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DOSSIER Nº 3
CURSO 2017-18
1. EL LUGAR DE ESTUDIO
Como es normal, antes de entrar en las sesiones de trabajo y las técnicas de estudio, nos
referiremos con brevedad a lo esencial del espacio escénico que durante tantas horas nos
acompañará. A estas alturas todo opositor sabe lo suficiente sobre el mejor lugar para su
estudio y, en cualquier caso, cada cual estudia donde puede; no obstante, traemos a colación
algunos aspectos que probablemente nos ayudarán a mejorarlo. Los puntos en los que hay que
detenerse son estos: ruido, ventilación, temperatura, iluminación, mobiliario y sitio.
Los ruidos. En general son siempre enemigos del estudio, tanto los que no tienen sentido
(por ejemplo, los mecánicos) como los que sí lo tienen (una conversación) e incluso los
armónicos (música), aunque ésta a veces pueda ser positiva, particularmente cuando forma
parte de una estrategia o técnica de estudio. La mejor terapia es no obsesionarse cuando son
inevitables y poner los medios para aislarnos acústicamente lo mejor posible.
La temperatura. Con independencia de la distinta tolerancia que cada uno tiene al frío y al
calor, la mejor temperatura cuando se estudia es la comprendida entre el intervalo 16º22ºC.
Lo importante si se utiliza algún sistema de calefacción es que no consuma oxígeno ni produzca
gases que enrarezcan el ambiente.
La iluminación. Es fundamental ya que al fin y al cabo se trabaja con la vista. La mejor luz
es la azulada porque fatiga menos la vista y supuesto que casi todo el mundo utiliza el flexo o
lámpara de mesa articulada que ilumina directamente la superficie de trabajo, hay que
procurar que el ojo quede protegido de la visión de la bombilla y para que éste sufra menos
debe estar encendida la luz general del cuarto de estudio.
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El mobiliario. Tres cosas deben tenerse en cuenta: a) La relación de altura entre mesa y
silla para evitar malas posturas: sentados y erguidos la silla nos debe permitir tener en ángulo
recto las rodillas y la parte superior de la mesa nos llegará al nivel del codo. b) La mesa debe
ser grande para que nos permita distribuir sobre ella todo el material de trabajo y evitar las
interrupciones para cogerlo de otra parte. Y c) que la superficie de la mesa no sea brillante
para evitar la descentración y que nos moleste a la vista.
a) El más importante es el propio domicilio, aislado, sin objetos que puedan distraer en el
cuarto de estudio y siempre consciente de que las ayudas externas que se puedan recibir por
parte de preparadores son sólo eso, ayudas, pero el trabajo clave que nos hará aprobar es el
personal.
Que sea serio y formal en la fecha de inicio y finalización del curso, del horario de clases y que
no se pierdan éstas por fiestas o vacaciones.
Que los preparadores nos ofrezcan la garantía de tener una alta titulación académica, la
experiencia de haber sido miembros de tribunales de esas mismas oposiciones y la práctica de
haber preparado antes con buenos resultados a otros opositores.
Que los temas y material utilizados sean de buena calidad.
Que haya un elevado grado de exigencia al opositor y se le vaya marcando semanalmente el
trabajo y esfuerzo.
Que sea prioritario el ejercicio y práctica de las técnicas de oposición.
Que esté prevista la atención individualizada a cada opositor siempre que la precise,
resolviéndole las dudas y problemas.
Que ofrezca un buen servicio de información y asesoramiento sobre todos los aspectos
legales y administrativos de la oposición.
Si encontramos un centro de preparación así, podemos contratar sus servicios porque las
ventajas son claras:
Gran ahorro de tiempo en la elaboración del temario, ya que nos proporcionan y se trabaja
uno de alta calidad. Al opositor aislado le llevaría muchos meses elaborarlo privadamente, sin
tener al final la seguridad de que sea suficientemente bueno.
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Se nos marca desde el principio el ritmo de trabajo evitando los atracones finales, con
atención personal para las dudas y consultas.
