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INTRODUCCIÓN

A LA
ORACIÓN MODELO
(Mateo 6:5-8)

Mateo 6:5-8 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman
el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos
de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. (6) Mas tú,
cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (7) Y
orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por
su palabrería serán oídos. (8) No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque
vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le
pidáis.

- Al iniciar hoy nuestro estudio sobre la oración modelo, o la oración que


también se le ha conocido como el Padre Nuestro, es necesario recordar el
contexto donde ella tiene lugar y no desligarlo de él.

- Específicamente, se da en el lugar en el que el Señor está enseñando la


diferencia entre aquellos que pertenecen al Reino de Dios y los que no
pertenecen a él.

- Y les está advirtiendo a sus discípulos para que la práctica de sus ejercicios
piadosos no sea como la de aquellos que no pertenecen a la ciudadanía
celestial.

- Si se dan cuenta, y es muy importante tenerlo presente mientras avancemos


en nuestro estudio, es que se pueden realizar ejercicios piadosos con
una actitud no piadosa y por personas impías que aparentan ser
espirituales.

- Como dijimos el domingo anterior, el mensaje de nuestro Señor era una


advertencia para que nos guardáramos de una actitud semejante. Que
tuviéramos cuidado de convertirnos en personas que hicieran las cosas por
el solo hecho de ser vistos por los demás.

- El Señor tocó los temas de la limosna, la oración y el ayuno porque eran los
pilares donde se fundamentaban el resto de prácticas piadosas de los judíos.
- Sin embargo, de estas tres, la única a la cual el Señor va a dedicar tiempo y
espacio es a la segunda de ellas: la oración.

 En las tres encontramos el llamado a no hacerlo como los hipócritas y a


hacerlo con la actitud correcta,
 Pero es solo en la oración que Jesús va a dedicar tiempo para enseñarnos
cómo hacerlo.
 Y este hecho, por sí solo, es muy diciente respecto a la importancia y
relevancia de la oración por encima de otras prácticas religiosas.
 Quizá no exista una práctica tan vital para el pueblo de Dios como la
oración, pero al mismo tiempo tan descuidada por ellos.

- Nuestra falta de oración, por lo regular, no exclusivamente, pero por lo


regular, se ve afectada por dos males:
1) Negligencia e
2) Ignorancia.

- Y, como pretendo demostrar, estas dos se dan la mano: la ignorancia ayuda


a la negligencia y al mismo tiempo la negligencia ayuda a la ignorancia. La
una se alimenta de la otra.

- El cristiano sabe que necesita orar, y siente la urgencia y la necesidad de la


misma, pero la negligencia y la ignorancia se levantan como dos grandes
obstáculos, poniendo tropiezo a un medio de gracia vital como la oración.

- Sin embargo, y en esto es mejor ser honesto, no vaya a ser que en lugar de
servir de consuelo y ayuda se encuentre uno como pastor y maestro dando
falsas esperanzas al pueblo de Dios, es mejor advertir que la negligencia e
ignorancia no son los únicos obstáculos, porque una vez superados
estos, el cristiano encontrará lucha y resistencia en la oración.

- Pero si vamos a construir una vida de oración, que no es otra cosa sino una
vida de comunión con nuestro Señor, hemos de ir paso a paso, limpiando el
terreno, quitando los escombros que obstaculizan el cavado profundo,
colocando los cimientos firmes y edificar según nuestro Salvador nos enseñó
en su Palabra.

- Es por eso que si bien la negligencia y la ignorancia son obstáculos a superar


en nuestra lucha por una vida de oración, y los antídotos a aplicar son el
conocimiento y la acción, tenemos que ir a la raíz que produce los frutos
de la negligencia e ignorancia.

- Esta raíz no es otra si no la falta de fe, la falta de confianza. La incredulidad.


- Es la incredulidad lo que da lugar a la negligencia y la ignorancia, por lo tanto,
hemos de tratar con ella en primer lugar.

- En nuestro texto de estudio de hoy, el Señor Jesucristo pone dos ejemplos


de dos personajes diferentes. Los hipócritas y los gentiles.

