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LENGUAJE: Sistema de alta complejidad funcional, el lenguaje es una aptitud propia del
género humano que exige de una actividad equilibrada y armónica de factores biológicos,
psicológicos, neuropsicológicos, sociales y ambientales en íntima relación. Los aportes
funcionales propios y específicos de cada uno posibilitarán los procesos mediante los que
un niño va en búsqueda de la lengua que ofrece el medio para su apropiación y adecuada
construcción progresiva.
Subjetividad y lenguaje
El origen de los símbolos y del lenguaje, especialmente en relación a sus aspectos
funcionales, debe buscarse en el desarrollo de la conducta social y comunicativa del bebé
y no sólo en el desarrollo de las competencias cognitivas generales. El juego
"protoconversacional", en el cual el bebé busca y espera una respuesta del adulto al que
se dirige y entiende que el bebé está expresando algo es un claro ejemplo de este origen
(Trevarthen (1982,1987,1995) Intersubjetividad primaria).
Bullowa, 1979, en el microanálisis de sus películas describe un modelo de funcionamiento
al que denominó "proto conversación" el cual remite a la situación en la que la mamá y el
bebé buscan sostener una llamada y una respuesta; frente a la atención de su madre y a
su "baby talk" (forma particular que utiliza la madre al dirigirse al niño pequeño) rítmico y
cariñoso el bebé se esfuerza en responder expresivamente.
Alrededor de los 7-8 meses, los bebés confirman su predisposición para entrar en la
cultura y crece el interés por los objetos del medio, hecho que representa un requisito de
gran importancia para el desarrollo simbólico y lingüístico y para las motivaciones
comunicativas que los mismos promueven, siempre en el marco de una estructura de dos,
la que incluye al bebé y al adulto que debe actuar como mediador.
Los bebés, a partir de su creciente interés por los objetos del medio logran crear en el otro
intenciones nuevas que respondan a sus objetivos de comunicación, lo cual conlleva a la
aparición de dos tipos de gestos: los protoimperativos: vocalizaciones y gestos con
intencionalidad, dirigidos a un objeto y persona con el fin de conseguir el objeto a través de
otro; y los protodeclarativos: gestos y emisiones que cumplen la función de compartir con
el otro el interés o la atención con respecto al objeto (se caracterizan por contener una
implicación intersubjetiva mayor, esto remite a remite a un nuevo nivel de intersubjetividad
denominada "intersubjetividad secundaria" que implica un cambio en la actitud del niño
que ahora comienza a valerse de los objetos para interactuar con los adultos y revela la
presencia de una intuición rudimentaria acerca de los otros como seres con mente, es
decir, otros con capacidad de experiencia y a su vez idénticos al sujeto que realiza el acto
comunicativo: TEORIA DE LA MENTE)
Según Vygotsky ,1982-1984, “las relaciones del niño con la realidad son, desde el
comienzo, relaciones sociales"; la interacción social desempeña un papel formador
decisivo. Estos conceptos llevan al autor a formular su tesis sobre la "transformación de los
fenómenos interpsíquicos en fenómenos intrapsíquicos", es decir, los instrumentos del
comportamiento social se transforman en externas cuyo fin es comunicativo, luego, en el
desarrollo, sufren un proceso de interiorización que promueve que los significantes se
condensen, se mentalicen y se interioricen pudiendo ser utilizados en la autocomunicación.
E. Benveniste, 1985, desde la lingüística plantea:"Es en y por el lenguaje como el hombre
se constituye como sujeto, porque el lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la
del ser, el concepto de "ego ". La "subjetividad" se vive por oposición o contraste. Puedo
usar yo en tanto me estoy dirigiendo a un otro que será en esta ocasión un tú.
Adquisición del lenguaje - perspectiva funcional
Bruner, 1995, nos dice que el uso del lenguaje depende de la apropiación que haga el
niño de los modos de actuar y de pensar que no existen en sus genes, sino en la cultura. A
partir del adulto que funciona como modelo que transmite la cultura, se desarrollan los
"formatos", maravillosos microcosmos para la comunicación y para la construcción de una
realidad compartida en la que el niño aprende a significar y a realizar intenciones.
Halliday (1979) describe el proceso de adquisición del lenguaje desde una perspectiva
funcional que corresponde a un enfoque sociolingüístico, por el cual el proceso de
aprendizaje del lenguaje se da en el marco de la interacción del niño con los otros. Hay
lenguaje desde el momento que hay expresiones significativas y se puede investigar antes
de la aparición de la palabra.
