Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
y modelos curriculares
Los tres niveles de construcción curricular se relacionan, ya que gracias al segundo nivel,
el denominado Institucional, se pueden concretar las intenciones del primero, (Nacional)
y, del mismo modo, es gracias al tercer nivel que se pueden concretar las aspiraciones
tanto del primero como del segundo. Por lo tanto, es finalmente en la planificación de aula
y en la realización de actividades concretas de aprendizaje, donde todo lo planteado tanto
a nivel nacional como a nivel institucional, se logra plasmar con alumnos y alumnas reales.
Fuente: basado en Sandoval, Pedro; “Elaboración del currículum escolar”. PUC, 2001.
Como se puede apreciar en el cuadro, idealmente cada nivel posee actores que aportan
con un producto determinado en la construcción del currículum. En el caso de Chile, el
nivel macro entrega el Marco Curricular, lo que es equivalente al Diseño Curricular Base
que se presenta en el cuadro. En cuanto al nivel meso, no presenta las características que
se observan en el cuadro, ya que si bien es cierto que en el PEI los establecimientos definen
su opción curricular (enfoque curricular al que adhieren), no crean un proyecto curricular
propio y utilizan la propuesta de Planes y Programas provenientes del Ministerio de
Educación. No obstante, es importante señalar que existen colegios (en su mayoría
privados, de estrato socioeconómico medio y alto) que sí crean planes y programas propios.
1. Modelos Curriculares existentes según los niveles de concreción del
currículum
Modelos Cerrados: son aquellos en que la estructura y elementos del currículum vienen
determinados y prescritos en su totalidad por el nivel Macro, normalmente diseñados
por expertos en las diferentes áreas. En este caso, la institución y el profesor se limitan a
aplicar lo ya diseñado por otros, es decir, solo se concreta, no existe construcción por parte
de esos dos niveles. Este modelo lo podríamos denominar como altamente centralizado,
es el más tradicional y característico de países como Francia e Italia.
Hacia este último modelo que propone un currículum básico para todos los alumnos
(Diseño Curricular Base), caminan la mayoría de las reformas educativas iniciadas en
Europa Occidental y Latinoamérica en los últimos quince años.
Sin embargo, algunos autores difieren en que en la enseñanza Básica y Media sea tan
equilibrado el modelo, pues plantean que el grado de prescripción continúa siendo alto
en relación con cómo se ha adoptado en otros países, especialmente en la última década,
en que los ajustes que se han hecho al currículum nacional han significado cerrarlo
progresivamente.
permanente en el y profesores
1. Modelos Clásicos
Se consideran dentro de ellos los de R. W. Tyler, H. Taba y M. Johnson, representantes
de la pedagogía norteamericana que han tenido una amplia divulgación, especialmente
en Latinoamérica, y han servido de guía a algunos especialistas del continente para la
realización de propuestas curriculares.
En dicho modelo se ponen de manifiesto las fuentes que originan los objetivos de
aprendizaje: alumno, sociedad y especialistas, teniendo en cuenta además el papel de
la filosofía y la psicología del aprendizaje (como filtros) en su selección. Según Tyler, hay
que escoger “...en la lista original de objetivos, los que representen valores más altos y
coincidan con la filosofía de la escuela” (Tyler; R., ob.cit., p.38) y considerar una psicología
del aprendizaje que permita “distinguir qué cambios pueden esperarse en los seres
humanos como consecuencia de un proceso de aprendizaje y cuáles estarán fuera de todo
alcance” (Tyler, ob. cit. p. 41).
La propuesta de Tyler, según Pérez Gómez, puede considerarse como el primer intento de
aislar los elementos centrales para construir una teoría del currículum.
Como señala Díaz Barriga, F. (1993), esta autora introduce en el campo del diseño
curricular la noción de diagnóstico de necesidades sociales como sustento principal de
una propuesta curricular. De esta manera, explicita el vínculo entre institución educativa
y sociedad.
En su modelo diferencia dos planos: el primero vinculado con las bases para la elaboración
del currículum, y el segundo con los elementos o fases a considerar en la elaboración y
desarrollo curricular.