 Los hipócritas son los fariseos que hacen parte del pueblo judío.
 Los gentiles son todos aquellos que no hacen parte del pueblo judío.
 En pocas palabras, es una descripción de dos tipos de personas que
componen toda la humanidad.

- A los judíos Dios les había confiado las Escrituras, eso es lo que nos dice el
apóstol Pablo en su carta a los Romanos:

Romanos 3:1-2 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué aprovecha la


circuncisión? (2) Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido
confiada la palabra de Dios.

- Los judíos fueron, por la gracia de Dios, los receptores directos de la


revelación de Dios, primero con Moisés y luego con los profetas.
 Pero, ¿cuál fue su problema?
 Que la gran mayoría de este pueblo no tuvieron fe en lo que Dios les dijo.
 Y cuando la fe falta en el hombre, la hipocresía vestida de religión,
llámese como se llame, es el sustituto perfecto.

- Hablando de aquellos que recibieron la revelación de Dios, el escritor a los


Hebreos les dice:

Hebreos 4:2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a
ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que
la oyeron.

- El pueblo de Israel junto con sus maestros los fariseos no eran ignorantes de
las Escrituras, la conocían.
 Pero su problema era que no confiaban en aquello que intelectualmente
sabían que era la verdad.
 Conocían la verdad pero no confiaban en ella.
 Su problema no era la ignorancia, era la incredulidad en lo que conocían.

Juan 5:37-40 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis
oído su voz, ni habéis visto su aspecto, (38) ni tenéis su palabra morando en vosotros;
porque a quien él envió, vosotros no creéis. (39) Escudriñad las Escrituras; porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan
testimonio de mí; (40) y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
 A diferencia de los gentiles los judíos no eran ignorantes; creían, sí, pero
no confiaban,
 Porque la fe no es un asunto de asentimiento a un conjunto de verdades,
que sin lugar a duda cuando hay verdadera fe hay asentimiento a la
verdad,
 Pero la fe es mucho más, implica confianza absoluta en la verdad,

Y de la confianza carecían.

Santiago 2:19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y
tiemblan.

- Los demonios saben que Dios es uno, pero no confían en ese Dios que saben
que existe.

- Los hombres, en este caso los judíos, al no tener verdadera fe, o confianza,
el resultado era que para ellos resultaba muy fácil ostentar su religión delante
de los hombres, pero la carencia de confianza o fe les impedía que fueran
diligentes en estar en un lugar solitario gozando de la compañía de aquel a
quien llamaba Padre.

- Al carecer de una verdadera relación con Dios mediante la fe, el resultado


era negligencia en ir al aposento. Porque carecían de la certeza de que Dios
estaba en ese aposento solo con ellos.

Hebreos 11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

 ¿No sucede así con muchos de nosotros?


 Creemos en Dios, por supuesto, pero el aposento está empolvado.
 Nos congregamos y cantamos y oramos, eso nos queda fácil al lado de
nuestros hermanos, pero
 ¿Cuándo fue la última vez que nos encerramos en la soledad de una
habitación a buscar y a pasar un tiempo de comunión con Dios?
 ¿No evidencia eso falta de fe, aquella fe que decimos tener, pero que
parece paralítica?

No seas como los hipócritas, dice hoy el Señor a su amada Iglesia, Mas
tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre
que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará.

 Quizá lleguemos hasta la puerta, pero lo único que vemos en la habitación


es una cama y un nochero, y la luz que entra por la ventana, pero no
vemos nada más, y al no ver nada más pensamos que Dios no está,
carecemos de la confianza de lo que Él nos dice en su Palabra. Él nos
dijo que allí estaría escuchándonos, viéndonos, y nos recompensaría, es
decir, gozaríamos de su comunión, respondería a nuestras oraciones
conforme a su voluntad, pero nuestros ojos no ven, nuestros oídos no
escuchan, nuestros sentidos no sienten, y confiamos más en nuestras
percepciones que en lo dicho por Dios en su Palabra.

 Abrimos la puerta, sí, y la cerramos, pero para irnos de la habitación, no


para quedarnos, somos negligentes en la oración,

 Pero la negligencia no es el problema principal, es la carencia de


confianza en Dios lo que impulsa nuestra negligencia en la oración
privada.

