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HISTORIA DE LA EDAD MEDIA. RESUMEN UNIDAD 4.

-GUERREAU, Alain “Política/Derecho/Economía/Religión: ¿Cómo eliminar el obstáculo?

¿Se debe analizar a las sociedades antiguas con las nociones con las que se pensaban a sí
mismas o con nuestros propios útiles? Guerreau nos dice que debemos recordar dos
principios:

*Las representaciones comunes que una sociedad tiene de sí misma nunca constituyen
elementos apropiados para una aproximación racional a dicha sociedad

*Una aproximación racional a un objeto social sólo se construye por ruptura con la opinión
común, la cual permiten plantear simultáneamente la primacía de las relaciones sobre toda
“sustancia” social y fijarse como objetivo la cohesión explícita de una estructura conceptual
abstracta.

Uno de los elementos fundamentales que sirven hoy para analizar las realidades sociales es
una división de esta realidad en cuatro grandes “ámbitos” o “instancias”:
política/economía/derecho/religión. También se le puede añadir cultura. Esta visión
corresponde al establecimiento a partir de comienzos del siglo XIX de un conjunto de prácticas
sociales y de nuevas instituciones: el parlamentarismo, las sociedades anónimas por acciones,
el Código Civil, el concordato. Esta división provoca dos efectos:

1) creencia en la autonomía de cada uno de estos campos

2) predispone a una visión ontológica de las entidades supratemporales, se construyen ámbitos


ficticios y falaces divisiones a priori inadaptadas necesariamente a las sociedades
consideradas y cuyo efecto es la confección de inventarios descriptivos, sin establecer
relaciones.

Estas subdivisiones deben ser reemplazadas por la utilización de una clave de lectura
intemporal. Una sociedad sólo puede explicarse en tanto que está constituida por un conjunto
estructurado de relaciones y no es posible su estudio si no se considera a esta sociedad en su
totalidad. Al tratarse concretamente de la Edad Media no se puede oponer política/economía.
Esta distinción fue uno de los aspectos principales de la destrucción de la relación feudal de
base, la relación de dominium, que era en su fundamento mismo, económica y política a la vez.
De igual manera, tomar a la religión como una categoría autónoma es impedir que se
comprenda a la Iglesia, como la única institución en la sociedad feudal.

El concepto de familia también es un obstáculo, hay que orientarse al estudio de relaciones de


parentesco. El concepto de topolinaje de Anita Guerreau-Jalabert, señala la dependencia de
estas relaciones de parentesco con respecto a las relaciones organizadas en torno al espacio.
Bertran Guille propone el término de sistema técnico, mostrando que el conjunto de técnicas
son interdependientes, que existen unos períodos de estabilidad y otros de desarrollo. Fosier
propone el concepto de encelulamiento para denominar al movimiento de reorganización de las
estructuras sociales de la Europa de los siglos XI y XII. Este término indica el carácter de
proceso general de este movimiento y dispone su reconstrucción en torno a la reorganización
de las relaciones de los hombres con el espacio.

No se ha apreciado las potencialidades que entraña la propuesta de Maurice Godelier de


distinguir FUNCIONES e INSTITUCIONES (forma concretada y estable de relaciones sociales,
percibidas generalmente formando un todo). Godelier proporciona un instrumento muy
función/institución por la de una polarización que implique diversas configuraciones
intermediarias. No existe ninguna regla a priori las relaciones que se establecen entre la parte
funcional y los aspectos institucionales de una u otra relación social. Godelier ha analizado una
de las consecuencias de esta distinción función/institución que permite superar la ambigüedad
de la noción economía. La mayoría de los economistas al hablar de su campo lo enfocan en
realidad hacia una institución esencial de la sociedad capitalista, al mercado. Si se emprende el
estudio de la economía de otras sociedades distintas a la capitalista, es absurdo esforzarse por
descubrir un mercado omnipresente.

La institución dominante era la Iglesia, al igual que el mercado es la institución dominante de la


Europa capitalista. Uno de los aspectos esenciales del paso de un sistema social al otro ha
sido pues el paso de la dominación de la Iglesia a la dominación del mercado; transformación
que está ligada a lo que se ha llamado el paso del paradigma comunidad-jerarquía al
paradigma individuo-concurrencia.

La distinción función/institución permite reconocer la primacía de las relaciones sobre toda


sustancia, despeja el camino para la constitución de esquemas racionales, al articular nociones
abstractas que hacen que se destaque la especificidad de cada civilización. Y permite captar el
funcionamiento y la evolución de estos conjuntos.

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-SCHMITT, Jean-Claude, “La croyance au Moyen Age”, en IDEM, Le corps, les rites, les rêves,
le temps, París, Gallimard, 2001 [traducción del cátedra].