Nos facilitan un conocimiento profundo de la teoría y práctica de las técnicas adecuadas para
desarrollar con éxito la oposición.
Generalmente se aprende también mucho de los compañeros que están en nuestra situación
y en el peor de los casos conoceremos el nivel de la competencia para tomar las oportunas
medidas y como mínimo ponernos a su par.
Nos quita la preocupación de estar siempre pendientes de los aspectos legales y
administrativos de la convocatoria de la oposición, supuesto que allí nos facilitarán
puntualmente toda la información al respecto de las resoluciones habidas en el ámbito estatal
y en las Comunidades Autónomas, impresos de solicitud y documentación.
No obstante, los centros de preparación tienen un inconveniente que hay que conocer bien
para prevenirnos contra él: conforme se aproxima la fecha del examen aparecen los
compañeros pesimistas que potencian el agobio colectivo y consecuentemente el desánimo a
través de sus juicios y conversaciones. Ante esto hay que actuar con rapidez y contundencia
con la única receta posible: evitarlos, aislarlos y en ningún caso participar en la vorágine de la
angustia colectiva.
c) El tercer lugar de estudio para la oposición es cualquiera de los sitios en los que estamos
durante el día: dando un paseo, en el autobús, en la cama antes de dormir... esos ratos en los
que cada persona está sola y que son especialmente adecuados para repasar mentalmente
alguno de los temas memorizados anteriormente. Estos repasos son particularmente
importantes porque suelen ligar la situación o circunstancias del momento con el tema
memorizado y crean imágenes de gran ayuda para ulteriores recuerdos.
Ya hemos dicho que el estudio más importante para el opositor es el que hace en su propio
domicilio; veamos ahora algunas cuestiones de interés sobre estas sesiones de trabajo.
Los objetivos que se fijen para el trabajo del día deben ser:
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1) Propios. Los fijamos nosotros, esto es, no aceptamos objetivos fijados por otros, puesto
que cuanto más propio es el objetivo, mayor es su grado de compromiso.
4) Medibles. Esto es, que se pueda verificar el progreso que hacemos y finalmente
evaluarlos.
8) Escritos. No nos conformemos al pensar que "los tenemos en la cabeza" porque hay una
cierta magia al escribirlos y aumenta el compromiso personal para su cumplimiento.
Una vez fijados los objetivos de la sesión es necesario seleccionar el material que se va a
utilizar en la misma para tenerlo todo a mano. Lo normal a estas alturas es tener hecho ya el
acopio de material necesario para la oposición y que lo hayamos explorado (averiguado todas
sus utilidades y rendimientos para cada una de las unidades).
En cualquier caso, el material con el que contamos no está listo aún para digerirlo así en
bruto, hay que trabajarlo. Un material externo que no ha sido trabajado por el opositor es
difícilmente memorizable y aún en el supuesto de memorizarlo presenta siempre tres graves
inconvenientes: a) En su redacción escrita suele detectarse con frecuencia una falta de
conexión lógica entre los conceptos. b) Su exposición suele quedar estereotipada, encorsetada,
no convence ni seduce al que escucha, y c) el tribunal puede conceptuar mal al opositor porque
éste no dispone de los argumentos oportunos para hilvanar o moverse entre los distintos
conceptos, interconectándolos para dar respuestas sólidas y precisas que no puedan ser
rebatidas.
Por otro lado, está demostrado que el tiempo requerido para memorizar un tema que ha
sido elaborado por el propio individuo asciende como máximo a un tercio del necesitado por el
opositor que no ha participado en su confección. Por estas razones recomendamos, casi
exigimos, que el opositor participe de algún modo en la elaboración de los materiales de
trabajo desplegando una actividad específica consistente en procesar toda la información y
adaptarla a nuestra estructura mental o de conocimiento poniéndole nuestro propio lenguaje.
Nos será para ello muy útil seguir un método que combine adecuadamente estos principios:
B. Elaborarse para cada tema lo que podríamos denominar unas pocas "ideas fuerza" o
"frases comodines" que oportunamente se van repitiendo y nos sirven perfectamente
para ir resaltando y potenciando los conceptos fundamentales que queremos destacar.