¿Cuál es el antídoto pues para nuestra negligencia?

¿Cómo solucionamos este problema?

El antídoto es la acción que surge de la fe. Fe en su Palabra.

El mismo Señor ha dicho:

Entra en tu aposento, cierra la puerta, allí nos encontraremos y te


escucharé.

 Esas son las palabras de Dios y deben ser suficientes para el cristiano.
 El cristiano, con la confianza en la Palabra de Dios sabrá, aunque sus
ojos solo vean los muebles de su habitación, que Dios está allí y le
escucha.
 Confiando en lo que Dios le ha dicho en las Escrituras el cristiano será
diligente en ir a su aposento y cerrar la puerta y hablar con Dios.

“Pastor, dice un hermano, yo tengo fe en Dios, confío en que si yo voy


a un lugar solitario a hablar con Dios Él me escucha, creo que Él es
galardonador de los que le buscan; mi problema no es la fe, mi
problema es que veo mucha maldad en mi corazón, constantemente
falló a Dios, me he arrepentido pero he vuelto a fallar, y tengo vergüenza
de buscarle otra vez. Me da pena darle la cara. Mi negligencia en la
oración no se debe a mi falta de fe, se debe a la vergüenza que siento.”

- La respuesta es:
Tu negligencia se debe a tu falta de fe.
 Esa vergüenza que tú tienes es saludable, hasta cierto punto.
 Hay un punto donde esa vergüenza pasa de ser saludable a convertirse
en una patología.
 Es saludable porque indica tu contrición y reconocimiento de que has
pecado contra Dios.
 Es saludable porque muestra que no eres un pecador endurecido sino
que eres consciente de tu condición pecaminosa y gimes dentro de ti
esperando la redención final cuando el pecado ya no te fastidie más.
 Pero puede convertirse en patológica cuando te hace huir de Dios en
lugar de humillarte delante de Él.
 Es patológica y evidencia falta de fe porque estas reconociendo, a lo
mejor involuntariamente, que el sacrificio de Jesús no podría limpiar más
tu pecado. Que su sangre no es suficiente y que el hecho de poder
presentarte delante de Dios no depende del sacrificio consumado de
Cristo sino en tu obediencia, que, entre otras cosas, siempre va a ser
imperfecta.

- Es cierto que el hombre tiene suficientes motivos, a causa de su pecado, de


huir de Dios y ser negligente en su búsqueda de Dios, pero esa excusa no
la tiene un cristiano verdadero, porque el cristiano verdadero nunca podrá
excusarse de su negligencia en la oración a causa de su pecado, porque él
ha sido limpiado por la sangre de Jesús y aceptado por los méritos de Jesús.

1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad.

- En lugar de huir y presentar excusas acerquémonos confiadamente al trono


de la gracia:

Hebreos 4:14-16 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos,
Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. (15) Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. (16) Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro.

- Saber que tienes un sumo sacerdote, Aquel que murió en la cruz, Jesús, el
Hijo de Dios, que tan solo por su sacrificio consumado y su obediencia
perfecta eres aceptado delante de Dios, debe darte la certeza de que en el
aposento tu Padre te recibe y te escucha.

- Tú no vas a ir allí al aposento aparte de Cristo, sino que vas revestido de su


justicia. Si es así, la certeza de que Dios te mira con agrado y te escucha es
absoluta.
 El pecado tendrás que arreglarlo con confesión y humillación delante de
Él, ¿o si no por qué dice la oración modelo: perdona nuestras
deudas?
 Sí, es verdad, delante de Dios no puede estar un pecador, la santidad de
Dios lo fulminaría, pero ya hubo uno que recibió la ira de todos
nuestros pecados en la cruz: Jesús, su Hijo amado, en quien el Padre
tiene complacencia.
 ¿Lo ves? Tu problema, cristiano, no es tu pecado y tu sentido de culpa,
el problema que da pie a tu negligencia en ir al lugar secreto es tu falta
de confianza, tu incredulidad en la obra perfecta de Jesús.