El período medieval ofrece un modelo consumado de una adecuación ideal entre un cuerpo
social y un sistema representaciones al cual todos los “creyentes” adhieren. La Edad Media
contrasta el ritualismo de la religión cívica de la Antigüedad grecorromana y con el agnotismo
moderno que se origina en el Renacimiento.

El autor critica las visiones reduccionistas de la creencia en la Edad Media. Dice que el
historiador se rehúsa a confundir el objeto de la creencia (por ejemplo Dios) con las cambiantes
modalidades de creer. Tampoco son capaces de sacar a la luz las operaciones de creencia en
nuestras propias prácticas (relaciones razón-ciencia).

Los cuadros sociales de la creencia en la Edad Media.

No se puede hablar de la creencia en la Edad Media sin recordar de entrada el papel central de
la Iglesia en la definición de los objetos de la creencia (el cristianismo), la obligación de creer
(la ortodoxia) y la pedagogía de la creencia (el apostolado). Toda aproximación a las creencias
medievales es dependiente del testimonio de los clérigos, fueron durante mucho tiempo los
únicos que escribían.

Creencia en Edad Media engloba dos palabras: 1) palabra Credere: que significa “dar crédito”,
esperar a cambio el equivalente de lo que uno ha prestado. Supone por lo tanto una relación
con el otro (hombre o ser divino) 2) el sustantivo fides que designa confianza, fidelidad y fe
religiosa. Estas palabras se aplican al conjunto de las actividades sociales. La idea de contrato
inherente a las nociones de creer y de fidelidad se aplican a las relaciones anudadas por el fiel
tanto con su señor como con su Dios (se establecen relaciones de confianza mutua dentro de
un cuadro jerárquico y en una duración que permita la reciprocidad de los beneficios
esperados: protección del señor y ayuda del vasallo; homenaje del creyente a su Dios y
promesa de salvación en el Más Allá).

La singularidad de la creencia cristiana reside en:

 Exclusividad. El monoteísmo cristiano excluye todo compromiso con otros cultos. El


concilio de Nicea de 325 define el dogma en la fórmula del Credo.
 Carácter revelado de la creencia cristiana (tal como las Escrituras lo anuncian) sobre
este aspecto se funda la obligación de la creencia cristiana. Sin embargo, no se
encierran en un solo texto, actitud flexible de la Verdad: no hay un Evangelio sino $ que
acuerdan sobre lo esencial pero lo expresan en términos diferentes. Se deja además
muchos aspectos de la Promesa en la sombra, por lo que el texto sagrado reclama un
comentario y otros relatos. La creencia no es sólo lo que engloba las Escrituras sino
todo lo que constituye la tradición producida por la institución de la creencia que es la
Iglesia, en el plano doctrinal y en el plano narrativo. Pero la tradición nunca se
confunde con la Verdad revelada. Lo que podría ser considerado una debilidad se
convierte en ventaja, puesto que la creencia se encuentra cercana a los fieles
 El universalismo de una creencia ofrecida y abierta a todos los hombres, sin importar
su estatus social, sin distinción del Estado, sin restricción étnica. Cristo sólo demandó
que lo sigan: es un aspecto revolucionario de su mensaje y fue la garantía del éxito y
expansión del cristianismo. Este rasgo implica dos cosas:

1) necesidad de un aparato eclesiástico fuerte, esto es lo que diferencia al cristianismo la


existencia de una Iglesia fuerte y cada vez más centralizada. No se puede analizar a la
creencia medieval y su eficacia independientemente del papel determinante de esta
institución de creencia y productora de creencia.

2) el cristianismo apela a la conversión, conversión externa a la nueva fe o conversión


interna (jamás acabada). Parece que la cultura cristiana privilegia los caracteres de
interioridad, el lazo personal entre el hombre y Dios. Pero tampoco se debe subestimar las
manifestaciones de exterioridad, individuales y colectivas, de la creencia.

Límites de la creencia.

¿Existe en esta cultura religiosa, en apariencia unánime, un lugar para el descreimiento?


La cuestión del descreimiento en la Edad media es una de las más difíciles de plantear.
Para Febvre planteó su imposibilidad. Schmitt dice que le debate medieval no pasa entre la
creencia religiosa y el agnotismo, sino que pasa por la discusión entre creencia verdadera y
falsa. La veritas es el corazón de la creencia obligada y se opone a la falsitas, por
definición a todo lo que no es. Y esta falsedad se encarna en tipos sociales y culturales que
toman un lugar en el discurso de la Iglesia, ellos son:

-PAGANOS: su creencia es denominada por los cristianos como “idolatría”, cuyos mitos
son denunciados como palabras vanas (fabulae).

-JUDÍOS: comparten el AT (anuncio de la Encarnación), pero es una creencia caduca e


incompleta, testigo que no ha reconocido al Mesías.