Este modelo se basa en las propuestas de Tyler, aunque lo supera al considerar como
sustento principal para la elaboración del currículum un diagnóstico de necesidades
sociales que “...permite mantener el currículum a tono con las necesidades de la época (...)
es esencialmente un proceso de determinación de hechos por ser tomados en cuenta en
el currículum” (Taba, H. 1974, p. 305, cit. adías Barriga, 1995, p. 19).
Sin embargo, este diagnóstico se reduce a dar respuestas a demandas muy específicas,
inmediatas y utilitarias, afectando la generalización teórica que es necesaria en la
formación del profesional o del egresado. Con el tiempo dio lugar a un reduccionismo en la
tarea de elaboración de los diseños curriculares, debido a que se ha considerado cualquier
investigación aislada, fragmentada y no el análisis de un conjunto de investigaciones para
fundamentar el currículum como lo concibió Taba.
Las propuestas de Tyler R. y Taba, H. tienen las mismas bases y fundamentos, por eso se
denominan como un binomio, l949 y l962, respectivamente. Parten de la definición de
la educación como cambio de conducta. Constituyen un modelo clásico del paradigma
conductual y como modelos son los de mayor influencia en los últimos 40 años. Son
conocidos como Plan Racional del currículum, modelo de Planeamiento Medio-Fin o
modelo de Planificación por objetivos.
Estas propuestas intentan, desde posiciones conductistas, trascender los límites de los
aspectos técnicos de la formulación de objetivos y dar una mayor apertura (con orientación
funcionalista) a una serie de elementos que consideran determinantes en la elaboración
de los programas.
Como señala Canfux (1992, 102), “a pesar de que estos presupuestos significaron una
búsqueda para una comprensión mejor fundamentada de la enseñanza y de las formas
específicas de planificación, ocurre que la introducción de los ‘filtros’ sociales y psicológicos
o el diagnóstico de necesidades, permanece con un carácter utilitario limitado al contexto
externo de los programas como muestra de una orientación funcionalista ya mencionada.”
A pesar de las críticas, estas propuestas curriculares clásicas hicieron aportes importantes
a la práctica del currículum, como: el tratar de lograr una mayor coherencia e integración
de los elementos curriculares y el buscar una fundamentación teórica que permitiera
superar las prácticas empíricas y poco sistemáticas del trabajo curricular. Sin embargo, su
visión reduccionista del fenómeno educativo no propicia un análisis integral que tome en
cuenta todos los elementos que lo determinan y las interrelaciones existentes entre los
mismos.
Para muchos teóricos del currículum, en estos modelos la educación estaba siendo tratada
como si fuera un proceso industrial y las escuelas dirigidas como fábricas preocupadas
solamente por el aumento de los resultados de aprendizaje. El modelo centrado en los
objetivos ha recibido fuertes críticas, al extremo de que algunos autores han eliminado
la utilización del vocablo objetivo, sustituyéndolo por otros más generales como
“propósitos”, “finalidades” o “proyectos”. Sin embargo, se considera que la cuestión no es
eliminar o sustituir un término sino darle la verdadera significación que deben tener los
objetivos en el currículum.
a. Objetivos curriculares
b. Plan de estudios
c. Cartas descriptivas,
d. Sistema de Evaluación (Arnaz, J.A. op.cit. p. 11)
• Elaborar el currículum
• Implementar el currículum
• Aplicar el currículum
• Evaluar el currículum
Entre estos modelos se destacan los de L. Stenhouse (1975); Schwab (cit. en F. Díaz
Barriga, op. cit.) y Guevara Niebla (1976). Se inscriben en la corriente humanista.
Problemas Prácticos
AULA
Este autor propuso un modelo del diseño curricular que fuera capaz de aumentar la
profesionalidad de los profesores adoptando una posición investigadora hacia su propia
práctica curricular. L. Stenhouse le llamó modelo de proceso porque el profesor está
más relacionado con el proceso del currículum que con la producción de resultados de
aprendizaje preestablecidos.