C. Completar el tema con nuestro fondo de apuntes de la carrera y con los contenidos
bibliográficos de los libros útiles para la oposición.
D. Memorizar en todo momento con nuestro propio lenguaje, conectando entre sí los
distintos contenidos del tema, empezando por poco para ir ampliando progresivamente la
extensión.
Es importante tener claro que en la oposición la originalidad de los temas debe ser sólo
moderada y siempre que ésta se asuma debe estar muy razonada y dosificada, de tal forma,
que no anulen el punto de vista mayoritario sobre la cuestión. El tribunal, en general, prefiere
escuchar cosas sabidas, tradicionales, antes que originales (aspecto que, aunque controvertido,
está avalado por la opinión de la totalidad de presidentes de tribunales de oposiciones
consultados) y si hay varias teorías sobre una cuestión, se expondrán sin entrar en mayores
valoraciones.
Y tener siempre muy clara esta regla: no debemos emitir juicios personales sobre los
enfoques del tema que estamos desarrollando.
La mayor parte del tiempo de la sesión de estudio hay que emplearlo, naturalmente, en el
estudio y sus tareas conexas, teniendo en cuenta dos cuestiones:
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A. Al menos el 40 % del total del tiempo disponible hay que dedicarlo a repetir temas, ya
que ésta es la base de la memorización. Al principio del proceso este porcentaje será menor,
pero conforme avanzamos en la preparación, hay que ir aumentándolo hasta llegar en la fase
final al 80% aproximadamente.
B. Hay que combinar estratégicamente las distintas actividades previstas para no alargar
demasiado alguna de ellas, ya que de no ser así se produce un efecto multiplicador sobre el
cansancio. La última tarea a realizar debe ser la más sencilla puesto que es el momento de
mayor fatiga y menor concentración.
El tiempo es imprescindible para todo (nada se puede alcanzar sin él), insustituible
(ningún otro recurso puede ser utilizado en su lugar), inexorable (fluye y desaparece a un
ritmo fijo e inalterable, no se puede almacenar) e inelástico (no se puede alargar, sólo hay el
que hay). Por todo ello nos vamos a referir a sus más importantes principios , que nos
ayudarán a sacarle mayor rendimiento al mismo:
C: Principios de MURPHY:
Nada es tan sencillo como parece.
Todo lleva más tiempo de lo que se pensaba al principio.
Si algo puede ir mal, irá mal.
D: Principios de ACOSTA:
El tiempo que requiere una tarea resulta tanto mayor cuantas más veces la
interrumpimos y reanudamos. Tras la interrupción no se reanuda el trabajo a continuación de
lo último hecho, sino un tramo antes para retomar la hebra (cuando no se tenga que volver al
principio). Consecuentemente, hay que evitar las interrupciones a toda costa (teléfono,
visitas...).
Realizar una tarea larga supone dificultades muy superiores a las que plantea una corta,
razón por la que hay que crear bloques de actividades troceando la totalidad de la tarea para
hacer raciones discretas que puedan ser abordadas de una vez.
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El valor de una tarea no crece proporcionalmente al tiempo que se le dedica por lo que el
perfeccionismo consume muchísimo tiempo y consecuentemente es poco rentable.
Las técnicas de ayuda al estudio nos proporcionan rentabilidad en nuestro trabajo. Nos
referimos a éstas:
A: La lectura. Leer bien es una de las claves para el estudio de la oposición. Sin entrar en
mayores consideraciones hemos de distinguir entre dos tipos de lectura: la que se hace en la
primera aproximación al tema y la de los repasos.
La primera lectura debe ser detenida, entendiendo bien todas las expresiones, haciendo
las correspondientes consultas al diccionario y libros auxiliares, aclarando todos los conceptos
para memorizarlos después con facilidad. De hecho, los temas elaborados por academias o
cualquier otro centro de estudios, con independencia de la calidad de sus contenidos, suelen
estar a veces mal mecanografiados o redactados. Paralelamente, a la vez que se lee, hay que ir
estructurando y llenando los folios con las anotaciones correspondientes (signos al margen,
subrayados...) porque lo que no se haga ahora difícilmente encontraremos tiempo para hacerlo
después. Es mejor el lápiz que el bolígrafo puesto que se puede borrar y no siempre acertamos
a la primera.
