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(Mateo 10:40-42)
Fundamento Bíblico:
Mateo 10:40-42 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al
que me envió. [41] El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de
profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo
recibirá. [42] Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
- Las preguntas que surgen naturalmente al leer esta porción de la Palabra de Dios son:
- La Palabra de Dios expuesta en esta mañana responderá estas inquietudes que Ella misma
nos plantea.
Repito:
¿A cuáles individuos hay que recibir?
¿Cómo debemos recibirles?
¿Cuál es la recompensa por recibirlos?
- Con estas preguntas en mente, que son las que plantean estos versículos, no se nos puede
olvidar, y mal haríamos si no lo recordamos, que estos versículos no solamente hacen
parte del discurso de Jesús a sus apóstoles, a los Doce, sino que cierran el discurso, lo
concluyen, son el clímax.
Por lo tanto, para captar la importancia de estos versículos necesitamos ver la progresión de
pensamiento de Mateo, que escribe inspirado por Dios.
Y por progresión de pensamiento me refiero a la manera en la que ha venido escribiendo, lo que
nos ha venido contando.
Llevándonos de menor a mayor para mostrarnos la importancia de cada uno de los bloques en
que divide su evangelio.
Y finalizando con el clímax o la cumbre de su relato, la meta a la que quiere llegar al contarnos lo
que nos cuenta.
Observemos que así es…
- El Sermón del Monte tiene una progresión de pensamiento clara y definida.
No puedo hacer un resumen de ella porque necesitamos el tiempo para exponer los versículos
de hoy.
Pero, allí está.
Una vez Mateo concluye el Sermón de la Monte, pasa a otra sección dentro de su evangelio.
Y miren lo interesante y cómo conecta con lo que va a ser el segundo discurso.
Y ojo, esto no es un resumen de lo que he venido exponiendo.
Ya se van a dar cuenta del punto que quiero resaltar.
- En los capítulos 8 y 9 vemos a Jesús en primer lugar teniendo autoridad absoluta sobre el
mundo natural; luego, teniendo autoridad absoluta sobre el mundo espiritual y, finalmente,
absoluta autoridad sobre la muerte y plena autoridad para perdonar pecados.
Aquel que habla con la autoridad de Dios y actúa con la autoridad de Dios porque es Dios,
¿Qué hace en el capítulo 10?
Pensemos en cómo inicia y cómo termina este segundo discurso.
El capítulo 10 comienza diciéndonos que Jesús llama a sus Doce discípulos y les da autoridad y
un mensaje a predicar.
Ellos no se predicaban o se anunciaban a sí mismos, sino que anunciaban al Rey que había
llegado.
¿Y cómo termina el capítulo 10?
Termina con las palabras que leímos al inicio:
El que los recibe a ellos, recibe a el que los envió, Osea a Jesús, y el que recibe a Jesús,
recibe a Dios Padre que envió a su Hijo.
Eso es lo que dice el versículo 40.
Leamos:
Mateo 10:40 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que
me envió.
- Parafraseemos a Mateo:
“Les he mostrado que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios, el Dios hecho hombre. Y este Jesús con su
autoridad absoluta ha enviado a estos hombres que Él mismo escogió y a los cuales llamó apóstoles. Por
lo tanto, recibir a los apóstoles, es recibir a Jesús y recibir a Jesús es recibir a Dios”.
El punto cumbre de Mateo en este segundo discurso es presentarnos a unos hombres que Jesús
con su singular y absoluta autoridad dota, para que el lector se percate que no es algo liviano el
recibir o rechazar a los apóstoles de Cristo.
Sino que rechazarlos o recibirlos a ellos es rechazar o recibir a Dios mismo.
Y una tercera:
¿No es esto darles un lugar muy elevado a ellos?
- No está de más decir que cuando alguien al día de hoy se hace llamar apóstol está
usurpando un lugar que solo los 12 apóstoles y Pablo tuvieron.
Asunto muy delicado que debería hacer temblar a aquellos que se llaman apóstoles hoy día.
Mateo 10:40-41 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al
que me envió. [41] El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta
recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá.
- Sin lugar a dudas la expresión dominante es recibir.
Bien. Ciertamente dejomai es recibir, pero es recibir en el sentido de dar la bienvenida a alguien.
Es decir, recibir gustosamente a alguien.
Dejomai es mucho más que simplemente recibir.
Fijémonos en esto.
Aquí Mateo utiliza la expresión dejomai, que significa recibir en relación con los individuos.