Este término de investigación en la acción fue propuesto por K. Lewin a finales de la década
del 30 y ha tenido una amplia aceptación en el campo de las investigaciones sociales y
educativas. La Deaking University de Victoria en Australia lo define como “término
utilizado para denominar a un conjunto de actividades del desarrollo profesional, de
los proyectos de mejora escolar y de la práctica y planificación educativa. Estas tienen
en común la utilización de estrategias de planificación de la acción llevada a la práctica
y sometida a observación, reflexión y cambio. Los participantes de esta acción están
plenamente integrados e implicados en todas las actividades” (Sáez, 1988 Pág. 255).
Aumenta así la personalidad de los profesores, pues adoptan una posición investigadora
hacia la práctica curricular. En su obra (1987) describe el proceso curricular relacionando
los siguientes elementos:
Este modelo se considera dentro del grupo de los enfoques humanistas y ha surgido como
un modelo o paradigma crítico. Incorpora muchas de las ideas contenidas en el enfoque
práctico y procesual, pero además muestra especial preocupación por la investigación
de las estructuras sociales, políticas e ideológicas dentro de las cuales el currículum está
enclavado.
En este enfoque se amplía el espectro investigativo del profesor, ya que no sólo lo hará
con respecto a su práctica curricular sino también deberán reflexionar críticamente sobre
los más amplios contextos sociales, históricos e institucionales dentro de los cuales esos
valores se manifiestan. Desde una perspectiva crítica, el desarrollo curricular requiere
siempre un elemento de crítica ideológica.
Los modelos de Schwab y L. Stenhouse tuvieron una amplia divulgación en Inglaterra y el
País de Gales, en el Reino Unido, pero “...se les acusa de ser responsables de un bajo nivel
de rendimiento de los alumnos, de estar alejados de las exigencias de la sociedad, de no
mantener un equilibrio entre los diferentes tipos de contenidos de aprendizaje necesarios
para el desarrollo armónico de los alumnos, de estar sujetos a opciones a menudo
contradictorias, de depender excesivamente de la voluntad individual de los profesores y
de los centros y de no reflejar fielmente un acuerdo de toda la sociedad sobre lo que han
de aprender los alumnos en la escuela” (Coll, C., 1990, p.7.).
Según este autor, en Latinoamérica las ideas de Paulo Freire se enmarcarían en esta
concepción.
En este modelo, el educando es visto como un ser con intereses y motivaciones propios
y únicos. El papel de la escuela radicaría en darle respuestas (aceptación y desarrollo)
a tales intereses y motivaciones. El respeto a los intereses del individuo constituye
-aparentemente- su regla principal. Se pretende ver a la educación como un proceso que
intenta dibujar a los sujetos a imagen y semejanza de lo institucionalmente establecido.
En contraposición, se enfatiza y defiende la necesidad de desarrollar las capacidades
innatas del individuo. La genuina expresión del individuo como tal es el logro último de la
escuela. Esto es posible gracias a una metodología basada en la afectividad como meta y
que Villarroel denomina Didáctica de la ternura.
4. Modelos con un Enfoque Constructivista
Destacan entre ellos el modelo curricular para la Enseñanza Básica Obligatoria de España,
puesto en práctica en la década del ochenta y en el que desempeñan un papel fundamental
las propuestas realizadas por César Coll (1991). Se destacan también Eisner–Wallace.
La elaboración del modelo curricular está presidida por un conjunto de referentes teóricos
(convicciones antropológicas, psicológicas, sociológicas y pedagógicas) y su estructura
posibilita derivar las intenciones educativas en tres niveles de concreción:
PRIMER NIVEL:
Comprende los objetivos generales de las Etapas (Preescolar, Educación Primaria,
Educación Secundaria Obligatoria, Educación Sec. Post Obligatoria).
SEGUNDO NIVEL:
Establecimiento de las áreas curriculares con sus objetivos terminales, bloques
de contenidos, orientaciones didácticas y criterios para desarrollar actividades de
aprendizaje y evaluación.
