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La obra abstracta

El trabajo intelectual de Nono hace foco en esta tensión: suspende la narración, pero no suspende la
creencia.

por Damián Tabarovsky

default FOTO: CEDOC

MÁS NOTICIAS DE Para muchos Bruno Ganz, recientemente muerto, fue uno de los
COLUMNISTAS más grandes actores contemporáneos. Es probable que así sea.
Macri-Pichetto: la Pero para mí será siempre el gran recitador del Canto Sospeso,
historia oculta
detrás del acuerdo de Luigi Nono, en la versión dirigida por Claudio Abbado y la
Filarmónica de Berlín (lo tengo en una actuación en vivo en un
Macri-Pichetto: la
trama secreta viejo CD de Sony, que también incluye una versión de los
Kindertotenlieder de Mahler, a cargo de la mezzo-soprano
Decisiones
simuladas Marjana Lipovsek, que ni se le acerca a la interpretación de
Christa Ludwing, dirigida por Otto Klemperer, tildada de
Macri movió a
Pichetto: ¿Y si mahlereanamente ortodoxa –como si eso fuese un pecado– y
Cristina responde que es extraordinaria). Alguna vez asistí a una representación
bajándose?
del Canto Sospeso, por supuesto con otro relator, que
igualmente me resultó inolvidable. No obstante, todo el tiempo
extrañé la voz de Ganz.
Compuesta por Nono en 1955, Il Canto Sospeso, es decir, La canción suspendida
(también podría ser traducida como La canción flotante o incluso más radicalmente
como La canción interrumpida) expresa uno de los momentos de máxima tensión entre
vanguardia estética y política en el siglo XX. Escrita después de las vanguardias
históricas, después del nazismo, pero en pleno estalinismo, con un Partido Comunista
Italiano que, lector de Gramsci, pensaba en un giro hacia el Eurocomunismo, allí Nono
selecciona textos a partir de las Lettere di Condannati a Morte della Resistenza Europea,
libro que compila cartas de despedida escritas por capturados combatientes de la
resistencia europea a sus seres queridos poco antes de ser ejecutados por los nazis.
Aunque el título de la obra fue tomado de la edición italiana del poema “Si morimos”, de
Ethel Rosenberg quien, junto con su marido Julius, fue condenada en Estados Unidos
por espionaje y por entregar secretos nucleares a la Unión Soviética, ejecutada a muerte
en 1953. La frase en el original inglés es The Song Unsung, o sea La canción no cantada,
que bien podría ser otra traducción aceptable para la pieza de Nono. Sobre ese telón de
fondo histórico-político compone una de las obras cumbres del serialismo integral. Obra
que radicaliza como nunca antes la tensión entre una acelerada fragmentación de la
melodía, la búsqueda de una estructura cada vez más abstracta, la ilusión de la
eliminación definitiva de cualquier resto idealista o espiritual, pero que a la vez
introduce una fuerte carga material en los textos, llenos de pathos, de dolor y tragedia.
Nono abre la puerta a una experiencia que imbrica abstracción y recogimiento, que bien
podría leerse, de un modo muy general –casi como interpretación libre de mi parte– en
el mismo horizonte de preocupaciones filosóficas que las obras plásticas de Mark
Rothko, o que, décadas después, los textos sobre lo sublime abstracto de Jean-François
Lyotard a partir de Barnett Newman. El trabajo intelectual de Nono y esas otras
ramificaciones hacen foco en esta otra tensión: al mismo tiempo que el serialismo (es
decir, la abstracción) suspende o interrumpe (lo que no vendría a ser lo mismo) la
narración (la trama, la peripecia, el entusiasmo, la linealidad), no suspende en cambio la
creencia. El texto musical (pero también la plástica como texto y desde ya la literatura de
vanguardia) da a creer. Pero da a creer de manera abstracta, ya sin los agregados
ornamentales de la narración.

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