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RAFAEL OLEA FRANCO EL OTRO BORGES. EL PRIMER BORGES A Ba EL COLEGIO DE MEXICO FONDO DE CULTURA ECONOMICA Primera edicién (FCE, Argentina), 1993 FQ 7777 BOBS 2795S 1793 O'!55 738) 80 Portada de Ménica Diez Martinez D.R.© El Colegio de México Camino al Ajusco 20 Pedregal de Santa Teresa 10740 México, D. F. D.R. © Fondo de Cultura Econémica de Argentina, S. A. Suipacha 617; 1008 Buenos Aires 1S.B.N.: 950-557-187-9 AUG 1 7 1995 Impreso en Argentina Hecho el depésito que previene la ley 11.723 110 EL OTRO BORGES. EL PRIMER BORGES inclinaciones mas nacionalistas, y por tanto menos literarias, el escritor predica lo primero; en cambio, cuando asume una acti- tud mas profunda y reflexiva, percibe que la exigencia de color local en el arte sdlo limita las posibilidades estéticas. Seria ab- surdo intentar limar y resolver esta paradoja de la preceptiva bor- geana, puesto que su solucién sdlo se produce en el ejercicio lite- rario del autor, mediante el cual éste define paulatinamente su estética. La critica al criollismo que abunda en el color local conduce a un tema basico de la literatura de esa época que se plantea al- alrededor de dos interrogantes: primero, debe el arte criollo redu- cirse a lo local?, zes ése su Ambito exclusivo?, y, segundo, gpue- de un arte de este tipo lograr trascendencia universal? La respuesta a este enigma divide de hecho a los escritores en dos bandos, los cuales encarnaran multiples representaciones en la literatura del periodo: localismo-universalismo, polémica Florida-Boedo, et- cétera. Independientemente de este problema, lo cierto es que la preocupacién de Borges refleja un acontecimiento real: la pre- sencia de escritores que, partiendo del color local, ubicaban en el centro de su escritura todo lo considerado como tipicamente argentino. En su aspecto literario, este criollismo se asocia con el cultivo de una ineficaz nostalgia por el pasado, donde se considera que se conservan mejor las esencias criollas. Quienes disienten de esta concepcién ensayan sus propias definiciones del criollismo. Asi, en 1929, Carlos Alberto Erro amplia su idea de lo ‘‘criollo”’ hasta hacerla abarcar todo lo que resulte tipico de la sociedad argen- tina, sin reparar en sus origenes: Yo siento frente a la frescura infantil de nuestros pueblitos de cam- pafia la misma emocion familiar que ante un gaucho, una casa baja o un patio con aljibe. Para mi lo criollo es algo que esta llegando y asi como lleg6 el gaucho, llegan, sucesivamente, nuevas presencias tipicas. Va emergiendo a lo largo de la historia, y sigue haciéndolo a nuestra vista. En toda caracteristica o manifestacion que aparece aqui como tnica y distinta, aunque nada tenga que ver con el gau- cho, con la vida del campo, con el compadrito 0 con nuestros abue- los, ocurre.3¢ 36 Carlos Alberto Erro, Medida del criollismo, Talleres Graficos Porter, Buenos Aires, 1929, pp. 23-24.

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