Propone ciertas funciones que se van desplegando en el siguiente orden:
- Instrumental: asociada a "yo quiero", para la satisfacción de necesidades
- Reguladora: "Haz lo que yo quiero".
- Interactiva: "Tú y yo, hagamos eso", implica un claro contacto con el otro
- Personal: "Yo digo que", implica transmitir algo de sí mismo.
- Imaginativa: "Si dijéramos.. .", el lenguaje se utiliza para explorar el medio i
- Heurística: cuestionamiento para conocer.
- Informativa: transmite un mensaje elaborado sobre tópicos diversos.
Existen distintas formas a través de las cuales la comunicación puede efectivizarse:
conexión corporal, mirada conjunta, posibilidad de compartir objetos, juegos, miradas de
intercambio, sonrisas, gestos. Serán éstos aspectos esenciales en toda observación clínica
del niño que no habla, que aportarán riquísima información acerca de sus capacidades y
deseos comunicativos, de los recursos con los que cuenta y la manera cómo los utiliza, así
como la forma en que ha logrado representar los objetos del medio, las personas y cosas
con los que se relaciona.
Ausencia de lenguaje en la infancia.
El desarrollo del nuevo ser conlleva la seguridad parental de que cumplirá con dos
comportamientos propios y únicos del hombre: la marcha bipedestada independiente y el
desarrollo del lenguaje como sistema privilegiado de comunicación.
La ausencia de lenguaje afecta a muchos niños que, incluso, pudieron haber cumplido con
los requisitos esperables del desarrollo y a muchos otros que mostraron alteraciones más o
menos severas durante los primeros meses de su vida. Como fenómeno, es poligénico y
complejo y puede ser la consecuencia de muchas causas originales.
La génesis del desarrollo tardío del lenguaje, su demora franca o su ausencia aún
durante toda la vida del sujeto, pueden obedecer a déficits sensoriales, del desarrollo
mental, de la conexión - comunicación, de lesiones neurológicas o del funcionamiento
cerebral anómalo, dando lugar a síndromes conocidos en la clínica como:
1. Déficit sensorial: sordera o ceguera.
2. Déficit del desarrollo mental: incompetencia cognitiva.
3. Déficit de la conexión - comunicación: trastorno generalizado del desarrollo.
4. Déficit neurològico: parálisis cerebral y diferentes cuadros motores.
5. Déficit cerebral funcional: trastorno específico del lenguaje.
Análisis de las causas de la Ausencia de Lenguaje
1 - Déficit sensorial: La audición es el sensorio privilegiado para el inicio de la comu-
nicación verbal
HIPOACUSIA:
Grado y tipo de pérdida auditiva.
Momento de aparición del déficit.
2 - Déficit del desarrollo mental: Incompetencia cognitiva. La discapacidad intelectual,
retardo mental o incompetencia cognitiva, puede definirse como el conjunto de afecciones
que impiden, en mayor o menor medida, diferentes funciones neurológicas,
neuropsicológicas, motoras y psicomotoras, psíquicas, lingüísticas y las que conciernen a
la conducta adaptativa, como las destrezas sociales y las propias de la vida cotidiana
autónoma.
Los indicadores tempranos de la discapacidad, en ausencia de netos marcadores físicos
(síndrome de Down, fragilidad del X, síndrome de Cornelia de Langhe, fetopatía alcohólica
y otros), pueden ser un desarrollo motor tardío, la ausencia de lenguaje prolongada, la
dificultad clara para resolver problemas prácticos, la inhabilidad para trasladar el
conocimiento logrado a otras situaciones analógicas, la habilidad limitada o nula para
convertir las señales sensoriales en complejos perceptivos útiles; la distimia la excitación,
la tendencia a la disrupción conductual, la apatía. Las dificultades se multiplican a medida
que el niño crece y debe interrelacionarse con pares y adultos. El juego ausente o
largamente imitativo, carente de improntas novedosas, la tendencia al aislamiento o la
agresividad desmedida con otros niños, aportan datos que deben ser objeto de análisis en
función diagnóstica.
La incompetencia cognitiva se caracteriza específicamente por un desarrollo incompleto e
imperfecto de la capacidad mental del sujeto humano, lo que afectará la apropiación
individual de información medioambiental y el desarrollo de las destrezas del aprendizaje
en su más amplio sentido. Por éstas y otras razones, las destrezas sociales y emocionales
de la vida no podrán alcanzar un desarrollo pleno, ya que a ellas subyacen complejos
mecanismos conceptuales abstractos.