TERCER NIVEL:
Organización (secuenciación) de los bloques de contenido de acuerdo con el fondo de
tiempo dado y programaciones de unidades didácticas.
La toma de decisiones de los dos primeros niveles corresponde a la Administración
Educativa, o sea, plantea un Diseño Curricular Base (DCB) que tienen carácter prescriptivo
para garantizar los conocimientos mínimos esenciales de los alumnos.
Las principales características del Sistema Modular Xochimilco son (Arbesú, 1996):
El plan de estudio de cada carrera, por lo general, está formado por doce módulos, uno
por trimestre distribuido en cuatro años. Los módulos se distribuyen a lo largo de la
carrera en troncos a partir del criterio de que los iniciales se relacionen con un mayor
número de disciplinas y carreras y los terminales sean más específicos. Cada módulo
tiene determinados objetivos particulares y el conjunto de ellos se encamina a lograr los
objetivos generales de la carrera.
El plan se inicia con un tronco común o interdivisional (TID) que cursan todos los
estudiantes inscritos en las diecisiete carreras de las tres divisiones académicas con que
cuenta la Unidad Xochimilco (División de Ciencias Sociales y Humanidades, División de
Ciencias Biológicas y de la Salud y División de Ciencias y Artes para el Diseño). Una vez
cursado el módulo del TID los alumnos, en función de la carrera seleccionada, realizan los
dos módulos correspondientes al tronco divisional (TD) para, posteriormente, transitar
hacia el tronco de carrera donde culmina su formación.
Un análisis crítico del Sistema Modular lleva a afirmar que el mismo constituye una
innovación educativa importante a nivel de la educación superior que ha permanecido
en el tiempo y ha posibilitado la formación de muy buenos profesionales. Sin embargo,
como señalan sus propios protagonistas, es necesario continuar desarrollando sus bases
teóricas y metodológicas de manera de poder identificar y superar las fallas que presenta.
El romper con la estructura lógica de la ciencia al organizar todos los contenidos a asimilar
de forma interdisciplinaria requiere ser repensado, pues hay conocimientos que son
básicos para la formación del profesional que tienen su propia lógica y que no pueden
incorporarse en un problema concreto de investigación y en la organización del módulo.
A su vez, la organización global del conocimiento en módulos si bien tiene la gran ventaja
de vincular al estudiante con los problemas reales del contexto en que vive, tiene el
peligro de llevar a un pragmatismo extremo si no se hace una adecuada selección de estos
problemas que puedan garantizar la formación científica del profesional.
Otro reto importante del Sistema Modular está en la formación científica y pedagógica que
requieren sus profesores para poder desarrollar una enseñanza interdisciplinaria a través
de un proceso de investigación científica y donde el rol del profesor es el de orientador
del proceso de aprendizaje de sus estudiantes que implica nuevas formas de relación del
trabajo que posibiliten el desarrollo de las potencialidades de cada uno de sus alumnos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
2. Antaki, I (2000). “El manual del ciudadano contemporáneo”. Primera edición (pp. 181-
188). Ariel, México.
3. Casarini, M. (1999). “Teoría y diseño curricular”. Segunda edición (pp. 1-36). Trillas,
México.
4. Díaz-Barriga, F., Lule, M., Pacheco, P., Rojas, S. y Saad, D. (1995). “Metodología de
diseño curricular para la educación superior”. Trillas, México.
7. Ferreira, H. (2001). “El currículum como desafío institucional”. 2da edición. Ediciones
y Novedades Educativas. Buenos Aires.
9. Gimeno Sacristán, J. (1989). “El currículo: una reflexión sobre la práctica”. Morata,
Madrid.
15. Taba, H. (1974). “Cap. 2: Conceptos corrientes sobre la función de la escuela; Cap.21:
Modelos corrientes para la organización del currículo. En: Elaboración del currículum”.
Troquel, Buenos Aires.
16. Tyler, R. (1973). “Introducción Cap. I, en Principios básicos del currículo”. Troquel,
Buenos Aires.