Voy a leerles el texto con la expresión griega para que me entiendan.
“El que a vosotros dejomai, a mí me dejomai; y el que me dejomai a mí, dejomai al que me
envió. [41] El que dejomai a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta
recibirá; y el que dejomai a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá”.
Mientras que las otras dos expresiones para recibir que utiliza para recibir las recompensas es
la expresión griega lambano.
- ¿Por qué entonces no utilizó Mateo la misma palabra griega para referirse a recibir tanto a
los apóstoles, como a Jesús, como a Dios, como a los profetas y como a los justos, así
como para referirse a recibir las recompensas?
Porque si bien lambano es recibir y dejomai también, el recibir de dejomai no es solo recibir
algo, en el sentido de aceptar algo.
Dejomai es recibir mediante una recepción deliberada y bien dispuesta de aquello que es
ofrecido.
Una cosa es recibir, otra cosa es recibir deliberadamente y con un ánimo dispuesto de aquello
que nos es ofrecido.
En otras palabras, el recibir de dejomai cuando dice la definición: deliberadamente, está
resaltando el intelecto.
Es algo pensado, analizado y por lo tanto se procede a recibirlo voluntariamente.
Deliberadamente implica intelecto y voluntad.
Y cuando la definición nos dice: ánimo dispuesto, implica el afecto.
Así que, el recibir a los apóstoles es un recibir que implica el ser completo: mente, voluntad
y afectos.
- De esta manera espero haber dado claridad respecto a la naturaleza de este recibir.
Sin embargo, hace falta algo. Hace falta saber qué significa recibir a los apóstoles.
No en cuanto al significado de la palabra recibir, sino en cuanto a lo que recibimos de ellos.
Me explico.
- ¿Cómo alguien del siglo primero al recibir a un apóstol, por el hecho de ser apóstol, estaba
también recibiendo al Señor Jesús?
¿?????????
- ¿Cómo alguien al día de hoy puede recibir a un apóstol y así recibir a Jesús, si ya los
apóstoles murieron en el primer siglo?
¿?????????
Mateo 10:14 Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa
o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
- El recibirlos tiene que ver con el mensaje que ellos llevaban. Con sus palabras.
Las palabras de los apóstoles, el mensaje apostólico es el mensaje que tenemos en el Nuevo
Testamento por medio de las palabras de ellos.
Estas palabras tienen la autoridad divina porque Jesús los comisionó y autorizó para dicha labor.
De tal manera que cada palabra escrita por ellos que quedó registrada en la Escritura es inspirada
por Dios.
Recibirlos a ellos es recibir a Jesús porque la Escritura trata principalmente de la persona y la
obra de nuestro Señor Jesucristo.
Recibir a los apóstoles es recibir sus palabras.
El mensaje que ellos predicaron fue a Cristo y a este crucificado.
Ellos anunciaron que el Rey había llegado y lo habían asesinado porque ese era el plan eterno
de Dios para redimir a los pecadores.
Y ellos, como embajadores de Cristo rogaban, como si Dios rogara por medio de ellos:
- El mensaje apostólico, el evangelio de salvación, se recibe con todo el ser, no con una
parte de él.
¿Y sabes por qué el evangelio se recibe con todo el ser y no solo con una parte de él?
R/ Porque es Dios quien mediante su Santo Espíritu obrando mediante el evangelio nos da un
nuevo corazón, para que recibamos el mensaje apostólico, al Señor Jesucristo, con todo nuestro
ser y no solo con el intelecto, no solo como un acto de la voluntad, no solo con los afectos; sino
con todos ellos.
Marcos 10:15 De cierto os digo, que el que no reciba (dejomai) el reino de Dios como un niño, no entrará en
él.
2 Tesalonicenses 2:10 Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron
(dejomai) el amor de la verdad para ser salvos
- A partir del versículo 41 la otra palabra que comienza a ganar relevancia en este cierre del
discurso de Jesús a sus apóstoles es la expresión: RECOMPENSA.
Antes de entrar a estudiarla no sé si ustedes se percataron que aquí en la última parte se enfoca
en el recibir y en la recompensa por recibir el mensaje apostólico, el evangelio.
Pero no nos dice nada respecto al no recibir o rechazar el mensaje apostólico.
Sin embargo, no es que Mateo lo haya olvidado, sino que ya lo trató.