Desde el punto de vista del desarrollo lingüístico, sus capacidades se limitan en varios
dominios de la construcción del lenguaje, los que parecen relacionarse con el nivel de Cl y
manifestarse desde los primeros meses de la vida con ciertas características particulares.
El balbuceo y las primeras manifestaciones autogénicas son más breves y más pobres en
su riqueza fonética. La aparición de la primera palabra en los niños retrasados moderados
y severos suele demorarse, lo que hace factible determinar la ausencia de lenguaje más
allá de los 30 - 36 meses y la producción de palabras nuevas es acotada más allá de los
50 meses.
Con respecto al desarrollo del léxico, en el plano cuantitativo, la variable edad mental
parece ser determinante del número de palabras comprendidas y expresadas por estos
niños.
La construcción morfológico - sintáctica, adquisición y uso de los marcadores gramaticales,
es uno de los aspectos más deficitarios en la población de los retrasados.
♦ Los sujetos retrasados producen más enunciados incompletos e incorrectos que
los sujetos normales.
♦ Entre las construcciones sujeto - verbo - objeto (S-V-O), sujeto - verbo - atributo
(S-V-A) y sujeto - verbo - complemento (S-V-C), éstas son las más frecuentes entre
ambas poblaciones.
♦ Las formas complejas de combinación SVOC o frases coordinadas y
subordinadas aparecen rara vez en los niños retrasados y frecuentemente entre los
normales.
♦ Las frases con valor demostrativo con uso de la cópula, aparecen con mucha
frecuencia en los retrasados, a veces de manera incompleta, pero nunca en los
normales.
Puede considerarse la existencia de una falta de dinamismo en los procesos de integración
lingüística en esa población. La creatividad del sujeto normal en el campo del lenguaje
parece depender de un proceso de integración dinámica que se formaliza mentalmente,
constituyendo un sistema funcional facilitador de las formas legales de la lengua.
3 - Trastornos del espectro autista: El autismo es un desorden del neurodesarrollo de la
función cerebral que puede obedecer a diferentes causas, con una etiología genética
prevalente más frecuente que la que se encuentra en las injurias adquiridas del cerebro en
desarrollo. (I. Rapin, 2003).
Según el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Desórdenes Mentales, 4a Edición
(DSM IV) que denominan a estas enfermedades como Trastornos Pervasivos del
Desarrollo (Pervasive Developmental Disorders- PDD).
Presentan déficits en tres dominios de la conducta:
1) la sociabilidad, la empatia y la habilidad para inferir los pensamientos y/ o sentimientos
ajenos;
2) el uso del lenguaje y el desarrollo del juego imaginativo y creativo,
3) la flexibilidad cognitiva y conductual y el despliegue de un amplio rango de intereses y
actividades.
Subtipos de PDD o del Espectro Autista
a. Desorden autista: Déficits funcionales severos en: (1) sociabilidad; (2) lenguaje
comunicativo y juego creativo; (3) rango limitado de intereses y actividades.
b. Síndrome de Asperger: Síndrome algo menos severo, con desarrollo del lenguaje a
edades esperables, CI de 70 o mejor, asociado a cierta petulancia en el com-
portamiento, severo desajuste social e inflexibilidad cognitiva y social.
c. PDD No Especificado (PDD-NOS): Categoría clínica para sujetos que no cumplen
con todos los requisitos del tipo PDD, pero que muestran síntomas compatibles con
desajuste social e incompetencia cognitiva, asociado muchas veces a Retardo
Mental.
d. Trastorno Desintegrativo de la Infancia: Se caracteriza por severa regresión del
desarrollo del lenguaje y aparición de la sintomatologia autista, luego de un de-
sarrollo de apariencia normal en los primeros años de la vida, que no puede ser
atribuida a enfermedad degenerativa del cerebro,
e. Síndrome de Rett: Obedece a una causa genética específica de autismo en niñas
con fallo del desarrollo cerebral postnatal, regresión de las habilidades sociales,
ausencia de lenguaje o uso rudimentario del mismo, estereotipias manuales
llamativas (lavado de manos), retardo mental y una variedad de otros síntomas
neurológicos, incluyendo epilepsia. Es debido, aunque no en todos los casos, a
mutaciones del gen Xq28. Se ha descripto un fenotipo menos severo y son también
conocidos algunos casos en varones.