Decía Spurgeon:
“Si Dios te amó, cuando estabas lleno de corrupción; ¿no escuchará tus oraciones
ahora que te ha hecho heredero del cielo?”.

Pastor, dice un hermano o una hermana, mi problema de negligencia en


la oración no se debe a la falta de fe, yo creo y confío, por lo que dice la
Escritura, que aunque yo no vea ni sienta nada cuando me encierro a
orar, mi Padre me escucha y Él está ahí y conforme a su voluntad
responde a mis oraciones y me habla a través de su Palabra; también
aun cuando veo maldad en mi corazón y fallo a Dios, y a pesar que la
culpabilidad muchas veces me abruma, yo puedo ir y voy confiando
solo en la obra de mi Salvador y allí encuentro perdón y reconciliación
por su gracia. Mi problema al ser negligente no es impulsado por falta
de fe o confianza en Dios, el problema es que yo mantengo muy
ocupado, muy ocupada, tengo un trabajo absorbente, llego a mi casa
agotado, madrugo a alistar a mis hijos, cuando llego a la casa hay
deberes que tengo en mi hogar, mi problema no es falta de fe, mi
problema es el tiempo y lo agotado que mantengo.

 Mi hermano, mi hermana, la negligencia tuya en ir a buscar el rostro de tu


Padre en oración no es falta de tiempo o agotamiento,
 Tu negligencia es impulsada por falta de fe en Dios.
 Solamente que no lo quieres reconocer.
 Reconocerlo agrandaría quizá la culpa que quieres ocultar, pero ocultarla
a tus ojos no la quita delante de Dios.
 A decir verdad, confías muy poco en Él como para revisar tus horarios,
acomodar tu tiempo, y programar cada día un momento y un lugar, de
acuerdo a tus circunstancias, para encerrarte con Dios y tener comunión
con Él.
 Cuando en nuestro día, por más ajetreado que lo tengamos, no hay
espacio para un tiempo de comunión a solas con Dios, el problema no es
la falta de tiempo, el problema es que creemos que sin Dios nos las
podemos arreglar solos. Confiamos más en nuestras capacidades y
habilidades que en Dios.
 Si en el día, por más ocupados que estemos no tenemos un tiempo
apartado para tener comunión con el Señor, el problema no es de tiempo,
sino la falta de confianza en Dios, porque pensamos que el resto de cosas
que tenemos en nuestra agenda son más importantes que Él.

Martín Lutero decía:


“Tengo tantas cosas que hacer hoy que tendré que pasar tres horas orando para
poder acabarlo todo”.

Y John Piper:
“Uno de los grandes usos del Facebook y Twitter será demostrar en el último día que
la falta de oración no fue por falta de tiempo”.

No tenemos, como cristianos, ninguna excusa para ser negligentes


para ir al aposento y cerrada la puerta hablar con nuestro
Padre que nos ve en el secreto.

- Matemos la negligencia actuando por fe.


 Y cuando digo actuando por fe me refiero a actuar siendo diligente yendo
al lugar secreto;
 Cuando digo por fe, me refiero a ir a ese lugar confiando en que Dios está
allí atento a tu oración y es un momento para tener intimidad con Él.
 Cuando digo por fe, me refiero a la confianza que tenemos en su Palabra,
en que lo que Él nos ha dicho es verdad.

Allí Él va a estar.

Mateo 6:7-8 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles,


que piensan que por su palabrería serán oídos. (8) No os hagáis, pues,
semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis.

- Si no hemos de ser como los hipócritas, que al carecer de una comunión


íntima con Dios en la oración tienen que aparentar delante de los hombres la
ausencia de la misma, tampoco hemos de ser como los gentiles que piensan
que por su palabrería serán oídos.

- Si ustedes se fijan bien, ninguna de los dos grupos mencionados por el Señor
carecen de oración, ambos grupos oran.
 Los primeros, los judíos, como acabamos de ver oran en público para
suplir la ausencia de su oración privada.
 Uno pensaría que este segundo grupo, al no gozar de ser los receptores
de la revelación de Dios, al carecer de las Escrituras, simplemente no
orarían.
 Pero la Escritura nos dice que oran, ¡y mucho!
 A tal punto que piensan que por tanto orar y orar van a ser oídos.
 Ahora bien, ¿de dónde surgía la palabrería de los gentiles en la oración?
Porque ciertamente el problema de este segundo grupo no es la
negligencia.
 Su problema es la ignorancia y esta ignorancia surgía por el
desconocimiento de las Escrituras.