- Solo para recordarlo y ver que sí lo trató leamos desde el versículo 11 hasta el 15:
Mateo 10:11-15 Más en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea
digno, y posad allí hasta que salgáis. [12] Y al entrar en la casa, saludadla. [13] Y si la casa
fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; más si no fuere digna, vuestra paz se volverá a
vosotros. [14] Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa
o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. [15] De cierto os digo que en el día del juicio,
será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella
ciudad.
Mateo 10:41-42 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta
recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo
recibirá. [42] Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Más aun…
+ ¿A qué profetas se refiere?
+ ¿De qué justos nos está hablando?
+ ¿Quiénes son los pequeñitos?
- Cuando Mateo se refiere a los profetas y a los justos, se está refiriendo a los profetas del
Antiguo Testamento y a los justos del Antiguo Testamento.
Mateo 13:16-17 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque
oyen. [17] Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que
veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Cuando el Señor Jesucristo increpa a los fariseos por ser hijos de aquellos que mataron a los
profetas, vuelve a mencionar a un justo del Antiguo Testamento con un profeta del Antiguo
Testamento.
Mateo 23:35 Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado
sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de
Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
Este texto es muy interesante porque aquí el Señor menciona toda la sangre justa que se ha
derramado, y esta sangre justa es la sangre tanto de los profetas del Antiguo Testamento como
la de los justos del Antiguo Testamento, incluyendo entre los justos a los profetas.
Los profetas eran hombres justos delante de Dios, pero no todos lo que eran justos delante de
Dios eran profetas.
Abel no era profeta, pero era un hombre justo.
Zacarías era profeta y era un hombre justo.
Estos hombres eran justos delante de Dios no porque fueran perfectos, sino que eran hombres
que habían confiado en la promesa.
Habían depositado su fe en el Mesías que vendría.
Y por fe en el evangelio, Dios les justificó.
Los declaró justos delante de sus ojos.
Génesis 3:15 “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en
la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”
Cuando sus padres le predicaron el evangelio, le dijeron que Dios había prometido una simiente
que derrotaría a la serpiente, Abel lo creyó, lo recibió y Dios le declaró justo.
Hebreos 11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio
de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella
- Pero a lo que voy, y lo que es de nuestro interés para dar luz sobre nuestro texto de estudio
es que los profetas y los justos a los que aquí se refiere Mateo es a los del Antiguo
Testamento.
“Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde
la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis
entre el templo y el altar”.
Aquí el Señor se refiere a todos los justos, todos los creyentes genuinos del Antiguo Testamento
porque si bien este Zacarías no es ni el profeta que escribe Zacarías, ni tampoco es el último
mártir cronológicamente hablando del Antiguo Testamento, el Señor los incluye a todos porque
este Zacarías que encontramos aquí se cita al final del Segundo libro de Crónicas, y Crónicas en
la Biblia hebrea, la Biblia que tenía nuestro Señor, está ubicado como el último libro que cierra el
canon del Antiguo Pacto.
- Así que, ¿de qué profetas y justos nos está hablando Mateo?
- ¿Cuál fue la recompensa que recibieron todos los profetas y los justos y aquellos que
recibieron a los profetas y los justos?
La vida eterna.
Los profetas anunciaban a Cristo, los justos anunciaban a Cristo.
La recompensa era la vida eterna por gracia por medio de la fe en el Mesías prometido.
Mateo 10:42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
- Pasa el Señor de hablar de los profetas y justos del Antiguo Testamento para señalar a
unos que llama pequeñitos.
El vaso de agua que estos pequeñitos reciben, ¿lo reciben por qué?
A ellos no se les da el vaso de agua como una muestra de conmiseración.
- Ejemplo:
- La razón por la cual se da el vaso de agua fría (es decir, se presta la ayuda más
insignificante), es porque se tiene un vínculo de unión con dicho pequeñito.
“Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por
cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.
- Ese acto de dar un vaso de agua fría a un pequeñito en tanto que es discípulo es una
muestra de una relación salvadora entre el que recibe el vaso de agua y el que lo da.
Mateo 25:31-46 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles
con él, entonces se sentará en su trono de gloria, [32] y serán reunidas delante de él todas
las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los
cabritos. [33] Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su
izquierda. [34] Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. [35] Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
recogisteis; [36] estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel,
y vinisteis a mí. [37] Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? [38] ¿Y cuándo te
vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? [39] ¿O cuándo te vimos
enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? [40] Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os
digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis. [41] Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. [42] Porque tuve hambre, y no me
disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; [43] fui forastero, y no me
recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me
visitasteis. [44] Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te
servimos? [45] Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo
hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. [46] E irán éstos al
castigo eterno, y los justos a la vida eterna.