Está bien establecido que el autismo no aparece excepto ante la existencia de una
disfunción de las redes neurales que involucran el neo-córtex, los relevos diencefálicos, el
cerebelo y probablemente otros núcleos subcorticales en los que tienen lugar los
intercambios químicos de los neurotransmisores, síntesis de la serotonina, de la dopamina,
la norepinefrina, aunque es factible que otros complejos neuromoduladores estén
implicados también.
Los criterios diagnósticos acerca del lenguaje que aparecieron en la última edición del
DSM-IV fueron: la falta de desarrollo lingüístico o su demora franca en ausencia de
estrategias compensatorias del déficit mediante el uso de gestos comunicativos, por
ejemplo, el impedimento en la capacidad para iniciar o mantener un diálogo o conver-
sación, la emergencia de una forma de comunicación verbal estereotipada, repetitiva e
idiosincrásica, en los que logran cierto dominio lingüístico. El cuadro se completa,
descriptivamente, con la práctica continuada de una prosodia aberrante y fuera del uso de
entonación corriente en el medio social (por ejemplo, la llamada "estilo neutro o de timbre
centroamericano"), la presencia de una sintaxis inmadura, los trastornos evidentes de la
comprensión verbal; el fallo para interpretar la ironía o entender chistes o bromas, la
"lectura" literal de los enunciados que escuchan, una fonología adecuada y sin alteraciones
y la presencia ineludible de la desviación de los procesos pragmáticos en los actos de
habla.
Diferentes investigaciones (Narita, Koga, Klein) sugieren una persistente anomalía de las
cortezas auditivas secundarias, aún en sujetos que hablan mostrado evolución normal del
lenguaje.
Muchos autores consideran que los diferentes síntomas y signos que co-ocurren en el
autismo, reflejan impedimentos en múltiples sistemas funcionales subyacentes: los
síntomas emergen cuando varias y diferentes áreas cerebrales están implicadas, lo que
afecta aspectos específicos y distintivos de la cognición.
Los autistas sin lenguaje pueden presentar patrones diversos y disímiles en sus ca-
pacidades para comprender mensajes verbales y / o gestuales, pero el cuantum mayor de
déficit se advierte en la ausencia o limitación franca de la apetencia comunicativa, lo que
se constituye en el núcleo básico de sus dificultades de socialización. No es infrecuente
que la primera demanda de los padres se centre en la audición, ya que el comportamiento
temprano sugiere la presencia de sordera.
En los casos en que logran desarrollar algún medio lingüístico funcional, los modelos de
déficit y de alteración son también diversos. En los más dotados cognitivamente, llamados
de alto funcionamiento, es posible detectar un modelo verbal morfosintáctico bien
constituido, aunque conciso y breve, escasamente fluido para el intercambio y con
anomalías y peculiaridades pragmáticas. En un nivel cognitivo menor, son frecuentes en
los niños autistas producciones breves, limitadas a pedir u ordenar para cumplir con fines
directos e imperativos, intercaladas con formas ecolálicas directas o diferidas que no
obedecen a fines comunicativos. En general, son emisiones semánticamente vacías,
carentes de significado. En ellas es posible discernir la presencia de algunas pautas
comunes y frecuentes: los fallos de comprensión de los aspectos significativos e inten-
cionales de los mensajes que se les dirigen; la ausencia de la capacidad narrativa, aún de
simples eventos concatenados; el escaso color declarativo de sus expresiones; la ausencia
de vocablos de matriz abstracta y de verbos mentalistas, como pensar, creer, imaginar,
esperar. Es común la inversión pronominal y de las personas verbales, lo que marca un
trastorno peculiar para el tratamiento de los términos deícticos del lenguaje. Otro aspecto
remarcable son las alteraciones de la prosodia o melodía de los enunciados, lo que
produce un matiz monótono e invariable, con perturbaciones del volumen de la voz, del
ritmo y del tono.
La prosodia parece ser la más universal de las marcas del modelo anómalo que emplean
los niños autistas en su repertorio comunicativo. La monotonía, la arritmicidad, el
descontrol e inadecuación del volumen tonal de la voz y la ausencia de relación entre la
entonación y el contenido intencional de los mensajes, han sido señaladas en muchas
investigaciones psicolingüísticas.