No vocalizar al leer.
No subvocalizar, esto es, no pronunciar mentalmente el sonido de las palabras, pues hay
que captar las ideas dejando de lado la forma.
Fijarse más en la parte superior de las letras puesto que contienen mayor información
visual que la parte inferior.
Es bueno descubrir rápidamente las ideas principales del texto para facilitar la asimilación
y para ello contamos con la ayuda proporcionada por la primera lectura.
Lo que se pretende con este método es doble: a) Que se muevan los engranajes mentales
mientras se subraya, puesto que nos obliga a clasificar la materia de cada tema por su
importancia. Y b) que se pueda repasar después más fácilmente.
C: Los esquemas. Son la forma personalizada de sintetizar con nuestras mismas palabras
un tema o epígrafe. En ellos sólo aparecen enunciadas las ideas básicas dando cabida a frases
personales muy conocidas por el esquematizador y que poseen para él un alto valor
significativo a partir del cual se pueden desarrollar ideas y explicaciones amplias y complejas.
E: Los mapas conceptuales. Son organigramas que también sirven para esquematizar y
resultan especialmente adecuados para interrelacionar diferentes estructuras, conceptos,
epígrafes, ideas... de que consta el tema.
3. LA IMPORTANCIA DE RECORDAR
En oposiciones hay una regla de oro que siempre suele repetirse: no se sabe lo que no se
recuerda, y ello implica aprender de memoria los temas.
Tras varias repeticiones interiores hay que llegar al recitado en voz alta, porque es
entonces cuando el cerebro trabaja más y con mayor rapidez, dando un rendimiento superior a
la memorización; es ahora cuando se agradece el trabajo hecho anteriormente con subrayados
y esquemas.
Las reglas nemotécnicas son los trucos o artimañas que a veces se utilizan para fijar la
memoria no inteligente, es decir, aquella que fija datos, clasificaciones, listados... que no
descansan sobre una relación conceptual. Las reglas más frecuentes son las que ponen
musicalidad o rima a un listado de palabras, las que construyen una frase con las iniciales o
primeras sílabas de una serie de términos, las que buscan la relación interna entre las cifras o
asocian un sonido a un número, y también las que construyen un itinerario por varios lugares
conocidos asociándolos luego con las ideas que se tienen que memorizar.
4. EL REPASO
El repaso, aparte de bloquear las fugas de información, conforme crecen en número elevan
el índice de retención de la misma, razón por la que de su eficacia depende en más de un 70%
el éxito en las oposiciones.
Cada opositor montará su propio plan pero es prudente empezar repasando cada día los
dos últimos temas para ir progresivamente ampliando su número y llegar durante el último
mes a repasar cada día no menos de ocho o diez. Conforme aumentan los repasos crece la
información media retenida de cada tema pudiendo llegar con facilidad en vísperas de la
oposición a alcanzar índices del 90 ó 95%; es entonces cuando los olvidos escasean y se
recogen los frutos del trabajo bien hecho.
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La principal actividad del opositor es siempre privada, la que realiza él sólo estudiando; sin
embargo, puede disponer de importantes ayudas que deberemos tener en cuenta.
El contacto con los otros permite, además, aprender a aceptar las críticas y ser más
cuidadoso en las opiniones, practicándose con frecuencia debates muy similares a los que
puede plantear el tribunal.
Es, en este sentido, aconsejable que tras las exposiciones ante el preparador, los
compañeros planteen también preguntas sobre el tema, ya que de este modo el individuo se
habitúa a otros puntos de vista y descubre o recuerda asuntos que no había previsto. Aquí el
preparador es muy importante puliendo las respuestas para que sean cada vez más precisas,
de calidad y cerradas para que no planteen nuevos interrogantes al tribunal.
