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Asi ́ avanza mi paiś para superar las distintas desigualdades en la sociedad.

A raíz de diversas sentencias condenatorias en contra del Estado Mexicano por parte de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, se dio un cambio radical en el pensamiento del constituyente
mexicano. Esto se vio reflejado en el año 2011, momento en el cual surgió una de las reformas más
trascendentales –sino es que la más importante–: la reforma en materia de derechos humanos.
Esta reforma vino a cambiar el paradigma constitucional en su totalidad por muchísimos factores.
Primero, está claro que el cambio en la redacción vino a ampliar demasiado el espectro protector; dejaron
de ser “garantías individuales” para llamarse –acertadamente– “derechos humanos”. También, cambió la
antigua creencia de que el Estado era el que podía brindar los derechos; ahora, acertadamente dice en su
redacción que el “Estado reconoce”, con lo que únicamente se vuelve un actor que sabe que esos
derechos son inherentes a todos los gobernados e, incluso, se compromete a protegerlos mediante las
garantías que implemente.
Otro aspecto sumamente relevante es que el bloque de constitucionalidad y –obviamente– el núcleo duro
de derechos humanos, ya que los derechos que tienen las personas dentro del territorio mexicano no
solamente son aquellos que reconoce la propia Constitución, sino también todos aquellos derechos que
estén en algún tratado internacional del que el Estado mexicano sea parte y que haya sido ratificado por
el Senado. Esto, sin duda alguna, implica que uno es sujeto de protección de un sinfín de catálogo de
derechos humanos.
Es de detallarse que nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación, recientemente, ha resuelto diversos
asuntos en los que ha tratado de ver esta problemática de la desigualdad.
Tenemos el caso del amparo en revisión número 619/2017, en el que a una mujer le negaron un
tratamiento de fertilidad por el hecho de que tuviera 36 años y la norma legal establecía como límite la
edad de 35 años, sin establecer algún otro requisito o motivo por el cual dicha edad era la idónea para tal
efecto. Por tal motivo, el Máximo Tribunal indicó que tal medida era discriminatoria y vulneraba el
principio de igualdad, pues no cumplía con los parámetros constitucionales y convencionales
correspondientes.
En otro asunto, la Corte indicó que el embarazo de las mujeres no puede ser causa para un despido
injustificado; así, cuando el motivo del despido fue el estado de gravidez, la obligación de probar la causa
del despido debe ser del patrón, por ser una medida desigual y discriminatoria.

Osmar Iván Esparza Piñón


Morelia, Michoacán, México, a 4 de septiembre de 2018.

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