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Vicisitudes de una antología1

Por Gersende Camenen


Traducción Enrique Schmukler

¿Por qué publicar en Francia un dossier de autores argentinos? ¿Por qué, eventualmente,
de “nuevos” autores argentinos? ¿Por qué elegir el género cuento? Vayamos por partes: en una
primera instancia, la curiosidad por los jóvenes escritores funcionó como trampolín desde el que
propulsarnos. La pregunta disparadora fue ¿qué escriben hoy en día los novísimos escritores
argentinos ? Con todo, a medida que se iban recolectando los textos, el criterio cambió. Si bien el
interés primero continuó siendo la “escritura joven”, también nos señalamos los límites que
suponía una clasificación así. Porque ¿qué autores argentinos conoce el lector francés más allá de
Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, en menor medida de Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares o
Manuel Puig ? Pasar de estos autores consagrados a otros que recién comienzan a publicar sus
primeras novelas o cuentos, nos parecía con toda seguridad omitir un flujo temporal esencial.
Después de Borges no se llega a la situación actual de la literatura argentina sino por un extenso
periplo de escrituras que, tal vez por la fuerza magnética de los grandes elefantes blancos del
boom (Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, por citar
algunos) no gozaron ni gozan de la atención constante de los lectores franceses. Fuera de
Argentina, en Francia y en muchos otros países, escritores insoslayables de la tradición argentina
como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, German Rozenmacher, Osvaldo Lamborghini, Juan José
Saer, Ricardo Piglia, Rodolfo Enrique Fogwill, Luis Gusmán y César Aira, entre otros, conforman
casi una sociedad secreta cuyos lectores se reconocen en la exclusividad. Quienes leen a estos
autores son, como escribió Borges de los lectores de Marcel Schwob, los happy few.
En virtud de este hiato de literaturas argentinas posteriores al boom, que no abunda en
lectores franceses ni de otros territorios lingüísticos, decidimos ampliar el arco de la definición
que anima esta antología. Nuestra selección, además de autores “novísimos”, que no poseen,
salvo contadas excepciones, obra traducida al francés, incluye también otras figuras que
funcionan aquí, por así decirlo, como introductores de los más jóvenes.
De ese grupo, quien comenzó a publicar primero es Rodolfo Enrique Fogwill (nacido en
1941). La elección del cuento Japonés, del año 1981, obedece además de a su indudable calidad (en
el prólogo reciente a los Cuentos Completos de Fogwill, el crítico y escritor Elvio Gandolfo lo ubica
dentro de los diez mejores cuentos de la literatura argentina) a que no ha sido incluido en el único

1
Para la versión orignal en francés, cf. http://retors.net/spip.php?article423
libro del autor editado en Francia (Muchacha Punk, Passage de Nord/Ouest, 2006). Travesía
marítima a bordo de un velero por las costas uruguayas, el cuento sobresale sin dudas por un gran
conocimiento técnico del universo de la navegación y cierra con un final a medio camino entre lo
onírico y lo fantástico. Ya se puede apreciar en él una marca del “estilo-Fogwill” que se
desarrollaría en novelas y cuentos posteriores: el regocijo con la sabiduría precisa de un universo
determinado, o cierta exacerbación de conocimientos que el narrador o algunos de sus personajes
demuestra sobre el funcionamiento social y político en general.
De la generación posterior a Fogwill, en el racconto generacional que esta antología ofrece,
convocamos a cuatro autores, dos de los cuales gozan actualmente del reconocimiento de la
industria editorial en España y en Francia (Alan Pauls, (1959) y Martín Kohan, (1967)), más que
nada a partir de la obtención del Premio “Herralde” de Novela hace unos pocos años. En cuanto
a los otros dos, tanto Carlos Gamerro como Juan José Becerra, si bien con una obra publicada en
editoriales ya de mediana tirada (Norma y Emecé, respectivamente), ya de prestigio académico
(Beatriz Viterbo Editora, de la ciudad de Rosario), aún no han obtenido cierta visibilidad fuera de
los siempre estrechos márgenes del campo literario argentino. No obstante, estos cuatro autores
comparten más de un dato en común. A la proximidad generacional se añade una cercanía
temporal en las primeras incursiones en el mercado editorial: los cuatro comenzaron a publicar
sus novelas o cuentos entre los mediados de los años 80 y la primera mitad de los años 90; los
cuatro, también, mantienen una relación constante (¿y conflictiva?) con otros formas y/o
funciones de la escritura. Esencialmente, con la crítica literaria, el periodismo cultural o la crónica
periodística, y con la escritura de guión cinematográfico y la enseñanza de cine (Pauls, Becerra).
El caso Berciani (Pauls), Las hamburguesas del mal (Gamerro), El matadero (Kohan) y Biografía
de una bala (Becerra) son los cuatro cuentos elegidos de estos autores, divergentes entre sí. Tal vez
los dos primeros de esta lista delaten la relación que sus autores mantienen con el discurso de la
prensa. El caso Berciani, se sustenta en la exageración temática de un faits divers urbano totalmente
estrafalario, cuyo personaje principal, un burócrata de una improbable metrópolis sudamericana
(cuyos rasgos comunes con una cierta Buenos Aires no son pura coincidencia) se propone
resolver personalmente un inextricable y burlesco problema de circulación. El texto propone así
una absurda recorrida en auto por las calles de esta ciudad, continuamente mediada por las
repercusiones mediáticas del caso. Sin impostar el discurso periodístico, sin embargo, el cuento
de Carlos Gamerro, Las hamburguesas del mal, también opera sobre un mito urbano : el de las
hamburguesas McDonald’s y sus sospechosas consecuencias en quienes las consumen. Los otros
dos cuentos, por el contrario, tienen un anclaje deliberadamente histórico. El de Martín Kohan,
desde su título, El Matadero refiere, en un afán revisionista, a uno de los relatos fundadores de la
literatura argentina, El Matadero de Esteban Echevarria, reconducido a la escena de un camionero
perdido en las rutas suburbanas argentinas. Mientras que Biografía de una bala de Juan José Becerra
narra, desde una estética cercana a un cierto “objetivismo” francés, la peripecia de una bala desde
su desembarco en tierras argentinas hasta su destino final, que sella un episodio determinante de
la vida política del siglo XIX argentino: el asesinato del General Lavalle a manos del ejercito
Federal de Juan Manuel de Rosas.

