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Luna
Jacob, el niño tonto, solía subirse a la azotea y espia r la vida de los
vecinos.
Esa noche de verano el farmacéutico y su señora estaban en el patio,
bebiendo un refresco y comiendo una torta, cuando oyeron que el
niño andaba por la azotea.
-¡Chist! -cuchicheó el farmacéutico a su mujer-. Ahí está otra vez el
tonto. No mires. Debe estar espiándonos. Le voy a dar una lección.
Sígueme la conversación, como si nada... Entonces, alzando la voz,
dijo:
-Esta torta está sabrosísima. Tendrás que guardarla cuando
entremos, no sea que alguien se la robe.
-¡Cómo se la van a robar! La puerta de la calle está cerrada con llave. Las ventanas,
con persianas apestilladas.
-Y... alguien podría bajar desde la azotea.
-Imposible. No hay escaleras; las paredes del patio son lisas...
-Bueno, te diré un secreto: En noches como esta bastaría que una persona dijera
tres veces "tarasá" para que, arrojándose de cabeza, se deslizase por la luz y
llegase sano y salvo aquí, agarrase la torta y escalando los rayos de la luna se se
fuese tan contento. Pero vámonos, que ya es tarde y hay que dormir.
Se entraron dejando la torta sobre la mesa y se asomaron por una persiana del
dormitorio para ver qué hacía el tonto. Lo que vieron fue que el tonto, después de
repetir tres veces "tarasá", se arrojó de cabeza al patio, se deslizó como un suave
tobogán de oro, agarró la torta, y con la alegría de un salmón remontó aire arriba y
desapareció entre las chimeneas de la azotea.
Pablito el bajito
Había en un pueblo un niño que era muy bajito y estaba muy
acomplejado por su pequeña estatura. Además los amigos siempre se
lo hacían saber, lo pequeño que era. Un día él y varios amigos (de los
que siempre se metían con su estatura) se fueron al campo. De golpe
aparecieron unas nubes negras y se empezó a oscurecer el día. Una
fuerte tormenta les pillo y para resguardarse de la lluvia, buscaron
cobijo, ya que estaban a varios kilómetros del pueblo. Después de un
buen rato buscando, encontraron una cueva y se metieron en ella. La
cueva era muy bajita y todos tenían que ir agachados, menos Pablito
que era como se llamaba el niño bajito. De golpe se sintió un ruido en
el fondo de la cueva y todos se asustaron, menos Pablito, que aunque
era más bajito, era el más valiente de todos. La lluvia era muy fuerte y relámpagos
y truenos no paraban. El ruido se iba acercando y todos en la puerta de la cueva
temblando, sin saber qué hacer. Pablito cogió un palo y se adentró en busca del
ruido. Minutos más tarde se presentó con un pequeño cordero en la mano. Los
amigos le dieron un abrazo y desde entonces, para ellos dejo de ser bajito. La
grandeza de las personas, no se mide en centímetros.
El Pirata malvado
Había una vez un barco con un pirata malvado y su tripulación. Una
isla con un mapa escondido y un enorme cofre lleno de riqueza
enterrado. Y el pirata más malvado que los demás quería el mapa y
luego el cofre con su llave.
Un día los piratas fueron a buscar comida a la isla y cortaron una
palmera llena de cocos y de repente cayó el mapa.
Luego fueron al barco y le dijeron al capitán cruel y malvado: ha caído el mapa y
responde el capitán: ¿cómo que ha caído? responden: de una palmera, y luego el
capitán dice: da igual, ja ja ja ja es nuestro.
Fueron a la isla y desenterraron el cofre y fueron los piratas más ricos del mundo
pirata. Fin.
La Princesa Lucia
Había una vez una princesa que se llamaba Lucia, vivía en un
palacio con un príncipe que se llamaba Romeo, cuando la princesa
fue al jardín se encontró al príncipe con una rosa para ella se la dio
y dijo paseemos, los dos se agarraron de la mano y pasearon por el
jardín y el príncipe se puso de rodillas y le dijo te quieres casar
conmigo la princesa dijo que si y se casaron en una iglesia. Llego su
abuela y todos los invitados vinieron al banquete comieron una tarta
y la abuela le regalo un vestido de color rosa. Vivieron muy felices y
comieron felices fines.
Fabula el Jilguero Tímido
Había una vez un Jilguero que no quería cantar. Todas las demás aves se
preguntaban por qué no quería cantar, y él siempre les respondía: "Jamás
cantaré para ser objeto de burla."
Moraleja: Se tu mismo. Cumple con el propósito para el que Dios te diseñó, sin importar si
esto agrada a los demás o no.
Pastor mentiroso
EL ÁGUILA Y LA FLECHA
Un día, estaba sentada un águila en el pico de una montaña
esperando cualquier presa que pasara por ahi, pero, lo vio un
cazador y lanzándole una flecha la hirió.