-CREENCIAS POPULARES: folklore mal controlado en el que dominan las prácticas de


adivinación y los ritos benéficos o maléficos. Para los clérigos de la Edad Media son
“supervivencias” heteróclitas de la antigua idolatría, en el seno del cristianismo y de la
mayoría iletrada de la población. De hecho, la Iglesia no ha dejado de alimentar estas
supersticiones (por ejemplo la creencia en el diablo).

La historicidad del cristianismo está en el principio de lo que se podría llamar el


reprocesamiento permanente de las creencias, unas que se encuentran legitimadas de una
nueva manera, mientras que otras, pierden legitimidad o son transformadas. El cristianismo
medieval nunca dejó de modificarse, de innovar, de adaptarse. Esta facultad de adaptación
ha sido uno de los secretos de la fuerza y la perennidad de la Iglesia. Los ataques contra
ella, la han fortalecido en vez de debilitarla.

¡Peligro! HEREJÍA, perversión de la creencia legítima. Éstos tenían una interpretación


fundamentalista de las Escrituras, rechazando los agregados y acomodamientos de la
Tradición. Se oponen dos concepciones de la creencia: 1) intransigente (condenada al
fracaso por ello); 2) flexible (destinada al éxito). Posición de la Iglesia ante sus adversarios:
convencer o condenar. La verdad y la falsedad no está dada a priori, ella siempre es
discutible. Incluso es necesaria la falsedad puede ser necesaria a la verdadera creencia.
Por ejemplo: el uso que se hace en la Edad Media del diablo, el amo de toda falsedad y
fuente de toda falsedad, por lo tanto es necesario para la salvación que los hombres crean
en él (se saca provecho de la angustia que genera). La flexibilidad de la creencia era la
mejor garantía de su funcionamiento eficaz.

Alain Boureau distingue diversos regímenes de veridicción: la verdad revelada (los


evangelios), verdad autorizada (lo que los Padres de la Iglesia han enunciado de una
manera irrefutable), la verdad autentificada (por el narrador, está autentificada sólo por una
autoridad, por un testimonio “yo vi” “yo escuché”) y por último, lo alegado (sería una
especie de opinión, admisible mientras no contradiga a la “verdad”).

En relatos de conversión, la manifestación dramática de una prueba material de la verdad


provoca el cambio escéptico del obstinado. Se puede hablar de un tiempo de conversión y
también de una concepción de creencia, que concierne un comportamiento exterior, público
que obedecía a modalidades convenidas y rituales, y que señala su adhesión a una verdad
que es, a su vez, la norma social (creencia medieval implica la exterioridad).

La creencia no basta con ser afirmada o solicitada, le son necesarias pruebas tangibles
(signa, por ejemplo la aparición de la Virgen). Los signa son la regla, son pruebas
materiales pero también inmateriales. Y además se disponen sobre el eje del tiempo. Los
signos son mudos para aquellos que no saben ligarlos entre sí. Esto no significa que vivir
en el mundo sea un sometimiento al destino, sin posibilidad de dominarlo.

Las modalidades del creer.

El autor va a analizar el acto individual de creer, equilibrio entre lo dado por seguro y la
duda que mina toda afirmación de este orden. Da un ejemplo: las mutilaciones de las
imágenes del diablo ¿se puede interpretar como miedo a esas imágenes? No es fácil para
el historiador penetrar en la conciencia del pasado. Además de la arquitectura de la Edad
Media, sería necesario estudiar los testimonios explícitos de autores medievales sobre sus
creencias personales (autobiografía cristiana). De los relatos de aparición se extrae la idea
de que los hombres de la Edad Media vivían en una familiaridad inmediata con los muertos.
Tales relatos ilustraría la creencia en los parecidos, que estaría dada a priori antes que el
relato, cuya función sería expresar esa creencia. Pero también se puede interpretar como
un proceso de enunciación (NO creencia consumada), la objetivación de la figura del
aparecido es inseparable de la socialización del relato. Lo que se alcanza de esta manera,
no es la creencia sino el acto social de creer.

La creencia es ante todo un proceso, un creer, más que un objeto. Los escolásticos
distinguieron entre creencia explicita (majores aptos para interpretarla) y creencia implícita
(los minores, que conocen el credo pero ignoran la implicaciones de lo que formulan).

La vida religiosa medieval era una máquina de producir creer al mismo tiempo de hacer
creer, independientemente de las fórmulas explícitas que las enunciaban. La creencia
medieval presenta más analogías con la religión cívica ritualizada de la Roma antigua.

Conclusión: los contenidos religiosos son inseparables del encuadramiento institucional y


social de la Iglesia medieval. Lo que era creencia universal, oficial, obligatoria a devenido
en creencia individual, concerniente a su libertad de conciencia.

El autor establece analogías con nuestra época y revela una problemática de la creencia
en general: la plasticidad de la creencia y de la verdad misma, el debate entre razón y
creencia, la dialéctica entre creencia individual y colectiva, la relación entre la dimensión
interior y la manifestación exterior, los usos y las manipulaciones de la credulidad.

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