El aspecto semántico de la lengua impresiona el núcleo causal de las deficiencias. No sólo
el fallo se limita a la asignación de los significados, sino a un déficit más general de
representación múltiple, que conduce, inevitablemente, a un análisis limitado de las partes
constituyentes significativas del todo y a un uso simultáneo, reducido o ausente, de las
diversas fuentes de información. Impresiona que la ecolalia, un fenómeno altamente
frecuente y observable en esta población.
Muchos autores consideran que el corazón del trastorno se encuentra en el déficit
pragmático del uso de lenguaje: Los niños de niveles cognitivos más bajos utilizan la
función protoimperativa en sus actos de habla para conseguir objetos o situaciones con
ausencia completa de la función protodeclarativa, que es justamente aquélla que puede
incidir en los estados mentales de los otros para cambiarlos. A veces, los actos
protodeclarativos toman la forma de señalamientos, para compartir pero no para pedir, que
por otra parte son infrecuentes en los autistas no parlantes.
La ausencia de protodeclarativos conduce a considerar algunos aspectos nucleares de las
funciones del lenguaje y de los símbolos, como son las nociones de intersubjetividad,
desacoplamiento, metarrepresentación y teoría de la mente. (Belinchón, Igoa, Rivière,
"Psicología del Lenguaje. Investigación y Teoría". 1998). Los bebés de pocos meses son
altamente sensibles a los estados emocionales de los otros, lo que habla del desarrollo de
la intersubjetividad primaria, mientras que esa capacidad se extiende progresivamente a la
posibilidad de compartir experiencias, motivacional y deliberadamente, con los demás, de
manera declarativa, lo que indica la existencia de una intersubjetividad secundaria. Entre el
segundo y quinto año de vida, se produce en los niños de desarrollo típico, un proceso muy
particular de la especie humana que es el desacoplamiento. Es mediante esta forma de
aislar formas de representación literal por nuevas formas simbólicas, llamadas
metarrepresentaciones (Anne Karmiloff- Smith en Language Development, Paul Bloom,
2000) que los niños recrean sus propias representaciones iniciales recursivamente, y esos
procesos subyacen a todas las manifestaciones propias de la infancia: el juego, el
soliloquio, la comunicación verbal con los demás, cuyo conjunto devengará en la
capacidad para atribuir explícitamente a otros diferentes estados mentales que los propios.
Otros aspectos funcionales del lenguaje autista se manifiestan también en el empleo de
secuencias simples de pregunta - respuesta para iniciar o mantener conversaciones,
siendo que muchas veces reiteran preguntas cuya respuesta conocen muy bien; no suelen
respetar los turnos conversacionales superponiéndose al mensaje del interlocutor; no
emplean la mirada como forma de marcar los turnos para hablar; son especialmente
incapaces de reconocer la información significativa que conllevan los actos de habla entre
las personas. A estas características nucleares deficitarias, se agrega la carencia de
gestos comunicativos válidos en todo intercambio. Los autistas muestran clara carencia de
gestos que conducen a la atención conjunta, aunque son capaces de producir gestos
instrumentales y comprenderlos.
4 - Los trastornos específicos del lenguaje.
Ante la ausencia de lenguaje en el niño, los planteos ya expuestos permiten descartar,
aunque no sin esfuerzo, la presencia de desórdenes sensoriales, del desarrollo mental de
la cognición y la existencia de un desorden del comportamiento de perfiles peculiares,
mediante estudios pormenorizados de la audición, del funcionamiento cognitivo y de la
conducta comunicativa y social. Cuando ha sido posible dejar en claro que el niño no
ingresa en ninguno de esos complejos sindromáticos, es factible hipotetizar que el niño
está afectado por un cuadro que compromete el desarrollo del lenguaje en forma primarla,
dejando a salvo que escucha, que su inteligencia cae en el nivel estándar de la curva y que
está libre del compromiso de un trastorno generalizado del desarrollo.
Un escollo para esta determinación es la edad biológica del sujeto. No es posible enunciar
una hipótesis creíble de déficit lingüístico primario antes de los 48 meses, ya que es
necesario que el sistema esté activado, aunque defectuosamente, y que sea posible
obtener muestras válidas de comprensión verbal y de producción lingüística para
someterlas a un análisis neurolingüístico.
El TEL, SLI o Impedimento Específico del Lenguaje, es un cuadro complejo que bien
puede debutar con una ausencia de lenguaje, a veces, muy prolongada.