Es raro que una compañía de teatro represente con éxito una obra si previamente no ha
ensayado múltiples veces las mismas escenas en circunstancias similares a las del estreno.
Lo mismo ocurre en la oposición. Una buena actuación ante el tribunal requiere muchas
simulaciones reproduciendo artificialmente las condiciones de los exámenes práctico, escrito y
oral, como si en realidad se estuviera frente a los examinadores. La simulación presenta, en
primer lugar, un nexo con el repaso y es la mejor manera de repasar, puesto que se hace
trabajar al cerebro en general y a la memoria en particular a su rendimiento máximo; por ello
esta práctica hay que ejercitarla sobre materias bien estudiadas tratando de acercarse al 100%
del recuerdo, aunque no hay que desanimarse al principio, porque es normal que los primeros
ensayos sean muy flojos y con un índice de memorización de apenas el 40%. Conforme se va
controlando el ejercicio de la memoria hay que vigilar el uso y distribución del tiempo, para
pasar progresivamente a dominar la técnica del correcto reparto de los contenidos del tema y
el arte de la oratoria frente al tribunal (al que nos referimos en otro dossier).
Dos son los lugares donde se realizarán las simulaciones: el centro de preparación y el
domicilio particular:
a) Los ensayos en el centro de estudios son los más rentables. Un centro de preparación
que se precie dedicará buena parte de su actividad a las prácticas de simulación, que serán más
frecuentes (tanto exposiciones orales como pruebas escritas) cuanto más próxima se
encuentre la fecha de inicio de la oposición. Las ventajas de los ensayos en el Centro son claras:
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1) Se realizan en grupo y frente a una persona que nos juzga reproduciendo así
circunstancias ambientales similares, casi idénticas, a las de la oposición, proporcionando la
incómoda sensación de nerviosismo a la que tan necesario es acostumbrarse.
2) El preparador no sólo juzga, sino que guía y aconseja las mejores técnicas (que en teoría
conoce bien). En particular las intervenciones orales ayudan muchísimo porque suele haber
numerosos defectos de dicción y estilo que corregir.
3) Una vez que sean públicos los nombres de los miembros que integran el tribunal que
juzgará nuestra oposición, con frecuencia los preparadores pueden dar instrucciones
específicas a los opositores sobre las preferencias y modo de actuar de aquellos porque no es
raro que los conozcan o que anteriormente hayan sido también alumnos de EPO o, incluso, que
anteriormente hayan coincidido como miembros de otro tribunal.
Respecto a las simulaciones orales, si contamos en casa con persona cualificada para que
nos escuche el "rollo", es una ventaja. Pero frecuentemente no es así, razón por la que hemos
de ayudarnos de elementos auxiliares. El más importante es el magnetófono o grabador (hoy
todos los teléfonos móviles tienen esta función). Con él se tiene la sensación de que alguien nos
oye y por añadidura podremos ser nuestros propios jueces tanto en aspectos de forma
(pronunciación, final de palabras, habla entrecortada o temblorosa, organización de las
distintas partes del discurso, claridad del mensaje, conexión lógica entre los epígrafes,
fórmulas para atraer la atención del tribunal, capacidad de seducción del espectador...) como
de fondo (rigor científico, solidez de la de la programación o unidad didáctica, citas
bibliográficas...). Durante los últimos cuatro meses de preparación no debe pasar algún día sin
haber hecho al menos una simulación de la redacción de un tema, o bien la resolución de casos
prácticos, o bien una grabación.
En estas simulaciones hay que poner mucha atención en la distribución del tiempo. En el
ejercicio oral, de todo el que el opositor dispone para su exposición dejará sin consumir
alrededor de cinco minutos por cortesía hacia el tribunal para que sus miembros, antes de la
exposición del siguiente opositor, puedan tomarse un descanso, estirar las piernas o hacer los
pertinentes comentarios entre ellos. La experiencia de quienes han juzgado en tribunales nos
dice que se agradece mucho estos minutos y que la predisposición hacia el opositor, casi
inconscientemente, mejora.