser humano tiene que ver con los elementos
fundamentales de la personalidad o el yo. Todo lo que distingue la vida personal del ser
humano, de la vida de los animales, forma parte de la imagen natural de Dios. El intelecto, la
conciencia, la capacidad de dirigir por sí mismo su vida moral, el presentimiento de la
inmortalidad, los poderes racionales de la inteligencia abstracta. Todos éstos forman parte de
la semejanza con respecto a Dios, como reflejo finito de aquellas cualidades que en el Creador
son la verdad, la belleza y la bondad infinitas.
Reflexionando sobre el vasto abismo que separa la vida consciente del ser humano de
la vida animal, veremos aumentar nuestra maravilla ante la imagen natural de lo divino en lo
humano. Estamos frente a una creación de primer orden. Todo el vasto potencial de la
civilización, el arte, la cultura y las ciencias está encerrado en las palabras que puso por escrito
el antiguo escriba de Dios: "A imagen de Dios es hecho el hombre" (Génesis 9:6).

LA IMAGEN MORAL
La imagen natural que Dios estampó en el ser humano puede resumirse en la palabra
"personalidad". La imagen moral, en cambio, se nos representa en el contenido de la palabra
"santidad", o sea en el carácter ético del ser humano. Este segundo término tiene que ver
principalmente con el uso que hace el ser humano de los poderes que Dios, en su amor, puso
a su alcance. Poseyendo la capacidad de la autodeterminación, el ser humano es responsable
por el uso que haga de su libertad. Poseyendo afectos que se proyectan hacia los objetos de
su agrado y elección, es responsable por la calidad de estos afectos. Poseyendo capacidad
intelectual, es responsable por el contenido de sus pensamientos y por el uso que haga de la
acumulación de conocimientos que haya alcanzado.
La imagen moral de Dios en el ser humano tiene que ver con las disposiciones y las
tendencias que aloja en su corazón. Forma parte del carácter o la calidad de la persona, se
trata de la corrección o la incorrección con que haga uso de los poderes con que ha sido
dotado. Otorga al ser humano su naturaleza moral, y hace posible que posea santidad de
carácter.
Uno de los planteamientos del pensamiento bíblico es que el ser humano fue creado
santo. Wiley define la santidad creada como:
...una inclinación o tendencia espontánea hacia lo bueno —disposición interna siempre a lo recto.
Esto incluyó también un entendimiento claro de Dios y de lo espiritual. Podemos hacer tres
observaciones afines a este estado de santidad primitiva:
(1) No fue una mera posibilidad de santidad, (2) no fue una santidad ética, (3) sino un estado
caracterizado por la presencia continua del Espíritu Santo.

Wiley y Culbertson exponen algunas de las implicaciones de este concepto. La santidad


primitiva no era solamente una mera posibilidad de santificación, una naturaleza libre tanto del
pecado como de la virtud. Era una actitud positiva del alma, que se caracterizaba por la
tendencia espontánea a obedecer la justicia y rechazar la injusticia. Por otro lado, no era
santidad ética. La santidad de Adán no era una resultante de sus elecciones morales. Era una
santidad natural y no una santidad que tuviera como origen el ejercicio de la capacidad de
elección personal entre el bien y el mal. Tal como Juan Wesley lo observara: "El hombre puede
ser justo antes de hacer lo que es bueno, puede ser santo en su corazón, antes de ser santo
en su vida".
La presencia del Espíritu Santo era para Adán (como para cualquier otro ser humano)
la fuente de su santidad. Caminaba y conversaba con Dios en una bienaventurada e íntima
comunión del Espíritu. La presencia del Espíritu Santo era, por lo tanto, un elemento original y
duradero de la santidad humana. Tal como lo señala John Miley, solamente así puede uno
darse cuenta de la naturaleza exacta de la depravación humana. La caída del ser humano no
fue solamente una pérdida de la condición subjetiva de santidad, sino que involucró, además,
la corrupción de la naturaleza humana.

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