- Los gentiles carecían de la revelación especial de Dios, de la Palabra de


Dios, por lo tanto, en su ignorancia, se inventaron dioses a su gusto, y estos
dioses solo les escuchaban, según ellos, si se desgastaban en hablarles y
hablarles, y en muchas ocasiones y dependiendo de la deidad, infligirse dolor
podía inducir a su dios a escucharles.

1 Reyes 18:26-29 Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron
el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos!
Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del
altar que habían hecho. (27) Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos,
diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún
trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. (28) Y ellos clamaban
a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre,
hasta chorrear la sangre sobre ellos. (29) Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando
frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni
quien respondiese ni escuchase.

 A raíz de su ignorancia por la carencia de la Palabra de Dios, los gentiles


erraron su camino. No sabían cómo acercarse a Dios en oración, porque
no lo conocían.

- Pero ustedes, amada iglesia, dice el Señor en su Palabra, no sean como


ellos.

 Pero, tristemente, ¿cuántos si somos como ellos?


 ¿Cuantos, dentro del pueblo de Dios, no viven en una ignorancia respecto
a la oración?

Oseas 4:6 Mi pueblo pereció por falta de conocimiento, dice Dios por medio del profeta

- Nos queda muy fácil voltear a mirar a los católicos y pensar en ellos respecto
a su ignorancia y su repetición en oraciones y oraciones vanas y sin sentido.
- Pero les recuerdo que aquí el Señor Jesús se está dirigiendo a su pueblo
para que no caigan ni en la hipocresía de los fariseos ni en la repetición de
los gentiles.

 Y si el Señor se dirige a su pueblo de esta manera es porque su pueblo


no está exento de caer en estos excesos.
 Permítanme les hago unas cuantas preguntas y de acuerdo a sus
respuestas ustedes mismos sacan conclusiones.

¿Cuántos de nosotros al encerrarnos a orar, sin pasar ni siquiera un


par de minutos ya nos hemos quedado sin saber qué decir?

¿Cuántos de nosotros en medio de la oración nos quedamos


paralizados porque no sabemos si dirigirnos al Padre, al Hijo o al
Espíritu Santo en la oración?

¿Cuántos de nosotros no nos hemos quedado paralizados en la


oración porque al saber que Dios lo sabe todo y que todo lo ha
determinado ya entonces no sabemos si continuar orando o no?

¿Cuántos de nosotros no nos hemos quedado paralizado en medio


de la oración, en la intercesión por la salvación de un familiar
simplemente porque sabemos que ya Dios eligió a los que habrían
de ser salvos desde antes de la fundación del mundo?

- Las preguntas pueden continuar y continuar y lo único que seguirán


revelando es nuestra ignorancia respecto a la oración.

- Muchos cristianos, incluso, han pensado partiendo del texto que tenemos
ante nosotros, que no debemos orar durante mucho tiempo porque si lo
hacemos caemos en el error de los gentiles ignorantes, pero en esta porción
de la Biblia por ningún lado Jesús está condenando las oraciones largas.

- Él mismo, en varias ocasiones oró durante toda la noche, Él mismo enseñó


acerca de la necesidad de orar sin desmayar y de perseverar en la oración.

- En el Nuevo Testamento vemos al apóstol Pablo desgastándose en la


oración y animando a los creyentes a ser diligentes en ella.

- La Escritura en ningún lugar condena el orar durante un tiempo prolongado,


lo que se condena es el pensamiento equivocado de que Dios nos va a
escuchar o se va a enterar de nuestra necesidad por la cantidad de nuestras
palabras.
- Los reformados tenemos una manera muy sutil de engañarnos, nosotros por
la Escritura sabemos que la oración no le tuerce el brazo a Dios, pero eso es
solo una excusa para nuestra negligencia al orar, si bien la oración no le
tuerce el brazo a Dios, la oración es el medio que Él mismo dio a su pueblo
para que aquellas cosas que Él ya ha determinado se lleven a cabo.

