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¿Qué es la automedicación responsable?

Es el uso racional, es decir informado y apegado a sus instrucciones de empleo, de los


medicamentos especialmente autorizados por la Secretaría de Salud para su venta sin receta
médica, para el alivio, tratamiento o prevención de síntomas o problemas comunes de salud.

¿Cómo se le denomina al empleo de un medicamento que se compra sin haber sido recetado por
un médico?

A esta práctica se le conoce como auto prescripción.

¿Existen otras razones para automedicarse responsablemente, en vez de auto prescribirse?

Sí, aparte de no exponerse a sufrir reacciones o efectos secundarios severos al automedicarse


responsablemente en vez de auto prescribirse, a través de la automedicación responsable es
posible ejercer el derecho y responsabilidad que tiene toda persona para cuidar de su salud en un
ámbito que le es propio y con recursos terapéuticos o medicamentos adecuados.

¿Viene siendo entonces lo mismo autocuidado y automedicación responsable?

No, el autocuidado comprende toda una serie de acciones o decisiones que una persona toma
para cuidar de su salud como el seguir una dieta adecuada, hacer ejercicio, descansar, etc., y, si es
necesario, recurrir a “medicarse responsablemente”.

¿Cómo sé que medicamentos ha autorizado la Secretaría de Salud para su venta sin receta, si he
comprado muchos de ellos sin necesidad de dicha receta?

Los medicamentos de libre acceso o de venta sin receta tienen en sus cajas o etiquetas toda una
serie de instrucciones que permiten saber en qué síntomas o problemas de salud pueden utilizarse
y en que dosis, así como también los cuidados que deben tomarse, las molestias que pueden
presentarse durante su uso, las condiciones en las cuales no deben emplearse y cuando es
necesario suspender su uso. Todo este cúmulo de información no aparece en los medicamentos de
venta bajo receta ya que en sus cajas o etiquetas únicamente aparecen las leyendas: “Su venta
requiere receta médica” y Dosis: “La que el Médico señale”.

A fin de tener la seguridad de que se trata de un medicamento de libre acceso autorizado por la
Secretaría de Salud, es necesario que la caja o etiqueta incluya el número de registro otorgado por
dicha Secretaría, mismo que normalmente consta de 4 ó 5 números, y, en algunos casos la letra
“M” entre ellos.

¿Qué hace entonces diferente a un medicamento autorizado para su venta sin receta médica de
uno que sí la requiere?

La diferencia radica en el grado de seguridad que tiene cada uno de estos medicamentos, como
también del tipo de síntomas o problemas que alivian, tratan o previenen.

¿Qué se entiende por grado de seguridad?

Por grado de seguridad se entiende la posibilidad de que un medicamento cause una reacción que
ponga en peligro la vida o cause algún daño irreversible.

Los medicamentos de libre acceso o de venta sin receta cuentan con una experiencia de uso
suficientemente extensa a través de la cual ha sido posible confirmar que carecen de efectos
tóxicos, no causan reacciones adversas graves, no generan acostumbramiento o adicción y no
provocan ningún tipo de daño de consideración, a pesar de que se utilicen en síntomas o
problemas de salud donde no están indicados, si se emplean por más tiempo de lo indicado o a
una dosis mayor a la recomendada. Otra característica importante que deben tener estos
productos es no requerir de la intervención o ayuda de un profesional de la salud para su ingestión
o aplicación. Por esta razón, no se autorizan productos inyectables como de libre acceso.

A diferencia de los medicamentos de libre acceso, los de receta pueden causar efectos o
reacciones adversas severas que sólo un médico, con sus conocimientos y experiencia, llega a
conocer y valorar su posible aparición, como también, determinar si los beneficios que aportan
estos productos son mayores a los riesgos que implica su uso.

¿Quiere decir esto que no se corre ningún riesgo al utilizar un medicamento de libre acceso?

Como cualquier otro medicamento, los de libre acceso están compuestos de sustancias que al ser
ingeridas o metabolizadas en el organismo, o combinadas con las de otros medicamentos, o
incluso, con ciertos alimentos, pueden causar alguna reacción o efecto secundario, aun cuando
estos son leves y desaparecen al interrumpir el empleo del medicamento.

Ahora bien, la mayor parte de los riesgos que se corren con el uso de estos productos provienen
del hecho de no leer y tomar en cuenta las instrucciones que aparecen en las cajas y etiquetas de
estos medicamentos. Por ejemplo, puede retrasarse la búsqueda de atención médica si se extiende
el uso de un determinado producto más allá del tiempo recomendado, o si se continua su empleo
a pesar de que los síntomas o el problema de salud persiste o se agrava. Asimismo, pueden
aparecer efectos secundarios si se utilizan al mismo tiempo productos que contienen ingredientes
distintos, pero cuya acción u objetivo, por ejemplo, quitar el dolor de cabeza, es el mismo. Por
esto, es indispensable tomar en cuenta todas las instrucciones que aparecen en las cajas o
etiquetas de los medicamentos de libre acceso.

¿Son distintas las indicaciones de un medicamento de libre acceso de las de un medicamento de


receta?
Sí, mientras las indicaciones de un medicamento de libre acceso se refieren a todas aquellas que
son fácilmente identificables por quienes las sufren y que no alteran o afectan gravemente el
estado normal o la salud, las indicaciones de los medicamentos de receta requieren ser evaluadas
y diagnosticadas por un médico. Por ejemplo, en tanto que la gripe, acidez o la tos son fácilmente
identificables y susceptibles de aliviarse con medicamentos de libre acceso, una pérdida del
conocimiento, lunares que crecen o que sangran, dificultad en respirar acompañada de sensación
de angustia y dolor en el pecho, son condiciones que requieren del diagnóstico e intervención
médica por ser potencialmente serias y, en ocasiones, de consecuencias mortales.

¿Qué puedo hacer para obtener todos lo beneficios que tienen los medicamentos de libre acceso y
hacer a un lado sus posibles riesgos?

Lea cuidadosamente y siga al pie de la letra las instrucciones que aparecen en las cajas y etiquetas
de estos medicamentos, especialmente las relacionadas con las contraindicaciones, advertencias y
precauciones.

No extienda el empleo de estos productos o incremente su dosis más allá del tiempo o de la
cantidad recomendada, respectivamente.

Solicite la ayuda de un médico e interrumpa el uso del producto si los síntomas persisten o se
agravan a pesar de haber seguido todas las instrucciones de uso, o si los síntomas reaparecen al
dejar de emplearlo. Asimismo, al consultar a un médico en otras circunstancias, es necesario
informarle que medicamentos de libre acceso está tomando.

No tome ningún medicamento con bebidas alcohólicas.

Si es mujer y está embarazada, particularmente en su primer trimestre, o amamantando, confirme


que el medicamento de libre acceso puede utilizarse sin problemas y, en caso de cualquier duda,
consulte a su médico.

No de a un niño ningún medicamento para adultos, aún ajustando la dosis o el tiempo de uso y
evite que estos productos estén a su alcance.

Tratándose de personas de la tercera edad y mayores, es necesario consultar a un médico a fin de


que éste determine si es conveniente o no recurrir a un medicamento de libre acceso, y en caso de
que sea así, establecer la dosis y el tiempo de tratamiento más adecuado.

http://www.afamela.org/index.php/preguntas-frecuentes#faqnoanchor

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