El señor Lirón, muy amargado y casi sin querer hacerlo, le dio el kilo
de harina y le enfatizó mucho en que le debían un favor. Mas tarde,
ese mismo día, regresó el topito a la casa se su vecino, pero está vez
pidiendo medio kilo de azúcar. El Lirón, bastante indignado, con rabia y a propósito le
entregó al topito medio kilo de sal sin decírselo.
Unas horas mas tarde, llegó toda la familia Topo a la casa del vecino. Cuando el señor Lirón
abrió, vio a toda la familia con un enorme pudin diciendo:
- ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS SEÑOR LIRÓN!!, le hemos traído este pudin para celebrar.
El señor Lirón estaba muy avergonzado por lo que había hecho, así que les dio las gracias, y
aún sabiendo que estaba hecho con sal por su culpa, se lo comió sin decir una sola palabra.
Moraleja: El que envidia lo de los demás, pierde lo que tiene con justicia.
Refranes
La memoria es como el mal amigo; cuando más falta te
hace, te falla.
Más vale feo y bueno que guapo y perverso.
Nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo que no hiciste ayer.
Leyendas
El Cadejo:
Cuenta la leyenda que hay dos tipos de
cadejos uno bueno el blanco, y uno malo
el negro, estos tienen forma de un perro,
que salen en las noches.
LA LLORONA:
Continúa la leyenda afirmando que desde el momento en que la mujer perdió su vida y la de
sus hijos, a partir de la medianoche, su alma deambula por las calles de Guatemala llorando
y gritando ¡Aaaay mis hijos! Existen quienes afirman haberla visto cerca de cualquier lugar
en donde haya agua.
LA SIGUANABA:
En otra versión de la leyenda se dice que la Siguanaba aparece en lugares cercanos al agua,
ya que se suele bañar al mismo tiempo que peina su cabello con un peine de oro, los hombres
que la observan en esta situación quedan embrujados por la hermosa mujer, y es entonces
cuando ella los atrae, en el momento en que ya se los ha ganado muestra su rostro el cual
tiene apariencia de caballo, con los ojos rojos y la piel arrugada, sus uñas crecen al momento
en que desata una risa aterradora.
LA TATUANA:
Según las leyendas de Guatemala, la historia de La Tatuana cuenta acerca de una mujer
acusada de brujería, motivo por el que fue encarcelada y sometida a las leyes de la santa
inquisición. Se dice que por tal acusación, la mujer se volvió loca e hizo un pacto con el
diablo, quien la liberó de la cárcel y la condenó
a vagar eternamente sobre un barco en los días
de lluvia.
Se acusó a la mujer de brujería y de hacer hechizos para atraer a los hombres, además de
codicia y de no seguir los preceptos de la Iglesia. Todos esos motivos dieron paso a que La
Tatuana fuera juzgada por el tribunal de la Santa Inquisición y fue condenada a muerte.
La mujer se rehusó a confesar sus pecados antes de morir y según cuentan, la noche anterior
a su ejecución pidió como última favor que le brindaran un trozo de carbón, unas velas y unas
rosas blancas.
Con los implementos que pidió realizó en su celda un altar en el que hizo un hechizo, con el
trozo de carbón pintó en la pared un gran barco mientras recitaba conjuros, por lo que se
apareció frente a ella el demonio, quien la sacó de la celda en el barco que había pintado en
la pared.
En el libro Leyendas de Guatemala de Miguel Ángel Asturias se relata que La Tatuana fue
una esclava cuyo amo poseía conocimientos de magia negra e instruyó como su alumna a la
misma, con el tiempo le tomó aprecio y la dejó en libertad, tatuándole con la uña un barco en
el brazo, con el propósito de que a través de ese símbolo, ella pudiera escapar de cualquier
peligro.
Mario no pudo negarse y tomo el cirio que llevaba el cucurucho, Mario al siguiente día
empezo a enfermar, lo peor de todo era que, los doctores no encontraban del porque estaba
enfermo Mario, este habia guardado el cirio que le diera el espectro en un baúl, cuando
volvieron a pasar los cucuruchos, Mario salio con el cirio en la mano listo para entregarselo
a su dueño, pero oh sorpresa, el cirio ya no erea esto, sino era un femur, el espectro al ver el
hueso le dijo: Yo te he dado un cirio y tu me quieres entregar un femur. De castigo tendras
que acompañarme, dicho y echo, Mario fue tomado de los brazos que por la enfermedad ya
estaban bastante flacos, le pusieron un cucurucho, le dieron un cirio encendido y paso a
formar parte de la larga fila de los penitentes de la Recolección, esto me lo conto mi abuilito
Julio, dice que sucedio hace muchos años alla por los viejos barrios de la capital.