- Por lo tanto, no debo paralizarme al orar por un asunto o por muchos asuntos,
por la salvación de mis familiares y los perdidos, antes bien, el saber que la
oración es el medio determinado por Dios me lleva a utilizarlo con más
diligencia y para la gloria de nombre.

- La oración no le tuerce el brazo a Dios, pero la oración me hace partícipe a


mí, por la gracia de Dios, de ser y hacer parte del plan que Dios ya ha
realizado y que con toda seguridad llevará a cabo.

- La oración no hace que Dios sea consciente de mi necesidad, la oración me


hace a mí consciente de mi necesidad y dependencia de Dios en todos mis
asuntos y me hace a mí humilde y agradecido delante de Dios.

- En la oración no tengo que preguntarme si le oro al Padre o al Hijo o al


Espíritu Santo, sino que por la Escritura sé que mi Señor me enseñó a
dirigirme a mi Padre, pero que a Él solo me puedo dirigir como mi Padre
porque soy adoptado y aceptado solo en el Hijo, en mi Señor Jesucristo, y
que sin la obra continua del Espíritu Santo en mi vida yo no podría reconocer
la Deidad de Jesús, el Señorío de Jesús y su obra bendita y consumada en
la cruz. Así que, de esta manera y teniendo esto presente, en toda mi oración,
el Dios trino está presente.

Quisiera finalizar con unos consejos prácticos y una ilustración:

 Lo primero es adquirir el hábito poco a poco.

 Por lo general las personas estamos muy dispuestas a iniciar algún tipo
de actividad, llámese dieta, gimnasio, aprender un idioma, leer un libro
semanal, etc. Estamos muy dispuestos a iniciar una actividad y por lo
general la iniciamos y lo hacemos con muchas ganas e ilusiones, de
hecho, iniciamos con tanto ahínco que el primer día terminamos
exhaustos.

 Pero estas iniciativas se quedan simplemente en ello: iniciativas que


nunca llevamos a cabo, la emoción de lo novedoso nos dura un par de
días, a lo sumo tres o cuatro, y volvemos a caer en un letargo hasta que
tiempo después, la necesidad, la conciencia o el deber vuelve a tocar a
nuestra puerta para llamarnos a las responsabilidades o privilegios que
tenemos, nuevamente las emociones hacen ebullición, iniciamos
consumiendo todas nuestras fuerzas, las emociones decaen, el sentido
del deber nos abruma, y una vez más caemos rendidos, está vez con el
agravante de pensar que somos unos fracasados y que si lo intentamos
de nuevo vamos a volver a fracasar y, honestamente, es muy probable
que así sea.

 Hemos de iniciar primero apartando un lugar y una hora fija y un tiempo


no prolongado y ser constantes y disciplinados en esa cita con Dios.

 Podemos empezar con 10 minutos de oración y a medida que vamos


adquiriendo el hábito y empezamos a gozar de una comunión profunda
con el Señor vamos a tener la sensación de que nos falta más tiempo
para orar.

 Si nos detenemos a fijarnos en el tiempo o incluso a determinar siempre


un tiempo preciso lo más probable es que fracasemos.

 Hacer una lista de oración también nos ayuda porque hace que nuestros
pensamientos se mantengan enfocados y además podemos ir viendo las
respuestas de Dios a nuestras oraciones de manera más palpable.

 Finalmente, debemos recordar que la oración es uno de los medios que


Dios nos ha dado para nuestro crecimiento y por lo tanto, nuestra carne,
el diablo y el mundo harán presión en nosotros para impedirnos el
ejercicio de la oración.

 Aquellos de nosotros que somos muy vulnerables a nuestras emociones


y sentimientos y percepciones, somos fácilmente desviados si
desconocemos que sentir o no sentir no nos dice nada respecto a la
oración, sobre todo cuando estamos empeñados en iniciar la práctica
disciplinada de la misma.

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