5 - Hablantes tardíos: consideraciones sobre el diagnóstico. Está demostrado que un 10%
al 15% de los niños son más lentos para adquirir palabras nuevas y para combinarlas en
frases que sus pares de desarrollo típico, mostrando demoras evidentes de construcción
lingüística en contraste con el desarrollo más o menos normal de otras destrezas motoras
sensoriales, cognitivas y de autovalimiento.
La adquisición del vocabulario receptivo de la mayoría de ellos, es comparable con la de
hablantes tempranos, a diferencia de la renuencia para desarrollar formas orales en grado
mucho menor y en apariencia más forzada. Suelen emitir de a una palabra por vez y hacia
los 2 años su vocabulario expresivo puede contar con una veintena de vocablos, mientras
que sus pares dominan ya alrededor de 200. Así considerado, el perfil general de los
tardíos para hablar, no sigue la progresión esperable e impresiona que sea la
consecuencia de un retraso y no de un desorden de otra naturaleza. Las dificultades de
organización sintáctica, que se manifiestan por la imposibilidad de producir combinaciones
de dos palabras como mínimo, se proyectan cuando el niño crece y adoptan la forma de un
déficit de organización gramatical en las expresiones, que pueden ser semánticamente
correctas o aproximadas en su sentido, pero carentes de un principio básico de uso de los
morfemas gramaticales.
Aún cuando pueda determinarse que no son portadores de déficits cognitivos, motores
gruesos, sensoriales y/o afectivos, una demora del desarrollo lingüístico que no se
compensa o remedia en un tiempo razonable, ubica al niño en clara desventaja frente a
sus pares y se constituye en un verdadero riesgo de padecer dificultades académicas y
sociales en el futuro cercano. Justamente porque tal especie clínica puede ser la
manifestación temprana de un Trastorno Específico del Lenguaje, la evaluación y
seguimiento de estas poblaciones, bastante comunes en la consulta pediátrica, es una
obligación preventiva.
Habiendo descartado la ingerencia de síntomas deficitarios sensoriales, cognitivos,
neurológicos y/o conductuales severos, la primera diferencia a establecer es entre niños
que padecen de alteraciones conjuntas de comprensión y de expresión de aquéllos que
evidencian déficits expresivos, bastante aislables e identificables de las demás destrezas
comunicativas.
En este último caso, el objetivo es determinar la naturaleza del déficit expresivo. En este
sentido, las investigaciones aplicaron dos modelos diagnósticos diferentes. Una es
proceder al análisis de las muestras obtenidas de tests estandardizados (Test de
vocabulario de Peabody -R (Dunn & Dunn, 1981), Escalas Reynell (Reynell, 1977), Test
Expresivo de Gardner (One - Word Picture Vocabulary Test, Gardner 1981), Escala de
Lenguaje Pre - Escolar (Preschool Language Scale - R, Zimmerman, 2002). Se considera
que un niño muestra retraso del desarrollo expresivo del lenguaje, cuando puntúa por
debajo del centil 10 en alguno de estos tests.
Otro método de diagnóstico se basa en el reporte paterno. El Inventario MacArthur
(MacArthur Communicative Developmental Inventories- MCDI, (Fenson y cois., 1993) y
Estudio del Desarrollo del Lenguaje (Language Developmental Survey, Rescorla, 1989).
son escalas que consideran esa posibilidad. Un resultado por debajo del centil 10 es
indicador de demora expresiva del lenguaje.
Cuando la población de hablantes tardíos ha sido definida mediante uno de estos criterios,
no quedando explicitado en la literatura cuál es el más eficiente, la prevalencia de la
discapacidad lingüistica se ubica entre el 10% al 15% de todos los niños de 2 años (Hmeir,
Goldfarb, Scarr, McCartney, 1985; Rescorla, 1989) y del 8% de los de 3 años.
Un score por debajo del percentilo 10 ha sido usado para determinar un indicador de
retraso. Thal y Tobías, 1992, consideraron que los niños eran portadores de retraso
expresivo si sus scores quedaban por debajo del 10% dnl rango de edad, entre 18 a 28
meses, de acuerdo al reporte materno.
Además de analizar las características del lenguaje demorado mediante estos
procedimientos, es importante considerar los patrones comunicativos que utilizan los niños
en sus intercambios con padres y lo cuidadores y éstos, a la vez, en relación con los niños,
áreas poco investigadas en la problemática del lenguaje.
Lo ideal es separar los grupos según la presencia de uno o ambos retrasos, para lo cual se
necesitan más investigaciones sistemáticas que, en el caso de nuestras poblaciones,
restan por hacer.