Lo “nuevo”
Dar a conocer al lector francés nuevos autores argentinos supone una serie de
precisiones, todas ellas de orden, de alguna manera, sociológico. En los años 90, Argentina no
estuvo exenta de la oleada neoliberal que, en el plano de la cultura, afectó a todos los países de
América Latina. La primera gran consecuencia de este período, en el caso concreto del campo
literario, fue la cooptación de las más importantes casas editoriales “locales” por parte de las
grandes multinacionales de la edición. El caso emblemático, en lo que a Argentina se refiere, fue
el de la compra de la legendaria Editorial Sudamericana -cuyo fondo editorial había sido
establecido, en sus orígenes, entre otros por Silvina Ocampo y Oliverio Girondo-, por el grupo
Random House Mondadori; y también el de la editorial Emecé, histórica propietaria de los
derechos de las Obras Completas de Jorge Luis Borges, adquirida por el Grupo Planeta. Década
signada por cambios profundos en las estructuras económicas de los distintos países, en
Argentina la crisis del año 2001 terminó por dar el golpe de gracia que obligó a sucumbir en la
precariedad los restos de la industria nacional de libro. Con todo, a partir de la lenta recuperación
que se vivió tras ese momento de debacle, comenzaron a ver la luz un gran número de pequeñas
editoriales “independientes”. Se trató del auge de proyectos que priorizaban el “gusto” literario.
Las nuevas editoriales surgieron casi como iniciativas de lectores abocados a la tarea de dar
cuenta de lo que se estaba escribiendo en el tiempo presente. Editoriales como Beatriz Viterbo
Editora, Simurg, Adriana Hidalgo Editora, Interzona, El Cuenco de Plata y Santiago Arcos Editores, desde
fines de los años 90 a principios de la década de 2000, y más cercanos en el tiempo, proyectos
como Paradiso, Eterna Cadencia, Mansalva y Entropía, entre otros, marcan el contexto editorial en el
que hay que situar a los escritores argentinos que reunimos aquí.
Definir a un escritor como “nuevo” es siempre problemático, puesto que no
necesariamente una denominación semejante refiere a una común periodización biográfica, sino a
una incursión paralela en el mercado editorial. En cuanto a la primera de estas dos significaciones
de “lo nuevo”, casi todos los autores elegidos nacieron entre mediados de los años 70 y
comienzos de los años 80. En tal sentido, las tres excepciones a la regla son las de Diego Vecchio
(nacido en 1969), de Eugenia Almeida (nacida en 1972) y de Mariana Enríquez (nacida en 1973).
El segundo significado de “lo nuevo” en literatura responde a un criterio mucho más pertinente,
porque refiere a una coincidencia en el período en el que estos autores comienzan a publicar. Así,
hay que señalar que casi todos ellos publicaron sus primeros libros a partir del año 2000.
Además de Diego Vecchio, Eugenia Almeida y Mariana Enríquez, el lector se encontrará
en esta antología con cuentos de Oliverio Cohelo (1977), Diego Erlán (1979) y Matías Capelli
(1982). Si una característica pudiera definir al conjunto, ésta responde a una invariante propia a la
realidad actual de la literatura latinoamericana: el conjunto se define, paradójicamente, por su
imposibilidad de ser encerrado en temas comunes o en una estética compartida como marca
generacional o territorial. No obstante, la extraterritorialidad, para adoptar un lugar común de la
crítica literaria, bien podría ser una de sus características en común. Al menos dos de los cuentos
elegidos encajan con esta definición: La Dama de las toses, de Diego Vecchio y el relato El principio
de incertidumbre de Matías Capelli, (que es, en realidad, uno de los cuentos que componen el
tríptico novelado Frío en Alaska, publicado por Eterna cadencia en 2009). Ambos textos
comparten una ambientación europea. El primero de ellos, situado en algún país escandinavo y,
es de suponer, a fines del siglo XIX, cuenta la historia de una enferma de tuberculosis a merced
de una extraña terapia curativa a base de lecturas de cuentos. En el caso del relato de Capelli, la
desterritorialización es marca de una experiencia propia de nuestra época: la estancia en Europa
por razones de estudios. Se cuenta en él la relación a distancia entre una joven que realiza un
posgrado en Inglaterra y su novio, un artista plástico nacido en Noruega pero radicado en Buenos
Aires desde niño.
El resto de los cuentos oscila entre la ambientación urbana y la suburbana, a veces con
referencias claras a Argentina, y en otros casos situándose en paisajes más bien indefinibles. El
Umbral de Oliverio Cohelo y El Carrito de Mariana Enríquez confluyen en la temática de la
indigencia y en una atmósfera apocalíptica. El Umbral tiene visos macabros en un territorio de fin
del mundo en donde los hombres han aniquilado a la mayoría de las mujeres de una ciudad
fantasmal. En cambio, El Carrito, plantea la aparición de un mendigo, la consecuente
desconfianza del vecindario y una extraña caída en la pobreza extrema de un barrio de alguna
ciudad de la periferia. También hace uso de lo siniestro, aunque de ambientación minimalista,
Conservas, de Samantha Schweblin, que narra la preocupación de una joven pareja ante el adelanto
del nacimiento de su primer niño, y la elección de un por lo menos desequilibrado procedimiento
médico para invertir el proceso natural y detener el nacimiento.
De corte netamente suburbano, Casilla de Correos de Eugenia Almeida narra el encuentro
entre una mujer oriunda de Montecito, un pueblito de la provincia de Córdoba y un desconocido
que cree acudir a un encuentro sentimental concertado a través de un anuncio en la prensa. Por
último, Trash, de Diego Erlan es un fragmento significativo de una narración extensa (6 partes de
25) que remite menos a una tradición del cuento argentino, y en cambio adopta ciertas formas del
thriller norteaméricano, con una estética afin a cierto realismo sucio — o tal vez a la de un
escritor como Chuck Palahniuk.
Amén de las preocupaciones estéticas señaladas, y de la búsqueda de coincidencias entre
los autores, un elemento define al dossier llamativamente: todos los textos que presentamos son
cuentos (o pueden leerse como tales). Se trata, en primer lugar, de hacer honor a un género
fuertemente arraigado en toda Latinoamérica (y en Argentina en particular). Pocos territorios
lingüísticos han hecho una profesión de fe del cuento literario como el hispanoamericano. Se
suele afirmar que el cuento es el “género más difícil”, ya que requiere a un mismo tiempo
concisión, dosificación armónica de recursos narrativos y, sobre todo, una buena historia que
contar. Pero además, como señala César Aira, en una de las tantas antologías del cuento
latinoamericano contemporáneo que fluyen por las bibliotecas de todo el mundo, el cuento es el
que eligen los jóvenes para darse a conocer. Escribe Aira lúcidamente:

Creo que el cuento está demasiado cercano a su calidad. El cuento es connatural al « concurso de
cuentos »; para que un cuento se consume como cuento debe ser « el mejor cuento posible ».
Depende de su eficacia. No puede desentenderse de los resultados (como sí puede hacerlo la
novela, cuya materia es la imperfección, la desproporción, la improvisación, el capricho). […] Eso
explicaría que los jóvenes, los aprendices de escritores, sean tan asiduos del cuento (hecho que
suele intrigar o irritar a los críticos, todos de acuerdo en que es el género « más difícil »). Es que el
escritor en ciernes se inventa en relación a los otros, y el cuento, género comparativo por
excelencia, es su medio ideal en esta etapa.2

El cuento, entonces, sería el campo de batalla inicial que da paso a la confirmación del
escritor joven en escritor a secas. Claro que para esto las obras deben encontrar lectores. Sirva
este dossier para ello.

Enrique Schmukler (La Plata, 1976) vit en France depuis 2004. Doctorant en littérature hispanique à l’Université de
Paris VIII, il est également ATER à l’Université de Franche-Comté (Besançon, France). Journaliste culturel et
critique littéraire, il écrit sur la littérature dans plusieurs journaux argentins (Página/12, Revista Ñ, entre autres). Il a
aussi consacré des articles critiques à la nouvelle littérature hispano-américaine dans diverses publications
académiques.

2
C. Aira, « Cuento, novela », Eva Valcárcel López (coord.), El cuento hispanoamericano del siglo XX: teoría y práctica,
Universidade da Coruña, 1997, p. 43-46.

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